El Canal 3 de Trelew registró, desde el principio al fin, la conferencia de prensa que dieron en el vestíbulo central del aeropuerto de Trelew los diecinueve guerrilleros evadidos del penal de Rawson. Los portavoces fueron Mariano Pujadas, Rubén Pedro Bonet y María Antonia Berger. La conferencia —cuyo texto ha sido tomado de ese documento televisado— fue inmediatamente anterior al diálogo entre Pujadas y el capitán de corbeta Luis Emilio Sosa.
BONET: Nuestra decisión, en este momento, es entregarnos. Para eso hemos llamado al juez, a los abogados y a ustedes [los periodistas]. Nuestro objetivo, haber tomado la cárcel, haber venido hasta aquí e intentar esta fuga, ha sido el de reincorporarnos a la lucha activa. Hemos fracasado, pero por suerte [observando el reloj] unos compañeros nuestros en este momento están aterrizando en Puerto Montt. Lo cual significa que una serie de cuadros de las distintas organizaciones armadas, Montoneros, FAR y ERP, se van a reincorporar activamente a la lucha. Para nosotros ha sido todo un éxito, entonces. Aquí, ya que estamos en la Patagonia, concebimos esta acción y esta lucha como la continuación de la lucha que libraron todos los obreros rurales y los obreros industriales en el año 21, y que fueron asesinados por el ejército, por la represión. Entre ellos se contaban compañeros uruguayos, compañeros argentinos, como Pintos, como Busterelo y como Font. Somos los continuadores de ellos. Somos los continuadores también del general San Martín, porque estamos en la segunda independencia en este momento. Terminada la primera independencia, en este momento estamos en la segunda independencia por la liberación del imperialismo yanqui y por la construcción de la patria socialista.
PERIODISTA [a Pujadas]: ¿Cuál es su opinión al respecto?
PUJADAS: Creo que no hay más que agregar a lo que dijo el compañero Bonet. Esto, de alguna manera, es reafirmar nuestra voluntad de lucha junto al pueblo y es lo que se ha expresado combativamente en tantas jornadas de lucha, en Córdoba, Rosario, Buenos Aires, en todas las ciudades del país, que luchan permanentemente por derrotar a la dictadura, por conseguir el gobierno popular y construir una patria socialista. Esto es reafirmar una vez más nuestra voluntad de luchar con el pueblo, luchar junto al pueblo para esas verdades.
PERIODISTA: ¿Todo salió como lo planearon o fue un poco así, víctima de la circunstancias?
BONET: Evidentemente nuestra intención era irnos, no hacer esto.
PUJADAS: Que nos fuéramos todos. Se fue sólo un grupo. Nosotros no pudimos llegar a tiempo.
PERIODISTA: El resto del grupo que despegó, el grupo que pudo despegar en el avión, ¿tenía órdenes precisas de que si ustedes no llegaban a tiempo ellos despegaran?
BONET: Así es.
PERIODISTA: ¿Cuántos quedaron acá, entonces?
BONET: Creo que somos de diecinueve a veinte. En este momento los vamos a contar.
PERIODISTA: ¿La demora se produjo en el camino?
PUJADAS [como si contara cuántos de sus compañeros están allí]: Sí, sí.
PERIODISTA: Además de ustedes, de los diecinueve, ¿cuántos son los que viajaron?
BONET: Creemos que son seis.
PERIODISTA: ¿Son todos hombres?
PUJADAS: Sí, son todos hombres.
PERIODISTA: ¿Cuáles son las condiciones en este momento?
BONET: Entregarnos incondicionalmente.
PUJADAS: Entregarnos incondicionalmente. Nuestra lucha es bien demostrativa de que no tenemos intención de hacer ningún daño a los civiles. Les hemos aclarado eso. Les hemos reiterado. Simplemente los mantenemos aquí incluso por seguridad de ellos. Está la represión afuera. Mientras arreglamos con la represión cómo vamos a entregarnos, a entregar las armas y a garantizar nuestra seguridad, la seguridad de ellos está garantizada también.
BONET: Una cosa más sobre eso. En general, para reiterar, para decir algo que no estuvo dicho. Todas la organizaciones que están aquí, que son Montoneros, FAR y ERP, somos hijos del pueblo, somos hijos de las movilizaciones del 69. Toda la gente que está aquí es parte del pueblo. Es nuestro deber, entonces, velar por su seguridad también. Ya hemos dejado salir a varias personas que se descompusieron. Ante el primer pedido de la gente, se la dejó salir.
