DAR A LUZ A QUIEN REALMENTE ERES
Perder peso es una condición controlada o un milagro. Si es una condición controlada, es maravilloso, pero yace en una base inestable. Si es un milagro, descansa en Dios.
No tiene mucho sentido tratar de manifestar tu ser más delgado, a menos que sea un ser delgado con altas probabilidades de permanecer así. De otro modo, terminarás regresando a la esquina del infierno donde tu alma se lamentará horrorizada: “No puedo creer que lo haya hecho de nuevo...”.
Necesitas entonces, algo más que perder peso. Necesitas un milagro. No obstante, cuando estás en el trance de un impulso adictivo, no estás disponible para recibirlo. Con el fin de dar a luz el milagro de tu nuevo ser, debes estar abierto al amor que perfora tu escudo invisible.
Un milagro es un cambio en la percepción del miedo al amor, creando grandes logros en tu experiencia al crear grandes logros en tu mente. Gran parte del trabajo involucrado en este curso ha sido explorar exactamente qué es aquello que temes..., en particular en lo relacionado con los demás. Esta lección trata de identificar cualquier temor que puedas albergar respecto a un aspecto tuyo: tu posible ser nuevo.
El universo, siendo el manuscrito de Dios, es un flujo continuo de amor. No obstante, la mente temerosa intenta bloquear el amor casi con la misma continuidad que el espíritu lo envía. Te mantiene atrapado en patrones repetitivos que evitan que te conviertas en el ser que eres capaz de ser. Siempre y cuando tu mente esté al servicio del miedo, eres esclavo de tu pasado. Solo cuando estás al servicio del amor, te liberas para avanzar hacia un futuro verdaderamente nuevo y diferente.
Es obvio que no sirves de una manera consciente al miedo. El problema es que el miedo permea el éter del mundo en el cual vives, y el miedo cultiva el impulso adictivo. La mente temerosa sabe que si llegas a vivir a plenitud, tendrá que morir. Está literalmente luchando por su vida, al igual que tú.
No obstante, no puedes lidiar de una manera directa con la mente temerosa. No puedes deshacerte de ella luchando contra ella, solamente trascendiéndola; no atacándola, sino reemplazándola. Has pasado mucho tiempo diciéndole no a tu adicción, pero la clave de tu libertad yace en decirle sí a tu posible ser nuevo. El propósito de esta lección es eliminar todas las barreras que todavía te impiden que te conviertas en tu ser más verdadero.
Para convertirte en tu ser más verdadero, debes aceptarlo activamente. Pero no puedes hacer esto si te sientes ambivalente respecto a este aspecto tuyo, o incluso neutral. En la ausencia de una invitación sincera, no puede llegar. Este futuro tú —el que vive las manifestaciones más elevadas de tu potencial divino— no puede atravesar el velo de la mente temerosa y simplemente llegar a ti. Es tu elección —la elección de tu ser actual— si eliminas o no el velo y avanzas hacia ese ser. La única forma de darlo a luz en el mundo es amándolo con todo tu corazón.
Es una gran decisión aceptarlo o no, pues al hacerlo serás uno con él. Y debes estar listo para esto. Sabes en tu corazón que al convertirte en él, perderás algunos aspectos de tu personalidad actual. Tu identidad ha estado ocupada siendo quien eres ahora, aunque estés lleno de ciertos aspectos de temor y autoagresión. Cuando observas tu resistencia, puedes comenzar a eliminarla. Cuando observas tu miedo, puedes comenzar a entregárselo a Dios. Aquello que es posible solo se convierte en probable cuando y si es atraído por el amor.
