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INICIA UN ROMANCE CON LA COMIDA

Probablemente, leíste el título de este capítulo más de una vez pensando que había un error. Quizá pensaste que yo quería decir que debes terminar tu romance con la comida, no iniciar uno. Eh…, pues no. Leíste bien la primera vez. Es hora de que inicies un verdadero romance con la comida.

Lo que has tenido hasta este punto ha sido una relación obsesiva; y una relación obsesiva no es amor. Ya sea con una sustancia o una persona, una relación obsesiva es una relación tormentosa..., un carnaval de dolor..., pero no un verdadero romance, porque ahí no hay amor. Creer que necesitas comida, que en verdad no necesitas, prácticamente, inhalar la comida, anhelarla, obsesionarte con ella, darte un atracón y luego evitarla por completo; controlar la comida y tener que ser estricto con ella; nada de esto es representativo de un romance. No es amor sentir dolor, compulsión y odio hacia ti mismo.

El verdadero amante de la comida es capaz de disfrutarla poco a poco. Puede saborearla, y no deleitarse de forma neurótica con ella. Puede masticar despacio y verdaderamente degustarla. Puede comer sin culpa y dejar de comer sin hacer gran esfuerzo. Puede celebrar la contribución de la comida a su salud. Puede maravillarse ante ella y apreciar su belleza. Puede deleitarse ante un puesto de frutas y estudiar las curvas de una pera. Puede mirar con detenimiento una granada y sorprenderse ante el hecho de que desde hace miles de años la gente ha comido esta fruta. Puede ir de compras sin preguntarse si alguien lo está observando o juzgando. Puede mirar detenidamente un hermoso racimo de uvas y considerar si las prefiere en su estómago o en una vasija de cristal sobre su mesa. Puede tomar un bocado de alguna delicia, inhalar en éxtasis su sabor y disfrutar mientras espera otro bocado. Para él, los espacios entre bocados son parte del disfrute de su experiencia.

No, el comedor compulsivo no es un amante de la comida. Cuando se trata de disfrutar la comida, tus mejores días no pertenecen a tu pasado sino a tu futuro.

Los patrones de comida de un comedor compulsivo son caóticos, temerosos, furtivos y fuera de control. No obstante, estos patrones disfuncionales no son tu problema de fondo. Son síntomas del problema. En el fondo, tu problema es la histeria en tus entrañas: el grito callado y traumático de: “¡Estoy vacío! ¡Lléname! ¡Estoy vacío! ¡Lléname!”. La energía irracional e irresistible que se ha filtrado en tu cerebro, estacionándose en tu sistema nervioso, donde se queda hasta que te comes todo. Este curso es un plan para disolver la histeria y llenar tu vacío, reemplazándolo con amor.

Hace algunos años, después de una avalancha de terribles incidentes en donde estudiantes de preparatoria realizaron actos de violencia contra maestros y compañeros, advertí un tipo de disciplina interesante, pero a la vez perturbador, que habían impuesto en la escuela de mi hija. Súbitamente, decidieron que los alumnos no tenían cinco minutos entre clases, sino solo dos. Pasarse notas en clase era seriamente castigado. Todas las actividades al aire libre estaban prohibidas, y todo “tiempo de recreo” era también estrictamente prohibido.

Ejercí presión a la administración escolar arguyendo que por muy duro que yo trabajara a diario, de vez en cuando tenía que levantarme de mi escritorio, estirar mi cuerpo, hacer algo trivial durante cinco minutos, tomar un poco de aire... ¡tomar un descanso! ¡Los niños son humanos y también lo necesitan!

Al encontrarme con la resistencia de la escuela ante mi argumento, comprendí lo que estaba sucediendo. Esta escuela, y quizá también otras, había establecido un plan para prevenir y desalentar la socialización negativa, suprimiendo todo tipo de socialización. ¡No dejen que los chicos se junten, algo terrible puede suceder! No les permitan establecer relaciones; ¡pueden hacerse daño entre ellos! No los dejen relajarse; ¡pueden usar ese tiempo para tramar algún plan funesto! Entonces, ¿cuál es el plan aquí? Pensé. ¿Entrenarlos para que sean zombis inhumanos y entonces todo estará bien?

