Las guerras más cruentas son difíciles de explicar. Con toda razón, nunca resultarán suficientes los motivos que provocan masacres y ello en parte desencadena la enorme seducción que ejercen las teorías conspirativas al momento de interpretar estos sucesos. El desbalance entre las motivaciones y las consecuencias provoca a menudo poner en primer lugar las segundas para tratar de entender las primeras. Pero no es así cómo se desarrolla la historia. Causas en apariencia pequeñas han desatado guerras enormes. Al comenzar una contienda bélica nadie conoce la dimensión que puede llegar a adquirir en un futuro. ¿Quién podía adivinar que el asesinato de un archiduque serbio provocaría la primera guerra de dimensiones mundiales? Es relativamente sencillo establecer el inicio de una contienda pero es mucho más difícil saber cuándo llegará a su fin. Los conflictos se vuelven más largos de lo esperado, involucran más actores que al comienzo y eso modifica sus alcances y dinámicas. En ocasiones el horizonte no llega a vislumbrarse, los pedidos de paz se frustran.
La Guerra del Paraguay no fue diferente en este sentido. Entender sus orígenes y desarrollo implica comprender parte de la compleja historia previa de la región. Se trata de conocer un escenario de conflictos de largo alcance sobre los que alguna decisión, en apariencia nimia, pudo ser el detonante del inicio de una contienda cuyas consecuencias nadie podía avizorar. La conquista de territorios, el control de vías de comunicación, el acceso a recursos naturales estratégicos y las disputas limítrofes son factores que desencadenaron números conflictos armados durante el siglo XIX. La Guerra de México y Estados Unidos y la Guerra del Pacífico son algunos ejemplos en América. Aunque estas causas de las contiendas podían ser relativamente comunes, las magnitudes eran variables y las consecuencias, a veces, excepcionales.
La Guerra del Paraguay o Guerra de la Triple Alianza fue un conflicto bélico que tuvo lugar entre 1864 y 1870. Enfrentó a los tres países signatarios del Tratado de la Triple Alianza –Brasil, Argentina y Uruguay– contra Paraguay. Las primeras batallas se situaron en escenarios de los países aliados pero hacia 1866 la guerra pasaría a pelearse de manera definitiva en territorio paraguayo. Miles de personas murieron durante esos años a causa de las batallas y también de las epidemias y el hambre. Paraguay fue el gran perdedor y quedó devastado económica, territorial y demográficamente.
La historia es un conocimiento del pasado producido a través de restos conservados y de las preguntas del presente. Ella no busca verdades absolutas, sino verdades situadas. Pensar en las posibilidades que se abrían ante cada paso nos permite quebrar la certeza de lo avenido, quitarle fatalismo a la historia y ampliar sus explicaciones e interrogantes. Esto no significa desarrollar relatos contra fácticos sino plantearse los caminos alternativos que finalmente no se tomaron con el objetivo de pensar mejor el sendero que efectivamente se transitó. En el caso de la Guerra de la Triple Alianza, un acuerdo paraguayo-federal, una firma de paz temprana y un enfrentamiento bélico entre los aliados fueron algunas de las hipótesis barajadas.
Las guerras decimonónicas rioplatenses pueden interpretarse en sentido bidireccional: han sido, como lo afirmó Clausewitz (1832), la continuación de la política por otros medios pero también fueron creadoras de política, de los estados en formación (Rabinovich y Zubizarreta, 2013). Durante el transcurso de la contienda de la triple alianza se conjugaron características propias de la violencia colonial con las de la tecnología bélica ligada a la modernización estatal: la explotación y el avasallamiento de comunidades se combinaron con la masacre de civiles y prisioneros y con el saqueo. Al finalizar la guerra habían muerto decenas de miles de soldados del ejército aliado. La magnitud de víctimas fatales en Paraguay tuvo una escala mucho mayor: más de la mitad de la población paraguaya pereció a causa del conflicto. La escalada de violencia se volvió imparable y factores externos al campo de batalla agravaron la situación. Como señaló el historiador Luc Capdevila (2010), Paraguay sufrió una guerra total, un evento referencial, una experiencia incomparable a los efectos que también sufrieron los países aliados.