PERIODISTA: ¿Cuál es su opinión sobre el gobierno actual?
BONET: Es una dictadura militar al servicio de los monopolios.
PUJADAS: Pienso exactamente igual. Es una dictadura militar al servicio de los monopolios.
PERIODISTA: ¿Qué solución ven las organizaciones armadas de las distintas siglas a la situación del país?
BONET: Bueno..., continuar con la guerra revolucionaria.
PERIODISTA: ¿Todo por la vía violenta?
PUJADAS: La vía no la ponemos nosotros, la vía la pone el régimen cuando proscribe la voluntad del pueblo. Es mentira que el pueblo pueda elegir libremente a sus gobernantes. Nosotros entendemos que está suficientemente demostrado que el régimen siempre va a tender alguna trampa y no casualmente, sino porque las clases dominantes necesitan mantener una situación de privilegio. Siempre van a tender alguna trampa dentro del actual sistema capitalista para impedir la llegada al poder de gobiernos representativos de los intereses del pueblo, que son la liberación de la dominación imperialista y la construcción de una patria socialista. Entendemos que el problema de la violencia no es un problema que lo tengamos nosotros. El problema de la violencia es algo que nos impone el régimen, cortando todas las demás posibles salidas. Estamos convencidos de que sólo por la vía violenta vamos a poder conseguir un gobierno para el pueblo.
PERIODISTA: Los comandos superiores de cada uno de los grupos, de vuestros grupos, o sea ERP, Montoneros y FAR, ¿entienden que la única posibilidad que hay es la salida a través de la escalada de violencia o que hay alguna otra posibilidad a través de un proceso electoral democrático?
BERGER: Creo que usted no ha entendido correctamente. Nosotros no hemos elegido la violencia por la violencia misma, sino porque es el único camino que nos queda. En ese sentido, nosotros somos más pacifistas... somos pacifistas. En la medida en que no nos dejan elegir otra vía, tenemos que optar por la violencia...
BONET: Hay ejemplos claros. El aumento de la luz, cualquier hecho, en el pueblo, en el proletariado, en las distintas clases sociales y parte del pueblo, genera inmediatamente una represión. Cualquier manifestación de pueblo, por más pacífica que sea, genera una represión violenta y la muerte de obreros, de gente de pueblo, y eso por pedir por la luz. Por cualquier cosa se genera esa represión. Nosotros hemos entendido que la única forma de combatir a la dictadura militar, la única forma de combatir al capitalismo, es organizándonos, creando una fuerza militar que derrote a la fuerza militar del enemigo. Si hay elecciones y las elecciones son lo suficientemente limpias como para poder participar, el pueblo va a participar, el pueblo tiene suficiente conciencia como para discernir eso. Hasta este momento las elecciones son sucias, son tramposas. Nuestra obligación es estar junto al pueblo porque somos parte del pueblo. Y si hay elecciones limpias, el pueblo participará y nosotros también participaremos. Pero ésa no es la situación. No podemos pensar ni podemos ponernos a hablar de eso porque no es la situación. El gobierno reprime cualquier manifestación del pueblo, por más pequeña que sea. Mata a un obrero, mata a un obrero de Peugeot, no sabemos por qué. Lo secuestra, lo mata. Mata a obreros, a gente del pueblo, mata por cualquier cosa. Nuestra violencia es la respuesta a esa violencia, la respuesta a la violencia del capitalismo. Somos el proletariado en armas, somos el pueblo en armas. En ese sentido, bregamos por romper, por anular, en base a la discusión pública, en base a la discusión frente a las masas, las pequeñas diferencias que tienen las distintas organizaciones armadas. Esta es una prueba. En este momento estamos hablando compañeros del ERP, Montoneros y FAR, y nuestro propósito es tratar de lograr un ejército unido, tratar de acabar con estas siglas que nos distinguen. En ese sentido, toda la discusión la haremos frente a las masas. Entonces, nuestra voluntad es ésa: la unidad en este momento de las organizaciones armadas.
