La comunicación verbal es una habilidad que comparten todas las civilizaciones humanas del mundo. Mientras todas se han comunicado por vía oral, solo las civilizaciones de cultura más avanzada han podido disfrutar de un sistema que representa su lenguaje gráficamente. La creación de la escritura es el avance que le permitió al ser humano guardar un registro duradero y portátil de sus palabras. El estudio de la escritura, entonces, examina los distintos métodos que el ser humano ha ingeniado para representar sus comunicaciones verbales de una manera gráfica.
Como se expresó en el Capítulo 2, la comunicación verbal depende del signo lingüístico, que es la unión del significado y el significante. El significado, sin embargo, permite su expresión por tres vías: la oral, la escrita y la manual. A nivel de habla, entonces, el significado es una cosa o una noción. A este mismo nivel, el significante por vía oral es una cadena fónica, sonidos o secuencias de sonidos que representan los significados. El significante por vía escrita son símbolos gráficos que representan o el significado directamente o la cadena fónica de su significante. La Fig. 4.1 muestra como el significante por vía oral representa el significado y como el significante por vía escrita, por su parte, representa el significante por vía oral.
Este capítulo presenta un resumen del papel del sonido en los sistemas de escritura. Comienza con un breve repaso de la historia de la escritura, de los distintos tipos de escritura y de cómo se puede representar el sonido tanto para fines comunicativos como para fines lingüísticos.
Los principios fundamentales de la escritura no surgieron de golpe. Hay que buscar los orígenes de la escritura en lo que se puede llamar la pre-escritura. Este término sugiere que esos sistemas son parciales, porque no son capaces de representar toda comunicación verbal y porque carecen de una base fonológica, los cuales son esenciales en un sistema de escritura.
Los precursores de la escritura se hallan en los dibujos dejados por seres humanos prehistóricos y que suelen encontrarse en cuevas y rocas. Aunque los dibujos tienen valor artístico, no se sabe con exactitud cuál fue su propósito. Se sugiere que tenían cierto valor religioso o mágico y hasta puede que tuvieran cierto valor comunicativo, pero el dibujar imágenes no constituye un sistema de escritura porque las imágenes no representan una cadena hablada. Su valor comunicativo pertenece más bien al campo de la comunicación no verbal. Lo único que tienen en común los dibujos con la escritura es la habilidad de producir un dejo gráfico. Sin embargo, sin la destreza de poder elaborar dibujos, no hubiera sido posible llegar a la creación de la escritura.
Los ejemplos más famosos del mundo hispánico son las bestias dibujadas en las cuevas de Altamira, que se encuentran en la costa norteña de España, en la provincia de Santander. La Fig. 4.2 es de un bisonte dibujado en esas cuevas. Esos dibujos que datan de 10.000 años antes de Jesucristo, no llevaron a ningún sistema de escritura posterior en España como ocurrió en otras partes del mundo.
El próximo paso en la creación de un sistema gráfico de comunicación, después de los dibujos, fueron los pictogramas. Los pictogramas eran iconos de objetos que se querían representar. Los sumerios, por ejemplo, usaron el símbolo para representar ‘estrella’; los egipcios usaron el símbolo para ‘laúd’. A veces los pictogramas se combinaban para indicar un mensaje más complejo. El uso de pictogramas, sin embargo, representa solamente un sistema parcial de escritura debido a dos razones principales. Primero, no son capaces de representar toda comunicación verbal. Segundo, no pueden ser leídas de la misma manera por distintos miembros de una comunidad lingüística, porque los pictogramas no representan una cadena ni fónica ni sintáctica de palabras.
Uno de los mejores ejemplos del uso de pictogramas en la península ibérica se halla en una cerámica de Liria, de la provincia de Valencia, que se ve en la Fig. 4.3. Este ejemplo de la civilización ibérica, que floreció en la costa oriental de la península entre la edad neolítica y tiempos históricos, data del tercer siglo antes de Jesucristo.
Los pictogramas eran muy limitados en sus temas, ya que solo servían para representar sustantivos concretos: mal funcionaban para comunicar conceptos abstractos. Para esos fines, se comenzaron a emplear los pictogramas con valores nocionales relacionados con el significado original. Ese avance extendió el uso del pictograma: además de representar el concepto concreto original, su uso se amplió, convirtiendo así el pictograma en ideograma. De esa manera, los ideogramas llegaron a ser señales, representaciones gráficas que no guardaban estrecha relación física con el concepto que se representaba. Por ejemplo, el pictograma sumerio de [múl] ‘estrella’ pasó a tener como ideograma el valor de [díŋgir] ‘dios’ y luego [án] ‘cielos’. Aun con ese avance de abstracción, los sistemas ideográficos quedaron como sistemas parciales por las mismas debilidades que tenían los sistemas pictográficos: carecían de un sistema abierto, capaz de representar un número ilimitado de conceptos, como también de un sistema capaz de representar los sonidos de la lengua.
De los sistemas parciales ya descritos, solo tres llegaron a incorporar independientemente las innovaciones necesarias para convertirse en sistemas íntegros de escritura: el sumerio, el chino y el maya. Estos tres sistemas se reconocen por la mayoría de las autoridades como los únicos sistemas de escritura autóctonos. Un sistema autóctono es uno que se desarrolló sin ningún antecedente, es decir, sin cualquier influencia externa, sea por la adaptación de otro sistema existente o simplemente por el mero conocimiento de la existencia de otros sistemas de escritura. La tradición de la escritura sumeria tuvo un seguimiento histórico al fenicio, al griego, al latín y hasta al español. La tradición de la escritura china sigue vigente. La tradición de la escritura maya pereció.
Las características de un sistema íntegro de escritura parten de unas premisas fundamentales. La primera exalta la primacía de la vía oral. Es decir, todos los sistemas íntegros de escritura que se han ingeniado en la historia del mundo son una extensión gráfica del atributo exclusivo del ser humano: el habla. Como consecuencia, un sistema íntegro de escritura necesita tener la capacidad de representar toda y cualquier comunicación de la vía oral. También requiere que los significantes escritos sigan la misma sintaxis que la cadena hablada. La segunda premisa es que los sistemas íntegros de escritura tienen que incluir un componente fónico. El hecho de agregar un componente fónico permite que el sistema tenga la capacidad de representar una cantidad ilimitada de nociones, que incluye neologismos y préstamos. La tercera premisa es que un sistema íntegro de escritura debe permitir la misma lectura por parte de los lectores de la misma sociedad lingüística.
