Comienza el cuarto libro, que trata de los elementos
Cuando Félix hubo estado largo tiempo con el pastor y de los cuerpos celestiales el pastor le hubo dado conocimiento, Félix se despidió del pastor, el cual acompañó a Félix largamente por una gran floresta. Tanto anduvo el pastor con Félix que le llevó hasta un camino, por el cual iba una doncella cabalgando en su palafrén.
—Señor —dijo Félix al pastor—, ¿sabéis adónde lleva este camino?
Respondió el pastor y dijo que aquel camino llevaba a una ciudad que estaba bastante cerca de aquel lugar.
—En aquella ciudad viven dos hijos de un rey muy noble y muy sabio, que estudian; el hijo mayor estudia ciencias naturales, y el hijo menor estudia armas. La doncella que veis, viene del hijo menor del rey, y se la ha mandado la reina, la cual ama más al hijo menor que al mayor.
Félix se maravilló de por qué la reina amaba más al hijo menor que al mayor. El pastor dijo a Félix que la reina ama más caballería en su hijo que sabiduría. Mucho se maravilló Félix de tal amor, pues por armas están los hombres en peligro de muerte, y por sabiduría sabe el hombre esquivar peligros y ocasión de muerte.
—Señor —dijo Félix—, ¿cuál es la causa por la que el rey hace que se instruya al hijo mayor en filosofía, y al hijo menor hace instruir en armas?
Respondió el pastor y dijo que el rey tiene mayor necesidad de tener sabiduría natural que ciencia de armas; pues por ciencia natural puede el rey tener conocimiento de Dios y de su persona, y puede conocer la manera según la cual sepa reinar y gobernarse a sí mismo y a su pueblo. Y porque el rey tiene menester de hombres bien acostumbrados en hechos de armas, por eso el rey hacía instruir al hijo menor en hechos de armas, para que con armas sea guarda del hijo mayor, que será rey después de la muerte de su padre. Mucho plugo a Félix la conducta del rey y de sus hijos, y deseó que muchos reyes tuviesen parecida conducta.
Mientras Félix y el pastor hablaban, vieron venir al rey, que volvía de ver a sus hijos, a los que había visto bien adoctrinados en las ciencias que aprendían. Félix y el pastor hicieron acatamiento al rey según convenía a rey, y el rey saludó a Félix y al pastor. El rey dijo a Félix estas palabras:
—Amigo, ¿cuál es la razón por la que me habéis hecho acatamiento y honor? ¿Cómo sabéis que yo soy digno de que me hagáis honor?
—Señor —dijo Félix—, en una ciudad había un rey que era muy mal acostumbrado. Mientras el rey pasaba por la plaza de aquella ciudad, un peregrino pasaba por aquella plaza, y no hizo al rey acatamiento semejante al que los demás le hacían. El rey se airó mucho contra el peregrino, porque no le había hecho acatamiento como los demás. Aquel peregrino dijo al rey estas palabras: «Dos peregrinos salían de Jerusalén el día que yo entraba en ella. Ambos lloraban y gemían por el deshonor que todo cristiano recibe en la posesión que los sarracenos tienen en Jerusalén, cuyos sarracenos rinden honras a Mahoma su profeta, el cual dijo que Jesucristo no es Dios. Mientras los dos peregrinos así lloraban, uno de los dos dijo al otro que seis hombres que son cristianos hay en el mundo que son reyes, los cuales podrían dar a cristianos aquella santa tierra de ultramar, si quisieran,[16] y no tienen tanto cuidado de honrar a Jesucristo como de honrarse a sí mismos; y por eso no son dignos de honor. Y vos sois uno de esos reyes; por eso no sois digno de que se os haga acatamiento ni honor». —Cuando Félix hubo dicho estas palabras al rey, dijo que un rey es digno de honor, porque Dios le ha honrado para honrar su honor—. Y porque vos, señor rey, educáis a vuestros hijos para honrar a Dios, sois digno de que se os haga honor.
Cuando Félix se hubo alejado del rey y del pastor, siguió camino adelante y llegó a aquella ciudad donde estaban los dos hijos del rey. Félix llegó al palacio del rey, donde el hijo mayor oía lección de filosofía.
