«A finales de verano de aquel año vivíamos en una casa en un pueblo que miraba, a través del río y de la llanura, a las montañas.»
Los aficionados a la literatura reconocerán en esas palabras la primera frase de Adiós a las armas, de Ernest Hemingway. En la literatura, las frases de apertura pueden tener una carga poderosa. Deben enganchar y seducir al lector para que siga leyendo. Por eso las frases de apertura son muy escudriñadas y se recuerdan durante mucho tiempo.
(¿No me crees? Entonces llámame Ismael.)
¿Pero qué hay de las últimas líneas? Las últimas palabras de una obra son igual de importantes y merecen un respeto equiparable. Las últimas líneas pueden tener un efecto elevador y codificador, al encapsular un tema, resolver un interrogante o hacer que el libro perdure en la mente del lector. Hemingway dijo que había reescrito el final de Adiós a las armas no menos de treinta y nueve veces.
Ésta es una manera fácil de apreciar el poder de los finales y mejorar tu capacidad de crearlos: coge algunos de tus libros favoritos y ve a las últimas páginas. Lee la última frase. Vuelve a leerla. Reflexiona un instante sobre ella. O memorízala, incluso.
Aquí van algunas de mis favoritas para que empieces:
«Las criaturas miraban desde afuera del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo, y del cerdo al hombre otra vez, pero ya era imposible saber cuál era cuál.»
Rebelión en la granja,
GEORGE ORWELL
«“¡No es justo! ¡No hay derecho!” —exclamó la señora Hutchinson, y después se echaron sobre ella.»
La lotería, SHIRLEY JACKSON
«Para entonces ya sabía lo que Shalimar ya sabía: si te rindes al aire, puedes cabalgar sobre él.»
La canción de Salomón,
TONI MORRISON
«Lejos de todos y de todo, me quedé dormido por un momento.»
Crónica del pájaro que da cuerda al
mundo, HARUKI MURAKAMI
«Así seguimos, golpeándonos, barcas contracorriente, devueltos sin cesar al pasado.»
El gran Gatsby, F. SCOTT FITZGERALD
Muchas decisiones sobre el cuándo tienen que ver con los finales. Y una de las más importantes es cuándo dejar un trabajo que no nos satisface. Es un gran paso, una decisión arriesgada, y no siempre es posible para algunas personas. Pero si estás considerando esa opción, aquí van cinco preguntas para ayudarte a decidir. Si respondes a dos o más preguntas de forma negativa, quizá sea hora de preparar un final.
1. ¿Quieres estar en este trabajo cuando llegue el próximo aniversario de tu primer día en él?
Las personas son más propensas a dejar un trabajo cuando cumplen un año en él. ¿Cuál es el segundo momento más probable en que lo dejen? Cuando cumplen dos años en él. ¿Y el tercero? En su tercer aniversario.267 Lo habrás captado. Si te horroriza la idea de seguir en tu trabajo cuando se cumpla un año más, empieza a buscar ya. Estarás mejor preparado cuando llegue el momento.
2. ¿Es un trabajo que tú controlas?
Los trabajos que nos hacen sentir más realizados comparten un rasgo común: nos espolean para rendir al máximo nivel, pero de una forma que nosotros, y nadie más, controlamos. Los trabajos que son exigentes pero no nos ofrecen autonomía, nos queman. Los trabajos que ofrecen autonomía pero pocos retos nos aburren. (Y los trabajos que no son ni exigentes ni controlamos son los peores de todos.) Si tu trabajo no te aporta retos y autonomía, y no hay nada que puedas hacer para mejorar las cosas, considera dar el paso.
3. ¿Te permite tu jefe trabajar como mejor sabes?
En su excelente libro Buen jefe, mal jefe. Cómo ser el mejor y aprender de los peores (Conecta, Barcelona, 2011), Robert Stutton, profesor de la Escuela de Posgrado de Negocios de la Universidad de Stanford, explica las cualidades que tiene una persona para la que vale la pena trabajar. Si tu jefe te cubre las espaldas, asume la responsabilidad en vez de culpar a los demás y te anima a esforzarte, pero también se quita de en medio, y muestra sentido del humor en vez de mal temperamento, probablemente estás en un buen sitio.268 Si tu jefe es lo contrario, debes estar atento, y quizá largarte.