El desarrollo de los sistemas de escritura ha seguido varios rumbos y estilos, pero básicamente se clasifican en cuatro grupos principales: la escritura logográfica, la escritura silábica, la escritura consonántica y la escritura alfabética. Los símbolos de estos sistemas representan respectivamente palabras (o morfemas), sílabas, fonemas consonánticos o todos los fonemas de un enunciado.
Para entender los sistemas de escritura, hace falta definir tres conceptos. El primero es el grafema que es la unidad mínima de la escritura. El grafema se representa entre llaves, como la letra {s} o la letra {x}, para distinguirla del fonema o alófono. Por ejemplo, el significante cueva tiene cinco grafemas {c+u+e+v+a}; mientras el significante y tiene solo uno {y}. El segundo es el marco, que resulta de la combinación de grafemas que suele separarse de otras combinaciones por rodearse de espacio blanco. En español, por ejemplo, se indica el marco de una palabra por separarla de las palabras adyacentes con un espacio. El tercer concepto es la orientación, que describe la colocación y la dirección de los grafemas y marcos. En español, por ejemplo, se lee el renglón de izquierda a derecha, la página de arriba para abajo y se comienza a leer el libro con el lomo del libro a mano izquierda.
De los pictogramas e ideogramas brotaron los primeros verdaderos sistemas íntegros de escritura. Entre los sistemas logográficos más importantes se encuentran la escritura cuneiforme sumeria1 (que apareció alrededor de 3350 a. de J.C.), los jeroglíficos egipcios2 (que aparecieron alrededor de 3100 a. de J.C.) y los caracteres chinos3 (que aparecieron alrededor de 1200 a. de J.C.). Es de notarse que no se desarrolló ningún sistema de escritura logográfica en la península ibérica.
Los sistemas logográficos de escritura surgieron como resultado de tres innovaciones.
La primera innovación, y la más significativa, surgió por la aplicación del principio del “rebus”, en que los pictogramas e ideogramas se evolucionaron a emplearse tanto por su valor fonológico como por su valor semántico. Así, los pictogramas e ideogramas, inventados como símbolos de ciertas palabras, pasaron a referirse también a palabras homófonas, o a palabras compuestas de más o menos los mismos sonidos. El grafema, entonces, comenzó a usarse por su valor fónico además de por su valor semántico.
La segunda innovación fue cuando los pictogramas e ideogramas empezaron también a encadenarse de acuerdo con la sintaxis de la lengua que representaban. En el sumerio, la orientación de los logogramas fue de izquierda a derecha y la de los renglones de arriba a abajo. En el chino, la orientación de los logogramas fue de arriba a abajo y la de los renglones de derecha a izquierda.
La tercera innovación fue cuando los pictogramas e ideogramas dejaron de parecerse al objeto representado: llegaron a ser más estilizados, más abstractos. En esos sistemas, los grafemas que se utilizan para representar palabras o morfemas se denominan logogramas. El Cuadro 4.4 demuestra la estilización de los logogramas del sumerio a través de los años. También muestra cómo los símbolos comenzaron a usarse para representar tanto un concepto como una secuencia de sonidos.
Uno de los problemas que resultó del doble uso de los símbolos escritos, es decir, su uso tanto para el significado (el concepto) como para el significante (los sonidos que representan al concepto), fue saber a cuál de los dos representaba el símbolo. Otro problema fue cómo representar las palabras homófonas, es decir, distintas palabras representadas por la misma secuencia de sonidos. La solución fue la creación y uso de un sistema que empleaba un determinativo semántico para representar el significado y un determinativo fonológico para representar el significante por aplicación del principio del rebus.
El sumerio, por ejemplo, tenía un logograma para la palabra [tí] ‘flecha’. Por aplicación del principio del rebus, este logograma llegó a representar también la palabra [tí] ‘vida’. Para quitar la resultante ambigüedad, los escribanos comenzaron a escribir ‘flecha’ con el símbolo para ‘madera’ [ɡíʃ] antes o después del símbolo para [tí]. El símbolo para ‘madera’, entonces, servía como determinativo semántico, aclarando que en ese caso el significante de [tí] tenía algo que ver con madera, es decir, ‘flecha’.
Los chinos inventaron independientemente las mismas técnicas que usaron los sumerios para ampliar su sistema de escritura. Los chinos agregaron determinativos tanto semánticos como fonológicos para precisar el significado y la pronunciación de sus símbolos escritos. A diferencia de los sumerios, sin embargo, los chinos fundieron los grafemas semánticos y fonológicos en un solo marco formando así un carácter compuesto.
Puesto que el determinativo fonológico se fundió en el mismo marco que el logograma semántico, el chino quedó principalmente como un sistema logográfico; nunca evolucionó tanto como el sumerio o el egipcio hacia un sistema principalmente silábico. A pesar de su apariencia logográfica, la escritura del chino sí tiene su elemento fonológico. Ese elemento fonológico permite que el lector del chino sepa descifrar un carácter desconocido con cierta precisión. También permite que se escriban neologismos (palabras nuevas) y extranjerismos (palabras prestadas de otros idiomas).
El Cuadro 4.5 contiene ejemplos del mandarino que indican cómo el significado del carácter fonológico 方 fang [fáŋ] varía cuando se le agregan distintos determinativos semánticos. El cuadro presenta los logogramas con su significado, transliteración y valor fonético. El carácter compuesto es un logograma que se compone de dos grafemas: uno de índole fonológica 方 fang [fáŋ] y uno de índole semántica que precisa el significado del logograma. Se puede observar, entonces, que aunque la forma escrita de esos caracteres compuestos es distintiva, el valor fonético segmental de todos ellos es el mismo: [fáŋ], difiriéndose solo por los tonos.