[XIX]
DE LA SIMPLICIDAD Y COMPOSICIÓN DE LOS ELEMENTOS
En una silla estaba sentado un filósofo que leía al hijo del rey y a los hijos de otros barones filosofía, diciendo estas palabras:
—De los tres elementos, el fuego es simple elemento por cuanto tiene propia forma y propia materia, y esa forma y materia tiene apetito una de estar en la otra, sin mezcla de ningún elemento; y lo mismo síguese de la simplicidad que hay en los demás elementos, a saber, aire, agua y tierra; porque todos los elementos están mezclados, y cada uno está en el otro. Y por eso el fuego simple no puede estar en parte alguna sin los demás elementos, con los cuales se compone dando su calor al aire, y recibiendo sequedad de la tierra, y calentando el agua, para destruirla; y calentando el fuego al aire, calienta el agua, porque el aire da humedad calentada al agua, y el agua la recibe, que mortifica la frialdad que ella tiene en sí misma; y esa agua mortifica en sí misma aquel calor, y ese calor pasa a la tierra que del agua recibe frialdad, y en esa frialdad la tierra recibe el calor del fuego que ha entrado en el agua por el aire. Aquella tierra recibe humedad del agua, recibiendo de ella frialdad, y esa humedad entra en el agua recibiendo del aire humedad; y esa humedad contradice en la tierra a la sequedad, y con esa sequedad mortifica la tierra la humedad del aire; y, recibiendo el fuego de la tierra sequedad, recibe en sí la humedad del aire que pasa al agua, y recibe la frialdad que pasa a la tierra, y recobra el calor que puso en el aire, y que el aire puso en el agua, y que el agua puso en la tierra, y que la tierra puso en el fuego; y ese calor es digerido y mortificado cuando ha pasado por todos los demás elementos.
En el ejemplo que el filósofo había dicho del fuego y del calor, tuvo el hijo del rey conocimiento de la simplicidad y de la composición del fuego y de los demás elementos. Y repitió la lección, por semejanza, según estas palabras:
—El fuego tuvo apetito de engendrar el grano de pimienta, y reunió tres puntos de sí mismo con tres puntos de la tierra y con dos puntos del aire, y reunió el fuego dos puntos de sí mismo y con un punto de sí mismo reunió otro del agua. Por eso hubo tres grados en la pimienta, en la cual hubo calor en cuarto grado, y sequedad en tercer grado, y humedad en segundo grado, y frialdad en primer grado. Lo que es en la pimienta cuarto grado es fuego compuesto; y lo que es tercer grado es tierra compuesta; y lo que es segundo grado es aire compuesto, y el primer grado es agua compuesta. La esencia del fuego, que existe por el cuarto, tercero, segundo y primer grado, es el fuego simple; la esencia de la tierra, que existe por el tercero, segundo y primer grado, es la tierra simple; la esencia del aire, que existe por todos los grados, es el aire simple; la esencia del agua, que existe por todos los grados, es el agua simple.
[XX]
DE LA GENERACIÓN Y CORRUPCIÓN DE LOS ELEMENTOS
El filósofo dijo que generación de elemento hay cuando engendra el elemento a sí mismo en alguna cosa elementada, como el fuego, que engendrando el grano de pimienta engendra, so complexión de caliente natura, complexión de seca, húmeda y fría natura, corrompiendo en la tierra complexión fría y húmeda; en el aire, complexión húmeda y caliente; y en el agua, complexión húmeda y fría.
Cuando el filósofo hubo significado la generación y la corrupción de los elementos en el grano de pimienta, el hijo del rey repitió la lección mediante esta semejanza:
—Justicia quiso engendrar caridad en un hombre pecador, en el cual había injuria; la justicia movió la memoria de aquel hombre a recordar, y el entendimiento a entender, y la voluntad a amar la caridad de Dios. Sabiduría dio el modo de conocer a la justicia por la cual moviese a la memoria a recordar, y al entendimiento a entender, y la voluntad a amar. Ocurrió que injuria contrastó a justicia, e ignorancia a sabiduría; mas fortaleza ayudó a la justicia y templanza a la sabiduría, y por esa ayuda fueron vencidas injuria, ignorancia, flaqueza y gula, y fue engendrada caridad, en la cual residieron justicia, sabiduría, fortaleza y templanza.
Mucho se maravilló Félix de la gran ciencia del hijo del rey, al cual preguntó cómo los elementos, que no tienen discernimiento, pueden engendrar y corromper los cuerpos elementados, y cómo pueden darles forma y color, según la disposición que tienen, porque parece que no pueden hacer tal obra sin discernimiento. El hijo del rey dijo que Dios ama en sí mismo a su semejanza, y por ese amor Dios Padre engendra a Dios Hijo, y al Hijo engendra el Padre de su misma sabiduría. Y por eso ha dado Dios poder a los elementos; que en el poder de Dios tengan algún apetito para engendrar a sus semejanzas, que tienen en los cuerpos compuestos, según la disposición de aquellas especies.
—Señor —dijo Félix al hijo del rey—, ¿por qué natura la candela encendida enciende a otra candela sin disminución de aquella su luz?
Respondió el hijo del rey, y dijo que la forma y la materia del fuego quieren tener por perfección la candela encendida, y en otra candela que no esté encendida puede la forma del fuego engendrar de sí misma a otra forma, y de su materia puede engendrar a otra materia en la candela encendida; y por eso no mengua la luz que engendra la luz en la candela que enciende.
