Baśka. «Mi novio dice que soy demasiado guapa para escribir buena poesía. ¿Qué piensan de los poemas que adjunto?». Creemos que es usted, efectivamente, una chica muy guapa.
Tomasz K., Chełm, región de Lublin. «He escrito por casualidad veinte poemas. Me gustaría verlos publicados»… Desgraciadamente, tenía razón el gran Pasteur cuando dijo que el azar solo favorecía a los espíritus preparados. Las musas le pillaron a usted en paños menores, espiritualmente hablando.
K. T., Łódź. «Amo lo bello y lo sublime / Amo las noches y las rosas / Y amo tus miradas felices / Que convierto en mariposas…». Nos gustaría saber cómo se hace eso y con qué objetivo.
C. P., Szczecin. «En lo que se refiere al color verde, soy como un amante en una película erótica. Siento un gran deseo de fijar los cimientos de una fantástica novela en honor a mi amigo el cibernético». Con estas palabras empieza el capítulo Desesperación infinita. Que el título sirva de valoración.
Roland, voivodía de Lublin. La cuestión del sinsentido de la vida es difícilmente desarrollable con la rima «lucha-babucha». Mejor explicarla por señas.
E. C., Gdańsk. «Amaría la vida si amar supiera (sabría), bebería cerveza si beber pudiera (podría)»… Las variantes entre paréntesis nos parecen más flojas.
Bolek, Bochnia. Con su «Salto de longitud» no se ha clasificado usted para los cuartos de final. Incluso un deportista, y no digamos un poeta, debería saber que el verbo acordarse rige la preposición de.
Tysiąc, Masuria. «Y poco cuesta la rima si la espolea la verdad», escribiría en sus sátiras Opaliński.[32] Ay, si hubiera sido redactor del «Correo» seguro que habría cambiado de opinión. Es mucho más fácil la rima si la espolea la fútil invención.
T. K., Płock. En el peor de los casos, un relato puede no tener ni principio ni final, pero el desarrollo parece imprescindible.
Elwira, Puck. La principal virtud del relato titulado «Caricia» es que no está escrito en verso. No podemos decir lo mismo del poema «El sacerdote y la moza».
T. G., Breslavia. «Con el ruido de la elevada cascada / me embriago —negritud de por vida— / Sentado en la verde mesa de una posada / bebo cerveza, repugnante bebida». Es cierto, nuestra cerveza no tiene muy buena fama.
Honorata O. «¡Oh, delirante Quijote de soledad asesina, incluso en brazos de Ofelia serás mi medicina!». Nos preguntamos si Telimena, raptada por Fausto y llevada a Troya, no tendrá por casualidad nada en contra.
Wiesław Cz. El poema titulado «Desde la cunvre de Babia Góra» no acostunvrará a tener suerte en ninguna redacción.
A. K., Słupsk. «Soplos de un cíclope de pasión envuelven nuestra isla». Suena amenazador, pero quizá no tanto como si fuera un ciclón con un solo ojo.
B. J., Gdańsk-Oliwa. Nos encantan los perros y desde pequeños sentimos una clara debilidad por el número tres, pero a pesar de ello el título «Los perros tres» no nos ha animado a seguir leyendo.
Luda, Breslavia. Es cierto que Paul Éluard no sabía polaco, pero ¿era realmente necesario hacer tanto hincapié en ello al traducir sus poemas?
Żegota, Białystok. En el caso de que publiquemos su texto, mándenos, por favor, la dirección actual de Kazimierz Przerwa-Tetmajer[33] para que podamos hacerle llegar el ochenta por ciento de los honorarios en concepto de derechos de autor.
P. G. Z., Wałbrzych. Desde que nos enteramos de que el padre del Flaco era el capellán de la banda de música del cuerpo de bomberos, nos da miedo seguir leyendo. ¿Y si resulta que el tío paterno era, a su vez, un excombatiente que curaba vacas?
A. S., Ciechanowice. El final del poema sobre la primavera: «Amo el mundo y él me ama igual. / Juntos nunca lo pasaremos mal» nos lo sabemos ya de memoria y lo hemos incorporado a nuestra colección de divisas vitales. El resto es, desgraciadamente, más flojo.
A. M-K, Breslavia.
De la bella Breslavia, Anselmo querido,
no verá la luz el texto recibido,
que a pesar del noble y bello contenido
nos ha resultado bastante aburrido.
Marcus, Limanowa. En la primera parte del poemilla, una mala mujer le arranca al protagonista su corazón sangrante y lo arroja a la basura, donde lo devora una rata. En la parte final el protagonista confiesa a la mala mujer que está dispuesto a perdonarla y que su corazón sigue latiendo solo por ella. Disponer de un corazón de repuesto es algo muy poco habitual. Confiamos en que ese caso despierte el interés del mundo de la ciencia.
Pegaz, Niepołomice. Pregunta usted si la vida tiene algún balor. El diccionario de ortografía contesta que no.
«Homo», Trzebinia. Pregunta usted qué opinión tenemos sobre Homero. Hasta ahora, la mejor posible. ¿Por? ¿Ha pasado algo?
