img

AMA TU CUERPO

El amor, y solo el amor, produce milagros. Tu labor principal al hacer este curso es identificar dónde hay falta de amor en tu vida, y estar dispuesto a abordarlo.

Esto incluye el amor por ti mismo, y tu cuerpo es parte de quien eres. Si amas a tu cuerpo cuando estás delgado, pero lo odias cuando no lo estás, entonces te amas condicionalmente, lo cual no es amor en verdad. Si no puedes amar a tu cuerpo, tampoco puedes amarte realmente.

“¿Pero, cómo puedo amar mi cuerpo cuando odio su aspecto?”, podrías preguntar.

Comienza preguntándote: ¿Por qué detestas tu cuerpo? ¿Por el sobrepeso? ¡El cuerpo no te hizo eso; tú se lo hiciste a él! Tú has estado abusando de tu cuerpo; tu cuerpo ha sido abusado por ti. No obstante, al contrario de lo que tú has hecho, tu cuerpo ha seguido manteniendo su parte en la relación. Ha seguido funcionando lo mejor que ha podido, por muy difícil que se lo hayas puesto. Ha soportado los kilos en exceso, aunque ha sido una dura carga. Y ha seguido apoyándote, a pesar de que a menudo tú has dejado de apoyarlo.

¿Es tu cuerpo lo que odias o su tamaño? Y puesto que todas las emociones negativas derivan del miedo, si odias tu cuerpo, debes temer algo. ¿Qué es? ¿Temes el ridículo? ¿O se trata de tu miedo más profundo —un miedo que va más allá de tu miedo a tener sobrepeso— a que serás castigado, si tratas de “tener éxito” en la vida? ¿Entonces, de qué tienes miedo?

¿Será cierto que odias tu cuerpo? O, ¿simplemente has aprendido a odiarlo porque alguien te hizo daño cuando estabas delgado?

¿Puedes recordar quién fue la primera persona que sintió envidia, odio o juicio hacia tu cuerpo? ¿Recuerdas el momento que miraste tu cuerpo y tomaste la decisión rápida de cubrirlo? ¿Fue ésa la única forma en que sentías que “pertenecías” a tu familia: cuando comías en exceso igual que tus padres y tus hermanos? ¿Era ésa la única forma de sentirte amado por tu familia: teniendo sobrepeso igual que ellos? ¿Te consideraban altivo o altanero por desear tener un cuerpo más delgado y más sano? ¿Había una persona en particular que te miraba de forma extraña o te decía algo fuera de tono cuando eras niño, haciéndote sentir vergüenza ante la idea de un cuerpo hermoso? ¿En qué punto, decidiste en tu subconsciente que no merecías estar delgado?

Puedes deshacerte ahora de los fantasmas en tu mente. Con la ayuda de Dios, puedes perdonar a aquellos que en su ignorancia pueden haberte llevado a un camino de dolor. Puedes ahora renunciar a tus creencias limitantes. Y puedes renovar y revitalizar todos los aspectos de tu ser.

Tu cuerpo no te ha hecho nada; simplemente ha reflejado la batalla tormentosa de tu mente. Con esta lección, trata de perdonar a tu cuerpo por lo que no hizo. Este es el primer paso para perdonarte por lo que tú hiciste. Es correcto decir que ha habido un gran malentendido, y que la meta de esta lección es reparar y restaurar la relación entre tú y tu ser físico.

Cuando naciste, tu cuerpo era perfecto. Así como tu ser espiritual se expresó a sí mismo de forma inocente y auténtica en el nacimiento, así lo hizo tu ser físico. Tanto física como espiritualmente, la huella perfecta de tu ser original no ha sido destruida; solo ha sido cubierta temporalmente por ideas impregnadas de miedo. Tu mente y tu cuerpo tienen la habilidad de regresar a su programación espiritual cuando los programas para hacerlo. Tu cuerpo jamás olvidó cómo ser perfecto; solamente has resistido su perfección.

Así como hay rituales y activadores cerebrales que producen que comas demasiado, también hay rituales y activadores cerebrales que hacen que comas sano. Estos rituales y activadores le recuerdan al cuerpo su perfección original para que pueda regresar de forma más fácil a su forma y funcionamiento perfectos.

