Capítulo 4

Hermanos de armas 1

O majestoso Prata bem claro nos ensina, nesta junção feliz de rios tão distantes, que os sul-americanos, por uma lei divina, devem viver unidos, se querem ser gigantes; descem as suas águas das duas cordilheiras, dos Andes argentinos, das Serras brasileiras, e, como dois amigos unidos peito a peito,
abraçam-se no encontro e têm o mesmo leito.

Francisco Otaviano de Almeida Rosa,
ministro plenipotenciario de Brasil, 1866

Aunque en un primer momento se saludó la independencia brasileña con simpatía desde las elites porteñas, no tardó en esgrimirse la imagen del Imperio del Brasil como un gigante desconocido y como rival natural de las Provincias Unidas del Río de la Plata y de la América republicana. La disputa por la Banda Oriental fue una de las grandes claves de la enemistad. Los separatistas farroupilhos de Río Grande Do Sul habían resultado aliados potenciales contra Rosas para las provincias del litoral. Brasil temía por la supuesta voluntad del restaurador de recomponer el antiguo virreinato. Años más tarde el país gobernado por Pedro II se convirtió en un aliado necesario para los opositores a Rosas que conformaron el Ejército Grande al mando de Urquiza y derrotaron al gobernador de Buenos Aires en la batalla de Caseros. Durante la década de 1850 fueron frecuentes las disputas por recursos y tierras en la frontera con Corrientes (Buchbinder, 2004; Bressan, 2017). Un Brasil como Imperio que mantuvo un gobierno relativamente centralizado desde la década de 1850 se erigía como una amenaza cercana. Las representaciones de un gobierno monárquico, estable y esclavista se enfrentaban a las múltiples autonomías en conflicto constante y la opción monárquica descartada tempranamente en las Provincias Unidas.

Los intelectuales rioplatenses escribieron en varias ocasiones sobre algunos aparentes contrastes. A partir de un viaje a Río de Janeiro que realizó en 1841, Florencio Varela describió a esa ciudad como un gran centro de civilización y comercio y la calificó como “la primera de Sudamérica” (Sáenz Quesada, 2009). También se pueden encontrar reflexiones de Juan María Gutiérrez quien se instaló en Río Grande do Sul hacia 1844. Gutiérrez escribió por entonces: “No falta una buena sociedad y sus tertulias pero no se hallan hombres de nuestros gustos, ni de nuestros estudios”. Gutiérrez además consideró que Brasil conservaba las riquezas más importantes de América Latina. Por otra parte, José Mármol residió entre 1843 y 1846 en Río de Janeiro y se maravilló por sus acueductos, jardines y palacios, discurso que se vio edulcorado por su amorío con una brasileña. En el caso de Sarmiento, sus primeras opiniones se mostraron parcialmente negativas en cuanto al grado de desarrollo, civilización y la raza que había poblado Brasil. Esto cambió a partir del papel que jugó el Imperio en la derrota de Rosas.

En 1864, muy cerca del comienzo del conflicto bélico con Paraguay, Pastor Obligado, ministro del gobierno mitrista, consideró de importancia publicar en la Revista de Buenos Aires un artículo titulado “De cómo 22 argentinos rindieron a 500 brasileros” como un recuerdo de “una época de gloria”. Si bien Obligado estaba recordando la batalla de Carmen de Patagones que había enfrentado a la Argentina y Brasil por la Banda Oriental algunas décadas atrás, el título era sugerente de la rivalidad con el Imperio, aún reconocida y sentida hasta por los propios mitristas. El artículo de Obligado se encontraba en la sección Historia Americana y la revista llevaba el elocuente subtítulo de “Periódico destinado a la República Argentina, la Oriental del Uruguay y la del Paraguay. Tan solo unos meses más tarde, el mitrismo y otras tendencias políticas justificaron la alianza con Brasil ¿Qué discursos y estrategias desplegaron? ¿Cuáles fueron las miradas de los brasileños sobre Argentina durante el conflicto? ¿Cómo influyó la convivencia en el frente? ¿Qué pasó entre los aliados una vez que ocuparon Asunción?

El pueblo que en Caseros nos dio su sangre

A fines de 1864 los diplomáticos brasileños desfilaron por Buenos Aires en busca del pacto que precisaban para asegurarse un triunfo y una mejor logística contra el Paraguay. Con el antecedente de Puntas del Rosario y la circulación de rumores sobre una invasión paraguaya a Corrientes, Bartolomé Mitre recibió el consejo de su principal rival político interno que le advirtió en su correspondencia:

He calificado la alianza con el Brasil de odiosa porque así lo es para el país, porque tal es el sentimiento general que V.E. tiene ocasión de apreciar también. Sino lo fue el año 51, en otra situación y con un grande fin, lo es hoy indudablemente. […] Yo no quiero ni imaginar siquiera, que pudiera existir la fatal emergencia de que con una Provincia sola marchase V.E. Yo quiero ver al Gobierno de V.E. rodeado del pueblo todo de la Nación, marchando hacia su prosperidad y mostrándose tranquila en su poder y respetada en su prudencia (Justo José de Urquiza a Bartolomé Mitre, 8 de febrero de 1865. AM).

El sentimiento anti-brasileño era compartido por parte de las elites del litoral y probablemente por una porción de los sectores populares, fundamentalmente los que habitaban la frontera. Urquiza afirmaba que defendería la integridad nacional ante una eventual invasión paraguaya, pero no creía conveniente hacerlo en alianza con el Imperio del Brasil. Mientras tanto, la prensa porteña continuó presionando para que se concretara el acuerdo. La Tribuna fue el periódico más insistente 2 . Pero aunque el discurso que presionaba por la alianza fuera repetido en los principales diarios, se desarrollaba sobre bases no tan sólidas. Las presiones de La Tribuna fueron ridiculizadas por el periódico satírico El Mosquito el 21 de enero de 1865, imagen que reproducimos en la página siguiente.

El periódico satírico de Henry Meyer marcó con su litografía la contradicción de la defensa de la libertad como valor y la alianza con un imperio esclavócrata. Con una ironía de género que hoy resultaría más que cuestionable, apareció representado el editor del periódico La Tribuna defendiendo a un imperio esclavista en nombre de la libertad. La valentía era entonces considerada una característica masculina, ligada también al concepto de hombría, al coraje, el honor y la guerra. En esa visión el vestido de mujer revelaba una postura cobarde, complaciente. El editor aparecía con zapatos de bailarina, como dejándose llevar por la coreografía del imperio. Llevaba una bandera con la corona del Emperador y una inscripción al pie que mezclaba la lección moral con el tono irónico. La mayor parte de las imágenes satíricas de la época no hablaban por sí solas si no que se valían de un texto que intentaba direccionar el sentido. En este caso se denunciaba con ironía en el epígrafe que el imperio no podía defender la libertad porque de esa manera perdía los altos rendimientos económicos que le proporcionaba su sistema esclavista. Las críticas a la alianza en parte de la opinión pública porteña no pudieron frenar su concreción.

Periódico El Mosquito , Buenos Aires, 21 de enero de 1865. HAGN

Dice el epígrafe, al pie de la caricatura impresa:

Señores! El primer derecho del hombre libre es ser libre de opiniones, la libre América nos da el ejemplo de libertad á sus esclavos de las odiosas cadenas que impiden ser libres á los negros que Dios ha hecho libres por su libre voluntad y.… los libres.… la liberad.… por lo demás…. ¡Vivan los abolicionistas del Norte!

Señores! En todos tiempos la libertad ha tenido sus límites! La licencia no es la libertad! Ejemplo: el Brasil. Este Estado, a pesar de sus principios liberales reconocidos, conserva sus esclavos…. Por qué? Porque libertándolos esa libertad se tornaría en licencia. Ya no cultivarían mas la caña de azúcar y el café…. Y ¿á dónde irían á parar los aficionados al café con leche?.... Por tanto griten todos conmigo: ¡Vivan los esclavócratas Brasileros!

