Coordinarse y sincronizarse con otras personas es una poderosa manera de mejorar tu bienestar físico y psicológico. Si esas actividades no están presentes en tu vida, aquí van algunas formas de encontrar tu propio subidón del sincronizador:
1. Canta en un coro
Aunque nunca hayas formado parte de un grupo musical, cantar con otras personas te dará un estímulo instantáneo. Para encontrar quedadas para cantar en coros de todo el mundo, visita <https://www.meetup.com/es-ES/topics/choir/>.
2. Corre con alguien
Correr con otras personas ofrece un triple beneficio: hacer ejercicio, socializar y sincronizar, todo a la vez. Busca un grupo para correr en la página web de algún club local de corredores.
3. Un equipo de remo
Pocas actividades requieren una sincronía tan perfecta como remar en equipo. También es un ejercicio completo: según algunos fisiólogos, en una carrera de dos mil metros se queman tantas calorías como en el baloncesto cuando se juegan back-tobacks presionando en toda pista.
4. Baila
Los bailes de salón y otros tipos de baile social consisten sobre todo en sincronizarse con otra persona y coordinar los movimientos con la música. Busca una academia de baile cercana.
5. Apúntate a clase de yoga
Por si hiciera falta darte otra razón para convencerte de que hacer yoga es bueno para ti, hacerlo en grupo te puede dar un subidón de sincronización.
6. Coreografías callejeras (flashmobs)
Si quieres algo más aventurero que el baile social, y más bullicioso que el yoga, valora la posibilidad de unirte a una coreografía callejera; es una forma desenfadada de que un grupo de desconocidos actúe para otros desconocidos. Normalmente son gratis. Y, curiosamente, la mayoría de estas coreografías espontáneas se anuncian con antelación. Más información en <https://es.wikihow.com/organizar-un-flashmob>.
7. Cocinar en pareja
Cocinar, comer, recoger y limpiar uno solo puede ser una lata. Pero hacerlo con alguien requiere sincronización y puede levantar el ánimo (más aún si es una comida decente). Puedes encontrar trucos y pistas para cocinar en pareja en <https://www.acouplecooks.com/menu-for-a-cooking-date-tips-for-cooking-together/>.
Una vez que un grupo opera en sincronía, el trabajo de cada miembro no se hace solo. La coordinación de grupo no sigue la lógica de las ollas de cocción lenta, que las configuras y te olvidas. Hay que remover y echarle un ojo de vez en cuando. Eso significa que para mantener correctamente los tiempos grupales, deberías hacer periódicamente —una vez a la semana o al menos una vez al mes— estas tres preguntas:
1. ¿Tenemos un jefe claro —sea una persona o alguna pauta externa— que inspire respeto, cuyo papel sea inequívoco y al que todos puedan dirigir su foco inicial?
2. ¿Estamos fomentando un sentido de pertenencia que enriquezca la identidad individual, refuerce los vínculos y permita a todos sincronizar con la tribu?
3. ¿Estamos activando la elevación —sentirse bien y obrar bien— que es necesaria para el éxito del grupo?
El teatro improvisado no sólo requiere pensar con rapidez, también una gran sincronización. Coordinar los tiempos de tus palabras y gestos con otros actores sin la ayuda de un guion es mucho más difícil de lo que piensa el público. Por eso los grupos de improvisación realizan una serie de ejercicios para controlar los tiempos y la sincronización. Aquí van cuatro de ellos, recomendados por la experta de la improvisación Cathy Salit, que le podrían servir a tu equipo:
1. Espejito, espejito
Búscate una compañera y ponte de cara a ella. Después, mueve lentamente los brazos o las piernas; o levanta las cejas y cambia tu expresión facial. La tarea de tu compañera es reflejar lo que tú haces: extender el codo o arquear la ceja al mismo tiempo y ritmo que tú. Después intercambiad los papeles, que actúe ella y tú hagas de espejo. También lo puedes hacer en un grupo más grande. Sentaos en círculo y reflejad lo que veáis de cualquier otra persona sentada en el círculo. «Normalmente se empieza de forma sutil hasta que todo el círculo se está reflejando a sí mismo», dice Salit.
2. Fusión mental
Este ejercicio favorece un tipo de sincronización más conceptual. Busca una pareja. Contad hasta tres y después decís los dos una palabra, la que queráis, al mismo tiempo. Supón que tú dices «plátano» y tu pareja dice «bicicleta». Ahora contáis hasta tres y pronunciáis una palabra que de algún modo conecte con las dos palabras anteriores. En este caso, podríais decir los dos: «sillín». ¡Fusión mental! Pero si decís palabras distintas, lo cual es mucho más probable —supón que uno dice «tienda» y otro dice «rueda»—, entonces el proceso se repite, contando hasta tres y diciendo una palabra que conecte «tienda» y «rueda». ¿Os sale la misma palabra? (Yo estoy pensando «carrito», ¿y tú?) Si no, seguid hasta que digáis la misma palabra. Es más difícil de lo que parece, pero verdaderamente desarrolla el músculo de la coordinación mental.
3. Pasar la palmada
Éste es un ejercicio clásico de improvisación. Forma un círculo. La primera persona se gira a la derecha y mira a la segunda persona a los ojos. Entonces los dos dan una palmada al mismo tiempo. A continuación, la segunda persona se gira a su derecha, mira a los ojos a la tercera persona, y los dos dan una palmada al unísono (es decir, el segundo pasa la palmada al tercero). Después, el tercero sigue el proceso. Mientras la palmada pasa de persona a persona, alguien puede decidir ir en dirección contraria «devolviendo la palmada» en lugar de girarse y pasarla. Luego otra persona puede volver a cambiar de dirección. El objetivo es sincronizarse con una sola persona, lo que ayuda a que todo el grupo se coordine y vaya pasando un objeto invisible. Si buscas «pass the clap» en YouTube podrás ver el ejercicio en acción. Y mientras esperas los resultados de la búsqueda, quizá se te ocurra un nombre para esta técnica que provoque menos risitas (en inglés coloquial, pass the clap significa también «transmitir la gonorrea»).