Poco después, mi hija dejó esa escuela, pero lo que quedó en mi mente fue la extraña irracionalidad de tratar de mantener a los niños separados en la escuela. La respuesta a una conducta antisocial entre nuestros niños no es suprimir la socialización, sino enseñarles un modelo de socialización positiva. ¡¡A ver!! Es evidente, ¿no?

Igual ocurre con la acción de comer de forma disfuncional. La solución a comer demasiado no es obviamente negarse por completo la comida; la respuesta es no negarse nada en absoluto. No tienes que olvidarte de la comida, alejarte de la comida, negarte la comida, ni evitar la comida. Y lo último que debes hacer, si deseas dejar de pensar obsesivamente en la comida, ¡es decirte que no pienses en eso! Hacerlo es una invitación a que te abrumen ese mismo tipo de ideas.

La comida no solamente es tu problema, también es tu maestra. Es un reflejo de un problema aún más profundo, una oportunidad y una invitación para enfrentar lo que yace tras tu compulsión de la comida. Tu único problema real; el único problema real de cualquiera; es una separación de la Mente Divina. Cada paso que tomas con el amor en tu mente es un paso de regreso a quien eres en verdad.

El propósito de este curso es colocar de vuelta el amor genuino en tu relación con la comida; no un amor falso, no un sustituto del amor, sino un amor genuino. Amor y gratitud por la comida que te nutre y sustenta. Amor y gratitud hacia las comidas que contribuyen a formar lazos entre parientes y amigos. Amar y sentir gratitud por la comida es algo que tienes derecho a disfrutar, una vez que aprendes a relacionarte con ella con desapego divino.

Desapego significa que puedes tomarla o dejarla; puedes disfrutar de la comida si tienes hambre, pero puedes ignorarla si no tienes hambre. El amor, como siempre, es la clave para corregir las cosas. Aprendiendo a amar la comida, dejarás tu obsesión con ella. Y tu verdadero problema es la obsesión, no la comida.

La obsesión, ya sea con una sustancia o una persona, ocurre cuando estás abierto a dar pero todavía no sabes cómo recibir. Sigues buscando más porque no sientes que nada llega de regreso. Cuando eras niño, quizá, no recibías nada en retorno, por lo que siempre tratabas de conseguir más de algo de lo que ya te habías convencido que en realidad no existía. Mientras formas una relación con la comida que te da algo en retorno, comienzas a experimentar una relación en la cual el amor ha reemplazado la obsesión.

La única forma de lograr una sana neutralidad respecto a la comida es aprendiendo a amarla, y la única comida que realmente puedes amar es la que te ama en retorno.

Puedes estar pensando: ¿Te ama un helado con salsa de chocolate caliente? Es cierto que puede hacerte sentir eufórico por un momento, pero también puede hacerlo la metanfetamina. Para mí, una ocasión especial en que comía un helado con salsa de chocolate caliente estaba conectada con el hecho de que cuando era niña, mi madre siempre me llevaba a un hotel a darme un helado para celebrar cosas como haber sacado buenas calificaciones o haber ganado un concurso en la escuela. Desafortunadamente, mi cerebro quedó impreso con el mensaje de que los grandes éxitos deberían ser acompañados de un helado con salsa de chocolate caliente. Me tomó años desconectarme de eso, y solo hace poco, se me ocurrió que quizá a mi madre se le había ocurrido este ritual de celebración como una excusa ¡para ella misma satisfacer su deseo de helado! (Cuando uno es madre, comprende a su propia madre mucho mejor...).

No, los helados con salsa de chocolate caliente no me aman ni te aman. Están llenos de azúcar y de químicos procesados que nos ofrecen todo menos amor. Ésas cosas fomentan el cáncer, incrementan el colesterol, reducen las hormonas del crecimiento, debilitan la visión, interfieren con la absorción de proteínas, causan alergias alimenticias, contribuyen a la diabetes y a las enfermedades cardiovasculares, afectan la estructura del ADN, dificultan la concentración, reducen las defensas contra las enfermedades infecciosas, llevan a la osteoporosis y más. Yo no llamaría amor a ninguna de esas cosas.

