Le hablo a Alejandrina (34)
Con el pincel sin miedo dibujabas
las formas atrevidas, los colores;
recreabas los mágicos candores
de tus imágenes, que regalabas.
Alejandrina, tu sabiduría,
ese conocimiento tan profundo
prenatal no sería de este mundo:
con él te fuiste donde muere el día.
Con tu uniforme azul y tus cuadernos
buscabas otro espacio y otro cielo,
y como no quisiste entristecernos
lograste sonreír en nuestro duelo
dentro del nimbo de la primavera.
Una paloma canta pues te espera:
Es ésta que pintaste gris y azul
con la rama del biombo de abedul.
34- Le hablo a Alejandrina”, publicado en La Nación, Suplemento literario, Buenos Aires, 19 de octubre de 1975. (N. U.)