¿Y quién es tu nuevo ser? Primero que todo, te ama por completo; ¿ocurre eso verdaderamente con el ser que eres ahora? Se siente cómodo en tu cuerpo; ¿es eso cierto con el ser que eres ahora? Tiene una relación sana con la comida: ¿Es eso cierto con el ser que eres ahora? Piensa que eres hermoso o hermosa; ¿es esto cierto con quién eres ahora? Es importante —de hecho, es necesario— darte cuenta de estas diferencias en tu alineación con tu verdadero ser, pues solo así puedes entregarlas a la Mente Divina para su sanación. Si no las entregas, puede ser que llegues a describirlas pero no las eliminarás. Estas diferencias en realidad son la membrana más delgada. Son apenas pensamientos. Pero no hay una pared más inflexible que aquella conformada por ideas llenas de temor. Así como no hay nada que pueda eliminar completamente esa pared más que los pensamientos de amor.
Enfrentemos ahora tu miedo más grande: dar a luz a tu nuevo ser. No es tu miedo a estar obeso, sino tu miedo a estar delgado; tu miedo a sentirte libre, tu miedo a ser un ser extraordinario, tu miedo a ser tu potencial más gozoso. Pues entonces, ¿quién serás? ¿Qué harás contigo mismo? ¿A quién amarás? ¿Quién te rechazará? ¿Qué harás cuando las personas se te acerquen con una vibración o atracción sexual? ¿Qué dirá la gente de ti? ¿Cómo te vestirás? ¿En dónde encajarás?
Usa las páginas de tu diario para hacer una lista de todas las cosas que temes respecto a estar delgado. Ahora escribe una lista de todas las cosas que anhelas experimentar al estar delgado. Advertirás que algunas de esas cosas son muy diferentes, pero algunas son exactamente iguales.
Por ejemplo, puede ser que temas y te encante la idea de verte sexy. Reconociendo la ambivalencia —observando cómo dichos impulsos pueden cancelarse mutuamente— entrégala a la Mente Divina para su sanación.
Enseguida, escríbele una carta a tu nuevo ser. Dile por qué le temes, y por qué te sientes nervioso de que se haga realidad. Dile esas cosas con honestidad y autenticidad. Pero luego dile tu verdad más profunda: que lo amas y esperas que se haga realidad. Descubrirás, en tu relación con tu nuevo ser, que la clave para tener una relación íntima con cualquiera es que quizá sientas miedo, pero de todas maneras deseas continuar. Que sentirte vulnerable en la vida de la forma que el amor lo exige es algo que has intentado evitar, pero has aprendido con dolor que eso no funciona. Que no estás seguro exactamente cómo hacer esto o cómo estar con tu nuevo ser, pero ya no deseas seguir sin él. Le ofreces disculpas por las ocasiones en que lo has invitado para pedirle luego que se vaya.
Estás listo para estar en la seguridad estremecedora de aquello que no se siente siempre seguro, porque ahora sabes que la fortaleza que has construido a tu alrededor no te ha protegido del horror ni del dolor. Estás dispuesto a dejar ir la energía densa de la certeza falsa y adoptar al fin la energía llena de luz del vacío. Pues el vacío ya no te atemoriza; ahora comprendes que el vacío está lleno de amor. El vacío es donde te encuentras: el lugar donde te conviertes en uno con quien realmente eres. Y éste es tu milagro: no que le digas no a la comida, sino que le digas sí a los deseos de tu corazón. Y cuando le dices sí a los deseos de tu corazón, le dices sí a tu ser posible.
Milagrosamente, no estás atado a nada que haya ocurrido antes de este momento. En este punto, la mente temerosa se tornará cada vez más hostil argumentando: “¡Olvídalo! ¡Llevas demasiado tiempo así! ¡No puedes cambiar ahora!”. A lo cual responderás: “Oh sí, sí puedo”. Pues en Dios no hay pasado, sino posibilidades infinitas de un futuro milagroso. La única forma en que el pasado puede arrastrarte de regreso es si tú decides traerlo contigo al presente. Para el adicto a la comida, esto requiere de valentía. Requiere que rehúses la falsa evidencia de un espejo mundano. Pero ahora tú estás viendo a través del espejo, estás viendo a tu ser real del otro lado del espejo.
