Notas

[1] Hegel, 1967, pág. 82.

[2] Carr, 1986, pág. 10.

[3] Génesis 3.22.

[4] Sartre, 1963, vol I, pág. 42.

[5] Keynes, 2004, pág. 33.

[6] Keynes, ibíd. pág. 20.

[7] Levítico 19:18.

[8] Zenón de Citio, por ejemplo, fundador del estoicismo, fue hijo de un comerciante fenicio y se ganaba la vida con esa profesión hasta abrir su escuela, o al menos eso afirma Diógenes Laercio. Vimos ya en el volumen previo que la distinción entre judíos y fenicios es en alta medida artificiosa.

[9] Cicerón, Sobre los oficios I, 42.

[10] Pablo, Epístola a los efesios 6:5-7.

[11] En la Hélade nunca reinó un poder absoluto del amo. El maltrato infundado era denunciable por cualquier testigo, y los siervos resultaban recibidos en los hogares como las novias, presentándoles una fuente con nueces y fruta fresca. Hay un amplio y documentado análisis en Wikipedia (Slavery in Ancient Greece).

[12] Véase más adelante, pág. 537.

[13] La evidencia apareció en 1990, estudiando sus tumbas; cf. news.bbc.co.uk/2/hi/8451538.stm.

[14] Cf. Westermann, 1937. Su primera mención escrita parece ser un ideograma sumerio cuyo sentido es «varón foráneo», y no ofrece duda que esta institución fue originalmente la suerte de los derrotados en combate. Esclavo es por su parte un neologismo carolingio derivado de «eslavo», pues los principados balcánicos fueron durante la alta Edad Media el principal campo de caza con presa humana.

[15] La ferocidad empezó a moderarse con el emperador Claudio. Desde Antonino Pío y Marco Aurelio matar al siervo es homicidio, abandonarlo equivale a emanciparlo y maltratarlo exige proceder a su venta (confiando en un amo menos cruel). Sin embargo, ya a partir de Cómodo —el sucesor de este último— la normativa humanitaria irá cayendo en desuso.

[16] En esta última los sublevados empiezan derrotando a los dos cónsules de Roma, cada uno al frente de su ejército, y solo sucumben ante diez legiones de Craso, apoyadas por otras cuatro de Pompeyo, la mayor fuerza militar reunida hasta entonces.

[17] Pablo, Epístola a los romanos 13:2.

[18] Deuteronomio 15:12-13.

[19] Fechable hacia el año 539 a. C., el cilindro que contiene su texto en caracteres cuneiformes se exhibe en la sede de la Asamblea General de Naciones Unidas.

[20] Lo mismo puede decirse de Esparta desde la segunda guerra mesenia (685-668 a. C.), que convierte a todo ese pueblo en esclavo estatal o ilota.

[21] Los trabajos y los días, IV, 30 y ss. En otro pasaje alude a que el trabajo es el destino universal del hombre, «aunque solo podrá con él» quien esté dispuesto a abrazarlo de modo entusiasta (III, 300). Hesíodo puede considerarse el fundador de la economía política, porque además de rechazar el ideal de ociosidad propone hacer frente a «la escasez» con un espíritu competitivo que llama «buena emulación».

[22] Westermann, ibíd.

[23] Plutarco, Vida de Solón 2, 3.

[24] En la Atenas del siglo IV hay ya una docena de esclavos por cada ciudadano laboralmente activo. Sobre los puntos de partida y consecuencias concretas de esa delegación, véase vol. I, págs. 48-53.

[25] Santa Teresa resume con elegante sencillez el conflicto entre el espíritu y la carne cuando escribe: «Y tan alta vida espero, que muero porque no muero». Sin embargo, el cristianismo es hasta el Renacimiento un culto donde los objetos más venerados resultan ser huesos, y el gusto por la mutilación determina que «cuanto más nauseabunda fuese una reliquia más garantizado estaba su carácter sagrado» (Harnack 1959, pág. 314). Flavio Josefo, un contemporáneo de Juan Bautista, atestigua que los esenios como él «tienen lo feo por hermoso» (Guerras 2,7).

[26] Mateo 5:3. El Sermón de la Montaña menciona a continuación «los afligidos [...] los sedientos de justicia [...] los misericordiosos [...] los corazones puros [...] los pacíficos [...] y los perseguidos por la justicia» (5:4-10).

[27] Como observan Engels y Marx, «con la concentración en latifundios y al convertirse las tierras de labranza en pastos (algo acelerado por la importación de cereales robados a otros en concepto de tributos) casi desapareció la población libre, mientras los esclavos debían ser constantemente reemplazados por otros nuevos [...] Los plebeyos, que ocupaban una posición intermedia entre el libre y el esclavo, no pasaron nunca de ser otra cosa que una especie de lumpenproletariado (Engels-Marx 1965, págs 275-276, subrayado suyo).

[28] Apocalipsis 18:15. En el párrafo siguiente maldice a los que «fletan y gobiernan barcos».

[29] San Pablo precisa: «¿Eres esclavo? No te preocupes. Aunque puedas convertirte en libre, aprovecha más bien esa condición. Pues el esclavo es un liberto de Dios, tal como el libre es un esclavo de Cristo» (Corintios 7:20-23).

[30] Lucas 6: 34-35.

[31] Véase vol. I, págs. 201-204. Lógicamente, la única compraventa sin damnificado forzoso es la de esclavos, pues tanto él como su amo se salvan «siendo sumisos a toda ordenación humana» (Epístola de Pedro, 2:13).

[32] Engels, 1995, págs. 82-83.

[33] En definitiva, púdica al tiempo con el catolicismo y con el comunismo.

[34] Desde el Concilio de Clichy (626), una larga y unánime serie de sínodos atestigua la conformidad de la Iglesia, preocupada únicamente por los casos donde el cautivo pueda perder no solo su libertad sino la vida eterna (por ser vendido a judíos o musulmanes); véase vol. I, págs. 222-224.

[35] «Lucro», por ejemplo, será un término lo bastante obsceno como para abandonar las crónicas desde el siglo VII al X, como demostrará la ingeniosa investigación del medievalista McCormick. También las expresiones «deudor» y «acreedor» se ven sustituidas por «sufragador» y «sufragáneo», depuradas de resonancia mercantil. Véase vol. I, págs. 210-224.

[36] J. de Meung, vv. 9561-9598.

[37] Unida a la letra de cambio, el cheque rudimentario descubierto por la Orden del Temple, la contabilidad por partida doble y los usos que acabarán codificados como ius mercatorum o derecho comercial.

[38] Sobre las tesis pobristas o ebionitas originales, véase vol. I, págs. 139-150.

[39] Por supuesto, hallar allí el más mínimo residuo orgánico desmontaría la creencia de que Cristo resucitó, moviendo a pensar que el Nuevo Testamento no es verídico.

[40] Jesús dijo: «No os inquietéis por lo que comeréis y beberéis, o por cómo iréis vestidos, cosas que solo preocupan a los gentiles» (Mateo 6:31-33). El cristiano posrenacentista piensa más bien que alms is no charity («la limosna no es caridad»), y amenaza al indolente no enfermo o impedido con casas de corrección, donde solo comerá quien trabaje.

[41] Marx, 1965, pág. 71. «Su secreto a voces», añade, «es compartir a las mujeres». En su panfleto Contra las hordas asesinas (1525) Lutero argumenta que «el Evangelio condiciona la comunidad a compartir los propios bienes de modo espontáneo y voluntario, como hicieron los apóstoles y sus discípulos [...] Nuestros campesinos se empeñan en apoderarse de lo ajeno, y retener para sí los bienes propios» (Lutero, en Engels, 2009, pág. 397).

[42] Desde La ciudad del sol de Campanella, la descripción de «islas igualitarias felices» suscita una decena de superventas (véase vol. I, págs. 454-458) precursores de la ciencia-ficción, entre ellos la sátira de Swift al propio género que es Los viajes de Gulliver (1726).

[43] En el vol. I, pág. 553, el lector encuentra un fragmento más amplio del Manifiesto, redactado por S. Maréchal a petición de Babeuf.

[44] Sobre la Nueva Esparta jacobina véase vol. I, págs. 512-513; y sobre el comunismo espartano propiamente dicho, págs. 62-65.

[45] El sans culotte —llamado así porque no vestía los calzones de seda propios del hombre distinguido— detestaba al aristócrata y al burgués con algo análogo al odio de clase, aunque no fue una clase, sino «una actitud repartida entre tenderos, empleados, sirvientes, operarios y canaille» (Soboul, 1983, pág. 653). Babeuf llama a este grupo unas veces «la gran secta» y otras «los patriotas».

[46] Carta de Marat a la Convención, del 21/9/1793. Inmediatamente antes, la misiva explica que «los ricos, conspiradores y maliciosos van en masa a las asambleas populares de distrito, y las llevan a tomar las decisiones más liberticidas [...], desviándolas de participar en la represión de las maniobras criminales de los enemigos de la libertad».

[47] Cf. Schama, 1989, pág. 744.

[48] Marat, en L’Ami de Peuple, 12/8/1792, pág. 2.

[49] Son términos de P. G. Chaumette, alias Anaxágoras, fiscal jefe de la Comuna Insurrecta de París en 1793; cf. Moya, 2007, pág. 213.

[50] Marcos 11:17; Mateo 21:23; Lucas 18:46. Míasma, el término griego para impureza, es el dinero desde la secta esenia, y seguirá siéndolo durante todo el medievo. Todavía a principios del siglo XVI, algunos husitas siguen negándose por eso a tocar el oro y la plata presentes en las armaduras y espadas de sus enemigos muertos o derrotados. Quedará prohibida la moneda de oro y plata, para imponer los pagarés revolucionarios como único instrumento de cambio, y no faltarán jacobinos nostálgicos de los doblones espartanos, que eran piezas de hierro; véase vol. I, págs. 525-527.

[51] Ya a finales de 1793, al suscitarse en la Convención un debate sobre latrocinios atribuidos a los verificateurs, el diputado Roux —a quien sus colegas llaman «el cura comunista»— objeta que el cargo les otorga una «santidad laica», y solo «facultades ilimitadas» permiten servir fielmente a la justicia.

[52] Marx, 1965, pág. 139.

[53] Owen, 1837, pág. 2.

[54] Tocqueville, 1984, pág. 62.

[55] Escolio a las Definiciones del Libro I. Inmediatamente antes de trazar la distinción, Newton afirma que «tiempo, espacio, lugar y movimiento [...] son cantidades que el vulgo solo concibe partiendo del prejuicio que implica su relación con cosas sensibles».

[56] Newton, ibíd.

[57] Ortega, 2002, pág. 187.

[58] Ibíd., pág. 186.

[59] El de «edad cultural» para empezar, ligado a la idea de evolución (Entwicklung) que introduce Hegel y populariza Spencer.

[60] En definitiva, el mundo deberá concebirse como «material a explotar por una ciencia operativa», entendiendo que «la mera contemplación corrompe al conocimiento», como sugiere pioneramente el Novum organum (1620) de Bacon. Sobre los nexos de Bacon con Bentham, Comte y Marx, véase más adelante págs. 424-425.

[61] «Marx», dice Engels, «fue el primero en descubrir la gran ley que rige la marcha de la historia, cuya importancia equivale en ciencias naturales a la ley de la transformación de la energía». Cf. Marx, 1995, págs. 82-83.

[62] Que, por cierto, son bastante anteriores al Origen de las especies (1859), pues parten del racismo de Carlyle y Dickens, y algo después de Galton (un primo segundo de Darwin que construye su eugenesia de modo independiente).

[63] Ortega, 2002, pág. 189. Algo antes ha escrito: «La teoría de la relatividad —el más conocido y glorioso fruto de la ciencia actual— tiene que perseguir dondequiera el utopismo como una insinceridad, una inepcia, una inmoralidad y un anacronismo» (Ortega, 1983, vol 11, pág. 62).

[64] Cf. Hegel, 1966, secc. C. El tránsito de la razón observante a la legisladora culmina en «el cráneo aprehendido como realidad externa del espíritu» (pág. 194).

[65] Fundamentalmente, la corriente idéologue-philosophe, presidida por el lema «todo para el pueblo, pero sin el pueblo».

[66] Tocqueville, 1980, pág. 253, y Tocqueville, 1978, pág. 141.

[67] De hecho, hasta que cristalicen las versiones muy suavizadas de su programa que son la socialdemocracia alemana (1890), el Labor Party británico (1900) y la SFIO francesa (1906).

[68] Ese es el motivo dominante de los Principios de economía política (1848) de Stuart Mill, quizá el más emotivamente colectivista de los liberales. Véase más adelante, págs. 434-440.

[69] Son los términos del Manifiesto de 1848; cf. Marx-Engels, 1998, pág. 91.

[70] Cf. Judt, 2005, pág. 750. Judt observa que desde 1945 a 2005 —y a pesar de las atrocidades ocurridas en la antigua Yugoslavia— el número de europeos exterminados por alguna guerra civil será unas sesenta veces menor. Con todo, desde 1945 se suman al guerracivilismo otros continentes (principalmente Asia y África), arrojando una cosecha de mortandad que quizá duplique la de Europa en su periodo crítico.

[71] De ahí que sean llamados pseudónimos, pues escribiendo a mediados del I a. C. tanto el Déutero-Isaías como Daniel, Enoch y el autor del Libro de los jubileos «pronostican» eventos de los siglos V y VI a. C., como la ruina de Babilonia o la de Jerusalem.

[72] Sobre el detalle de ese sincretismo, y sus reflejos políticos en Israel, véase vol. I, págs. 126-131.

[73] El elemento catártico o purgante del chivo se percibe de modo ejemplar en griego clásico, donde «víctima expiatoria» es pharmakós y «droga» phármakon; cf. Escohotado, 2008, págs. 44-46. Una reflexión en profundidad sobre su naturaleza ofrece Girard 1977.

[74] Epístola a los hebreos 2:14-15.

[75] Jesús declara: «Ay de vosotros los ricos, porque tenéis lejos el consuelo. Ay de vosotros los ahítos, porque pasaréis hambre. Ay de vosotros los que reís, porque lloraréis y aullaréis» (Lucas 6: 20-25). Apocalipsis vaticina que «quienes se dedican al comercio esperarán el suplicio llorando y gimiendo» (18:15). Amós, el más antiguo de los profetas, ha prefigurado la actitud con su: «Malditos sean los que disfrutan apaciblemente» (6:1).

[76] Entre los recordados, Judas Galileo, Jesús, Eleazar, Lukuas y Shimon Bar Kokhba.

[77] Escribiendo hacia el año 100, Tácito les atribuye misantropía —«odiar a la Humanidad»— en sus Anales (XV, 44).

[78] Lucas 22: 36.

[79] Entre otras muchas manifestaciones de esa repugnancia está la Ifigenia en Áulide de Eurípides, cuya trama es el sacrificio de la hija de Agamenón, ofrecido para auspiciar la conquista de Troya.

[80] Apocalipsis 14:18.

[81] Apocalipsis 20:2-4. El texto añade que «será durante mil años, tras lo cual será liberado por algún tiempo», y de ahí cruzadas «milenaristas» que comienzan al terminar el siglo X. Por supuesto, la principal deuda teológica de la nueva construcción es considerar a Satán como individuo determinado, que es su modo de devolver el préstamo percibido de la cosmogonía irania. En la Biblia hebrea, satan es un término jurídico, sinónimo de «adversario, acusador» (Salmos 109:6), y para el judaísmo resulta blasfemo creer en un mal autónomo, que rivalizaría en potencia con el ser divino. No es prueba en contrario la frase: «Alzóse Satán contra Israel, incitando a David para que hiciese el censo» (I Crónicas 21:1), porque una fuente previa del mismo libro ha dicho: «Se inflamó la ira de Yahvéh contra Israel, incitando a David para que hiciese el censo» (II Samuel 24:1). Como confirma Job (1:6-12), «el adversario» es el lado propiamente feroz de Yahvéh, el señor Hyde del doctor Jekyll. Para el Nuevo Testamento, que ha asimilado el cosmos polar de Zoroastro, ese adversario es la traducción de Ahrimán, el Mal.

