FORMAS DE POESÍA POPULAR

Canciones cubanas

Durante años planeé escribir un ensayo sobre la letra de las canciones cubanas, una forma de poesía viva entonces porque estaba en los labios y oídos de miles de personas al mismo tiempo y muchos cubanos (la mayoría de ellos, es cierto, cubanas) se reconocían en estos versos sencillos[5] más que en los de José Martí, siempre de obligatoria enseñanza y obligado aprendizaje en las escuelas, públicas y privadas.[6]

La repetición ad infinitum de estas canciones impedía a muchos conmoverse con su ternura, saborear su sensualidad simple y disfrutar su humor, que a menudo era asombrosamente complejo:

¡Qué ganas tengo de que la luna se case,

Facundo trabaje

y a Carmelo le tapen el hoyo

que tiene en el cielo por donde mirar!

El tono paródico, o mejor, la expresa parodia del género y la queja de la repetición ad nauseam de unas pocas tonadas, son el pretexto de este poema nonsense criollo. Otras veces la protesta contra situaciones domésticas cotidianas alcanza una expresión dialéctica que parece curiosamente hegeliana:

María Cristina me quiere gobernar

y yo le sigo, le sigo la corriente

porque no quiero que diga la gente

que María Cristina me quiere gobernar.

Muchas veces encontré gente en Cuba que respondía a las más diversas situaciones cantando canciones cuya letra venía aptamente al caso o criticaba el momento con una salida irónica o absurda. La canción había ocupado el lugar de los manidos refranes o de los pretenciosos proverbios latinos o su igualmente petulantes imitaciones españolas o nativas.

Un día, oyendo el único disco de Fredy, cancionera negra a quien conocí más o menos bien, me detuve a pensar en la curiosa dicotomía de la perfecta dicción de cantantes negros y mulatos que en la conversación diaria hablan, como cada cubano, eliminando consonantes, agrupando vocales y uniendo las palabras en impaciente tropel, no pocas veces ininteligible como discurso al oído extranjero. Distinguiendo claramente las eses, las eres y las des en las palabras cantadas por Olga Guillot o por Beny Moré, voces disímiles a las que sólo unía la nacionalidad de su dueño, comprendí el porqué de esta excesiva preocupación con la enunciación perfecta: el objetivo de la canción, más allá del mensaje melódico, era hacer llegar su contenido poético, nítido y expreso, al mayor número de oyentes posibles.[7] El milagro es que no hay en sus estilos ninguna afectación. La explicación es que se trataba de la continuidad de una tradición, tan espontánea por popular como la erre marcada y rodada de los chanteurs franceses:

J’ne rrregrrrette rrrrrien.

Catulo, en su Passer, deliciae meae puellae, cantó al gorrión de Lesbia con acentos tan leves que, si no originaron toda la poesía ligera de Occidente (la poesía ligera sin duda antecedió a la épica y, naturalmente, es anterior en siglos a cualquier forma de poesía escrita), al menos le dieron un impulso duradero, tanto que todavía se sienten en muchas canciones populares:

Tecum ludere sicut ipsa possem

Et tristis animi levare curas!

(«así quisiera yo jugar contigo

para echar mis penas al olvido»)

Éste podría ser un verso de cualquiera de los poetas populares posteriores a Gustavo Adolfo Bécquer—o la letra de un bolero.[8] Las dos canciones citadas al inicio corresponden por su ritmo y rima a otro género musical cubano, la guaracha. Su autor es ese genio literario a quien la popularidad no ha permitido, como tantas veces, su reconocimiento crítico. Hasta su nombre, mezcla de cariñoso mote familiar y apodo público, es una obra maestra del humor cubano: Ñico Saquito. He aquí otras muestras de poesía popular seguidas o precedidas de etiquetas:

el presente amenazador:

¡Yo vengo soltando chispas!
¡Yo vengo echando candela!

¡Yo soy como la avispa

que cuando pica envenena!

 

Píntame de colores

pa que me llamen:

Supermán

necesidades nietzscheanas

 

rima de ocasión:

Pin pin

cayó Berlín.