Tu relación con la comida está relacionada con millones de años de evolución, pero también tu relación con tu cuerpo. Existe evidencia arqueológica —expuesta en cualquier exhibición de museo de artefactos antiguos— que desde hace miles de años la gente se adornaba con ropa, joyería y otros artículos. El deseo de aparecer hermoso es un impulso antiguo, no un truco inventado por los publicistas modernos para confundir tu mente. No obstante, existe amplia evidencia de que en varias culturas a través de los tiempos, la idea de la belleza ha sido increíblemente variada.

Para el propósito de este curso, llamaremos hermoso lo que es hermoso para ti; la clave es que tu deseo de ser hermoso es natural y es un sentimiento al cual tienes derecho.

Quizá temes estar delgado como resultado de una experiencia peligrosa de tu pasado, y solo ahora puedes enfrentar tu miedo y reemplazarlo con amor. De hecho, estar delgado no te hace inherentemente vulnerable al peligro. Sin embargo, tener sobrepeso, sí te hace vulnerable...: a la vergüenza, al odio hacia ti mismo, a las dolencias, al ridículo y a las enfermedades.

Comienza presentándote disculpas a ti mismo: como un sencillo movimiento en el interior de tu corazón, pidiendo perdón por haber maltratado un regalo tan divino y magnífico como tu cuerpo físico. Tu cuerpo no hizo nada para merecer el maltrato, ni tú tampoco. Pero desde hace muchos años, se iniciaron en tu interior patrones de abuso, y ahora debes reconocer esos patrones, asumir toda la responsabilidad por ellos, redimirte y pedirle a Dios que los elimine para que puedan ser desterrados de tu psiquis. Ciertamente, que hace mucho tiempo que no experimentas amor propio sano en relación con tu cuerpo, y éste es el milagro que ahora pedimos.

Seamos claros: si eres un adicto, el maltrato a tu cuerpo ha sido extremo. Ha sido violento. Si tienes alguna duda al respecto, detente un momento, ve a tu habitación, desnúdate frente a un espejo y obsérvate detenidamente. Verás las cicatrices de la guerra: estrías, bolsas flácidas de carne producidas por años de dietas sube y baja, quizá incluso cicatrices de cirugías. Tanto física como psicológicamente, has estado librando una batalla contra ti mismo por mucho tiempo.

Pero ahora es el momento de hacer las paces. Al igual que con tu relación con la comida, tu regreso a la relación correcta con tu cuerpo no es algo que puede ser logrado por completo en un instante. Sería muy engañoso esperar que esta relación se perfeccione por completo rápidamente, después de tantos años de negligencia. Sin embargo, es posible comenzar una tregua.

Comencemos.

Esta lección involucra un buen aceite, incluso puede ser aceite de oliva. La unción por medio de aceite es un ritual usado a lo largo de la Biblia, pues conlleva un significado espiritual profundo. Con esta lección, te ungirás con aceite.

Desde la planta de tus pies hasta las yemas de tus dedos de la mano, permítete apoyarte emocionalmente en tu cuerpo, y no sentir rechazo hacia él. Al desear perder peso, deseas que tu cuerpo haga algo maravilloso por ti; y como con cualquier relación, es sabio primero dar lo que deseas recibir. Sé generoso con tu cuerpo. Frota el aceite en tu cuerpo con aceptación, con amor si puedes, y con pesar si es necesario... pero no le prives de este regalo. Toma tiempo con cada centímetro de tu cuerpo, prestando atención a cada extremidad, cada curva, cada cicatriz y cada articulación. No te apresures. Acepta, afirma, pide perdón y perdona.

Estás aprendiendo a comenzar de nuevo. Estás entrenando tu mente a prestarle la atención apropiada a tu cuerpo y a respetarlo, en la forma en que lo alimentas, en que lo cuidas, en que lo adornas y en que lo usas. Este ritual marca el final de una relación abusiva y el comienzo de una relación digna.