[82] Jung, 1978, pág. 58.

[83] Marx, 1965, pág. 157.

[84] El párrafo concluye mencionando «una lucha ininterrumpida, a veces velada y a veces abierta, que en cada tiempo desembocó o bien en una reconstitución revolucionaria de toda la sociedad, o en la ruina común de las clases contendientes» (Marx, 1998, pág. 50).

[85] Marx, ibíd. pág. 51.

[86] Lichtheim, 1999, pág. 33.

[87] Ibíd., pág. 42. El párrafo final observa que «no es fácil reconciliar el objetivo de una sociedad sin clases ni conflictos con niveles crecientes de actividad económica en un mundo competitivo» (pág. 435). Se trata de un objetivo arduo, si no fuese mucho más arduo imaginar siquiera una «sociedad sin conflictos».

[88] Kirkup, 1892, pág. 11.

[89] El jurista e historiador K. von Stein, que publicó en 1842 el primer ensayo sobre el tema —Der Sozialismus und Communismus des Heutigen Frankreich—, llama socialismo a «una doctrina filantrópica y pacífica ligada con los escritos de Saint-Simon y Fourier», y comunismo a «una doctrina revolucionaria derivada de las doctrinas de Babeuf y sus sucesores, sobre todo E. Cabet». Bastante después, en 1880, Engels rebautiza estas posiciones como socialismo utópico y científico respectivamente.

[90] Halévy, 1966, pág. 50. Como Halévy subraya, para esos pioneros (Saint-Simon, Ch. Comte, Thierry, Dunoyer) la progresiva concentración de la propiedad en el industrioso viene asegurada por el simple mantenimiento de las instituciones civilizadas, pues constituye el curso «natural» de las cosas.

[91] Sobre la génesis y desarrollo de esa discordia, véase vol. I, págs. 51-54. En esencia, los partidos «aristocráticos» alegaron que los «populares» habían desvirtuado la figura del ostracismo, y que so pretexto de expulsar a conspiradores políticos aplicaban una política de expropiación arbitraria.

[92] Marx, 1965, pág. 139.

[93] De ahí tantas crónicas sobre el «socialismo-comunismo» y ni una sola dedicada específicamente al segundo, salvo el tipo de folleto inaugurado por Stalin con su Historia del Partido (1932). Se diría que la regla empezó a cambiar en 2009 gracias al libro de Priestland, uno de cuyos méritos es manejar de primera mano fuentes rusas. Pero a despecho de llamarse Historia política y cultural del comunismo, dedica catorce páginas (en un total de 667) a precursores de Marx, y da por supuesto que política y cultura admiten un tratamiento periodístico, rehuyendo por sistema la profundidad.

[94] Suele omitirse la frase entera: «Enriquézcanse, señores, con trabajo y dedicación». Guizot no solo fue un austero hugonote, cabeza de los liberales «doctrinarios» o no democráticos, sino uno de los grandes historiadores franceses de todos los tiempos.

[95] Tocqueville fue diputado de la Asamblea Constituyente francesa, y luego fugaz ministro de Exteriores en el gobierno surgido tras las sucesivas insurrecciones, que él mismo define como «la de un pueblo sin líderes, y la de unos líderes sin pueblo» (Toc­queville, 1984, pág. 203).

[96] Dirigiéndose a la Asamblea el 14 de febrero, tres meses antes de que estalle la revolución, afirma que «la filosofía de Babeuf se confunde con la del Viejo Régimen, al sostener que los ciudadanos deben ser llevados para siempre de la mano, y que para asegurar la abundancia de bienes materiales es imperativo regimentar la industria e impedir la libre competencia».

[97] «Tenía unas mejillas pálidas y ajadas, unos labios blancos, un aspecto enfermo, avieso e inmundo, una palidez rancia, la apariencia de un cuerpo enmohecido, sin ninguna ropa blanca visible, una vieja levita negra, pegada a unos miembros enjutos y descarnados; parecía haber vivido en una cloaca, y se diría que acababa de salir de ella»; Tocqueville, 1984, pág. 168. Curiosamente, omite que está ante alguien recién salido de la cárcel, donde llevaba más de ocho años.

[98] Smith, 1982, pág. 474.

[99] Keynes, 2004, pág. 33.

[100] Llevando la analogía a su extremo, aparecen matrices como la iteración de Fibonacci (1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144...), cuya lógica cumplen las espirales de los moluscos, las ramificaciones arbóreas, la distribución de pistilos en ciertas flores, la morfología de la piña, la alcachofa, el cono de los pinos, etcétera. También en la dimensión de Hausdorff, cuyo análisis abarca un campo «inorgánico» aún más vasto de fenómenos (líneas de costa, nubes, cordilleras, enjambres estelares, evolución de mercados, cotizaciones bursátiles, etcétera), definidos todos por curvas sin derivada o no «suavizables», que esquivando la aleatoriedad radical del movimiento browniano exhiben un grado de «aspereza» inaccesible al cálculo tradicional, formando objetos tan infinitamente detallados como fractales (de fractus, «quebrado»).

[101] La Red emancipa al saber tanto de sus viejos soportes como de las credenciales que exigía cada archivero, supliendo con un clic sencillo o doble los recursos, el tiempo y la energía requeridos para peregrinar por bibliotecas. Concretamente, la función de búsqueda popularizada por Google revoluciona todo lo conocido en materia de archivo.

[102] De hecho, la pasión más común del historiador moderno ha sido precisamente superar ese límite, imaginándose lo bastante familiarizado con el espíritu y los pormenores de algún pasado para disponer de su vivacidad en tiempo real. Desde Gibbon a Schama, la fantasía recurrente es regresar al mundo ya sido, paseando por sus calles y hablando con las gentes sin delatarse como un extraño.

[103] Ese es el norte de su Ética, que preside la parte V dedicada a «la potencia del entendimiento o de la libertad humana».

[104] Sobre Weber véase más adelante, págs. 598-603. Por lo que respecta a Schumpeter, su Capitalismo, socialismo y democracia (1949) despliega una rara ecuanimidad al analizar la obra de Marx, y a continuación la pregunta: «¿Es viable el socialismo?». En Ciclos de negocio (1939) y Teoría del análisis económico (1954) —dos obras de gran volumen— buscaremos en vano una línea donde tal o cual pensamiento sea definido en términos de veracidad o falsedad, ya que todos se gradúan de la información al ruido, unos más próximos al hallazgo y otros al descubrimiento del Mediterráneo.

[105] Darwin, 1979, pág. 455.

[106] Comprobaremos, por ejemplo, que Hegel no es romántico en absoluto, y que si Saint-Simon debe considerarse positivista será preciso considerar no-positivista a su escuela/iglesia.

[107] Ante todo Paine, Bentham, Thornton, Say, Sismondi, Place, Cobden y Stuart Mill.

[108] Las insurrecciones milenaristas parten de la revolución comercial consumada en el siglo XII, que multiplica los recursos, y se tornan crónicas a partir del XIV, cuando la peste diezma la población hasta hacer que los labriegos toquen a mucho más, y sus jornales se multipliquen espectacularmente. Es entonces cuando estallan la gran revolución husita, y algo después las guerras campesinas alemanas.

[109] A esto llama Berlin «libertad negativa, o derecho a no ser importunado por otros»; véase vol. I, págs. 520-521. Curiosamente, «libertad en sentido negativo» es para La filosofía del derecho de Hegel el momento donde la ley no se ha interiorizado —por ser despótica, o por ser reciente— y permanece aún como norma solo exterior («el derecho es solo legislación»), manteniendo una tensión entre el deber y el ser.

[110] Comte, vol. IV, ep. IX.

[111] Lenin, en De los Ríos, 1973, págs. 97-98.

[112] Darwin, 1979, pág. 454.

[113] Cf. Schumpeter, 1975, pág. 170. Anticipando conceptos, Rodbertus sería un socialista conservador; Sismondi un socialista liberal y Marx un socialista comunista, sin perjuicio de que el socialismo y el comunismo se distingan troncalmente por lo flexible o fijo de su programa. También hallaremos socialistas-socialistas, como Saint-Simon, Bernstein y Jaurès.

[114] Su Justicia agraria (1795) y su Derechos del hombre (1792) serán el fundamento teórico para la Welfare Reform, que introduce D. Lloyd George como líder del Liberal Party inglés a principios del siglo XX; véase más adelante, págs. 629-632.

[115] Paine fue el primero en contraponer sociedad militar y comercial, según Halévy; cf. 1904, vol. I, pág. 71.

[116] Paine, 1793, pág. 106.

[117] Ibíd., págs. 105 y 109.

[118] En 1776 fue condenado a muerte por complicidad en la Declaración de Independencia norteamericana, e «injurias» a la Corona.

[119] De ahí La edad de la razón (1794), quizá el más profundo de sus escritos, donde ataca la germinal religión política del jacobinismo, y de paso se gana el odio más enconado de católicos y reformados.

[120] Sobre los procesos del Tribunal Revolucionario, que tanto tomaron de las causas inquisitoriales, y tanto enseñaron a Stalin, véase vol. I, págs. 511-512. Años después Napoleón intentó convertirle en asesor, alegando que Derechos del hombre era su libro de cabecera, aunque tras algún tiempo de confiar en su buena fe Paine volvió a Norteamérica, porque «el Primer Cónsul francés es el mayor charlatán que he conocido».

[121] Véase un extracto más amplio del discurso de Robespierre, el 2/12/1793, en vol. I, pág. 528. Sobre el edicto de Diocleciano y sus consecuencias, véase también allí págs. 171-172.

[122] «Su casera le halló sin vida sobre la cama pocos minutos después de pasar a su lado, y hasta la zapatilla que ella vio colgando de uno de sus pies no salió despedida, pues suscita el sueño de la muerte tan serenamente como la fatiga o el sueño ordinario, sin la menor convulsión»; Jefferson, 1987 (1813), pág. 672.

[123] Ensayo sobre los progresos del espíritu humano, Décima época, párrafos antepenúltimo y penúltimo; cf. Condorcet, en libertyfund.org.

[124] En Una investigación sobre la justicia política y sus influencias sobre la virtud y la felicidad general. A despecho de vender pocos ejemplares, escandaliza al conservador y conmueve a los «poetas revolucionarios» ingleses del momento, que son ante todo Wordsworth, Southey, Coleridge y Shelley.

[125] Godwin, en Halévy, 1904, pág. 86. La Física aristotélica, como se recordará, describe la progresiva penetración de la materia (hylé) por la forma (morphé).

[126] Lo más próximo a ese análisis es en su novela Las cosas como son, o aventuras de Caleb Williams (1794), donde narra aspiraciones y agravios sufridos por algunos oficios —en particular herreros, tenderos, granjeros, veterinarios, herboristas y reverendos de feligresías pobres—, a quienes muestra oprimidos por latifundistas y grandes comerciantes. Algún crítico comparó esta sátira con el Quijote, y otros —como Dickens— vieron en ella «un libro mal escrito».

[127] Carta a Marx del 17/3/1845.

[128] Godwin, en Halévy, 1904, págs. 115-117. Sobre Mandeville, que fue el primer valedor del lujo como motor del desarrollo, véase vol. I, págs. 411-413. Habrá ocasión de considerar cómo actualizó Hayek ese punto de vista.

[129] Schumpeter, 1975, pág. 65.

[130] Las olas o superciclos —subdivididas luego en «estaciones» por economistas ulteriores— son un concepto de N. Kondratiev (1892-1938), un matemático encarcelado largamente y luego ejecutado por Stalin.

[131] La depresión «larga» de 1873 se prolongaría más de treinta años, en contraste con los diez de la «grande», aunque fue menos aguda. Sobre la secuencia del siglo XIX es particularmente esclarecedora la correspondencia entre Schumpeter y W. C. Mitchell; cf. McCraw, 2007, pág. 617.

[132] Cf. Schumpeter, 1975, pág. 65. Norteamérica experimenta un crecimiento muy superior. Entre 1870 y 1930, por ejemplo, su tasa media alcanza el 4,3 por 100 anual en el sector de manufacturas (Ibíd., pág. 64).

[133] R. Lucas Jr., 2003, en minneapolis.org (subrayado de Lucas).

[134] Desde Waterloo (1815) a la Gran Guerra transcurren 99 años casi justos. Un conflicto grave, aunque periférico, iba a ser el de Crimea (1854-1856), que se cobró un millón de muertos ante todo rusos, levados en masa y armados ridículamente. Hubo también alguna batalla entre Francia, Austria y Prusia, pero nada comparable a lo que había ocurrido hasta Waterloo y volvería —multiplicado por diez— en 1914.

[135] Son palabras de Owen, dirigidas al Parlamento en 1817, cuando es ya director y copropietario de la mayor fábrica del orbe.

[136] Cf. Buer, 1926, pág. 30.

[137] Concretamente, la comprendida entre mecanizar las hilaturas (gracias a herramientas progresivamente metálicas) y la introducción de procesos análogos en minería, química industrial y metalurgia. La siguiente «ola» se centrará en una revolución del transporte y las comunicaciones, que culmina en la generación masiva de energía eléctrica.

[138] Prólogo al reglamento de la Thames Shipwright Provident Union, redactado por Gast en 1818; cf. Prothero, 1983, págs. 165 y 184-186.

[139] Schumpeter, 1983 (1911), pág. 68. Allí analiza por primera vez «el efecto de la innovación en un sector como avalancha de innovaciones en otros [...] que no se distribuye de modo continuo en el tiempo sino a través de grupos o enjambres». Los editores del libro en otras lenguas le impondrán llamar «desarrollo» (development) a algo que para él es «evolución» (Entwicklung), en el sentido hegeliano y luego darwinista del término.

[140] Véase más adelante, págs. 217-225.

[141] En origen «cartas abiertas» (literae patentes) —para distinguirlas de las «cerradas» o no públicas— que artesanos y gremios exhibían como prueba de que sus invenciones estaban protegidas del plagio durante periodos determinados.

[142] Bloxam, 1957, pág. 157.

[143] Cf. Wikipedia, Statute of Monopolies 1624.

[144] Art. 1, 8, 8.

[145] Cf. Wikipedia, voz copyright.

[146] En nuestros días, el ISBN.

[147] Carta a I. McPherson, del 13/8/1813; en Jefferson 1987, págs. 673-674.

[148] Dicha Oficina se resistió, por ejemplo, durante seis años a admitir como patentable el empleo de remaches metálicos para bolsillos de pantalones, como pedía el inmigrante judío alemán Levi Strauss para lanzarse a la aventura de fabricar masivamente sus jeans. En 1848 obtuvo al fin la patente, y un tercio de la población planetaria se convertiría en cliente suyo.

[149] Stuart Mill, 2004 (1848), pág. 6.

[150] Ibíd., pág. 135.

[151] Su prototipo es la «agonía» del atleta olímpico, que sale triunfante de su apuesta competitiva combinando lo sufrido del guerrero con lo diestro del sabio. La rivalidad de ese «jugador» parte de «reglas absolutamente obligatorias aunque aceptadas sin coacción [...] unidas a la conciencia de “ser de otro modo” en la vida corriente» (Huizinga 1969, pág. 7).

[152] Esa será la tesis del Malthus viejo, en sus Principios de economía política (1820); cf. Malthus, en Siegel 1973, págs. 353-354.

[153] Godwin, cap. X in fine.

[154] Véase más adelante, pág. 129.

[155] Stuart Mill, 1984 (1848), pág. 385.

[156] Owen, en Spiegel, 1973, pág. 516.

[157] Aunque España no se distinga entonces por sus iniciativas democráticas, sino más bien por el patriótico «vivan las cadenas» que restaura a Fernando VII, corresponde al breve interludio representado por sus Cortes de Cádiz (1812) poner en circulación el sentido político de los términos «liberal» y «liberalismo».