4. ¿Has superado el período de entre tres y cinco años para tener una subida de sueldo?
Una de las mejores maneras de subir tu salario es cambiar de empresa. Y el mejor momento para hacerlo suele ser entre el tercer y quinto año desde que empezaste. ADP, la importante empresa de recursos humanos, descubrió que este período representa el punto óptimo para las subidas de sueldo.269 Menos de tres años podría ser poco tiempo para desarrollar las habilidades más vendibles. A partir del quinto año es cuando los empleados empiezan a atarse a su empresa y a ascender en su jerarquía, lo que hace más difícil empezar en otra parte.
5. ¿Está tu trabajo diario en línea con tus objetivos a largo plazo?
Numerosos estudios de muchos países muestran que cuando tus objetivos individuales están en línea con los de tu empresa, eres más feliz y productivo.270 Así que detente un momento para anotar dos o tres de tus principales objetivos para los próximos cinco y diez años. Si tu actual empresa te puede ayudar a alcanzarlos, estupendo. Si no, piensa en ponerle un final.
¿Cuándo deberías divorciarte? Este tipo de final es demasiado arriesgado, los estudios sobre el tema, demasiado dispersos y las circunstancias vitales de las personas varían demasiado como para ofrecer una respuesta definitiva. Pero algunas investigaciones indican cuándo podría dar el paso... tu cónyuge.
Julie Brines y Brian Serafini analizaron las demandas de divorcio durante un período de catorce años en el estado de California y detectaron un ritmo estacional. Las demandas de divorcio aumentaban en los meses de marzo y agosto, un patrón que descubrieron después en otros cuatro estados y que dio lugar a un gráfico, mostrado en la página siguiente, que se parece a la Batseñal.271
Los motivos que explican los dos picos mensuales no están claros. Pero Brines y otros conjeturan que esos picos gemelos podrían formarse por los rituales domésticos y los calendarios familiares. «La temporada alta para los abogados matrimonialistas es enero y febrero, cuando se han terminado las vacaciones y las personas pueden dejar de fingir que son felices», dice la revista Bloomberg Businessweek.272 En las vacaciones de invierno, los casados suelen dar una última oportunidad al matrimonio. Pero cuando acaban las fiestas y llega la desilusión, van a ver a un abogado matrimonialista. Como los divorcios contenciosos conllevan cierto trabajo, los papeles no se presentan hasta cuatro o cinco semanas después, lo que explica la explosión de marzo. Lo mismo podría pasar con el fin del año escolar. Los padres siguen juntos por los hijos. Pero cuando termina el colegio, se van al despacho del abogado en junio y en julio, lo que da lugar a otro pico en agosto. Quedas advertido.
Si fuésemos conscientes del poder de los momentos finales y nuestra capacidad para moldearlos, podríamos confeccionar finales memorables y llenos de significado en muchos ámbitos de la vida. Aquí van cuatro ideas:
La jornada laboral
Cuando termina la jornada laboral, muchos queremos salir pitando; para recoger a los niños, ir corriendo a casa a preparar la cena o ir directos al bar más cercano. Pero la ciencia de los finales sugiere que, en lugar de huir, es mejor reservar los últimos cinco minutos de trabajo y dedicarlos a una serie de pequeños actos reflexivos que permiten cerrar la jornada de forma gratificante. Empieza por tomarte dos o tres minutos para anotar lo que has logrado desde la mañana. Hacer progresos es el mayor motivador individual para el día a día en el trabajo.273 Pero sin hacer un seguimiento de las tareas terminadas, muchas veces no sabemos si estamos progresando. Acabar la jornada tomando nota de lo que has conseguido puede codificar el conjunto del día de forma más positiva. (Testimonio: Llevo haciendo esto unos cuatro años y doy fe de que la práctica funciona. En los días buenos, hacer el ejercicio me da una sensación de compleción; en los días malos, me enseña que he hecho más de lo que imaginaba.)
Ahora empleemos otros dos o tres minutos para trazar tu plan para el día siguiente. Esto te ayudará a cerrar la puerta de hoy y darte energía para mañana.
Bonus: Si te sobra un minuto más, manda a alguien —a quien sea— un correo electrónico expresando gratitud. En el segundo capítulo decía que la gratitud es un poderoso reconstituyente. Es una forma igualmente eficaz de elevación.
