[610] Webb y Webb, 1920, págs. 239 y 241.

[611] Hincmaro, arzobispo de Reims, les acusa en 858 de «ser conspiradores y jurar en vano», pues se prometen solemnemente defenderse unos a otros y no revelar a nadie los secretos de su pericia. Sobre Hincmaro, véase vol. I, págs. 217 y 248.

[612] En 1268, cuando Boileau publica el primer Libro de los oficios, hay algo más de 350 solo en París, dominados todos por una tendencia centrífuga que divide y subdivide funciones. Los herreros, por ejemplo, en un colegio dedicado a la construcción de candados, otro a la de cadenas, otro a la de clavos, otro a la de herraduras y seis más dedicados a distintas «fundiciones», todos ellos estancos.

[613] Véase vol. I, págs. 339-341 y 349.

[614] Véase vol. I, págs. 392-396.

[615] El precursor será la ley inglesa sobre monopolios de 1623; véase antes, págs. 69-71.

[616] A partir de 1805 un comité parlamentario dedicó hasta doce volúmenes a examinar la situación creada por las nuevas industrias y las reglamentaciones gremiales, para acabar aconsejando «desregulación».

[617] Geo III, c. 40.

[618] Webb y Webb, 1920, págs. 44-45.

[619] Ibíd., pág. 42.

[620] Entre el maestro artesano y el industrial moderno la diferencia más señalada son sus respectivas necesidades financieras, pues las instalaciones y útiles del primero no pasaban de requerir un microcrédito. Sin embargo, pretender que fue «un trabajador idéntico a sus dependientes» omite su manifiesta condición de «capitalista». Además de alquilar a sus aprendices las herramientas, y el espacio, disponía en exclusiva de dos recursos adicionales: actuar como empresario privado para una clientela de adquirentes y proveedores, y ejercer algún cargo en el mercado local como defensor del público ante adulteraciones y fraudes.

[621] Brentano, en Webb y Webb, pág. 20. Encontramos ya un precedente irónico a este comentario de la History of Industry and Commerce de Lujo Brentano en el Wealth of Nations (1776): «Rara vez suelen juntarse gentes de la misma profesión —incluso cuando lo hacen solo para distraerse o divertirse— sin que la charla gire en torno a alguna conjura para elevar los precios» (Smith, 1982, pág. 694).

[622] Incluso estando al día en el pago de sus cuotas, el cotizante renunciaba al subsidio por enfermedad y su familia a los gastos de funeral si la causa hubiese sido «duelo, juego, ebriedad o enfermedad venérea»; cf. Prothero, 1983, págs. 28-29.

[623] Webb y Webb, 1920, pág. 47.

[624] Todavía en 1860 el gran héroe del sindicalismo minero, W. Crawford, ve en el no sindicado «un compañero nefasto que debe ser marcado (branded) con la maldición de Caín, pues es indigno de mezclarse con personas normales, honestas y respetables» (ibíd., pág. 296).

[625] Discípulos de Th. Spence (1750-1814), que empezó siendo encarcelado por vender el Derechos del hombre de Paine en 1792, y tres años más tarde volvió a serlo por defender que «la propiedad inmobiliaria (landed) siempre fue adquirida por conquista o usurpación insidiosa». Su comunismo, coetáneo del propuesto en Francia por Babeuf —o quizá muy anterior, pues afirma haberlo expuesto ya en 1775—, le hizo ver en Bonaparte al «hijo de la Revolución». Solo tras su destierro definitivo optaron estos filántropos por el terrorismo, culminado en el complot de la Cato Street (1820).

[626] Gast, en Prothero, 1983, pág. 68.

[627] Gast, en Prothero, ibíd., pág. 68. Sin perjuicio de ser autodidacta, sus lecturas le permitían citar a Homero, Marco Aurelio y otros clásicos cuando procediera, e impresionar así a variados auditorios.

[628] Place, en Prothero, pág. 68.

[629] Sobre su GNCTU véase antes, págs. 226-229.

[630] Conclusiones finales del Congreso Nacional de Trabajadores de la Forja, clausurado el 26 de septiembre de 1846.

[631] La Journeyman’s Steam-engine and Machine Makers Friendly Society.

[632] Allan, en Webb y Webb, 1920, pág. 204. La paz laboral sólo se interrumpe con brotes de tecnofobia ligados a algún nuevo invento, como acontece en 1858 con las primeras máquinas industriales de coser.

[633] No tendrá siquiera rival organizado hasta finales de los años noventa, cuando Hyndman y Morris, dos seguidores de Marx, creen una Liga Socialista donde en realidad no hay socialistas (pues los inscritos resultan ser mayoritariamente anarquistas). Los dos primeros diputados socialistas llegan al Parlamento con las elecciones de 1892, como veremos al documentar los orígenes del Labor Party.

[634] J. K. Ingram, en Webb y Webb, 1920, pág. 26.

[635] Ibíd.

[636] «Suprimid los estímulos para que el trabajador aspire a hacerlo por cuenta propia, y una gran masa de las gentes más pobres se hundirán gradualmente en la idiocia y en un descontento ciego, que la educación no hará sino incrementar hasta convertirse en un peligro para el Estado, porque cuanto más crezca su inteligencia mayor será su insatisfacción como meros aspirantes a jornal» (1875, pág. 17).

[637] Véase vol. I, págs. 454-456.

[638] Socialismo y sindicalismo, versión online no paginada del MIA.

[639] Para el derecho consuetudinario (common law) eran instituciones complementarias de la beneficencia pública, limitadas a «mitigar la indefensión» de ancianos, viudas, huérfanos o discapacitados.

[640] La alarma del Gobierno y el Parlamento se apoyaba sobre todo la sangrienta rebelión irlandesa de 1798, pues sólo el mal tiempo había evitado que desembarcase allí —en apoyo de los nacionalistas— el más poderoso cuerpo expedicionario francés reunido hasta entonces.

[641] Cf. Wikipedia, Combination Act 1799.

[642] Artículo 18.

[643] Admitir que el sindicato obre como interlocutor, incluyendo la huelga entre sus decisiones, suponía adelantarse significativamente a otros países. Francia demorará el cambio cuarenta años, España casi sesenta (hasta 1881) y Rusia casi un siglo, si bien en su caso el derecho a la huelga solo dura desde marzo a octubre de 1917, pues el golpe de Estado bolchevique lo postergará hasta 1990.

[644] Cf. Webb y Webb, 1920, pág. 73.

[645] Tres años antes había sido decisivo para restablecer la convertibilidad de la libra, y someter el Banco de Inglaterra a directrices del Parlamento. Eso supuso desandar las medidas de Pitt, a quien tanto admiraba y con el cual coincidió en ser diputado a los veintiún años, récord absoluto de precocidad. Veremos reaparecer a Peel en todos los asuntos cruciales del país desde los años veinte a los cuarenta.

[646] Sobre las premisas del mercantilismo clásico, y Colbert como prototipo, véase vol. I, págs. 420-432.

[647] Poner esto de relieve, y cuestionarlo, fue el atrevimiento de Hayek en Camino de servidumbre (1944), cuando lo políticamente correcto era pensar que el esquirol o revienta-huelgas merece castigo, y que la ocupación de fábricas no es tanto un allanamiento de morada como el acto de recobrar algo propio.

[648] Gast, en The Weekly Free Press, 22/11/1828, pág. 554.

[649] La aplicación de este precepto, y el de sus precedentes, ha sido objeto de un análisis monumental —que cubre no solo Inglaterra sino sus colonias— gracias a Hay y Craven, 2004, vol. I.

[650] Textualmente, «for the better regulations of servants, labourers and work people».

[651] Esa fue en 1790, por ejemplo, la condena de un juez de paz a un irlandés en la península de Terranova; cf. Smith, 2005, pág. 456.

[652] Cf. Webb y Webb, 1920, pág, 202. La investigación de Hay indica que entre 1790 y 1820 hasta un tercio de los detenidos en calabozos están allí por incumplir su contrato de trabajo.

[653] Jones (1819-1869), amigo de Marx aunque reformista y liberal, fue condenado a dos años de cárcel y tremendas multas por estar relacionado con una manifestación londinense en 1848, cuyos pasquines —quizá redactados por él mismo— contenían esa frase, precedida por: «Acude el lunes 10 de abril a Kennington Commons. ¡Nuestro lema es paz y orden! Pedimos que nuestro trabajo sea protegido».

[654] Dictionary of Daily Wants (ed. 1848), en hrmguide.co.uk/history.

[655] Cf. Webb y Webb, 1920, págs. 286-287.

[656] Stuart Mill, 2004, pág. 7.

[657] Véase antes, págs. 213-214.

[658] El rotten borough o «burgo podrido».

[659] Cf. Grey, en Oxford Dictionary of National Biography. Con razón se le considera más conservador que el tory Peel, pero veremos que tories y whigs se están reorganizando para crear el partido conservador y el liberal, donde para nada todos los whigs serán liberales ni todos los tories conservadores.