Pon pon

cayó Japón

 

Cámbialo en kilos prietos[9]

pa que te dure:

: auxilio al ahorro

 

Un invento ha ocurrido
que va el mundo a acabar.

Desintegrar fácil es,

difícil es agrupar.

Se acaba el mundo,

se acaba ya!

: otra casandra atómica

 

la droga buena para el

diente/no para el

dentista ni el cliente:

Doctor,

¡mañana no me saca

usted esa muela

aunque me muera

de dolor!

Porque me dicen

que anoche lo vieron

con un tremendo vacilón,

doctor.

 

A Prado y Neptuno
iba una chiquita

que todos los hombres

la tenían que mirar:

era graciosita,

muy bien formadita

en resumen, ¡colosal!

del voyeurismo considerado

como un arte

 

danza, sexo y trabajo:

en Cuba todo es relajo:

¿Dónde está la Ma teodora?

¡Rajando la leña está!

¿Con su arpa y su bandola?

¡Rajando la leña está!

Como curiosidad hay que añadir que, de los tres últimos ejemplos, el penúltimo y el antepenúltimo pertenecen a los años 1950 y el último es de ¡circa 1550! Los cuatro siglos que median entre estas formas folklóricas afrocubanas están cuajados del humor erótico que caracteriza al arte negro en toda América. Muchas de estas letras de canciones han usado las rimas y corros infantiles como vasos comunicantes, y una vez en Alto Songo oí cantar la copla hispano-francesa «Mambrú se fue a la guerra», de esta manera:

Membrú se fue de fiesta.

¡Qué sabor! ¡Qué sabor!

¡Qué cosa más buena!

Alto Songo, como su nombre lo indica, es una aldea alta en la provincia de Oriente cubana cuya población es toda de origen africano: no es extraño que el legendario duque de Marlborough, con su stiff upper lip inglés, terminara convertido en un relajado y membrudo afrocubano! A la inversa, muchas tonadas tribales africanas se han transformado en rimas de corro.

Las rimas infantiles

El genio de la lengua inglesa en las Nursery rhymes prefigura no sólo la forma del limerick, ese modo de poesía popular inglesa, sino que anticipa muchos de los temas de la poesía nonsense de los limericks y de las rimas de Carroll. He aquí una rima infantil inglesa:

Tres niños patinan en el hielo

en un día ya mediado el verano

Ésta es la versión de Lewis Carroll, apolismada un poco por mi traducción:

El sol brillaba en el mar

Brillaba hasta más no dar...

Cosa rara tanto derroche

De luz: era ya medianoche

Por su parte un verso vernáculo cubano recuerda a Carroll y a la nursery rhyme:

Cuatro ruedas tiene un coche

con mucha melancolía:

la luna sale de noche

y el sol siempre sale de día.

Como en el limerick, la fuerza de la rima obliga al anónimo cubano a incipientes ejercicios de absurdo o de asociación sorpresiva—en todo caso aparentes. Se trata en realidad de esa vieja conocida de las Nursery rhymes, de Carroll y de toda la poesía popular anglosajona: la proposición evidente en sí misma.

There was an Old Woman

Liv’d under a Hill

And if she isn’t gone

She lives there still.

La traducción no alcanza a explicar más que la redundante autoevidencia del verso: «Había una vez una vieja / Que vivía bajo una loma / Y si no se ha ido / Aún debe vivir allí». Se pierden la poesía ingenua y arcaica[10] y el doble uso del participio gone, que significa no sólo ido sino también muerto. Mucho del humor moderno, de Jarry a Donald Barthelme depende de este uso explícito de las proposiciones aristotélicas—o de su subversión lógica:

El hecho demuestra que siempre que llaman a la puerta no hay nadie.

La soprano calva

Pero esta expresión paradójica es moderna solamente si el concepto de modernidad se extiende de Ionesco a Lewis Carroll, quien en una carta a una de sus amigas (íntimas) inglesas (de 10 a 16 años: por favor, no olvidar la tilde) decía:

¡Y algunos días amanezco tan cansado que me acuesto antes de levantarme!

