Estás ahora en una jornada que una vez que comienza jamás terminará.
Cada vez que piensas en el nombre de Dios, tus células entrarán de una manera más profunda a la alineación divina. Entrega tu cuerpo al amor, viendo que tu única función en esta tierra es un ser cuyas manos, pies, palabras y acciones están al servicio del amor. Haz de esto un juego que practicas imaginando que vives en un mundo sagrado. Pues de hecho, así lo es. Con cada respiración, siente la emoción de inhalar el espíritu de Dios. Todo tu cuerpo se despertará a una nueva y sorprendente vitalidad. Vives en Él y Él vive en ti.
Cuando observas tu mano, ves Su mano. Cuando ves a través de tus ojos, imagina que ves a través de los Suyos. Varias veces durante el día, detente e imagina que tu cuerpo está hecho de luz. Y serás luz.
Sí, perderás tu sobrepeso. Además de este curso, sigue cualquier régimen que te funcione respecto a la comida y el ejercicio físico, y al fin obtendrás la combinación ganadora. Pero recuerda: una vez que has perdido el peso, si vuelves a las formas de pensamientos que estaban almacenados inadecuadamente en tu carne desde un principio, es razonable asumir que el proceso de almacenamiento comenzará de nuevo. Has aprendido algo sobre ti de todo esto: no funcionas bien fuera del círculo del amor de Dios.
Todos los caminos, ya estén llenos de oscuridad o de luz, con el tiempo, regresan hasta llegar a los brazos de la divinidad. Ya sea a través de la luz al final del túnel o la luz que ves en el momento de la muerte, el amor siempre tendrá la última palabra. No debes esperar ni el túnel ni la muerte; puedes escucharlo ahora. En primer lugar, el sufrimiento que has experimentado no fue amor, y ya has sufrido bastante. Ya sabes qué hacer para detenerte.
¿Podrás comer esto o aquello cada vez que quiera? No me corresponde contestar; aquellos con un mejor entendimiento que yo de tus circunstancias físicas, te aconsejarán al respecto. ¿Podrás sencillamente, olvidarte de servir los dictados del amor en todo lo que haces? A eso sí puedo responderte con bastante confianza: No. Por lo menos no sin riesgos. Has entrado en una comprensión profunda de donde tu alma anhela más estar: abrazada con fuerza en los brazos de Dios, sin el más mínimo interés de ir a ningún otro lugar. Fuera del calor acogedor de ese amor, no estás en casa, te sientes agitado al nivel del alma, y es muy probable que hagas algo para manifestar tu agitación. Por cierto, esto no es una mala noticia. Significa que eres un místico de corazón.
Jamás olvidarás lo que este asunto te ha hecho pasar en tu vida; y, en el nivel más profundo, en realidad no lo deseas. Porque cuando te miras en el espejo y solamente ves a la persona feliz, cuyo peso se ha convertido en una fuente de placer y no de dolor, sabrás que has visto un milagro. Sabrás que has aprendido un secreto espiritual que solamente podías encontrar en las profundidades de tu oscuridad y en la cima de tu desesperación.
A pesar de que las lágrimas que has derramado esperando tu milagro fueron lágrimas de alguien que en algún momento se preguntó si en la vida valía la pena el dolor, sabrás en tu corazón que así fue. Pues finalmente te mostró algo sobre Dios y sobre ti. La persona que serás al otro lado de este problema, mientras continúas tu jornada mucho más allá de la estación llamada “pérdida de peso”, tendrá una sonrisa secreta que solo algo mucho más poderoso que la misma pérdida de peso te hubiera podido brindar. No será solo tu cuerpo el que estará renovado, sino también tu corazón y tu alma.
Además, donde irás desde ahora será un futuro diferente del que conocías, mientras todavía estabas atrapado y perdido en el infierno de la comida. Al haber salido de ese lugar horrible, advertirás a aquellos que buscan lo mismo. Y con frecuencia, no más con una sonrisa amable, sino a veces por medio de una acción más notable, estarás disponible para los demás, pues tú has sentido en tu vida el alcance del espíritu invisible del amor.