Al mismo tiempo, no quiero decir con esto que tienes prohibido el resto de tu vida comerte un helado con salsa de chocolate caliente. Quiere decir sencillamente que mientras evolucionas hacia el sentido más elevado de tu ser, ni siquiera sentirás deseo de comerte todo un helado con salsa de chocolate caliente; la experiencia ya no será para ti una experiencia de amor.

Los productos que amas son aquellos que contribuyen a tu bienestar. Desde las frutas y los vegetales hasta los granos integrales, que fortalecen tu cuerpo, combaten las enfermedades, mejoran tu piel y te mantienen funcionando normalmente. Los vegetales ayudan al crecimiento y al buen funcionamiento de las neuronas, las frutas proveen azúcar sana y aportan energía, y los granos integrales pueden ayudarte a reducir el riesgo de cáncer y de enfermedades cardiovasculares. En el mundo moderno, cada día es más fácil encontrar comida sana de buen sabor. Pueden existir supermercados y restaurantes de comida más sana por los cuales pasas con frecuencia y a los cuales jamás se te habría ocurrido ir... hasta ahora.

Puede ser que tu problema no sea que comes con mucha frecuencia, sino que no te alimentas bien. Particularmente en el mundo de hoy es fácil comer mal, pero no es necesario. Estamos en medio de una revolución alimenticia, y esas son buenas noticias para el comedor compulsivo.

Los restaurantes ahora incluyen en su menú lo mejor de las comidas nutritivas, orgánicas e incluso estrictamente vegetarianas. Aunque no sea el caso, puedes aprender a elegir lo que más te beneficia de un menú. Hay hermosas revistas con recetas y muestras de comida sana. Abundan las opciones de comida cruda, productos orgánicos y otras opciones óptimas de alimentación. ¿Es siempre fácil, conveniente o poco costoso tomar decisiones sabias respecto a la comida? Quizá no. Pero seamos claros: tampoco es fácil, conveniente ni barato ser adicto a la comida.

Una vez que sabes lo que es y cómo hacerlo, comer sano no es un castigo sino una recompensa. No es hora de renunciar a algo, sino hora de asumir algo nuevo. No es hora de negarte algo, sino más bien es hora de ser generoso contigo.

Es triste aceptarlo, pero muchas de las personas que pasan la mayoría del tiempo con la comida, no tienden a ser las mismas que asisten a clases de cocina, aprenden recetas creativas o hasta consumen los mejores alimentos. Incluso si un comedor compulsivo va a cenar a un restaurante muy fino, es muy posible que se atiborre de comida chatarra durante la tarde, negándose en realidad la oportunidad de disfrutar de una deliciosa y suculenta cena. Para el momento de la cena, llenará su apetito psicológico, quizá, pero no su estómago, pues éste ya estará lleno. Cuando se trata de disfrutar realmente de la comida, el comedor compulsivo tiende a privarse.

Es hora de cambiar esto. Comencemos tu romance con la comida.

Esta lección tiene tareas y lo único que importa es que las hagas. Aunque sigas comiendo de forma poco sana mientras las haces, está bien. No esperes hacer estas tareas hasta que tengas un control sobre tus hábitos alimenticios, ¡pues hacerlas te ayudará a dejar de comer en exceso! Ahora no estás repudiando tus viejos hábitos, sino más bien construyendo nuevos. Y se toma tiempo construir nuevos hábitos. Se tomarán un tiempo para que los cambios que se producirán en tu vida con estas lecciones lleguen a filtrarse lentamente desde tu intelecto hasta tu sistema nervioso, y desarrollar la paciencia es parte del proceso.

La impaciencia no es más que la mente temerosa tratando de convencerte de que todo es inútil y que por consiguiente, no deberías ni siquiera tratar. También es la voz que te dice que des un bocado más antes de siquiera terminar el último, así que debes recordar que esa voz no es tu amiga. debes ser tu amigo ahora. Y un amigo es amable, así que a pesar de todo el desagrado que puedas sentir hacia ti mismo, es importante que seas amable contigo. Éste no es un curso en autodisciplina, sino que, de distintas maneras, es un curso para aprender a amarte.

Comer de forma perjudicial se ha convertido para ti en un ritual, en una especie de ceremonia mágica y secreta en la cual buscas la oscuridad por lo que ella no puede proveer. Aprenderás a construir un nuevo ritual ahora: el ritual de comer de forma sana, abierta y amorosa.

