CAPÍTULO 5

10 de febrero

Nueve meses después del descubrimiento del THON

COMITÉ DE SEGURIDAD NACIONAL DE LA CÁMARA

DE REPRESENTANTES DE LOS

ESTADOS UNIDOS

Congreso CXVII

Primera sesión

Nº 117-20

El comité se reunió, según lo previsto, a las 9:00 en la sala 225 del Canon House Office Building, presidido por el honorable James Kerr (presidente del comité).

Presentes: Los representantes Duncan, Gervin, Gilmore, Martin, Gozalez, Brady, Johnson, Washington y Leslie.

Señor Kerr:

Damos inicio a la sesión del Comité de Seguridad Nacional. Nuestra primera testigo es la doctora Lauren Scott, investigadora adjunta de la división de investigación del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades. Bienvenida, doctora Scott.

Doctora Scott:

Gracias. Gracias. Em, sí. Gracias…

Señor Kerr:

El comité se reúne hoy para examinar asuntos de crucial importancia sobre el virus del THON y su efecto en la salud, la seguridad y la economía del país. Esta sesión nos ayudará a determinar si estamos preparados para la posible propagación del virus, sobre todo dentro del año que viene, y a identificar las reacciones pertinentes en el área de la salud pública para futuros brotes de enfermedades infecciosas letales. Nuestros testigos ayudarán al comité a informarse para tomar futuras decisiones legislativas y supervisar el asunto adecuadamente.

En estos momentos, la preocupación de los ciudadanos por el THON es evidente debido a varias razones: porque no existe tratamiento y no se conocen bien los medios de transmisión; porque, en un planeta tan interconectado como el nuestro, puede propagarse rápidamente a otros países; y porque desconocemos sus efectos en la sociedad. Si esta enfermedad se convirtiera en algo a la altura del SIDA o el ébola, los resultados podrían ser catastróficos para nuestros ciudadanos y nuestra infraestructura esencial.

Por suerte, tenemos pruebas de que el THON no se transmite con tanta facilidad como el ébola o el SRAG, y de que los sistemas de sanidad pública están funcionando bien para contenerlo. Por otro lado, nos quedan muchas incógnitas sobre su propagación: ¿cómo vamos a manejar altas tasas de infección o a aislar y tratar a las personas infectadas? ¿Están preparadas las infraestructuras de nuestros hospitales? ¿Cuentan nuestros profesionales sanitarios con la información y las herramientas necesarias para combatir la enfermedad? Y ¿qué pasa con las lagunas en la supervisión internacional y local? ¿Seremos capaces de desarrollar vacunas y otros tratamientos? ¿Contamos con los recursos económicos necesarios? ¿Qué consecuencias tendrá introducir en la población general a las personas infectadas con el THON?

Afortunadamente, nuestras fuentes nos informan de que el virus del THON no ha salido de los Estados Unidos.

Espero que esta sesión acabe con muchos de los inquietantes mitos que rodean a esta nueva enfermedad.

El comité, en un esfuerzo por ofrecer comentarios equilibrados, ha intentado extender una invitación a un ciudadano crepuscular para que testificara hoy ante nosotros, pero no hemos encontrado a ninguno dispuesto. Desearía agradecer su asistencia a los testigos que sí comparecen.

¿Doctora Scott?

Doctora Scott:

Gracias de nuevo. Es… es estupendo estar aquí… ante este distinguido comité.

En primer lugar, me gustaría agradecer su apoyo al CCPE y a la salud pública, y añadir que respetamos y valoramos positivamente que hayan decidido centrarse en el THON, sobre todo a nivel local, donde tantos de nuestros esfuerzos han dado fruto en el campo de la investigación. Aunque todavía nos queda mucho por hacer, intentaré ofrecerles un breve resumen de la situación actual respecto al virus. Y espero ayudar a acabar con muchos de los mitos que rodean a la enfermedad y que han circulado por los medios y, en concreto, por internet.

No entraré en el origen del descubrimiento de la enfermedad, ya que todos sabemos que empezó cuando yo misma y el departamento de policía de Nogales encontramos a Liza Sole.

A diferencia de otras enfermedades, como el SRAG y la gripe aviar, las pruebas nos indican que el THON se contagia de forma deliberada, mediante un acto intencionado. Por lo tanto, los consejos para los viajeros no tienen mucha validez. No conocemos ningún incidente en el que la enfermedad se haya transmitido de forma pasiva. Aunque los casos hayan aumentado ciertos días de ciertos meses, todavía no hemos averiguado las razones para ello. Es interesante comentar que no existen pruebas de un origen zoonótico, que haya pasado de animales a humanos. La Universidad de Texas en Austin se encuentra a la cabeza del desarrollo de métodos para la detección del THON mediante un enfoque que consiste en el cultivo de una célula de creación propia, pero no hemos avanzado en el diseño de pruebas diagnósticas para el virus. Además, la universidad ha interrumpido su investigación sobre vacunas recombinantes y de ADN por las dudas éticas expresadas por numerosas entidades privadas.

