Tiempo de preparación: 40 minutos
El pollo es una proteína magra y, como ya lo he adobado y lo tengo listo en mi nevera, ha tenido el tiempo suficiente para impregnarse de aromas y sabores que al mezclarse con la quínoa y la cebolla son ¡uffff! ¡Una delicia!
Pon aceite a calentar en sartén. Luego, agrega la cebolla en cascos hasta que se cristalice (que quede transparente), añades los portobellos y revuelves con una espátula o cuchara de palo. Asegúrate de que el fuego esté medio-alto. Sigues añadiéndole la crema de coco y, por último, la quínoa. Revuelve bien. Finaliza agregándole el pollo que puedes desmechar o picar en cuadritos. Creo que este es uno de mis revoltijos favoritos. Lo sirves en un bol o plato hondo, y le pones las hojas de rúcula fresca por encima y listo. Puedes agregarle cualquier vinagreta al final.
La cítrica es deliciosa (ver receta aquí) y la de mi abuelo es brutal (ver receta aquí).
Si no te gustan los portobellos puedes reemplazarlos por pimentones.