El Cuadro 4.6, también del mandarino, demuestra como varían el significado y el valor fonético del carácter semántico para ‘persona’ 人 ren [ʐεn] cuando se combina con distintos determinativos fonológicos. (Se nota que la forma combinatoria 亻 de ren [ʐen] es un poco diferente de la forma solitaria 人.) Los caracteres compuestos se componen de dos grafemas, pero en este caso, al comparar los logogramas, lo que tienen en común es el carácter semántico. El otro grafema es el determinativo fonológico que especifica la pronunciación del conjunto. Se puede observar, entonces, que en esos casos el carácter compuesto tiene un valor fonético semejante al de su determinativo fonológico.
Una de las ventajas de un sistema logográfico de escritura es que facilita la comunicación por escrito entre hablantes de distintos idiomas. Aunque el chino y el japonés monolingües no podrían comunicarse oralmente, lo pueden hacer, hasta cierto punto, por escrito. Por ejemplo, el logograma 人, que representa el concepto de persona, se pronuncia [ʐέn] en el chino mandarino, [ʝán] en el chino cantonés y [çi̥tó] en japonés, todos con el mismo significado. El logograma 家, que representa el concepto de casa u hogar, se pronuncia [cʃjá] en el chino mandarino, [ká] en el chino cantonés y [ié] en japonés.
Otra ventaja del sistema logográfico es que sirve muy bien para idiomas como el chino, que tienen muchas palabras homófonas. En un sistema logográfico, los homófonos pueden escribirse distintivamente debido a los determinativos semánticos.
La desventaja principal es el gran número de símbolos que hay que aprender para poder leer y escribir el idioma. De los más de 50.000 caracteres que constan en el diccionario chino más grande, el estudiante universitario sabrá unos 4.000 a 5.000. Además de causar problemas de aprendizaje, el número tan alto de caracteres dificulta la imprenta y la mecanografía.
De los sistemas logográficos, en que algunos símbolos se usaron para representar los sonidos de una sílaba, brotó la idea de basar el sistema de escritura en la representación de sonidos. La introducción de la escritura silábica fue paulatina; inicialmente se usó en conjunto con el sistema logográfico como demuestra un texto logográfico sumerio con la siguiente representación del nombre “Hammurabi”, en que cada símbolo representa una secuencia de sonidos.
En el sumerio, el grafema dejó de identificarse tanto con el concepto semántico y comenzó a emplearse principalmente por su valor fonológico. Los grafemas llegaron a representar, entonces, los sonidos de una sílaba entera.
Entre los sistemas silábicos más importantes se encuentran la escritura silábica mediterránea4 (que apareció alrededor de 1450 a. de J.C.), el japonés—hiragana y katakana—5 (desde el siglo 9 d. de J.C.) y el maya (desde el siglo 3 al 17 d. de J.C.).
En un sistema de escritura silábica, cada grafema representa los sonidos de una sílaba. El conjunto de los grafemas necesarios para representar las sílabas de un idioma se llama un silabario. El concepto de silabario requiere que se tenga un grafema distinto para todas las posibles sílabas de un idioma. De esa manera habría que tener cinco grafemas para representar [ba], [be], [bi], [bo], [bu] y otros cinco para [bam], [ban], [bas], [bat] y [bal]. Según los modelos que permite la fonotáctica de un idioma, el número de posibilidades podría ser muy grande.
Interesante es la apariencia de la escritura parcialmente silábica en el oriente y en el sur de la península ibérica, basada en la escritura mediterránea. Las inscripciones ibéricas datan de 600 a 200 a. de J.C. Por la fecha tardía que tienen, demuestran la influencia de alfabetos, ya que algunos símbolos representan sílabas y otros, sonidos independientes. El siguiente ejemplo viene de la cerámica de Liria presentada anteriormente en la Fig. 4.3. Se desconoce su significado.
En Mesoamérica, donde floreció la civilización maya, se desarrolló un sistema autóctono: el único sistema íntegro de escritura pre-europea de las Américas. Como ocurrió con otros sistemas, su escritura comenzó como un sistema logográfico, pero, con el tiempo, llegó a ser más bien silábico. Su sistema fue complicado porque todavía se empleaban logogramas y había varios grafemas alternativos para las sílabas. El uso de la escritura maya se extendió desde el siglo tres hasta el siglo diecisiete. El siguiente glifo demuestra el carácter silábico de la escritura maya.
El glifo viene de una inscripción de Palenque, México, e indica el titulo y nombre del “señor Pacal”. A los lados se muestra la correspondencia silábica o logográfica de cada grafema maya.
Aunque la escritura maya es de interés general, el sistema murió sin que evolucionara a ningún sistema que se emplee hoy en día.
En el caso de la palabra sumeria “Hammurabi” ya citada, el nombre se escribió mediante el uso de cinco grafemas a pesar de tener cuatro sílabas por emplear una técnica que tienen en común muchos de los sistemas de escritura silábica: la del encajamiento silábico. Por este principio es posible representar la sílaba [ham] mediante el encajamiento de dos grafemas: uno para [ha] y otro para [am]. El empleo de encajamiento silábico permitía que se escribiera el idioma con un número más reducido de grafemas.
El siguiente ejemplo de la escritura silábica mediterranea (la llamada Escritura Linear B) demuestra dos técnicas de adaptación. En esa escritura, se representan las dos sílabas de la palabra thrānus (escabel) de la siguiente manera: Este ejemplo demuestra que el sistema no tenia símbolos para representar todas las sílabas, pues no tenía símbolo ni para la sílaba [thrā] ni para la sɫ̪laba [nus]. La técnica usada en la representación de la primera sílaba es el encajamiento silábico ya explicado. La técnica usada en la representación de la segunda sílaba es la supresión. El lector tenía que suplir la consonante final de la sílaba basándose en el contexto.
Los silabarios más reconocidos en el mundo de hoy son del japonés. La escritura japonesa comenzó en el siglo ocho después de Jesucristo con el préstamo de los caracteres chinos, o kanji. Aunque estos caracteres servían muy bien para representar las raíces de las palabras, era imposible representar con ellos las flexiones morfológicas del japonés. Para esos fines, durante el siglo nueve después de Jesucristo, se evolucionaron del kanji el silabario katakana (o caracteres de un solo lado) y el silabario hiragana (o caracteres simplificados). Los dos silabarios, cada uno de 71 símbolos, tienen usos diferentes: el katakana se usa para palabras extranjeras, mientras el hiragana se emplea para las flexiones morfológicas y las partículas gramaticales. La escritura del japonés, mediante sus silabarios, también emplea la técnica del encajamiento silábico. Un buen ejemplo es la palabra para la capital de Japón: Tokyo ときよ. En este ejemplo, el símbolo diminutivo, よ yo, indica que los sonidos de esta sílaba se encajan en la sílaba anterior, き ki. De esta manera to-ki-yo se pronuncia to-kyo.