El estudio de la guerra como fenómeno histórico plantea con frecuencia algunos dilemas para el investigador. En este caso, el efecto de guerra total sobre el perdedor ha generado fuertes debates morales sobre los abordajes históricos del conflicto. A menudo la nacionalidad de los investigadores es tomada como un argumento. Este libro no tiene como objetivo constitutivo elaborar un juicio moral sobre la contienda, ni busca una reparación de lo que ya sucedió. Tampoco considera que el lugar de nacimiento del investigador sea determinante para el análisis. Es cierto que el historiador no puede desligarse absolutamente del contexto en el que se forma y escribe, pero debe acercarse al conocimiento de su objeto de estudio lo más alejado que le sea posible de sus preconceptos y de la tentación del anacronismo. Se trata de intentar comprender el cómo y el porqué de lo que pasó, no de lo que debería haber pasado o de cómo se podría remediar lo que sucedió. Los más de 150 años que nos separan del inicio de esta guerra contribuyen en favor de la perspectiva histórica profesional.
La memoria sobre esta contienda permea el espacio público, el sentido común, las celebraciones y las disputas políticas actuales en Paraguay. Allí la guerra no es conocida como la Guerra del Paraguay sino como Guerra de o contra la Triple Alianza o Guerra del 70 o Guerra Guasu, que en guaraní significa Guerra Grande. En Argentina se la conoce como Guerra del Paraguay y así la han llamado también los historiadores que han escrito para denunciar los crímenes de la contienda. Puede pensarse que el nombre Guerra del Paraguay relega la responsabilidad aliada. Sin embargo es posible asumirlo como una alusión al espacio en el que se peleó mayoritariamente la guerra o como una referencia a quien fue el principal perjudicado. También puede entenderse como una resistencia a un invasor externo, la guerra que libró el Paraguay. Muchas guerras de la historia tienen diferentes nombres, se ponen en juego allí las representaciones de la historia de cada nación. Este libro tomará todos los nombres de la guerra como sinónimos y no se detendrá en esa polémica ni tampoco pretenderá cerrarla. Se eligió Guerra del Paraguay para el título del libro porque varios actores de la época así la denominaban –muchos de ellos opositores a la guerra– y porque se trata del nombre más conocido en el lugar de publicación. Utilizar exclusivamente el nombre de Guerra contra Paraguay denota un rol más pasivo del país gobernado por López que no se ajusta con los hechos. Ocurre lo mismo con su opuesto Guerra Contra la Triple Alianza. Se utilizarán todas las denominaciones como sinónimos en la medida en que también han sido utilizados por todos los actores involucrados en el conflicto.
La Guerra del Paraguay fue la contienda bélica en la que pelearon y fueron víctimas más argentinos, paraguayos y brasileños en toda la historia de esos países. La sobredimensión de los análisis sobre las resistencias y las teorías conspirativas obturan la capacidad de analizar la guerra que efectivamente tuvo lugar y que no fue menor. Comprender las motivaciones de esos actores, la larga duración y la contingencia que fue marcando el ritmo de los acontecimientos no es adherir a lo que sucedió. Es proponer una mirada de frente al problema. Las consecuencias penosas de la guerra pudieron incidir en reparar más sobre las oposiciones que sobre los apoyos. Sin embargo el conflicto tuvo lugar y nos interroga por ambas dimensiones.
Las guerras decimonónicas pueden pensarse como motor de la formación y transformación de los estados nacionales (Tilly, 1993) y como eventos que develan el entretejido político, cultural y social (Mc Evoy, 2011; Thibaud, 2003). A partir de estas premisas el libro se propone analizar las representaciones de la nación en el discurso de las elites intelectuales y en algunas manifestaciones de la cultura popular durante la Guerra de la Triple Alianza. Si bien el caso de estudio se focaliza principalmente en Argentina no se limita a analizar solamente a lo que allí ocurrió, si no que se tienen en cuenta las relaciones con otros espacios nacionales y regionales. El libro profundiza en las representaciones sobre y desde los otros países beligerantes, a fin de poder establecer en qué medida estas relaciones de alianza y oposición contribuyeron a la conformación de identidades político-comunitarias en Argentina y en la región. El diálogo con las fuentes y con la historiografía de los países involucrados, y con la producción sobre la guerra que se ha generado en otros lugares del mundo, está presente durante todo el trabajo 1 . Se incorporan al análisis otro tipo de identidades político-comunitarias como las partidarias, provinciales, regionales y americana concebidas como todo lo que caracteriza y distingue a un grupo de seres humanos que invoca para sí una referencia de índole política, territorial, histórica y/o cultural.
