Tu cuerpo no está separado de tu mente, sino más bien es un reflejo de ella. Cuando cambias tu mente, cambias todas las células de tu cuerpo.
Pensamientos tales como estoy gordo, soy feo y odio mi cuerpo son como órdenes que le das a tu cuerpo para que se materialice de acuerdo a esto. Si piensas de forma negativa respecto a tu cuerpo, tu cuerpo reflejará tu negativismo. Si piensas en tu cuerpo de forma amorosa, tu cuerpo reflejará tu amor. Y no existen pensamientos neutros. Lo que no es amor, es un ataque. Y lo que sí es amor, es un milagro.
Consagremos entonces tu cuerpo para que sea usado como un propósito sagrado. El propósito sagrado es el amor y solo el amor, y cuando consagras tu cuerpo al amor, todo lo que no es amor ya no puede aferrarse a él. Todo aquello que es dedicado al propósito del amor queda protegido de la energía del caos.
Escribe esta frase: Mi forma de comer apoya mi servicio al amor.
Es una buena frase, por cierto, para colocarla como una nota en la puerta de tu refrigerador.
Con esta lección, adoptas una nueva percepción de tu cuerpo para manifestar una nueva realidad física. Comienza cada día con una oración:
Querido Dios:
Al despertarme hoy,
que mi cuerpo y mi mente sirvan tus propósitos.
Que nada excepto tu Espíritu
pueda tocarme.
Que mi cuerpo sea un templo de tu Espíritu
y un canal de amor.
Amén
Al dirigirte a la cocina, las voces del amor y del miedo estarán borboteando en tu interior. El miedo hará que desayunes cosas que te hacen daño, productos llenos de carbohidratos refinados, azúcar y así por el estilo. O que no desayunes en absoluto. De esa manera te costará más trabajo sentir la ligereza de tu espíritu, y por consiguiente el propósito de tu miedo será consumado. Pero, ¿qué comerías si el único propósito de tu cuerpo hoy fuera servir el propósito del amor? ¿No desayunarías ligero y sano para apoyar a tu cuerpo mientras realiza la labor de Dios?
Comienza hoy a cambiar tu cuerpo considerándolo como un templo de tu alma. Tu cuerpo es como un traje infinitamente precioso. No es esencialmente quien eres, pero puede ser un recipiente sagrado de tu espíritu.
Las cosas de este mundo son solamente sagradas o profanas dependiendo del propósito que la mente les otorgue; el propósito sagrado de tu cuerpo es servir a tu comunión amorosa con la vida misma. Eso es lo que significa consagrar tu cuerpo. Honrar tu cuerpo, tratarlo bien, cuidarlo y protegerlo de todo daño es honrar la divinidad honrando la misión espiritual de tu cuerpo. El propósito sagrado de todo aquello que haces en el mundo es honrar la divinidad, y tu cuerpo es la base física de todo lo que haces.
En una lección anterior, comenzaste a evaluar los ataques psicológicos a los cuales tu cuerpo ha estado expuesto a lo largo de tu vida. Con esta lección, comenzarás a cambiar la interpretación de tu cuerpo de lo dañado a lo sagrado. Tanto tu mente como tu cuerpo pasarán por una iniciación espiritual, transformando primero la mente y luego el cuerpo. La mente cambiará y el cuerpo la seguirá.
Tu cuerpo no fue creado para albergar tus miedos, sino para albergar tu amor. Y en tu corazón, tú lo sabes. Tu anhelo más profundo no es sólo que tu cuerpo se vea bien, sino que tu cuerpo sea bueno. Con esta lección, anhelarás que esto sea cierto, convertirás tu intención para que así sea, te expandirás hacia una voluntad de que así sea, invitarás a la Mente Divina a ayudarte para que así sea... y así será.
Tu tarea es ahora consagrar tu cuerpo, no como una intención general, sino más bien como una orden real de tu conciencia a tu mente subconsciente. Escribirás tus impresiones amorosas con el fin de contener y aprovechar su poder.