Los ministros plenipotenciarios firmaron el Tratado de la Triple Alianza contra el Paraguay en Buenos Aires. Mitre sería el general en jefe y el Almirante brasileño Visconde de Tamandaré estaría a cargo de la escuadra. Las armas no se depondrían hasta derrocar al gobierno paraguayo y no estaban permitidos los tratados de paz sin la conformidad de todos los miembros. El plenipotenciario brasileño Francisco Otaviano de Almeida Rosa consideraba que la alianza con el gobierno de Mitre era fundamental para la logística y estrategia del ejército brasileño. Almeida Rosa aceptó las condiciones argentinas (reclamos territoriales y Mitre como jefe del ejército aliado) y facilitó la alianza en Buenos Aires. El ministro era un admirador de la Argentina y calificaba a los porteños como “yankees del sur” por considerarlos dinámicos emprendedores y liberales.

Una parte del gabinete en Río de Janeiro no recibió de buena manera la firma del tratado. Para algunos la alianza se revelaba como innecesaria y solo hubiera bastado con una suerte de permiso para las operaciones militares brasileñas en territorio argentino. Otros desconfiaban de las pretensiones territoriales de Argentina y algunos temían un plan de anexión de Paraguay por parte de Mitre (Doratioto, 2003). Los liberales brasileños aceptaron mejor la alianza con Argentina que los conservadores, tenían una visión más positiva de Mitre. El entonces comandante Benjamin Constant describió como desgraciada a la alianza que su diplomacia contrajo a fuerza de lo que consideró una falta de patriotismo, mala fe y hasta imbecilidad. Rufino de Elizalde escribió a Saraiva, el antecesor de Almeida Rosa, que no entendía la falta de entusiasmo y críticas en Río de Janeiro a la alianza porque el acuerdo con Argentina, en su opinión, facilitaría el abastecimiento y la cooperación militar lograría que la guerra fuera más rápida.

Las representaciones de Argentina en la prensa brasileña durante la guerra fueron minoritarias en comparación a las de Paraguay, incluso en mayor medida de lo que fueron en la prensa paraguaya. Menos de un 3% de las imágenes desplegadas en la prensa de caricatura sobre la guerra en Brasil correspondieron a la representación del aliado argentino (Silveira, 2009). El periódico oficialista Jornal do Commercio de Río de Janeiro, el más importante del país fundado en 1827, explicitaba dudas sobre el gobierno argentino, creía que podía comportarse como un traidor y emitía advertencias militares. Argentina aparecía como un aliado algo silenciado en Brasil, una incomodidad. La prensa brasileña recurrió a menudo a la caricatura, Semana Illustrada, Paraguay Illustrado, Bazar Volante, O Arlequim, O Mosquito, A Comedia Social, O Fluminense fueron los periódicos que desplegaron estas imágenes ante una población mayoritariamente analfabeta; según los datos oficiales de 1872 solo el 15% de los brasileños estaban alfabetizados. Las litografías de Ángelo Agostini eran las más famosas y fueron las más críticas del accionar imperial en la guerra.

Al igual que en Argentina fueron los primeros años de la guerra los que exhibieron la caracterización más negativa de Paraguay y su presidente (Pires jr, 2017). La dependencia entre estos medios de comunicación y el estado brasileño era evidente aunque tenían sus matices. Semana Illustrada fue lanzada por el alemán Henrique Fleiuss en 1860. Tuvieron a varios generales como corresponsales de guerra en el frente. Representaban una tendencia liberal y al comienzo de la guerra mostraron una imagen favorable de Mitre ante la invasión paraguaya:

Semana Illustrada , Río de Janeiro, 14 de mayo de 1865.

Dice el epígrafe, al pie de la caricatura impresa:

Palabras del General Mitre, Presidente de la República Argentina, al recibir la noticia de la declaración de guerra del cacique López: “En tres días en los cuarteles, en quince en el campamento, en tres meses en Asunción”. Quiera Dios que la fortuna sea favorable para tan valiente aliado.

Semana Illustrada reprodujo la famosa sentencia fallida de Mitre sobre lo rápida que sería la guerra, aunque con una variante de tiempo entre las veinticuatro horas y los tres días en los cuarteles, el texto del periódico brasileño decía “en tres días en los cuarteles, en quince en el campamento, en tres meses en Asunción”. Lo calificó de valiente aliado y a López lo designó como cacique, es decir como el jefe de una comunidad indígena, probablemente con una connotación peyorativa en sintonía con la visión “civilizatoria” de la época. Mitre aparece como un líder seguro, dando indicaciones y con sus seguidores expectantes.

A La Nación Argentina, como portavoz del gobierno mitrista, le tocó la difícil tarea de justificar la alianza con el Brasil. Para sus defensores, esta alianza se fundaba en una idea liberal y civilizadora cuyo opuesto complementario era el presidente paraguayo. La clásica dicotomía del pensamiento occidental otrora trabajada por Sarmiento se retomó para este caso pero esta vez, a diferencia de la caracterización de Rosas, de manera excluyente: civilización o barbarie. Brasil y Argentina, con diferentes tipos de gobierno, se unían por su nivel de civilización e independencia y se enfrentaban a la barbarie paraguaya; la de su gobernante pero también la de su pueblo. El concepto de libertad en el discurso mitrista se utilizó como en las luchas civiles de las décadas pasadas. El diario instaba a la alianza con el Brasil porque eran los gobiernos de aspiraciones más ilustradas y más sinceramente liberales de la América del Sud, una fraternidad de los “pueblos cultos y morales de Sudamérica”. Se sostenía además que el americanismo no servía como idea si no se tenía en cuenta a Brasil, líder regional porque todo el espacio americano estaba amenazado por el gobierno paraguayo. La discusión sobre las formas de gobierno debía dejarse de lado ante los acontecimientos:

Nosotros hemos dicho ya, que en la cuestión presente no se trata de un antagonismo militante entre la idea monárquica y la republicana. La amenaza no ha sido hecha a la República sino a la independencia de la América, amenaza que, llevada a efecto, heriría al Brasil mismo tarde o temprano. Tampoco se trata de una cruzada beligerante contra la España. Rechazar al Brasil de la unión americana, sería en nuestro concepto, la más insigne de las locuras (Periódico La Nación Argentina , Buenos Aires, 8 de noviembre de 1864. BNMM).

El periódico mitrista recurría a valores políticos y morales y a la apelación de la identidad americana, bastante difundida desde los tiempos revolucionarios (Chiaramonte, 1997). De esta forma, se evitaba argumentar con sentimientos nacionales y formas de gobierno diferentes que podían entrar en conflicto. Por otra parte se establecía un corte en lo que concernía a la Madre Patria, la discusión ya no pasaba fundamentalmente por allí, síntoma de que esta guerra había despertado nuevos debates, cerraba el ciclo de las independencias. El recurso de destacar el rol de Brasil como líder regional, con un poderío militar importante, se volvería contra los defensores de la alianza. Esta imagen tan poderosa se vislumbraba como más amenazante que la que se pretendió construir de Paraguay para justificar la guerra.

La alianza con el Imperio Brasileño también fue justificada como una respuesta lógica a la invasión paraguaya en Corrientes. La misma dinámica de la historia la había impuesto, no se trataba de un plan estratégicamente planeado:

“Esa alianza, pues, no es el resultado de una combinación calculada, sino producida por la fuerza de los acontecimientos que la hacen necesaria hoy como entonces, porque ella no surge del interés particular de ninguno, sino de una idea noble que de tiempo atrás viene en lucha abierta y permanente contra el abuso, hijo de la ignorancia, del error y de la ausencia del instinto de la razón en los pueblos envilecidos (Periódico La Nación Argentina , Buenos Aires, 26 de abril de 1865, BNMM).

Aunque una respuesta militar del gobierno argentino ante la invasión paraguaya era esperable, no se deducía de ella necesariamente la alianza ni los términos del tratado. Fue una opción que tomó el mitrismo. Los periódicos porteños en su mayoría apoyaron y defendieron la alianza. La Tribuna se arrogó el triunfo:

Lo que habíamos vaticinado como una obra que necesariamente debía producir el encadenamiento de los sucesos, se ha realizado y la alianza con el Brasil es un hecho consumado ya! Esa alianza que podía haber sido mirada con desconfianza si por desgracia hubiese triunfado la propaganda insensata de los que combatían al Brasil, ha sido aceptada con general aplauso por la opinión pública, por el pueblo, por la nación toda, que hoy comprende que el pueblo que en Caseros nos dio su sangre y sus tesoros para derrocar la tiranía de Rosas, no puede infundirnos la menor desconfianza (Periódico La Tribuna , Buenos Aires, 10 de mayo de 1865).