[158] Jefferson, por ejemplo, se propuso ofrecer a Say una cátedra en la recién fundada Universidad de Virginia, considerando que su texto era «más corto, más claro y más sólido» que el tratado de Smith. Su orden expositivo (repartiendo la materia en producción, distribución y consumo) será imitado por innumerables manuales.

[159] Sismondi, en Durkheim, 1982, pág. 163.

[160] Say, en Spiegel, 1973, pág. 312.

[161] Lerner, 1939, en Schumpeter, 1995, pág. 685.

[162] Say, en Spiegel, ibíd.

[163] El tratado de Say quiere calcarse sobre la famosa declaración de su predecesor: «El doctrinario (the man of system) cree que puede organizar a los diferentes miembros de una sociedad grande de un modo tan desenvuelto como quien dispone las piezas de ajedrez sobre un tablero [...] sin percibir que en el vasto tablero de la sociedad humana cada pieza tiene un motor propio, independiente por completo del que la legislación elija imponerle» (Smith, 1997, pág. 418).

[164] En su Teoría general del empleo, el interés y el dinero, Keynes dirá: «La oferta crea su propia demanda en el sentido de que el precio de la demanda agregada es igual al precio de la oferta agregada» (Keynes, 2008, pág. 21).

[165] Sismondi, 1847, Prefacio, en liberdtyfund.org.

[166] Sismondi, en Halévy, 1965, pág. 13.

[167] Los Principles de Ricardo han aparecido dos años antes de que Sismondi publique los suyos.

[168] Sismondi, ibíd. Algo más adelante vuelve sobre Malthus, pare recordarle: «Los límites naturales de la población son siempre respetados por quienes tienen algo, e ignorados por quienes nada tienen».

[169] El conjunto de bienes y servicios demandados por una economía compleja, que desde Keynes se obtiene sumando consumo, inversión, gasto estatal y exportación neta.

[170] El eje técnico de su crítica al equilibrio automático es precisamente el llamado análisis de periodos. La renta monetaria de cualquier fase t, por ejemplo, depende de procesos cuyas mercancías solo están disponibles desde el momento t+1, aunque pueden ser gastadas en el momento t-1.

[171] El espíritu estoico brilla en el De la riqueza comercial (1803), cuando comienza diciendo: «Un benéfico decreto de la Providencia, que nos dio escasez y sufrimientos, despertó nuestra actividad y nos impulsó a desarrollar la totalidad de nuestro ser»; Sismondi 1803, en socserv.mcmaster.ca/econ.

[172] Sismondi, 1847, en libertyfund.org.

[173] Sismondi, en Durkheim, 1982, pág. 169.

[174] Sismondi, en Spiegel, 1973, pág. 365.

[175] Junto a su obra de economista acometió empeños como una insuperada Historia de las repúblicas medievales italianas en 16 volúmenes, que le hizo famoso ya desde 1804, y una Historia de los franceses en veintitantos. También renovó profundamente la crítica literaria, introduciendo la disciplina que hoy llamamos literatura comparada.

[176] Marx, 1985, pág. 209. Sobre la annona romana, véase vol. I, pág. 82. En efecto, proletarius era sinónimo de hombre libre venido a menos, que recibía vales de alimentación cuando el erario público de cada ciudad podía permitírselo.

[177] Sombart, 2009 (1905), pág. 187.

[178] El equivalente inglés de la Liga Hanseática, y la Gran Compañía de Ravensburg; véase vol. I, págs. 348 y 394-395.

[179] Bradford, 1866 (1650), pág. 130. El autor aprovecha ese episodio para demostrar su formación humanista y burlarse de Pedro Mártir de Anglería —el secretario de Carlos V—, que en una de sus Décadas consideraba «imposible pasar con tan poco, salvo siendo español».

[180] Ibíd., pág. 134.

[181] Recuérdese que Lutero negó la condición de divinamente inspirados a la Epístola de Santiago y al Libro de la revelación o Apocalipsis, los dos textos más incondicionalmente ebionitas de la Biblia cristiana.

[182] Ibíd., págs. 135-136.

[183] Ibíd., pág. 147.

[184] Esto lo confirma el obispo Wilberforce en su Historia de la iglesia episcopaliana; cf. Wilberforce, 1844, pág. 64. Más adelante, será él quien pregunte a Darwin «si el simio le viene a usted por línea paterna o materna».

[185] El término quaker —alguien conmovido por terremotos (quakes)— es un neologismo forjado, al parecer, por cierto juez en 1647 para burlarse del zapatero George Fox, que fue traído ante él como reo de blasfemia y alegó «temblar (tremble) ante la palabra de Dios». El término no disgustó a Fox.

[186] Sobre esos «bautistas apacibles», véase vol. I, págs. 373-376.

[187] J. Nyler fue condenado a ir tirado de un carro por las calles de Londres mientras recibía latigazos hasta quedar medio muerto, y a repetir lo mismo en Bristol —donde cometió su «crimen»— cuando los médicos le suturasen la espalda. Tras la segunda cura fue expuesto en la picota, se le horadó la lengua con hierro candente y su frente fue marcada al estilo de las reses con la letra B (por blasfemo). El puritanismo de Winthrop en Nueva Inglaterra será más severo que el de Cromwell en la metrópoli, y poco después del suplicio de Nyler tres hombres y una mujer son ahorcados por negarse a acatar su destierro. Tan solo durante el reinado de Carlos II, la Catholic Encyclopaedia menciona 13.562 cuáqueros encarcelados, 338 muertos por lesiones o durante el confinamiento y 198 deportados a ultramar como esclavos. Por supuesto, todos padecieron también la confiscación de sus bienes.

[188] En 1670 tropieza con otro oponente de máximo nivel en el Lord Mayor de Londres, que se enfurece cuando unos jurados lo absuelven del crimen de blasfemia, y amenaza con no dejarlos salir del cuarto donde deliberaban hasta ofrecer otro veredicto. Como no se dejan doblegar, los encarcela «indefinidamente» junto con el acusado. Pero la situación no puede prolongarse más allá de algunas semanas, y producirá eventualmente el efecto inverso. El derecho inglés parte de ese específico atropello para otorgar al jurado una acción anuladora de obstrucciones judiciales.

[189] Los cuáqueros nunca fueron un movimiento de masas, y su expansión empieza a declinar desde la Revolución Gloriosa (1688). En 2008 eran unos 359.000, distribuidos por todo el orbe y concentrados sobre todo en África y Oriente Medio, donde su invitación a la paz resulta más útil. La Red informa de que «quaker businesses» fueron la primera compañía de ferrocarril, los bancos Lloyd y Barclays, la Universidad de Cornell, la empresa Sony y ONG como Greenpeace o Amnistía Internacional. Al parecer, dejaron de ser un movimiento exclusivamente cristiano y hoy proliferan Amigos «ateos, agnósticos y humanistas seculares», e incluso budistas e islámicos; cf. Wikipedia, «Religious Society of Friends».

[190] Cf. Frame of Government 1682, por gentileza de avalon.law.yale.

[191] En cuanto a él, su primer Gobernador, el estatuto establece: «Solemnemente declaro, otorgo y confirmo que ni yo ni mis herederos promoveremos o haremos cosa alguna que infrinja o quebrante las libertades contenidas y expresadas en esta carta, y que cualquier acto contrario a ella carecerá de fuerza o efecto».

[192] Para empezar la de P. Ford, secretario de Penn, que aprovechándose de su confianza le hizo firmar inadvertidamente no solo muchos reconocimientos de deuda, sino una transferencia general de propiedad, que le hará pasar algún tiempo en una prisión para deudores y morir pobre.

[193] Cf. quakerinfo.com.

[194] Bernstein, en Cromwell and Communism (1895), Conclusión; el texto online del Marxists Internet Archive no especifica página.

[195] Nordhoff, 1875, pág. 1.

[196] Ibíd., pág. 16.

[197] Ibíd., pág. 252.

[198] Ann Lee, también llamada Madre Lee, se casó por presión familiar —cuando presentía ya en el sexo el pecado capital y original— con un resultado tan penoso como dar a luz cuatro fetos muertos y otros cuatro que no llegarían a cumplir los seis años. Entre sus consejos, que combinan entusiasmo religioso y sentido práctico, está el de: «Trabajad como si tuvieseis mil años por delante, y como si supieseis que ibais a morir mañana». También es suya la canción que empieza: «Es un regalo ser sencillo / es un regalo ser libre».

[199] Nordhoff 1875, pág. 118.

[200] Entre ellos la pinza de la ropa, la sierra circular, el arado de tornillo, la escoba plana, la lavadora mecánica, cierta trilladora, plumas metálicas y muchas innovaciones en hilatura, ebanistería e incluso aleación.

[201] Teclee el lector «The last of the shakers» y encontrará un breve vídeo sobre dos Hermanas y un Hermano de la comuna de Sabbathday Lake (Maine). A su cargo están dieciocho casas de acogida, elegantemente recias, rodeadas por mil hectáreas de tierra fértil.

[202] Weber 1998, vol. I, pág. 198.

[203] Su regla fue superar «el apego idólatra y exclusivo» con «matrimonios complejos», estimulando en principio el intercambio voluntario. No obstante, era preciso esperar una invitación de terceros, cuando no de la comunidad entera, para que cada pareja pudiera permitirse el coito. El profeta de este grupo, J. H. Noyes, fue el único fundador de comuna rico por nacimiento.

[204] En 1805, por ejemplo, unos trescientos varones rappitas roturan y siembran doscientas hectáreas de terreno salvaje, en su mayoría boscoso, transformando los miles de árboles talados y desenraizados en combustible y material de construcción para unas sesenta casas de tres pisos, además de la iglesia, la escuela y el ayuntamiento, edificios de tamaño muy superior; cf. Nordhoff, 1875, pág. 55.

[205] Ibíd., págs. 346-348.

[206] En origen Comunidad de la Verdadera Inspiración, una secta pietista fundada en 1714, que al emigrar pasó a llamarse Sociedad de Ebenezer y acabó adoptando el término hebreo amana, que significa «mantenerse sincero» (Cantar de los cantares 4:8). Hasta la Gran Depresión su ciudad y sus territorios en Iowa no usaron otra energía que las manos, el caballo, el viento y el agua, como los amish. Pero siendo mucho más emprendedores aprovecharon las devastaciones causadas por un gran incendio para sumarse a la mecanización.

[207] Nordhoff, 1875, pág 56. Al no adoptar ni admitir conversos, los economitas se extinguieron en 1906.

[208] B. Müller, autonombrado Conde de Leon o León de Judá, había dedicado buena parte de su vida a vivir de grupos crédulos y convenció a un tercio de los economitas, que decepcionados por la defectuosa presciencia del Hermano Padre vieron con buenos ojos reanudar su vida sexual y no abstenerse del tabaco. Pero tras recibir su parte de los bienes comunes —una fortuna en aquellos tiempos—, el León de Judá gestionó tan mal la nueva comuna que pronto pasaron del superávit al déficit, y entre otros él mismo murió de cólera (se dijo que por desidia a la hora de organizar el suministro de agua potable), lo cual produjo una desbandada y la conversión de bastantes a la comuna de bethelianos instalada en Missouri. Los otros dos tercios siguieron incondicionalmente fieles a Rapp.

[209] Ökonomie, hoy Ambridge, famosa por los altos hornos que empezaron a instalarse ya en vida suya.

[210] Sobre vida y obra de Owen, véase más adelante, págs. 208-211, y 226-229.

[211] El filántropo y geólogo escocés W. MacClure. En 1805 los economitas habían comprado por trece mil dólares las doce mil hectáreas de Nueva Armonía, aunque a ambos les pareció un precio equitativo el de 135.000 —a pagar en dos años—, contando con las mejoras y edificaciones introducidas por ellos.

[212] Esta opinión —animada por un tal Paul Brown— no vacila en llamarlo «especulador», y exige que cumpla su promesa de «colaborar hasta el último céntimo». Para MacClure, en cambio, que Owen siga subvencionando «estimula a consumir en vez de producir»; cf. Sutton, 2004, pág. 12.

[213] Owen, en Sutton, ibíd., pág. 14.

[214] Warren, 1828, en Butler, 1989, pág. 438. Stuart Mill reconoce su deuda con Warren en la Autobiografía, publicada póstumamente, y Spencer en El hombre contra el Estado

[215] Cf. Sutton, 2004, pág. 16. Por lo demás, se siente orgulloso de que quienes han decidido quedarse aprovecharán las mejoras introducidas, y les ofrece comprar o arrendar su parte en terrenos y edificios. También les regala unos últimos tres mil dólares.

[216] Schumpeter, 1975, pág. 145.

[217] Ibíd., pág. 148.

[218] Una sociedad secreta de programa gaseoso, por no decir que ultra-secreto, pues entre sus miembros contó con personas tan diametralmente opuestas como Lafayette y Blanqui. Suele alegarse que los carbonari tenían metas «flexibles».

[219] Los cátaros fueron una reviviscencia del movimiento maniqueo, cuyo comunismo parte de rechazar «la materia»; véase vol. I, págs. 191-194 y 305-306.

[220] Cabet, en Shaw, 1884, pág. 49.

[221] En efecto, sus grandes profetas —Smith y Young— son christian communists que deploran la propiedad privada, y esa actitud «influye fuertemente en todas las relaciones públicas, privadas, comerciales, industriales y políticas de la secta» (Bancroft 1886, pág. 306). Los mormones serán la primera Iglesia alineada con el Partido Socialista norteamericano al fundarse en 1876, y también la primera en saludar la Revolución bolchevique de Octubre. Sin embargo, desde 1936 piensan que un comunista no puede ser ciudadano de Norteamérica, y uno de sus grandes líderes —E. T. Benson, ministro de Agricultura con Eisenhower, y trigésimo Presidente de su Iglesia— publicará en 1966 el panfleto Derechos civiles: un instrumento del comunismo, cuyo título excusa comentario.

[222] Cabet, en Martov, 1919, versión MIA no paginada.

[223] Su primer biógrafo norteamericano recomienda «no condenarle muy severamente por las intrigas, subterfugios y maquinaciones empleadas en la disputa. Apenas era responsable de su conducta, porque ya era incapaz de ver Icaria como algo separado de su propia persona; no era una parte de la comunidad, sino la comunidad parte de él» (Shaw, 1888, pág. 60).

[224] Cf. Nordhoff, 1875, pág. 334.

[225] Sobre la etapa final, cf. answers.com/topic/tienne-cabet#ixzz1K5UpuruH.

[226] En la página recién citada hallará el lector una fotografía del inmueble y su pequeño anexo.

[227] Los amish serían el caso más espectacular de lo contrario. Aunque la reproducción nunca fue prioritaria para ellos, en 1910 eran unos 5.000 y en 2010 son unos 240.000. Cf. Wikipedia.

[228] Shaw 1884, pág. 329. Nordhoff le menciona como primer autor de una monografía sobre Icaria.

[229] Nordhoff, 1875, pág. 339.

[230] Ibíd., pág. 334.

[231] Ibíd., pág. 335.

[232] Su fundación partió de Emerson, el reverendo unitarista G. Ripley y el editor G. Putnam. Luego se incorporarían Thoreau, la pedagoga E. Peabody y bastantes otros, casi todos bostonianos.

[233] Ripley, en McEmrys, cf. 25.uua.org. Fourier acababa de hacerse conocido en Norteamérica gracias al manifiesto de A. Brisbane, El destino social del hombre (1840).

[234] También se organizaba el tiempo libre, dedicado en principio a «disfrutar de la música, el baile, juegos de cartas sin apuesta, teatro, fiestas de disfraces, montar en trineo y patinar». Pasatiempos como el ajedrez o las carreras se desaconsejaban por «competitivos». Cada día concluía con el Símbolo de la Unidad Universal, consistente en formar círculos dándose las manos, y hacer votos por «seguir fieles a la causa de Dios y la Humanidad».