En la última lección, escribiste sobre tu pasado; en ésta, escribirás sobre tu presente. En cualquier momento o a cualquier hora en que tu cuerpo esté dedicado al propósito del amor, te sentirás menos tentado ante los propósitos del miedo.
Comencemos con lo que sería un día típico. Escribe las siguientes categorías:
1. Al despertar
2. Desayuno
3. Actividades de la mañana
4. Almuerzo
5. Actividades de la tarde
6. Cena
7. Actividades nocturnas
Ahora escribe dos versiones de esta lista.
Primero, escribe lo que haces ahora. Sé honesto contigo; nadie tiene que leerlo. Escribe todo lo que haces en el transcurso del día. Describe un día típico en tu vida: lo que comes, lo que haces con tu vida, cómo te sientes cuando lo haces, lo que piensas de los demás, y así por el estilo.
Si lo realizas demasiado rápido, anotando simplemente “hice esto” o “hice lo otro”, no recibirás el gran valor que conlleva esta lección. Tu tarea —y el regalo que te estás dando ti mismo— radica en ser completamente honesto sobre la forma en que vives actualmente. Esta lección te brinda la oportunidad de observar la habitación donde está el control mental de tu vida y observar la forma en que programas tu experiencia.
Enseguida, escribe una segunda descripción de tu día. En esta ocasión, no obstante, la rediseñas conscientemente. No escribas simplemente lo que estás haciendo o cómo te sientes al respecto; más bien, describe tu día desde la perspectiva de tu mente superior. Escribe sobre la vida que eliges, en vez de una vida impotente ante los efectos de los patrones habituales emocionales y de conducta. Cuando escribes esto, eliges ser tu ser real: un canal del amor de Dios que está aquí para extender amor y realizar la labor de amor sobre la tierra. Permite que el amor dicte tus propósitos y tus planes para el día.
Esto no será necesariamente fácil —incluso habrá momentos en que te sentirás un poco tonto— porque te estás entrenando para que tus pensamientos fluyan en una dirección diferente a la que están acostumbrados. Sin embargo, ésta es la idea. Cuando creas el espacio para el amor en todas las áreas de tu mente, creas un espacio para el amor en todas las áreas de tu vida.
Escribe sobre el día que acaba de pasar o el día que está próximo a llegar. A continuación encontrarás un ejemplo de un rediseño consciente:
1. Al despertar
Al despertar, no dejo pasar mucho tiempo antes de comenzar a orar. Le agradezco a Dios por el día de hoy y le pido que todo lo que haga en el día esté al servicio del amor. Oro por mi familia, mis amigos, mi país y el mundo. Pongo en manos de Dios mi día y le pido que lo bendiga y que yo sea una bendición.
Les doy los buenos días cariñosamente a todos los que veo. Mis amigos o familiares que viven conmigo, o todas las personas que están en mi casa esta mañana, reciben un saludo agradable de mi parte. Por medio de una sonrisa, un abrazo, una palabra positiva; ofreciéndoles un jugo de naranja, hago lo posible para ser una presencia amorosa en sus vidas.
Desde cepillar mi cabello hasta ponerme una linda bata, desde preparar el desayuno para mis hijos hasta animar a mi cónyuge; desde abrir una ventana o una puerta para respirar la belleza de la nueva mañana, celebro y magnifico la bondad que me rodea.
Cuando hay silencio, aprovecho la oportunidad para leer las Escrituras o algún tipo de literatura estimulante, para orar y meditar, para reflexionar y contemplar todo aquello que es amoroso y divino, y conscientemente pongo mi día en manos de Dios.
Cuando tengo tiempo, hago algo amoroso por mi cuerpo como levantar unas pesas ligeras, hacer yoga o dar una caminata corta. Hago esto como una bendición para mi cuerpo, sirviéndole agradecida como él me sirve a mí. Aunque no haga ejercicio por un largo rato, hago algún tipo de movimiento. Hago esto a diario para ayudar a mi corazón y mis pulmones y otros órganos vitales, permitiendo que mi piel reciba el alimento del sol, estirando mis músculos para hacerlos y mantenerlos fuertes... cuidando mi cuerpo para prepararme para la alegría y para servir mejor al mundo.