[660] Schumpeter, 1995, pág. 453.

[661] Place, en Wickins, cf. historyhome.co.uk, 2011.

[662] Cf. McCloskey, 2006, capítulo VII.

[663] Place, 1823, pág. 72.

[664] Básicamente los ya aludidos J. Gast, W. Lovett, H. Hetherington, J. Watson, R. Hartwell y H. Vincent, en su mayoría owenitas desengañados.

[665] «Con todas sus pertenencias empeñadas, y manteniendo el cuarto solo por caridad de su casera, empleó aquellos meses en leer historia griega y romana, geografía, anatomía, ciencias y arte. Leyó también a Smith y Locke, y se vio fuertemente influido por las obras de David Hume. Cuando uno de los patronos reconoció haber sido injusto, y volvió a darle trabajo, su mujer y él se impusieron de dieciséis a dieciocho horas de trabajo siete días a la semana. Lograron pagar la renta atrasada y recobrar todo lo empeñado en un mes, a lo largo del cual Francis no encontró momento para afeitarse siquiera, pues la determinación de acabar con su pobreza no conocía límites» (Wickins, ibíd.).

[666] Place, en Rowe, 1970, pág. 9.

[667] Declarada subversiva casi de inmediato, algunos de sus fundadores fueron castigados con 14 años de deportación a Australia. Otros resultarían absueltos, como el propio Place, en un juicio que hizo época.

[668] Place, ibíd., pág. 34. De esta advertencia han deducido historiadores como Hobsbawn y Rudé que había entonces «una situación revolucionaria objetiva». Rowe, en el prólogo a su compilación de escritos de Place, les recuerda que tal cosa no es compatible con cartas y notas suyas del momento. Place pensaba más bien que los revolucionarios podrían «provocar algún tumulto, quizá salpicado de sangre», pero en modo alguno derrocar al poder establecido. Si hizo saber al rey que se levantarían barricadas fue porque frenar al reaccionario desautorizaba de paso al pirómano.

[669] Cf. Briggs, 1983, pág. 266.

[670] Place, en Rowe, 1970, pág. 16.

[671] El médico militar escocés John Hume (1777-1855) regresó de la India enriquecido, porque en vísperas de una de las guerras marathas sus conocimientos de química le permitieron secar pólvora humedecida. Desde los años veinte será clave en todos los debates parlamentarios sobre política social y económica.

[672] Place, ibíd., pág. 63.

[673] Le llevaron allí delirios de grandeza presentes desde la juventud —cuando se declaró descendiente directo de los primeros reyes de Irlanda—, que acabaron induciéndole a atacar físicamente a algunos colegas del Parlamento.

[674] Place se retira del movimiento cuando el liderazgo de W. Lovett ceda ante el de O’Connor. En una nota de 1838 se lamenta de que no haya sido suficiente «con un irlandés católico calenturiento (hot-headed) como Doherty, y ahora llega otro más calenturiento aún».

[675] Place, en Prothero, 1983, pág. 196.

[676] De hecho, su único libro publicado —Ilustraciones y pruebas sobre el principio de la población (1822)— resulta inmisericorde con Malthus, y propone medios contraceptivos como una pequeña esponja insertada en la vagina, pecado capital para católicos y reformados.

[677] Place, 1970, pág. 32.

[678] Entendiendo por tal una vigencia de la distinción subjetiva, y un tributo al éxito momentáneo, que solo la ceguera del resentimiento confunde con alguna superioridad dictada por la cuna.

[679] En 1841 —cuando Londres se acerca a los dos millones de habitantes— un censo por familias indica que 22.500 están empleadas en zapatería, 18.500 en sastrería, 17.000 en carpintería, 10.500 en pintura y fontanería, 8.000 en hornos de pan y hasta treinta oficios con menos practicantes, terminados en 2.000 grabadores y 1.000 empleados en la construcción y afinación de pianos. Cf. Prothero, 1979, pág. 342. Multiplicando por seis, que era la media familiar calculada, obtenemos una cifra cercana al medio millón. Por supuesto, son más numerosas las familias de mecánicos, tejedores, constructores y mineros, pero la capital está poco industrializada en comparación con otras ciudades.

[680] Por entonces, la política fiscal del liberalismo era sufragar básicamente el Estado con un impuesto personal (el income tax) y gravámenes sobre el lujo, «evitando todo lo posible cebarse en las rentas del trabajo» (Gladstone).

[681] De orígenes muy humildes y fervorosamente cristianos —dissenter el primero y cuáquero el segundo—, Cobden visitó a Bright cuando acababa de morir su esposa, y le confortó diciendo: «Hay ahora miles de hogares en Inglaterra donde están muriendo de hambre esposas, madres y niños, y está en nuestras manos empezar a remediarlo». En la Vida de Richard Cobden que lord Morley publica en 1879, su principal título de honor es «haber traducido al lenguaje del sentido común y la práctica el lema revolucionario de la fraternidad de los pueblos». Las citas ulteriores de Cobden hechas por Morley no van paginadas, porque no figuran allí en la versión que gentilmente ofrece la Online Library of Liberty.

[682] Cobden, en Morley, 1879, cap. XIV.

[683] Una infección fúngica del tubérculo que aparece a principios de 1845 y mata de hambre a más de un millón de personas, forzando la emigración de otras tantas.

[684] Cobden, en Morley, cap. XXII.

[685] Morley, 1879, Conclusión.

[686] Webb y Webb, 1920, pág. 319.

[687] Cobden, 1853, pág 135. El panfleto responde al llamado pánico de 1853, cuando tres días después del grandioso funeral dedicado a Wellington, Napoleón III gane por amplísima mayoría su referéndum, y el premier Palmerston no desmiente las fábulas sobre nuevos planes franceses de invasión.

[688] Cobden, ibíd., págs. 12-13.

[689] Se recaudan en pocos días 80.000 libras, suficientes —según el Times— «para entrar en la carrera por el puesto de Primer Ministro».

[690] Atrocity mongers. Cf. Enzensberger, 1999, pág. 367.

[691] Un indicio de su prestigio lo ofrece el hecho de que Palmerston le ofreciese, en vano, formar parte del Gobierno. No pudo, con todo, negarse a ser embajador británico para diversos «asuntos extraordinarios».

[692] Cf. Morley, 1879, cap. XXXVII.

[693] En 1877 las inglesas habían pasado de 9 a 25 millones de libras, y las francesas de 13 a 45; cf. Morley, ibíd. El sansimoniano Luis Napoleón, que temía a los proteccionistas franceses, quedó «fascinado» por Cobden —como antes le sucediera a Peel— cuando este vaticinó que reducir aranceles elevaría el volumen total de los ingresos aduaneros, y expuso como meta última de los tratados comerciales «legalizar el tráfico llevado a cabo ilegalmente, en inmensa medida por contrabando».

[694] El modelo seguía siendo el anglo-portugués de 1703, donde a cambio de algunos privilegios Inglaterra se comprometía a gravar los vinos franceses un 33 por ciento más que los de Oporto.

[695] Morley, cap. XXXII.

[696] Cf. Briggs, 1983 (b), pág. 811.

[697] Conocida desde Ricardo como «teorema de los costos comparados», esa ventaja fue puesta de relieve originalmente por Smith al explicar por qué el sastre hace trajes y no además zapatos, y el zapatero calzado en vez de vestuario. «Cada país», añadió Ricardo, «dedica espontáneamente su capital y su mano de obra (labour) a las funciones más beneficiosas para ambos, y esta búsqueda de su ventaja individual se conecta admirablemente con el bien universal del conjunto. Ese principio determina que el vino se hará en Francia y Portugal, que los cereales se cultivarán en América y en Polonia, y que maquinaria y otros bienes se produzcan en Inglaterra» (Principles VII, pág. 81).

[698] Schumpeter, 1995, pág. 454. El primer progreso en esa dirección fue «la sobria y responsable política internacional de Peel, su negativa a ver intereses ingleses en juego en todo lo que ocurriera en cualquier lugar del globo» (Ibíd.), como sucedería con Palmerston y Disraeli.

[699] Sobre la devastación creada en España por la plata de América, véase vol. I, pág. 428. La proeza de guerreros-comerciantes como R. Clive (1725-1774) guarda analogías tan estrechas con la de Cortés o Pizarro como conquistar toda la península indostánica partiendo de 900 europeos y 1.500 nativos. Pero los holandeses enseñaron al conquistador británico que la crispación misional sobra, y lo rentable no es fulminar soberanos sino convertirlos en clientes más o menos secretos, asegurándoles a cambio su égida sobre el nativo. Clive es mal ejemplo de administrador modélico, ya que en vez de gravar la riqueza de Bengala empezó arruinándola (casi tanto como los conquistadores españoles sus territorios), aunque otros funcionarios de la Compañía intentarán mantener sana cualquier gallina que ponga huevos de oro. Por lo demás, la East India Company no tardará en quebrar, y será disuelta en 1858.

