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CONSTRUYE UNA RELACIÓN CON LA COMIDA SANA

Cuando mi hija era una niña pequeña, tenía una forma muy original de presentarse en situaciones sociales. Si íbamos a una fiesta, a una nueva escuela o parque, se quedaba muy cerca a mí, se abrazaba a mis piernas y no me soltaba. Al mismo tiempo, se quedaba observando intensamente a los demás niños, mirándolos muy atentamente mientras ellos realizaban sus actividades.

Cuando sentía que ya había visto lo que tenía que ver y había absorbido toda la información que necesitaba, para sentirse segura antes de unirse a ellos, soltaba mi pierna y comenzaba a socializar con facilidad con los demás niños y niñas. Era totalmente inútil decirle tan pronto llegábamos: “¡Oye cariño, juega con los demás niños!”, pues no lo haría. No obstante, tampoco había ninguna necesidad de coaccionarla, porque ella lo haría a su debido tiempo. Sencillamente, ella seguía su proceso. Tenía que ver lo que estaba ocurriendo y de alguna manera, encontrar su camino. Entonces, una vez que estuviera lista, se lanzaba.

Llegué a sentir mucho respeto por la forma de mi hija de empoderarse hacia adentro antes de avanzar en dichas situaciones. Me di cuenta de lo bien que eso funcionaba para ella. Había encontrado su método infantil de, simplemente, reconocer sus necesidades y honrarlas naturalmente.

En esta lección, vamos a honrar tus necesidades con el fin de desarrollar mejores hábitos de comida y avanzar hacia ellos natural y gradualmente, y según tus propias condiciones.

Como mencioné antes, no hay necesidad de esperar hasta que hayas avanzado en una dieta, hayas perdido peso, o ni siquiera sientas entusiasmo respecto a las lecciones de este curso antes de practicarlas. Se supone que sean tus compañeras cuando estés comiendo bien, así como tus compañeras cuando haya una recaída. Ya sea que te sientas bien o desesperado, solo sigue haciéndolas.

La última lección te presentó la idea de que inicies un romance con la comida sana. Pero el patrón natural de cualquier romance es que una vez que la emoción inicial comienza a desvanecerse, la naturaleza de la relación en la vida real, día tras día, comienza a pasar, y tu mente se siente tentada a distraerse con algo que tenga más sabor. Como, por ejemplo, una pizza o un pastel de chocolate, después de toda esa ensalada..., o una rosquilla de pan en lugar de otra maldita manzana. Y está bien que te sientes así; si no fuera así, no serías humano.

Entonces, ya sea que estés comiendo pastel o manzana, esta lección te guiará hacia una relación real con la comida, una relación en la cual no todos los días serán necesariamente dramáticos, cada comida no te ofrecerá una emoción de éxtasis, ni cada dolor será aplacado. Pero permíteme recordarte, que la relación con la comida que tienes ahora tampoco es algo que te ofrece mucho confort... solo pretende hacerlo.

El drama diario de una relación obsesiva con la comida no es el drama elevado de nutrición y disfrute, sino un drama barato e inferior lleno de dolor. La emoción de éxtasis de comer de forma excesiva y malsana no es una verdadera emoción de éxtasis en absoluto, sino un acto de autodestrucción químicamente activado y adictivo. Tu dolor se apacigua comiendo demasiado solo durante un periodo muy breve de tiempo, después del cual regresa aumentado de forma exponencial. Este curso no te pide que te liberes de la compulsión, pero sí te pide que trates de ser más honesto contigo mismo. Que seas lo suficientemente honesto para reconocer que aunque la comida sana puede parecerte aburrida en este momento, la comida malsana o excesiva no es tu amiga.

De nuevo, eso no significa que te obligues a hacerlo. Si te obligas a parar, lo único que vas a lograr es comenzar a hacerlo de nuevo. Solo abre tus ojos ante lo que está ocurriendo en verdad, y llegará el día en que sencillamente ya no desees perjudicarte. Ya no desearás comer demasiado. Habrás terminado con eso, y algo nuevo comenzará.

Hace años descubrí que las uvas verdes me ayudaban a reducir mi consumo de azúcar. Mis amigos me habían dicho que aunque las uvas son una sustancia natural, de todas maneras contienen azúcar. Pero no hay comparación entre el veneno que es el azúcar refinado y el azúcar natural de las uvas verdes maduras.

En esa época comencé un romance con las uvas que continúa hasta el día de hoy. Pero no me dije un día a mí misma: “¡Se acabó! ¡No más azúcar refinada!”. Sino que más bien fue un proceso gradual en el que descubrí lo que funcionaba para mí. Comía uvas verdes al tiempo que comía otros productos que contenían azúcar refinada. Si era una rebanada de pastel, colocaba también unas cuantas uvas verdes en mi plato. No sé por qué hacia esto. Al igual que mi hija, simplemente poseía una forma natural de saber la mejor forma en que podía hacer la transición de un estado a otro.