Este libro entiende a la nación a partir de la definición que proporciona Benedict Anderson en su trabajo Comunidades imaginadas . La nación puede concebirse como “una comunidad política imaginada como inherentemente limitada y soberana” (Anderson, 1983: 23). La nación es imaginada porque sus miembros no conocerán jamás a la mayoría de sus compatriotas, pero sin embargo tienen presente en la mente la imagen de su comunión. Para Anderson las comunidades no deben distinguirse por su falsedad o legitimidad, sino por el estilo con el que son imaginadas. La nación es comunidad porque a pesar de las desigualdades abismales que pudieran atravesarla, existe un compañerismo profundo, horizontal que puede llevar las personas a matar y morir en su nombre, por ejemplo, en una guerra.
Recientes investigaciones han cuestionado el papel exclusivo que Anderson otorgó a la alfabetización y los materiales impresos en el proceso de formación de la nación. Se ha hecho hincapié en la necesidad de complementar el estudio del discurso de las elites con el estudio de la cultura popular. Aunque este campo no formó parte de mi tesis sobre elites letradas durante la guerra se incluirá esta perspectiva durante el libro, en sintonía con la de otros trabajos recientes 2 . Se propone entonces un análisis sobre elites letradas que tiene en cuenta también algunas representaciones de la cultura popular, fundamentalmente a partir de la experiencia en el frente de batalla.
La independencia, el período rosista y la Revolución de Mayo, entre otros temas, han recibido la mayor parte de la atención de los historiadores que se especializan en el siglo XIX de la región del Río de la Plata. Se trata de trabajos que han renovado la historiografía al ofrecer interpretaciones rigurosas, complejas y matizadas sobre la historia. La Guerra del Paraguay ha sido objeto de algunas interesantes renovaciones en las últimas décadas aunque los trabajos en Argentina son escasos en relación a los publicados en otros países 3 .
Con sus diferencias y matices, la perspectiva del relato militar y/o diplomático, dedicado a edificar héroes nacionales y responsabilizar casi exclusivamente a Francisco Solano López por la guerra, fue la dominante y casi excluyente en la historiografía argentina hasta la década de 1950 4 . A mediados de siglo XX estas visiones comenzaron a ser cuestionadas por la corriente conocida como revisionismo histórico 5 . Aunque con sus diferencias, estas interpretaciones estaban motivadas por la búsqueda de impugnación a la tradición liberal mitrista. En los últimos años se presentaron algunos avances respecto del estudio del impacto de la guerra en Argentina. Estos trabajos han integrado algunas perspectivas promisorias 6 . Se trata de escritos algo esporádicos, aunque siempre valiosos, que contrastan con el interés más ordenado y sistemático que han despertado otras temáticas rioplatenses en los investigadores.
La incidencia de la guerra en el proceso de formación de la identidad nacional fue tomada mayormente como un dato y no como un problema. A partir de esta relativa vacancia, se generan algunos interrogantes: ¿Cómo se buscó legitimar una guerra de dimensiones nacionales? ¿Quiénes presentaron una oposición clara y qué representaciones pusieron en juego? ¿Qué otras posturas aparecieron y cómo incidió el desarrollo de la guerra en ellas? ¿Cuáles fueron las representaciones mutuas con Paraguay? ¿Cómo se justificó la alianza con Brasil? ¿Cómo incidió la guerra en la mentalidad de aquellos que tuvieron que pelearla? ¿Y en los que se resistieron a hacerlo? ¿Qué rol desempeñó Uruguay durante el conflicto? ¿Cuál fue el papel de Gran Bretaña? Para responder estas preguntas se tendrá en consideración que los términos utilizados en el debate público durante la contienda no fueron unívocos, ni se ubican en continuidad con el significado que hoy podemos atribuirles (Palti, 2007; Goldman, 2008). El análisis se centra en el período de duración de la guerra aunque en ocasiones habrá referencias a períodos anteriores y posteriores en la medida que faciliten la compresión de los argumentos principales.
El libro se compone de cinco capítulos. En el primer capítulo se ofrece un resumen y reflexión de las causas del conflicto y una síntesis de su desarrollo. Este apartado no proporciona una historia militar del conflicto ni detalla cada una de las batallas sino que construye un relato acotado cuyo objetivo es proporcionar los conocimientos necesarios para entender las referencias a la contienda a lo largo del libro.