El universo se especializa en nuevos comienzos, desde el nacimiento de un bebé hasta la aparición de un nuevo amor. Es característico de la naturaleza comenzar de nuevo, así como es característico de la mente temerosa permanecer estancado en el pasado. Tienes la habilidad de cambiar porque eres hijo de la divinidad. El miedo te obstruye, pero la mano de Dios está disponible para llevarte hacia el amanecer de un nuevo día. No te preocupes por lo que eras antes de este momento, porque nada que haya ocurrido antes de este instante tiene poder sobre la voluntad de Dios. Su voluntad es misericordiosa, sanadora, rectificadora y todopoderosa. No importa lo que diga la mente temerosa; no la escucharás si lo escuchas a Él.
Celebra con emoción la llegada de tu ser que ha nacido de nuevo. Prepárate para él como te prepararías para la llegada de una nueva vida, pues en verdad así es. Cada día, observa algo que sabes que son aspectos del ser que ahora está muriendo —algo que quizá no tiene directamente nada que ver con la comida, pero que involucra llevar una vida con una energía más baja de la que ahora estás eligiendo— y déjalo ir. Quizá te deshagas de cosas acumuladas hace mucho tiempo, o te ocupes de un asunto del que hace tiempo debías haberte ocupado. En realidad, ¿no es de eso de lo que perder peso se trata?
Incluso cuando el cambio sí tiene que ver con comida —tal vez deshechas alimentos procesados con químicos, reemplazándolos con frutas y verduras frescas— el punto no es la comida en específico. El punto es que estás dejando ir energía muerta, alimentos sin vida, todo aquello sin vida. Estás eligiendo el vigor y la vitalidad de los alimentos integrales y naturales porque estás eligiendo el vigor y la vitalidad de tu nuevo ser. Estás tomando la decisión de ser feliz. Perder peso es una consecuencia de elegir llevar una vida más feliz.
Las ideas y las emociones que constituyen tu nuevo ser se están fusionando en tu mente, tu corazón, y finalmente en el funcionamiento de tu cerebro. Así como tu sistema nervioso se forma cuando es un embrión, así un sistema nervioso nuevo y diferente se está formando en tu interior. Tu cuerpo está respondiendo en todo momento a las vibraciones de tu conciencia, y aunque algunas vibraciones viejas todavía pueden estar moviéndose en tu interior, estás dando a luz a un nuevo cuerpo. Las células están en una muerte constante dando paso al nacimiento de células nuevas: estás formando literalmente un nuevo recipiente físico.
Existe otro aspecto milagroso que ocurre cuando dejas ir el pasado: puedes recuperar el amor que hasta ahora te habías negado. Cada vez que consumías algún tipo de comida en calidad o cantidad que no era nutritiva, estabas negándote el cuidado de ti mismo. Pero, según Un curso de milagros, el amor que no te das en un momento así, queda guardado en un lugar seguro para ti hasta que estás listo para recibirlo.
Eso significa que todas las horas de alegría que podías haber experimentado, las puedes experimentar ahora. No llegarán de la misma forma, pero reflejarán el mismo contenido. ¿Recuerdas esa ocasión en que fuiste a la playa, y allí te sentiste tan avergonzado que te sentaste en un café apartado y les dijiste a tus amigos que no tenías deseos de caminar por la playa? Pues bien, esa hora existe ahora en el espacio cósmico de la posibilidad como un paseo alegre en la playa que no ocurrió, podía haber ocurrido, y ahora puede ocurrir.
Lo único que puede detenerte ahora es tu falta de imaginación. ¿Podría el universo realmente ser así de misericordioso? ¿Podría la continuidad del tiempo y el espacio realmente ser así de maleable? ¿Podrías realmente deshacer tu pasado en el futuro?