Advierte ahora lo diferente que es esta programación de lo que el miedo puede haber puesto en tu mente. Las ideas de la mente divina están a 180° de distancia de las ideas del mundo, y tú decides —y es tu responsabilidad hacia ti mismo— cultivar o no las ideas que te estimularán para elevarte por encima de tu ser atormentado.
Si el miedo domina tus ideas —si tus intenciones no son amorosas sino algo parecido a Oh demonios, otro día igual al anterior..., no se pueden preparar su propio desayuno..., no me importa lo que él haga..., no me importa mi aspecto..., solo quiero comer algo..., no le debo nada a nadie..., no quiero tomarme tiempo para rezar..., no quiero tomarme tiempo para caminar..., odio mi vida..., ¿qué voy a sacar con todo esto?..., no hay nada que me cause alegría— no esperes entonces que tus apetitos físicos hagan otra cosa diferente a reflejar el miedo que está en tu mente. Y para ti, el miedo ha tomado una forma específica: la compulsión de comer de forma inapropiada.
Te parecerá en ocasiones que no tienes control sobre tu necesidad de comer; y para todos los propósitos prácticos, muchas veces no lo tienes. Pero siempre tienes libre albedrío sobre lo que piensas, y cuando comienzas a pensar de forma distinta, con el tiempo comenzarás a comer distinto. Tu compulsión se disolverá en la presencia de la divinidad.
2. Desayuno
Alimento mi cuerpo esta mañana con nutrición amorosa. No lo perjudico con comidas y bebidas malsanas; más bien, lo sustento con comidas o bebidas sanas que sé que le brindarán vitalidad a mis células.
Con esta comida ayudo a mi cuerpo a que tenga más energía y sea más saludable, así como a estar más alineado con el espíritu en mi interior. Mi cuerpo es un templo sagrado; lo alimento alegremente con alimentos que apoyen mi propósito divino en el mundo.
3. Actividades de la mañana
Paso mi mañana haciendo cosas que contribuyen a mi bienestar y a la luz de mi familia, mi comunidad y mi mundo. Uso mi cuerpo como instrumento de paz, mientras tengo el propósito de compartir la paz con los demás. Mi cuerpo me sirve para hacer el bien y vivir de forma gozosa.
En cada momento, inhalo la perfección del universo y exhalo todo elemento tóxico de mi mente y de mi cuerpo. Mi cuerpo me apoya manifestándose como una fuerza positiva ante todo aquel con quien se encuentra. Mi cuerpo es un templo en el cual mi espíritu reside, apoyándome para extender amor a todo aquel que veo.
En el trabajo, pido ser solo un instrumento de paz. Pido por todos aquellos con quienes trabajo o con quienes me encuentro. Pido por su felicidad y su bienestar. Perdono rápido y trato de no juzgar a los demás.
Pongo mi trabajo en manos del espíritu y le pido que mi trabajo sea para el bienestar de todos. Siento las células de mi cuerpo despertarse cuando pienso en estas cosas; siento mi cuerpo llenarse de energía cuando lo aplico para los propósitos del amor en el mundo.
Cuando hago mis labores, le pido al espíritu que convierta cada actividad mundana en un acto de bondad. Cuando lavo la ropa de mi familia, pienso con amor en los seres queridos cuya ropa estoy a punto de lavar, y siento gratitud por la ropa que poseo. Cuando voy al supermercado, agradezco que pueda costear las cosas básicas que necesito. Cuando paso a recoger algo para un miembro de la familia o hago alguna labor para alguien más, pongo en manos de Dios cualquier resentimiento y le pido que me permita sentirme más ligero al respecto. Sé que mi cuerpo está respondiendo a todos los pensamientos que tengo, y decido pensar con amor. De esta manera, mi cuerpo recupera su salud y su plenitud.
4. Almuerzo
Cuando suspendo mis actividades para almorzar, le agradezco a mi cuerpo por la forma en que me ha servido hasta hoy, y me comprometo de nuevo con su sustento y nutrición. Uso el almuerzo como una oportunidad para nutrir no sólo mi cuerpo, sino también mi alma, Me mantengo lejos de ambientes frenéticos y cultivo la paz mientras como.