PUJADAS: Aquí hay compañeros de tres organizaciones, como dijo el compañero Bonet: del Ejército Revolucionario del Pueblo, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y de Montoneros. Esta acción es significativa de nuestra voluntad de unión. Estamos juntos en esto y vamos a luchar juntos por la liberación de nuestro pueblo. Hoy nos separan algunas diferencias políticas, pero estamos seguros de que al calor de la lucha esas diferencias van a ser superadas. Dos de las organizaciones que estamos aquí, representadas por algunos de sus miembros, son organizaciones peronistas, y la otra no lo es. Pero eso no es ninguna traba para esta voluntad de unidad.
”Los compañeros peronistas que estamos aquí lo hemos dicho ya otras veces y lo repetimos hoy: no somos nosotros los que hemos elegido el camino de la violencia. Si el régimen tuviera la voluntad de dar elecciones totalmente limpias, sin ningún tipo de trabas, el pueblo lo aceptaría y nosotros lo aceptaríamos. Nosotros le decimos al régimen que si quiere demostrar esa voluntad, que no haga tanta cháchara con elecciones libres y se expida más claramente, que demuestre en los hechos su voluntad de pacificar el país. En ese sentido, mientras el régimen no haya liberado a los presos políticos que pueblan hoy las cárceles, que son miles; mientras el régimen no haya terminado con las torturas, los secuestros y los asesinatos que realiza; mientras el régimen no permita que la voluntad popular se exprese con programas revolucionarios de gobierno que sean representativos de los intereses del pueblo, porque el pueblo tiene programas elaborados, seguirá manteniendo las condiciones de violencia que dejan como única vía posible la respuesta de la violencia revolucionaria.
RELATO DE ROBERTO MARIO SANTUCHO,* JEFE DEL EJÉRCITO REVOLUCIONARIO DEL PUEBLO, A LA REVISTA CHILENA Punto Final ANTES DE PARTIR HACIA LA HABANA. PUBLICADO EN LA EDICIÓN DEL 12 DE SEPTIEMBRE DE 1972.
—¿Cuáles fueron los elementos que permitieron la salida de ustedes desde Rawson y cuál era la situación que vivían en el interior del penal?
—Habría que empezar por dar una idea de lo que es la vida de un prisionero de guerra en la Argentina, de cada uno de los compañeros de las organizaciones armadas que está en manos del enemigo. Nosotros tenemos como norma que la militancia continúe dentro de la cárcel. Es un frente más de lucha, un frente especial, diferente, donde el revolucionario que está prisionero tiene también tareas que cumplir. Su trabajo militante en la vida del penal consiste en la organización de la vida cotidiana del grupo para aprovechar el tiempo lo mejor posible, principalmente aumentando la preparación político-ideológica mediante el estudio, la discusión, las charlas, los cursos.
”Otro aspecto de la actividad en el penal es la lucha por las reivindicaciones propias de los prisioneros en contra de la autoridad de los penales, y el tercer aspecto fundamental es la preocupación por recuperar la libertad para volver a un frente de combate. Todos los prisioneros de la Argentina se organizan donde estén, en los pabellones, en las cárceles, con un horario de actividades. Se comienza siempre por la mañana muy temprano con la gimnasia, para mantener las condiciones físicas, y se continúa con las reuniones, cursos de estudio y discusiones. Se han librado luchas ideológicas dentro de la cárcel, utilizando distintos métodos. El más importante es la huelga de hambre. Hubo algunas huelgas de hambre exitosas que no se conocen públicamente. Un ejemplo es la que hicieron los presos de todo el país, en todos los penales, apoyados desde afuera por las organizaciones de solidaridad y otras organizaciones de masas. Esa huelga alcanzó sus objetivos.
”Para la fuga del penal de Rawson se comenzó a trabajar con una buena cantidad de cuadros político-militares de las distintas organizaciones armadas que se encontraban en el penal. Se contaba, por lo tanto, con un capital humano fundamental. El enemigo, a su vez, era relativamente débil dentro del penal, porque no era un personal experimentado en situaciones como las que planteaba nuestra presencia allá. Anteriormente no hubo combatientes en esa cárcel, es decir, presos políticos. De modo que la falta de experiencia del enemigo dentro del penal era un elemento favorable que se tuvo en cuenta al planificar la operación. En la concepción de la fuga se veía que nosotros éramos más fuertes potencialmente.
