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El vicario de Wakefield
I. Descripción de la familia de Wakefield, en la que prevalece el aire de parentesco, así en las personas como en sus caracteres
II. Desgracias de familia. La pérdida de la fortuna sólo sirve para aumentar la dignidad de los valiosos
III. Emigración. Las circunstancias afortunadas de nuestra vida nos vienen generalmente de nosotros mismos
IV. Prueba de que aun la fortuna más humilde puede dar felicidad, que depende, no de la posición, sino de la disposición
V. Presentación de un nuevo y gran personaje. Lo que nos da mayores esperanzas suele ser generalmente lo más fatal
VI. La felicidad de un hogar campestre
VII. Un ciudadano bien instruido. Los más lerdos pueden aprender a ser cómicos una noche o dos
VIII. Un amorío que promete poca fortuna y, sin embargo, puede dar mucha
IX. Presentación de dos señores de gran distinción. Superior elegancia parece conferir superior urbanidad
X. La familia hace lo posible por estar a la altura de sus superiores. Las desgracias de los pobres cuando intentan parecer más de lo que son
XI. La familia persiste en levantar la cabeza
XII. La fortuna parece resuelta a humillar a la familia Wakefield. Las humillaciones son a veces más penosas que las calamidades reales
XIII. Donde se ve que míster Burchell es un enemigo porque se atreve a dar un consejo desagradable
XIV. Nuevas humillaciones, o una demostración de que lo que parecen calamidades pueden ser verdaderas bendiciones
XV. Toda la villanía de míster Burchell, descubierta de un golpe. La locura de ser demasiado juiciosos
XVI. La familia usa la habilidad, a la que se opone otra mayor
XVII. Pocas son las virtudes que resisten el poder de una larga y agradable tentación
XVIII. Pesquisas de un padre para traer una hija perdida a la virtud
XIX. Retrato de una persona descontenta del Gobierno actual y temerosa de la pérdida de nuestras libertades
XX. Historia de un filósofo vagabundo que persigue la novedad y pierde la alegría
XXI. La poca duración de la amistad entre personas viciosas, que sólo dura tanto como la mutua satisfacción
XXII. Cuando se ama, en el fondo, se perdonan fácilmente las ofensas
XXIII. Solamente el perverso puede ser enteramente desgraciado, y por mucho tiempo
XXIV. Nuevas calamidades
XXV. No hay situación, por miserable que parezca, que no ofrezca algún consuelo
XXVI. Reforma en la cárcel. Las leyes, para ser completas, deberían recompensar a la par que castigan
XXVII. Continuación del mismo tema
XXVIII. La felicidad y la desgracia en esta vida son más bien resultado de la prudencia que de la virtud. Los males y los bienes temporales son mirados por el Cielo como cosas sin valor, indignas de su cuidado de distribuirlas
XXIX. La equidad de la Providencia se demuestra con los felices y los desgraciados de aquí abajo. Considerando el placer y el dolor, comprendemos que los desgraciados están llamados a recibir en la otra vida la compensación de sus sufrimientos
XXX. Empiezan a descubrirse perspectivas más felices. Seamos inflexibles, y al fin cambiará la fortuna en nuestro favor
XXXI. La anterior benevolencia, vuelta a pagar ahora con inesperado interés
XXXII. Conclusión
Cronología
Notas
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