Compro comida sana o la traigo de casa. Estoy consciente de que las elecciones malsanas abundan en el mundo que me rodea. No juzgo esas opciones, pero tampoco participo en esta debilidad cultural consumiendo comidas malsanas, aunque sea lo más fácil y disponible para mí. Elijo esto porque sé que es mejor para mi cuerpo y para mi mente. Comprendo que mi cuerpo es un templo sagrado y merece solamente comida nutritiva y reconstituyente.
Agradezco en silencio por mis alimentos: a todas las personas que contribuyeron a la fabricación y a la preparación de mis alimentos, a la tierra por lo que me ha dado y a Dios por el simple hecho de tener algo para comer.
5. Actividades de la tarde
Elijo darle un descanso a mi cuerpo para que tenga la oportunidad de recargarse. Durante mi día, asumo la responsabilidad de encontrar la forma de tomar, aunque sea un breve periodo de tiempo, para que mi cuerpo y mi alma puedan realinearse con el Espíritu, desterrando el estrés de un mundo que se mueve demasiado rápido. Permito que mi cuerpo realice algún tipo de movimiento en la tarde con el fin de revitalizarse. Incluso dar una vuelta alrededor de la manzana es bueno para mi cuerpo y lo programa de una forma sana.
Sigo ofreciéndole afirmaciones positivas de amor y ánimo mientras avanzo durante el día, agradeciéndole a Dios el milagro de mi cuerpo y dedicándolo continuamente al propósito del amor.
Antes de la cena, tomo tiempo para orar, descansar, meditar, hacer yoga, tomar un baño, encender unas velas o incienso en mi habitación, y, además, darle a mi cuerpo y a mi alma la oportunidad de soltar el estrés después de un día muy ocupado.
Valoro el descanso y reconozco su importancia. Sé que solamente yo soy responsable de cultivar un estilo de vida que apoye mi salud, bienestar y serenidad. Sé que mi cuerpo puede reaccionar con una conducta compulsiva si dejo de crear activamente un ambiente pacífico. Rodeo mi cuerpo de paz para que pueda estar en paz.
6. Cena
Mientras preparo la cena, dedico este tiempo tan importante al bienestar y al amor. Me preparo interiormente para ser un vehículo de la bondad del amor. La bondad de mi familia reunida alrededor de la mesa. La bondad de mi compañero o compañera que llega a un ambiente amoroso después de un día estresante. La importancia de que mis hijos sepan que alguien los espera para alimentarlos y escucharlos a la hora de la cena.
Durante la cena, rechazo conscientemente el estímulo frenético del mundo. Apago la televisión y las computadoras e insisto en que mis hijos hagan lo mismo. Preparo una hermosa mesa, quizá con velas o flores frescas. Doy las gracias antes de la cena e incluyo a mi familia. Asumo la responsabilidad de un ambiente sano mientras como, porque sé que dicho ambiente apoya los hábitos sanos.
Cuando cocino, cuando me visto, en mi conducta, y cuando me relaciono con los demás, pido ser una influencia positiva sobre aquellos que amo. Me alimento con comida sana, con palabras sanas, de sana energía a los demás y a mí. Veo la comida que consumo como una forma de agradecer y servir al cuerpo que me ha sido otorgado milagrosamente, y para alimentar a aquellos que amo con actitud y devoción.
7. Actividades nocturnas
Me siento agradecido por haber comido lo suficientemente ligero como para sentir energía y tener una noche productiva. Aprovecho mi tiempo para profundizar en mis relaciones, atender las necesidades emocionales de mi familia, expandir mi mente, incrementar la participación en el mundo que me rodea y ahondar en los misterios de la vida que surgen con mayor claridad en las horas de la noche. Si el clima lo permite, aprovecho la oportunidad para caminar, con la esperanza de ver las estrellas en el cielo nocturno.
Una taza de té de hierbas es mi compañera nocturna, apoyándome para apaciguar mi sistema físico mientras se acerca la hora de dormir. Permito que mi cuerpo y mi alma me revelen sus necesidades y uso estas horas para concluir mi día en forma positiva. Atiendo las necesidades de las personas que me rodean, honrando mi papel como padre, madre, pareja y amigo.