[235] Es un comentario del propio Emerson; cf. Felton, 2006, pág. 127.

[236] Ripley, en Delano, 2004, pág. 255.

[237] Ibíd., págs. 192-193.

[238] Sutton, Felton y Delano no coinciden en cifras, aunque ninguno menciona menos de cincuenta.

[239] Nordhoff reseña 76 comunas de shakers, tres de rappitas, cuatro de amanitas, dos de auroritas-bethelianos y otras dos de perfeccionistas, todas ellas «confortablemente instaladas gracias a los mejores granjeros y los mecánicos más aptos» (pág. 336), que han descubierto además alguna rama del comercio o la industria donde no tienen rival.

[240] Ripley, en Delano, 2004, pág. 4.

[241] Dana, en McEmrys, loc. cit.

[242] Sombart, 2009 (1905), pág. 194.

[243] Engels, en Sombart, pág. 198.

[244] Ibíd., págs. 47-48. La parte más rica en detalle del trabajo es una comparación entre el poder adquisitivo del obrero industrial norteamericano y el alemán del momento, que resulta muy favorable al primero.

[245] Esta formulación alcanza en su Deutscher Sozialismus (1934), cuando pase de «marxista convencido» a teórico del nacionalismo alemán.

[246] La National Civic Federation, que agrupaba a los 15 principales empresarios, 15 miembros neutrales y 16 representantes de sindicatos. Sus estatutos la vinculan a mantener en todo momento «contacto personal» entre esos grupos.

[247] Nordhoff, 1875, pág. 11.

[248] Surplus value.

[249] Víctor Hugo, en su discurso de clausura del Congreso por la Paz de Lausanne (18/9/1869).

[250] Halévy, 1904, vol II, pág. 294.

[251] Schumpeter, 1995, pág. 476.

[252] Bentham, Malthus, Ricardo, James Mill y su hijo John Stuart Mill, este último provisto ya de cierta distancia crítica ante el doctrinarismo de sus maestros.

[253] Su pretensión es aplicar a un objeto complejo como la conducta humana el método newtoniano, que en vez de usar «hipótesis» encadena datos empíricos con axiomas lógicos, progresando de un teorema a otro. Tardó en hacerse manifiesto que el propio Newton —aún limitándose a las masas inertes y simples de su física matemática— usó bastantes hipótesis, entre ellas algunas tan audazmente especulativas como el éter, o el espacio y el tiempo absolutos; cf. Escohotado, en Newton, 1987, págs. LXXIII-VIII.

[254] Marx, 1965, pág. 358.

[255] Bentham, Principles, I, 1.

[256] Bentham, en Halévy, 1904, vol. I, pág. 12.

[257] Habla muy bien de los primeros líderes franceses —Mirabeau, Sieyés, Condorcet— que a pesar de las objeciones de Bentham al proceso revolucionario le sea otorgada una ciudadanía de honor, coincidiendo con la conferida a Paine, Jefferson y otros Padres Fundadores de Norteamérica.

[258] En 1742 Hume escribe que «a partir de la Revolución Gloriosa un tory puede ser definido en pocas palabras como amante de la monarquía, aunque sin descuidar la libertad y partidario de los Estuardo; y un whig como amante de la libertad, aunque sin renunciar a la monarquía y partidario de la dinastía protestante de los Hannover» (Hume, 1994, pág. 57). Añade a ello una larga nota explicativa, donde acaba afirmando que «el partido tory parece últimamente haber decaído mucho en número, aún más en entusiasmo [...] y entre la mayoría de las gentes el nombre Old Whig es mencionado como título incontestable de honor y dignidad». Medio siglo más tarde los tories son absolutistas moderados, y los whigs vacilan entre apoyar la doctrina de los derechos del hombre (como su líder Ch. J. Fox) o rechazarla de plano, como propone su otro líder, Burke.

[259] Burke, en Halévy, ibíd, pág. 12. Omitiendo motines y algaradas menores, París ha vivido graves ajustes sociales de cuentas en 1358 y en 1418; véase vol. I, págs. 334-337.

[260] Halévy, ibíd., pág. 13.

[261] Bentham, en Halévy, vol. I, pág. 193.

[262] Bentham logró introducir el principio de que «la pena solo debe usarse para excluir un mal mayor», y obtuvo su primer éxito resonante en 1814, cuando varios jacobino-spenceanos convictos de asesinato consumado y tentativa de magnicidio escaparon del castigo previsto hasta entonces para casos de alta traición. El procedimiento suponía: 1) ahorcar al reo de modo lento, evitando su asfixia total; 2) abrirle luego en canal para achicharrar parte de sus intestinos y genitales en una parrilla contigua; 3) arrancarle a toda prisa brazos y piernas con ayuda de troncos de caballos; 4) decapitarlo. Verdugos muy dotados lograron, al parecer, que algunos reos mantuviesen la conciencia hasta la cuarta fase, como quizá ocurrió ya con el infortunado William Wallace en 1305.

[263] La referencia de Bentham será Defensa de los derechos de las mujeres (1792) de Mary Wollstonecraft, esposa de Godwin.

[264] En la interminable lista de sus expresiones pedantes está, por ejemplo, llamar a los colegios «externados crestomáticos», o dividir el ateísmo en «cacoateísmo» y «agatoateísmo». El modelo taquigráfico brilla en su definición de la nueva cárcel —el Panóptico o «Casa de la inspección»— que es literalmente «moral reformada, salud preservada, industria robustecida, instrucción diseminada».

[265] Cf., por ejemplo, Works of J. Bentham, Proposals, vol. IV, 1843, en libertyfund.org.

[266] Bentham, ibíd., subrayado suyo. La cortesía de James Madison, presidente entonces, le llevará a contestar la carta un lustro más tarde (8/5/1816), disculpándose por haber tardado tanto en responder a quien tiene «un prestigio establecido firmemente gracias al inestimable regalo de su pluma». A esta observación, quizá no exenta de ironía, añade que «cumplir sus propuestas desborda el marco de mis funciones [...] Gracias por el interés demostrado hacia mi país».

[267] Bentham, vol X, carta de 1810.

[268] Su Panopticon vende menos ejemplares en Londres, París o Berlín que en Madrid y San Petersburgo, donde parece una «obra solo comparable a las de Bacon, Newton y Smith». Eso concretamente piensa Jovellanos, su más célebre discípulo español, y en 1822 el alcalde del pequeño pueblo gallego de Corcubión menciona «al gran Baintam, Moisés de los laicos». Cf. Halévy, ibíd., págs. 275-277.

[269] Uno de los historiadores del movimiento utilitarista observa que «define de un modo demasiado simple, ambiguo o ambas cosas [...] aunque tampoco arropa la pobreza de sus argumentos con una niebla retórica» (Plamenatz 1983, págs. 838-839). Marx, que le leyó a fondo, le nombra «filósofo del tópico» en el capítulo 24 de Das Kapital.

[270] Stuart Mill, 2005, pág. 9.

[271] Bentham, en Stuart Mill, Autobiografía, §. 168.

[272] Marx, en Mehring 2003, pág. 75.

[273] Son alocuciones de julio y septiembre de 1819, cuando la ampliación del censo electoral se convierte en asunto capaz de promover guerra civil. Cf. Works, vol. III, sec. III, 4, en libertyfund.org.

[274] Ibíd., I, 5.

[275] «Obra de tal manera que tus actos puedan convertirse en regla de conducta universal».

[276] «No es un loco de remate sino dependiendo de qué». Cf. Bentham, en Halévy, 1904, vol. I, pág. 253.

[277] Owen dictó en 1831 los Siete Puntos de la Unión Espiritista Británica a la médium Emma Hardinge, declarando entonces que sus contactos con esos difuntos se hacían «a través de la electricidad».

[278] Owen, en Cole, 1957, vol. I, pág. 100.

[279] Esto declara a finales de 1793 el fiscal de la Comuna Insurrecta de París, P. G. Chaumette, cuando la efigie de la diosa se consagre en Nôtre-Dame; cf. Schama, 1989, pág. 807. Sobre el concepto «positivo» y «negativo» de libertad en Berlin, véase vol. I, págs. 520-522.

[280] Vargas Llosa, 2004, pág 25. En su ensayo sobre Lamartine y Hugo lo llama también «tentación de lo imposible».

[281] Suyo es el concepto de alienación o extrañamiento (Entfremdung, Entäusserung), que articula la crítica de Marx al mundo capitalista. De él parte también la defensa más convincente del subjetivismo —que su Wissenschaftslehre argumenta con «el Yo pone en el Yo un No-Yo»—, y la idea de que el espíritu debe perderse (alienarse) construyendo un mundo objetivo para poder volver sobre sí, planteando una dinámica de «odisea» retomada por Schelling y Hegel. Por lo demás, cuando no cultiva una ontología singularmente intrincada se dedica al género edificante, en ambos casos con una vehemencia estilística que inspira títulos como Informe cristalino sobre la esencia de la última filosofía: un intento de forzar al lector para que entienda (1801). Parece innecesario aclarar que esa última filosofía era la suya.

[282] En 1793, cuando acaba de decretarse el Terror, publica unas Contribuciones a la corrección del juicio público sobre la revolución francesa.

[283] Sobre el progresivo acercamiento de ese género a la ciencia-ficción, recuérdese lo expuesto en el vol. I, págs. 454-455.

[284] Cf. Poggi, en Porto-Bompiani, 1959, vol. IV, págs. 830-831.

[285] Berlin, 2001, pág. 98.

[286] En Últimos panfletos (1850) argumentará que la democracia es «un sistema social absurdo», sin perjuicio de que la aristocracia hereditaria sea «un sistema agonizante». Lo trágico es que momentos de verdadera elevación espiritual, como la yihad islámica o el propio Terror, sean también «breves, brutales y caóticos».

[287] Carlyle, 1849, pág. 532.

[288] Ibíd., pág. 531.

[289] En el epígrafe 252 de Más allá del bien y el mal (1886) leemos: «Lo que falta y faltó siempre en Inglaterra bien lo sabía esa mezcla de actor y retórico, el cabeza de serrín Carlyle, que intentó ocultar bajo muecas apasionadas que carecía de verdadero poder de intelecto, verdadera profundidad de percepción intelectual, de filosofía en suma» (subrayados de Nietzsche). Unamuno, que tradujo su Historia de la revolución francesa, le dedicó un opúsculo (Maese Pedro, notas sobre Carlyle) donde termina diciendo: «¡Qué fuente de sugestiones, enseñanzas y emociones!».

[290] Entre los habitualmente reunidos están Delacroix, Gautier y Nerval. Baudelaire no suele ser reconocido como padre del prohibicionismo, pero es en Los paraísos artificiales (1860) donde encontramos la primera propuesta de una «cruzada» contra el opio y el haschisch, «en nombre de Dios y la civilización».

[291] Este sentido de môyenagisme parece deberse en origen a Gautier. Sobre algunas fabulaciones medievales concretas, como la Donación de Constantino o el Sínodo de los obispos, véase vol. I, págs. 257-259.

[292] Hugo, en Vargas Llosa, 2004, pág. 72.

[293] Hugo, 1951, pág. 1141.

[294] Cuando el editor le pida un resumen del argumento, Hugo enviará la siguiente sinopsis: «Asombroso, extraordinario, sorprendente, sobrenatural, inaudito, salvaje, siniestro, formidable, gigantesco, colosal, monstruoso, disforme, despavorido, estremecedor, lúgubre, fúnebre, terrorífico, espantoso, tenebroso, misterioso, fantástico, nocturno, crepuscular».

[295] Jean Valjean, el héroe principal, retorna tras años de condena en galeras porque robó una barra de pan para evitar la inanición, algo en realidad no perseguido por la ley vigente. Cossette, la heroína casta, trabaja diecisiete horas diarias cosiendo, vive con máxima austeridad y a pesar de ello no puede pagar el céntimo de franco que cuesta al día comprar alpiste para su jilguero. Fantine, la heroína con un desliz carnal, muere muy joven explotada por proxenetas, tras vender no solo el pelo sino los ­dientes.

[296] Proudhon entiende que «libros semejantes envenenan a un país»; Taine lo considera «insincero», Flaubert «carente de veracidad o grandeza, una novela para la crápula católico-socialista, para todas las alimañas filosófico-evangélicas», y Baudelaire —en privado, pues se lo impone la amistad— «falto de gusto e ­inepto».

[297] Lamartine, en Vargas Llosa, págs. 209-214.

[298] Un contemporáneo dirá de Lamartine que era «inteligente, fino, flexible y tenaz [...] y conocía profundamente a los hombres, aunque solo por sus vicios» (Tocqueville, 1984, pág. 64).

[299] Nacida con A. H. L. Heeren (1760-1842) y los siete volúmenes de su crónica sobre el comercio desde los principales pueblos antiguos hasta finales del siglo XVIII.

[300] Schumpeter, 1995, pág. 1224.

[301] Elements, ii, 2, art. 3. Su sensación más repetida es cuán «escasos resultan los materiales de felicidad», y el hallazgo básico de Sobre el gobierno (1820) es que la justicia política consiste en «distribuirlos». Al igual que en el resto de sus libros, Mill va encontrándole a cada asunto «leyes» de las cuales extrae conclusiones ordenadas y evidentes. Una de las primeras, indignante para el embrionario feminismo de la época, es que «niños y mujeres pueden borrarse sin reparo de los derechos políticos».

[302] Mill, en Halévy, 1904, vol. II, págs. 270-271.

[303] Carlyle, 1849, pág. 529.

[304] Dos décadas después Ricardo sancionará ese paso alegando que dicha legislación «no enmienda la situación del pobre, sino que deteriora la situación de pobres y ricos» (Ricardo, 2004, pág. 61).

[305] En sus respectivas historias del pensamiento económico, Cannan y Schumpeter llegan a conclusiones prácticamente idénticas sobre este texto. A juicio del primero, «se desploma como argumentación, dejando un caos de hechos reunidos para ilustrar el efecto de leyes inexistentes». A juicio del segundo, es «un trabajo deplorable técnicamente, que por substancia está a un paso de la insensatez». Cf. Schumpeter 1995, pág. 645. En su monumental crónica sobre el utilitarismo, Halévy atribuye «el prestigio soberano del Ensayo a «su carácter seudomatemático» (Halévy, 1904, vol. I, pág. 177).

[306] Siegel, 1973, pág. 253.

[307] Malthus, 1821, pág. 7.

[308] Digo «en teoría» porque Malthus no considera la posibilidad de que el sector público cree una trama de obras y servicios básicamente imaginarios, cuyos pagarés se exportan a cuentas de particulares en paraísos fiscales, al estilo consagrado después por tantas repúblicas bananeras.

[309] Malthus, 1821, pág. 160.

[310] Siegel, 1973, pág. 355. Cuando se le eche en cara que hasta su amigo Ricardo se alinea con la clase media «activa», Malthus contestará que este tiene muchas más tierras que él, y que su meta es «investir a la clase señorial con la nueva dignidad de una importante función económica» (Siegel, ibíd.).

[311] Kolthammer, en Ricardo, 2004, pág. IX.

[312] Empezando por las secciones IV y V del primer capítulo, que en la expresión de Joan Robinson ofrecen la primera «caja de herramientas» para la teoría económica. Por aridez técnica, su equivalente filosófico es la fenomenología hegeliana, aunque Hegel no se comprometió tanto con el deductivismo.

[313] Sismondi, en Halévy, 1996, págs. 8-9.

[314] Su efecto solo puede ser «aumentar poderosamente la masa de mercancías, y, por tanto, la suma de disfrutes» (Ricardo, 2004, pág. 77). Para una descripción más precisa, véase pág. 270, nota 42.

[315] Ibíd., pág. 21.

[316] Ibíd., pág. 56.