El semestre o año escolar
Al final del año escolar, muchos estudiantes sienten una sensación de alivio. Pero con un poco de reflexión y planificación, también pueden experimentar un sentimiento de elevación. Por eso algunos profesores inspirados están utilizando los finales como generadores de significado. Por ejemplo, Anthony González, profesor de Economía en la Nazareth Academy, en las afueras de Chicago, manda a sus alumnos de último curso que se escriban una carta a sí mismos, que él les envía cinco años más tarde. «En ella, incluyen los conocimientos adquiridos en el instituto, conjeturas sobre sus carreras, qué aventuras esperan, cotizaciones bursátiles y demás. Es una oportunidad estupenda para que reflexionen.» Y para González es una buena forma de volver a tener contacto con ellos cuando tienen veintitrés años y el instituto es un recuerdo lejano.
En el instituto North High de Des Moines (Iowa), la profesora de canto Vanessa Brady le pide a su marido, Justin, que el último día de clase lleve parrillas, mantequilla, sirope y su masa casera para hacer tortitas, y celebrar así el Día de las Tortitas de fin de curso. Para la última clase del curso, Alecia Jioeva, profesora de la Universidad Estatal de Moscú, se lleva a sus alumnos a un pequeño restaurante donde brindan unos por otros.
Al comienzo del curso escolar, Beth Pandolpho, profesora de artes del lenguaje en el instituto West Windsor-Plainsboro de Nueva Jersey, les pide a sus alumnos que escriban una nota autobiográfica de seis palabras, que cuelgan en una cuerda extendida alrededor de la clase. Al final del año, los alumnos escriben otra nota autobiográfica. Leen las autobiografías en alto, las quitan de la cuerda, y después leen la nueva. «Para mí —dice Pandolpho—, es como cerrar un círculo de nuestro tiempo juntos.»
Unas vacaciones
Cómo terminan unas vacaciones puede determinar cómo contaremos más adelante nuestra experiencia. Según explicó Elizabeth Dunn, psicóloga de la Universidad de Columbia Británica, a la revista New York: «El mismo fin de una experiencia parece tener un impacto desproporcionado en nuestro recuerdo», lo que significa que «acabar a lo grande, o viajar en globo aerostático o cualquier otra cosa el último día del viaje [...] podría ser una buena estrategia para maximizar su reminiscencia».274 Cuando planifiques tus próximas vacaciones, no tienes por qué dejar todo lo bueno para el final. Pero las disfrutarás más, tanto en el momento como en retrospectiva, si creas deliberadamente una experiencia final elevadora.
Una compra
Con todo lo que se ha escrito y vociferado sobre la importancia de la atención al cliente, en general no hemos considerado como merecen los finales de los encuentros con clientes y usuarios. Sí, algunos restaurantes regalan chocolatinas al traer la cuenta. Y sí, en las tiendas Nordstrom los vendedores tienen la famosa costumbre de salir de detrás del mostrador para entregar personalmente a los clientes las compras que acaban de hacer. Pero imaginemos que más empresas trataran los finales con un mayor respeto y creatividad. Por ejemplo: ¿Y si al final de una comida, en la que los comensales han gastado por encima de una determinada cantidad, los restaurantes llevaran a la mesa una tarjeta en la que el grupo eligiera una de tres organizaciones benéficas a la que el restaurante hará una pequeña donación en su nombre? ¿O que alguien que haya hecho una compra importante en una tienda —un ordenador, un electrodoméstico, una prenda de ropa cara — saliera pasando ante una fila de empleados que dieran las gracias y aplaudieran a ese cliente?
¿O que un escritor, como muestra de gratitud, ofreciera a los lectores algo que no se esperan?
Hum. Buena idea. Vamos a probarlo ahora mismo.
Como agradecimiento por haber elegido este libro y convertirlo en el final de este capítulo y esta sección, me gustaría enviarte —gratis— un exlibris firmado. Basta con que me envíes por correo electrónico tu nombre y tu dirección postal a whenbookplate@danielpink.com y te la mandaré. Sin coste. No tienes que hacer nada más. Es sólo una pequeña muestra de gratitud. Fin.