”El problema principal se planteaba de los muros para afuera. La retirada era el problema principal de la operación debido a la situación geográfica y al aislamiento total de la zona. La ciudad grande más cercana, Bahía Blanca, está a setecientos u ochocientos kilómetros. Además, la travesía hasta ahí es geográficamente muy desfavorable porque es toda una llanura sin árboles, con pocas vías de comunicaciones, muy fáciles de controlar. En la zona hay poca población y con escaso grado de politización. Es decir, no contábamos ni con la geografía, que es un auxiliar, ni con el elemento principal para la guerrilla, que es una población favorable. El problema de salir del penal no era gran problema. El problema era llegar hasta un lugar donde pudiera culminar cualquier intento de fuga.
”Sobre esta base fue que se pensó el plan. Consistía en tomar el penal desde adentro, basar la operación en el secreto, la agilidad y la velocidad. Se pensaba aprovechar prácticamente la única posibilidad de fuga, de alejamiento, que era un avión comercial que aterrizaba todos los días en el aeropuerto de Trelew, situado a veinticinco kilómetros del penal, y que es lo que pensábamos aprovechar para la retirada, porque de otra manera era muy difícil. Entrar vehículos, aviones, todas esas cuestiones, resultaba muy complicado, y además el enemigo esperaba que trajéramos aviones, incluso de submarinos hablaban ellos. Se sabía cuál era la idea que tenía el ejército para controlar todo. Y nadie tomaba en cuenta el problema del aeropuerto comercial. Entonces nosotros vimos que esto era el callejón que teníamos para solucionar la retirada. Según los datos con que contábamos, el plan de defensa del enemigo en la zona estaba preparado pensando en un ataque externo. Incluso el jefe de seguridad de la zona, un coronel, había hecho declaraciones de que esperaba un ataque de doscientos o trescientos guerrilleros. Ellos habían montado un aparato de control en la zona, para verificar el acceso de gente extraña desde otras ciudades. Ésa era su principal atención.
”Elegimos la vía que ellos no esperaban. Hicimos una evaluación, vimos cuál era el centro de atención de la fuerza de seguridad y elegimos la vía contraria.
”Se pensó entonces en la toma del penal desde adentro, se logró resolver un problema que fue fundamental desde el punto de vista de los riesgos que se corrían, que es la introducción de armamento. Se logró un sistema que eludía el tipo de control establecido dentro del penal, que no era muy estricto. Había también, bueno, en casi todos los penales siempre hay vías, es cuestión de ingenio. Éste era prácticamente el punto más débil de la operación porque era muy riesgoso. Había el riesgo de que la entrada de los elementos fuera detectada, no es una cosa muy segura. Pero se logró. Una vez que se logró, se complementó con toda una serie de armamentos hechos adentro, también basados en el ingenio, en el esfuerzo, en el trabajo. De esa manera se armó un grupo de compañeros.
”El plan consistía, entonces, en la toma desde adentro. Se fueron tomando puestos de guardia hasta llegar a la parte exterior, acorde con los uniformes que se iban recuperando en el mismo trayecto.
—¿Cuántos pabellones eran?
—Eran ocho pabellones, divididos en dos centros. A medida que se iba reduciendo a los soldados, se los despojaba de los uniformes y ya con los uniformes se facilitaban los pasos posteriores. Es decir, la gente que iba hacia la parte delantera iba toda uniformada, así había menos sospecha de parte del enemigo; de esa manera se logró tomar todo el penal, incluidos los puestos externos, que son los armados. Los puestos internos y todo el personal interno no están armados. Hubo solamente una resistencia, un soldado que murió y otro que quedó herido. Fue el único incidente que hubo, los seis disparos que hubo fueron hechos en ese puesto. Pero nadie se dio cuenta de nada. Se pudo después de eso continuar tomando los demás puestos.
”Se tomaron todos los puestos, las garitas y el puesto de la puerta principal, desde donde había visibilidad para el patio. Ahí tenían que estar los vehículos y ahí debíamos cargar a la gente.
”En total se redujeron como setenta guardias. Ése fue el número de gente controlada por el grupo operativo. Facilitó eso la utilización de uniformes del ejército, de oficiales del ejército, que también se logró obtener. Ese plan estaba complementado por un apoyo externo, dos grupos de apoyo externo que tenían la misión de evitar que el avión comercial se alejara, y que debían estar dentro del avión para hacerlo bajar de vuelta si se alejaba. Tomar el aeropuerto era otro de los importantes problemas de detalle que había. Teníamos tiempo muy estricto para llegar a tomar el avión. De manera que había compañeros dentro del avión para evitar que pudiera fracasar la operación. Y había otro grupo de compañeros que colaboraba en la toma del aeropuerto y otro grupo que introducía los vehículos.