Todo comienza con una hermosa servilleta.

Ahora, además de pensar que esto es lo más tonto que has escuchado en tu vida, puede ser que también pienses que ya tienes muchas servilletas, gracias ¡y no necesitas otra! Puede ser que tengas tus cajones rebosantes de servilletas; algunas de lino que has heredado de tu abuela u otras bordadas que compraste en Italia o en Francia. Nada de eso importa ahora; necesitas una nueva. Pues todas las que tienes pertenecen a tu viejo ser.

Te sirve en este punto para comprender el poder del ritual. Este curso está pidiendo mucho de ti...: hacer listas, escribir tus emociones, comprar cosas nuevas, hacer una ceremonia, y cosas por el estilo. De muchas maneras, es un libro de cosas por hacer. No obstante, estas acciones no son infundadas; forman parte de un currículo específico para alterar fundamentalmente tus patrones y hábitos mentales: las formas de pensamientos que te han llevado siempre a una conducta autodestructiva.

No importa la rapidez con la que pases a través de estas lecciones, pero sí importa la forma detallada y concisa en que las hagas. Te estás ofreciendo un regalo fantástico, si sencillamente sigues las lecciones al pie de la letra, aunque no puedas evitar pensar: No, ¿en serio tengo que hacer eso? Si no funcionan, no funcionan. Pero si funcionan, tu vida cambiará para siempre.

Es importante que sea una servilleta nueva; no puedes formar nuevos rituales usando las herramientas que representan lo antiguo. Y la última persona del mundo que puede despreciar el poder del ritual es alguien que realiza con frecuencia rituales de comer en secreto y de forma excesiva: alguien que anda rondando en medio de la noche excitado ante la idea de la comida, igual que un heroinómano se excita ante la idea de la heroína; abriendo y cerrando el refrigerador cientos de veces para asegurarse de que a lo mejor está ahí el amor de tu mami; y visita los supermercados durante horas en un estado casi neurótico ante la visión de la comida, compre o no compre. No, no trates de argumentar que no eres del tipo que practica rituales. Tampoco menosprecies la noción de los activadores de tu cerebro, cuando evidentemente no hace falta un nivel de estrés muy elevado para que te lances directamente en los brazos de la comida, la cual muy probablemente te ayudará por un instante y luego te enviará a un prolongado estado de desesperación.

Logras minar los rituales negativos reemplazándolos con rituales sagrados. Esto te llevará naturalmente a comer de forma sana, lo cual naturalmente te llevará a perder peso. Amén.

Regresemos a la servilleta. Debe ser hermosa, tan hermosa como divina. Y no tiene que costar mucho dinero; puedes comprar una servilleta hermosa con muy poco dinero, definitivamente, menos de lo que gastarías en tu próximo atracón. Puede ser de cualquier color y estilo. Solo asegúrate de que te guste mucho.

Luego compras un plato, y uno nuevo, los platos que tienes no te sirven. Así como los judíos ortodoxos tienen una vajilla diferente para la celebración del sábado y de sus días festivos para las comidas consagradas por Dios, tú también tendrás que conseguir un plato sagrado para usar durante este proceso. Estás rehabilitando tu apetito convirtiéndolo en sagrado.

Sé que podrías estar pensando que tu relación con la comida es tan disfuncional... que tus patrones adictivos están tan arraigados y llevan tanto tiempo..., que simplemente no hay forma de cambiar las cosas en este momento. Repito, si solamente tuvieras que confiar en ti para hacer que las cosas cambiaran, tu ansiedad estaría justificada.

Sin embargo, no estás solo. Has puesto tu problema en manos de Dios, y el poder divino te está transformando. Esta es la razón por la que estás convirtiendo cada paso de tu proceso de transformación en una experiencia sagrada. Estás tomando cada paso con Dios en la mente.

Vas a interrumpir los viejos patrones reemplazándolos con algo hermoso y bueno. Porque donde hay luz, no puede haber oscuridad. Donde hay una conexión con lo sagrado, la compulsión no puede seguir. En la presencia de tu ser real, todo lo que no eres tú simplemente se desvanece.