Carroll, profesor de matemáticas y autor de tratados de lógica simbólica, es uno de los primeros destructores de los conceptos lógicos clásicos—muchas veces a pesar suyo:

Favor de analizar lógicamente—escribió Carroll en una carta a su hermana—el siguiente razonamiento: NIÑITA: «Soy feliz porque no me gustan los espárragos». AMIGUITO: «¿Por qué, querida?». NIÑITA: «Porque si me gustaran tendría que comerlos y ¡y detesto los espárragos!».

Si los axiomas paradójicos—iba a escribir, no sin justicia, paródicos—de Ionesco, como aquel que asocia la moral con la geometría,

BOMBERO: Tomad una circunferencia, acariciadla y tendréis un círculo vicioso.

tienen su antecedente directo en el ciclo de Ubú:

ACRAS: Y es también cierto que los poliedros regulares son de lo más fieles y cariñosos con su amo. Excepto que esta mañana el Icosaedro se puso un poco descarado y me vi obligado, para que vea, a darle una bofetada en cada una de sus veinte caras.

y muchas de las digresiones científicas de Jarry podían a su vez ser firmadas por Carroll (como cuando aquél aconseja que para construir una buena máquina del tiempo su armazón «debe ser absolutamente rígida o, en otras palabras, absolutamente elástica»), ni Ionesco ni Jarry ni ese otro maestro del absurdo, Alphonse Allais, pueden reclamar, como lo hace Carroll, toda una tradición popular tan viva que sus rimas infantiles son incorporadas a los más complicados juegos de lógica irracional casi sin alteración ni acomodo.

The Queen of Hearts, she made some tarts

All on a summer day:

The Knave of Hearts, he stole those tarts

And took them quite away!

dice Carroll en Alice in Wonderland. El original folklórico es apenas diferente:

The Queen of Hearts

She made some tarts

All on a summer’s day;

The Knave of Hearts

He stole the tarts

And took them clean away.

(«La Reina de Espadas

Hizo empanadas

Un lindo día de verano;

Las hizo en vano:

El As de Corazones

Se las llevó a montones».)

Pero, según Carroll no sólo se olvida de analizar lógicamente las paradojas y las inversiones de los libros de Alicia (a los que el marco del sueño propicia otra lógica, irracional pero coherente) y, sobre todo, sus digresiones, apariciones y visiones fantásticas en Sylvie and Bruno—libro menos logrado que las sucesivas Alicias pero infinitamente más inventivo—después de la caída dentro del pozo, las Nursery rhymes se hacen más atrevidas a medida que dejan detrás la doble gravedad social y lógica. A veces sus invenciones son meramente gramaticales—o más bien ortográficas:

King Charles walked and talked

Seven years after his head was cut off.

El ingenio de esta adivinanza simple está en que la respuesta depende nada más que de la colocación correcta de un punto y una coma: el sentido está en los signos:

King Charles walked and talked.

Seven years after, his head was cut off.[11]

Otras veces, la gramática aparentemente ilógica da paso a visiones fantásticas que no tienen equivalente en el folklore infantil de Europa occidental, como lo muestra esta vieja rima llena de imágenes que reducen a Magritte al papel de mero ilustrador:

I saw a fishpond all on fire

I saw a house bow to a squire

I saw a parson twelve feet high

I saw a cottage near the sky

I saw a balloon made of lead

I saw a coffin drop down dead

I saw two sparrows run a race

I saw two horses making lace

I saw a girl just like a cat

I saw a kitten wear a hat

I saw a man who saw those too

And said though strange they all were true.

(«Vi un estanque ardiendo en llamas

Vi una vaca saludando a varias damas

Vi un sacristán de doce pies de estatura

Vi una cabaña levantada en la altura

Vi un globo hecho de puro plomo

Vi un ataúd cayendo muerto, como

Vi dos gorriones echando carrera

Vi dos caballos bordando en madera

Vi una muchacha que parecía un gato

Vi un minino poniéndose un zapato

Vi a un hombre que vio todo esto

Y dijo qu’era extraño pero cierto».)