Serás alguien que, habiendo recibido una sanación milagrosa, puede obrar milagros en las vidas de los demás. Habrá una profundidad en tus palabras que reflejará la profundidad de tu sabiduría bien merecida; una gentileza en tu espíritu que reflejará el toque celestial que te acogió en las profundidades de tu miseria; y un poder en tu personalidad que uno solo encuentra en alguien que ha mirado cara a cara al diablo en su propia alma. Felicitaciones. Este no es el final, es tu nuevo comienzo.
No eres quien eras ayer, no eres quien te habían enseñado a pensar que eras, y no eres tu cuerpo. Eres un espíritu que vive eternamente en el dominio más allá del mundo material, usando un cuerpo físico como un hermoso traje. Y ahora no solo lo sabes. Lo sabes en verdad. No solo es una metáfora, es la verdad.
Tu ser espiritual no es consecuencia de tu ser material. Estaba ahí antes de que naciera tu cuerpo, y vivirá mucho más allá de tu muerte. No es un símbolo; es quien realmente eres. Más allá de tu cuerpo, hay un cuerpo radiante. Y todo lo que has sufrido, incluyendo los horribles caminos que has recorrido a través del infierno de tu forma de comer disfuncional, a fin de cuentas te han servido solo para un propósito: para llevarte donde estás, a este punto, a esta sabiduría y a esta paz.
Siente, no sólo el cuerpo físico, también el cuerpo radiante. Cuando te sientes, percibe tu cuerpo..., luego percibe el cuerpo espiritual que se sienta en tu interior. Simplemente, percibe su presencia: es todo lo que tienes que hacer.
Siente, no sólo el cuerpo físico, también el cuerpo radiante. Cuando te pongas de pie, percibe tu cuerpo..., luego percibe el cuerpo espiritual que se pone de pie en tu interior. Simplemente, percibe su presencia: es todo lo que tienes que hacer.
Siente, no sólo el cuerpo físico, también el cuerpo radiante. Cuando camines, percibe tu cuerpo..., luego percibe el cuerpo espiritual que camina en tu interior. Simplemente, percibe su presencia: es todo lo que tienes que hacer.
Estas son acciones sutiles, no obstante cambiarán tu vida. Pues lo que sientes es lo que alimentas. El hecho de que esto reduzca tu peso es casi fortuito. Has dado a luz a un nuevo sentido del ser. Estás dejando atrás un sentido apenas material de quien eres, y te estás identificando a cambio con el espíritu en tu interior. En el dominio del espíritu, no cargas sustancias excesivas, pues eres amor y solo amor.
Esta jornada acaba con una pesadilla personal e inicia una forma más iluminada de deambular por la vida. Le has pedido ayuda a Dios con tu peso, y has sentido su respuesta; asegúrate ahora de no abandonar esta relación. El peso ha sido una herida en tu espíritu, pero que te ha hecho postrarte de rodillas; y de esa forma, se ha convertido en una bendición. Te ha enseñado humildad, te ha llevado a comprender con más profundidad la maravilla de la misericordia del universo, y te ha llevado a casa a tu verdadero ser. Ahora que has encontrado dichos misterios, no te permitas olvidar lo que te han enseñado.
Ahora sabes que los milagros ocurren naturalmente ante la presencia del amor, y que tu compulsión surge ante la presencia del miedo. Sabes que en cualquier momento en que bloqueas el amor es una invitación a que entre el miedo. Sabes que el miedo alimenta el ego, activa la adicción y hace inevitable tu regreso al dolor. Sabes que cada vez que eliges el amor, aunque la resistencia sea grande, siempre estará ahí para salvarte de ti mismo. Recuerda estas cosas y estarás bien.
Aquello que considerabas tu carga más grande, de hecho se ha convertido en el mayor de tus milagros. Cualquier remordimiento que puedas sentir, cualquier lamento sobre un dolor que ya hayas padecido, se transformará mágicamente en alegría. Toda la felicidad, que te habías negado cuando estabas en medio de tu infierno con la comida, está esperándote ahora, ya que fue colocada en un archivo llamado: “Enviar luego”, mientras comías en exceso. Ahora serás capaz de descargar todas las energías maravillosas, libres y abundantes, que habían sido pospuestas por tu convulsión. Desde el placer de usar unos fabulosos jeans hasta descubrir el valor de la comida fresca y orgánica; desde divertirte bailando hasta la satisfacción de un estilo de vida más sano, disfrutarás de ti mismo de una forma que hace mucho tiempo no te habías permitido, si es que alguna vez lo habías hecho.