El ejemplo del maya también presenta un caso de encajamiento, puesto que la palabra “Pacal”, de dos sílabas, se escribe con tres grafemas: “pa”, “ka” y “la”.
El uso de un silabario presenta ventajas y desventajas. Una de las ventajas del silabario es que reduce tremendamente el número de símbolos necesarios para representar el lenguaje. Todos los 50.000 caracteres existentes del kanji japonés se pueden escribir con solo 71 grafemas del silabario. El silabario, además de reducir el problema de aprendizaje, reduce también los problemas tipográficos. Una de las desventajas, sin embargo, es que no permite la discriminación ortográfica de palabras homófonas.
El silabario sirve muy bien para el japonés por la estructura fonotáctica del idioma, en que cada sílaba se forma de una vocal (V), una consonante y vocal (CV) o la consonante /n/, que también funciona como sílaba. El uso de un silabario para el inglés, sin embargo, sería algo problemático por la multitud de combinaciones de sonidos permitidas en la estructura silábica.
El silabario también facilita la escritura de neologismos (palabras nuevas) y se emplea también en la escritura de palabras extranjeras. Una de sus desventajas, no obstante, ocurre cuando se emplea para representar las palabras extranjeras. Muchas veces la aproximación fonética del sistema silábico para el extranjerismo no es muy exacta. El apellido Clegg, por ejemplo, se transcribe クレッグ (ku-re-[pausa]-gu).
El primer sistema de escritura consonántica se creó entre los cananeos o antiguos fenicios al este del Mar Mediterráneo para 1500 a. de J.C. Los cananeos, bajo la influencia del egipcio, tomaron prestado el principio del determinativo fonológico consonántico y crearon un alfabeto consonántico. En un sistema de escritura consonántica, entonces, se representan solamente los sonidos consonánticos de una palabra; las vocales se inducen por el contexto.
El alfabeto consonántico de los cananeos se creó por aplicación del principio acrofónico por el cual un grafema común adquirió el valor fonético de su primer sonido. Por ejemplo, el símbolo , que representaba la palabra daleth ‘puerta de una tienda’, llegó a representar solo el primer fonema (/d/) de la palabra.
Ese sistema cananeo luego se desarrolló en el antiguo árabe (1300 a. de J.C.),6 en el fenicio (1100 a. de J.C.)7 y en el antiguo hebreo (1000 a. de J.C.),8 los sistemas consonánticos más importantes y más relevantes a la península ibérica.
La escritura arábiga es la escritura consonántica más difundida; se emplea para representar no solamente el árabe (de Marruecos a Siria), sino también para idiomas no arábigos como el persa o farsi (de Irán), el urdu (de Paquistán) y el pashtu (de Afganistán). Su extensión histórica incluye la península ibérica en donde se usó durante casi ocho siglos. Se empleó no solamente para la escritura del árabe, sino también para escribir estribillos o jarchas en español. Con respecto a su orientación, la línea se lee de derecha a izquierda, y los libros se encuadernan con el lomo a la derecha. El texto de la Fig. 4.7, con su transliteración y traducción, es de una jarcha de Al-A‘mā al-Tuṭīlī, quien vivió en Murcia y Sevilla y murió en 1126. El sistema fonológico del árabe consiste en 28 consonantes y seis vocales. La escritura arábiga, entonces, tiene por lo menos un símbolo para cada una de las 28 consonantes. Es de notarse que el árabe tiene una escritura cursiva en que las letras de una palabras se conectan.
En Fenicia, que se encontraba en lo que hoy en día es Líbano, se creó una escritura consonántica que llegó a ser el fundamento del alfabeto griego y luego el románico. Los fenicios, que eran navegantes y dueños del comercio mediterráneo, llevaron consigo su escritura y entre otros lugares la introdujeron en la península ibérica al establecerse en sus costas por el año 1100 a. de J.C. Se han encontrado inscripciones fenicias en monedas, láminas y piedras de varias zonas del sur y este de la península ibérica. El alfabeto fenicio consistía en 22 grafemas consonánticos, que corresponden a los fonemas consonánticos del fenicio. Como el árabe, la escritura fenicia se orientaba de derecha a izquierda en renglones que se leían de arriba a abajo.
Otro alfabeto consonántico usado hoy en día es el del hebreo. La escritura hebraica se desarrolló en lo que hoy en día es Israel, pero se conservó durante muchos años entre los judíos en diversas partes del mundo, incluso en la península ibérica. El alfabeto consonántico del hebreo consiste en 22 símbolos con una correspondencia fonológica. Como en el caso del árabe, el alfabeto consonántico del hebreo también se usó para representar el español, sobre todo para escribir jarchas.
Los sistemas de escritura silábica suelen usar dos técnicas de adaptación: el uso de alógrafos y de puntos vocálicos.
Tanto el árabe como el hebreo emplean alógrafos, o sea distintos símbolos para representar el mismo fonema de acuerdo con su posición en la secuencia ortográfica: sea aislada, inicial de palabra, medial de palabra o final de palabra. Esto, en parte, resulta del hecho de que el árabe tenga solamente una escritura cursiva en que la mayor parte de los grafemas de una palabra se conectan. El siguiente ejemplo indica los cuatro alógrafos para el fonema /t/.
Mientras abundan símbolos para las consonantes, las vocales no se representan en la escritura clásica. En tiempos más recientes, sin embargo, la dificultad de interpolar las vocales no representadas dio impulso al origen del empleo de puntos vocálicos en que se puntúan las consonantes mediante pequeños puntos, círculos o trazos que se colocan encima de las consonantes o debajo de ellas para indicar las vocales que las acompañan. El siguiente ejemplo de la palabra ’al-mixaddah (almohada) demuestra la escritura arábiga sin y con los puntos vocálicos.