”Una vez tomado el penal desde adentro, se hacían señales y tenían que entrar cuatro vehículos para cargar a la gente. Esto resultó en definitiva el talón de Aquiles de la operación; no permitió que se concretara el plan tal cual estaba pensado, porque no había comunicación buena con el exterior. Era muy débil la comunicación, muy esporádica. De manera que las señales definitivamente no fueron establecidas. Nosotros creíamos que estaban bien establecidas y parece que no fue así. Cuando tuvieron que entrar los vehículos, no entraron. Hasta este momento no sabemos bien por qué. Sabíamos que los vehículos estaban en la zona, a pocas cuadras. Se hicieron las señales y, en vez de entrar los cuatro vehículos que tenían que entrar, entró uno solo. De manera que no se pudo sacar a toda la gente. No estuvo bien esa parte de la operación. Los diecinueve compañeros que ahora han sido asesinados tuvieron que retirarse de la cárcel para alcanzarnos a nosotros. Tuvieron que recurrir a los taxis, llamar a un taxi para tratar de llegar al aeropuerto en orden, y eso no fue posible. Esos compañeros se tuvieron que quedar en el aeropuerto. Dentro del plan estaba contemplada la posibilidad de que en el curso de la operación fracasara alguno de los pasos, y la idea que teníamos era rendirnos si llegábamos a esa situación, rendirnos delante de jueces y periodistas, tal como se hizo. Sabíamos de la brutalidad de la dictadura, pero creíamos que mediante la publicidad y el conocimiento por todo el pueblo de los hechos se iba a poder evitar lo que desgraciadamente pasó en Trelew.
—¿Ustedes hicieron una evaluación cuidadosa de la fuerza de la dictadura?
—La fuerza enemiga en la zona era la siguiente: una base aeronaval con seiscientos soldados, dos aviones de reconocimiento y —suponemos— equipos de radio y elementos para control desde el aire. Ellos tenían, además, una compañía de gendarmería con un refuerzo del ejército, de la brigada Comodoro Rivadavia, que estaba estacionada a cinco cuadras del penal. Es una brigada antiguerrillera, especial para reprimir cualquier intento dentro de la cárcel, compuesta por un total de sesenta hombres. Ellos detectaban si se habían cortado las rutas y si había gente escondida con armamento. También estaban la policía provincial y la delegación de la Policía Federal. La policía provincial tendría unos quinientos hombres aproximadamente. Eso es lo que calculamos nosotros. Había además una comisaría grande en Rawson y después varias comisarías en Trelew, con equipos modernos y poderosos. Eran de trescientos a quinientos hombres con buenos equipos técnicos y buen control radial. Un puesto radial permanente de la policía, a dos cuadras del penal, controlaba todo el tránsito de vehículos en la zona. Había también otro puesto, una casilla móvil, con radio y patrullaje constante.
”El distrito militar de Trelew contaba con otros sesenta hombres. Allí fue enviado un coronel después que llegamos nosotros, especialmente para dirigir todo el control operativo de la seguridad del penal. Además estaba la presencia de los servicios de informaciones. Nosotros teníamos conocimiento de que actuaban en la zona y que funcionaban vestidos de civil. Así que no están incluidos en esta descripción anterior. Fueron varias veces al penal, en forma constante y en visita de inspección militar, para controlar la seguridad.
”Estaba también la base naval en Puerto Madryn, a sesenta kilómetros, con helicópteros. La cantidad de fuerzas normales del cuerpo era poca, tal vez de cien a trescientos hombres. Y además, para la represión también estaba la octava brigada del V Cuerpo de Ejército, situada en Comodoro Rivadavia.
—¿Por qué razón eligieron ustedes Chile para buscar asilo y cuáles creen que fueron las causas por las que debieron esperar tanto tiempo a que se solucionara todo el problema?
