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CARTAS DE UN HIPOCONDRIACO A SU MÉDICO DE CABECERA
Cartas de un hipocondríaco a su médico de cabecera
Chumy Chúmez
La decisión
Los enfermos siempre tenemos razón
Pavlov
Veterinario de cabecera
Una sesión de espiritismo
Los insaciables enfermos
El poder curativo de la fe
Dos mil años después
La mayoría sobramos
Cuestiones psicoanalíticas
A cada cual lo que se merece
Mi escotoma centelleante
Vísceras asesinas
Hipocondría necrofóbica
Amar al prójimo
La fe de los santos
El tacto rectal
La frivolidad de las estadísticas
Contra las supercherías: los astrólogos
La edad como síntoma
Los juanetes
Sáculos y utrículos
Sobre el suicidio
Vigilar las caquitas
Las enseñanzas de la hipocondría
La crisis
La hernia discal
Los doctores monosilábicos
Parto sin dolor y el coito no deseado
He sido infiel
La hipocondría de un poeta
Los bichos que se veían y se tocaban
Los médicos placebos
El tiempo y el espacio
¿Deben decir la verdad los médicos a los enfermos?
La edad de los médicos
El rey Hamlet dentista
Mis experiencias de seudomédico
La humildad de los médicos
Las santas y sacrificadas enfermeras
Muertos de segunda mano
Los viejos tranquilos y los viejos iracundos
El club de los hipocondríacos
La puntualidad de los enfermos
Medicina y magia
Psicoanálisis endoscópico
Enfermedades grotescas
Los enfermos tiranos
La traición
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