Otro tema al que debe enfrentarse el sector de la sanidad pública son los numerosos casos en los que no se informa de la enfermedad. Suponemos que algunas personas deciden no informar sobre la infección por la presión social. Por lo tanto, no existen informes sobre variaciones del THON, a diferencia de otras enfermedades contagiosas, en las que sí encontramos un porcentaje de dichas variaciones. Todavía no sabemos qué efecto tiene un perfil genético concreto en la persona infectada. Quizás eso explicara por qué algunas personas se «recrean» con éxito, mientras que otras no.

Como profesional de la medicina, me gustaría comentar que prefiero el término infección al referirme al momento en que el mecanismo que se convierte en el THON se introduce en el torrente sanguíneo del individuo. No me gusta el término recreación, ya que implica un resultado positivo, cuando contamos con pruebas evidentes de que la supuesta recreación sólo se da en el 50% de los casos, aproximadamente. Es esencial que los profesionales de la salud accedan a los cuerpos de las recreaciones fallidas para comprender mejor las complejidades de la enfermedad.

En otras palabras, cuando un crepuscular infecta a una persona sin THON, existe una probabilidad del 50% de que la persona infectada sobreviva y se convierta en otro crepuscular. La recreación es un mito que no pretendo embellecer.

Hoy en día, calculamos que existen unos mil casos probables de THON registrados. No podemos estimar la cantidad de personas que portan el virus, ya que no hemos encontrado ningún método aceptable para realizar el censo de personas que se identifican como crepusculares. Uno de los aspectos más inquietantes del virus son los informes simultáneos de las fuerzas de seguridad sobre las muertes misteriosas de individuos cercanos a los crepusculares.

En cuanto a la mecánica de la enfermedad, contamos con poca información. Sabemos que el virus infecta las células dendríticas, que matan los linfocitos T, pero que no tienen un efecto apreciable en el cuerpo. Después, el virus fabrica unas proteínas desconocidas hasta ahora que evitan que los inmunocitos indiquen a los anticuerpos que deben atacar el virus. Llegados a ese punto, el virus empieza a replicarse y a cambiar la estructura interna del cuerpo. Muchos virus funcionan, en parte, bloqueando los interferones, mientras que el THON cambia la estructura de los interferones de la persona. Hasta aquí llegan nuestros conocimientos de la enfermedad. Soy consciente de que el Congreso ha expresado su preocupación por nuestra capacidad para secuenciar el genoma completo del virus, como hemos hecho con otros3. A pesar de la dificultad que supone no contar con genomas virales completos, se calcula que la tasa de sustitución del genoma del THON en la cepa Nogales/Sole es de 1,5 a 3 por 10 a la menos 2 mutaciones por nucleótido, por multiplicación genética. Esto equivale a entre quince y treinta y cinco mutaciones en cada genoma, lo que significa que la secuencia diverge a la velocidad suficiente para identificar claras sublíneas durante la epidemia. El THON parece evolucionar de manera moderada a nivel epidemiológico, pero también dentro del anfitrión. Con las máquinas y secuenciadores de los que disponemos no somos todavía capaces de analizar el virus en su estado actual.

En este momento, las autoridades sanitarias, médicos, enfermeras, científicos, y el personal de los cuerpos de seguridad y los laboratorios del país intentan enfrentarse al THON, todavía con la esperanza de contener la enfermedad. Mientras tanto, los economistas y los analistas de mercado intentan calcular los costes, tanto presentes como futuros. Otro aspecto menos publicitado de la enfermedad es que las principales empresas farmacéuticas son reacias a iniciar investigaciones sobre el virus en cualquiera de sus aspectos. Numerosas instituciones de educación superior evitan investigar el THON, a pesar de que el Gobierno federal ofrece cuantiosas becas. Todo esto ha obligado a nuestra comunidad médica a realizar sus propias investigaciones a pequeña escala, sin el equipo ni los recursos al alcance de los principales actores del campo de la investigación médica.

Otro de los aspectos del virus que nos dificulta un análisis adecuado de la enfermedad es que la mayoría de los microscopios no son capaces de evaluar las partículas. Los ingredientes radiactivos inherentes provocan interferencias con el equipo.