Como la escritura arábiga, el hebreo emplea puntos vocálicos, tiene alógrafos (aunque solo cinco) y se escribe de derecha a izquierda en renglones que se leen de arriba a abajo. A diferencia del árabe, el hebreo no tiene una escritura cursiva; los grafemas utilizados para escribir una palabra nunca se conectan.
La ventaja de un sistema de escritura consonántica se ve en la economía de símbolos. Esto resulta, sin embargo, en la creación de una escritura que a veces es ambigua o difícil de leer. Sin embargo, este tipo de sistema es más adecuado para idiomas que suelen formar sílabas de consonante más vocal más consonante (CVC) como los idiomas semíticos o el inglés. Si se aplica el principio de escritura consonántica al inglés, ths s stll rdbl (this is still readable). Sin embargo, si se aplica este sistema a un idioma que suele formar sus sílabas de una consonante más vocal (CV), como el español, n rslt tn lgbl (no resulta tan legible).
El paso histórico de la escritura consonántica a la escritura alfabética fue la incorporación de símbolos vocálicos al inventario de símbolos consonánticos para formar un sistema fonológico completo. La base teórica de un sistema alfabético es que cada fonema se represente mediante un grafema distinto.
Entre los alfabetos más importantes y más relevantes a la civilización occidental se encuentran el alfabeto griego (que data del siglo 8 a. de J.C.)9 , el alfabeto romano (que apareció poco después del griego)10 y el alfabeto cirílico (desde el siglo 9 d. de J.C.).11
El alfabeto griego fue el primero en incorporar grafemas para la representación tanto de vocales como de consonantes. Esa innovación surgió en el siglo ocho antes de Jesucristo como resultado de una adaptación errónea del alfabeto consonántico del fenicio. Los fenicios tenían un símbolo , que llamaban ‘?alep’ (‘buey’), que representaba el primer sonido consonántico de su nombre [?] (un golpe de glotis). Los griegos no tenían ese sonido en su sistema fonológico y al adaptar el alfabeto consonántico de los fenicios al griego, supusieron que este símbolo representara el primer sonido que percibieron ellos: la vocal [a].
Los griegos adaptaron no solamente el símbolo, sino también su nombre, convirtiéndolo en “A” (alpha). De la misma manera, los griegos adaptaron o inventaron otros símbolos para las demás vocales. El segundo símbolo de su sistema de escritura, B, fue ‘beta’. Al concatenarse el nombre del primer símbolo, ‘alpha’, con el nombre del segundo, ‘beta’, se produjo la palabra que es el origen de ‘alfabeto’. Un alfabeto es, entonces, una lista ordenada de las letras empleadas en un sistema alfabético de escritura.
Además de convertir el sistema consonántico de los fenicios en un alfabeto completo, los griegos cambiaron la orientación de la escritura, prefiriendo escribir de izquierda a derecha en renglones que se leían de arriba a abajo. Los primeros símbolos fueron las mayúsculas, pero después de varios siglos se crearon formas minúsculas. El alfabeto griego clásico consistía en 24 letras (mayúsculas y minúsculas), siete de las cuales representaban vocales. El alfabeto se presenta en la Fig 4.8 con una transliteración al alfabeto romano. La extensión de la influencia cultural de los griegos hizo que su alfabeto también se extendiera por el mundo, aunque hoy en día su uso se limita a Grecia y a Chipre.
El alfabeto romano resultó de las varias formas del alfabeto griego que fueron llevadas a la península itálica poco después de su creación en Grecia. En la península itálica el alfabeto fue adaptado por varias civilizaciones, siendo la principal entre ellas la civilización romana. Desde sus humildes orígenes en la provincia itálica de Latium (Lacio), los romanos, que hablaban latín, propagaron su alfabeto por el mundo hasta que ha llegado a ser el sistema de escritura más extendido de hoy en día. El alfabeto romano se emplea en la escritura de más de 190 idiomas por más de 3,7 mil millones de personas.
El alfabeto romano, como el griego, se componía originalmente de puras mayúsculas; la creación de las minúsculas tardó varios siglos. La orientación de la escritura fue de izquierda a derecha y en la práctica noseusabanespaciosparaindicarladivisiónentrepalabras. El alfabeto romano clásico consistía en 23 letras:
A B C D E F G H I K L M N O P Q R S T V X Y Z
El alfabeto cirílico es el tercer alfabeto europeo de uso contemporáneo. Se le ha atribuido su origen a los hermanos santos Cirilo y Metodio, apóstoles griegos a los eslavos, quienes en el siglo nueve después de Jesucristo crearon un alfabeto basado en el griego que sirviera para representar los idiomas eslavos. El alfabeto del ruso, un idioma eslavo, consta hoy en día de 33 letras, con mayúsculas y minúsculas para cada una. El alfabeto contiene 12 vocales y 21 consonantes que se presentan en la Fig. 4.9 con su transliteración al alfabeto romano. El alfabeto cirílico se emplea hoy en día no solamente para el ruso, sino también para el búlgaro, el serbio y otros idiomas minoritarios de Rumania, Irán y la antigua Unión Soviética.
Casi todos los otros alfabetos del mundo se han derivado sucesivamente del alfabeto cananeo. El alfabeto cananeo, por ejemplo, fue llevado a la India durante el siglo siete antes de Jesucristo donde se adaptó para formar el alfabeto brahmi, que después sirvió como base no solamente de los alfabetos de la India y del sureste de Asia sino también del alfabeto de Mongolia.
A continuación se presentan tres ejemplos de esas adaptaciones. El alfabeto hindi se derivó del brahma entre los siglos siete y nueve de nuestra era. El hindi, que es el idioma principal del norte de la India, se lee de izquierda a derecha en renglones de arriba a abajo. El alfabeto laosiano, que se derivó del brahma en el siglo trece, se escribe con la misma orientación que el hindi. El alfabeto mongol, que también se derivó indirectamente del brahma en el siglo trece, se escribe de arriba a abajo en columnas que van de izquierda a derecha.
Otro alfabeto de particular interés es el alfabeto hangul del coreano, porque es un alfabeto único y original. Es único porque fue creado con una base fonológica; es original porque fue diseñado en 1444 específicamente para el coreano sin recurrir a los alfabetos usados para representar otros idiomas. Incluye medios para representar relaciones entre sonidos. Por ejemplo, los símbolos para los sonidos producidos mediante contacto de los dos labios contienen un cuadro: **ᄆ para [m] y ᄇ para [p]. Tradicionalmente, el coreano se escribía de arriba a abajo en columnas que iban de derecha a izquierda. En tiempos modernos, sin embargo, se escribe con la misma orientación que el español.