Mientras el hijo del rey iba diciendo estas palabras, su maestro le reprendió por no haber respondido a Félix mediante semejanza; y por eso el hijo del rey dijo a Félix estas palabras:
—Dios ha dado natura a hombre y a hembra y a las plantas para que cada cual engendre a su semejante, sin corrupción de su ser específico, como a hombre y a mujer, que engendran hijos sin que se corrompan ni el padre ni la madre en la generación del hijo. Lo mismo síguese de la generación de los árboles, pues el árbol engendra de sí mismo a otro árbol semejante sin corrupción de su ser específico. Estas generaciones están así ordenadas para dar alguna semejanza de que en la generación del Hijo de Dios no hay ninguna corrupción.
[XXI]
DEL MOVIMIENTO DE LOS ELEMENTOS
El filósofo leyó, y dijo que Dios creó cuatro esencias, a saber: ignitas, aeritas, aquetas, terrestritas, según se cuenta en el libro llamado Caos.[17] Aquellas cuatro esencias fueron creadas a la vez, y a la vez fueron un ile, que es llamado caos. Cada una de aquellas cuatro esencias consiste en forma y materia; y la forma es pura acción, y la materia es pura pasión, moviéndose la forma por toda la materia, y siendo movida toda la materia por toda la forma.
Mucho se maravilló Félix de estas palabras, pues le pareció que no podía haber movimiento en la forma y la materia del fuego, ya que toda la materia está en la forma, y la forma en la materia. Félix rogó al filósofo que le expusiera las palabras, y el filósofo dijo al hijo del rey que asegurase a Félix, mediante alguna semejanza, de aquello de lo que Félix dudaba. El hijo del rey dijo que en la esencia de Dios hay tres personas, según se cuenta en el Libro del gentil y en el Libro de los artículos.[18] Aquellas tres personas carecen las tres de movimiento, engendrando el Padre de sí mismo al Hijo, y emanando del Padre y del Hijo el Espíritu Santo. Y porque Dios Padre, de todo él mismo y en todo él mismo, engendra al Hijo y da origen al Espíritu Santo, y ello infinitamente y eternalmente, por eso no puede haber en él movimiento. Pues, como significación de que en la obra que Dios tiene dentro de sí mismo no hay movimiento, quiso Dios crear en los elementos natura de movimiento, el cual se halla dentro de los elementos por poder y por natura, como quiera que la forma esté en la materia y la materia está en la forma; y este movimiento puede estar en ellos intensamente, puesto que la forma y la materia son distintas por esencia, por dignidad, mayoridad y minoridad.
Félix dijo al hijo del rey cómo el fuego podía bajar hacia abajo, como sea natural cosa en él subir hacia arriba, y como quiera que la esfera del aire y la esfera del agua se interpongan entre él y la tierra. Respondió el hijo del rey, y dijo que en un cuerpo elementado están los elementos mezclados, y están unos elementos en otros, como en el vaso, en el que están mezclados el vino y el agua, hallándose cada parte del vino en alguna parte del agua, y cada parte del agua hallándose en alguna parte del vino, descendiendo y subiendo las partes del fuego por todo el cuerpo compuesto del vino y del agua; y este descenso hace el fuego simple, para que puedan ascender las partes del fuego compuesto que se hallan bajo las partes del aire, el agua y la tierra.
[XXII]
DEL RAYO
El filósofo dijo que el rayo es quemazón súbita de vapores secos, en los cuales la materia y la forma del fuego están cerca de hallarse sin mezcla de los demás elementos. Por lo tanto, cuando ocurre que los vapores suben tan alto que el sol y el fuego casi han consumido en ellos la frialdad y la humedad, entonces el gran calor del fuego se mueve de aquel lugar soberano, y desciende súbitamente, quemando por la línea de trayecto en los lugares donde halla más vapores secos; y los quema para que la forma del fuego se halle en la simple materia del fuego sin los demás elementos.
Cuando el filósofo hubo dicho estas palabras y muchas otras acerca del rayo, dijo al hijo del rey que repitiera la lección mediante alguna semejanza:
—Señor maestro —dijo el hijo del rey—, una vez ocurrió que un filósofo iba a recrearse por un hermoso llano con muchos de sus discípulos; y en aquel llano había muchas hendiduras que el calor del sol había hecho en la tierra, consumiendo en la tierra la humedad y la frialdad. Aquel filósofo preguntó a uno de sus discípulos si el sol podía haber hecho súbitamente en un momento aquellas hendiduras en la tierra, si tuviera grande abundancia de calor. Aquel discípulo respondió y dijo que aquello que un pequeño fuego tarda una hora en quemar podría quemar otro fuego en un momento; tan grande podría ser su cantidad de calor.
—Señor —dijo Félix al hijo del rey—, el rayo ¿por qué se mueve al sesgo, y no baja hacia abajo en línea recta?