La apelación a Caseros sirvió para intentar buscar conexiones en el pasado que acercaran al aliado en el presente. La historia proporcionaba elementos para la construcción de identidades y la lucha contra Rosas era el ejemplo más claro y cercano de cooperación entre parte de la Confederación y el Imperio. La comparación de Rosas y López terminaba de completar la referencia histórica del liberalismo porteño. La alianza también fue apoyada en el escrito de José Manuel Estrada sobre Paraguay en el que saludó con fervor la guerra. Se reconocían las rivalidades, pero como algo antiguo que había sido superado y que era solo una muestra de fanatismo. Estrada consideraba que la alianza era muy popular y celebrada 3 .

Los editoriales justificatorios se repitieron en todos los periódicos afines al mitrismo y al autonomismo en diferentes puntos del centro y norte del país. La presencia de Uruguay en la alianza no parecía tener que justificarse. La forma de gobierno del Brasil despertó críticas en otros sectores de la opinión pública. Se trataba de un sistema monárquico, desconocido en estas tierras e identificado por muchos con el atraso. Y además, la contraposición se hacía más evidente al comparar las estructuras sociales: la existencia de una gran cantidad de esclavos dio lugar a que muchos opositores al gobierno tildasen de bárbaro ya no al Paraguay sino al Imperio Brasileño. De todas maneras estas observaciones negativas sobre Brasil se superpusieron a partes del teatro de la guerra oficiales, caracterizaciones negativas de Francisco Solano López y críticas a la inacción de la escuadra del gran país aliado, las mismas que profesaron los periódicos afines al mitrismo 4 .Más que una crítica estructurada y persistente, El Pueblo emitía advertencias al gobierno de Mitre sobre las posibles ocultas intenciones del Imperio 5 (Baratta, 2015b). La Nación Argentina salió a defender la postura del gobierno. Los esclavos no eran los brasileños sino los paraguayos: “Lo único que tienen de imperio es el monarca y esclavos son los paraguayos” (Periódico La Nación Argentina , 29 de abril de 1865, BNMM).

En el litoral argentino la alianza con Brasil despertó algunas simpatías pero fundamentalmente muchas resistencias como en los oficiales entrerrianos protagonistas de los desbandes en Basualdo y Toledo. El Republicano del periodista uruguayo Eduardo Gordon (quien defendió el reclutamiento de la guerra) denunciaba al diario La Democracia de Gualeguaychú de gritar “con toda la fuerza de sus pulmones brasilero” y de ser un “órgano brasi-esclavócrata”. Daba cuenta del apoyo a la alianza de gran parte de las elites políticas durante los primeros meses de la guerra: “La prensa siga cantando ossana al Imperio, en buena hora, nosotros continuaremos arrancándole pedazo por pedazo la careta que cubre su hipocresía y de cada jirón de su vestido, haremos una bandera de alerta para todos los pueblos democráticos del Plata” (Periódico El Republicano , Concordia, 17 de diciembre de 1865. BUNLP.)

La vida en portuñol

En la época de la guerra la población de Brasil rondaba los 9.100.000 de habitantes. Según las últimas estimaciones aproximadamente un 1,5% de la población brasileña participó de la contienda, un porcentaje similar al de Argentina (Doratioto, 2003). Un ejército más profesional y mejor equipado y una escuadra destacada diferenciaban a los brasileños de los soldados comandados por Mitre. El reclutamiento para la guerra en Brasil fue exitoso y afectó al conjunto de la sociedad 6 . La presencia de esclavos en el ejército de Brasil no superaba el 10% (Salles, 1990) 7 . Una participación más extendida de esclavos hubiera comprometido la economía más de lo que la guerra ya la comprometería. Para Brasil la Guerra contra Paraguay fue la primera contienda que implicó la participación de habitantes de todos los puntos del país por una causa común y la que mayor número de brasileños fueron a pelear y murieron de toda su historia.

El jefe de la reunión de todos estos ejércitos fue durante los primeros años el presidente de Argentina. Se puede suponer que esta decisión fue una imposición de Mitre ante un tratado que sabía que sería impopular, pero que por otra parte, lo llevaría a liderar una guerra que le serviría para consolidar el orden nacional reciente. También puede postularse que la decisión de que Mitre fuera el jefe del ejército aliado se debió a que la base de operaciones y primeros escenarios del conflicto tuvieron lugar en Argentina (Izecksohn, 1997).

Las divergencias de los jefes militares brasileños con el presidente argentino fueron frecuentes desde un principio. En ocasiones el ejército a su mando estuvo compuesto en un 80% de brasileños lo que trajo varios problemas con comandantes que se rehusaron por lo bajo a seguir sus órdenes o propusieron diferentes tácticas. Era difícil para los militares del ejército brasileño, más grande, mejor equipado y entrenado, actuar de acuerdo a las órdenes de un general extranjero (Izecksohn, 1997). Luego del triunfo en Uruguayana se produjo el primer conflicto importante. Mitre quiso pasar el Río Uruguay y el almirante Tamandaré avisó que si lo hacía, lo detendría a cañonazos. El emperador Pedro II había llegado al frente de batalla y resolvió el pleito a favor de Mitre. El presidente argentino le comentó al emperador sobre un incidente entre brasileños y argentinos con dos soldados heridos y otros problemas con los víveres. En Buenos Aires se llegó a rumorear que Tamandaré preparaba un ataque a la Argentina. Las desconfianzas eran mutuas pero la alianza imponía acuerdos.

Tuyutí. Campamento brasileño. Bate & cia. 1866.
Acervo digital Biblioteca Nacional de Uruguay

Los ejércitos tenían sus uniformes diferenciados y su forma particular de tocar música. Los soldados argentinos se mostraban sorprendidos por la música constante de las bandas brasileñas ante las celebraciones por el natalicio del emperador Pedro II (González Cejas, 2013: 65). Algunos testimonios de oficiales argentinos hablaban acerca de una mayor lentitud en el pasaje de las tropas brasileñas a causa del ritmo musical que marcaban sus bandas. Existen indicios para pensar que las celebraciones religiosas se oficiaban por separado porque los testimonios hablan de izamiento de una bandera nacional, por el idioma y por lo que se puede observar en las fotografías. Argentinos y brasileños compartían espacios de sociabilidad en bailes y tertulias aunque acudían y se retiraban en grupos separados. Los brasileños eran representados guardando más la compostura que los argentinos en esos eventos. En las pinturas de Cándido López los batallones brasileños se ven más nutridos y con ropa más oscura. Las banderas naciones eran siempre un elemento destacado que aglutinaba a los contingentes.

Corrientes fue base de operaciones del ejército brasileño durante un largo tiempo. Allí tenían sus depósitos, parques, establecimientos pirotécnicos, algunos hospitales y proveedurías. Si bien Brasil había sido un factor de gran ayuda para Corrientes en su objetivo de lograr la caída de Rosas, durante la década de 1850 habían sido frecuentes las fricciones con el Imperio. Estos antecedentes no ayudaron a una convivencia ya de por sí conflictiva. A los oficiales argentinos no les agradaba ver tantos “mestizos que hablaban portugués”, dando vueltas por Corrientes, temían por una invasión. Se rumoreaba que el imperio buscaba expandir sus dominios a territorios menos cálidos. El Independiente de Corrientes compartió esta postura: “Fijémosnos en nuestro pasado que aún vive en lo que somos hoy, y pasemos la vista al porvenir que nos espera, y convendremos sin vacilar que el gobierno del Brasil es nuestro enemigo en común y debemos unirnos, para defendernos de él, o combatir y exterminarlo si fuese necesario” (Periódico El Independiente, Corrientes, 7 de febrero de 1865, citado en Ramírez Braschi, 2004; 70) 8 . Por otra parte, los periódicos porteños acusaban a los brasileños por la muerte de dos oficiales, Campos y Martínez.