[700] Cromwell les reconoció sus derechos civiles, y es recordado en todas las sinagogas inglesas como un héroe comparable a Ciro, que liberó a los cautivos de Babilonia.

[701] En todas partes iban a combinar el más riguroso secretismo con una endogamia apenas menos rigurosa, (que solo aceptaba en lugar de un primo hermano o segundo a algún judío ortodoxo), reunidos por el lema del escudo de armas familiar: Concordia, Integritas, Industria. A pesar de la endogamia, el genio del fundador seguirá produciendo tataranietos brillantes como negociadores y científicos a día de hoy. Más notable es, quizá, que sobresaliendo como importadores-exportadores y banqueros en épocas de guerra supiesen adaptarse a la industrialización pacífica, y fuesen los principales financieros europeos de la minería, la siderurgia y el ferrocarril hasta el último tercio del siglo XIX. Un apunte sobre la familia ofrece Johnson, 1988, págs. 312-321.

[702] Por entonces el único banquero judío de Londres era un tal Gideon; cf. Berlin, 2001, pág. 255.

[703] Disfrazado de buhonero, supervisaba personalmente que le llegasen carromatos cargados de metálico. Mientras tanto, su hermano Jacob sostenía (con algo menos de buena voluntad) a Napoleón desde la filial francesa del trust, y otros dos hermanos —Salomón y Carlos— gestionaban ramas adicionales del ahorro europeo desde Viena y Nápoles.

[704] Sefardí concretamente, y de origen ibérico a su juicio, aunque recibiese educación cristiana y estuviera bautizado.

[705] Dicho documento es en realidad una carta privada de Balfour —por entonces primer ministro— a lord Rothschild del 2/11/1917, donde leemos: «Me complace mucho transmitiros, en nombre del Gobierno de Su Majestad […] que vemos con beneplácito el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío, y nos esforzaremos en facilitar el cumplimiento de este objetivo, sin perjuicio de establecer claramente que nada debe hacerse en perjuicio de los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías establecidas en Palestina».

[706] Cf. Briggs, 1983, pág. 267.

[707] Ibíd., pág. 266.

[708] Han empezado celebrándose en París (1844), Berna y Madrid (1845), Bruselas y Burdeos (1847), San Petersburgo (1848) y Lisboa (1849). París inaugura una segunda Exposición en 1862 que batirá récords de expositores y público (26.000 y 6.000.000 respectivamente), si bien todo lo conocido en este orden de cosas va a ser superado por su Exhibición de 1900, con una Torre Eiffel erigida al efecto.

[709] El edificio original, destruido por un fuego en 1936, incluía una larga bóveda de cañón con casi cien metros de altura (bajo la cual crecían grandes olmos, rodeados por jardines y fuentes), cubriendo una superficie próxima a los 100.000 metros cuadrados, fantásticamente diáfana en todos sus puntos. A despecho de los enormes gastos, muchos de ellos imprevistos, hasta la última libra invertida en el Crystal Palace fue devuelta por la asistencia de público.

[710] Briggs, 1983, pág. 268.

[711] Schumpeter, 1995, pág. 262.

[712] Cf. statistics.gov.uk.

[713] Schumpeter, ibíd., pág. 788.

[714] Uno de ellos será Th. Tooke (1774-1858), un próspero comerciante que compuso —en parte ayudado— los seis volúmenes de una History of Prices desde 1703 a 1856.

[715] Overstone, en Schumpeter, 1995, pág. 816.

[716] El más reconocido, Stuart Mill, piensa que «por fortuna, nada queda por aclarar sobre las leyes del valor; la teoría sobre el tema está completa» (Principles, III, 1, 1, pág. 170). Esto lo defiende no solo al aparecer el libro (1848) sino al imprimirse su séptima edición (1871), cuando «la teoría sobre el tema» ha saltado por los aires, dinamitada irrevocablemente por la del valor-utilidad o marginalismo.

[717] Una infrecuente aunque reseñable postura teórica del momento será la de H. Hare, que en 1852 les atribuye la función de «acelerar» el movimiento económico.

[718] Plantear de modo explícito y circunstanciado dicha diferencia fue una de las grandes aportaciones de Schumpeter en 1911, cuando publica su Teoría del desarrollo económico.

[719] Schumpeter, 1983, pág. XXXIV. La teoría del ciclo como «oscilaciones de la inversión en capital fijo» fue expuesta originalmente por el físico y estadístico francés C. Juglar, en su artículo «Des crises commerciales et leur retour periodique» (1856).

[720] Un botón de muestra es que en 1815 el hipercivilizado Peel rete a duelo al líder whig que propone la emancipación del católico, D. O’Connell, aunque acabará votando a favor de ella en 1829.

[721] Los decretos cromwellianos —de orientación innegablemente genocida— prohibieron que los católicos heredasen tierras, detentaran legítimamente propiedad, se alistasen en el ejército o fuesen magistrados civiles y, por supuesto, les privaron de representación política. Su primer alivio iba a ser la Catholic Relief Act de 1778, que les reconoce capacidad para heredar y detentar propiedades, pero sigue vetando su elección como representantes de cualquier asamblea.

[722] Sinónimo hasta entonces de «generoso», la palabra «liberal» se convierte en programa político desde las Cortes de Cádiz (1812), siendo esa una de las muy raras exportaciones intelectuales españolas del momento.

[723] «El torysm está gastado», dirá, «pero no puedo soportar ser un whig», pues «el whiggism ha añadido a su tradicional desprecio por la aristocracia una ‘galomanía’ tan peligrosa como insensata»; Disraeli, en Blake, 1966, pág. 87.

[724] Berlin, 2001, pág. 272. Más concretamente, «un ambicioso oportunista […] que fascina a una comitiva de duques, sólidos terratenientes y recios granjeros» (pág. 260), con un lado de soñador romántico y otro de genio propagandístico. Coincidiendo en esto con Maurois, Blake y otros biógrafos, Berlin resume las dos grandes pasiones de Disraeli en «la aristocracia» y «lo irracional». Uno de los personajes de su novela Coningsby resume esto último diciendo: «El hombre solo es grande cuando aparta la razón y se deja llevar por sus pasiones». Por lo demás, sus seguidores dirán que en cinco años contribuyó más a la protección del trabajador humilde que los liberales durante medio siglo.

[725] Gladstone, en Schumpeter, 1995, pág. 459.

[726] Esto cumple al pie de la letra lo expuesto un siglo antes por el Wealth of Nations: «Solo los gastos superfluos deberían estar gravados» (Smith, 1982, págs. 785-786).

[727] Cf. Webb y Webb, 1920, pág. X.

[728] El paquete legislativo de ese año incluyó un decreto sobre saneamiento de los peores suburbios, una nueva Factory Act y una nueva Master and Servant Act, que regularizaron la jornada laboral de 56 horas y la indemnización por despido improcedente. Será su sucesor, lord Randolph Churchill (1849-1890), quien formule de modo expreso el programa de «conservadurismo progresista» llamado también Democracia Tory.

[729] Contando entre otros oradores con el ya legendario Bright, el colega de Cobden, se convocó en Hyde Park una reunión que el Gobierno quiso impedir movilizando a varios miles de agentes, entre policía y destacamentos militares, aunque la multitud reunida fue tan ingente que nadie osó atacar, y el ministro de Interior hubo de dimitir esa misma noche.

[730] Cf. Briggs, 1983, pág. 269.

[731] En 1866 habían sido básicamente los conservadores, con él a la cabeza, quienes derrotaron el proyecto de Representation Act que sería aprobado el año siguiente.

[732] Disraeli, en Berlin 2001, pág. 275. En los años cincuenta había fundado Inglaterra Joven, un movimiento pensado para frenar el ascenso del industrialist con una «alianza entre clase media rural, tenderos y masas», y por entonces no ocultaba sentir tanta aversión hacia la democracia como Voltaire. Los años atemperarían su inclinación al despotismo ilustrado, pero nunca dejó de pensar que «progreso y reacción solo son palabras para embaucar a millones» (cf. Berlin, ibíd.).

[733] Entre ellos líderes carismáticos como A. MacDonald y Th. Burt, de la Federación de Mineros, y H. Broadhurst, de la Unión de Constructores.

[734] «Semejante tesis, que sería completamente falsa si se formulara como un principio de validez intemporal, era en gran parte verdad para aquella Inglaterra» (Schumpeter, 1997, pág. 460).

[735] Hume, 1993 (1751), pág. 61.

[736] Palabras del comisario Javert en Los miserables, pág. 220

[737] «Premarzo», por la revolución de ese mes en 1848, eco de la que estalla en febrero de ese año en París, expulsando a Luis-Felipe de Orleáns.