Este es un camino que seguirás por el resto de tu vida, no solo para lidiar con los asuntos de comida, sino para encontrar y vivir la versión más verdadera de ti mismo. Trabajarás todos los días para supervisar con atención tus pensamientos; y así no tendrás que supervisar tan atentamente tu forma de comer. Cuanto más livianos tus pensamientos, más livianos serán tus apetitos. Conforme la obesidad mental y emocional desparece, igual ocurrirá con su correspondiente físico. Te convertirás, a través de todas las dimensiones de tu ser, en un ser “lleno de luz y liviandad”.
Abre una vez más tu diario y reflexiona sobre lo que este curso ha significado para ti...: lo que ha sido más difícil, lo que ha sido más fácil, lo que sientes que has logrado, y lo que sientes que continuarás trabajando de ahora en adelante mientras progresas. Describe las cosas que has aprendido sobre ti mientras has seguido este curso, y los cambios que has realizado como resultado de lo que has aprendido. Advierte cómo ha cambiado tu percepción personal al comprender que eres mucho más que el cuerpo de carne que tus ojos físicos perciben.
Echa un vistazo a tu altar y piensa quien eras cuando comenzaste a construirlo, que sabías mucho menos sobre ti, y la gran vulnerabilidad que sentías ante los demonios adictivos que tanto habían aterrorizado tu vida. Independiente de si sientes que todos los demonios ya se han retirado por completo hacia su guarida en los dominios de la nada, advierte lo seguro que te sientes, de que, en algún lugar de tu mente, no estás combatiéndolos solo, y de que la batalla, de hecho, ya ha sido ganada. Ya lo sabes, no lo olvides: hay ángeles a tu izquierda y ángeles a tu derecha; hay ángeles en tu cocina y ángeles siempre contigo. Has pedido ayuda, y has sentido su llegada.
No importa dónde te encuentras en tu jornada hacia la luz, hay algo que has comprendido y debes mantener siempre en mente: la oscuridad quedó atrás. De hecho, la oscuridad se ha ido.
Reflexión y oración
Cierra tus ojos y relájate en un lugar de paz.
Ahora visualiza con el ojo de tu mente la casa en donde vives. Observa cómo viene a visitarte un grupo de ángeles. Tan pronto llegan, empiezan a ocuparse. Primero modifican tu cocina. Luego van al lavaplatos, abren el refrigerador, revisan la despensa. No puedes ver exactamente lo que están haciendo, pero sabes que es bueno. Encuentran ese escondite secreto que tienes y se ríen mientras desaparece en sus manos. Están transformando tu ambiente, convirtiendo todo en luz. Van a tu habitación y abren y organizan tu armario. Limpian los cajones. Están cambiando todo en algo maravilloso.
Luego adviertes que van a todos los lugares de tu vida, desde tu casa hasta tu automóvil, desde tu oficina hasta todos los demás lugares. Adviertes que están llenando el mundo. Cuando miran algo, se convierte en más hermoso; cuando tocan un objeto, se convierte en luz resplandeciente. Y finalmente, se dan la vuelta y te miran. Cuando comienzan a verter luz sobre ti, te ven en la luz que ya está ahí. Su luz resplandece con mayor intensidad cuanto te miran. Ven tu espíritu, vestido con los más hermosos ropajes: el cuerpo radiante, el cuerpo hermoso, el cuerpo bueno.
Se inclinan en honor a tu luz. Y hay gozo.
Querido Dios:
Hoy camino en gratitud
por los milagros que has obrado en mí,
por la liviandad de mi ser
y los cambios que siento.
Que el caos de mi antiguo ser
sea solo un recuerdo ahora, querido Dios.
Gracias, gracias, gracias.
Amén.