[317] Ibíd., pág. 58.

[318] Ibíd., págs. 71-72.

[319] Ibíd., pág. 264.

[320] Ibíd., pág. 287.

[321] Los Principles dedican su cap. II a tres ejemplos: «buena tierra contigua a un río, tierra ordinaria próxima a un río y mala tierra contigua a un río polucionado», cuyo producto cuesta respectivamente 1, 1,5 y 3 a su explotador.

[322] Admitiéndose que los precios están determinados por su utilidad, no por el tiempo empleado en hacer cada bien, como se ocupará de mostrar en detalle el llamado marginalismo.

[323] Ante todo la capacidad innovadora o inventiva hoy llamada a veces «renta schumpeteriana», al derivar de cambios tecnológicos y factores afines introducidos por el empresario, instrumento paradigmático de lo que Schumpeter rebautizó como destrucción creativa.

[324] Fue quince años más tarde cuando el jovencísimo Evariste Galois planteó las matrices para resolver esos polinomios.

[325] Schumpeter, 1995, pág. 623.

[326] Marx, 1984, vol. I, pág. 87. Para Schumpeter, el problema «debe su existencia a un análisis defectuoso y desaparece al eliminar ese elemento, que en este caso es la teoría del valor-trabajo. Pero desde esa teoría dicho problema se convierte en el principal de todos, en aquel cuya solución ha de revelar el secreto más intimo de la sociedad capitalista» (1995, pág. 663).

[327] Knight, 1935, pág. 6.

[328] Schumpeter 1995, pág. 308.

[329] B. Constant, 1816.

[330] Luis XVIII, Carlos X y Luis-Felipe de Orleáns.

[331] El hecho de que por entonces Inglaterra tenga unos diez millones de habitantes menos hace que esa desproporción se eleve a un sexto, a pesar de lo cual —como veremos— la presión popular fuerza allí la reforma de 1832, que incorpora unos 300.000 electores adicionales y sigue pareciéndole al país ridículamente insuficiente.

[332] Mediante las llamadas Ordenanzas de Saint-Cloud (25/7/1830), que censuran la prensa y disuelven el Congreso recién elegido. El periódico de la oposición —Le National— responde con el célebre artículo de Thiers: «La legalidad se ha interrumpido, comienza un régimen amparado solo en la fuerza [...] La obediencia ha dejado de ser un deber».

[333] Kirkup, 2006 (1909), págs. 38-39.

[334] Fourier, 1940, pág. 91.

[335] Diccionario soviético de filosofía, 1965, pág. 197.

[336] Véase vol. I, págs. 532-533.

[337] Fourier, ibíd., pág. 245.

[338] En algunos momentos admite que sean «entre 1.600 y 2.000», si bien lo idóneo es 1.620, pues hay 810 tipos psicológicos que deben multiplicarse por dos atendiendo a la diferencia sexual. La fascinación de Fourier por el número exacto le lleva a calcular que la Tierra acabará distribuida en 2.985.894 falansterios, inaugurando una era de 80.000 años, precedida por 8.000 de «Armonía Perfecta»; cf. Kreis, 2005, http://www.historyguide.org.

[339] En contraste con la vaciedad del homo economicus utilitarista, el punto fuerte de Fourier es una psicología que describe cinco pasiones pasivas (los sentidos), cuatro pasiones activas o anímicas (amistad, amor, ambición y parentesco) y tres pasiones «distributivas»: la de variar o «mariposear» (papilloner), en cuya virtud nadie debe dedicar nunca más de hora y media seguida a un trabajo específico, la urdidora o cabalista, y una más cercana a lo inefable que llama composite por combinar impulsos diferentes. Dentro de esa última incluye el entusiasmo de masas, «una especie de furia ciega» que en su día —cuando el primer falansterio demuestre sus infinitas ventajas— aprovecharán «los ejércitos industriales» para conquistar económicamente el mundo. Cf. Fourier, 1808, págs. 263-267.

[340] Cole, 1975, vol. I, pág. 69 y 71.

[341] Fourier, 1940, pág. 112.

[342] Teoría de la unidad universal (1822), El nuevo mundo industrial y social (1829) y La falsa industria (1835)

[343] Fourier, 1940, págs. 37-38.

[344] En una carta de 1831 leemos: «El último domingo asistí al servicio litúrgico de los sansimonianos. Me resulta inconcebible que esos ridículos clérigos tengan tantos partidarios. Sus dogmas son inadmisibles, son monstruosidades. ¡Que sea posible predicar en el siglo XIX una abolición de la herencia!»; cf. Cole, ibíd., pág. 70. En 1836, cuando su fin se acerca, compone una rencorosa elegía: «Tú siglo abyecto, volcán de calumnia/ que con un cáliz de hiel recompensas el mensaje[...]/ Tus hijos vendrán a mi sepulcro/ a deplorar su vandálico orgullo, /a ilustrar y vengar mi memoria./ Conducirán al Panteón mis cenizas/, más plenas de gloria que las de César y Napoleón».

[345] Hubo incluso un experimento de falansterio protagonizado por el propio Considerant en Texas, entre 1855 y 1857, que fracasó prácticamente desde el comienzo.

[346] Ha sido frecuente —como demuestra aún hoy el artículo de Wikipedia sobre Considerant— afirmar que su Manifiesto coincide ideológicamente con el publicado cinco años después por Marx-Engels. Pero allí leemos, por ejemplo, que «es ilusorio el camino de atacar a la propiedad individual en su origen, negarla en su derecho, despojar a los ricos —por la fuerza o por la ley— en provecho de los pobres, a los propietarios en beneficio de los proletarios e imponer, en fin, la igualdad de bienes» (I, 2, 1).

[347] Véase vol. I, págs. 528-529.

[348] Vallés, 1950, pág. 134. J. Vallés fue uno de los líderes de la Comuna de 1871.

[349] La opinión pública quedó fascinada por el heroísmo de preferir la muerte a la clemencia, ofrecida a cambio de revelar los nombres de sus superiores (que eran fundamentalmente el fundador de la rama francesa de los carbonarios —A. Bazard— y el marqués de La Fayette). Con ocasión del proceso, el prefecto de policía de París declaró que había al menos 20.000 carbonarios republicanos agrupados en células estancas, formada cada una por veinte individuos, cuyo deber práctico era aportar un franco al mes y conseguirse cada cual un fusil y 50 cartuchos, «en previsión del alzamiento ordenado por la logia suprema».

[350] Buonarroti había insistido en que la toma del poder por parte de los comunistas requeriría «aislar Francia de otros países con una barrera insuperable, para preservar a las masas de malas influencias». Ninguna publicación debería poder aparecer sin permiso del gobierno comunista. Cf. Martov 1919, versión no paginada del MIA.

[351] Pasquín del 11/12/1830. En adelante, cito sin especificación de página la antología de Volguine 1971, pues no figura en la versión online ofrecida por el Marxists internet archive.

[352] Parte considerable de ese ensayo —La libertad de los antiguos comparada con la de los modernos (1816)— se dedica a analizar el «retroceso» representado por la Liberté jacobina. Constant fue también el teórico de la monarquía constitucional, donde el jefe del Estado «reina pero no manda» y el poder «moderador» se deslinda del ejecutivo, un régimen cuyas ventajas argumenta en Fragmentos de una obra abandonada sobre la posibilidad de una constitución republicana en un país grande (1803-1810).

[353] Según Baudelaire, esa metafísica constituye lo distintivo del blanquismo, pues «su “¡Viva la revolución!” es igual que decir “¡viva la destrucción!, ¡viva la penitencia!” No solo sería feliz como víctima; tampoco me desagradaría hacer el papel de verdugo, para sentir la revolución desde ambos lados» (Baudelaire, en Benjamin, 1998, pág. 26).

[354] Mueren en la primavera de ese año casi 50.000 parisinos, en su mayoría de barrios pobres, por razones hoy obvias de alcantarillado, hacinamiento e higiene. Blanqui se suma a los rumores sobre un envenenamiento intencional del agua, recordando cuán eficaces fueron el Complot del Pan y construcciones persecutorias afines para preparar la dictadura jacobina; véase vol. I, págs. 489-490.

[355] Forman parte de ella la vieja guardia jacobina —entre ellos el propio Buonarroti y F. V. Raspail, ambos carbonarios— y jóvenes líderes como el valiente y exaltado A. Barbés. El nombre de la Sociedad le viene de que para ella un día es un combatiente, una semana un pelotón, un mes una sección, una estación una compañía, un semestre un batallón y un año un regimiento.

[356] A la sexta pregunta: «¿Puede el pueblo gobernarse a sí mismo inmediatamente después de la revolución?», la respuesta es: «Estar gangrenada la sociedad impone remedios heroicos, y el pueblo necesitará durante cierto tiempo un poder revolucionario». Tras las siete preguntas el Presidente advierte; «Ciudadano, los principios que has expresado son los únicos correctos, los únicos capaces de conducir a la humanidad hacia la meta prefijada para ella». Sigue el acto de jurar «odio eterno a todos los opresores, devoción absoluta al pueblo, fraternidad a todos los hombres salvo aristócratas de sangre o posición», y la promesa adicional de «dar mi vida, e ir al patíbulo si tal sacrificio fuese necesario, para conseguir el reinado de la soberanía popular y la ­igualdad».

[357] Alegato del 12/1/1832. Cursivas de Blanqui.

[358] La mayúscula para Realidad es de Blanqui.

[359] Tocqueville le define como «uno de esos hombres en los que el demagogo, el loco y el caballero se entremezclan [...] Su locura se tornaba furiosa cuando oía la voz del pueblo. Su alma entraba en ebullición de un modo natural, en medio de las pasiones populares, como el agua puesta al fuego» (Tocqueville 1984, pág. 169).

[360] Convencido de que Blanqui cedió ante la presión de la policía, traicionando a los insurrectos de 1839, Barbés se incorpora entonces a la Asamblea Nacional en los bancos de la Montaña pero como líder del Club de la Revolución, opuesto frontalmente a la Sociedad Republicana Central de los blanquistas. Veremos algo más de cerca sus respectivas actuaciones al exponer los eventos de aquellas semanas.

[361] Con estas líneas responde al «socialismo sentimental retórico» de Blanc y otros emigrados, que conmemoran la insurrección parisina de 1848 en nombre de un Comité Socialdemócrata Europeo. Más adelante «Chi ha del ferro ha del pane» será el lema de Il Popolo d’Italia, el periódico fundado y editado por Mussolini desde 1914.

[362] Será entonces cuando tenga oportunidad de formar entre otros estudiantes a P. Lafargue, luego yerno de Marx y fundador del Partido Obrero francés. Ya en 1839 su Sociedad de las Estaciones había tenido como uno de sus potenciales aliados a la Liga de los Justos, un grupo clandestino de emigrados alemanes que cuando empieza a ser dirigido por Engels y Marx se rebautiza como Liga de los Comunistas. Volveremos sobre ello al describir la figura de Weitling, su primer líder.

[363] Allí leemos, por ejemplo: «La granada, que una mala costumbre nos hace llamar bomba, es un medio secundario, sujeto a multitud de inconvenientes: consume mucha pólvora a cambio de poco efecto, es de manejo muy peligroso, carece de alcance alguno y solo puede actuar desde ventanas. Los adoquines hacen casi tanto daño y son más baratos [...] La Comisión de Armamento instalará talleres donde mujeres y niños serán empleados en fundir balas y confeccionar cartuchos. Requisará a los fabricantes de productos químicos ante todo el ácido sulfúrico y nítrico disponible en forma anhidra o concentrada, elementos del fulmicotón, requisando también para esos trabajos a los estudiantes de farmacia...»

[364] Esto es, que los prusianos no desfilen por las calles de la capital, como harán el 13 de marzo siguiente sin evocar la menor protesta de los parisinos, cuya tragedia no es tanto semejante humillación como odiarse unos a otros.

[365] Allí redactará La eternidad por los astros: Una hipótesis astronómica (1872), donde plantea el eterno retorno como «melancólica realidad cósmica».

[366] Una institución creada en 1901, al fundirse el pequeño Partido Obrero de «los alemanistas» con el mucho más nutrido grupo del Comité Revolucionario Central, rebautizado como Partido Socialista Revolucionario.

[367] Lenin publica el opúsculo de ese nombre en 1920.

[368] Diccionario soviético de filosofía, 1965, voz «Blanqui».

[369] Saint-Simon, en L’Industrie, abril de 1817.

[370] Saint-Simon, en Halévy, 1996, pág. 51.

[371] A despecho de considerarse descendiente por línea directa de Carlomagno, cambió gustoso su tarjeta de visita por la de «Ciudadano Carlos Buenhombre» (Bonhomme), y se adaptó perfectamente al fin de los privilegios. Pero su apellido era demasiado noble para librarle de sospechas, en un momento donde bastaban de sobra para decretar pena capital.

[372] Se conserva su carta al indignado padre, donde le explica que «mi meta principal en la vida es hacer un trabajo científico útil».

[373] Sobre dicho negocio gubernamental, véase vol. I, págs. 539-541, y más adelante págs. 220-221.

[374] Eso requería una especial magnanimidad, ya que ambos habían sido miembros del sanguinario Comité del Salud Pública en tiempos de Robespierre.

[375] Autobiografía, pág. 165, subrayado de Stuart Mill. Entre sus ocurrencias estaba la de que Homero fue el verdadero inventor de la democracia, pues en su Olimpo los dioses adoptan las decisiones por sufragio universal.

[376] Cf. Lichtheim, 1999, pág. 65. De ahí su condición de «genio patológico, o loco muy inteligente» (Schumpeter, 1995, págs. 519-520).

[377] Una edición en 47 volúmenes de las Oeuvres de Saint-Simon et Enfantin fue publicada por sus discípulos entre 1865 y 1878, y resulta accesible online por gentileza de la Biblioteca Nacional francesa.

[378] Moya, en Saint-Simon, 1971, pág. 16.

[379] Saint Simon, en Berlin, 2006, pág. 125.

[380] Algo más joven, Augustin Thierry (1795-1856) —que fue el primer secretario de Saint-Simon— examinó con formidable detenimiento «las elites y otros estratos sociales engendrados por el derecho de conquista». Dedicó cinco volúmenes a la estructura social merovingia, y estudió también minuciosamente la Inglaterra transformada por la invasión normanda, así como la formación del Tercer Estado francés.

[381] Sobre la relación de Marx con Comte y Dunoyer, véase más adelante, pág. 388.

[382] Evito repetir lo ya expuesto en el volumen previo (págs. 429-431) sobre estos «seres de tercer tipo», cuya génesis puede retrotraerse al Ensayo sobre el comercio de Cantillon, compuesto hacia 1734 aunque publicado dos décadas después.

[383] Saint-Simon, 1971, pág. 75.

[384] Esta afinidad fundamental se ha visto oscurecida porque Saint-Simon suele asimilarse pasando por el filtro doctrinal del segundo de sus secretarios, Auguste Comte, que corrige el salto del maestro hacia una lógica analógica con un retorno incondicional a la binaria, hasta el extremo de anunciar un próximo y definitivo triunfo de «los hechos» sobre «las ficciones». Sobre binario y analógico, véase más adelante, págs. 182-183.

[385] Saint-Simon no pudo conocer la filosofía hegeliana de la historia, que empezará a publicarse bastante después de morir ambos. Pero K. L. Michelet, alumno y amigo de Hegel, conoció a sansimonianos con motivo de un viaje a París en 1820, y probablemente le llevó ejemplares de su revista L’Industrie, que había empezado a aparecer en 1816 (cf. Lichtheim, 1999, pág. 77).

[386] Saint-Simon, 1971, págs. 113-114.

[387] Ibíd., pág. 107.

[388] Para el repaso de los hechos su principal apoyo no será tanto Smith como los Ensayos y la Historia de Inglaterra de Hume, «indudablemente el mejor de los cronistas modernos» (Saint-Simon, 1971, pág. 107).