Disfruto mi vida tal como es, honro sus exigencias y honro mis deseos. Tomo el tiempo para comprender en profundidad lo afortunado que soy y me comprometo a vivir cada día más a plenitud. Agradezco por haber vivido este día y le envío bendiciones al mundo.
Al principio podría parecer que una descripción así de positiva es simplemente ficción. Y si has vivido la vida de un adicto activo, esto podría ser cierto. Pero al escribir una descripción distinta de tu vida, creas una línea de posibilidades que no existían antes. No subestimes el poder de tu mente para reprogramar tu experiencia.
Los criterios iluminados de la mente contrarrestan los hábitos disfuncionales. Un solo momento de comprensión interior —mientras das una vuelta por el pabellón de comidas del centro comercial a la hora del almuerzo y comprendes con una claridad impresionante que las principales comidas que ofrecen son malas para ti y que tú puedes elegir de forma diferente, observando a los demás y comprendiendo que la sanación de tus hábitos disfuncionales está ligada íntimamente con el amor que ofreces— te lleva a otro momento de comprensión interior, ofreciéndote un escape de tu relación infernal con la comida.
No es suficiente simplemente leer lo que yo escribí en las últimas páginas. Con el fin de recibir el beneficio de esta lección, debes escribir una descripción de tu propio día. Comienza por escribir algo sobre tu vida presente —describiéndolo simplemente tal como es— y luego lo lees. Permítete ver la brecha entre el miedo actual y el amor en potencia. Reconoce la frecuencia con la que tus pensamientos son débiles, basados en el miedo, y casi con toda seguridad te producen una disfunción.
Ahora escribe una nueva declaración de intención. Un manifiesto de amor hacia todas las cosas que harás durante tu día, y permítete dirigirte suavemente hacia eso. No tienes que hacer nada nuevo, sino más bien imaginarte algo nuevo. Esta nueva arquitectura de tu vida no tiene el propósito de tiranizarte, sino de liberarte.
Una nueva forma de comer, una forma que te transforme fundamental y permanentemente, puede ser solo creada en el contexto de una nueva forma de ser. Tu deseo de comer de forma diferente es un llamado sagrado para que lleves toda tu vida a un nivel más profundo. Si todavía no te sientes así, está bien. Pero de todas maneras escríbelo, porque ése es el primer paso. Y, por supuesto, regresa tu diario al altar cuando hayas terminado.
Reflexión y oración
Sentado en silencio con tus ojos cerrados, visualiza el día ante ti. Con cada acción que sabes que escogerás, visualiza activamente cómo te habrías comportado según tus patrones pasados. Ahora pídele a la Mente Divina que te revele las posibilidades de un ser más iluminado.
Visualiza las cosas que haces; ahora observa más cosas amorosas que podrías hacer, o cómo las harías de una forma más amorosa. Visualízate hablando con agresividad o negativismo, si eso es lo que tiendes a hacer; ahora obsérvate hablando de forma gentil y amable. Visualízate comiendo de forma inapropiada, muy rápido, excesiva o secretamente; ahora obsérvate comiendo de forma apropiada y cuidándote. Cuando le permites al Espíritu que te muestre una nueva forma de vivir, visualizas naturalmente con el ojo de tu mente una nueva forma de comer. Imaginas cómo se ve y se siente alimentar a tu cuerpo de forma amorosa, permitirle a la comida ser parte de una matriz más grande de amor en tu vida. Al imaginar esto, al mantener la visión, y permitir que la visión cobre vida en tu interior, gradualmente comenzarás a experimentarlo.
Querido Dios:
Por favor, enséñame a vivir en el amor.
Que una nueva forma de comer
se produzca naturalmente de una nueva forma de ser.
Te dedico no solo mi apetito,
sino cada parte de mi ser.
Donde el miedo me ha bloqueado,
que el amor ahora me libere.
Por favor enséñame, Señor,
a vivir mi vida
bajo la luz del amor,
donde el miedo ya no tenga cabida.
Amén