Respondió el hijo del rey, y dijo que una vez ocurrió que un maestro echó por la ventana un barquillo,[19] que se movió al sesgo en su recorrido hasta caer al suelo. Aquel maestro preguntó a un discípulo suyo por qué causa el barquillo había caído en línea oblicua, y no en línea recta. El discípulo respondió y dijo que el barquillo, por ser ancho y delgado, cae por el aire al sesgo, hendiendo el aire con su tenuidad y desplegando su amplitud en el aire.
—Señor —dijo Félix al hijo del rey—, el resplandor que cuando relampaguea se engendra en el aire y parece que sea fuego, ¿qué es?
El hijo del rey dijo que un discípulo hizo esta misma pregunta a su maestro, el cual en el centro de un copo de estopa arrojó agua, y luego prendió fuego a la estopa, la cual súbitamente ardió hasta llegar al centro, en donde aquella estopa estaba mojada. Tal semejanza hizo aquel maestro al discípulo para que en aquella semejanza le significase cómo el fuego, que está en su región, por abundancia de su gran calor, quema en las nubes los vapores cálidos y secos, y no puede quemar los vapores en los que hay gran humedad y frialdad.
[XXIII]
DEL TRUENO
Dijo el filósofo, en la lección, que trueno es herimiento de vapores cálidos y secos en el aire movido por combates de vientos uno contra otro; y estos vientos son movidos por la ponderosidad de las nubes que los apremian, teniendo el agua y la tierra apetito hacia su centro. Repitió el hijo del rey la lección y dijo esta semejanza:
—Un rey tenía sitiado un castillo, contra el cual hacía disparar muchas catapultas. En aquel castillo había una catapulta que disparaba a la hueste del rey. Ocurrió una vez, por la noche, que la piedra que bajaba del castillo hacia la hueste del rey y la piedra de la catapulta del rey que subía hacia el castillo chocaron en el aire y se hirieron con tal poder que ambas piedras se quebraron y salió de ellas tan gran fuego que alumbró a toda la hueste del rey. El choque de las dos piedras fue tan grande que despertó a todos los que dormían en la hueste del rey, y tuvieron muy gran pavor del golpe que oyeron y de la luz que vieron; el cual fue fuego que quemó los vapores cálidos y secos que había en el aire en el que las dos piedras se encontraron.
[XXIV]
DE LAS NUBES
Leía el filósofo y decía que las nubes se engendran de los vapores que salen del mar y de la tierra; y en esos vapores están encadenados y enlazados los cuatro elementos. Por el fuego y por el aire suben los vapores, pues el fuego y el aire son ligeros; y en el enlazamiento que el agua y la tierra tienen con el fuego y el aire, suben hacia arriba; y el fuego y el aire, que están en su región, atraen hacia ellos los vapores del agua y de la tierra, para que con aquellos vapores puedan depurar el fuego y el aire, que en aquellos vapores están mezclados con el agua y con la tierra. Cuando aquellos vapores han subido hacia arriba, y el fuego y el aire los han separado, entonces se reúnen el agua y la tierra, y forman un cuerpo amplio y tenue, y toman figura de nube; y esta nube se sostiene en el aire como la nave en el agua; y las nubes tienen del fuego y del aire el apetito de ascender, y por el agua y la tierra tienen apetito de descender; y por eso las nubes son móviles por sí mismas, y también por los vientos, de los cuales participan, los cuales mueven a las nubes por el aire como hace la nave sobre el agua.
El hijo del rey repitió la lección, y dijo:
—En una montaña estaba un pastor, y por la mañana vio que sobre él se engendró una nube, que subió hacia arriba. Mucho se maravilló el pastor de aquella nube, y de la subida hacia arriba que hacía. Mientras él así se maravillaba, vio un gran fuego, del que salía gran humo que subía hacia arriba y por el aire se esparcía. Aquel humo subía porque el fuego lo empujaba; y porque el fuego y el aire que había en el humo tenían apetito de ir hacia arriba, aquel humo no se podía convertir en nube, pues ya tenía demasiado vapor cálido y seco a causa del fuego del que el humo salía.
Dijo Félix al hijo del rey:
—Señor, ¿por qué las nubes son de diferentes colores?
El hijo del rey dijo que un agua pasaba por un lugar que estaba lleno de piedras rojas, y después pasaba por otro lugar donde había piedras blancas; y por eso el agua, según los lugares por los que pasaba, se diversificaba en color.