—Chile fue elegido por una necesidad operativa, ya que el problema fundamental de la fuga —la retirada— sólo podíamos solucionarlo a través de un avión comercial. Es un avión que no puede aterrizar clandestinamente sino que debe dirigirse a un aeropuerto legal. Y naturalmente, los únicos aeropuertos legales con los que podíamos contar y a los que concedíamos un cierto grado de confianza eran los de Chile, por la existencia aquí de un gobierno popular como es el del compañero Salvador Allende. Así, con el avión de Austral nos dirigimos primero a Puerto Montt y después a Santiago. Sabíamos que nuestra situación sería un problema para el gobierno chileno, pero confiábamos en una solución adecuada y correcta, no sólo por la existencia de un gobierno popular sino también por la tradición hospitalaria del pueblo chileno y la solidaridad con los perseguidos políticos, manifestada anteriormente en infinidad de oportunidades.
”En cierta medida nos sorprendió cuando llegamos al aeropuerto de Santiago y encontramos una recepción fría por parte del gobierno, con el que tuvimos que discutir para obtener ciertas garantías que hicieran posible nuestro descenso y la entrega del avión con los pasajeros. Con los representantes del gobierno y del Partido Socialista presentes se tomó el compromiso de buscar la solución más positiva. Así aceptamos entregar el avión y quedarnos en Santiago confiados en el gobierno y con la seguridad de que la solución más positiva significaba que finalmente íbamos a obtener la libertad para continuar la lucha revolucionaria en nuestra patria. Infortunadamente, después hubo una serie de problemas, producto de los compromisos del gobierno de Chile, que impidieron una solución viable y rápida.
”Incluso se comenzó a pensar en someternos a la legislación chilena, a un pedido de extradición que iba a gestionarse en la Corte Suprema. Pensamos en la lucha del pueblo chileno, que inmediatamente se lanzó a la calle en nuestra defensa, lo que nos emocionó mucho y nos resultó muy alentador. Ya desde el primer día, el miércoles [16 de agosto] hubo manifestaciones en la calle, organizadas inicialmente por el MIR [Movimiento de Izquierda Revolucionaria] y luego por el Centro Regional del Partido Socialista, la izquierda cristiana y otra vez el MIR, que ejercieron una presión muy favorable en Santiago. Hubo también pronunciamientos en otras partes del país. Los hicieron distintos sectores políticos y populares, representativos del pueblo chileno. Ellos eran favorables a un asilo o a un salvoconducto para nosotros.
”Fueron los compromisos internacionales y la influencia de las relaciones con la dictadura militar argentina los principales obstáculos para que el gobierno chileno llegara a una solución pronta. También fue un obstáculo el cuidado puntilloso de los aspectos legales, pese a que la solución se adoptó sólo por la movilización de sectores populares. También en los últimos días fueron determinantes los acontecimientos de Trelew, el asesinato de los rehenes que la represión tenía en la base Almirante Zar.
* Santucho nació en Santiago del Estero el 12 de agosto de 1936. El escritor polaco Witold Gombrowicz, que lo conoció hacia 1952, ha dejado de él este retrato preciso: “… es un muchacho de color subido, cabellera negra ala de cuervo, piel aceite-ladrillo, boca color tomate, dentadura deslumbrante. Un poco oblicuo, a lo indio, robusto, sano, con ojos de astuto soñador, dulce y terco (…) ¿qué porcentaje tendrá de indio? Y algo más todavía, algo importante, es un soldado nato. Sirve para el fusil, las trincheras, el caballo”. En junio de 1960 se casó con Ana María Villarreal, a la que llamaban Sayo. Tuvieron tres hijos. En 1970 fundó el Ejército Revolucionario del Pueblo, inspirado en ideas del general vietnamita Nguyen Giap. Lo detuvieron en Córdoba, a fines de agosto de 1971. En abril del año siguiente lo trasladaron al penal de Rawson, junto con su esposa, Gorriarán Merlo y Alejandro Ulla. Cinco años más tarde, el 19 de julio de 1976, cuando estaba a punto de viajar a La Habana vía Praga, el departamento donde se había refugiado, en Villa Martelli, fue invadido por una patrulla militar al mando del capitán Juan Carlos Leonetti. En el cruce de disparos, los dos adversarios murieron. La dictadura militar se encarnizó con la familia Santucho aun después de que el ERP y su rama política, el PRT, hubieran desaparecido de la Argentina: siete miembros de la familia fueron muertos, cuatro desaparecieron, nueve debieron exiliarse.