[738] Promulgados por Metternich en 1819, limitan las reuniones públicas, censuran prensa y otras publicaciones, prohíben que las tesis del liberalismo político o económico sean expuestas o debatidas en universidades e institutos de enseñanza media, y excluyen igualmente del debate la cuestión de ampliar el censo electoral. Son lo equivalente a la legislación inglesa de los Seis Puntos, aprobada como reacción ante Peterloo y otros disturbios —ocurridos ese mismo año—, aunque tienen como rasgo diferencial vetar también cualquier propuesta de unificación, pues «unión» y «revolución» son allí sinónimos.

[739] Engels, 1885. Cito sin especificación de página tanto su historia de la Liga de los Comunistas como los 19 artículos reunidos bajo el título Revolución y contrarrevolución en Alemania (1852), al no figurar en las versiones online disponibles por gentileza de marxists.org.

[740] Fundamentalmente, el conflicto divide a la mayoría liberal en una facción republicana, que se niega a «negociar con los príncipes», y otra temerosa de que «la causa del pueblo» desemboque en algo análogo al Terror, inclinada a organizar la democracia como monarquía constitucional. Es digno de recuerdo que de sus casi mil diputados apenas una quinta parte fueron políticamente conservadores.

[741] Engels, 1852.

[742] Cf. Wehler, 1985, vol. II, pág. 739. Para sus enemigos fue «el Parlamento de los Profesores», ridiculizado por los versos «Tres veces cien abogados, Patria, estás siendo traicionada/ Tres veces 100 profesores, Patria, estás siendo condenada». Sin embargo, buena parte de la Constitución de Frankfurt informa la de Weimar (1919) y la vigente (1949), ya que su catálogo de derechos incluye libertad de movimiento, libertad de conciencia, libertad de asociación, educación e investigación, libertad de comercio, libertad de prensa, libertad de establecimiento, igualdad ante la ley, inviolabilidad del domicilio, independencia judicial y abolición de la pena de muerte.

[743] Lo más escandaloso es que establezca tres clases de votantes, cada una con el mismo número de escaños, en función de los impuestos pagados por cada grupo. Como en 1849 la primera comprendía al 4,7 por ciento de la población, la segunda el 12,7 por ciento y la tercera el 82,6 por ciento, el voto del más rico valía casi 18 veces más que el del menos rico. Cf. Wikipedia, voz «Prussian three-class franchise».

[744] Proudhon, 1903, pág. 72. Al examinar su pensamiento comprobaremos también que en modo alguno lo dijo sintiendo nostalgia por «la revolución»; véase págs. 334-337.

[745] Cf. Price, 1987, I, 1.

[746] En concreto, 40.000 estafadores, 15.000 ladronzuelos, 10.000 atracadores y 40.000 «mujeres públicas»; cf. Vargas Llosa, 2004, págs. 182-183.

[747] Chevalier, 1958, pág. XV.

[748] Tocqueville, 1984, pág. 85.

[749] Ibíd., págs. 137-138.

[750] Tocqueville repuso: «Mi presencia aquí es mi respuesta. Tras nueve años de trabajo constante y esfuerzos inútiles por llevar al gobierno que acaba de caer hacia unas vías más liberales y más honestas, mi deseo habría sido regresar a la vida privada y esperar a que la tormenta hubiera desaparecido. Pero mi honor me ha impedido hacerlo. Creo, como ustedes, que pueden acechar peligros a quienes quieran representarles lealmente, pero con los peligros hay gloria, y aquí estoy porque hay peligros y gloria»; ibíd., pág. 142.

[751] Véase vol. I, págs. 505-506.

[752] Que obtiene en su departamento 110.704 sufragios de unos 120.000 votantes.

[753] Véase antes, págs. 124-125.

[754] Lamartine, 1936, pág. 1.506.

[755] Marx, 1995, pág. 115.

[756] Tocqueville, ibíd., págs. 149-150.

[757] Véase antes, págs. 98 y 144.

[758] Tocqueville, ibíd., págs. 165-167. Sigo su relato sobre las tres horas ulteriores, entrecomillando algunas expresiones textuales.

[759] De hecho, Lamartine le había convencido de que liderase una alternativa —el Club de la Revolución— a la Sociedad Central blanquista, pero en el ardor de los acontecimientos despertó su alma de insurrecto heroico. Sobre las causas de ruptura con Blanqui, su antiguo amigo y cómplice, recuérdese lo mencionado antes, págs. 149-150.

[760] Se confeccionan para ello efigies gigantescas de Francia, Alemania e Italia dándose la mano; y, entre otras, de la Igualdad, la Libertad, la Fraternidad, la Agricultura, el Comercio, el Ejército y la Marina. El plato fuerte es un carro de dimensiones colosales —tirado por dieciséis percherones— donde la República aparece representada por tres grandes ejemplares de roble, laurel y olivo, a quien escoltan medio millar de muchachas con túnicas blancas que van arrojando una lluvia de flores a su paso.

[761] Tocqueville, ibíd., pág. 178.

[762] Ibíd., pág. 185.

[763] Ibíd., pág. 184.

[764] Sobre previas masacres sociales en París, véase vol. I, págs. 334-337.

[765] Cf. Kirkup, 1919, pág. 71.

[766] Cf. Tocqueville, ibíd., págs. 188-189.

[767] Proudhon, 1903, pág. 90.

[768] Concretamente reunió a O. Barrot, más adelante primer ministro de Luis Napoleón, y a los diputados Dufaure, Lanjuinais y Tocqueville, alegando: «Sé lo que es una insurrección, y les aseguro que ésta es la más terrible. En una hora pueden estar aquí y nos matarán, a uno tras otro». Dufaure repuso que «pensar en una medida tan extrema era ya debilitarse», zanjando el asunto; cf. Tocqueville, ibíd., pág. 194.

[769] Tocqueville, ibíd., págs. 199-200.

[770] Ibíd., pág. 192.

[771] Liebknecht, en Enzensberger, 1999, págs. 133-134.

[772] Barbey d’Aurevilly dijo de él: «En su talento y en su cabeza toma Caín la delantera al dulce Abel. Caín el áspero, el que estalla de envidia, emigrado a las ciudades para sorber los posos del encono que se van acumulando en ellas»; cf. Benjamin, 1998, pág. 37.

[773] Stuart Mill, 2004, pág. 93.

[774] No en vano es por entonces —como precisa el Manifiesto— el único líder de un socialismo ni «feudal» ni «conservador» ni «burgués» ni «pequeño-burgués» ni «utópico», sino intransigentemente revolucionario. Hasta romper personalmente con él en 1865, por cuestiones de liderazgo en la Internacional, «Blanqui y sus camaradas son los verdaderos dirigentes del partido proletario» (Marx, 2003, pág. 44).

[775] Engels, en Marx, 2003, pág. 80.

[776] El único en obtener menos votos aún será Lamartine, que ha perdido por completo el respeto público, entre otros motivos por su equívoca conducta durante la invasión de la Asamblea, donde desapareció del recinto sin aprovecharlo para informar a la Guardia Nacional sobre el rapto de sus diputados.

[777] Marx, 2003, pág. 39. El dieciocho brumario de Luis Napoleón, publicado inicialmente en 1852, se reeditará en 1871 con el título Las luchas sociales en Francia e incluye textos sobre la Comuna parisina de ese año. En el Manifiesto de 1848 el comunista y el demócrata son todavía inseparables, si bien leemos ya allí que «la burguesía no tiene rey; la verdadera forma de su dominación es la república [democrática]» (Marx, 1998, pág. 122).

[778] Engels lo subraya en el prólogo a una reedición póstuma (Marx, 1985, pág. 61).

[779] Marx, 2003, págs. 207-208.

[780] Ibíd., págs. 110-111.

[781] En efecto, cuando la sublevación estalla el Gobierno y la Asamblea solo tienen seis regimientos regulares, 20.000 guardias móviles (muy jóvenes, recién reclutados e indecisos) y una Guardia Nacional algo inferior en número, aunque esta última se triplica de la noche a la mañana con voluntarios civiles de la propia ciudad. Los dos primeros días hay bastantes más insurrectos armados que demócratas.

[782] Marx, 2003, pág. 98.

[783] Marx, 1985, pág. 114. Algo más adelante añade: «Cuando haya concluido el purgatorio toda Europa se levantará y gritará de alegría: “¡Bien has hozado, viejo topo!”» (Hamlet, I, 5).

[784] Marx, 1995, págs. 118-119. Las dobles exclamaciones son suyas.

[785] Marx, 2003, págs. 139 y 143.

[786] «Para salvar su bolsillo fue condenada a la nulidad política, haciendo que colgase sobre su propia cabeza, cual espada de Damocles, la espada que debía protegerla» (Marx, 2003, pág. 93).

[787] Ibíd., pág. 175.

[788] Borrando —a petición del impresor— el término «idiota» aplicado alguna vez al presidente del país.

[789] Menos enérgico que su tío, tampoco le podemos considerar menos valiente. Durante horas recorrió a caballo la primera línea, esperando que balas o metralla le ahorrasen sobrevivir al desastre de Sedán, y solo se rindió para evitar la muerte de otros. Ni exponerse ni ahorrar vidas caracterizó a Napoleón I.