[XXV]
DE LA LLUVIA
En la lección que el filósofo leía al hijo del rey, se contenía que la lluvia se engendraba allá en lo alto del aire, de las nubes que se separaban en partes propias elementales, a saber, que el fuego se depuraba en las nubes por calidad cálida y seca, y el aire por calidad húmeda y cálida, y el agua por calidad fría y húmeda, y la tierra se depuraba por calidad seca y fría. Y por eso las partes de los elementos que en las nubes están mezcladas se separan unas de otras según son diversas y contrarias, y se reúnen según son diversas y concordantes. Por eso, pues, el fuego y el aire se separan, en las nubes, del agua y de la tierra, y muévense hacia arriba por la ligereza que tienen. Y, debido a que por la ponderosidad del agua y de la tierra hacia abajo se mueven el agua y la tierra, por eso se engendra la lluvia, que se separa en el aire en muchas partes de agua y de tierra, en las que hay mayor cantidad de lo frío y lo seco que de lo cálido y lo húmedo.
Mucho se maravilló Félix del maestro, que decía que en la lluvia había mayor sequedad que humedad, puesto que la lluvia es de complexión fría y húmeda. Mientras Félix así se maravillaba, el hijo del rey repitió la lección diciendo estas palabras:
—La tierra es seca por natura, y el agua es fría por natura, y allá en lo alto, en el disolvimiento de las nubes, donde se engendra la lluvia, están el agua y la tierra en mayor participación que en la esfera por la que la lluvia se mueve hacia su centro; pues en el aire por el que se mueven se multiplica la humedad de la lluvia. Mas por el movimiento del agua que se mueve hacia abajo, y por el apropincuamiento de la tierra que hace en su centro, la humedad no puede impedir el descenso de la lluvia.
Mucho se maravilló Félix de la sabiduría del hijo del rey, que repitió de tal modo la lección, que quedó asegurado en aquello de lo que dudaba.
—Señor —dijo Félix al hijo del rey—, ¿por qué la lluvia es provechosa a los árboles y a las plantas y a las otras cosas que habitan en la tierra?
Respondió el hijo del rey, y dijo que el fuego y el aire, que están aquí abajo en la tierra, tienen apetito de ir hacia arriba, y por eso crecen hacia arriba las plantas y los animales; pues las partes que son ligeras se mueven hacia arriba por lo cálido y lo húmedo; pero, porque el fuego es cálido y seco, y aquí abajo la tierra domina al aire, consúmense aquí abajo la humedad y la frialdad; y por eso baja la lluvia aquí abajo, para que en los cuerpos elementados multiplique humedad y frialdad, habiendo concordancia entre el aire y el agua por calidad húmeda y fría; y por esa calidad húmeda y fría crecen los cuerpos elementados en cantidad de amplio y de profundo, para que los cuerpos sean gruesos y espesos. Y esta natura es tal porque el aire tiene natura de llenar, y el agua de construir lo que está lleno; y la tierra hace lo contrario de lo que hace el aire en cuanto es evacuable, y el fuego obra contra el agua en cuanto es dispersivo. Y por eso, por el fuego y la tierra, son las plantas y los árboles de derecha y delgada y alta cantidad y situación.
[XXVI]
DE LA NIEVE Y EL HIELO
Dijo el filósofo que la nieve se engendra en el aire cuando la lluvia baja por el aire, y en el aire se convierte en humedad por gran abundancia de frialdad, por la cual se llena el agua del aire, y el agua encierra a aquel aire en sí misma. Y, porque el aire es de complexión húmeda y en sí contiene resplandor blanco, por eso se colorea el agua con la color del aire, por cuya color se hace la nieve de blanca color.
Félix dijo al filósofo que por qué natura se formaba el hielo en el agua. El filósofo dijo al hijo del rey que le respondiera, y el hijo del rey dijo estas palabras:
—En el agua están el fuego y el aire, que tienen apetito de ir hacia arriba; y por eso cuando el fuego quiere subir arriba con su calor y con la sequedad que tiene por la tierra, son el aire y el agua contrarios a aquella subida de calor y de sequedad, y el aire constriñe en sí la humedad tan fuertemente que de ello se engendra hielo, que es cuerpo sólido, que impide la subida del vapor del agua, en cuyo vapor tienen apetito el fuego y la tierra de subir hacia arriba.
Dijo Félix al filósofo:
—¿Por qué natura las burbujas del agua suben hacia arriba por el agua de la fuente?
El hijo del rey dijo que esas burbujas están llenas por dentro de aire, y la vestidura que hay por defuera es agua que constriñe en tal manera que el aire no pueda salir de ella; y esta agua no podría subir por el cuerpo del agua de la fuente sin la ligereza del aire, cuya ligereza contiene en sí, conteniendo al aire en sí misma.