Indudablemente. A menos que Dios no sea en verdad Dios, lo cual siempre es una posibilidad si deseas pensar así. Tus limitaciones materiales son un reflejo de tus creencias, y si crees que no es posible un milagro, entonces no hay razón para esperar uno.
Esperar un milagro es aún más poderoso si te preparas para él. Tu nuevo ser tiene una serie de características de actitud y una serie de hábitos diferentes a tu ser viejo; debes reconocer cuales son algunas de ellas para que puedas alinearte con mayor facilidad con las energías que representan.
En las páginas de tu diario, escribe algunas de las ideas, emociones y actividades de tu nuevo ser. Escribe “Mi nuevo ser” en la parte de arriba de la página, y luego comienza a escribir una lista. Cada línea comienza con: “Yo...”.
Mi nuevo ser
• Yo... nado desnudo en la laguna de mi vecindario.
• Yo... me pongo un traje de baño en la playa y no siento vergüenza.
• Yo... paseo por un centro comercial y no me siento infeliz.
• Yo... me peso en una báscula y me siento orgulloso de mí.
• Yo... me quito la ropa en el consultorio de un médico y no siento vergüenza.
• Yo... sé lo que se siente tener hambre antes de comer.
• Yo... voy a una fiesta y no me siento como que no pertenezco a ese lugar.
• Yo... disfruto estar en el suelo jugando con niños pequeños.
• Yo... me siento orgulloso de saber que mi familia está orgullosa de mí.
• Yo... soy más sensible de lo que solía ser ante el sufrimiento de los demás.
• Yo... veo la comida como un regalo que le agradezco a Dios, del cual nunca abusaría, y me gustaría que todo el mundo tuviera suficiente.
• Yo... disfruto de mi cuerpo.
• Yo... disfruto de cuidar a mi cuerpo.
• Yo... le doy gracias a mi cuerpo y a la alegría que me brinda a mí y a los demás.
Debajo de cada frase, escribe más detalles respecto a lo que aceptas en tu nueva vida. Haz esto hablando en primera persona, como cuando escribes en tu diario:
Hoy fui a la playa, y me encantó usar mi nueva salida de baño naranja con cuentas doradas al frente. Mientras caminaba sobre la arena, disfruté de sentir el sol en mi piel, la forma en que mi cuerpo estaba sano y tonificado, y lo bien que me sentía tan liviana y libre.
Luego escribe estas palabras, o algo parecido:
Alabado sea el señor; Aleluya; Así sea; Amén; o ¡¡¡Fue absolutamente maravilloso!!!
No olvides colocar tus escritos en el altar una vez que termines.
Ahora estás construyendo nuevos senderos en tu cerebro, preparando un hogar para tu ser que está surgiendo. Pero estos senderos deben desarrollarse según tu propio ritmo y tus propias elecciones. Tu nuevo ser no es la llegada de alguien diferente; es el surgimiento de lo que siempre has sido, pero has mantenido oculto por mucho tiempo. No es que algo estuviera mal contigo; es que en el área del peso, algo que está tan bien contigo como con cualquier otro, había sido sepultado por tus necesidades adictivas. Nunca estuviste equivocado; simplemente estabas herido. No es que debas reemplazar un ser defectuoso, sino que debes invocar que entre en operación una vez más tu ser perfecto: quien verdaderamente eres.
La mente temerosa no quiere que creas nada de esto: “Eres malo porque tienes este problema de peso. Eres malo porque no has sabido lidiar mejor con eso”. Pero eres hijo de la divinidad, y la divinidad no es mala. Sí claro, te has desviado de tu camino a la perfección, pero tu perfección jamás fue destruida.
Con el fin de manifestar tu percepción externa, debes encontrar de nuevo tu perfección interna. Pero tu camino no tiene que ser igual al de nadie más. Tu esencia no es algo que se te impone desde afuera; es algo que surge orgánicamente de tu interior. Das a luz a tu ser real ofreciéndote algo que quizá jamás has tenido: el permiso de simplemente ser.