Misa de las fuerzas brasileñas en la Iglesia de Rosario. Fundación Biblioteca Nacional de Brasil

Benjamin Constant manifestó su desagrado con la ciudad y con los correntinos a los que describió como “cínicos y ordinarios”. El problema de convivencia entre correntinos y brasileños escaló hasta a niveles violentos que provocaron muertos y heridos entre los aliados 9 . Constant opinió que la alianza le parecía una desgracia, creía que los argentinos eran más enemigos que los propios paraguayos porque no había para él “maior inimigo do que aquele finge ser nosso amigo” (Constant, citado en Lemos, 1999: 163). Se mostraba enojado porque el esfuerzo de la guerra recaía de manera mayoritaria en el ejército brasileño. Un editorial del periódico oficialista de Río de Janeiro Jornal do Commercio definió a los argentinos por su origen español. Los periódicos de Buenos Aires y Montevideo se quejaban por la larga estancia de la escuadra brasileña en inactividad. Jornal do Commercio criticó esta actitud quejosa. Culpó al “carácter español”, que siempre estaba en constante revolución. Calificó a las actitudes ansiosas como “españoladas”. Se superponían en el argumento las identidades en disputa de la época previa a las independencias. Brasil poseía la mayor parte de los recursos militares y por ese motivo era el único que podía protestar 10 .

Los periódicos brasileños no ahorraron críticas al presidente argentino por su actuación militar en Curupaity, otros pusieron en duda su lealtad y también lo responsabilizaron por la prolongación de la guerra. También algunos sugirieron que los planes de Mitre sobre Humaitá eran en realidad un ardid secreto para destruir la escuadra. El logro de la toma de Humaitá se la adjudicaron exclusivamente al ejército brasileño. Mitre fue representado como interesado en prolongar la guerra para hacer negocios y también como un jefe militar inútil. En la caricatura de un importante periódico paulista aparecía sentado a la mesa y Caxias le sirve en bandeja la fortaleza de Humaitá. La imagen fue publicada en agosto de 1867 antes de la renuncia definitiva de Mitre. El mayor peso que llevaba el ejército brasileño en la guerra fue un tema constante en la prensa y la correspondencia.

Periódico Cabriao, San Pablo, 25 de agosto de 1867. Biblioteca Nacional de Brasil.

El epígrafe dice: Caxias: Muy bien, señor Mitre, ¡V.E. llegó a la hora justita de la comida. Mire ahí está calentita y preparada la bandeja; me esforcé y creo que no se quedará descontento. Le recomiendo este magnífico gran pastel... pero cuidado con algún hueso... V.E. se puede atragantar por su cuenta.

Argentina y Brasil tenían sus hospitales propios aunque la sanidad brasileña estaba mejor provista y organizada. El ejército brasileño contaba con once hospitales, tres de ellos estaban emplazados en Corrientes. Existieron algunos problemas porque los brasileños no querían auxiliar a los enfermos argentinos. El cólera estaba azotando el frente de batalla hacia 1867 y Constant escribió entonces que los correntinos culpaban a los brasileños por la epidemia. Según él se había incrementado el odio que les tenían con la difusión de la enfermedad. Denunció que los llamaban “macacos” (monos) y que intentaron incendiar el hospital brasileño 11 . Otro episodio conflictivo fue el de dos comerciantes correntinos que ingresaron al campamento brasileño a vender pan y varios soldados brasileños se enfermaron luego de ingerirlo. Los comerciantes fueron apresados y enviados a Buenos Aires. Allí un médico argentino, el Doctor Molina, ayudó a su liberación porque argumentó no haber encontrado pruebas de ninguna sustancia peligrosa en el pan que habían vendido los comerciantes. La actitud de Molina causó enojo en los oficiales brasileños (Osorio, 1915: 108).

En los periódicos argentinos los reportes por las molestias que causaba oír el idioma portugués no fueron infrecuentes, se temía una suerte de conquista cultural. El Comercio de Entre Ríos –periódico editado por Jorge Alzugaray, opositor al mitrismo– se mostraba preocupado por “contrarrestar la influencia brasilera que avanza al Norte del Río Negro, a los Departamentos fronterizos arrebatándonos millares de orientales con la partida de bautismo que constituye la fe de la nacionalidad y haciendo desaparecer nuestras costumbres y nuestro idioma” (Periódico El Comercio , Entre Ríos, 22 de marzo de 1867. BUNLP). La opinión pública del litoral representó al aliado Brasil como un extranjero, un intruso poderoso. Las alusiones de carácter racista en los periódicos argentinos estuvieron direccionadas a denunciar el carácter esclavista de la monarquía, el “imperio negrero”. Fueron tímidas en comparación a las desplegadas por los periódicos de Paraguay en los cuales Brasil aparecía como el enemigo principal y la animalización era un recurso frecuente en las ilustraciones. En Argentina se buscaron resguardar ciertas formas ante el aliado.

Si bien al pensar en la guerra y la mujer la referencia más inmediata es la de Paraguay lo cierto es que fueron varias las mujeres brasileñas que se involucraron en el frente durante la guerra. Algunas esposas de los oficiales llegaron desde Brasil para acompañar a sus maridos en los campamentos. También se sumaron nuevas amantes y compañeras, enfermeras y costureras. Se tiene el registro testimonial sobre varias mujeres brasileñas que se vistieron con uniforme y participaron de las batallas: Ana Neri, Ana Mamuda, Maria Vareta, Conceicao Barbosa, Rosa María Paulina da Fonseca, Florisbela y Ana Justina Ferreira Neri (Dourado, 2010). También el de una mujer conocida como “María de Curupayty” quien no quiso separarse de su marido y cortó su cabello para participar de las batallas. La única imagen de una mujer con uniforme que se conserva es la de otra joven llamada Jovita Alves Feitosa. Por otra parte, el escritor Joaquim Machado de Assis representó años más tarde la alianza de Brasil con Argentina con el personaje de Dolores en su historia Troca de Datas (1883). Dolores era una bella argentina que se casaba con el protagonista brasileño, quien ya había tenido otras mujeres. La relación con Dolores aparece como la menos violenta de su historial amoroso. En Capitão de voluntarios publicado en 1906 Machado de Assis cambió su visión de alianza amigable y sostuvo que la guerra había que hacerla contra los argentinos.

Juan Ibañez era un habitante de la Rioja que durante la época de la guerra tenía aproximadamente 19 años. En 1921 le informó al encargado de redactar el informe de folclore que había peleado tres años en la guerra y le detalló una vidalita riojana que hablaba de los brasileños durante la contienda. Aparecían representados como avaros, desorganizados y no tan valientes: “¡A la carga, muchachos! / ¡A la carga, brasileros! / Por el costado derecho / Rompan el fuego / Tiren nomás sus banderas / Que yo las he de seguir / Soy militar constante / Cargado de munición / Al pie de nuestra bandera / Mi gusto será el morir / Decile a Pedro Segundo / Que tire nomás sus líneas / Que no esté con tanto miedo / Por algunas esterlinas”. La experiencia de la guerra muy probablemente incidió en una afirmación de la propia identidad nacional y quedó en la memoria emotiva de quienes allí pelearon.

En 1902 se publicaron las cartas del marqués de Caxias al conmemorarse el centenario de su nacimiento. Allí se mencionaban sus desacuerdos sobre el mando del ejército aliado y su desconfianza hacia las capacidades del presidente argentino. Manifestó que Mitre podía ejercer cualquier tarea menos ser general. Mitre contestó indignado desde La Nación : “quien jamás tuvo la iniciativa ni siquiera la idea de ningún plan de operaciones nunca hubiera imaginado que falsificara la historia… si alguno le cuadra la acusación es a él mismo negando los títulos de general a quien daba lecciones militares” (Rosa, 1985: 205).

Una nación también americana

A pesar de las primeras alabanzas, la alianza con el Imperio del Brasil explicó gran parte de la impopularidad de la guerra en Argentina. Los opositores al mitrismo y a la guerra consideraron unánimemente al Imperio del Brasil como el gran responsable del ingreso de Argentina a la contienda y como quien manejaba los hilos de la misma en unas sombras que era preciso develar. Miguel Navarro Viola escribió en los albores de 1865 su trabajo Atrás el Imperio, un estudio de la conformación histórica del Brasil, en el cual que intentaba demostrar sus ansias expansionistas. Allí denunciaba la complicidad del gobierno argentino y la mayoría de la prensa porteña en la invasión a la Banda Oriental como una “vergüenza” en la que había que “dejar de callar y retomar Ituzaingó” contra “los piratas brasileños” 12 .