[389] Ibíd., pág. 45.

[390] Ibíd., pág. 66.

[391] Saint-Simon, en Durkheim, 1982, pág. 222.

[392] Saint-Simon, 1970, págs. 132-133.

[393] El Novum Organum (1620) de Bacon emplea ya esos términos.

[394] Saint-Simon, 1970, pág. 265.

[395] Ibíd., pág. 53.

[396] Durkheim, 1970, págs. 278-279.

[397] Ibíd., pág. 271.

[398] «Si muriesen los 30.000 mayores rentistas de Francia sus herederos ocuparían de inmediato los puestos y todo seguiría como estaba. En caso de morir siquiera 3.000 productores, bien sea del orden teórico o del práctico, Francia se convertiría en un cuerpo sin alma, y precisaría al menos una generación para superar el infortunio» (Ibíd., pág. 296).

[399] Saint-Simon, en Berlin, 2006, pág. 126.

[400] Saint-Simon, 1970, pág. 66.

[401] El único esfuerzo análogo había sido la Ciencia nueva (1744) de G. Vico, donde encontramos la famosa observación: «De la ferocidad, la avaricia y la ambición [...] vicios que ciertamente podrían borrar a la humanidad de la faz terráquea, la legislación extrae felicidad civil» (Elemento VII, § 132). Pero las tres edades del progreso para Vico —la heroica, la divina y la humana— se conciben como ciclos sujetos a un perpetuo retorno, que las distintas culturas van repitiendo sin romper la condición meramente «ideal» del cambio. Por lo mismo, «la sociedad retorna siempre a la simplicidad primitiva [...] donde los individuos vuelven a ser religiosos, sinceros y fieles» (Conclusión, § 1104-1106).

[402] Ortega, 2002, pág. 189. Recuérdese lo expuesto antes (págs. 23-27) sobre la perspectiva en cuanto tal.

[403] Ya en 1814, cuando Rusia, Austria y Prusia ocupan todavía el territorio francés, tras la derrota de Waterloo, redacta con Thierry un opúsculo de título expresivo: Sobre la reorganización de la sociedad europea, o sobre la necesidad y los medios para reunir a los pueblos de Europa en un solo cuerpo político, conservando cada uno su independencia nacional. Allí anticipa que los conflictos desembocarán en un «patriotismo europeo» representado por una Unión y un Parlamento.

[404] Nuevo cristianismo, 1825, VII, pág. 103. Interrumpido por la muerte de Saint-Simon, el texto es un diálogo entre «un conservador y un renovador (novateur)».

[405] Ibíd., pág. 111.

[406] «Presentar los intereses terrenales como único fin posible de la actividad humana, a la manera de Saint-Simon, no les presta el valor y la dignidad que tiene lo divino concebido como algo que está fuera de este mundo» (Durkheim, 1982, pág. 278).

[407] Saint-Simon, en Cole, 1975, vol. I, pág. 56.

[408] A eso dedica el artículo Liberalismo e industrialismo (1823).

[409] Berlin, 2006, pág. 127. Allí lo incluye en un catálogo de «enemigos modernos de la libertad humana», flanqueado por Rousseau, Helvecio, Fichte, Hegel y De Maistre, a despecho de que Saint-Simon dedica parte de su tiempo a demoler la filosofía roussoniana de la historia, la autarquía económica de Fichte y el autoritarismo de De Maistre. Como K. Popper, a quien se parece por ser tan penetrante en algunos sentidos como doctrinario en otros, Berlin da por supuesto que quien está en los orígenes del pensamiento socialista debe ser un defensor de la sociedad cerrada, y también que el Estado de la sociedad abierta evita escrupulosamente inmiscuirse en la esfera económica. Pero nadie supera a Saint-Simon en entusiasmo por una gestión descentralizada de los recursos, y la actividad «anticíclica» del Estado es una constante para todos los economistas liberales flexibles, desde Sismondi a Keynes.

[410] Schumpeter, 1995, págs. 521 y 520. En ese mismo párrafo añade que «quiso sacar a la humanidad de la lucha de clases mediante los maravillosos logros de la “ciencia”, lo cual es en parte un delirio, pero un delirio entrecortado por relámpagos de profunda intelección».

[411] Berlin no menciona siquiera dicho punto en su ensayo sobre Saint-Simon.

[412] Saint-Simon, 1825, pág. 62.

[413] Saint-Simon, en Halévy, 1966, pág. 37.

[414] El derecho romano empezó dividiendo el caudal en un tercio de legítima, un tercio de mejora entre los herederos forzosos y un tercio de libre disposición.

[415] Entre otros, con su himno al «gran capitán de la industria» encarnado por dinastías como los Medici, Fugger, Hope, Baring, Du Pont o Rothschild, especializadas en prolongar el impulso de algún genio fundacional.

[416] En vez de crecer, las tarifas del impuesto sucesorio tienden en general al retroceso, y no porque el Fisco se haya hecho más misericordioso, sino porque el avance del tributo directo y nuevas formas del indirecto (como el IVA) crean doble imposición. La jurisprudencia fue uno de los asuntos menos estudiados por Saint-Simon.

[417] Saint-Simon, 1825, pág. 98.

[418] Saint-Amand Bazard (1791-1832) fundó en 1821 la rama francesa de los masones carbonarios, aligerándola del elemento místico presente en su original napolitano, y trastocando por completo sus metas. Los carbonari habían emprendido una vasta campaña de acuchillar a toda suerte de franceses para forzar la independencia de Italia, y los charbonniers se conforman con expulsar a los Borbones. Por lo demás, Bazard no fue un fanático sino «un entendimiento de notable claridad» (Schumpeter, 1999, pág. 520) y un hombre valiente, que al ser condenado a muerte por Carlos X prefirió seguir operando desde la clandestinidad a expatriarse. Toda su concepción del mundo cambió al leer El nuevo cristianismo, del cual extrajo que la acción política más eficaz era «el reformismo económico».

[419] Sus conferencias, agrupadas como Exposición del sistema sansimoniano, ocupan los tomos 41 y 42 de las Oeuvres de Saint-Simon y Enfantin.

[420] Ibíd., pág. 134.

[421] Exposition, XLI, págs. 252 y ss.

[422] XLII, pág. 282.

[423] Oeuvres, XL, págs. 293-294.

[424] Durkheim, 1982, pág. 316.

[425] Ibíd., pág. 317.

[426] De hecho, murió pocos meses más tarde, según parece con amargura adicional de ver que su propia esposa, Claire, se dejaba seducir por su adversario.

[427] Ibíd., pág. 318.

[428] Algunos comtianos fervientes fueron decisivos para derrocar a la monarquía brasileña, por ejemplo, y de ahí el lema órdem e progresso de su bandera. En Inglaterra el principal admirador de Comte fue durante décadas Stuart Mill, si bien la aparición del voluminoso Sistema de política positiva (1851-1854) le hizo exclamar: «¡Ni el más rígido de los disciplinarios antiguos propuso un despotismo tan extremo de la sociedad sobre el individuo!».

[429] Semanas antes de morir, Engels observa: «Comte tomó todas sus ideas brillantes de Saint-Simon, pero las distorsionó tratando de organizarlas a su manera, y el resultado fue llevarlas a un nivel inferior» (carta a Tönnies, 24/1/1895).

[430] Hay, por cierto, un importante salto entre esa dictadura y lo que proponía una carta suya a Saint-Simon de 1817: «Sabéis mejor que nadie, por haber sido quien primero lo dijo claramente, que la única política razonable es la economía política [...] y que para fundamentar esa ciencia basta vuestra idea fundamental: La propiedad es la más importante de las instituciones, y debe ordenarse del modo más favorable a la producción» (Comte, en Halévy, 1966, pág. 37).

[431] En su último número, del 20/4/1832, el artículo A los hombres políticos firmado por «Michel Chevalier, apóstol» anuncia que «la industria emergerá seductora y gloriosa, reclutando a todos los obreros en un ejército industrial que convertirá al Estado en repartidor de trabajo, sueldos y pensiones para TODOS» (mayúsculas de Chevalier).

[432] Cf. Durkheim, 1982, págs. 319-320.

[433] Constant mostrará su desacuerdo con ambas suposiciones, lo cual motiva una interesante polémica con Bazard en 1828.

[434] Le Producteur, I, pág. 257. También Bazard insiste en que «las ventajas de cada uno estarán en proporción a su capacidad» (Le Producteur, III, pág. 395).

[435] Su Sistema de la política positiva divide efectivamente la historia en tres edades (religiosa, metafísica y científica), aunque evitar lecturas a su juicio ociosas —«por higiene cerebral»— privó a Comte de información sobre los griegos, la filosofía helenística, la escolástica o el racionalismo. De ahí que edad metafísica sea sinónimo de la Ilustración francesa y su rama jacobina, con alguna nota sobre la «insolencia» de Mirabeau, Sieyés y otros redactores de la «disolvente» Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano. Morirá antes de poder culminar su síndrome de autoimportancia con la obra prevista: un Tratado sobre la acción total de la humanidad en el planeta.

[436] Montesquieu, 1995, pág. 116.

[437] Rousseau, 1963, págs. 27-28

[438] Smith, 1776 (1982), pág. 687.

[439] «El socialismo es el heredero legítimo del liberalismo no solo por secuencia cronológica sino atendiendo a sus rasgos espirituales, como prueba cualquier cuestión de principio ante la cual haya tenido que pronunciarse la socialdemocracia» (Bernstein, 1899, págs. 148-149).

[440] Saint-Simon no solo inspiró a su secta/iglesia/escuela sino directamente a Rodbertus e indirectamente a Lassalle —a través de Blanc—, siendo por ello nuclear para el socialismo alemán (cf. Halévy, 1966, págs. 101-103). No obstante, su influjo sobre Proudhon, Marx, Engels, Bakunin y otros resulta tangencial, comparado con el de Hegel. Una excepción a esa regla fue su tesis de abolir el derecho hereditario, que Bakunin considerará suficiente para convertir la propiedad privada en común.

[441] Hegel, Lecciones de Jena, curso 1806, alocución final al alumnado.

[442] Salvo —como vimos— en épocas de desintegración como el Bajo Imperio romano y los siglos oscuros del medievo, donde las ciudades van despoblándose y solo la fertilidad natural del agro ofrece alguna oportunidad de supervivencia.

[443] Hijo del matemático Lazare Carnot, distinguido también como miembro del Comité de Salud Pública. Por lo demás, Francia abunda en talento científico, reunido en torno a la Escuela de Altos Estudios y luego la Politécnica, donde Sadi Carnot encuentra como colega a Coriolis y como profesores a Fourier, Gay-Lussac, Poisson y Ampére, entre otras eminencias.

[444] Carnot, 1824, pág. 61.

[445] Ibíd., págs. 106-107.

[446] Aristóteles, Física V, 225 b-226 a. El movimiento se define allí como «realización», paso de algo en potencia (dynamis) a un acto (energeia). Tener naturaleza (physis) es por eso estar inmerso en la inquietud de un devenir que no solo es movimiento sino automovimiento.

[447] Heráclito, DK 124.

[448] Zenón de Citio, en Cicerón, De nat. deorum, II, 22. Marco Aurelio añadirá: «Contempla constantemente el universo como un ser vivo, provisto de una substancia y un alma […] y observa cómo todas las cosas cooperan causalmente en todas, y observa también el continuo devanar de la madeja, y la trama de su red» (Medit., IV, 40).

[449] Heráclito, DK 84.

[450] La obra de Escoto Eriúgena en el siglo IX, continuada por David de Dinant y Amalric de Béne; sobre ese renacimiento véase vol I, págs. 313-315.

[451] Cf. Newton, 1987, pág. LXIV.

[452] Sus Philosophiae naturalis principia mathematica (1687) son explícitos en este sentido: «Rige todas las cosas no como alma del mundo sino como dueño de los universos. Y debido a esa dominación suele ser llamado señor dios, pantocrátor, o amo universal. Pues dios [dominus] es una palabra relativa que se refiere a los siervos, y deidad es dominio de dios no sobre el cuerpo propio —como piensan aquellos para los cuales dios es alma del mundo— sino sobre siervos […] Así como un ciego no tiene idea de los colores, así carecemos nosotros de idea sobre el modo en que el dios sapientísimo percibe y entiende todas las cosas, estando radicalmente desprovisto de todo cuerpo y figura corporal […] Le admiramos por sus perfecciones, pero le veneramos y adoramos debido a su dominio, pues le adoramos como siervos» (Newton, 1987, págs. 619-620, minúsculas suyas).

[453] Newton, ibíd., pág. 620.

[454] Helvecio, 1984 (1758), pág. 95.

[455] Ambas escuelas coinciden en percibir lo corpóreo como cárcel (sema) de lo incorpóreo, a la manera pitagórica. Sin embargo, para el neoplatónico la fuga de substancia se prolonga «eternamente», mientras el gnóstico pronostica uno o varios colapsos cósmicos. Sobre su modelo más carismático —la cosmología de Mani— véase vol. I, págs. 193-195.

[456] El predominio del adjetivo, que informa expresiones roussonianas como «verdadera libertad», y «auténtica verdad», lo llevó Plotino a su apogeo definiendo lo espiritual como «la parte más verdadera del ser genuino» (Enéada VI, I).

[457] El primero, como se recordará, establece que la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma.

[458] Cf. Prigogine, 1991. Una información actualizada puede encontrarse en entropylaw.com.

[459] Lógica, metafísica, física, historia (general y del pensamiento), derecho, estética, religión y política.

[460] Se está refiriendo a las lecciones del periodo de Jena (1803-1806), cuando era profesor no numerario y más de la mitad de sus ingresos dependía de la cuota pagada por cada alumno, menos de cincuenta sumando los de Lógica y Metafísica y los de Matemáticas y Filosofía de la Naturaleza; cf. Ripalda, en Hegel, 1984, pág. XL.

[461] A. Gabler, en Hegel, 1984, págs. XLIII-XLV.

[462] «Lo verdadero es el todo. Pero el todo es solo la esencia que se completa mediante su desarrollo. De lo absoluto hay que decir que es esencialmente resultado, que solo al final es lo que es en verdad» (Hegel, 1952, pág. 16, subrayados suyos). De ello deducirá I. Berlin que «el realismo hegeliano es adoración del poder […] fuente de los héroes de Carlyle o del superhombre nietzscheano» (Berlin, 2002, pág. 95). Él mismo se corrige al poco, diciendo que «con Hegel aparece una nueva historia, la historia de la interconexión entre todas las cosas, que inventa la idea misma de historia del pensamiento» (Ibíd., pág. 99).

[463] En definitiva, todo juicio de la forma x = x, o de la forma x = y, sustituye por un signo de igualdad cierto «tránsito» de lo uno a lo otro, cuyo detalle solo merece omitirse si x e y son meros símbolos. En cualquier otro caso, o bien lo simbolizado por x «vuelve sobre sí mismo» o bien se convierte en y, invitándonos a exponer cierto «hacerse» (werden).

[464] Sus principales lecturas en este campo parecen haber sido fundamentalmente el tratado de Smith y los Principles de Steuart; cf. Hegel, 1984, págs. 327-328.

[465] Esta unidad de (o en) la diferencia constituye el «concepto de continuidad» según A. Marshall, fundador de la economía neoclásica. Sus Principles comienzan afirmando que los cursos de Hegel sobre filosofía de la historia «permitieron a las ciencias humanas superar el doctrinarismo»; cf. Marshall, 2005 (1890), pág. XV.

[466] Hegel, 1967, pág. 28. También puede decirse que hasta alcanzar la plenitud de cada resultado práctico «la virtud va siendo vencida por el curso del mundo […] al basarse solamente en palabras, que elevan el corazón y dejan la razón vacía» (Hegel, 1952, pág. 229).

[467] Hegel, 1952, págs. 27-28.