Los elementos que constituyen esta lección son los siguientes:

• Una hermosa servilleta nueva

• Un hermoso vaso nuevo

• Uno o dos platos hermosos y nuevos

• Un hermoso cuchillo nuevo

• Un hermoso tenedor nuevo

• Una hermosa cuchara nueva

• Un hermoso individual nuevo

• Dos candelabros (puedes usar los que tengas)

• Dos hermosas velas nuevas

• Una hermosa pieza musical, algo que te guste escuchar especialmente mientras comes

No estás dejando a un lado a tus familiares, amigos, o cualquier persona con la que vivas cuando estás practicando este ejercicio y puede ser buena idea que se lo digas. El acto de dedicar un espacio único para ti es sencillamente, una respuesta a las exigencias de tu propia sanación, y no algo que estés haciendo para separarte de los demás.

No se permite lo siguiente: servilletas de papel; un individual de papel o plástico; platos de papel o plástico; cubiertos de plástico. Todo esto sugiere que estás comiendo a la carrera, y uno de los patrones de los que nos estamos alejando es de comer rápidamente. Comer rápidamente es un activador peligroso para el comedor compulsivo. Activa las ansias de comer más rápido, y comer rápido significa comer más. Comer rápido es una forma de activar una reacción química que provoca una euforia adictiva. Es muy importante, mientras fundas la base de tu nuevo ser, que cultives una vida más lenta. Al desacelerar ciertos aspectos de tu vida, comerás más despacio. Y al comer más despacio, es muy probable que comas mejor.

Una amiga me contó sobre una cena a la que asistió una vez en Los Ángeles, fue con una mujer que comía tan rápidamente que apenas si podía rellenarse la boca de comida con la suficiente velocidad. Refiriéndose a una ciudad que está a una hora de distancia de Los Ángeles, un hombre en la mesa le susurró a mi amiga: “Ella come como si fuera Hitler en Pomona”.

Ciertamente, hay muchas razones por las que podrías comer como si un ejército te estuviera persiguiendo. Quizá te sientes culpable por comer lo que comes y deseas terminar lo antes posible para que nadie te vea. Quizá sientes tanta desesperación asociada con comer cualquier cosa que lo haces de forma rápida para comerte el desespero. Quizá cuando niño tenías que comer rápidamente solo para conseguir suficiente comida.

No importa la razón. Los rituales sagrados mueven las moléculas transformando la energía en tu mente y tu cuerpo. Una servilleta hermosa, un plato hermoso, un vaso hermoso, un cuchillo hermoso, un tenedor hermoso, una hermosa cuchara y un individual hermoso, te ayudarán. Las velas te ayudarán. No las colocarás de inmediato en tu cocina, ni siquiera en tu comedor. Primero van a tu altar, hasta que estés listo para impregnarte de la energía que representan.

Vas a colocar todo en tu altar de forma hermosa, mientras preparas un festín para tu ser real...: el comensal que todavía no ha llegado, pero que está siendo invocado mientras lees esto. Tu ser cuyo apetito está elegantemente alineado con el espíritu en tu interior. Y parte de la forma en que invocamos a este nuevo comensal es preparando los utensilios para la mesa y colocándolos en el altar.

Parafraseando un conocido adagio: prepara la mesa y ella llegará.

Reflexión y oración

Con tus ojos cerrados, observa tu altar y el arreglo de mesa que has colocado en él. Ahora visualiza con tu ojo interior una visión de un ángel que llega y se sienta frente a tu nuevo arreglo de mesa. A ser testigo de toda esa belleza, a disfrutar la experiencia, a bendecir lo que está ocurriendo, a simplemente ‘ser’. Sé testigo de esto durante todo el tiempo que puedas.

Quizá ese ser divino te invite a sentarse a su lado, o quizá te descubres simplemente siendo testigo de lo que está ocurriendo. Sea lo que sea que visualices, nada más permite que las imágenes permanezcan en tu interior.

Querido Dios:

Por favor, ayúdame a comenzar de nuevo,

a reconstruir mi templo

y a restaurar mi cuerpo.

Que aprenda a comer bien.

Por favor, envía ángeles para ayudarme.

Que los ángeles vigilen mi comida y se sienten conmigo

mientras como.

Que la comida,

que he usado tanto para perjudicarme,

se convierta ahora en una bendición,

y sólo en una bendición,

en mi vida.

Amén

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