La publicación del Tratado de la Triple Alianza por parte de la diplomacia británica en la prensa europea y su posterior llegada al Río de la Plata fue un verdadero escándalo. Los términos del tratado con Brasil se volvieron objeto de debate hacia mediados de 1866. Carlos Guido y Spano en su “El Gobierno y la alianza” opinaba que: “La alianza actual con el Imperio del Brasil y la Confederación Argentina es nula constitucionalmente, y es nula ante el derecho de gentes, porque ha sido contratada por quien no tiene la representación nacional y porque es impuesta por otra de las partes contratantes, faltando aún la apariencia del consentimiento nacional” (Periódico La América , Buenos Aires, 4 de marzo de 1866. BUNLP). La representación nacional no la tenía entonces el gobierno. Los opositores a la guerra estaban disputando así la titularidad de la identidad nacional. Utilizaron a menudo conceptos como independencia, civilización, libertad e igualdad civil para definirla. Conceptos políticos íntimamente interconectados que representaban lo que para ellos Brasil no era y sí Argentina, en exacta oposición al discurso mitrista que ubicaba estas mismas cualidades del lado de Brasil.

El tratado de la alianza era visto desde los opositores como una imposición del Imperio; el gobierno argentino aparecía como títere de Pedro II. Para La América , Brasil se trataba de un enemigo más fuerte que las potencias europeas porque acechaba desde la cercanía y atacaba con su potencial militar, admirado en muchos periódicos de Buenos Aires 13 .Se trataba de un imperio esclavócrata en oposición a los gobiernos democráticos: “El pueblo argentino ha formado su historia con sus sacrificios por la independencia, la libertad y la república; que no la manche derramando su sangre y sus tesoros por la conquista, la esclavitud y el imperio”. (La América , Buenos Aires, 16 de febrero de 1866 BUNLP). Había un elemento esencialista, no biologicista pero sí primigenio en la definición de la identidad. La apelación a la raza lo demostraba. Brasil no era solo el gran país vecino sino que también su historia, sus costumbres, su esencia y características culturales. “La esclavitud subsiste y subsistirá en el Brasil no solo porque es una necesidad de su riqueza, sino porque tiene un fuerte apoyo en el sentimiento y en los hábitos de la nación. Allí está la riqueza, el lujo, el orgullo exaltado de la raza portuguesa llevado a la locura, allí el despotismo unido a la avaricia, la ambición reforzada por el desprecio de todo lo que no es brasilero”. (La América , Buenos Aires, 16 de febrero de 1866. BUNLP).

Las duras críticas a la alianza en la opinión pública sonaron en diferentes puntos de la Argentina. Córdoba y Santa Fe fueron provincias que hicieron sentir también su oposición a través de algunos de sus periódicos y se burlaron de quienes defendieron la alianza en un primer momento. El diario Provincias Unidas de Córdoba citó al New York Herald en 1868 para decir que el imperio del Brasil no pertenecía a la América sino que era una rémora de la antigua Europa 14 . El Tiempo de Santa Fe remarcó la insistencia destructora del Brasil con la guerra.

La alianza con el Imperio del Brasil fue la obsesión de Juan Bautista Alberdi durante la guerra 15 . El acuerdo convertía a Argentina en un feudo del Imperio e iba a contramano del movimiento mundial que transformaba a las confederaciones en naciones. Brasil estaba intentando hacer lo que otrora había realizado Portugal. La guerra era una rémora tardía y deformada del pasado colonial. Un intento por revivir ese pasado. Con esta operación los opositores a la guerra intentaban reformular su americanismo, necesitaban un representante de las potencias coloniales en América para poder dar cuenta de la persistencia de esa identidad 16 .La legitimidad de Brasil para encarar la guerra era nula: “Si la civilización es la igualdad civil ¿es el Brasil con sus cuatro millones de esclavos, el llamado al llevarla al Paraguay” (“Crisis permanente…” en Historia de la Guerra del Paraguay , 1962: 172). Para Alberdi el clima prefiguraba temperamentos, la geografía condiciona las historias. Los idiomas eran barreras, la sangre separaba. La nación, aunque geográficamente determinada, ya no era meramente un territorio o un gobierno:

Es más fácil que Río Grande y Matto Grosso dejen de ser brasileros para ser independientes, que Montevideo deje de ser independiente, para ser portugués de sangre y de idioma. La paz exige dejar a cada clima su raza histórica y normal… los verdaderos límites de las naciones no son los ríos ni las montañas, sino los climas y las latitudes, que deciden no solamente las leyes de las naciones como dijo Montesquieu, sino de las naciones mismas. La geografía no es un simple hecho de orden físico; por su influencia sobre el hombre, es también un hecho de orden histórico y moral (“La disensiones…” en Historia de la Guerra del Paraguay , 1962: 126 y 127).

La nación para Alberdi se trataba de una comunidad de rasgos compartidos difícilmente asimilables a otra de características muy diferentes. La guerra no sería nunca exitosa porque había revelado estas particularidades nacionales. La oposición a otro, en este caso al tradicional rival brasileño, reforzaba la propia identidad. Por otra parte la rebelión federal liderada por Felipe Varela también identificó a Brasil como el enemigo 17 . Entre los cantares populares que refieren a la revuelta de Varela también se encuentran referencias a Brasil como rival y en contraposición a una patria o nación argentina 18 .

En 1869 se suscitó la polémica epistolar entre el entonces ex presidente Bartolomé Mitre y el periodista uruguayo Juan Carlos Gómez. La polémica tuvo amplia resonancia en los periódicos de la región e incluyó otras participaciones. Gómez no dudaba de la justeza de la entrada argentina en la guerra pero era muy crítico de la alianza con Brasil. Desde Montevideo, el político republicano brasileño Quintino Bocayuva participó de la discusión para valorar la postura de Mitre. Le escribió una carta a Héctor Varela, el director del periódico La Tribuna , enojado por las palabras de Gómez. En su carta, Bocayuva expuso la contradicción del discurso americanista de los opositores para hablar de esta guerra entre países americanos. Se trataba de una fuerte reacción ante el discurso antibrasileño dominante en Argentina durante la contienda. Bocayuva manifestaba que Brasil era también americano; evidenciaba que para la época ya era problemático no verlo de ese modo. Él se manifestaba herido en tanto brasileño ante los ataques. Se sentía además unido a Argentina y Uruguay como hermano por sus valores de libertad y democracia y por la decisión de enfrentar la tiranía. En esta intervención se citaban para defender a la guerra argumentos casi calcados de la oposición americanista, la unión a partir de la democracia y la fraternidad. La alianza había sido necesaria y había que reivindicarla:

tenía el deber, como brasilero, de hacer una manifestación pública del respeto y de la admiración que me inspira la noble y valerosa actitud asumida por el ilustre general don Bartolomé Mitre, en una cuestión en que, por incidente, se lastima, sino el honor, al menos la justa susceptibilidad de mi patria. […]Pero desde que, a lo menos en apariencia, se busca plantear como un principio ese sentimiento de perpetua hostilidad contra una nación también americana seame permitido, en defensa de las ideas que he sostenido siempre, contestar al eminente publicista platino. […] ¿En qué pudo ser funesta la alianza del Brasil y cómo pudo ella esterilizar los sacrificios hechos por la Confederación Argentina? (Quintino Bocayuva, Montevideo, 14 de diciembre de 1869). 19

En su quinta carta de la polémica, Gómez reconocía esta utopía del sueño americanista que era en su caso excluyente del Brasil. El proyecto, a la luz de todos los sucesos, se revelaba complejo y el mismo Gómez lo reconocía: “Utopía, sueño desvarío, llámelo como Ud. Quiera; yo estoy persuadido desde muy atrás que sus antecedentes, sus intereses y las exigencias de su porvenir han de llamar, tarde o temprano, a los pueblos españoles del Oriente de Sud América a organizarse en una nación republicana”. (Juan Carlos Gómez, 18 de diciembre de 1869). El de Gómez era un americanismo restaurador de la unión del virreinato porque remitía a lo español aunque desde una convicción anti-monárquica. La restauración del espacio virreinal fue una idea compartida por representantes de diferentes posturas políticas, aunque su carácter utópico era notorio. Todos los actores lo sabían y la contienda se los había mostrado más que nunca, así apoyaran a Paraguay, así al Brasil o a Argentina.