[XXVII]
DE LOS VIENTOS
Leía el filósofo, y decía que viento es aire movido por apremio de nubes que tienen apetito de ir hacia el centro de la tierra; cuyo aire movido está entre las nubes y la tierra, y huye por este medio hacia otro lugar donde no haya descenso de nubes. Estas palabras y muchas otras dijo el filósofo del viento en su lección; cuya lección repitió el hijo del rey según esta semejanza:
—Un hombre preguntó a un sabio qué era el viento, y el sabio dijo a aquel hombre lo que era el viento; mas aquel hombre no pudo entender, por las palabras que el sabio decía, lo que era el viento. El sabio hizo llenar un odre de viento, sobre el cual puso una gran piedra, que mucho pesaba; por el gran peso de la cual reventó el odre y salió el viento de aquel odre.
Félix preguntó al filósofo por qué natura había cuatro vientos principales, a saber, levante, y poniente, y austro, y tramontana. Respondió el filósofo diciendo que viento de levante es engendrado por vapores cálidos y secos, y viento de poniente es engendrado por vapores fríos y húmedos, y el austro es engendrado por vapores húmedos y cálidos, y el viento engendrado de tramontana es por vapores secos y fríos. La causa por la cual los vientos son así engendrados por diversos vapores es porque, según es diversa la región, son las nubes diversas en calidades concordantes y contrarias.
El hijo del rey dijo que de los cuatro vientos principales se engendraban otros cuatro vientos, a saber: jaloque, minstral, gregal y ábrego. Estos cuatro vientos dependen de las mezclas de las calidades en donde son engendrados los vientos principales. De estos ocho vientos son engendrados otros ocho por temperadas calidades; y otros vientos hay que no son naturales según las disposiciones del sol, mas son naturales según las disposiciones de las tierras y de las montañas, y según los accidentes por los cuales unas nubes se mueven contra otras.
[XXVIII]
DEL TIEMPO
En la lección que el filósofo leía, se trataba del tiempo, a saber, de los cuatro tiempos del año: estío, invierno, primavera y otoño. El tiempo de estío se rige por lo cálido y lo seco; el de invierno por lo frío y por lo húmedo; y la primavera por atemperamiento de calidad húmeda y cálida; y el tiempo de otoño por atemperamiento de calidad fría y seca.
En el tiempo del estío hay concordancia entre el fuego y la tierra, porque el fuego, que es cálido y seco, sube hacia arriba sobre la tierra en las plantas, y consume el fuego la frialdad, en esas plantas, con su calor y con el resplandor del sol, por el cual el fuego se multiplica en calor y en sequedad. La tierra mortifica en estío la humedad del aire en las plantas, porque el fuego concorda con la tierra, contra el agua y el aire. Y por eso en el estío se opera la digestión de las plantas y maduran las frutas y se sazonan las simientes y los humores de los animales, y se cosecha el trigo.
En otoño se constriñe la tierra con el agua que la constriñe; por cuyo constreñimiento permanecen los vapores bajo la tierra, que no pueden subir hacia arriba; y entonces comienza la generación de las simientes que se siembran.
En el tiempo del invierno empiezan a brotar las simientes que se siembran sobre la tierra, por la humedad del aire, que se mezcla con la frialdad del agua; y por esta agua pasa el vapor de la tierra desecada y recalentada en otoño; y por este vapor nacen las plantas, que por cálida y seca y húmeda complexión suben hacia arriba, creciendo sobre la tierra.
En primavera brotan, florecen y dan hojas y ramas los árboles, y dejan caer los frutos porque por el calor y la humedad suben hacia arriba, y la frialdad y sequedad retienen aquella humedad y calor en los lugares bajos, en los cuales maduran los frutos en estío, por calor y por sequedad.
Estas razones y muchas otras dijo el filósofo acerca del tiempo del año; el cual año dijo que consiste en los cuatro tiempos antedichos, y consiste en doce meses, y en cincuenta y dos semanas y en trescientos sesenta y cinco días y seis horas; cuyas seis horas forman bisiesto en el cuarto año, en el que hay trescientos sesenta y seis días, habiendo veinticuatro horas en un día natural.
—Señor —dijo Félix—, ¿por qué natura hace mayor frío en el alba que en la medianoche?
A esa pregunta respondió el hijo del rey, y dijo que porque el sol, que es cálido en el fuego, comienza a salir en el alba, huyen los vapores, que son fríos y húmedos, del sol, que es cálido y seco por accidente; y esos vapores se reúnen en aquel lugar en donde están los hombres, cuando es el alba. Y por eso hay en aquel lugar mayor frialdad en el alba de la que había en la medianoche, cuando los vapores fríos y húmedos no se habían reunido en aquel lugar, porque el sol les era más lejano en la medianoche que en el alba.
El filósofo preguntó al hijo del rey por qué natura hacía mayor frío en las colinas que en los llanos, puesto que el sol está más cerca en los lugares altos que en los lugares bajos.