Los grafemas de las sílabas del coreano forman un marco; las sílabas de una palabra también forman un marco. De esa manera, el nombre del alfabeto hangul se escribe de la siguiente manera:
El primer marco, 한, contiene tres grafemas, (ㅎ, ㅏ y ㄴ), que representan la sílaba /han/, la primera sílaba de la palabra. El segundo marco 글, también contiene tres grafemas, (ㄱ, ㅡ y ㄹ), que representan la sílaba /gul/, la segunda sílaba de la palabra. Al lado de la representación en coreano, se puede observar la organización de los grafemas fonemáticos indicados en marcos silábicos por su representación en letras del alfabeto romano.
El alfabeto romano se ha adaptado a más idiomas que cualquier otro. Además de emplearse en la escritura de la gran mayoría de los idiomas europeos, el alfabeto romano también se emplea para la escritura de idiomas tan dispersos como el turco (de la Asia occidental), el malayo (del sureste de Asia), el tongano (de las islas del Pacífico) y el suajili (del este de África). El proceso de esta adaptación, sin embargo, no siempre fue fácil; a veces requirió el uso de varias técnicas.
Una de las técnicas de adaptación es la creación de nuevos grafemas para representar fonemas que no tenía el latín. Por ejemplo, los normandos agregaron la letra “W” para la escritura del anglosajón. También durante el medioevo se diferenciaron la “J” de la “I” y la “U” de la “V”. Así se llegó de las 23 letras del alfabeto romano a las 26 del alfabeto inglés.
Otra técnica empleada en la adaptación de un alfabeto a otro idioma es el empleo de dígrafos. Por ejemplo, en inglés, los dígrafos th, sh y ch representan un solo fonema como en las palabras thick, ship y cheap. En español los dígrafos ch, ll y rr representan un solo fonema como en las palabras chico, llave y carro.
La mayoría de los alfabetos de hoy día también emplea alógrafos en la forma de letras mayúsculas (ABCDE) y minúsculas (abcde). Además, en la mayoría existen formas de letra de molde (abcde) y letra cursiva (abcde).
También se emplean los mismos símbolos junto con varios signos diacríticos para ampliar su utilidad. Por ejemplo, el acento agudo (ˊ), el acento grave (ˋ), el acento circunflejo (^), la diéresis o umlaut (¨), el tilde (˜), el carón (ˇ), el anillo (˚) o la cedilla (¸) pueden variar el sonido de la letra que acompañan. En español, por ejemplo, la n y la ñ representan distintos fonemas.
A veces, el adaptar el alfabeto de un idioma a otro resulta en la supresión de una de las letras porque la fonología del idioma no incluye el sonido que representa y por lo tanto se hace innecesario. De esa forma, los romanos, al adaptar el alfabeto griego al latín, suprimieron la letra Θ porque no representaba ningún fonema latino.
La ventaja principal del alfabeto es que es un sistema completo; es decir, representa todos los fonemas tanto consonantes como vocales. Esto produce una mayor economía porque se utiliza un mínimo de símbolos en comparación con sistemas logográficos o silábicos. A la vez, al comparar la economía del sistema alfabético con el del consonántico, lo que pierde el alfabético con tener más letras, recupera con ser más completo y con lograr una mayor correlación entre símbolo y fonema.
Es necesario rebuscar para encontrar desventajas de peso. Se ha notado que un sistema consonántico tiene menos letras, pero esta pequeña ventaja es a costa de la integridad del sistema. Se ha notado también que un sistema logográfico tiene la posibilidad de tener distintas representaciones para palabras homófonas, pero esta pequeña ventaja es a costa de la economía de símbolos. Tanto el inglés como el español tienen ejemplos de palabras homófonas con distinta escritura: por ejemplo, vane, vain y vein en inglés y barra y varra en español.
Uno de los doctos más reconocidos en el estudio de sistemas de escritura, I. J. Gelb, ha dicho: “No hay ningún sistema puro de escritura como no hay ninguna raza pura en la antropología ni lenguaje puro en la lingüística”. En verdad, se puede decir que las clasificaciones de escritura logográfica, silábica, consonántica y alfabética no representan divisiones discretas.1
La mayoría de los sistemas de escritura incorpora elementos de más de uno de los tipos de escritura que se han presentado. Por ejemplo, la cerámica de Liria combina un pictograma y una inscripción de escritura silábica. Los ejemplos de combinaciones no se limitan a casos históricos; se encuentran en el mundo de hoy.
El ejemplo por excelencia de un sistema mixto es el japonés. En el anuncio a continuación se pueden encontrar yuxtapuestos el sistema logográfico (los caracteres chinos, o kanji), el sistema silábico (los símbolos de los silabarios katakana e hiragana) y el sistema alfabético (el japonés escrito con letras del alfabeto romano, o romaji).
En efecto, todos los sistemas actuales son sistemas mixtos; es decir, emplean distintos tipos de símbolos. Hasta se utilizan pictogramas en el español moderno. Por ejemplo, en los letreros de carreteras se usan pictogramas para representar conceptos como “restaurante”, “camping” y “aeropuerto” como se ve a continuación:
Los pictogramas representados en estos letreros no han llegado a ser logogramas porque todavía guardan una semejanza con el concepto al que representan y no forman parte de un sistema íntegro, capaz de representar toda comunicación verbal.
Hasta en el inglés de hoy en día se emplean a veces logogramas. Por ejemplo, en la frase “Vote 4 Pedro”, el símbolo “4”, que por lo general representa un número, aquí se emplea por su valor fonológico de “for”. En el español su equivalente será “Vote x Pedro”, en que el símbolo “x” se usa por su valor fonológico de “por”. Es de notarse, que como en el caso del chino, el mismo logograma puede representar varias realizaciones fonéticas. De esa manera el símbolo “4” se realiza como [fɔɻ] en inglés, [kwatRo] en español o [ʃi] en japonés.
