Puede ser que ahora estés experimentando el “efecto crepúsculo” de tu antiguo ser, tal como el sol parece brillar más justo antes del atardecer. Tu antiguo ser no se va a ir callado. Insiste en que no puedes vivir sin él, en que es tu ser real, y que todo tu mundo se derrumbará si él no está a cargo de las cosas. No te cantará con alegría: “Nos vemos luego”, mientras se deja sacar con gracia de tu vida. Más bien, es muy probable que le den ataques de histeria en un esfuerzo por convencerte de que no puedes ni jamás lograrás deshacerte de él, así que no vale ni siquiera la pena que lo intentes.
“¿Qué dices?”, dice con alaridos. “¿Crees que vas a lograr liberarte, acabar con tus problemas con la comida, perder peso y empezar de nuevo? ¡Pues estás loco si lo crees! ¡Jamás funcionará! ¡Yo soy tu consuelo; tu fortaleza y tu poder!”. Y por supuesto, lo único que puedes hacer es darte por vencido. Seguir comiendo. No hacer ejercicio. ¿Para qué? Y así por secula seculorum…
No obstante, su intensidad solo es una fachada de su fragilidad. De hecho, tu antiguo ser es tan frágil que se está disolviendo. Al igual que la bruja mala del oeste en la película El mago de Oz se derritió cuando Dorothy le lanzó agua, este fragmento mutante y depredador tuyo ahora se está disolviendo en la nada de donde surgió. Como algo irreal, no puede sobrevivir ante el agua de la verdad. Cuando aceptas la visión de quién en verdad eres, comienza a desaparecer ese ser falso e ilusorio que se hizo pasar por ti todos estos años.
Has entrado con profundidad en el proceso de tu despertar, y de muchas maneras, descubrirás que será tan agobiante como temías. Las emociones salvajes y descontroladas que luchaste tanto tiempo por contener —creando, al actuar de este modo, tus apetitos físicos salvajes y descontrolados— están siendo totalmente agitadas.
Ahora está en todo su apogeo tu proceso de desintoxicación, tanto emocional como físicamente. Puede ser incluso que experimentes síntomas de abstinencia de químicos conforme dejas de consumir ciertos alimentos.
Como comedor compulsivo, has tratado la fiereza de tu naturaleza emocional con lo que irónicamente es un enfoque muy disciplinado de la vida: Ahora vas a comer. Has sido disciplinado, pero disciplinado por el miedo. Lo que puede parecerle a los demás o a ti como una completa falta de disciplina de tu parte, en realidad ha sido un acatamiento estricto a una autoridad interna y dictatorial. El problema es que la autoridad interna es la voz del miedo y la compulsión en vez de la voz de tu verdadero ser.
Conforme tu mente se realinea con tu ser real, tu cuerpo se realinea con su ser real. Como creación divina que eres, sabes con exactitud lo que debes hacer y cómo debes ser, en todos los aspectos de tu existencia. Tus apetitos corporales están programados naturalmente para seguir las instrucciones de una inteligencia divina. Sin embargo, comer en exceso ha sido como un pirata informático que ha reprogramado tu computadora. Lo que estamos haciendo ahora es programarla a su estado original.
Esta reprogramación no puede lograrse de un día para otro. Un aspecto de tu personalidad que ha sido perjudicado por tus tendencias adictivas es la habilidad de tolerar la incomodidad. Cuando sientes la necesidad compulsiva de comer, tienes que hacerlo cuando tienes que hacerlo. Los resultados deben ocurrir de inmediato. Y ahora es muy probable que ejercites la misma carencia de control sobre los impulsos y le impongas la misma intolerancia a tu proceso de perder peso. Lo quieres y lo quieres ahora, y si no ocurre de aquí al jueves, es muy probable que regreses a tus viejas costumbres, porque es obvio que esto no funciona.
Ahora es el momento de ejercitar la disciplina: no de tu apetito, sino de tus pensamientos. Sabes mucho sobre la disciplina del miedo, es hora de aprender sobre la disciplina del amor. El amor es misericordioso, gentil, comprensivo, paciente, clemente y amable. Así debes ser contigo cuando pasas por este proceso.
