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Memoria secreta del hermano Leviatán
Prólogo
MEMORIA SECRETA DEL HERMANO LEVIATÁN (Escrita por mandato del Rey Fernando VII mi Amo y para su sola custodia)
I. De cómo y por qué esta «Memoria», de los posibles yerros de ello y de las cuitas por la sucesión de mis Reinos
II. Del quebranto de mi salud, el buen gobierno de la Reina mi esposa, el manuscrito de «El arte de las putas», y otros picantes recuerdos de juventud
III. De un accidentado, aunque grato, viaje a Valdemorillo, con algunos pensamientos sobre los sucesos de Aranjuez y un elogio a la venganza
IV. De aquellos aconteceres que custodia mi memoria con mayor firmeza, de mis primeros encuentros con Leviatán, y de otros diablos o diablejos con sotana o uniforme
V. De algunas malas nuevas de la Corte, de una carta del hijo de Francisco de Goya, de cómo me sirvió el maestro en los sucesos de El Escorial, y de otros asuntos de aquella conjura
VI. De los validos y de cómo no quise valimientos, de cuántos y grandes fueron los yerros constitucionales, y de quiénes formaban tertulia en mi antecámara
VII. De los juegos de damas sobre tablero o plumas, de mis esposas y de una hermosa historia que incluyo un lance a tiros, con una referencia a mi virtud heroica
VIII. De mi reinado entre dos fuegos, con algunas ideas sobre los yerros de la emigración liberal, y un recuerdo a las lágrimas de Riego
IX. De un pliego de Godoy, de cómo traté a Bolívar de mozo y de su rebelión en las Indias, con una broma final sobre la Guerra de las Naranjas
X. De los miedos de mi sobrino Miguel de Portugal, de cómo fui afrancesado y del desengaño que supuso la trampa de Bayona, con un relato de cómo mi Corona cayó en las manos del Emperador
XI. De elogios y reproches a un rey intruso que no sabía decir carajo y de cómo se esfumaron las joyas de la Corona, con referencias al día en que hice de policía y a un desmayo en el coro
XII. De mi «coletilla» en un discurso de la Corona y de cómo un botonero suple la inspiración divina, con noticia de mis poco recomendables dotes de poeta
XIII. De mi iniciación como conspirador anticonstitucional en Valencia, con un recuerdo de cómo un Rey pudo suceder a un mariscal de Francia en el aprendizaje del arte amatorio
XIV. De cómo descubro que soy un Rey imprudente, mientras se agrava el desvío de mi hermano Carlos, y se inicia el relato de cuanto aconteció en Valençay
XV. De mis conversaciones con Talleyrand y de cómo la sobrina de un abate rompió la monotonía de mi cautiverio en el lecho de un guardabosques
XVI. De mis zalemas al Emperador, con noticia de mis lágrimas inexistentes y de cómo topé con la Orden Francmasónica gracias a que mi tío ignoraba la lengua francesa
XVII. De un invisible amor entre cebollas, de cómo denuncié a Fouché las malas artes de un falso buhonero y de los beneficios de ello, con curiosa parla sobre El Escorial y su extraño fundador
XVIII. Algo más sobre los hermanos en la Verdadera y Eterna Luz, con relato de lo que sucedió cuando Chamorro, nuevo David, venció a Goliat al conjuro de una cocinera que llevaba el fuego del diablo en el cuerpo.
XIX. De los negros presagios del buen Fernández de Navarrete, de la llegada del deslenguado Hervás a Valençay, y de cómo bauticé Guardabosques a un caballo en recuerdo de cabalgadura más cálida
XX. De lo mucho y bueno que aconteció en el pabellón de caza del conde de Brouville y de cómo allí se me abrió la Fraternidad francmasónica, con noticia de un sonado lance con dos jabalíes
XXI. El francés que me odia y el inglés que me ama, o nueva prueba de que todo es según el ojo que lo mire, con la curiosa historia de los francmasones o el velo que no se alza
XXII. De cómo tomó vida Leviatán y de mi ánimo al recibir algunos secretos de la Fraternidad, con noticia de un príncipe de Jerusalén y referencias a la ingratitud
XXIII. De cómo María Cristina ha enfriado a los negros y a los blancos según enseñó Maquiavelo, y de las buenas nuevas que me llevó a Valençay el hermano Cambacérés
XXIV. Bautismo y glorificación del hermano Leviatán, o cómo personas graves son capaces de aparecer ridículas bajo un firmamento de hojalata
XXV. Los trabajos en El Ojo de la Verdad o cómo en Valençay prosiguió la carnavalada, con noticia del modo en que la Reina y las Infantas han podido ser víctimas de aquellos que debían custodiarlas
XXVI. La muerte de un hombre justo, con el relato de cómo le despedimos de este mundo los hermanos de la Fraternidad
XXVII. De cómo purgó José I no haberme hecho su yerno y de los infortunios de El Ojo de la Verdad, con noticia de cuando Napoleón tuvo, al fin, que llamarme Rey y devolverme la libertad
XXVIII. Las fugaces resurrecciones del hermano Leviatán hasta su desaparición definitiva y el curioso suceso de cómo la Santa Inquisición fue generosa en dineros con un jefe de los francmasones
XXIX. De mi retorno a las riendas de los negocios públicos y del homenaje al buen gobierno de María Cristina, con referencia a ciertas complicidades mías con el Rey Felipe II
Nota del transcriptor
Nota para esta primera edición
Sobre el autor
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