En español, como en otras lenguas, sin embargo, existen logogramas o símbolos que de por sí representan palabras. En el campo de las matemáticas abundan logogramas muy reconocidos: 5 (cinco), = (equivale), ÷ (dividido por) e ∞ (infinidad). Existen logogramas también para conceptos monetarios: € (el euro), £ (la libra británica), (el antiguo austral argentino) y $ (dinero, el peso mexicano o el dólar norteamericano, entre otros).
Como se ha presentado, existen varios sistemas de escritura. La base del sistema alfabético es fonológica; es decir, de modo general el símbolo ortográfico representa el fonema. Este sistema, empleado para la escritura del español y del inglés, demuestra, sin embargo, ciertas irregularidades en los dos idiomas, sea por razones de evolución de la lengua o por razones de la propia estructura fonológica del idioma. Como resultado, el sistema alfabético, cuya base teórica es la representación gráfica de los fonemas, no es un sistema exacto; es decir, no existe una correlación exacta entre una letra del alfabeto y un fonema.
La falta de una correspondencia exacta entre letra y fonema en español se nota en cinco casos. Primero, existe la posibilidad de que más de una letra represente un solo fonema, como es el caso en que el fonema /b/ se representa indistintamente por las letras {b} y {v}: ej. {botar} y {votar} /botár/. Segundo, a la inversa, existe la posibilidad de que una sola letra represente más de un fonema, como en el caso de la letra {g}, que representa el fonema /g/ o el fonema /x/ de acuerdo con el ambiente en que ocurre: ej. {gigante} /xigánte/. Tercero, existe la posibilidad de un dígrafo, en que un solo fonema se represente por una secuencia de dos letras, como en el caso de las letras {ch} que representan el fonema /ɠ/: ej. {chico /ɠíko/. Cuarto, a la inversa, existe la posibilidad de que una sola letra represente una secuencia de dos fonemas, como en el caso de la {x} que a veces representa la secuencia fonemática /ks/: ej. {exacto} /eksákto/. Quinto, existe la posibilidad de que un grafema empleado no represente ningún fonema, como en el caso de la letra {h}: ej. {hablar} /ablár/. Esos tipos de la falta de correspondencia exacta entre la ortografía y la fonología se resumen en la Fig. 4.10. A pesar de las anomalías o irregularidades entre el sistema de escritura y el sistema fonológico, la base fundamental del sistema de escritura sigue siendo la fonología.
Muchas de las anomalías actuales entre los sistemas ortográficos y fonológicos se deben a la evolución histórica de la lengua. Por ejemplo, la palabra inglesa {knee} antiguamente comenzaba con el sonido [k], pero en su evolución al inglés moderno el sonido [k] desapareció de la pronunciación al mismo tiempo que la letra {k} se mantuvo en el idioma escrito. También existen ejemplos semejantes en español. La palabra española hablar, por ejemplo, antiguamente comenzaba con el sonido [h], pero hoy en día comienza con la vocal [a]. A pesar de que el sonido ha desaparecido en el proceso de la evolución histórica del idioma, la {h} se mantiene todavía en la escritura.
Estos ejemplos de la falta de correspondencia exacta entre letra y fonema indican que el sistema de escritura del español no es un sistema completamente fonemático como se suele comentar. Por ejemplo, se podría deletrear la palabra {caballo} como {kavayo}, lo cual representaría una diferencia de letras pero no de sonidos. El inglés, que también emplea un sistema de escritura alfabética, resulta aun menos fonemático que el español. Un famoso ejemplo es la representación de {ghoti} para la palabra {fish}. Esto viene del uso de {gh} de {enough}, {o} de {women} y {ti} de {nation}. Aunque el español contiene menos variaciones en su sistema de escritura que el inglés, los dos sistemas demuestran ejemplos de correspondencia múltiple entre letra y fonema.
Si un sistema alfabético no es completamente fonemático porque carece de una correspondencia exacta entre el fonema y la letra, ni mucho menos puede considerarse un sistema fonético porque hay aun menos correspondencia exacta entre sonido y letra. Por ejemplo, la frase beso y beso, pronunciado [bésoi̯βéso], contiene dos articulaciones distintas de la misma palabra: [béso] y [βéso]. En este caso el grafema {b} siempre representa el fonema /b/, pero los sonidos producidos son diferentes [b] y [β]. La falta de una correspondencia exacta entre letra y sonido demuestra que el sistema ortográfico del español no es adecuado para una representación gráfica de sus sonidos.
Para representar los sonidos, hace falta utilizar un alfabeto fonético que mantenga una correspondencia exacta entre símbolo y sonido para todos los sonidos del habla. Para responder a esa necesidad, se han creado varios alfabetos fonéticos. El principal alfabeto fonético actual es el Alfabeto Fonético Internacional, cuyas siglas son AFI.
Uno de los principios básicos del AFI es que los símbolos representan sonidos, independientemente del idioma. Por ejemplo, el símbolo [f] siempre representa el sonido inicial de la palabra española {familia} y de las palabras inglesas {family, photo}. También quiere decir que siempre que se quiera representar ese sonido, se emplea el símbolo [f]. De igual forma se emplea el símbolo [ð] tanto en la palabra española cada [káða] como en la palabra inglesa bathe [béi̯ð].
Sin embargo, debe ser obvio que hay símbolos usados para el español que no se emplean para el inglés y viceversa, puesto que los dos idiomas contienen sonidos que el otro no emplea. Por ejemplo, el español tiene los sonidos [ɲ], [r] y [Ɣ] como en las palabras {caña}, {carro} y {lago}, sonidos inexistentes en inglés. El inglés tiene los sonidos [ɻ], [€] y [I] como en las palabras {car}, {cat} y {kit}, sonidos inexistentes en español.
La creación del AFI siguió cuatro principios fundamentales. El primero emplear símbolos totalmente distintos para los distintos sonidos principales. De esa forma existen los dos símbolos [b] y [β] para las dos variantes de /b/. El segundo principio fue el de dar preferencia a primero el alfabeto romano y segundo el alfabeto griego en la selección de los símbolos. Como se puede ver, los símbolos para las dos variedades de /b/ son del alfabeto romano [b] y del alfabeto griego [β]. El tercer principio fue que en el caso de que fuera necesario crear un nuevo símbolo, que se creara basándose en símbolos de esos dos alfabetos. De esa forma se emplea [ɲ] para un nasal palatal y [ŋ] para un nasal velar. El cuarto fue que solo se emplearían signos diacríticos en el caso de variaciones dialectales o cuando su uso haría innecesaria la creación de toda una serie de símbolos nuevos como en el caso de las vocales nasalizadas [ĩ ẽ ã õ ũ].