Sería imprudente realizar este ritual en una habitación desordenada o en un baño atiborrado. Tanto el desarreglo como la obstrucción son reflexión de una mente afligida, y tú mereces más que eso. Por lo menos por ahora, recoge y embellece el área donde vas a cubrirte de aceite. A menos que estés de pie en una ducha, coloca una linda toalla debajo de ti. Por favor, no una que esté gastada ni tenga manchas. Estás desarrollando el hábito de la belleza; el proceso es tan importante como la meta, porque la meta es, a fin de cuentas, inherente al proceso.

Recuerda que los antiguos reyes y reinas realizaban este ritual, y la energía que invocaban cuando lo hacían —gracia, fortaleza, poder y belleza— es la misma energía que estás invocando ahora. Dicha energía es una constante eterna del universo; no es solamente algo que se le otorga a unos pocos afortunados, sino una energía que comparece ante todo el que la invoca.

Tu ser real es poderoso y hermoso, un ser de luz en el centro del universo, colocado ahí bajo el auspicio de la divinidad, legítimamente orgulloso, majestuoso y jubiloso. No importa lo que las experiencias del mundo hayan hecho para convencerte de lo contrario, este es un curso para reclamar las verdades que siempre han sido ciertas.

Después de realizar tu ritual, envuélvete en una toalla, y cuando se haya secado el aceite, colócate una bata muy linda o cualquier otra prenda suave sobre tu cuerpo. Siéntate y permítete integrar la experiencia de reconectarte con tu cuerpo. Medita, escucha música o haz algo que te relaje y te dé paz.

Ahora sigamos. Es hora de mover tu cuerpo.

Las personas con sobrepeso a menudo han renunciado a moverse y a ejercitarse, con una actitud resignada y desesperada de “¿y para qué?”. Y es muy comprensible. Pero era tu ser anterior el que tenía esas actitudes y el que produjo tu antiguo cuerpo. Puede ser que tu cuerpo siga viéndose igual, pero ya no es el mismo. Ahora está surgiendo tu nuevo ser y de ahí surgirá un nuevo cuerpo. A tu ser real le encanta moverse, igual que a tu cuerpo cuando le permites expresarse naturalmente. Al reconectarte con tu cuerpo, vas a aprender a escucharlo.

De nuevo, no te exijas demasiado. Esta lección no te pide que corras un kilómetro a la redonda ni que salgas de inmediato y te afilies a un gimnasio. Diez minutos haciendo un ejercicio que disfrutes es mejor para ti ahora mismo, que una hora de ejercicio que detestes. Hasta que puedas llegar a una posición en donde te sientas bien respecto al ejercicio, en lugar de usarlo como instrumento de culpa, no estarás listo para más. El propósito que le atribuyes a algo determina su efecto en tu vida. No puedes empujarte a la fuerza hacia un proceso de amor propio. La palabra clave aquí es gradual y la paciencia es el proceso.

Lo único que te pedimos es que salgas a dar una caminata.

No se le ha otorgado el valor suficiente al acto de salir a caminar. Incrementa tu metabolismo y te ayuda a reconectarte contigo mismo. Hace que tus músculos se muevan, le envían a tu cuerpo un mensaje diferente al que recibe cuando está sentado todo el día. Te coloca en tu cuerpo. Has repudiado emocionalmente a tu cuerpo desde hace mucho tiempo, y ahora es el momento de recuperarlo.

Cuando camines, no cuentes calorías. No te obsesiones sobre lo mucho que puede o no puede ayudarte a perder peso. Esta caminata no se trata sólo de tu cuerpo; sino de tu espíritu. Se trata de dónde te estás alejando al caminar y hacia dónde te estás dirigiendo. Estás caminando ahora hacia tu destino..., tu futuro, tu belleza y tu felicidad. Es en sí un ritual de renacimiento.

Quizá le has dado demasiada comida a tu cuerpo, pero muy poco amor verdadero y cuidado. Ahora aprenderás a cambiar eso. Cuando asumes un enfoque amoroso hacia tu cuerpo en general, se desarrolla con más facilidad un enfoque amoroso hacia la comida.