En el capítulo dos se desarrolla el análisis del impacto de la guerra en el debate sobre la identidad nacional argentina y otras identidades político-comunitarias. Se puede observar un resurgimiento del mismo en los primeros meses de la contienda y evidenciar los diferentes grupos políticos y sus posicionamientos respecto a la guerra . Se abordan además las representaciones en el frente internacional y en el interno.
Las representaciones de Paraguay y Brasil como “otros” fueron nítidas y recurrentes en el debate público y en el frente durante la contienda. El capítulo tres aborda las representaciones sobre Paraguay esgrimidas durante la guerra, principalmente en el debate argentino, aunque también son tenidas en cuenta las divulgadas en Paraguay y en los otros países beligerantes. Paraguay se presenta en la mayor parte de los discursos locales como lo que Argentina no es o no debería ser. Se distinguen las representaciones del pueblo paraguayo y de su presidente y se analizan diferentes miradas y fuentes. En el capítulo siguiente, el número cuatro, se propone el mismo ejercicio pero con Brasil. Un tradicional rival que aparece como aliado en esta guerra de dimensiones hasta ese momento desconocidas y que proporciona una de las claves para comprender la resistencia local a la contienda. Las representaciones, tanto de Paraguay como de Brasil, fueron determinantes en la construcción de identidades durante la guerra en Argentina.
Por último el capítulo cinco abarca dos casos en apariencia opuestos, el aliado simbólico y el aliado oculto todopoderoso, Uruguay y Gran Bretaña, respectivamente. El libro finaliza con algunas conclusiones que intentan dejar asentados los resultados principales y a la vez abrir nuevas perspectivas e interrogantes.
1 . El corpus se constituye con una selección de más de setenta diarios y periódicos aparecidos en toda la Argentina durante el conflicto y diarios y periódicos publicados en los otros países implicados y en Europa. Se consideran también especialmente los aportes de otras fuentes no periódicas como documentos oficiales, cartas, folletos, testimonios, relatos y documentos institucionales. Además se tienen en cuenta los Diarios de Sesiones de la Cámara de Diputados y de la Cámara de Senadores. Se toman en consideración algunos avances respecto del estudio de la cultura popular a partir de relatos de corresponsales de guerra, memorias, documentación oficial y cantares populares. Aunque el espacio nacional argentino es privilegiado en el análisis se abordan otros espacios nacionales, provinciales y regionales y las circulaciones entre ellos. Periódicos, correspondencia y memorias de Paraguay, Uruguay y Brasil son tenidos en cuenta, así como también la mirada de Europa a través de periódicos y la actuación de diplomáticos.
2 . De la Fuente (2007), Rabinovich (2017), Garavaglia (2016), Fradkin (2012), Di Meglio (2018) entre otros.
3 . Entre otros Salles (1990), Doratioto (2002), Whigham (2010, 2011, 2012), Capdevila (2010), Izecksohn (1997), Maestri (2013). Es preciso destacar también los recientes esfuerzos por conjugar miradas actualizadas de historiadores de diferentes países. Las Jornadas organizadas por Juan Manuel Casal y Thomas Whigham en la Universidad de Montevideo sobre Historia del Paraguay y las ediciones compiladas por Squinelo (2016) son algunas de las iniciativas destacadas. Para un análisis más detallado de la historiografía ver Baratta (2014).
4 . Beverina (1921), Cárcano (1939) son solo algunos ejemplos.
5 . Pomer (1968) y Rosa (1989) entre otros.
6 . Dardo Ramírez Braschi (2000) estudió el impacto de la guerra en la provincia de Corrientes a través del análisis de los periódicos. María Gabriela Quiñonez también dedicó parte de su trabajo al caso de las cautivas correntinas (2013). Por otra parte el libro de Miguel Angel de Marco (2003) estudió la dinámica de los apoyos militares y periodísticos y la vida cotidiana en el frente a través de los cronistas. Las representaciones entre paraguayos y argentinos a lo largo de la historia forman un núcleo central de los estudios de Liliana Brezzo (2002). En los últimos años José Carlos Garavaglia se dedicó al estudio de la contienda y compiló un libro junto a Raúl Fradkin (2016). Los propios aportes de Garavaglia sobre el reclutamiento constituyen una referencia valiosa. Los desbandes de Basualdo y Toledo fueron revisados por Mónica Alabart y existen artículos sobre la prensa y la dinámica partidaria durante la época de la guerra (Alabart, 2015; Navajas, 2008; Pérez, 2016 entre otros). También han aparecido interesantes trabajos sobre las imágenes de la guerra (Díaz-Duhalde, 2015).