Del mismo período de Árboles de Buenos Aires
El pensamiento (27)
A Borges (28)
Llegó su pensamiento mucho antes que su voz,
mas por ser invisible nadie pudo asombrarse.
Como tigre buscando, entre las piedras, agua,
o como un marinero en el tatuaje, orgulloso,
como algunos espejos, en el poniente, luz.
Llegó su pensamiento pero él quedaba afuera.
No agita el llamador en la puerta de calle,
intruso en el portal, la mano vacilante.
Invadía la casa sin él su pensamiento
intentaba sentarse en la silla de mimbre
como cualquier persona invisible, obstinada.
El sofá de la sala, subrepticio tendía
los brazos y en la estera murmuraba una rosa
el futuro, el presente se mezclan en mi aroma.
La estatua deshojaba perpetuas margaritas,
yo tengo para hablar una boca de mármol,
no digo lo que pienso ni pienso lo que digo,
yo no guardo secretos, como caja de música,
no puedo ocultar nada, ni en abstrusas palabras.
—¿Por qué no abren la puerta?
Alguien está esperando.
—Alguien a quien le gusta estar afuera a veces.
Dejar su pensamiento en poder de una casa.
—¿Cómo sabes? —Lo sé. Soy el Ángel guardián.
Golpeaba el llamador en la puerta de calle.