Por cualquiera que sea la razón, y de cualquier manera, tu ser real ha estado agazapado durante años en una esquina de tu armario psíquico. Tu ser real no se ha manifestado en el mundo como demasiado grande; se ha manifestado como demasiado pequeño. Aunque has intentado alimentarlo con desesperación, no es la comida —sino más bien tu permiso, tu aprobación y tu aprecio—lo que hace que tenga la frente en alto lleno de orgullo. Cuando lo alimentas a nivel emocional, él te alimenta físicamente. Pues al darle a luz te conviertes en él. Y el impostor se desvanece.
No es de extrañar que tu apetito no haya sido perfecto: no hay un lugar donde tu ser tenga el espacio psíquico para siquiera existir. Ahora que comprendes esto, puedes permitirle que surja. Puedes dejar de censurarlo. Puedes dejar de ocultarlo. Puedes dejar de abortar emocionalmente tu propio parto y descubrirás que tu ser real, una vez que le permites resplandecer, sabe con exactitud qué hacer, en todas las áreas de tu vida, para emitir una luz brillante y radiante.
No tienes que decirle qué hacer ni cómo ser; solamente debes permitirle hacer y ser lo que ya está programado por Dios para ser y hacer. Una cosa es segura: como todos los hijos de Dios, tu ser real es perfecto y único. Lo último que tienes que hacer es decirle cómo comer: tu milagro yace en permitirle a él que te diga cómo comer.
En un mundo en que todo pertenece al montón, tu ser real es todo menos uno más del montón. Vas a perder peso, pero vas hacerlo a tu manera. Tu ser real posee una sabiduría natural sobre cómo comer de la mejor forma, y una sabiduría natural sobre cómo perder mejor peso. Solo debes saber que tu patrón puede no lucir igual al de los demás. Algunos de nosotros nos movemos en círculos y otros en forma lineal.
Hace mucho tiempo me di cuenta que si voy a mi habitación y me digo: “Está bien. Ahora, tiende tu cama. Ordena tu habitación. Organiza todo”, estoy más propensa a sentirme completamente agobiada por estas tareas. Pero si me digo que cada vez que vaya a mi habitación puedo hacer algo bien —comenzar a tender parte de mi cama, recoger mis zapatos y ordenar los libros de un montón en particular, seguir tendiendo mi cama la siguiente vez que voy a mi habitación, y así por el estilo— terminaré de ordenar mi habitación en la misma cantidad de tiempo que le hubiera tomado a otros hacerlo. Lo habré hecho en una especie de movimiento circular, en vez de recto. Los círculos no son peores que las líneas rectas; simplemente son un patrón diferente.
He descubierto lo mismo con el ejercicio físico. Si me digo que debo hacer ejercicio durante una hora, es a veces difícil para mí; es algo que es probable que no haga de forma tan frecuente como debo. Pero he descubierto que si tengo un tapete de yoga y un par de pesas en mi oficina, y otras en mi habitación, una pelota para hacer ejercicios en el pasillo y una máquina de abdominales detrás de mi escritorio, entonces no me cuesta ningún trabajo —de hecho, lo disfruto— dejar de hacer lo que estoy haciendo durante un par de horas y hacer ejercicio por unos diez minutos, ¡porque se siente bien! Al final del día, he hecho todo el ejercicio que debo hacer.
Comprendo que hay expertos en ejercicios que argumentarían que el movimiento continuo de ejercitarse durante una hora es mejor, pero lo único que sé es que ya se trate de comida, ejercicio, o casi cualquier cosa, he descubierto que debo encontrar mi propio ritmo y honrarlo. Me digo a diario que incluso está bien que dé una caminata o corra por un corto tiempo. Cuando voy al gimnasio, no tengo que pasar allí una hora para sentir que he dispuesto bien de mi tiempo.