Mimu, Cracovia. Ninguno de nosotros fue capaz de descifrar sus manuscritos, que al principio tomamos por poemas. Tan solo en la farmacia consiguieron hacerlo. Los medicamentos se pueden recoger en la secretaría de la redacción.
Wanda Kw., Gdańsk. Lamentamos comunicarle que el escritor por el que pregunta está casado. No tenemos ni idea de por qué.
W. Karb., Cracovia. Pregunta usted para qué un poeta contemporáneo necesita a Kochanowski.[34] Para leerlo.
A. B., Kielce. ¿Es su primer poema y ya nos lo envía para que lo valoremos? Nos parece realmente precipitado. Esas dos estrofas sobre las lilas solo pueden tener valor para la persona a la que están dedicadas. Si el chico no queda con usted para dar un paseo, se las tendrá que ver con nosotros. ¡Ya sabes lo que te toca, Karol!
G. M. Wit., Varsovia. Así que sus amigos le llaman el nuevo Lec.[35] Eso, lo único que demuestra es que lo nuevo no siempre es mejor.
P. G. Kr., Varsovia. Es fundamental cambiar de bolígrafo. El que usted usa comete muchas faltas. Seguro que es extranjero.
J-M. K., Myślenice. Su poema, de momento, carece de actualidad. Seguimos escribiendo: jinete, hormiga, hallé. Si en la ortografía se producen cambios beneficiosos para usted, se lo comunicaremos, sin falta, personalmente.
«Astra», Katowice. Es posible que hace cien años hubiera recibido usted desde la redacción esta respuesta: «¡Adelante, joven! En tus versos diríase resuena una nota sonora e íntima que parece anunciar cuán repleta de lozanos colores llega la alborada de una nueva poesía…». Hoy no podemos escribir así. Demasiado tarde, han pasado ya esos cien años.
Welur, Chełm. «Díganme si mi prosa revela talento». Sí, revela. Pero por suerte para usted todavía sin consecuencias penales.
Melissa V., Cracovia. Cualquier cosa en este mundo se desgasta con el uso, excepto las reglas gramaticales. Utilícelas sin miedo, hay suficientes para todos.
P., Białogard. «Suspiro a ser poetisa». En esta situación, gimo ser redactor.
Karol C., Cracovia. Efectivamente, tiene usted toda la razón. El otoño es algo así como triste.
J. Grot. «¿Puedo escribir para levantar el ánimo del pueblo?». Sí, claro, siempre que lo haga con una letra legible o a máquina.
E. Ł., Varsovia. ¡Intente usted enamorarse en prosa!
Malina Z., Krynica. «¡Cambien lo que quieran, pero publíquenlos!». Los hemos cambiado a fondo y nos han salido los Poemas de Lausana de Mickiewicz. Desgraciadamente, ya publicados.
S-o, Lesbos. ¡Pero si no son más que fragmentos, pedazos, trocitos! ¿Cómo podemos pronunciarnos sobre la calidad de esos poemas si a uno le falta el principio, a otro el final y acá y allá faltan distintas palabras? Nos sorprende mucho que usted, maestra de profesión, tenga una actitud tan dejada hacia sus propias composiciones. Por favor, vuelva a enviarnos sus poemas una vez los haya revisado cuidadosamente y completado allá donde sea necesario.
Lucr., Roma. ¿Cómo? ¿Filosofar en verso? ¿Deshonrar con el razonamiento la sagrada esencia de la Poesía? Los críticos serán incapaces de aceptarlo.
P. C. Tác., Roma. Nos interesa la historia de Roma, así que hemos leído su texto, cómo no. Bastante gracioso, pero ¿por qué actualiza usted tan obsesivamente algunas cuestiones?
M. E. de Mont. Sus Ensayos son una serie de intrincadas exhibiciones de erudición y de caóticas reflexiones sobre temas de lo más variado. No hay en ellos ni rastro de composición, por no mencionar ya la loable tendencia a la sobriedad. ¿Por qué no lo intenta usted con epigramas? Constituyen un excelente ejercicio de concisión intelectual. El lector actual es impaciente, prefiere las formas cortas y, en la medida de lo posible, jocosas. La magnitud de sus divagaciones es algo que saca de quicio.
W. S., Londres. Es una lástima que antes de ponerse a escribir esta tragedia no haya usted estudiado con más detalle las relaciones sociales de la Dinamarca feudal. Desgraciadamente, ha renunciado usted a la verosimilitud a favor del sensacionalismo. Claro ejemplo de ello es el Fantasma del Padre, sin cuya manifiesta provocación toda esa sangrienta fábula no habría podido producirse de ninguna manera. Como materialistas estamos convencidos de que los fantasmas nunca dicen la verdad. Por eso nos resulta imposible creernos una intriga urdida en el más allá y las subsiguientes peripecias las seguimos con resignación. Le aconsejamos que lea más, que salga con mayor frecuencia y tenga más contacto con la realidad, y que escriba menos y que se haga solo aquellas preguntas a las que es posible dar respuesta.