—Señor maestro —dijo el hijo del rey—, en los lugares altos se depuran más fuertemente el fuego y el aire, moviéndose hacia arriba del agua y de la tierra, que se mueven hacia abajo; que no lo hacen en los lugares bajos, en los cuales el fuego y el aire no tienen tanto poder como tienen en los lugares altos. Y por eso, cuanto más se depuran y se separan el fuego y el aire en los lugares altos más que en los lugares bajos, tanto más se conjugan el agua y la tierra en los lugares altos, más que en los bajos; por esa mayor conjunción hay mayor frialdad en las colinas que en los llanos, según se muestra manifiestamente por las nieves y las aguas que hay en las colinas.
—Señor —dijo Félix al hijo del rey—, ¿por qué natura hay más sutil aire en las colinas que en los llanos?
Respondió el hijo del rey, y dijo que en las colinas está el aire más cerca de su esfera que en los lugares bajos, y esa esfera del aire está bajo la esfera del fuego; y esta esfera de fuego está sobre la esfera del agua, bajo cuya esfera está la esfera de la tierra. Por lo tanto, como esto sea así, síguese que el aire sea más depurado y más sutil donde está más lejos de la mezcla del agua y de la tierra, que se mezcla más fuertemente en los vapores que son fríos y gruesos que en los vapores que son cálidos y sutiles.
El filósofo preguntó al hijo del rey por qué natura está el agua del pozo caliente en invierno y fría en estío. El hijo del rey respondió y dijo que en estío están abiertos los poros de la tierra, por donde sale el calor que el fuego y el sol atraen hacia arriba; y cuanto más sube hacia arriba el vapor del fuego, más se depura de la frialdad que permanece abajo; y este vapor es mayor en frialdad donde menos calor hay. Mas, porque en invierno el agua constriñe la faz de la tierra, que no el vapor del fuego, por eso el vapor del fuego que está bajo la tierra calienta en invierno el agua en los pozos y en las fuentes, como el fuego que calienta el agua en la olla.
El filósofo dijo al hijo del rey que le dijese por qué natura el fuego calienta el agua en la olla. Respondió el hijo del rey, y dijo que en el agua hay naturalmente calor, por causa del fuego que es compuesto con el agua. Mas, porque el fuego, con el que es compuesta el agua, no tiene tan gran poder en el agua que está en la olla, antes de que esté caliente, como ella misma tiene en sí misma, por eso el agua es más fría que caliente; pero por el gran calor que hay en el fuego que está bajo la olla, y porque su calor pasa al agua por la olla, por eso el fuego multiplica en el agua calor, y mortifica frialdad.
Leía el filósofo, y decía que la mar es salada porque se mueve hacia arriba y hacia abajo: hacia arriba, porque el fuego y el sol la calientan y atraen hacia arriba sus vapores cálidos y secos; y, porque el agua es ponderosa por su natura, muévense sus vapores fríos y húmedos hacia abajo; y porque el agua es redonda, muévense en derredor y por longitud, según la oblicuidad de su rotundidad, por la cual se mueven las olas del mar y de la tierra, y se mueve el mar de Inglaterra;[20] porque la oblicuidad se inclina a una parte en un tiempo, y en otro tiempo se inclina a otra parte. Y por eso se produce la influencia del movimiento con ayuda del viento, que mueve la mar, por el apremio de las nubes, según hemos dicho ya. Por lo tanto, como esto sea así, y porque por el movimiento y mezcla y turbación de vientos y calidades se engendran calor y sequedad, por eso el agua de la mar, que naturalmente es de complexión fría y húmeda, se convierte accidentalmente en complexión cálida y seca, y por esa complexión se vuelve estable.
[XXIX]
DE LA BATALLA QUE SE HIZO ANTE LOS DOS HIJOS DEL REY
Mientras daba el filósofo su lección, en un hermoso vergel entró con el hijo del rey y con otros discípulos, en la compañía de los cuales estuvo Félix. Mientras el filósofo con sus discípulos caminaba por el vergel, contemplando los árboles y las flores y las aguas y las demás cosas que eran placenteras de ver, el maestro que enseñaba armas al otro hijo del rey vino con el hijo del rey a quien enseñaba armas; y, para que el hijo del rey que estudiaba filosofía se recrease, ante él, en un hermoso prado, el hijo del rey con su maestro esgrimió largo tiempo.
Después del arte de esgrima, montó el hijo del rey en un hermoso caballo y con muchos compañeros justó, y tiró a las tablas, y usaba de las armas, según su maestro le enseñaba. Largamente se solazó y usó del arte de armas el hijo del relevante su hermano; y mientras el hijo del rey así combatía y jugaba con sus compañeros, he aquí que acudieron muchos caballeros. Entre aquellos caballeros había un caballero que acusaba de traición, falsamente y contra verdad, a un escudero. Aquel caballero era muy orgulloso, y muy fuerte, y bien acostumbrado en armas; el escudero era hombre de poca fuerza, y no tenía tan descomunal persona como el caballero; pero tenía derecho, en el cual confiaba. El rey que era padre de los dos infantes enviaba al caballero y al escudero a su hijo, para que ante él se batiesen, y en la batalla su hijo aprendiese a combatir.