4. El rap de los Beastie Boys
Llamado así por la banda de hip hop, en este juego de grupo cada uno tiene que formar una estructura que ayude a los demás a actuar al unísono. El primero rapea una frase que siga una determinada estructura en la que se intercalan golpes de acento. En la wiki del Improve Resource Center <https://wiki.improvresourcecenter.com/> se utiliza este ejemplo: «VIvir en CASA es un TOSTÓN». El resto del grupo sigue después con este estribillo: «¡SEH bu-bu BOH bu BOH bu BOH BOH!». Después, cada persona aporta sucesivamente una nueva frase, haciendo una pausa un poco antes de la última palabra para que todo el grupo la diga a la vez. Para seguir con este ejemplo:
Persona número dos: «Siempre meto la comida en la misma bolsa maRRÓN.»
Grupo: «¡SEH bu-bu BOH bu BOH bu BOH BOH!»
Persona número tres: «Me gusta echarme la siesta en una alfombra de algodón.»
Grupo: «¡SEH bu-bu BOH bu BOH bu BOH BOH!»
Seamos claros: no a todo el mundo le van a entusiasmar estos ejercicios, pero a veces, como canta Beastie Boys: tienes que luchar por tu derecho... a sincronizar.
1. Responde rápidamente un correo electrónico
Cuando le pregunté al director artístico del Coro del Congreso, David Simmons, qué estrategias utilizaba para fomentar el sentido de pertenencia, me sorprendió su respuesta. «Respondes sus correos electrónicos», dijo. Los estudios corroboran la intuición de Simmons.
El tiempo de respuesta a un correo electrónico es el mejor predictor individual acerca de la satisfacción de un empleado con su jefe, según la investigación de Duncan Watts, sociólogo de la Universidad de Columbia y ahora director de investigación de Microsoft Research. Cuanto más tarda un jefe en responder a sus correos electrónicos, menos satisfecha está la gente con su líder.309
2. Contar historias sobre esfuerzo y lucha
Una de las formas en que los grupos se cohesionan es a través de la narrativa. Pero las historias que cuenta tu grupo no deberían ser únicamente fábulas relativas al triunfo. Las historias sobre el fracaso y la vulnerabilidad también fomentan un sentido de pertenencia. Por ejemplo, Gregory Walton, de la Universidad Stanford, ha descubierto que para las personas que puedan sentirse apartadas en un grupo —por ejemplo, una mujer en un entorno predominantemente masculino, o los estudiantes de color en una universidad donde hay una mayoría de blancos—, este tipo de historias puede tener mucha fuerza.310 Simplemente leer el relato de una estudiante cuyo primer año no fue perfecto, pero acabó encontrando su lugar, despertaba sentimientos de pertenencia.
3. Propiciar que el grupo organice sus propios rituales
Todos los grupos cohesionados y coordinados tienen rituales que ayudan a fundir la identidad y hacer más profunda la pertenencia. Pero no todos los rituales tienen los mismos poderes. El más valioso proviene de los miembros del grupo, y no los que son orquestados o impuestos desde arriba. Para los remeros, puede ser una canción que cantan en los calentamientos. Para los miembros del coro, puede ser una cafetería en la que quedan antes de los ensayos. Como ha descubierto Robb Willer, de Stanford: «Las funciones sociales del lugar de trabajo son menos eficaces si parten del director. Son mejores las citas fijadas por los trabajadores en momentos y lugares que resulten cómodos al equipo».311 Son los rituales orgánicos, y no los artificiales, los que generan cohesión.
4. Intenta formar una clase rompecabezas
A principios de la década de los años setenta, el psicólogo social Elliot Aronson y sus alumnos de posgrado de la Universidad de Texas diseñaron una técnica de aprendizaje cooperativo dirigida a abordar las divisiones raciales en las recién integradas escuelas públicas de Austin. La llamaron «clase rompecabezas». Y a medida que fue arraigando en los colegios, los educadores se dieron cuenta de que la técnica podía fomentar la coordinación grupal de cualquier tipo.
Funciona de la siguiente manera.
El profesor divide a los alumnos en «grupos rompecabezas» de cinco personas. Después, el profesor divide la lección de ese día en cinco secciones. Por ejemplo, si la clase está estudiando la vida de Abraham Lincoln, esas secciones serían: la infancia de Lincoln; su carrera política; su llegada a la presidencia y los inicios de la guerra civil estadounidense; su firma de la proclamación de emancipación de los esclavos; y su asesinato. Cada alumno se ocupa de investigar sobre cada una de esas secciones.
Los alumnos se van después a estudiar su pieza, formando «grupos de expertos» con alumnos de los demás grupos de cinco de la clase que comparten la misma sección. (Dicho de otro modo, se reúnen todos los alumnos a los que les ha tocado la sección de la proclamación de emancipación.) Cuando han terminado la investigación, cada alumno regresa a su grupo rompecabezas original y se la enseña a los otros cuatro compañeros.
La clave de esta estrategia de aprendizaje es la interdependencia estructurada. Cada alumno aporta una pieza necesaria del conjunto, algo esencial para que todos los demás puedan ver la imagen completa. Y el éxito de cada alumno depende tanto de su contribución como de las contribuciones de sus compañeros. Si eres profesor, haz la prueba. Y si hace tiempo que dejaste atrás las clases, puedes adaptar el enfoque del rompecabezas a muchos entornos laborales.