Mi relación con la comida es similar. No soy adicta a la comida, por lo que no hay una comida en particular de la cual deba abstenerme. No obstante, siendo comedora compulsiva, dentro de mí sigue el impulso a actuar de esa manera. Si hay un delicioso pastel en mi casa durante un tiempo, es muy probable que me lo coma. He aprendido que es mejor no tener galletas en mi despensa. Pero no me privo tampoco de ninguna de las dos cosas.
Lo esencial para mí es permitirme lo que deseo, porque al hacerlo, me doy permiso de ser quien soy realmente: y quien soy realmente no desea comer en exceso. Siempre y cuando me permita en un restaurante pedir el pastel de frutas, es muy probable que solo coma una pequeña porción. Puede ser que lo único que quiera es una cucharada o dos. Pero, ¿qué ocurre si no lo pido? Es muy probable que después consuma muchas más calorías ese mismo día, como una reacción a haberme privado de algo que deseaba.
Tu ser real, como mi ser real, sabe qué hacer y cómo hacerlo. Pero debes permitirte comprobarlo. Los límites son buenos, pero no pueden ser impuestos con arbitrariedad; deben surgir de tu propia sabiduría interna. Nadie me dijo: “Bajo ninguna circunstancia debes permitir que haya pastel en tu cocina”. No, yo misma lo descubrí. Yo decidí no permitir que hubiera pastel en mi cocina, por amor a mí misma y en reconocimiento de mis propias limitaciones. Si eres adicto y debes imponerte ciertos límites, debes saber que esos límites son un regalo para ti y recíbelos como tal.
A fin de cuentas, tu milagro más grande es éste: llegarás a comprender que estás bien exactamente como estás. Tu ser real desea comida sana, ejercicio estimulante y un estilo de vida activo. Tu ser real no desea los efectos perjudiciales de la comida malsana, y procesada por químicos, ni una existencia sedentaria. Tu ser real sabe qué son esas cosas: una tumba para la persona que solías ser. Ahora has cambiado y esos días se terminaron. Son cosa del pasado.
Vislumbraste el espejo espiritual y viste la persona que se supone que seas, el ser que anhelas ser y ahora has elegido ser. Estás listo para hacer algo más que perder peso. Estás listo para superarte, comenzar de nuevo y ser libre.
Reflexión y oración
Respira profundo y cierra tus ojos.
Visualiza con tu ojo interior una gran fuente de luz surgiendo de tu frente. El agua de la fuente está compuesta por una luz líquida y resplandeciente. Es una fuente de conciencia pura que emana amor, luz y alegría en el aire a tu alrededor.
Ahora observa la trayectoria de luz que comienza a tomar forma, y observa que la forma que toma es el cuerpo físico de tu ser inspirado por la divinidad. Sencillamente, disfruta de esta visión agradable y encantadora. No la juzgues. Solo obsérvala. Estás viendo a quien realmente eres.
Observa esta visión crecer en detalle y solidez, y observa cómo comienza a mirarte. ¿Te dice algo? Recibe el amor y la gratitud que tu ser potencial te envía. Estás celebrando su nacimiento en el mundo; estás renaciendo como uno. Tu ser real ha estado ocultado por demasiado tiempo, y ahora está regocijado al emerger.
Observa lo que hace y cómo se mueve. Observa cómo se expresa a sí mismo. Advierte cómo come. Pasa tiempo con él. Acéptalo. Disfrútalo. Y sé consciente de que tú eres él.
Querido Dios:
En este día,
celebro mi renacimiento.
Lo alabo, lo aprecio,
y lo acepto ahora.
Ayúdame a dejar ir
el ser que era antes,
y a comenzar de nuevo como un ser mejor...
un ser más elevado
un ser sin compulsiones
un ser más alegre
un ser más servicial
un ser más pacífico
un ser más amoroso
un ser más hermoso
el ser que verdaderamente soy.
Querido Dios,
me entrego ahora,
y te doy las gracias
por lo que será.
Amén