En el campo estuvieron el caballero y el escudero, y al principio el caballero dio muy grandes golpes al escudero; y al fin tuvo fuerza y poder el escudero, por los cuales venció y mató al caballero. Mucho se maravilló el hijo del rey que estudiaba armas del vencimiento del caballero; según cómo empezó, y según la grandeza del caballero y la poquedad del escudero, y según que el caballero estaba más acostumbrado en armas que el escudero, parecía que el caballero debía vencer al escudero.
Estando así el hijo del rey, el filósofo conoció que el hijo del rey que estudiaba armas se maravillaba, y dijo estas palabras, por las cuales el hijo del rey percibiera la razón por la cual el escudero había vencido la batalla:
—En un árbol había un gallo con muchas gallinas. Bajo aquel árbol acudió una raposa, la cual vio que el gallo y las gallinas estaban en el árbol. Aquella raposa se movió tanto, corriendo y saltando y jugando bajo el árbol, que el gallo, que miraba sin parar a la raposa, perdió su poder, y cayó del árbol; y la raposa lo tomó y le dio muerte.
Cuando el filósofo hubo dicho las palabras de la raposa y del gallo, el hijo del rey que estudiaba filosofía expuso las palabras que el filósofo había dicho, y dijo:
—Contemplando el gallo a la raposa tenía miedo, y por ese miedo se mortificaba el poder del gallo cuanto más miraba a la raposa. Tanto miró el gallo a la raposa teniendo miedo, que su poder se durmió y se debilitó y cayó del árbol.
—Hermano amado —dijo el hijo del rey—, ¿por qué significación de la batalla decís vos estas palabras?
Respondió su hermano, y dijo que el caballero, pensando en la falsedad que hacía contra el escudero, perdía fuerza y poder; y por esa consideración la conciencia le hería y le vencía, y lealtad y verdad confortaban y devolvían al escudero su fuerza y su poder, cuanto más el escudero pensaba en el buen derecho que tenía.
Mucho se maravilló Félix de que el hijo del rey que estudiaba filosofía conociese mejor la causa por la cual fue vencido y muerto el caballero que su hermano que estudiaba armas; y alabó y bendijo a la ciencia sobre todas las cosas. Félix preguntó al filósofo por qué cayó el gallo del árbol y no cayeron las gallinas. El filósofo pidió al hijo del rey que estudiaba armas que respondiera a la pregunta; y aquel hijo del rey estuvo conturbado, y no sabía qué responder a la pregunta, y dijo a su maestro que respondiera a la pregunta; y el maestro dijo que él era maestro para que supiera mover su cuerpo, y herir con gran golpe y mantenerse firme, y el filósofo era maestro para dar doctrina al entendimiento de su hermano, por la cual entendiese su entendimiento altas cosas y sutiles.
Cuando el maestro se hubo excusado de responder a la pregunta, el hijo del rey que estudiaba filosofía resolvió la pregunta y respondió y dijo:
—Por un camino iba un hombre con su mujer, y en aquel camino encontraron una gran serpiente. Aquella serpiente era tan grande, que por la gran grandeza de la serpiente tuvo el hombre tan gran miedo que murió de miedo junto a la serpiente. La mujer tuvo gran miedo de la serpiente, y hubiera muerto de miedo, mas confiábase en que su marido la ayudaría contra la serpiente. Incontinente que el hombre hubo muerto, la serpiente tomó a aquel hombre, y se lo llevó fuera del camino, y se lo comió. La mujer huyó con muy gran miedo, y hubiera muerto de miedo si la serpiente hubiese dejado a su marido y la hubiese perseguido.
El filósofo preguntó a sus discípulos cuál es la principal razón por la que se traba batalla entre dos hombres. Respondió el hijo del rey que estudiaba filosofía, y dijo que la solución de la pregunta estaba resuelta en las palabras citadas acerca de la raposa y del gallo y de las gallinas, a saber, que conciencia vence y hiere a todos aquellos que combaten con entuerto a quienes mantienen su derecho; y que verdad y lealtad dan fuerzas a todos aquellos que con derecho se baten.
Félix dijo al hijo del rey que algunas veces ocurre que algunos hombres que no tienen derecho en la batalla vencen a los que tienen derecho. Respondió el filósofo, y dijo que un hombre era muy lujurioso. Aquel hombre tenía un hijo a quien mucho amaba, y Dios le quitó a su hijo a causa del pecado de lujuria. Para que se corrigiera de la lujuria y sufriera pacientemente la muerte de su hijo, quiso Dios que el hijo muriera; la muerte del cual fue ocasión al padre de castidad, paciencia y caridad.