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Dedicatoria
Sí, queridos amigos, cuando Stanisław
La primera ocasión en que
Feliks se había cuidado de
Una vez terminada la guerra
Sobre la avenida Krucza, Kazimierz
Al caer la noche
Tocó el turno al café
Hacía años que a Eugeniusz
Del novelista se decían muchas
Feliks llegó temprano a casa
Cada noche volvía al transmisor
Kazimierz llegó a la tienda
Esa noche quiso comunicar
Para llegar al cementerio Powązki
Dos días antes se había
En el liceo, Kazimierz esperaba
Recién terminada la guerra, Kazimierz
Olga estaba cada día más intranquila e irritable
No toda Varsovia quedó en ruinas
Luego del registro con huellas
Marianka se echó sobre el colchón
Olga fue a buscar a Kazimierz
Tenía cinco minutos regenteando
Convencida de que no iba
De camino a su segunda
Se abrió la puerta
Esa noche sólo llegaron tres
Habían retirado las tablas de
Ludwik no les había confiado
Kazimierz iba sintiendo más confianza
Para el novelista fue una hazaña
El novelista dio con el puño en la mesa
Kazimierz miró la hora
Ludwik volvía a casa
Esa noche volvieron a notar la ausencia de Feliks
En la celda oscura
Cansados de bailar
El novelista pensó en tantos otros destinos
Alguien tocaba con insistencia
La noche del lunes
Kazimierz y Eugeniusz se sentaron
Feliks conoció a Olga
Esa noche no había vuelto el capitán Bojarski
La carreta se estacionó en Dzielna
Kazimierz llevaba un par de horas acostado
Feliks despertó bien entrada la madrugada
Kazimierz conocía ese relato
Feliks da un puñetazo débil
Le desearon bienaventuranzas
Quien estuviera despierto a esa hora
El novelista ya no quiere saber más
Ven conmigo, le dijo Eugeniusz
Escuchó los pasos del novelista
El caballo paseaba desganado
El cura y el barbero
En el pasaje noventa
Al abrir un pequeño resquicio
A Marianka le bastó
Eugeniusz volvió al claustro
Kazimierz despertó en una habitación
Llegó a las ruinas de gueto
La historia de Kasia y Gosia
Feliks se sentó en un banco de madera
La siguiente vez que Kazimierz se reunió a beber con sus amigos
Eugeniusz despertó a media mañana
El novelista se tumbó sobre sus cobijas
Feliks pasó la noche en alguna delegación
Marianka llegó cansada
Luego de tres días
No hubo escena de alegría
La noche anterior
El barbero terminó de cortar
Kazimierz esperó durante un par de horas
Ludwik halló la tierra revuelta
Ludwik salió a correr
El padre Eugeniusz no aparecía
Eugeniusz llegó casi corriendo
Kazimierz se sentó a esperar
Esa noche, embriagado y dichoso
Kazimierz sacó del frasco la mano
San Eugenio de Varsovia recorrió su ciudad
En la acera frente al edificio de Siedlecka
El barbero desenfundó sus tijeras
Según propuso Ludwik
Feliks amaneció huérfano
A Ludwik le asaltó una sensación de juventud
Marianka tenía la mañana entera
Al despertar, Eugeniusz percibió un percibió un olor
Ludwik regresó al pedestal
La muerte de la novela
Los golpes sonaron
Caía la nevada más intensa
Ludwik y Feliks hicieron fila
Kazimierz escuchó gritar a la mujer
Feliks regresó a Siedlecka 45
Marianka no pegaba el ojo
Feliks volvió a casa
El novelista había metido algo
Por primera vez, Kazimierz encontró en el buzón un sobre dirigido a él
Alguna campana de alguna iglesia
Créditos
Grupo Santillana
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