1 La Biblioteca, falsamente atribuida a Apolodoro de Atenas, es realmente posterior a él en varios siglos. Por comodidad, como suele hacerse, seguimos hablando de “Apolodoro” para referirnos a esta recopilación mítica.
2 Sobre una de las posibles causas de este disgusto, ver el caso de Licaón, en II, cap. 3, § 4.