[790] Pierre Bonaparte fue absuelto por un jurado popular, aunque el difunto —conocido por su alias de Víctor Noir— sería celebrado como mártir por los comuneros de 1871, y acabó teniendo una tumba muy destacada en el cementerio del Père Lachaise. La estatua yaciente destaca por la protuberancia de sus genitales, y algo puso en marcha la creencia de que cualquier mujer conseguiría marido en un año, y vida sexual feliz, frotando esa parte con las suyas. Dado el desgaste del bronce en dicho sector, la autoridad municipal prohibió «frotes lascivos» desde 2004, pero una protesta feminista posterior ha restablecido la posibilidad de no interrumpir la tradición; cf. Wikipedia, voz «Víctor Noir».

[791] Véase antes, pág. 124.

[792] Marx, 2003, pág. 166.

[793] Aunque entonces se atribuyese a todo tipo de causas, incluyendo el soborno, la derrota en la batalla del Sedan en septiembre de 1870, y el resto de las padecidas hasta principios de 1871, cuando asume las riendas del país el Gobierno de Defensa Nacional, se deben a la incontestable superioridad técnica alemana. El armamento que sale de las fábricas Krupp es mejor en todos sentidos, y el grueso del ejército prusiano puede desplazarse a una media diaria de 25 kilómetros, cuando su adversario apenas se acerca a la mitad de ese ritmo.

[794] La más leída será una reedición del Pêre Duchesne de Hébert, el más desenvuelto de los tribunos jacobinos; sobre Hébert, véase vol. I, págs. 524-528.

[795] Vallés, 1950, pág. 107. La Révanche, por cierto, se llamaba la revista del independentismo corso, donde publicó algún artículo el antes mencionado Víctor Noir.

[796] De hecho, ofrece a esos Guardias ingresar en el ejército, como hiciera en 1848 con los obreros al disolver los Talleres, una decisión recibida con análogo disgusto. La crónica más antigua de la Comuna, publicada por P. O. Lissagaray en 1876, retrotrae los hechos al asalto de Versalles que lanzó en 1789 el llamado ejército de las 8.000 Judits: «Como en nuestros grandes días, las mujeres fueron las primeras en actuar […] y arengaron a la tropa de Lecomte con un “soldados de la madre patria, confraternizad con nosotras, venid y abrazadnos”». Cf. Lissagaray, cap. III.

[797] El segundo asesinado, C. Thomas, había dimitido meses antes como comandante en jefe de la Guardia Nacional —tras largos años de exilio por republicano antibonapartista—, y murió según algunos por haber participado en la represión de 1848, y según otros por «hacer croquis sobre la red de barricadas».

[798] Por supuesto, sería irreal suponer que todos —o siquiera la mayoría— de los obreros parisinos fuesen comunistas, si bien incluso en tal caso es útil recordar que el censo de 1866 cifraba dicha población en 468.337 individuos, y la de la ciudad en unos dos millones. Cf. Jellinek, 1937, pág. 23.

[799] Concretamente, 25 obreros (casi todos especializados), 13 miembros de la Guardia, 15 de la Internacional, 12 periodistas, 6 tenderos, 3 abogados y un miembro para otras seis profesiones, incluyendo al pintor Courbet, que será lo equivalente a su ministro de Cultura.

[800] Cf. The Paris Commune of 1871, en marxists.com. Salvo especificación en contrario, me sirvo de este texto para describir el curso ulterior de los eventos, y corresponden a él las expresiones entrecomilladas.

[801] Vallés, ibíd., pág. 109.

[802] Vallés, ibíd., págs. 174-175.

[803] Antes de proceder a la incautación definitiva, se exige que todos los templos cumplan sus ritos antes del mediodía, pues a partir de entonces sus puertas deben abrirse —como las de los cafés y teatros— «a la celebración de reuniones populares».

[804] El feminismo había surgido en Inglaterra con la Reivindicación de los derechos de la mujer (1792) de M. Wollstonecraft, pero su rama militante nace con la Comuna gracias a L. Michel, E. Dimitrieff —una joven aristócrata rusa amiga de Marx— y la encuadernadora N. Lernel, que crean la Unión femenina para la defensa de París y el cuidado de sus heridos, así como un batallón formado exclusivamente por damas que combatirá en varias barricadas.

[805] Como la iniciativa partió de Courbet, se le exigirá rehacerla de su bolsillo, pintando al efecto unos doscientos cuadros, aunque prefirió huir a Suiza para morir allí poco después.

[806] Todavía el 6 de mayo, cuando quizá la mitad de la población ha huido, su Journal officiel de la Commune afirma disponer de 194.000, entre soldados, suboficiales y oficiales.

[807] Sigo ateniéndome exclusivamente al relato ofrecido por marxists.com.

[808] Fue decisivo a esos efectos que Bismark colaborase, liberando rápidamente a unos 60.000 prisioneros de guerra que comprendían a las brigadas más competentes del ejército francés.

[809] Cf. Wikipedia, Commune de Paris, versión francesa, 3.4. Arden también ocho manzanas de la rue de Rivoli, sede de las tiendas más célebres.

[810] Paliar esa catástrofe para el derecho y la memoria tomará más de treinta años de trabajo, y puede considerarse la más eficaz e irremediable venganza del comunero. Por lo demás, ensañarse con los registros es una constante en toda suerte de motines, pues nada resulta más útil para quien tenga antecedentes penales o haya firmado reconocimientos de deuda.

[811] Cf. durru.chez.com.

[812] Cf. Cobban, 1965, pág. 23.

[813] Ya en 1848, coincidiendo con el asalto a la Asamblea del 15 de mayo, el director del manicomio de La Salpetriére declara: «¡Qué extraño resulta pensar que son dementes, verdaderos locos, quienes han provocado esto! Los he frecuentado e incluso tratado a todos. Blanqui es un loco. Barbés es un loco. Huber, sobre todo, es un loco. Todos deberían estar en mi manicomio». Monsieur de Trélat, en Tocqueville, 1974, pág. 172.

[814] De ella solo quedan excluidos asesinos e incendiarios. No haber intervenido en fusilamientos permite a la Virgen —llamada también la Loba Roja— volver envuelta en un halo de admiración que la acompañará hasta el día de su muerte, ocurrida mientras arengaba a un grupo de admiradores, como le aconteciera a Blanqui años antes.

[815] Michel, en Le Socialiste 26/9/1885.

[816] Cf. Marx, 1871, en Marxists Internet Archive.

[817] En realidad el Consejo Comunal discutió largamente el asunto desde los primeros días. Fue esencial que Thiers, desde el primer momento, le hiciese saber que eso sería respondido acuñando otro franco.

[818] Lenin, «Lessons of the Commune», en Marxists Internet Archive. Algo más adelante, Trotsky considera que el único elemento ausente fue el Partido en cuanto tal, «con su liderazgo fuerte».

[819] Proudhon, en Kirkup, 1919, pág. 55.

[820] Su originalidad descansa más bien en reconstruir la historia del comunismo cristiano, subrayando que ni Babeuf ni Owen habían añadido una coma al mensaje de Müntzer o Jan de Leiden, tomado a su vez del «comunista revolucionario nacido en Nazaret […] cuya vida tuvo como principio la comunidad del trabajo y el disfrute» (die Gemeinschaft der Arbeiten und Genüsse). Sin mencionarlo, Engels y luego Kautsky —su sucesor como cabeza ideológica de la socialdemocracia alemana— narraron los brotes revolucionarios de estirpe evangélica como lucha de clases alienada o no consciente de sí. Weitling rechaza esa versión insistiendo en la naturaleza «puramente emotiva» del comunismo, y en cuán engañoso sería considerarlo fruto de alguna coyuntura económica determinada. Lejos, pues, de ser el primer teórico comunista, fue el primero en negar que dicho proyecto descansara sobre bases «teóricas».

[821] K. Schapper, por ejemplo, adujo entonces que «el sistema de Weitling es triste y despótico, idéntico al de soldados en un cuartel»; cf. Priestland, 2010, pág. 40.

[822] Weitling, en Martov, 1919.

[823] Weitling, en Wheen, 2000, pág. 97.

[824] Marx, en Engels, 1885.

[825] Carta del 31/4/1846. Cf. Weitling en marxists.org. Hess (1812-1875) fue decisivo en la conversión de Engels y Marx al comunismo, y también padre fundador del sionismo, entendiendo por tal la propuesta de un Estado judío en Palestina.

[826] Marx, en Berlin, 1988, pág. 117.

[827] Marx, 1965, pág. 30.

[828] Heine, en Wilson, 1972, pág. 194.

[829] Engels, 1885. Antes de establecerse profesionalmente en Nueva York, Weitling empezó fundando en Iowa —último territorio de los icarianos— la nueva Jerusalem llamada Communia. Apoyado sobre una decena de personas, el experimento apenas duró un año.

[830] Uno de sus primeros textos es el Llamamiento a los eslavos (1848), que redacta en París.