Visita un museo y observa las pinturas que tienen más de cien años. Advierte la belleza de los cuerpos... ¡a pesar de que no iban al gimnasio! Ellos no hacían ejercicio como una parte separada de la vida, refunfuñando pero haciéndolo de todas maneras para verse bien. No. El movimiento adecuado, que corresponde al ejercicio, ocurrió de forma natural como parte de vivir bien. Y eso es lo que deseas que sea para ti.

El ejercicio no es un castigo que tienes que soportar como el precio que pagas para estar delgado. Más bien, es un aspecto de la relación correcta con tu cuerpo, algo que le das a cambio por lo que él hace por ti. Tu cuerpo desea moverse; el movimiento ayuda a los músculos, a tu corazón, pulmones y cerebro. Dale a tu cuerpo lo que realmente quiere, y éste te dará lo que realmente quieres.

Hablando de sabiduría antigua, el yoga —una práctica hindú milenaria— posee una forma casi milagrosa de reconectar el cuerpo con el espíritu. Es una conjunción poderosa de energía física y espiritual, que puede ser tan suave o tan intensa como lo desees. Los movimientos sencillos de yoga hacen que sea una práctica particularmente buena para el comedor compulsivo en recuperación, pues comienza con posturas básicas que de una forma muy fácil te ponen en contacto con tu propio cuerpo. Restaura tu funcionamiento físico de formas sorprendentes, incluyendo tu apetito por la comida. Aunque los científicos no han descubierto por completo por qué funciona tan maravillosamente bien; todo aquel que practica yoga siente sus beneficios.

Repito, no tienes que inscribirte para una serie de clases, ¡exigiéndote demasiado y disponiéndote de nuevo a una derrota! Más bien, comienza despacio. Hay enlaces a videos de yoga en el Internet, y abundan los programas de televisión sobre yoga. No tienes que comenzar con una clase de una hora en algún sitio. Consigue un tapete para yoga. Regálate eso.

Mira un video de yoga y por dos minutos intenta una de las posturas que ves. Esos dos minutos te ofrecen un beneficio que no habías experimentado el día de ayer. Y cuando dos se convierten en cinco, cinco se convierten en diez, y diez se convierten en un deseo genuino de asistir a una clase de yoga, tu cuerpo comenzará a despertarse al recuerdo que es parte de un universo perfecto.

Tu relación con tu cuerpo ha sido perjudicada y no vale la pena pretender que no es así. Como una pareja separada, estás tratando ahora de reunir tu ser interior con tu ser exterior. Y en el proceso —mientras reconstruyes tu relación con tu cuerpo— te despertarás a la idea de lo alentador que tu cuerpo realmente es, lo poderoso que realmente es y lo amoroso que realmente es. Se toma más de un día lograr este tipo de relación dulce y deliciosa con tu cuerpo, relación a la cual tienes todo derecho, pero ya has comenzado. Y como con cualquier relación, ahora debes nutrirla. No solo con comida sana, sino con gentileza, movimiento y amor.

Coloca tu botella de aceite en tu altar como una señal de tu unción: unción de cuerpo y alma.

Reflexión y oración

Con tus ojos cerrados, pide guía a la Mente Divina. Visualiza tu cuerpo, tal como es, caminando hacia ti. Advierte tus reacciones ante él, y donde no haya amor deja que éste comience a fluir. Permite que un proceso místico de amor y perdón ocurra, mientras tu alma comienza a habitar tu cuerpo de una forma totalmente nueva. Permite que tu espíritu impregne tu cuerpo, y sé testigo de cómo tu cuerpo comienza a tomar una nueva forma por sí mismo. Visualiza un elixir de luz dorada vertiéndose sobre todo tu cuerpo. Siente el milagro de este nuevo comienzo. Inhala y exhala el aire profundamente y entrégate por completo.

Querido Dios:

Que pueda perdonar a mi cuerpo,

y que mi cuerpo me perdone.

Repara mi relación

con este receptáculo de mi alma.

Perdóname por abusar de él.

Restaura mi mente a la cordura

y mi cuerpo a su forma apropiada.

Sáname milagrosamente,

querido Dios.

No puedo hacer esto por mí mismo.

Amén

img