Nadie tiene que recordarte todos los esfuerzos que has hecho para perder peso en el pasado. No es que no lo hayas intentado. No obstante, la misma violencia que usaste contra tu ser cuando comías demasiado fue la misma que usaste cuando te desviaste de tus propósitos. No eres bueno. Eres un fracaso. Eres débil. Te odio. Vamos a comer.
Ahora observa lo que ocurre cuando asumes un enfoque amoroso ante la pérdida de peso. De alguna manera, estás reaprendiendo a alimentarte de igual forma que una víctima de un derrame cerebral aprende a hablar o a caminar de nuevo. Algunas veces, la acción más pequeña representa el avance más grande. Una mejora mínima puede ser un cambio radical del pasado.
Puede ser que para otra persona no sea algo importante, pero para ti, es extraordinario que te levantes una mañana y no sientas obsesión por lo que vas a comer hoy. Para ti, esto representa un cambio, el rompimiento de un patrón, creado en parte por la labor que has venido haciendo con este curso. Esto formará parte de la nueva persona que terminarás siendo, con una nueva conducta y un nuevo cuerpo. Te mereces todo el crédito por esto.
Por favor lee de nuevo la siguiente frase: Te mereces todo el crédito por esto. No menosprecies el significado de este cambio, pues el más pequeño rompimiento de la cadena de horror abre paso al comienzo de una nueva cadena: una cadena de pensamientos y apetito sanos. Este cambio, aunque pequeño al comienzo, debe ser afirmado, celebrado y tomado como un cimiento; lo cual no es posible si le restas importancia. No tienes el hábito de celebrarte cuando se trata de la forma en que comes, y te debes a ti mismo —y a este proceso— aprender a hacerlo.
La pérdida de peso consciente no involucra odio hacia ti; el odio es una blasfemia, lo cual significa que es opuesto a los pensamientos de Dios. Todo aquello que es contrario a la Mente Divina no puede de ninguna manera ser tu salvación, puesto que tu salvación yace en tu alineación con, y no en contra de, la divinidad. El amor y solo el amor puede sanarte. El cambio milagroso de la percepción significa que vas de odiar lo que has sido, a amar la posibilidad de quién puedes ser ahora.
Debes elegir tu nuevo ser para convertirte en él. Lo importante aquí no es de lo que te estás alejando, sino más bien, hacia lo que te estás acercando. No estás rechazando lo que no deseas, sino reclamando activamente lo que sí deseas.
La única forma de destruir la creencia subconsciente de que comer es la fuente de tu consuelo es reafirmando tu fe en que Dios es la fuente de tu consuelo. Tu relación con la divinidad no es algo que debes aceptar a regañadientes, como si “bueno, si tengo que hacerlo”. Es la relación que más anhela tu corazón, te des cuenta o no. No puedes romper tu hábito disfuncional de hacer lo que te ordena tu mente temerosa excepto a través de continuar construyendo tu relación con el amor. Debes cultivar una pasión por lo que real y verdaderamente quieres, y lo que real y verdaderamente deseas es el amor.
Ese es el significado de discipulado, palabra que obviamente proviene de la misma raíz de disciplina. Tu problema no es falta de disciplina, sino más bien disciplina mal enfocada. Discipulado significa disciplinarte para servir a la divinidad.
La divinidad es la fuente de tu bondad, así como comer en exceso es la fuente de tu destrucción. Servir a la divinidad te lleva a tu propia sanación, así como servir a la mente temerosa te lleva a hacerte daño. Mientras practicas estas lecciones, el falso consuelo dará paso al verdadero consuelo, y la autodestrucción dará paso al sustento y cuidado personal. Todo esto es por una sola razón: para que estés más disponible para el amor.
Si piensas en eso, ¿no es extraordinario cuanta energía gastan los seres humanos evitando la idea de que el amor es la respuesta? ¿A cuántas líneas gratuitas de ayuda has llamado, cuántos médicos has visto, en cuántas clínicas has estado, cuántas cirugías has tenido que soportar, a cuántos seminarios has asistido, cuántas dietas especiales has intentado —que te han costado tiempo y dinero que apenas tenías— en un esfuerzo por tratar de hacer despegar un avión con un solo motor?