La (auto) destrucción de la alianza

Con el correr de los años los editoriales de La Nación Argentina en defensa de la alianza fueron quedando como excepciones del debate público. Aún los más férreos defensores de la contienda en un primer momento como La Tribuna , comenzaron a mostrar sus reparos. El fenómeno se extendió por la prensa de todo el país, pero con mayor énfasis en la de Buenos Aires y el litoral 20 . No fueron solo los intereses expansionistas los que alejaron a la República Argentina del Brasil. La Tribuna aceptaba que la fuerza de la raza, el idioma, la historia y las costumbres se imponía por sobre la afinidad política o ideológica. Esta visión se replicaba en varios escritos y era resistida solo por La Nación Argentina , en ocasiones El Nacional y sus periódicos afines en el resto del país como por ejemplo en El Centinela del Norte en Catamarca 21 .

El 1 de enero de 1869 el ejército aliado al mando del Duque de Caxias entró en la capital de Paraguay. Pero la ciudad estaba casi vacía y López no estaba allí. Asunción había sido abandonada por los pobladores por orden del gobierno paraguayo un año antes. Los aliados que llegaron a la capital paraguaya se encontraron con una ciudad en donde el pasto crecido avanzaba entre calles habitadas por perros, gatos y palomas. Las casas estaban desocupadas. Los soldados arrasaron con las pertenencias de los asuncenos y quemaron algunas viviendas. Buscaron supuestos tesoros enterrados. Arrancaron puertas y ventanas para hacer fogatas. Existen testimonios que hablan incluso sobre la profanación de tumbas. Asunción fue saqueada y sobre el actual palacio de gobierno se izó la bandera brasileña.

Distintas fuentes coinciden en que la mayoría de los saqueadores fueron soldados brasileños, pero también participaron argentinos y uruguayos. El ejército aliado estaba en ese momento compuesto por una abrumadora mayoría de combatientes del país gobernado por el Emperador Pedro II. Las tropas argentinas habían mermado en número con respecto al inicio de la contienda. En 1869 estaban compuestas por aproximadamente 4000 soldados al mando de Emilio Mitre. El general había dado la orden de no participar del saqueo y organizó el campamento en una zona alejada. Sarmiento, entonces Presidente de la Nación lo felicitó: “Aplaudo la determinación prudentísima de ud. de no entrar en Asunción, dejando a la soldadesca brasileña robar a sus anchas. Esta guerra tomará proporciones colosales en la historia y es bueno que nuestro nombre figure limpio de reproche.” De todas maneras existen testimonios que acreditan que oficiales y soldados argentinos participaron de la rapiña. En Buenos Aires los periódicos estaban obsesionados con marcar la diferencia de conducta respecto de los “bárbaros” brasileños, aunque algunos no dejaban exenta a la Argentina de responsabilidades. En el editorial del 20 de enero de 1869 de La Tribuna podía leerse: “¿Pero la responsabilidad de la República Argentina queda salvada con esto y con la protesta que se dice haber elevado el General Argentino? De ningún modo. La República Argentina es uno de los poderes aliados y la paz, el orden y el respeto a las vidas y fortunas en el territorio paraguayo, forma una de las bases y uno de los fines de la alianza.” 22

Los periódicos brasileños y portugueses hablaban de un desentendimiento grave entre los aliados que amenazaba con la ruptura de la alianza y un posible enfrentamiento. Mientras Asunción era ocupada, el presidente paraguayo resistía en Piribebuy. La guerra no estaba terminada y coexistían dos gobiernos en territorio paraguayo. En la Asunción ocupada se estableció un gobierno provisorio conformado por paraguayos opositores a López. De a poco comenzaron a acercarse algunos pobladores y otros fueron llevados a la fuerza por los aliados. Al saqueo material le siguieron los abusos, violaciones y secuestros. Los periódicos de Paraguay publicaban avisos de familias buscando a sus niños.

Militares brasileños durante la Guerra del Paraguay.1869. Álbum de retratos e vistas referentes ao Paraguai. Acervo digital de la Biblioteca Nacional de Brasil

En el Río de la Plata la polémica por los términos de la alianza continuó con el mencionado intercambio epistolar entre Gómez y Mitre. La conformación de la alianza con el Brasil para Gómez violaba el honor de la identidad nacional argentina, la identidad regional rioplatense y su historia: “La primera acusación a los autores y sostenedores de la alianza, es haber desdorado la dignidad y la grandeza de la patria, haber deslustrado ese pabellón azul y blanco, que nuestros padres levantaron a tamaña elevación en las guerras de la Independencia y del Brasil.” (Tercera carta de Juan Carlos Gómez, 13 de diciembre de 1869) Para justificar la alianza, Mitre basó su argumentación en la fuerza de los acontecimientos más que en una naturaleza de unión. Sostuvo que en el momento de concretarse la alianza casi toda la opinión pública la había pedido y luego renegaron de ella. Explicaba por qué como presidente de la Argentina era menester actuar ante la invasión paraguaya. Sin embargo no podía proporcionar una razón del todo fundamentada sobre el por qué había decidido formar alianza con el Brasil, recurría a naturalizarla 23 . Rufino de Elizalde también participó de la polémica para opinar que quien había generado la alianza era el general López. Por otra parte, el senador José Mármol opinó que la alianza no fue solo decisión argentina sino producto del conflicto de la Banda Oriental y el partido colorado. Hizo referencia a una posible guerra con Brasil, la cual en su opinión no era conveniente 24 . Otra crítica resonante a la alianza con Brasil en estos últimos momentos de la guerra provino del autor del Martín Fierro . Hacia el final de la guerra José Hernández denunció la hipocresía de llevar adelante la guerra con el estandarte de la independencia, de la libertad y la civilización en alianza con una monarquía esclavista. Hernández resumía con su trayectoria la actitud más difundida: el apoyo inicial, la visión negativa sobre López, las críticas posteriores centradas en la duración del conflicto, la alianza con Brasil y los términos del tratado 25 .

El inminente fin de la guerra abrió una disputa entre Brasil y Argentina que de alguna manera permitió que el Paraguay continuara existiendo en el mapa. El ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, Mariano Varela, había enunciado la frase “la victoria no da derechos a las naciones aliadas para declarar por sí, límites suyos los que el tratado señaló”. El principal fundamento de la Doctrina Varela sostenía que si el gobierno argentino había intervenido en la Guerra de la Triple Alianza contra el gobierno de López lo había hecho por haber sido agredida por el dictador paraguayo y no por reclamos territoriales. Sin embargo los reclamos territoriales no serían abandonados y Varela sería reemplazado.

El 1 de marzo de 1870 un soldado brasileño puso fin a la vida del presidente paraguayo. La guerra se había terminado. Pero la ocupación recién comenzaba. Los aliados se quedarían varios años más. Los exiliados políticos paraguayos de los regímenes de José Gaspar Rodríguez de Francia y de los López regresaron a ese país ocupado. Las negociaciones independientes del Imperio Brasileño con Paraguay despertaron el enojo en Argentina, que había respetado a rajatabla un tratado que establecía que no debían hacerse ese tipo de acuerdos por separado. Un conflicto bélico con Brasil se insinuó, aunque no se vio concretado.

Periódico A Vida Fluminense , Río de Janeiro, 16 de julio de 1870. Biblioteca Nacional de Brasil.

Dice el epígrafe: Actuales posiciones de la República Argentina, de Paraguay y de Brasil (es necesario no dormir mucho tiempo sobre los laureles de la victoria).

El periódico A Vida Fluminense retrató esta rivalidad durante la ocupación: el indígena dormido debajo del árbol representaba a Brasil y el gaucho sobre el caballo era Argentina y estaba listo para dominar al indígena paraguayo. Desde Río de Janeiro se criticaba la forma de organizar la ocupación y sacar provecho de ella, el ejército brasileño se estaba literalmente durmiendo en los laureles de la victoria. El rival presente era el no tan antiguo aliado.

Los periódicos paraguayos del período de la ocupación describen un panorama social desolador en el cual el hambre no daba tregua y la economía no terminaba de recuperarse. En ese contexto la presencia de los ejércitos que habían ganado esa guerra condicionaba el debate público (Gómez Florentín, 2010). A mediados de 1876 las tropas aliadas argentinas y brasileñas terminaron de desocupar Paraguay. Habían pasado más de siete años desde el año nuevo de 1869. Muy lentamente Paraguay comenzaría a recuperarse de los efectos de una guerra total. El Imperio Brasileño había quedado muy comprometido a nivel financiero y la guerra había provocado una crisis en el sistema esclavista. En 1888 se abolió la esclavitud y en 1889 caería la monarquía que había gobernado durante casi todo el siglo.

