Log In
Or create an account ->
Imperial Library
Home
About
News
Upload
Forum
Help
Login/SignUp
Index
Portadilla
Acerca del autor
Dedicatoria
Epígrafe
Prólogo a la nueva edición
Un título novedoso
Versión actualizada
Prólogo
Introducción
1. En la guerra todo es posible
«Relámpago» inesperado
Una arriesgada luna de miel
«Nunca tantos debieron tanto a tan pocos»
España también fue bombardeada durante la guerra
Predicciones, profecías y… Nostradamus
Un soldado alemán sin pantalones
Golondrinas, gatos y pingüinos carnívoros
Balance de víctimas: dos gallinas y dos vacas
Pearl Harbor: un cúmulo de despropósitos
… y los japoneses se pasearon por Singapur
Dieppe: retirada en calzoncillos
Aparece… ¡el pasaporte judío de Hitler!
¡Cuidado! Un dirigible anda suelto
La guerra y el alpinismo no están reñidos
El ingenio ruso, contra la técnica alemana
La caballerosidad tiene un límite
Extrañas provisiones para Stalingrado
Mapas de Persia olvidados
Un ensayo desastroso
El doble de «Monty», en Gibraltar
Los republicanos españoles liberan París
San Marino: rendición por teléfono
Dresde: la venganza de un cliente insatisfecho
Los misteriosos inodoros vieneses
Una octavilla bastante útil
La sorpresa estaba en el púlpito
Macabro regalo para el Führer
La maldición de Iwo Jima
Sesión de fotos en la azotea del Reichstag
La bandera francesa más extraña de la historia
Un traductor marca el destino de Japón
Enola Gay, una madre atómica
«Operación exitosa, paciente muerto»
Estados Unidos condecora a un antiguo enemigo
2. Ideas geniales y ocurrencias extravagantes
El «relojero fantasma» de Scapa Flow
La invasión de los «cocodrilos de hormigón»
La Casa Blanca, a punto de ser negra
La inútil hazaña del piloto Fujita
La desastrosa actuación de los espías alemanes
«El hombre que nunca existió» llega a Huelva
Las mulas paracaidistas
Murciélagos incendiarios sobre Tokio
Cómo ocultar el canal de Suez
Salir volando de un campo de prisioneros
Operación Greif: disfrazados en las Ardenas
Un portaaviones… ¡de hielo!
Lluvia de dinero
«La gran evasión»: una fuga de película
Ingleses e indios en las SS
La muerte llega en globo
La importancia de ser indio navajo
Howard Hughes y su ganso gigante
3. Hechos inauditos en el campo de batalla
Cómo morir según manda el reglamento
Recibimiento inesperado a un general francés
Italianos a la carrera
La importancia de unas botas grandes
El ataque de los «perros bomba»
Lumenski, un héroe de la tercera edad
Una bomba muy oportuna
El caramelo le salvó la vida
Lección para un piloto alemán
Montecassino, una «torre de Babel»
Una tranquila partida de cartas
El peor sitio para echarse una siesta
Nuts!: la exclamación más famosa de la guerra
El sacrificio de una estrella del béisbol
Tanques y champán, una mezcla explosiva
4. Personajes singulares
El hombre más «democrático» del Reich
«Dicen que usted está loco…»
El francés que rechazó una propina de Hitler
Franco no llegó tarde a Hendaya
¡Prohibido fumar!
El demonio encuentra defensor
Afortunadas premoniciones
Un gánster muy popular
«¡Orinemos sobre el gran muro alemán!»
Bofetada al orgullo de Göring
Piernas ortopédicas caídas del cielo
Skorzeny, de safari en Burdeos
Orines de camello para Rudolf Hess
La particular «flota de guerra» de Hemingway
¿Rommel, arqueólogo?
Un curioso regalo para Von Ribbentrop
El famoso «Volveré» de MacArthur
El «resbalón» de Roosevelt
«¡No le suban la botella de leche!»
Garbo, el catalán que engañó a Hitler
Clark cumple su promesa
Los inconvenientes de apellidarse «Marshall»
Eisenhower, un entusiasta de las ostras
El gran John Huston, censurado por los militares
Flint, el excéntrico
Dudley, el «pirata rojo»
Patton también riega el territorio del Reich
«La Rosa de Tokio», «Lord Haw Haw» y «Axis Sally»: traidores al micrófono
El truco de Stalin para mantenerse sobrio
Un jardinero que llegaría muy lejos
La hazaña de un piloto tuerto
Recordatorio dental para Tojo
Onoda, el soldado más obediente
Apéndices
Apéndice 1. Coincidencias asombrosas
Las tribulaciones de un granjero con imaginación
Page y Pape, pareja involuntaria
Cincuenta cirujanos en Honolulu
La postal vuelve a casa
«Yacimiento» de uranio en Nueva York
Trágica reunión familiar en Guadalcanal
Sin novia y sin galletas
«Mi madre revisó el paracaídas»
¿Un espía en el Daily Telegraph?
Rommel no se libra de Montgomery
Los finlandeses la escogieron primero
Ni un rasguño para los soldados
Un equipo marcado por la desgracia
La maldición del Ehime Maru
Apéndice 2. La guerra en récords
El ejército de caballería más numeroso
El cañón más grande
La pistola más barata
El arma más antigua utilizada en la guerra
Más buques hundidos por un submarino
El acorazado más grande
Más aviones derribados
Más aviones derribados en un día
El piloto de caza más efectivo
Más victorias en combate nocturno
Piloto británico con más victorias
La bomba más pesada
El lanzamiento en paracaídas a mayor altitud
La posición artillera más alta
La mayor batalla de tanques
El soldado estadounidense más condecorado
El objetor de conciencia más obstinado
Epílogo
Bibliografía
Agradecimiento
Otros títulos que te van a gustar
Créditos
← Prev
Back
Next →
← Prev
Back
Next →