[468] El existente es textualmente Dasein, un «ser-ahí» opuesto al ser (sein) abstracto o puro que —en la Ciencia de la lógica— equipara por su vaciedad con la pura nada.

[469] Lo esencial del término es la amalgama de suprimir y conservar. Hay una literatura copiosa sobre la traducción del término, que Ortega por ejemplo vertía como «cancelación». Quizá no sea ocioso recordar al lector que en alemán todos los sustantivos se escriben con mayúscula.

[470] Hegel, 1963, pág. 45. Quienes se obstinan —como Popper— en ver a Hegel como un platónico podrían leer con aprovechamiento las líneas inmediatamente previas a esta frase, en el párrafo final del Prefacio a la Filosofía del derecho: «En todo caso, el saber viene siempre demasiado tarde. Como pensamiento del mundo, solo aparece cuando la realidad ha terminado el proceso de su formación. Aquello que el concepto enseña la historia lo muestra con la misma necesidad, pues solo en la madurez de los seres aparece el ideal enfrentado a lo real […] Cuando la filosofía pinta su gris sobre el gris una manifestación de la vida acaba de envejecer. No podemos rejuvenecerla con pintura, sino tan solo conocerla».

[471] Hegel, 1967, pág. 82, subrayado suyo.

[472] Luego dirá en una carta: «Ver a ese alma del mundo concentrada en un único punto del espacio fue una extraña impresión» (Hegel, en Berlin, 2002, pág. 97).

[473] De hecho, Hölderlin sucumbe a la demencia inmediatamente después de la batalla de Jena y el saqueo de la ciudad, dejando escritas las famosas líneas: «Lleno de méritos, pero solo como poeta / habita el hombre sobre esta tierra»; cf. Hölderlin, 1967, pág. 939.

[474] «La historia es el devenir que sabe […] y aunque cada nueva figura debe recomenzar como si lo previo nada le hubiese enseñado sí conserva el recuerdo, y empieza así cada vez desde una etapa más alta» (Hegel, 1952, págs. 472-3, subrayados suyos).

[475] Así se define en la Fenomenología. En la Enciclopedia de las ciencias filosóficas, y en la Ciencia de la lógica, el concepto del espíritu (llamado también «idea» y «razón») coincide con el de intelecto agente o nous aristotélico, que es inteligencia diseminada cósmicamente como forma o concepto de cada materia.

[476] Sería desviarse demasiado entrar en ello. Baste localizarlo en la pretensión de «comprender lo verdadero no solo como substancia sino como sujeto» (Hegel, 1952, pág. 15), atribuyendo a la existencia en general el destino de ir desde el «en sí» al «para sí». No hallamos ese impulso a una identidad subjetiva en los principales maestros reconocidos por Hegel, que son Aristóteles y Spinoza, aunque sí en el philosophus teutonicus —que es como llama al místico J. Böhme (1575-1624)—, y por supuesto en la historia sagrada cristiana, donde el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son inseparables del «ser para sí» o «reconocido».

[477] Kojève, 1947, pág. 555.

[478] Hegel, 1952, pág. 473.

[479] Lo ha escrito hacia 1802, en el fragmento llamado «sistema de la moralidad»; cf. Kojève, ibíd., págs. 556-557.

[480] Hegel, 1952, pág. 24.

[481] Llegan entonces las investigaciones sobre el derecho germánico de F. K. de Savigny y los Discursos a la nación alemana de Fichte. Algo antes, en El Estado comercial cerrado, Fichte había defendido el programa jacobino de «unidad patriótica» como algo que solo desembocó en el Terror porque el país no era económicamente autárquico, y debía hacer frente a enemigos tanto internos como externos.

[482] Hegel, 1952, págs. 344 y 347. Subrayados suyos.

[483] Ibíd., pág. 347.

[484] Ibíd., pág. 113.

[485] Schumpeter, 1995, pág. 455.

[486] Los etólogos descubrirán que gallineros y palomares practican la llamada jerarquía del picotazo, en la cual cierto individuo pica a todos sus compañeros sin sufrir lo propio, otro es picado por todo el resto sin rechistar, y el resto se gradúa desde el segundo líder al penúltimo paria. Cf. Lorenz, 1980, passim.

[487] Hegel, 1952, pág. 115.

[488] Ibíd., págs. 117-118. Subrayados de Hegel.

[489] Ibíd., pág 473.

[490] Ibíd., pág. 118.

[491] Ibíd., pág. 123.

[492] Matizando la necesidad del hado o destino, el segundo jefe de la stoa, Cleantes, dirá que «guía al deseoso [de guiarse por la cordura] y arrastra al reticente» (cf. Séneca, Epist. 107, 11).

[493] Ibíd.

[494] Desde Zenón, que se ahorca cuando cree llegada su hora, hasta la mucho más truculenta muerte de Séneca narrada por Tácito en sus Anales, los héroes estoicos se dejan como mínimo morir de hambre antes de tolerar que la muerte les lleve a implorar algún aplazamiento, o que se les anticipe siquiera. No es una excepción el caso de Crisipo, el tercer escoliarca, que o bien murió intoxicado por «vino sin diluir» o bien de un ataque de risa «viendo a un asno comer higos y pensar en darle vino para digerirlos» (Diógenes Laercio, Vit., VII, 185).

[495] Skepsis es literalmente «acto de poner entre paréntesis».

[496] Hegel, 1952, pág. 127. «Su charla es, en realidad, una disputa entre muchachos testarudos, uno de los cuales dice A cuando el otro dice B y B si aquél dice A, donde al contradecirse cada cual consigo mismo uno y otro se dan la satisfacción de permanecer en contradicción el uno con el otro» (Ibíd., subrayados de Hegel).

[497] Ibíd., 127.

[498] Ibíd., pág. 127-128.

[499] Juan 1:14.

[500] Hegel, 1952, pág. 385.

[501] Sobre las llamadas vagaudas, véase vol. I, págs. 111, 173, 195, 206, 301.

[502] A grandes rasgos los que van del V al X, dominados por la desintegración del tejido económico y el consiguiente retroceso demográfico.

[503] Hegel, 1952, pág. 132.

[504] Véase vol. I, caps. 14 y 15.

[505] Hegel, 1967, pág. 51.

[506] El nervio de la alienación (Entfremdung) y el extrañamiento (Entäusserung) es para Hegel el acto de «poner el sí mismo en otro», que empieza fundando la idea de Dios como exterioridad e impulsa la lucha por el reconocimiento. La cultura en cuanto tal es «el espíritu extrañado de sí», que por una parte aliena el ser natural previo y por otra la esencia permanente, al constituirse en «pura cultura o vanidad […] fraude universal cometido contra uno mismo y los demás» (Hegel, 1952, pág. 308).

[507] A esa superación de las escisiones —en concreto de las implícitas en el rigorismo moral, el despotismo, el conservadurismo y el cinismo—, se encaminan expresamente sus Principios de la filosofía del derecho (1821). En la Fenomenología ha afirmado ya que «el perdón es la palabra conciliadora del reconocimiento mutuo […] donde el espíritu se acepta al saber de sí como la oposición [derivada] de cambiar él respecto de sí» (1952, pág. 391).

[508] La reflexión juvenil de Hegel incluye cuatro ensayos teológicos, entre ellos una Vida de Jesús y El espíritu del cristianismo y su destino. Su obra madura incluye los siete volúmenes agrupados como Lecciones sobre filosofía de la religión, con capítulos adicionales distribuidos por otras partes de la Fenomenología del espíritu, la Filosofía del derecho, las Lecciones sobre filosofía de la historia universal, la voluminosa Historia de la filosofía y las no menos voluminosas Lecciones sobre estética.

[509] Lecciones de Jena, curso 1803-1804; Hegel, 1984, pág. 327.

[510] En la Tesis I sobre Feuerbach —el primer hegeliano que se propuso convertir su supuesto idealismo en materialismo—, Marx le atribuye «el defecto de que solo concibe el objeto, la realidad, lo sensible, bajo la forma del objeto o de la contemplación, y no como actividad humana sensible, no subjetivamente». Feuerbach observa, en vez de cultivar la «praxis transformadora», cuando «contemplar es propio de individuos aislados o de la sociedad civil, y transformar es el punto de partida de la humanidad social» (Marx, 1965, págs. 333-34, subrayados suyos). El materialismo le parece no solo compatible sino inseparable del subjetivismo, aunque para el materialista clásico el sujeto es algo condicionado por el objeto, y solo observar desapasionadamente protege al intelecto de la imperiosa voluntad.

[511] Epístola de Juan, 2:15.

[512] El tránsito del gremialismo al sindicalismo se documenta algo más adelante, véase págs. 244-246.

[513] El movimiento luddita, activo en Manchester y otras ciudades industriales, alcanza su apogeo hacia 1812. El movimiento Swing lo logra unos veinte años más tarde. Ambos provocan destrozos en instalaciones fabriles y la carbonización de reses en graneros, aunque no más de dos o tres empresarios muertos, veintitantas personas ahorcadas por incendio provocado (arson) y algunos cientos de deportados a Australia. Nada parecido, desde luego, a las matanzas de la Guerra Civil inglesa o la Révolution gala, ni a las que se reproducirán desde 1848 en Francia y otros países del Continente. Cf. Rudé, 1969, págs. 253-265.

[514] Precedente del culto al «pueblo original» del IRA y ETA, estas bandas fueron también protegidas más o menos secretamente por el clero. Entre otros casos está el mencionado en 1831 por el The Guardian de Manchester en primera página: «El vicario de Mansfield, reverendo W. Bowerbank, ha ingresado en prisión por redactar cartas ‘swing’ al sheriff del condado, amenazándole con incendiar su casa si no entregase alimentos, dinero y varios barriles de cerveza»; cf. guardian.co.uk/1831/feb/28/mainsection.

[515] Hobsbawn, 1969, pág. 46.

[516] Como vimos, el argumento de Los miserables arranca de que su protagonista es condenado a galeras por robar un trozo de pan. Sabemos también que la ley francesa vigente no imponía tal castigo. Al contrario, declaraba inimputable —por hurto famélico— al acusado de semejante cosa.

[517] Engels, 1844, en Huerta de Soto, 2012, pág. 129.

[518] Eso encontramos al rememorar el Bajo Imperio (cf. vol. I, págs. 107-113, 169-173), donde surgen masas proletarizadas en función del movimiento inverso. La desaparición del tejido comercial e industrial indujo un excedente de bocas, que abandonando las ciudades en busca de alimento topaban con los sobrantes de las aldeas, hasta formar eventualmente las hordas devastadoras llamadas vagaudas, que en ciertos casos —como en el caso de la lyonesa— solo fueron derrotadas con la ayuda de varias legiones. Vagaudas de facto, ya que no de nombre, fueron diversas masas de «cruzados» medievales, empezando por la impresionante multitud de pauperes que sigue a Pedro el Ermitaño y Walter el Indigente en su camino a pie hacia Jerusalem (véase vol. I, pág. 320).

[519] Así concluye La situación de la clase obrera inglesa en 1844, una colección de artículos que Engels publica poco antes de convertirse en amigo de Marx. Cuatro años después uno de los hijos de Owen, Robert Dale Owen, afirma durante una conferencia en Cincinnati: «El obrero inglés es tres veces más esclavo del trabajo que hace tres siglos». Un siglo antes, en tiempos de Hume y Smith —cuando comienza la mecanización del agro inglés— ninguno menciona nada parejo, y Dale Owen olvida que hacia 1500 una deserción de la gleba podía comportar no solo flagelación sino patíbulo.

[520] Hobsbawn, 1969, págs. 38 y 51.

[521] Cf. Webb y Webb, 1920, pág. 89.

[522] Polanyi, en Lichtheim, 1998, pág. 22. El libro de Engels sobre la clase obrera inglesa en 1845 no es tan apocalíptico como el relato hecho por Polanyi en 1944, del cual parte la santificación del luddita. Tuvimos ya oportunidad de reseñar sus criterios sobre trabajo y remuneración en el vol. I, págs. 252-253.

[523] Cf. org/Reform/Luddite/History, una página que contiene interesantes observaciones sobre el luddismo como pionero del movimiento ecologista. A juzgar por sus informaciones, una secta neoluddita se ha extendido a los cinco continentes, con sucursales en Asia, África e Iberoamérica.

[524] Cf. Oxford Dictionary of National Biography, voz «Arkwright».

[525] Alguna buena foto ofrece thornber.net/cheshire/ideasmen/arkwright.

[526] Aunque su existencia suele retrasarse hasta 1816, y atribuirse a Owen (cf. Cole, 1975, vol. I, pág. 106, y Kirkup, 1909, pág. 62), la primera guardería-escuela gratuita fue obra del socio de Arkwright y primer gerente de esa fábrica, D. Dale.

[527] Cf. Wikipedia, voz «Child Labour». El simplismo se introduce hasta en este artículo, pues el dato recién mencionado, y algún otro en el mismo sentido, se incluyen bajo el epígrafe «defensores del trabajo infantil». Bien merecería el resto la rúbrica «defensores de la miseria».

[528] Una información muy amplia sobre Dale puede encontrarse en electricscotland.com/history. Hijo de un pastelero, que trabajó como pastor de los ocho a los diez años, fue aprendiz de tejedor desde los once. Acabaría montando un próspero negocio de lino importado de los Países Bajos, que le llevó a ser también uno de los directores del Bank of Scotland. Le iba a quedar tiempo para ser pastor espiritual de una Iglesia inconformista (dissenter), cuya feligresía edificaba con sermones los domingos y festivos. La devoción por el oficio se trasluce en su escueta lápida: David Dale. Comerciante.

[529] La dignidad arquitectónica de estos edificios, y la luminosa amplitud de sus aulas, pueden constatarse tecleando en youtube «David Dale» o «New Lanark».

[530] La población comarcal era insuficiente para cubrir sus necesidades de mano de obra, porque muchos campesinos se habían enrolado en el ejército durante la Guerra de Independencia norteamericana, y no volvieron. Cuando Dale recurrió a highlanders y huérfanos, granjeros y terratenientes elevaron una queja al Parlamento alegando que miles de operarios serían «multitudes destructivas de desarrapados». Pronto resultó evidente que obraban de modo pacífico, y que su capacidad adquisitiva no solo multiplicaba el consumo sino el producto agropecuario. Para el condado de Lanark, New Lanark fue desde entonces «la gallina que pone huevos de oro».

[531] A su juicio, por ejemplo, «el siervo disfrutaba antes de un confort más sólido que el amo» (Owen 1817, pág. 9). De ahí la opinión antes referida de su hijo, el literati R. Dale Owen.

[532] Engels, 1936, pág. 22. Entre sus incondicionales estuvieron el duque de Kent, padre de la reina Victoria, y el futuro zar Nicolás.

[533] En sus primeros treinta años, el complejo textil devolvió anualmente un 5 por ciento del capital social, y reportó un beneficio neto de 360.000 libras, del cual correspondería a Owen algo menos de un tercio; cf. electricscotland.com/history/newlanark.

[534] Curiosamente los tres fundadores de New Lanark incumplen esa regla. Owen, hijo de un guarnicionero, se empleó —por decisión propia— desde los diez años en una empresa de cortinajes. Arkwright trabajaba como recadero de sastrería desde los siete, y Dale pastoreaba desde los ocho.

[535] Owen, 1817, pág. 5.

[536] El único precedente de esa Factory Act, promulgada en 1832, era una normativa de 1802 sobre «salud y moralidad de los aprendices».

[537] Ibíd., págs. 10 y 20. Subrayado de Owen.

[538] Entre otras cosas, al cuáquero Allen le escandaliza que la palabra «Dios» estuviese excluida por norma, y a Bentham que los operarios deban desplazarse siempre en formaciones de orden cerrado, al son del tambor y la gaita.

[539] Véase supra, págs. 95-97.

[540] Cf. Prothero, 1981, pág. 15. En 1797, por ejemplo, el astillero militar de Portsmouth emplea a unos dos mil «mecánicos», todos ellos varones adultos.