[831] «Ese conflicto no es sino un fraude, una mentira política nacida de la mentira política que inventó la doctrina del pecado original para deshonrar al hombre y destruir su propia estima»; Bakunin, 1978, vol II, pág. 213.

[832] Ingresó en esa Academia, aunque su carácter rebelde e inconstante le jugó allí la primera mala pasada, haciendo que pagase con largos meses de arresto un abandono injustificado de la guardia. Cf. Bakunin, 1978, vol. I, pág. 8.

[833] Cf. Lichtheim, 1998, pág.164.

[834] Allí definen «la filosofía hegeliana como una vieja viuda relegada a firmas de segunda y tercera fila […] que se maquilla y cubre de polvos su cuerpo seco hasta la más repugnante abstracción, y busca ansiosamente por toda Alemania un pretendiente»; Marx-Engels, 1965, págs. 87-88.

[835] Véase más adelante, págs. 373-374.

[836] Stirner, 1844, en Marx-Engels, 1965, pág. 325.

[837] Tras afirmar que Rusia necesita un Padre, y en modo alguno una democracia, reconoce: «Deseaba destruir todos los castillos, quemar sin excepción los archivos documentales de Bohemia y proclamar que toda hipoteca estaba pagada, así como las deudas no superiores a mil o dos mil florines. En resumen, la revolución que planeaba era terrible y sin precedente, aunque dirigida más hacia las cosas que hacia las personas. Amo fanáticamente la libertad»; cf. Confession, en marxists.org.

[838] Un conflicto que se extendió al territorio hoy cubierto por las Repúblicas Bálticas, Polonia, Bielorrusia y parte de Ucrania, donde los independentistas rivalizaron en barbarie con las tropas rusas, y acabaron masacrados o deportados en masa a Siberia. Honrar a sus mártires fue el motivo expreso para la primera reunión de la Internacional, celebrada en Londres el 28 de septiembre de 1864.

[839] Entre ellas la Fraternidad Internacional, la Alianza de Socialistas Revolucionarios, la Liga para la Paz y la Libertad, la Asociación Revolucionaria Internacional y la Internacional Libertaria, cada una unida a un comité ultra-secreto de control presidido por él mismo, a fin de «evitar desviaciones autoritarias».

[840] En Cartas a un francés sobre la crisis actual (1870) explica que «no debemos diseminar nuestros principios con palabras sino con hazañas, pues ellas son la forma más popular e irresistible de propaganda”; cf. la Letter to Albert Richard, en marxists.org.

[841] Carta a E. Reclus del 15/2/1875. «La marea revolucionaria se está retirando», añade allí, «debido a los eventos desastrosos de los cuales hemos sido víctimas (y de los cuales somos en alguna medida responsables)».

[842] Concretamente, del dictatorial Sistema de la política positiva (1854).

[843] Habrá ocasión de analizar su «técnica para explotar recursos mínimos», con la cual logró que 97 personas firmasen una petición de amnistía universitaria trasmitida a la policía, «para radicalizarlas mediante la prisión y el exilio». Luego enviaría al mismo comisario una lista de 387 «lectores de propaganda subversiva», incluyendo en ella a su «pusilánime» novia. Tras influir reconocidamente en Lenin y Stalin, las Brigadas Rojas italianas y los Panteras Negras norteamericanos volvieron a celebrar su entrega a la Causa. Bakunin, que le veneró por eso mismo, ofrece en 1874 un retrato anímico brillante: «Es aún tan ingenuo, tan niño, a pesar de su perversidad sistemática, que creyó posible convertirme, aunque traicionó la confianza de todos nosotros y se condujo como un miserable. Su única disculpa es su fanatismo. Es un terrible ambicioso sin saberlo, porque acabó identificando por completo la revolución con su propia persona» (carta a Dalandier, en fondation-besnard.org). Véase más adelante, págs. 465-471.

[844] Buscando alguna disparidad de naturaleza teórica me embarqué hace muchos años en traducir una amplia antología (Bakunin, 1978, 2 vols.) que acabó resultando muy tediosa por la reiteración no solo de conceptos sino de expresiones casi textuales. Por ejemplo, Bakunin calca a Marx cuando define la materia como «totalidad de lo real», para oponerla al espíritu como «totalidad de lo irreal».

[845] En el panfleto Qué es la autoridad (1871) expone una versión paralela del argumento expuesto ante la Internacional: «Supongamos una academia instruida, compuesta por los más ilustres representantes de la ciencia […] y que inspirada solo por el más puro amor a la verdad nada decreta sino leyes acordes estrictamente con los últimos hallazgos de la ciencia. Pues bien, mantengo que dichas leyes y dicha organización serían una monstruosidad, porque todo saber humano es siempre imperfecto, y comparando lo descubierto con lo aún ignorado estamos todavía en la cuna [...] La vida siempre será infinitamente mayor que la ciencia».

[846] El mitológico Procusto construyó una cama ideal para los huéspedes, que caso de no coincidir con sus dimensiones eran o bien estirados con un potro o bien cortados de pies para arriba.

[847] Bakunin, en Berlin, 1996, pág. 233. Como es sabido, el cuco nunca construye nidos, y para criar roba por sistema el de pájaros con menor tamaño.

[848] Weitling presentaba la revolución como tarea de «pecadores pobres». Bakunin tradujo ese término al ateísmo hablando de «parias y delincuentes», sin modificar que el resorte básico era coordinar a los bajos fondos de cada ciudad con el bandidaje rural.

[849] Carta a Herwegh, en Enzensberger, 1999, pág. 66.

[850] Una política aplicada a rajatabla, como veremos, por Lenin y sus sucesores.

[851] Cf. Chomsky, 1970.

[852] La ironía de Wagner parte de que Bakunin se hiciese prender «confundiendo a un grupúsculo de estudiantes checos con un país ansioso de emancipación». Cf. Autobiografía, online por gentileza de Project Gutenberg.

[853] Cf. Enzensberger, 1999, págs. 523-524. Esto último fue un infundio, difundido por la embajada rusa en París, que según George Sand —amiga de ambos— Marx difundió a sabiendas de su falsedad.

[854] Cf. Berlin, 1988, pág. 115.

[855] Un texto que en las Obras completas de Guillaume (1907) figura como Carta a Albert Richard (1870).

[856] Bakunin, en Wheen, 2001, pág. 340.

[857] Bakunin, en Brenan, 1946, pág, 85.

[858] Lorenzo, 1946; cf. Díaz del Moral, 1974, pág. 121, y Gómez Casas, 1988, pág. 57.

[859] Proudhon, 1851.

[860] Proudhon, 1903. Disfrutaba por entonces de una beca (la pensión Suard) para estudiantes pobres de gran mérito, que estuvo a punto de perder a raíz del escándalo producido por el libro, aunque los albaceas de la Fundación hicieron honor a la liberalidad decidiendo no interferir.

[861] Proudhon, en Berlin, 1980, pág. 120.

[862] Al principio de reciprocidad dedicará su obra más acabada, los tres volúmenes de La justice dans la Révolution et dans l’Eglise (1858).

[863] Proudhon, 1903, pág. 19.

[864] Proudhon, en Kirkup, 1919, pág. 63.

[865] Proudhon, 1903, pág. 39.

[866] Véase antes pág. 296.

[867] Marx, en Wheen, 2001, pág. 47.

[868] Marx, 1965, pág. 360.

[869] Décadas más tarde, en su Crítica al programa de Gotha (1875), Marx escribe: «Cuando corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, la sociedad podrá grabar en su bandera: ¡De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades!» (Marx, 1968, pág. 24).

[870] Proudhon, 1903, pág. 65.

[871] Stuart Mill, 1984, pág. 95.

[872] Meses después de aparecer, la encíclica Singulari Nos identifica el libro como «un volumen pequeño por tamaño aunque inmenso por perversidad», que además de rechazar «el orden establecido» incurre en las herejías de negar el pecado original, la divinidad de Jesús y el castigo eterno.

[873] Cf. Catholic Encyclopaedia, voz «Lamennais».

[874] El progresivo distanciamiento de ambos —según las biografías de Marx debidas a Berlin y Wheen— comienza cuando algo después Lassalle visita su hogar londinense, y no parece percibir las dificultades económicas de la familia.

[875] Heine, en Kirkup, 1909, pág. 74. Más tarde diría que «sus ambiciones no eran puras sino vanidosas, deficitarias en autoestima». También A. von Humboldt llamaba a Lassalle Wunderkind, niño prodigio.

[876] En 1867, cuando llevaba tres años muerto, Marx declara en el prólogo a la primera edición de El Capital que «Lassalle ha tomado casi textualmente de mis escritos —y, por cierto, sin consignar la fuente— todas las tesis teóricas generales de sus trabajos económicos» (Marx, 1984, vol. I, pág. 6).