Y tú también lo sabes.

Con el tiempo, mi cuerpo comenzó a obtener ese disfrute de lo dulce de las uvas verdes, quizá no con la misma intensidad que un pastel, pero sí lo suficiente. Después de incluso más tiempo, mi cuerpo comenzó a registrar no solamente el disfrute de un pastel cuando lo comía, sino también la confusión que traía a mi mente el estado maniático que producía en mi interior, seguido luego por un letargo físico. Comencé a no desear sentir eso. Mi cuerpo poseía la sabiduría innata de lo que yo realmente deseaba, y cuando le di la oportunidad de regularse por sí mismo, se activaron su inteligencia y propensión natural de auto cuidado.

Yo no tomé una actitud autoritaria hacia mi cuerpo: “¡Haz esto! ¡No hagas lo otro!”. Sino que trabajé con mi cuerpo, convirtiéndolo en un aliado y no en un enemigo en mi proceso de sanación. Honré mis necesidades emocionales de ir dejando poco a poco mi forma disfuncional de comer demasiada azúcar refinada, reconociendo que mi apego hacia ella no se había formado en un día y necesitaría algún tiempo para acabarse. Además, me ofrecí el regalo de presentarle a mi sistema más opciones de comida sana, como si me estuviera preparando para una nueva relación. ¡Lo cual estaba haciendo!

Un médico me dijo en una ocasión: “Tu cuerpo no desea estar enfermo”. Y tu cuerpo no desea estar gordo. Así como tu corazón sabe cómo palpitar y tus pulmones saben cómo respirar, tu cuerpo sabe cómo calibrar su peso para que sirva a su funcionamiento máximo como un todo. Pero las sustancias artificiales han creado en tu interior tus apetitos artificiales. Cuando le presentas a tu cuerpo sustancias naturales, tu apetito natural toma el control. Y como con todo lo demás, debes darle una oportunidad.

Esta lección involucra por lo tanto una visita al supermercado, para comprar una cosa y solamente una cosa. Tu tarea es comprar una fruta.

Puedes comprar cualquier fruta que desees. Pero debes honrar un ritual aquí, por lo cual sería mejor —si no tienes que comprar nada más durante esta visita al supermercado— que lo único que compres sea este artículo. Y es importante, si es posible, que tú mismo consigas la fruta en vez de pedirle a alguien que lo haga por ti. Tu implicación en todo el proceso hará que el ritual sea más impactante.

Lo primero que debes hacer al llegar a casa es lavar tu fruta. Lo segundo que tienes que hacer es observarla. Sencillamente, siéntate en una silla y obsérvala.

¿Has mirado realmente bien una pera? ¿O una granada? ¿O una manzana? ¿Has notado alguno de sus colores, forma o tamaño específico?

En una ocasión asistí a un seminario de parejas en donde el entrenador hacía que ambos miembros de la pareja simplemente se miraran el uno al otro. Ninguno de los dos podía decir ni una palabra. El ejercicio era mirarse el uno al otro. Y aunque puede parecerte que hay muy poca comparación entre la habilidad de observar a otro ser humano y tu habilidad de observar a una fruta, de hecho, hay una conexión. No importa qué estás observando; lo que importa es que lo observes. Y una de las razones por las cuales la comida sana te parece aburrida, una de las razones por las cuales te parece insuficiente, una de las razones por las cuales te parece poco deliciosa, es porque no la estás observando.

¿Hay algo que el hombre haya creado que pueda siquiera compararse con la majestuosidad de una montaña? ¿Hay algo que el hombre haya creado que pueda siquiera compararse con la belleza de una flor? ¿Hay algo que el hombre haya creado que pueda siquiera compararse con el poder de un río o la fuerza de una tormenta? Entonces, ¿por qué es que cuando se trata de comida, la gente ha desarrollado esta ridícula noción de que de alguna manera hemos superado a Dios? ¿Es que los alimentos procesados químicamente son de alguna forma preferibles a lo que la naturaleza nos ofrece?

Hay perfección en la naturaleza, perfección en ti y perfección en los alimentos tal como fueron creados por la naturaleza. Tu propia perfección es invocada por la perfección de la naturaleza. Una caminata en la naturaleza te calma y te restaura emocionalmente, y la comida natural te calma y te restaura físicamente.