[541] Antes de mecanizarse el telar, por ejemplo, una ciudad de tamaño medio como Halifax construye la joya pre-industrial que representa su Piece Hall (1779), un edificio ignífugo donde caben más de trescientas tiendas situadas en torno a un gran rectángulo —superior en dimensiones a dos campos de fútbol—, en el cual diez y hasta veinte mil personas se reúnen a diario para negociar compraventas de lana, y en menor medida de algodón y otras materias primas textiles.

[542] Cf. Higways.gov.uk>our roads>History

[543] Para lo sucesivo, cf. Kidd, 2006. En el antiguo sistema monetario inglés el chelín era un vigésimo de libra.

[544] La Unión Patriótica Manchesteriana, representada por un empresario textil, un director de periódico y un zapatero.

[545] Aunque fue más tarde diputado durante una legislatura, vivió siempre como hombre de negocios. Entre ellos estuvo fabricar carbón sintético, betún para el calzado y, sobre todo, unos Polvos de Desayuno (hechos de achicoria) recomendados como sustituto del café y el té. Desde 1832 aprovechó los envases de ese producto para hacer propaganda del sufragio universal. Las instructivas Memoirs de Hunt se encuentran online por gentileza de Project Gutenberg, y en facsímile gracias a Google Books.

[546] Primero a Bolton, luego a Oldham.

[547] Más importante que añadir un cuarto de millón de electores nuevos es que el Parlamento se aligere de 143 escaños —correspondientes a los llamados burgos podridos (rotten boroughs)— y cree 135 nuevos, respetando en mucha mayor medida la entidad demográfica de las regiones.

[548] La Women Social and Political Union, que acabó sacando adelante el voto femenino en Inglaterra. Iba a ser ese voto la causa primaria de que el Liberal Party, hegemónico hasta 1918, se convirtiese en una formación política solo testimonial comparada con el partido conservador y el laborista. Véase más adelante págs. 626-628.

[549] Smith, 1982, pág. 240.

[550] Locke, en Hayek, 1991, pág. 132.

[551] La Exposición de Motivos presentaba como prueba lo ocurrido en «todos los demás Estados con Banco», enumerando a continuación los de «Ámsterdam, Venecia, Génova, Barcelona, Hamburgo, Nüremberg y Estocolmo».

[552] Smith, 1982, pág. 265.

[553] Menger considera a Law «el fundador de la teoría correcta sobre el dinero», pues se desmarca de Aristóteles y los jurisconsultos romanos negando que «sea una invención estatal o producto de un acto legislativo», y lo piensa como fruto «de una maduración espontánea en las relaciones económicas» (Menger, 1997, págs. 324-326).

[554] Gracias a ellos pudo someter al banquero y economista Cantillon, que puso en duda la viabilidad de su plan. Cuenta un contemporáneo que este «le mandó llamar y le dijo: “Si estuviésemos en Inglaterra tendríamos que negociar y llegar a un acuerdo; pero en Francia puedo asegurarle que desde esta noche será recluido en La Bastilla, si no me promete que saldrá del reino en el término de 48 horas”. Cantillon lo pensó un momento, y repuso: “Muy bien. Pero no me iré, sino que contribuiré al éxito de su Sistema”»; Grimm, en Hayek, 1991, págs. 280-281.

[555] Cf. Hayek, 1991, pág. 165.

[556] Eran billetes emitidos por la Caja de Descuento de letras, recién creada por Turgot, todos ellos de altas denominaciones —el más pequeño de 200 libras francesas, equivalente hoy a unos veinte mil euros—.

[557] De hecho, el sistema no convence a los tres economistas más competentes del momento —Du Pont de Nemours, Condorcet y Necker—, aunque los tres apoyen el curso político de las cosas.

[558] Donde militan algunos ludditas y ante todo una amalgama de seguidores de Babeuf y seguidores de Th. Spence (1750-1814), que propone «una nacionalización de la tierra inglesa por parroquias». Su líder, A. Thistlewood, será ahorcado por intentar asesinar en 1820 al Gabinete, dentro de un plan más amplio que incluía tomar la Torre de Londres y el Banco de Inglaterra, para «destruir el sistema en un par de horas». Amplia información sobre su iniciativa ofrece Prothero, 1981, secc. II, 5-7.

[559] Pitt llevaba tiempo saltándose «la sana costumbre de que el Banco no concediese al gobierno grandes empréstitos sin el expreso consentimiento del Parlamento» (Hayek, 1991, pág. 189).

[560] Magnate, filántropo y abolicionista, el hecho de que Thornton (1760-1815) sea ignorado en algunas historias del pensamiento económico, y omitido por la Encyclopaedia Britannica, obedece sin duda a que se esforzó por definir fenómenos antes que por defender doctrinas. Con todo, sus análisis no solo fueron decisivos entonces sino fuente para el modelo de acumulación propuesto un siglo más tarde por K. Wicksell, retomado luego por teóricos de los ciclos como Schumpeter y Hayek. De él parte también la llamada teoría clásica de los tipos de cambio como paridad en poder adquisitivo.

[561] Insistir en que la cuantía y momento de cualquier emisión fuesen siempre ob­jeto de supervisión parlamentaria, como propone su Inquiry, implicaba desafiar no solo al Primer Ministro y a la Corona sino a su hermano Samuel, por entonces gobernador del Banco de Inglaterra y principal adversario de semejante cosa.

[562] Thornton, 1803 (1939), pág. 259.

[563] Además del alza general en los precios, un cambio a la baja en el mercado de divisas y un incremento en el precio del lingote de oro sobre el precio de acuñación, que en 1813 llegará al 40 por ciento. Ricardo lo ha anticipado y argumentado en su folleto El alto precio del lingote, una prueba de la depreciación de los billetes bancarios (1809).

[564] A través de Owen, el movimiento acaba de proponer que cada cooperativa emita billetes cuyas denominaciones serán horas, días y semanas de trabajo específico, intercambiables por bienes de consumo tasados según el mismo baremo. Todos sus seguidores, y más adelante los de Marx, preconizan esta segunda moneda como eventual sustituto del paper credit, cuando las comunas ya no necesiten subvención pública.

[565] Schumpeter, 1995, pág. 789.

[566] Diseñado originalmente por Ricardo, el patrón oro de cambio se instaura en 1944 con los acuerdos de Bretton Woods, que crearon el Fondo Monetario Internacional para sostener la convertibilidad de toda divisa al dólar, fijando el valor del oro en 35 dólares para la onza troy (31 grs.). Dicha equivalencia se mantuvo casi tres décadas —hasta que Nixon se negó en 1971 a honrar ese compromiso—, y hoy, cuatro décadas más tarde, dicha onza vale unos 1.200 dólares. Por lo demás, se calcula que el oro extraído hasta hoy en el planeta ronda las 142.000 toneladas (cf. federalreserve.gov/releases/h6/hist), que caben de sobra en un carguero de tamaño medio. Su tendencia al alza está implícita en datos como los manejados por el blog del Wall Street Journal, pues solo los dólares hoy circulantes en Norteamérica —sin contar con el resto del planeta— serían ya capaces de comprar unas 80.000 toneladas.

[567] Malthus, en Hayek, 1991, págs. 212-213.

[568] Keynes, 2004, pág. 245.

[569] Entre las medidas del New Deal en 1928 está, por ejemplo, incautar todo el oro depositado en bancos del país pagando la onza a 27 dólares, y ponerlo a la venta poco después por 35. Los «corralitos» argentinos extenderán esa práctica a los depósitos en papel moneda, sometidos no solo a un lucro cesante sino a un daño emergente del 80 y hasta el 90 por ciento.

[570] Inglaterra volverá a honrar la convertibilidad desde 1925, asumiendo el precio del oro previo a la Gran Guerra, porque su prestigio como centro financiero mundial está anclado a esa tradición. Pero la medida resulta catastrófica al cundir la Gran Depresión, y se suspende en 1931. Keynes lo saluda alegando que «la City resurgirá de sus cenizas, porque ha seguido las reglas del juego hasta los límites del quijotismo (quixotry), aún a riesgo de paralizar el comercio británico» (Keynes, 2000, pág. 289).

[571] Esa es la lectura que sus contemporáneos hacen del censo nacional de 1811, donde la población aparece distribuida en 859.998 familias ligadas a la agricultura, 1.129.049 al comercio y la manufactura y 519.168 a «menesteres distintos», además de 650.427 individuos empleados por el ejército y la marina de guerra. Cf. Owen, 1817, pág. 3.

[572] Alocución al «Parlamento de los maestros de obra», septiembre de 1833. En Webb y Webb, 1920, págs. 130-131.

[573] Vimos ya, a propósito de la masonería carbonaria y Blanqui, este tipo de juramento perpetuo aderezado con espadas, puñales en presencia de esqueletos. Dicha prosopeya es un residuo de costumbres gremiales arcaicas, y ofrece a la magistratura británica pretexto para confundir forma y contenido, persiguiendo la asociación laboral como asociación criminal/brujeril.

[574] Entre ellas la del Congreso de Sociedades Owenitas (Londres, 1834), y los seguidores del cardador irlandés J. Doherty (1798-1854), que en 1833 consigue convocar en Manchester a 270 delegados, fundando con ellos un Parlamento de Obreros de la Construcción. Hostil a ambos fue el también irlandés F. O’Connor, del que hablaremos al describir la evolución del cartismo.

[575] Webb y Webb, ibíd., pág. 134. El programa de la GNCTU abogaba por una «semana inglesa» terminada en viernes, y reducir la jornada laboral a cuatro horas.

[576] Cf. Webb y Webb, 1920, pág. 103.

[577] Ibíd., pág. 154.

[578] Cf. Cole, 1975, vol. I, pág. 130.

[579] Owen, 1837, pág. V. El título completo de la obra es El Nuevo Mundo Moral, que contiene el sistema racional de la sociedad fundado en hechos demostrables, desarrollando la constitución y las leyes de la naturaleza humana y de la sociedad, un libro sagrado para la verdad, sin misterio ni mezcla de error o miedo al hombre.

[580] El principal redactor de la People’s Charter fue F. Place, un empresario tan demócrata y filantrópico como Owen aunque incomparablemente más realista. Los otros cinco adalides iniciales del cartismo —H. Hetherington, W. Lovett, J. Watson, R. Hartwell y H. Vincent—, fueron owenitas resueltos a pasar de ingenuidades visionarias a un programa político «sostenible». Como Place y el propio Owen, representaban a «la elite del trabajador autodidacta, provisto de una inteligencia entregada al razonamiento» (Cole, vol. I, pág. 145).

[581] La normativa isabelina, promulgada en 1601, funda «casas industriales» para el parado capaz (able-bodied), asilos para el impotent (incluyendo ciegos) y «casas de corrección» para vagos y mendigos. Contempla también alivios «externos» de dinero, alimento y ropa, centralizando la administración del sistema en las parroquias (parishes) anglicanas, con fondos que se costean en parte mediante tributos públicos y en parte con aportaciones de los «notables» rurales. Desde 1662 el Settlement Act limitará los beneficios —y correctivos— al residente en cada zona.

[582] Principles, V, pág. 51.

[583] Discurso de Doherty en 1822; cf. Webb y Webb, 1920, pág. 120.

[584] En la comarca de Berkshire, por ejemplo, el poor relief afectaba al 17 por ciento de la población, en Sussex y Essex al 14 por ciento. En Leicester, una zona más industrializada, solo al 10,5 por ciento. Cf. Hobsbawn, 1969, pág. 76. En la UE de 2006, donde la cobertura se amplió desde los supuestos clásicos a alojamiento, y a minorías con problemas de exclusión social, aproximadamente un 30 por ciento del PNB se destina a ello en Bélgica, Holanda, Dinamarca y Francia, y un 26 por ciento en Inglaterra. Nuestros Estados vienen a gastar unas diez veces más que en 1830, aunque una alta parte del coste lo financian hoy empleadores y empleados, cuando entonces recaía exclusivamente sobre la aristocracia local, que podía detraer para ese fin parte de las contribuciones debidas a la Corona.

[585] De hecho, las Cámaras de Comercio provinciales surgieron para defender al empresario de huelgas declaradas por mechanics, tejedores, albañiles y mineros; cf. Webb y Webb, 1920, pág. 61.

[586] Véase infra, págs. 280-281.

[587] Pablo, Epístola a los tesalonicenses II, 2:8.

[588] Véase antes págs. 199-200.

[589] Kirkup, 1909, pág. 387.

[590] Reducida allí a la ley de una atracción directamente proporcional a las masas, e inversamente proporcional al cuadrado de las distancias.

[591] Véase antes, págs. 130-134.

[592] Principles V, pág. 53.

[593] Cf. Halévy, 1904, vol. I, pág. 109.

[594] El término aparece en el número de noviembre de 1827 de la Cooperative Magazine, según algunos (cf. Lichtheim, 1999, pág. 56), y algo más tarde según otros (cf. Durkheim, 1982, pág. 124). El socialismo sansimoniano es un concepto anterior, acuñado hacia 1816 y desarrollado en El sistema industrial (1821), pero empezó llamándose «industrialismo» y nunca contrapuso cooperación a competición.

[595] Kirkup, entre otros, insinúa que el tratado de Smith fue su única fuente de información filosófica e histórica.

[596] Eso está implícito en el teorema de los jurados y la paradoja de Condorcet, véase antes pág. 62.

[597] Legar todos sus bienes a «la causa cooperativa», siendo miembro de la familia más rica de Cork —a su vez la ciudad más próspera del país—, provocaría el litigio más prolongado de la historia irlandesa y quizá europea, renovado durante un siglo por sucesivas generaciones de herederos naturales.

[598] Thompson, en Cole, vol I, pág. 120-121, subrayado mío. Vegetariano, abstemio y siempre muy frágil físicamente, poco antes de morir publicaría sus Directrices prácticas para el establecimiento rápido y económico de comunidades basadas en los principios de cooperación mutua, posesiones unidas, igualdad de esfuerzos e igualdad en medios de disfrute (1830). Barriendo para su casa, algunos historiadores ingleses, desde el matrimonio Webb hasta Laski, han presentado a Marx como «el más ilustre discípulo de William Thompson».

[599] Allí define el capital como «capacidad para dar empleo al trabajo» y «sinónimo del trabajo mismo». Cf. Hodgskin, 1825, en avalon.law.yale.

[600] Véase más adelante, págs. 250-254.

[601] Efectivamente, las lóbregas perspectivas del Ensayo sobre la población (1798) acaban de ser renovadas por J. Mill en sus Elementos de economía política (1821), un compendio de la ortodoxia utilitarista que pretende refutar simultáneamente el liberalismo de Say y el de Sismondi.

[602] Por ejemplo, en las crónicas de Cole y Lichtheim, no en las de Kirkup y Halévy.

[603] Fundado en 1843, este semanario tiene en 2010 una tirada media de 1.600.000 ejemplares y conserva lo esencial de sus metas fundacionales, que eran «informar documentadamente sobre industria, agricultura, comercio, política, derecho, ciencia y literatura, nacional e internacional». Es quizá un indicio de decadencia que los artículos antes firmados se hayan convertido en editoriales.

[604] Gray, en Cole, 1975, vol. I, pág. 118.

[605] Blanc, en fordham.edu/1840. Subrayado suyo.

[606] Bray, en Cole, vol I, pág 141.

[607] En 1908 las cooperativas inglesas tenían 2.434.000 miembros, una cifra solo superada en números absolutos por Alemania. No obstante, Finlandia, y especialmente Dinamarca, eran en términos proporcionales mucho más afectas a ese régimen. Cf. Kirkup, 1909, pág. 351.

[608] Sobre el debate entre Lassalle y Schulze en Alemania —y una comparación entre cooperativas de producción y de crédito— véase más adelante, págs. 342-344.

[609] Lichtheim, 1998, pág. 74.