[877] Lassalle se está refiriendo al liberalismo de Guizot y sus análogos, tanto ingleses como continentales, que teme la posible victoria de algún demagogo si la franquicia electoral se ampliara a todos los adultos.

[878] Cf. Cole, 1965, vol I, pág. 219.

[879] Marx, 1968, pág. 17. La nobleza rural alemana —tanto grande como pequeña— se sentía progresivamente molesta ante el rápido ascenso de los grandes industriales, como ocurría en Inglaterra, donde vimos a Disraeli asumir su defensa.

[880] Halévy, 1996, pág. 273.

[881] Jenny von Westphalen, en Enzensberger, 1999, pág. 225.

[882] Esto propugna en su famosa conferencia El programa de los trabajadores (1862), de la cual se seguiría una querella por «excitar a los pobres contra los ricos» que acabó en apoteósico triunfo, al convertirse la condena inicial de cuatro meses en una multa simbólica de 100 táleros (15 libras).

[883] Lassalle, en Kirkup, 1909, págs. 180-181.

[884] Marx le opondrá que no se trata de convertir al trabajador en accionista sino de abolir la propiedad privada, porque «el sistema del trabajo asalariado es un sistema de esclavitud» (Marx, 1968, pág. 33).

[885] Halévy, 1996, pág. 273. Es digno de recuerdo que Halévy afirma esto precisamente en 1936, cuando se acerca al clímax de su entusiasmo «la era de las tiranías», en la cual el socialismo deja de ser un equilibrio entre «emancipación y organización» para inclinarse decididamente hacia lo segundo, con Stalin, Mussolini y Hitler como líderes indiscutibles.

[886] Diputado de «centro-izquierda» en el Parlamento de Frankfurt (1848), Schulze abandonó la vida política poco después para centrarse en el desarrollo del movimiento cooperativo, y vuelve a la escena política en los años sesenta para «insistir en que el Estado debe limitarse a asegurar la libertad personal e industrial». Concretamente, quiere frenar la «atrofia» que se seguiría de poner en práctica «la alianza entre aristócratas y proletarios» propuesta por Lassalle.

[887] Su tesis, plasmada luego en el Programa de Gotha, es que «la solución del problema social exige crear cooperativas agrícolas e industriales de producción sostenidas por el Estado […] de volumen suficiente para lograr una organización socialista de todo el trabajo»; cf. Marx, 1968, pág. 34.

[888] Schulze, en Carrol y Fite, 1984, pág. 4.

[889] Por ejemplo, las atenciones de un comité Sozialdemokrat en Leipzig le hacen pensar que «tales escenas deben haberse atestiguado al surgir nuevas religiones» (Lassalle, en Kirkup, 1909, pág. 88).

[890] Para empezar, era necesaria una nueva legislación que regulase el tipo específico de responsabilidad asumido por los cooperantes. Más difícil aún era racionalizar al máximo el funcionamiento de esos bancos populares, pues un préstamo de 100 exige casi tanta gestión como uno de 100.000 pero aporta mil veces menos recompensa.

[891] Eso era inevitable dada la proporción muy mayoritaria de lassalleanos, aunque el Programa convenido le parecerá al líder de la otra facción «absolutamente inadmisible y desmoralizador […] un atentado monstruoso, prueba de ligereza criminal y falta de escrúpulos» (Marx, 1968, págs. 9 y 33).

[892] Cf. Kirkup, 1909, pág. 120.

[893] El SPD no puede hacerlo en nombre propio, ya que está formalmente prohibido como formación política, pero la vigencia del sufragio universal le asegura una presencia en el Landstag o cámara baja, a través de diputados «independientes».

[894] La atención médica era sufragada por el empleado en las dos terceras partes restantes. Las pensiones de invalidez y jubilación corrían a cargo de empleadores, empleados y Administración, cada uno al 33 por ciento.

[895] Alineado con la fraktion «centro-izquierda».

[896] Rodbertus, en Böhm-Bawerk 1884. Tras repasar los datos contenidos en la Red, no he encontrado nada tan amplio y preciso sobre su teoría económica como el capítulo VI de esta obra.

[897] Como Owen, mide esas plusvalías por el exceso de cada precio sobre su coste de producción. Sin embargo, Owen veía un futuro de prosperidad «inimaginable» traspasando simplemente a empresas cooperativas la actividad desempeñada antes por empresarios competitivos. Para Rodbertus será imprescindible crear una burocracia estatal «muy numerosa», cuyo coste quizá no sea muy inferior en números al del laissez faire, aunque aseguraría la paz social.

[898] Sobre el malentendido que preside dicha idea en Ricardo, véase antes págs. 232-234.

[899] Rodbertus, en Kirkup, 1909, pág. 127.

[900] Kirkup, 1909, pág. 129.

[901] Rodbertus, en Böhm-Bawerk, 1884, vol. 6.

[902] Engels, discurso fúnebre del 17/3/1883.

[903] Véase vol. I, págs. 552-554.

[904] Marx-Engels, 1998, pág. 54. «La burguesía rescató a parte considerable de la población de la idiocia inherente a la vida rural […] y creó fuerzas productivas más colosales que todas las generaciones previas juntas» (ibíd., págs. 55-56).

[905] Lucas 6:20.

[906] Surplus value aparece ya en Ricardo y economistas previos, sin connotaciones políticas o éticas, para indicar cualquier tipo de valor extra o excedente. Desde 1879, con el Progreso y pobreza del economista norteamericano Henry George, pasa a designar específicamente el incremento automático de valor experimentado por inmuebles y otros bienes (entre ellos algunos títulos mobiliarios) en situaciones de desarrollo económico. Tratándose de Marx, que emplea indistintamente surplus-value y Mehrwert, traducir ese término por plusvalía induce a confusión —pues se ha ampliado hasta englobar «cualquier forma de beneficio, renta e ingreso»—, y adopto la sugestión de verterlo por «plusvalor», como hace el traductor español de sus obras económicas, P. Scaron.

[907] Marx-Engels, 1998, pág. 91.

[908] «El salario no crea la más mínima propiedad para el trabajador […] Se limita al cuanto de subsistencia mínimo para mantenerlo vivo» (ibíd., pág. 68).

[909] Ibíd., pág. 63.

[910] Troquelados filosóficamente por Fichte, los términos alienación (Entfremdung) y extrañamiento (Entäusserung) matizan el mismo acto de negar la esencia propia, como cuando un esclavo defiende la esclavitud y un judío los pogromos. Vimos ya que para Hegel dicho «desgarramiento» constituye el nervio de la evolución (Entwicklung) cultural, y anima una secuencia de épocas o «conciencias», donde cada una aspira vanamente a la estabilidad del absoluto. Como el logos de Heráclito, que «descansa cambiando», el espíritu hegeliano —«ese yo que es un nosotros y ese nosotros que es un yo»— solo se reconoce atravesando una odisea de alienaciones, finalmente ligadas a tomar su «actividad» por «facticidad» y anhelar un ser estable que la inquietud del devenir disuelve sin pausa. Para Marx la alienación es inseparable del capitalismo burgués, y desaparecerá con él.

[911] Su relación con los precios se posterga casi dos décadas, hasta El Capital (1867).

[912] El Manifiesto parte de ese convencimiento, aunque Marx solo lo exponga con dichos términos en su Sobre la crítica de la economía política (1859).

[913] El Manifiesto descompone ese socialismo reaccionario en «feudal, burgués, pequeño-burgués y utópico», dedicando al análisis de cada uno toda su sección III.

[914] Los experimentos pacíficos de vida comunista son «ediciones de bolsillo de la Nueva Jerusalem», viciados por ignorar el triunfo físico del explotado sobre el explotador (Marx-Engels, 1998, pág. 88). Por lo demás, los ensayos de Nueva Jerusalem —protagonizados por Müntzer y los anabaptistas— fueron todo menos pacíficos; véase vol. I, págs. 350-355.

[915] Engels, 1934, págs. 44-45.

[916] Saint-Simon y Fourier estuvieron muy cerca de ser exterminados por el Terror. Owen afirmará que «el experimento revolucionario francés produjo la dictadura más poderosa e inmoral entre todas las conocidas» (Owen, 1817, pág. IV).

[917] Marx-Engels, 1998, pág. 63. «Esa escoria puede ser arrastrada aquí y allá por una revolución proletaria, pero sus condiciones de vida la preparan mucho más para jugar el papel de instrumento sobornado por intrigas reaccionarias» (ibíd.).

[918] Marx, en Rosa Luxemburg, 1978, pág. 105.

[919] Marx-Engels, 1998, pág. 62.

[920] Un término importado del ruso, donde significa «persona opuesta al régimen vigente cuando pertenece al rango social superior». En su opúsculo ¿Qué hacer? (1902) Lenin precisará que «los fundadores del socialismo científico pertenecían a la intelligentsia burguesa […] cuyo papel revolucionario es introducir ideas políticas en el movimiento sindical».

[921] Marx, en Berlin, 1988, pág. 268.

[922] Schumpeter, 1975, pág. 145.