En la traducción no he podido evitar introducir, al final, esa variante que no es más que una forma de pronunciación popular en ciertos barrios de La Habana. Así oí una vez a una cocinera decir que iba un momento a la casnicería, a un conductor de tranvía exclamar que estaba muesto de cansansio y a una muchacha que quería acabás e llegás ar parque de los mástiles—colmo, este último, que no se refería a un cartel hecho con palos de mesana como meta, sino a un centro de reunión de enamorados en La Habana Vieja, conocido también como Parque de Los Mártires. El folklore no a las flores sino a su fuente: el pueblo.

Todos estos versos han sido recogidos en Mother Goose,[12] que es el nombre que se dio en Estados Unidos, desde el siglo pasado, a las Nursery rhymes importadas o domésticas. Otros versos, otras versiones han ido a parar a esta famosa compilación, saqueada en múltiples ocasiones no sólo por Lewis Carroll—que tomó de aquí muchas de sus situaciones, paradojas y personajes, entre ellos Humpty Dumpty, al que hizo famoso—[13] sino por los buscadores de citas citables, los cazadores de exordios y los escritores de epitafios—sin contar autores policiales.[14]

Los «limericks»

También de las Rhymes surgió (o se recogió primero, ya que las Nursery rhymes son una compilación) ese género de poesía popular que tiene una forma rígida y un nombre preciso y cuyos engendros son a la vez regios y preciosos. Hablo, naturalmente, del limerick.

He aquí un ejemplo temprano, cuando todavía sustentaba el nombre genérico de rhyme:

A little fat man of Bombay
Was smoking one very hot day

A bird called a snipe

Flew away with his pipe

Which vexed the fat man of Bombay

(«Había un gordito allá en Bombay
Que fumaba hasta decir ya no hay.

Pero un ave llamada la esnipa

Arrancó a volar con su pipa.

Y se molesto el gordito en Bombay».)

El limerick tiene un origen folklórico. Hay quienes aseguran que viene de Irlanda, del condado de Limerick. Otros apuestan que vino de Francia, imitado del «On s’étonne ici que Caliste» citado por Boswell en su Vida de Johnson. El ejemplo más temprano, el llamado «Hickory Dickory Dock», posee una versión en francés. Pero su sentido sin sentido, su nonsense es típico de la tradición inglesa y de las Nursery rhymes. No hay que olvidar, por otra parte, que su máximo cultivador, sir Edward Lear, publicó su primera colección en el llamado Libro del nonsense. He aquí el limerick típico de Lear:

There was an Old Person of Rheims
Who was troubled with horible dreams;

So, to keep him awake,

They fed him on cake,

Which amused that Old Person of Rheims.

No voy siquiera a intentar la traducción esta vez. Solamente hay que llamar la atención sobre la forma—verso último que repite el primero—que es rígida en Lear, a pesar de su gran poder de invención. Hay otros limericks más libres pero a la vez siempre obscenos. Tanto, que Bernard Shaw apostaba que las colecciones de Edward Lear eran las únicas publicables.

Un ejemplo de limerick tópico publicable (más adelante trataremos de presentar algunos no publicables en épocas de Shaw). La traducción, libre pero menos libertina que el original, conserva el nombre que da base al verso y a la vez utiliza un recurso caro al limerick: la rima forzada por una variación cómica de un nombre propio—o el mismo nombre que obliga a una lectura ligeramente diferente a la de su ortografía (o sonido) original:

¿Te enteraste lo de Magda Lupescu?

Dejó al rey de Rumania al frescu.

La Lupescu es de ley.

¿Qué te parece el rey?

¿El rey Carol? Que Magda Lupescu.

El inapreciable William Baring-Gould, autor del definitivo tratado del limerick, a quien este ensayo debe tanto, encuentra que este de arriba es uno de los pocos limericks presentables de los muchos que usan nombres más o menos respetables de la crónica social internacional. Hay otros en que la rima está dada por lady Astor, Eleanor Roosevelt, madame De Gaulle y Mrs. Aristóteles Sócrates Onassis, cuya obscenidad apenas vale la pena repetir. He aquí algunas variaciones, diversiones y digresiones de limericks contemporáneos:

Un político de apellido Castro
quiso ser del marxismo un astro.