El amor no cuesta nada. Ni tiempo. Ni dinero. Ni esfuerzo, en realidad. No obstante, la mente temerosa, la mente que es tu compulsión, hará lo que sea para disuadirte de hacer lo único que tu mente sabe que la hará desaparecer en un instante. Pues la mente temerosa está en su propia búsqueda de auto conservación. No le importa que estés tratando de perder peso, porque sabe que sin la ayuda divina, estarás en sus garras para siempre. En efecto, le encanta hacerte trastabillar con una dieta más a la cual sabe que no te adherirás. De acuerdo con Un curso de milagros, el decreto de la mente temerosa, cuando se trata del amor, es que siempre buscarás, pero nunca encontrarás.
Comienza a prestarle más atención consciente a la forma en que tu búsqueda espiritual se ajusta a tus esfuerzos para perder peso. Expande tu mente a una motivación más emocional para la razón por la que, en primer lugar, quieres perder peso. ¿Es simplemente para verte mejor? Cierto que no hay nada malo en eso, pero por sí solo esto no atrae ningún apoyo espiritual. Como asunto corporal, mantienes tu conciencia atada al nivel del cuerpo y por consiguiente no es milagroso.
Una motivación más emocional sería para convertir tu cuerpo en un recipiente más resplandeciente. Cuando mores con más liviandad en tu mente, morarás con más liviandad en tu cuerpo. En ambos niveles se incrementa tu sentimiento de bienestar. Las decisiones de tu vida mejorarán en general conforme tu mente y cuerpo desarrollan apetitos más refinados. Tus elecciones de alimentos serán más espirituales cuando comiences a ver y a sentir tu cuerpo como parte de una matriz divina de amor. Este es el tipo de impulso milagroso que atrae apoyo cósmico. Alinea tus deseos con un mayor estímulo que va en pos de una vida más grandiosa, la cual está codificada en el funcionamiento del universo.
Tu motivación entonces se convierte no solamente en perder unos kilos, sino en conseguir la iluminación. No la iluminación de alguien sentado bajo un árbol en un lugar muy lejano de una parte remota del mundo, sino más bien la conciencia llena de luz de alguien que puede levantarse en la mañana sin el miedo de una seducción adictiva, de sentirse atraído contra su voluntad en el aturdimiento de la alimentación inapropiada, de alimentos demasiado procesados los cuales no puedes dejar de comer, y de la auto aversión crónica.
Estás en ese camino. La incomodidad de la desintoxicación emocional no significa que el proceso no está funcionando, sino más bien que sí lo está. No permitas que los fantasmas de tus antiguas emociones te acosen ni te desanimen. Se tomó mucho más que un día construir el mecanismo autodestructivo que te causó tanto sufrimiento, y se tomará más de un día reemplazarlo con algo nuevo.
Estás comenzando a entender. Una idea a la vez, una opción más sana a la vez, un momento libre de tus cargas a la vez, estás construyendo la estructura que contiene tu nuevo ser. Como consecuencia, conocerás la alegría. Este proceso te brindará resultados mucho más grandiosos que simplemente el placer de un cuerpo más liviano y más sano. Conocerás la satisfacción profunda de estar a cargo de tu propia vida.
Los cambios sutiles en tu manera de pensar pueden transformar radicalmente la química de tu cerebro. Mientras las voces mundanas pueden argumentar que solo el cambio conductual produce “cambios reales” —mientras que el cambio espiritual es apenas algo más que un juego de niños— la ciencia misma se está actualizando con la sabiduría más antigua respecto al poder de la espiritualidad. Las instituciones académicas más prestigiosas han conducido estudios que comprueban que las personas enfermas que reciben oraciones por su mejoría, salen antes de la unidad de cuidados intensivos, que las personas que asisten a grupos de apoyo espirituales sobreviven mucho más tiempo después del diagnóstico de una enfermedad terminal, y así por el estilo. La espiritualidad es más que simplemente un accesorio a lo que realmente hace falta para perder peso.
Si eres serio respecto a desear el poder de las fuerzas espirituales para ayudarte a perder peso, para ofrecerte al menos un “segundo motor” que te eleve milagrosamente por encima de las fuerzas de la adicción y la compulsión, debes entonces considerar esas fuerzas con un poco más que una deferencia casual. No te gustaría que un doctor del mundo te recibiera en su consulta con prisas; de igual manera, el Médico Divino requiere que pases un poco más de tiempo en su consulta con Él.