La convivencia entre miles de argentinos y brasileños unidos por un objetivo común fue inédita en la historia. Fueron años de compartir el hambre, la miseria, las enfermedades, las batallas, un objetivo común, las heridas y la muerte. Sin embargo los recelos fueron constantes, atravesaron todos los estratos sociales. Estas diferencias y conflictos persistentes pudieron contribuir a la afirmación de la propia identidad nacional, tanto argentina como brasileña. Sobre las cenizas de una guerra larga y sangrienta, la destrucción de gran parte de Paraguay y la ahora sagrada independencia de Uruguay, habían quedado aún más claros los límites entre Argentina y Brasil. Y entre los argentinos y los brasileños.


1 . Quiero agradecer a Mauro César Silveira y Armando Lucas Pires Jr por su ayuda con algunas imágenes de la prensa en este capítulo.

2 . “El Brasil ha acompañado a la Revolución Oriental, hasta dejarla triunfante en toda la República, y es esa actitud del Brasil la que le ha traído la declaración de la guerra por parte del Paraguay. Entonces, pues, es justo que si el Paraguay se alió al gobierno de Montevideo para hacer la guerra al Brasil, el gobierno de la República Oriental, que representa hoy los principios de la Revolución, se alíe al Brasil para hacer la guerra al bárbaro que despotiza al Paraguay. Y aparte de la justicia que en sí envuelve esta alianza, es honroso para la República Oriental el tomar parte en una cruzada que tiene por objeto el dar libertad a un pueblo que gime bajo el peso de una tiranía bárbara y brutal. Ojalá la República Argentina prestará cuando menos, su concurso moral a los que van a emprender tan noble tarea!”. Periódico La Tribuna , Buenos Aires, 2 de marzo de 1865. BNMM

3 . “La alianza con el Brasil es un gran progreso, porque es síntoma de que en nuestras costumbres están desarraigadas las preocupaciones y los celos, que como una pasión tradicional dominaba en tiempos menos felices la opinión popular. […] En vano los órganos de un fanatismo atornasolado, que refleja distintos colores en distinta luz y encubre con la sombra incierta de una preocupación, relámpagos de afinidades sospechosas, han esforzado su lógica sin filo para cortar los lazos instintivos, que nos acercaban hoy a la alianza con un Imperio, en el cual predomina la libertad política en las leyes y en las costumbres. La alianza está hecha y prestigiada por el aplauso unánime del pueblo; porque ve con claridad, que intereses idénticos y aspiraciones de justicia y de decoro, enlazan con igual propósito las naciones civilizadas” (Estrada, 1865: 348)

4 . “El Brasil libertador es una amarga ironía, que empieza a ruborizar hasta los propios escritores del vecino Imperio. […] Si hay libertades constitucionales en el Brasil, esas son de tal naturaleza que no se pueden trasplantar. Esas libertades no son obras de los soberanos, sino derecho primitivo de los pueblos y si el Gobierno Imperial quiere ser el restaurador ya que no el autor de un derecho en sus manos está la emancipación de algunos millones de hombres, que gimen a las sombras de su trono. Entonces, solo entonces, el Brasil será el verdadero aliado de las Repúblicas, en la santa cruzada de la redención del Paraguay”. Periódico El Pueblo , Buenos Aires, 29 de agosto de 1865. BUNLP.

5 . “[…] Justificar al Brasil es pretender la realización de lo imposible. Discutir su conducta en el Río de la Plata, es contribuir a formarle el largo proceso de sus abominables atentados contra el progreso y la tranquilidad de estos pueblos. Es proverbial esta tendencia de absorción. Una parte de la Provincia de Matto Grosso, es Paraguaya; la misma fortaleza de Coimbrá, reconquistada, con vergüenza del Imperio por las fuerzas de López fue construida en territorio del Paraguay para defender el resto de la tierra cobardemente usurpada”. Periódico El Pueblo , Buenos Aires, 5 de diciembre de 1865. BUNLP.

6 . Salles (1990) da cuenta de una discusión sobre el carácter coercitivo de la movilización y el reclutamiento de soldados. El carácter forzado era algo común en la época y no solamente en Brasil. Aun cuando jugara el papel la coerción, sostiene que el esfuerzo fue exitoso y repercutió sobre el conjunto de la sociedad, abriendo espacios y reconocimiento para grupos y clases subalternos.

7 . La participación de los esclavos en el ejército garantizó, al menos para la parte de la población servil involucrada, algún lugar de reconocimiento y un lugar de interlocución. Los años que siguieron a la guerra se caracterizaron por rebeliones intensificadas, distintas a las anteriores, por la búsqueda de esos derechos.

8 . Para los opositores a la guerra de Entre Ríos, al igual que los de Corrientes y Buenos Aires, la alianza era un crimen, era verdugos de la libertad: “es el Brasil y tan solo el Brasil, el que recogerá todos los beneficios de la victoria. […] Quiere decir, pues, que el Imperio Brasilero representa por su población y riqueza, un poder bastante para asegurar su independencia aun contra la alianza del Paraguay, República Argentina y Estado Oriental; lo que no sucede en ninguno de estos Estados respecto del Brasil que, en lucha con cualquier de ellos, les impondría su dominio en virtud de la fuerza de sus armas”. Periódico El Eco de Entre Ríos , 23 de noviembre de 1866. BUNLP.

9 . “Esta cidade e abominável por todas as razoes, a populacao e a mais cinica e ordinaria que se pode imaginar. Quase sempre há questoes entre os Correntinos e os Brasileiros, mortes e ferimentos a lemos” (Benjamin Constant citado en Lemos, 1999: 137).

10 . “O caráter espanhol é o mesmo em toda a parte; sempre em revolução com tudo e com todos. Se hoje acatam uma idéia, amanhã apedrejam-na. Das três potencias aliadas a que razão tem para formular queixas é, sem dúvida alguma, o Brasil. A esquadra é toda sua; o exército é quase todo seu, e seu é o dinheiro com que se está fazendo a guerra. Porém, as espanholadas não faltarão, como já não faltam, para desconhecer todos estes elementos com que o Império entrou para a tríplice aliança” (Citado en Silveira, 2005: 38).

11 . “Esta província apenas começava a desembaraçar-se das garras do Cólera, está já a braços com uma revolução que pode ser que aborte com as medidas repressivas que se tem tomado por nossa parte; porém pode também desenvolver-se com toda a intensidade tanto mais quando há um elemento importante que a nutre e serve da base, e é o ódio contra nós muito antigo e inveterado, mas que subiu de ponto com a invasão do Cólera nesta província. Dizem os correntinos além de todos os males que lhes trouxemos veio como contrapeso cólera devastar sua população e que se não fossem os “macacos” nunca a epidemia os teria invadido. Não podes fazer ideia como estão revoltados contra nós.” Benjamin Constant para Cláudio Luís da Costa.11 de abril de 1867 (Lemos, 1999: 155).

12 . “Las águilas del Imperio con sus alas chamuscadas en Paisandú, han venido a tomar aliento posándose sobre el Capitolio de la República. Tardíos y profundos chirridos interrumpen sus coloquios con nuestro ministro de Relaciones Exteriores a quien aletean y acarician como palomas. El país calla contemplando la nocturna escena. La prensa, con raras excepciones, convertida en heraldo de las águilas imperiales, va siempre delante de ellas propalando sus glorias y hasta pesarosa de su falta de bríos para desgarrar su presa. La inacción del Brasil era la letanía d los republicanos de ayer. Los documentos que fundan las represalias del Imperio, son la letanía de los republicanos de hoy” (Navarro Viola, 1865: 5).

