La despedida (24)

a G. G. V.

¡Recuerden! Yo recuerdo los viajeros

deleites de las horas cotidianas;

el sol ardiente y nuevo en las mañanas

que urde los tiempos imperecederos.

Seguimos los rituales exorcismos

que en el tiempo nos van multiplicando:

nos despedimos de los otros cuando

nos despedimos de nosotros mismos.

Partimos como parte a la deriva

un madero en el zafiro del mar;

como todos los hombres que al amar

se entregan a una muerte progresiva;

como el rayo inasible que se quiebra

en la hermosura rosa de la tarde

y se desprende de la tierra y arde

y se desliza como una culebra;

como esa luz del alba que traspasa

las dulces concisiones de un relato

que ha quedado en la cara de un retrato

borrando el fondo oscuro de una casa.

Partimos como parte que se adhiere

al candor que lo salva del pasado,

como un niño que encierra enamorado

en cualquier cosa todo lo que quiere.

24- Hay otros poemas titulados “Despedida”, (véase), y pág. 121 de Poesía Completa II.