Se emplea el AFI en este manual porque es el alfabeto fonético de uso más extendido hoy en día. El representar los sonidos de la cadena fónica con los símbolos del AFI se hace mediante una transcripción fonética [transkripsjṍɱfonétika]. La habilidad de transcribir fonéticamente es necesaria para quien se dedique al estudio de los sonidos. La gran ventaja de la transcripción fonética es que le da al estudiante una representación visual de los sonidos que deben producirse.
Es importante observar que la transcripción fonética no es una representación ortográfica, porque no es un sistema de uso general en ninguna comunidad lingüística. El AFI es el alfabeto fonético preferido de los lingüistas para la transcripción fonética por ser tan amplio, es decir, que tiene símbolos para toda la gama de sonidos producidos en los idiomas del mundo.
El propósito principal de este capítulo ha sido el de examinar las diversas maneras a través de las cuales se puede dejar un registro escrito del lenguaje. A pesar de que la creación de la comunicación por vía escrita ha seguido diversas pautas con diversos enfoques, el patrón general ha sido el paso de una base semántica hacia una base fonológica. De hecho, todos los sistemas confirman la suma importancia del sonido en cualquier representación gráfica de la lengua.
Un segundo propósito de este capítulo ha sido el de demostrar por qué ninguno de los sistemas de escritura de los diversos idiomas sirve para registrar gráficamente los sonidos del idioma. El tercero ha sido el de introducir el Alfabeto Fonético Internacional, usado por los lingüistas para ese fin.
Las primeras representaciones gráficas en la península ibérica fueron los dibujos pintados en cuevas como los de Altamira. El próximo avance fue cuando los dibujos dieron lugar a la representación de objetos mediante iconos, que se llaman pictogramas. Cuando los pictogramas comenzaron a usarse para conceptos abstractos relacionados con los objetos representados, se convirtieron en ideogramas y se logró un nivel de abstracción necesario para la posterior creación de sistemas íntegros de escritura.
Un sistema íntegro de escritura responde a las siguientes premisas fundamentales:
Como ya se ha dicho, un grafema es la unidad mínima de la ortografía que representa distintos elementos según el sistema de escritura. La ortografía es el método de representación gráfica empleado en cada cultura para escribir su idioma. El Cuadro 4.11 resume lo que representa el grafema en cada tipo de sistema de escritura.
No se puede decir que haya un sistema de escritura superior a los demás. Todos son capaces de cumplir con el requisito de un sistema íntegro de escritura: el de poder expresar toda y cualquier comunicación por vía oral. El uso de un sistema u otro para cada idioma se debe a factores históricos y culturales. Para los chinos, el sistema logográfico resulta ser adecuado para sus fines comunicativos y sería sumamente difícil que se cambiara a otro sistema. De igual forma, el inglés, que emplea un sistema alfabético, dista mucho de tener una correlación exacta entre grafema y fonema. Sin embargo, después de largos años de argumentación a favor de reformas ortográficas, no se han realizado, principalmente por razones prácticas y culturales.
En un sistema alfabético, el grafema es una letra del alfabeto o un dígrafo. Los grafemas o letras se representan entre llaves. Cuando un símbolo aparece entre llaves, por ejemplo {b} o {v}, estos símbolos se interpretan como grafemas. La transcripción ortográfica de un idioma alfabético se lleva a cabo mediante grafemas.
Como se ha indicado, el fonema es la imagen mental que el sonido evoca en la mente. El fonema, que es el elemento básico de la fonología, se representa entre barras: / /. Cuando un símbolo aparece entre barras, por ejemplo /b/, el símbolo se interpreta como fonema. La transcripción fonológica de una lengua emplea fonemas, entre barras, para representar la concatenación de las imágenes mentales de sonidos que ocurren en la formación de significantes.
El alófono es un sonido que se emplea en el habla para representar un fonema. El sonido, que es el elemento básico de la fonética, se representa entre corchetes: []. Cuando un símbolo aparece entre corchetes, por ejemplo [b] o [β], el símbolo se interpreta como alófono. La transcripción fonética representa la concatenación de los sonidos del habla.
El contraste entre estas tres unidades—los grafemas, los fonemas y los alófonos—es de gran importancia para el estudio de la fonética y la fonología. Las distinciones básicas se resumen en el Cuadro 4.12.
El estudio de los sistemas de escritura hace patente el hecho de que todos ellos sean una representación gráfica del habla de un idioma dado. En el caso del español, por lo general, el grafema o letra corresponde al fonema, aunque carece de correspondencia exacta.
Aunque todos los sistemas íntegros de escritura, por necesidad, tienen una manera de representar sonidos, el sistema que necesita el lingüista cuando habla de sonidos es uno que mantiene una correlación exacta entre símbolo y sonido. Para llevar esto a cabo, se emplea el Alfabeto Fonético Internacional, o AFI, en la descripción y transcripción de sonidos. El aprender a hacer la transcripción fonética, empleando el AFI, es importante en el proceso del mejoramiento de la pronunciación del estudiante del español.
Planteada esta base teórica, se puede proceder a un estudio más detallado de los principios de la fonética.
1 Ignace J. Gelb, A Study of Writing (Chicago: University of Chicago Press, 1969) p. 199.
1. Texto en cuneiforme sumeria.
2. Texto en jeroglíficos egipcios.
3. Texto en caracteres chinos.
4. Texto en escritura silábica mediterránea.
5. Los silabarios japoneses.
6. El alfabeto árabe.
7. El alfabeto fenicio.
8. Alfabeto y texto hebraicos.
9. Texto griego.
10. Texto en latín en el alfabeto romano.
11. Text en ruso en el alfabeto cirílico.
Daniels, Peter T. & Bright, William (eds.). The World’s Writing Systems. New York: Oxford University Press, 1996.
De Francis, John. Visible Speech: The Diverse Oneness of Writing Systems. Honolulu: University of Hawaii Press, 1989.