Y aunque lo quiso mucho, mucho,

como Marx no llegó ni a Groucho.

Y acabó siendo un politicastro.

Otro tipo también Castro llamado
quiso ver a su hermano heredado:

lo imitaba en el gesto

porque deseaba su puesto.

Le faltaba con qué:

crecer más de un pie,

barba, voz y lo que le habían quitado.
Ya que era, más que Castro, castrado.

Un autor argentino provecto
tenía un record bastante funesto,

porque algunas Alicias

le hacían mil caricias,

¡y rara vez conseguían más que e

s

t

o

!

Una vieja llamada Inés Cuesta,
a resultas de una fuerte apuesta,

consintió en tocar

con su culo y pear

el concierto de Bartók para orquesta.

Una hermosa catira en Caracas
tenía un novio que sabía de maracas.

Pero él la engañó

y ella se ensañó:

dándole un puntapié en sus maracas.

Un gitano apodado El Baturro
tenía dos pelotas de hierro purro.

Y si él daba un saltito

tocaban el pasodoble «Gallito»

y daban luz a lo negro del curro.

Hija única de un empleado público,
tenía fama por su terreno púbico.

Le pidieron medirlo,

y ella al consentirlo

preguntó: «¿Calculo al cuadrado o en cúbico?».

El limerick gusta de destruir, a veces, la rima final, logrando un efecto sorpresivo:

A un asiático vecino de un curro
molestaban los perros del curro.

En su desatino

fue a un galeno fino.

Pero le habló en chino.

«¿Le molestan?», dijo el médico. «Pues aféiteselos».

Pero la gracia viene dada siempre por la rima:

Una bella joven de Calcuta
por un chisme bebió la cicuta.

El veneno apuró

y enseguida murió.

Ahora dicen que era pura, no puta.

Otras, usa (y abusa) de la semirrima:

Un barítono que había en La Habana
resbaló al pisar incauto su banana.

Enfermó por seis meses

y sufrió mil reveses,

y ahora canta con voz de soprano.

Por supuesto, el inglés es ideal para la semirrima, no así el español, idioma rotundo. ¿Es ésta una de las razones por las que el limerick no tiene equivalente en nuestro idioma? Es posible. También es posible que la falta de empleo del sinsentido haga del español un idioma con el que hay que andar con no nonsense.

El «clerihew»

Al revés del limerick, el clerihew (que casi siempre se pronuncia clérijiu) no es un género folklórico, sino una forma de biografía sintética, encapsulada y en verso, inventada por Edmund Clerihew Bentley. El clerihew consta casi invariablemente de una cuarteta con dos coplas rimadas y su primer verso termina siempre con el nombre del biografiado:

Después de comer, a Erasmo
lo atacó un fuerte espasmo.
Presa del dolor y en busca de cura,

escribió la primera parte del «Elogio de la locura».

En este ejemplo traducido a medias, a medias transformado para conformar la rima (como ocurre en toda versión idiomática de la poesía cómica), se incluye otra característica del clerihew: el verso final que se extiende siempre fuera de medida para burlar el oído. La otra característica de esta forma de poesía popular—aparte de la irregularidad de sus acentos—es menos reconocible en español: la rima rara. Como en el limerick, parte del gozo pseudopoético viene de ver rimadas palabras como than y Marathon, Aberystwyth con get grist with o Biloxi y Twentieth Century Foxi!

No se debe confundir el limerick nunca con el clerihew, como no debe confundirse a un clérigo con un lego. No hay que atribuir a E. C. Bentley la invención del Bentley, sino a Rolls y a Royce, creadores de otras formas de poesía popular. ROLLS ROYCE, JOLLS JOYCE, TOLLSTOYCE, ROLLING AND ROYCING AT THE RITZ. ROLL AROUND T H E ROYCE.