13 . “Combatiremos al Brasil con más fuego que a los monarcas desautorizados de la España y de la Francia, porque se necesita más ardor y más vigor para rechazar al enemigo que pisa los dinteles e invade el santuario de nuestras poblaciones, haciendo de ellas el centro de su poder y el cuartel de sus ejércitos, que al enemigo aislado, cuyas tendencias no menos odiosas basta para repeler el esfuerzo espontáneo y natural del patriotismo”. Periódico La América , Buenos Aires, 1 de febrero de 1866. BUNLP

14 . “Los que desde el principio de la guerra venimos combatiendo el inicuo tratado, que puso la sangre argentina al servicio del Brasil, los que hemos combatido con tesón y energía la política funesta del General Mitre y de su partido experimentados una viva satisfacción al ver aparecer el día de la justicia y de nuestro triunfo moral. Los que ayer proclamaban la santidad de la alianza; los que la pedían como una necesidad; los que quemaban incienso a los ídolos brasileros; los que titulaban de traidores a los que rechazábamos ese pacto inicuo; todos esos hoy son los más enérgicos en condenarla, renegando de su pasado pretendiendo borrar con un rasgo de pluma sus errores de ayer”. Periódico Las Provincias de Córdoba, 20 de octubre de 1866 BUNLP.

15 . “En esas dos cosas el Brasil fue más lejos de lo que exigía su interés. Erigiendo al Paraguay en Estado, creó el mayor peligro para su propia integridad y dio a la integridad argentina, en vez de un rival, un aliado para lo futuro. La integridad argentina no depende de la conquista del Paraguay por Buenos Aires, sino de la conquista de Buenos aires por las provincias argentinas, como la conquista del Sud por el norte ha salvado la integridad de la Unión Americana. Ayudando a las provincias argentinas a derribar el obstáculo que les impedía abrir los ríos al libre tráfico universal, el Brasil acabó de abrir el camino de la desmembración de su propio imperio ¿Qué quiere hoy día? Deshacer lo hecho a su pesar. “(“Crisis permanente…”en Historia de la Guerra del Paraguay , 1962: 198)

16 . En “Las disensiones de la República del Plata y las maquinaciones del Brasil” (1865) Alberdi sostenía que el Imperio buscaba en el Río de la Plata terrenos más aptos para ser habitados que los tórridos e inaccesibles que hoy ocupaban. Necesitaba poblarse de razas blancas europeas, precisaba tierras aptas para el cultivo y asegurarse la parte inferior de los ríos afluentes del Plata, el Paraná, el Paraguay y el Uruguay. Brasil era un país relativamente desierto cuyo suelo valía muy poco, Alberdi lo comparaba con el África.

17 . En la primera proclama de Varela de diciembre de 1866 hablaba de la “unión de las repúblicas americanas”. Es decir excluía a Brasil en tanto Imperio de la identidad americana. En las referencias a los considerados héroes de la historia nacional aparecía Alvear, general que fue clave en la victoria a las provincias del Sur ante Brasil en la guerra que resultó en la independencia de la Banda Oriental.

18 . “Al enemigo, guerra… / Que la patria levante su frente / Que humilla ese déspota vil / Y que muera el salvaje impotente / Y que caiga el abyecto Brasil! / Argentinos arriba! Corramos a salvar nuestra noble nación / y de gloria sin fin la cubramos / rejurando su constitución”.

19 . “Y si de esa lucha tremenda no hubiese resultado ni en derrocamiento de una tiranía brutal, ni la regeneración de un pueblo, dueño ahora de sus propios destinos, ni la desafrenta eficaz de injurias injustas, ni la confirmación de derechos largamente litigados; pero solo únicamente el hecho moral de la alianza, la aproximación de tres pueblos que deben ser hermanos y amigos, yo por mi parte, deplorando la pérdida de tantas vidas, soportando resignado las consecuencias de tan dispendioso pleito, bendeciría siempre al éxito feliz y glorioso que serviría y servirá para fortificar en esta parte de nuestro continente los principios de la fe política que me parece garantizar las grandes conquistas de la libertad, de la democracia y de la fraternidad americana.”

20 . “El Brasil es nuestro leal aliado en estos momentos, lo creemos y lo creemos sinceramente. Él como nosotros desea positivamente la desaparición del sistema bárbaro en el Paraguay y marcha de consuno en este punto como nación civilizada, con los que buscan llevar la civilización a las comarcas que han vivido en el aislamiento por la perpetuación del despotismo de tres mandatarios absolutos. Ni lo ponemos esto en duda, ni lo hemos puesto jamás. Pero hasta ahí y no son más comunes los intereses de las tres naciones aliadas. Fuera de allí, en lo que respecta al porvenir, los intereses de la República Argentina y los del imperio del Brasil son puede decirse encontrados”. Periódico La Tribuna , 1 de marzo de 1867.BNMM.

21 . “Pero según La Tribuna , el único y verdadero vínculo de los pueblos que los constituye en aliados naturales, son la raza, el idioma, la comunidad de origen, llamando así a los pueblos civilizados a aliarse con los bárbaros contra otros pueblos civilizados con tal de que sean de raza, de origen y de idiomas distintos” Periódico El Centinela del Norte , Catamarca, 23 de marzo de 1867, retomado de El Nacional de Buenos Aires. BUNLP.

22 . En una vereda política diferente, el periódico El Pueblo de Santa Fe, excepción de defensa del Paraguay en la prensa argentina durante la contienda también condenó el saqueo, aunque desligaba de esa práctica bárbara a la Argentina y se la endilgaba al imperialismo con ansías de expansión. La Argentina hizo la guerra pero no el saqueo y la conquista y en ello reafirmó también su cultura e identidad: “Ha corrido con mucha generalidad que aquella capital, la Asunción, abandonada por los paraguayos, ha sido saqueada por los brasileros, con una furia y barbarie dignas solamente de salvajes y de hombres guiados a la crueldad por la depravación y la licencia […] ¿Se contentará el Brasil con la sola posesión del Paraguay? ¿No querrá extender su dominio a otras regiones siempre codiciadas por su insaciable avaricia? […] ¿Habrá quien niegue que el Brasil no tiene miras de conquista porque no ha confesado esa intención?”. Periódico El Pueblo , Santa Fe, 29 de enero de 1869.

23 . “La prensa de entonces, con rarísimas excepciones (tal vez no más de una), decía que era una vergüenza que la República Argentina no estuviese representada siquiera por una compañía y una bandera en la gloriosa guerra que el Brasil y el Estado Oriental iban a emprender contra la tiranía del Paraguay. La misma prensa, que después ha renegado de la alianza y maldecido la guerra, decía que no debíamos dejar al Brasil recoger solo los frutos de la victoria que la providencia le preparaba, y que desde luego debíamos hacernos parte en la lucha. […] El agravio común nos hacía aliados de hecho. El tratado nos hizo aliados de derecho, hermanos de armas y compañeros de causa contra el enemigo común.” (Tercera carta Bartolomé Mitre a Gómez).

24 . “[…] propiamente hablando, el Paraguay había declarado la guerra al Brasil el 31 de agosto de 1864. Desde aquel día, el Brasil estaba insultado en su bandera y en sus derechos y las hostilidades estaban comenzadas, puede decirse también, entre esa república, y ese imperio, cuando el 11 de abril de 1865 fuimos insultados atrozmente por el Paraguay en la provincia de Corrientes. Desde ese momento nuestra posición era clara y definida: éramos aliados de hecho con el imperio del Brasil. A una invasión no se contesta con una nota diplomática. […] Estigmatizar, pues, esa alianza, no partiendo sino de los procederes paraguayos contra el Brasil y la República Argentina en 31 de agosto del 64 y en 11 de abril del 65, es colocarse en un terreno insostenible, porque no puede ser condenado ni censurado siquiera aquello que es la imposición irresistible de los sucesos. […] El error es de fechas. La alianza con el Brasil no proviene de abril del 65 sino de mayo del 64. […] ¿ Por qué echar en cara a los estadistas argentinos la responsabilidad de la alianza con el Brasil, sin acordarse de que los estadistas orientales, en el partido colorado, son los únicos y verdaderos responsables de esa alianza?” (José Mármol a Mitre y Gómez, 14 de diciembre de 1869).

25 . “¿Dejará caer de sus garras el buitre del Imperio, esa presa que devora hace dos siglos, y que disputa a las Repúblicas del Plata? La política tradicional del gabinete brasileño, su espíritu inquebrantable de usurpación, sus tendencias seculares, nos dicen que no consentirá fácilmente en que el comercio del Plata participe de los beneficios que él reserva para sí, y en cuyo camino, que le hemos ayudado a abrir a cañonazos, han quedado sepultados los cadáveres de veinte mil argentinos (El Río de la Plata , 15 de marzo de 1870).