Así como lavas tu cuerpo a diario, debes también purificar tu corazón a diario. Cuando por negligencia, olvidas rezar y meditar con frecuencia —lo que significa a diario— dejas abierta tu puerta psíquica, y el ladrón entrará. Cualquier día, consciente y voluntario entregado a Dios, rezando porque su guía esté contigo, y que puedas ser un conducto de amor a lo largo del día, es un día en que quedas protegido del poder activo de tu mente temerosa.
Tus impulsos adictivos estarán alerta al más mínimo descuido de tu parte, y se aprovecharán de la más mínima ocasión (“no tengo tiempo de rezar ni de meditar hoy”, “no tengo que reflexionar en este momento sobre mi conducta; ¡sé lo que estoy haciendo!”, “estoy enojado por una muy buena razón; ¡esto no es cuestión de perdón!”), para regresar corriendo con toda su fuerza negativa y a todo vapor.
El propósito de esta lección es (1) establecer la importancia de “tiempo con el espíritu”: el que te tomas cada día para alinear tu ser mundano con tu ser espiritual, y (2) ayudar a establecer este tiempo como parte de tu rutina diaria. La ayuda más poderosa para esto es la práctica de la meditación.
La verdadera meditación no es una simple relajación, pues involucra un cambio real de la conciencia. Hay muchos caminos para la meditación: cristianismo, budismo o judaísmo; el Libro de Ejercicios de Un curso de milagros; meditación trascendental, védica o vipassana y más. Una práctica seria de meditación es una de las formas más poderosas de desconectarte de tu mente temerosa y de sus atemorizantes dictámenes.
Prestarle demasiada atención al plano terrenal crea una tensión excesiva en el cuerpo. La meditación libera la mente de su apego al cuerpo, liberando por consiguiente el cuerpo para rectificarse. Cuando liberas tu mente de tus apegos físicos por un periodo de tiempo cada día, mejora tu relación con el mundo físico.
Algunas personas afirman categóricamente que no tienen tiempo para meditar. Pero la meditación desacelera el tiempo. Al desacelerar el tiempo, te desaceleras y reequilibras tu sistema nervioso. El estrés produce energía frenética, y la energía frenética produce conductas impulsivas. La meditación, al reducir el estrés, calma tanto tu cuerpo como tu mente.
La meditación es como un sellador que protege tu energía piadosa para que la luz no pueda escapar y la oscuridad no pueda entrar. A nivel emocional, te eleva cada vez más logrando un sentimiento de alegría cada vez más consistente. Al ocurrir esto, la atracción gravitacional de las necesidades autodestructivas se aminora y termina por cesar.
Pero la meditación es más que encender una vela y respirar profundo; es más que pasear por el bosque o declarar una intención hermosa. He escuchado a muchas personas decir: “Yo sí medito. Medito escribiendo en mi diario, leyendo literatura edificante, pasando tiempo a solas”. Todas estas cosas son buenas, incluso las hemos recomendado como parte de este curso. Pero todo esto es relajación, inspiración y contemplación; no exactamente meditación. La meditación es algo más profundo, algo que en verdad cambia tus ondas cerebrales y para eso necesitas una práctica seria de meditación.
Existe una forma de meditación ideal para ti, y puede ser que ya sepas cuál es. Que hagas o no uso de esta medicina de los dioses depende por completo de ti.
Solo recuerda que la meditación es tan poderosa que la mente temerosa te dirá cualquier cosa para hacerte creer que no es poderosa, que no es para ti, que no tienes tiempo para practicarla. “No sé cómo meditar”. (Pero puedes aprender). “Intenté meditar, pero no pude seguir haciéndolo”. Cambia “no pude” por “no lo hice”). Es tu decisión, por supuesto, a cuál voz en tu cabeza escucharás, a cuál voz le creerás, y lo más importante de todo: a cuál voz seguirás.
Si tienes una práctica de meditación, entonces nada puede ser más importante para transformar tu relación con la comida que practicarla. Y si no tienes una práctica de meditación, pero pides en oración que te llegue una, empezarán a caer a tus pies libros o volantes que te llevarán a aquella que es la mejor para ti.