El Trastorno Hematológico Orgánico de Nogales no cuenta ni con vacunas ni con tratamientos. Obliga a las autoridades sanitarias a recurrir a herramientas de control que se remontan a los primeros días de la microbiología empírica: el aislamiento y la cuarentena. Al mismo tiempo, combatimos contra ciertos medios que embellecen la enfermedad. No hemos tenido éxito en ninguno de los dos casos por lo limitado de nuestras leyes actuales en cuanto al tratamiento de este tipo de enfermedades. Los intentos de embellecer la enfermedad, tal como mencionaba antes, han entorpecido nuestros esfuerzos por aprender más sobre ella; además, el comportamiento provinciano y exclusivista de los crepusculares ha impedido que nuestras autoridades sanitarias analicen el virus como es debido.

Nuestro mayor miedo al enfrentarnos a trastornos como el THON es la tendencia de la enfermedad a mutar en formas que podrían ser más dañinas para nuestro sistema sanitario y nuestra sociedad. Nos preocupa que los infectados emitan radiación, y es necesario estudiar su impacto a largo plazo. La novedosa naturaleza del virus ha creado un paso adicional en los intentos de contención, ya que muchos desean infectarse. Este deseo de convertirse en crepuscular pone a muchos ciudadanos en peligro de muerte por una recreación fallida o, en su defecto, de sufrir el efecto a largo plazo de una recreación exitosa.

Otro aspecto del virus es el deseo o la necesidad de ingerir sangre para sobrevivir. No obstante, sin la cooperación de los crepusculares, cualquier prueba que obtengamos será tan sólo teoría. ¿Deben los crepusculares alimentarse de sangre humana o pueden ingerir otros tipos de sangre? Es imperativo saberlo para decidir si es seguro para todos integrarlos en la sociedad.

El CCPE seguirá trabajando con nuestros socios para vigilar el THON. Lo que acabo de ofrecerles no es más que un resumen del punto en el que se encuentra nuestro país en estos momentos.

Espero que esta sesión les aclare cuáles son las dificultades a las que se enfrenta nuestro sistema sanitario al combatir tanto esta como otras enfermedades y lo que ha logrado hasta la fecha.

Gracias, señor presidente y miembros del comité.

Señor Kerr:

Gracias, doctora Scott. Mi oficina seguirá supervisando los programas del CCPE a través de auditorías proactivas, inspecciones e investigaciones administrativas.

Ahora escucharemos al doctor Chad Kelly, del Northwest Memorial Hospital de Chicago, en Illinois, que nos hablará del tratamiento de los pacientes con THON dentro de su sistema hospitalario…

Rolling Stone

Noviembre

Rolling Stone publica cada mes el testimonio de alguien en la primera línea de algún conflicto del que se habla poco en los medios convencionales. Este mes dedicamos nuestro espacio a un doctor que se encontraba en un campo de refugiados de Sudán del Sur (África), después del ataque de una milicia vecina.

Doctor Keith Miller, de Médicos Sin Fronteras:

Cuando llegué al campamento de refugiados de Girba, los doctores Henry y Bradford (los dos crepusculares que figuraban entre los diez voluntarios) me enseñaron el lugar, que estaba en pésimas condiciones. Habían construido una tienda improvisada con lonas y trozos de madera, y la zanja de un metro que recorría el campo constituía su sistema de alcantarillado provisional.

Los crepusculares realizaron un trabajo increíble en la transformación del campamento. Aunque debían refugiarse en sus vainas al salir el sol, aprovechaban al máximo las horas nocturnas. Coordinaban una clínica y una sala de inmunización, y ayudaron a excavar un pozo para tirar la basura, lo que redujo las enfermedades. El doctor Henry investigaba y localizaba productos químicos seguros para el tratamiento de los desechos humanos de la zanja. Trabajan más que ninguno de nosotros; eran incansables.

Nos pilló por sorpresa que un embajador del Chad en las Naciones Unidas llamara a nuestro supervisor en Sudáfrica: una unidad de fuerzas de paz de Sudán del Norte había detectado una columna (calculaban que de dos mil tropas) de la milicia de Liberación Nacional camino del campo de refugiados. Las tropas llegarían en dos días. Médicos Sin Fronteras se puso en contacto con las fuerzas de paz de las Naciones Unidas de las naciones vecinas, pero la ONU nos indicó que necesitaban la aprobación del Consejo de Seguridad. El proceso podía durar meses.

El doctor Henry habló con el Consejo Crepuscular, y en veinticuatro horas ya habían reunido una fuerza de mercenarios privados que detuvo el avance de la milicia durante un mes, hasta que las fuerzas conjuntas de los Estados Unidos y Francia dispersaron a los rebeldes. El Consejo Crepuscular y los crepusculares de nuestro personal salvaron miles de vidas.

Cuando la gente me pregunta por mi opinión sobre los crepusculares, les cuento esta historia y espero que, como yo, vean la esperanza y la promesa de un futuro en el que los crepusculares estén involucrados en todos los aspectos de nuestras vidas.