Una vez más, si te sientes impulsado a comer productos procesados químicamente, hazlo entonces. El enemigo no es la comida, el enemigo no eres tú; el enemigo es tu obsesión de consumir comida perjudicial y de comer en exceso. Y por el momento, eso está bien. El enemigo obsesivo comenzará a disolverse mientras aprendes a ser más amigo de ti mismo.

Ir al supermercado y comprar esa fruta es algo amistoso que haces por ti mismo. Cuando comiences realmente a observar la comida, tu relación con ella comenzará a madurar. Y esta relación te va a premiar de formas que ni siquiera puedes imaginarte ahora mismo.

Las comidas procesadas, refinadas químicamente, pueden darte una sensación de euforia temporal, eso es comprensible. Pero luego, si comes en exceso, eso te produce molestias, enfermedades, desesperación, vergüenza y odio hacia ti mismo. Tú lo sabes, pero tómate un momento, solo un momento, para pensar verdaderamente en lo que eso significa. Recuerda que la velocidad es tu enemigo, ya sea comer demasiado rápido o pensar demasiado rápido. Permítete digerir lo que significa que comer de forma malsana está destruyendo tu vida.

Los elementos naturales, de temporada, los alimentos que provienen de las plantas como las frutas, los vegetales, las nueces y los granos enteros, restauran tu cuerpo, revitalizan tu mente, te dan energía, mejoran tu apariencia, reducen el proceso de envejecimiento, te hacen sentir más feliz contigo mismo, e incluso saben mejor que esas otras cosas, una vez que tus pupilas gustativas han sido restauradas, y mejoran tu relación con los demás debido a todo lo anterior. Ni siquiera te molestes diciendo no a lo que no deseas; solo intenta decir sí, aunque sea un sí débil y gastado, a lo que te ofrece la abundancia de la naturaleza.

Hace miles de años, hace cientos de años, y en algunos lugares incluso hoy en día, la gente consumía los alimentos que ellos mismos cultivaban. La comida era parte del ciclo natural de la vida, no algo que uno añadía a una existencia apresurada. La presencia de la comida en las vidas de las personas tenía estaciones, proporciones y ritmo. Esas personas no pertenecían a otras razas; eran tus ancestros. La huella de esa naturalidad está en tu interior basada en necesidades evolutivas creadas a través de millones de años e implantadas en tus células.

Tus células no han olvidado nada de esto; solo tú lo has hecho. Los animales saben instintivamente qué deben comer, y así lo sabe tu ser real. No estás escuchando la sabiduría de tu cuerpo cuando comes demasiado; estás invalidándola. Estás escuchando el parloteo en tu mente, pero no las necesidades de tu cuerpo. Mientras llegas a conocer a tu cuerpo de nuevo, mientras comienzas a relacionarte con él con un mayor respeto y honor, tu relación con tu sistema de apoyo natural también se fortalece. Pues eso es lo que la comida es: el sistema de apoyo del cuerpo. Lo mantiene sano y vivo. Abusar de él es abusar de tu cuerpo, y abusar de tu cuerpo es abusar de ti mismo.

Como siempre, una conexión con lo sagrado es la forma de reacondicionarte con las armonías naturales del universo. Sabiendo esto, toma ahora tu fruta que representa toda la comida sana con la cual deseas construir una nueva relación, y colócala en tu altar. Dedícala en tu corazón a la Divinidad que te creó y te sustenta. Agradece tu creación y tu sustento y pide que regreses a tu relación correcta con la comida.

Eso es todo lo que tienes que hacer. Dios hará el resto.

Reflexión y oración

Cierra tus ojos, respira hondo y profundo permitiendo que entres en el templo interior de tu mente. Ahí verás un altar sagrado rodeado de belleza invisible al ojo mortal.

Primero, observa el arreglo de mesa que está sobre tu altar, y ahora observa la fruta que has colocado en él. Visualiza cómo una imagen de la Divinidad —sea cual sea la imagen que se te ocurra— aparece ahora ante la fruta y la bendice. Luego el ser te entrega amorosamente la fruta. Después de pasar por manos santas, la fruta está ahora consagrada en todo lo que es bueno, sano, sabio y saludable. Visualízate tomando la fruta y colocándola en tu boca.

Permite que la meditación continúe durante todo el tiempo que te sientas cómodo. Escucha cualquier otro mensaje que la Mente divina tenga para ti. Sé testigo de las imágenes y de las ideas que iluminan tu mente mientras lo haces.

Querido Dios:

Por favor, bendice la comida

que se encuentra ante mí.

Que se llene de Tu espíritu

y me alimente con Tu amor.

Que me nutra

para que yo pueda nutrir a los demás.

Que jamás olvide a aquellos que no tienen qué comer.

Querido Dios,

por favor, también recuérdalos a ellos.

Amén

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