La adicción es una enfermedad espiritual; la oración y la meditación estimulan el sistema inmunológico espiritual. No estás combatiendo la enfermedad; simplemente estás abriendo tu mente a tanta verdad que la condición de la enfermedad ya no puede residir ahí. Tu meta es que la luz penetre en los más profundos y recónditos nichos de tu mente subconsciente, borrando viejos patrones y liberando tu mente a nuevos.
Comer en exceso es un acto de histeria y la meditación es el antídoto más poderoso para la histeria. La histeria ocurre cuando pierdes tu conexión consciente con el universo naturalmente ordenado, y en ese momento traumático tratas de absorber el choque del desorden cósmico agarrando un pedazo de comida en busca de consuelo. Ya se ha dicho lo suficiente de tu separación del amor; nuestro enfoque ahora es regresar a él.
Seguro que has vivido momentos en que el amor ha prevalecido y no te sentiste atormentado por tu compulsión. Momentos en que has pasado por tu cocina y no has sentido la necesidad malsana de comer de forma inapropiada. El problema es que la demencia siempre ha regresado, algunas veces cuando menos lo esperabas. Has aplicado varios esfuerzos para cesar temporalmente la abrumadora compulsión de recrear tu patrón, pero ninguno lo ha detenido por completo. Solo la mano de Dios puede hacerlo.
Por consiguiente, toda esta situación es una invitación al discipulado. Es hora de entregarle a Él todo tu tiempo, todos tus días y todos tus pensamientos. Tu mente es sagrada, pero tú debes encontrar ese conocimiento. Debes aceptar activamente la verdad para recibir su bendición. Pues todo momento que no entregas al amor, será usado por el miedo como tierra fértil para sus propósitos. Elige el amor, para que el miedo no te pueda volver a elegir.
El discipulado es un matrimonio sagrado. Los brazos de Dios es lo único que te puede sostener, mantener y proteger verdaderamente de todo daño. Una vez que has experimentado el abrazo de tu Amado Divino, quizá elijas comprometerte con Él. Prometerás serle fiel y “renunciar a todo lo demás”. Una vez que haces este compromiso, rompes tu relación con el tirano de la compulsión que se ha hecho pasar por tu amante. Esto es de lo que trata el discipulado: un compromiso total que no deja espacio para nada más.
El discipulado es mucho, mucho más que algo ocasional; es un esfuerzo para sumergirte por completo en la luz del amor. Esto hará más que transformar simplemente tu forma de comer. Transformará toda tu vida.
Toma todo aquello que simbolice el sendero de meditación que te atraiga —desde el número de teléfono de un maestro de meditación del que escuchaste hablar, pero todavía no has llamado, hasta el Libro de Ejercicios de Un curso de milagros, o un rosario— y colócalos en tu altar para consagrarlos a la divinidad.
Reflexión y oración
Cierra tus ojos y relájate en tu espacio sagrado. Visualízate en tu templo interior: un lugar hermoso y sagrado. Visualízate recostado sobre una losa blanca y grande en el centro. La losa luce como un mármol frío, pero cuando te recuestas, sientes que estás sobre cojines cálidos y suaves.
Ahora observa al Médico Divino de pie con Sus manos sobre tu cuerpo. El ser divino está extrayendo de tu cuerpo toda la energía que no te pertenece, tanto física como no física. Respira profundo mientras observas esta imagen y permite que sea real para ti. Este conjunto de imágenes mentales no es una fantasía. El Espíritu siempre está presente, no sólo metafórica, sino literalmente.
Continúa con un ejercicio de Un curso de milagros. Con tus ojos cerrados, repite despacio para ti mismo: “En Su presencia entro ahora”. Repite la frase una y otra vez mientras entras cada vez más profundo en un estado meditativo. Permítete pasar por lo menos cinco minutos haciendo esto.
Mientras practicas este ejercicio, con el paso del tiempo sentirás cada vez más su significado. Te ayudará a prepararte para una práctica de meditación formal y abrirá tu mente para absorber su poder.
Querido Dios:
Gracias por las cosas que he visto.
Mientras estuve en la cima de la montaña,
sentí mucha alegría.
Por favor envíame ángeles
para elevarme
y sostenerme siempre tiernamente en sus brazos.
No permitas que la demencia se apodere de mí,
más bien ilumíname para que pueda liberarme.
Coloca mis pies en un camino más elevado
y muéstrame cómo caminar en el amor,
para que pueda encontrar mi camino.
Amén.