[923] Sobre las frustraciones profesionales de Babeuf, véase vol. I, págs. 552-557.

[924] Schumpeter, ibíd., pág. 154. Para verificar hasta qué punto la sociología y la psicología del intelectual no solo fue soslayada por Marx y sus herederos, consúltense el diccionario de Oxford y el de la Real Academia Española. El primero le define como «persona con intelecto altamente desarrollado», y el segundo como persona «dedicada preferentemente al cultivo de las ciencias y las letras». Al parecer, Pitágoras y Aristóteles, Newton y Einstein, Spinoza y Hegel, fueron intelectuales, no científicos o sabios.

[925] Véase antes, pág. 97.

[926] Los afectos a la piel cultural de las cosas viven en un marco delimitado por cuadros, estatuas y novelas, incomodados por tener que conversar con el vecino cuando preferirían departir con el rey Arturo, el capitán Acab o Iván Karamazov. Estos temperamentos suelen abrazar el conservadurismo político, pero no dejan de ser eruditos a la violeta en el sentido de Cadalso («que pretenden saber mucho estudiando poco») y resultan devorados sin piedad por el olvido. El intelectual-censor, en cambio, conquista a menudo una fama perdurable.

[927] Aron, 1955, pág. 13.

[928] Schumpeter, 1970, págs. 145-147. A esta perspectiva se sumaron tres espíritus tan parejamente enciclopédicos como Hayek, Berlin y Popper. Desde los años cincuenta —al calor de lo enseñado por la Segunda Guerra Mundial— dicho núcleo de sabios asumió la tarea de reescribir la historia solo «intelectual» de las instituciones modernas, donde suponer que «el curso entero del mundo tiene un solo sentido» (Aron, ibíd.) excusa investigar cada realidad en términos de autoorganización. Volveré sobre ello, ya que de dicho foco parte también el cambio de paradigma llamado de los órdenes espontáneos, o de la complejidad, con su reinterpretación del dominio antes descartado por caótico —y los procesos «anárquicos»— como organización de grano fino; cf. Escohotado, 2012, págs. 11-23.

[929] Aron, ibíd., pág. 22.

[930] Polanyi, 1989, pág. 420.

[931] La antropología económica de Polanyi se apoya expresamente en el estudio de Firth sobre los maoríes (1929), y el de Malinowski sobre Crimen y costumbre en la sociedad salvaje (1926). Los ejemplos que Marx presenta en El Capital de sociedades ajenas a la compraventa son «la comunidad paleoíndica y el Estado inca».

[932] El rango social de los Engels se colige contemplando su casa en Barmen (Wuppertal), que la Red ofrece en innumerables páginas, entre ellas el artículo que le dedica Wikipedia.

[933] Cuando tenía ya 25 años, y seguía viviendo en la casa paterna, describe cómicamente la situación: «No puedo comer, beber, dormir o soltarme un pedo sin enfrentarme con las caras de cordero degollado de mi gente. Mi viejo es tan estúpido que llama “revolución” por igual al liberalismo y al comunismo» (carta a Marx del 17/3/1845).

[934] Engels, 1885.

[935] Berlin, 1988, pág. 111. Como habrá ocasión de comprobar, esto es fundamentalmente válido para Engels y en medida algo menor para Marx, no porque dejase de querer y admirar al amigo sino arrastrado por las singularidades de su carácter. Salvo error, sólo E. Belfort Bax (1854-1926), uno de los historiadores del socialismo como comunismo, detecta en esa amistad un «rasgo casi femenino» de Engels (cf. Bax, en Enzensberger, 1999, pág. 437).

[936] La subvención material se prolongaría casi cuatro décadas. Ya en 1845 le vemos regalando a Marx los 100 táleros que le pagan por su manuscrito sobre la clase obrera inglesa, a los cuales añade en ese momento 122 francos franceses, según refiere la carta recién citada. Luego, entre otras cosas, escribiría bastantes de los artículos que firmaba —y cobraba— Marx en el New York Daily Tribune.

[937] Fue entonces el segundo de A. Willich, un oficial prusiano que militaba en la Liga de los Comunistas. Tras emigrar a Norteamérica, Willich se convirtió en uno de los héroes de la Guerra de Secesión, donde ascendió al rango de general por méritos en el campo de batalla; pero mientras estuvo refugiado en Londres (desde 1849 a 1853) encabezó la facción anti-Marx de la Liga, enajenándose con ello el apoyo de su antiguo lugarteniente. El galante Willich se granjeó también las iras de Marx —y el famoso insulto «borrico cuatricornudo»— cuando se insinuó a su esposa Jenny.

[938] La historia de la gran guerra campesina de W. Zimmermann.

[939] No pueden considerarse tales la sátira llamada La revolución científica del sr. Dühring (1878) ni los artículos reunidos como Socialismo utópico y científico (1880). El primero se compuso expresamente para que Marx pudiese terminar El Capital sin distraerse criticando a imitadores como Dühring, y el segundo para atestiguar la originalidad del marxismo como teoría del cambio social.

[940] Engels, 1970 [1882], pág. 207.

[941] Todos los Marx le llamaban the general, pues uno de los temas que más le apasionaron fue la táctica y la estrategia militar, y uno de sus artículos anticipó la derrota del ejército francés en la batalla del Sedán.

[942] Se cuenta por ejemplo que veía en el Chateau Margaux del 48 «el filtro del paraíso», y todos los sábados agasajaba generosamente a militantes en su casa de Londres; cf. González Varela en es.scribd.com.

[943] Cf. Hunt, 2010. Tras retirar de la mala vida a la hermana pequeña de Mary Burns y a una sobrina, corrieron rumores al respecto, quizá apoyados en declaraciones del propio Engels. Antes de morir sabemos que quemó unas 1.400 cartas cruzadas con Marx, «para respetar la intimidad de ambos».

[944] Bakunin, en Enzensberger, 1999, pág. 44.

[945] «Solo puede hacerse entender por escrito, y por lo visto no tiene la más remota idea de lo que le está ocurriendo, aunque en su calidad de observador científico preciso no se le deben haber pasado por alto los síntomas característicos de su enfermedad. Sea como fuere, con ayuda de la pizarra hace los más alegres chistes» (carta de Bebel a Liebknecht, 5/8/1895).

[946] Engels dijo en el funeral de Helena: «El partido socialista ha perdido un miembro culto y notable, que ayudó a Marx con su consejo incluso en cuestiones de economía política […] y por lo que a mí respecta debo aclarar que no podría haber hecho mi trabajo sin la luz meridiana de su presencia estos últimos años». Marx, que no dejó nada escrito sobre ella, retribuyó sus servicios solo con techo y subsistencia, tratando a su vástago con «indisimulado desprecio» según todos los biógrafos. En 1851, cuando al poco de nacer fue confiado a una familia campesina, atribuyó la sorpresa ante el parto de su sirvienta «a la vengativa impotencia de mis oponentes, que diseminan las más impronunciables infamias» (cf. marxmyths.org/terrell-carver/article). Eleanora se suicidó meses después de oír las revelaciones de Engels, y el dato nos llega a través de la exesposa de Kautsky —en una carta de 1898 a Bebel— ambos dirigentes del SPD alemán. La carta se «perdió» largo tiempo, y en círculos ortodoxos sigue siendo «un rumor sin fundamento, lanzado cuando Engels, Marx y Helena no podían ya refutarlo» (cf. marxistupdate.blogspot, consultado el 25/3/2012). Con todo, entre identificar a Frederick Demuth (1851-1929) como su hermano y el momento de su muerte Eleanora tuvo tiempo para escribirle hasta once cartas filiales, publicadas por E. Bernstein ese mismo año. Dicho documento («How E. Marx Died») puede encontrarse por lo demás en marxists.org, una página admirable por su riqueza de información.

[947] L. Kautsky-Freyberger, en Enzensberger, 1999, pág. 520.

[948] Como pasó a ser norma desde el marxismo académico de Lukács, Bloch y Korsch en los años veinte y treinta, al amparo de lo afirmado por Lenin.

[949] «La economía política» —dice allí— «nace con la expansión del comercio, cuyo aspecto de tráfico elemental y acientífico dio paso a un sistema desarrollado del fraude consentido». Marx publicaría el artículo en los Anales Francoalemanes, una revista de vida brevísima codirigida con el demócrata A. Ruge. Cf. Engels, 1843, en Works vol. III, págs. 418-443.

[950] Carta a Florence Kelley-Wischnewetzky, del 25/2/1886.

[951] Marx-Engels, 1970, pág. 26.

[952] Ibíd., pág. 45.

[953] Ibíd., pág. 525.

[954] Ibíd., pág. 287.

[955] Marx-Engels, 1965, pág. 282.

[956] Marx-Engels ibíd., pág. 284.

[957] Engels, en Enzensberger, 1999, pág. 504. Abolir la propiedad y el comercio es todo cuanto puede hacer el revolucionario, y peca de arrogancia quien pretenda ir más allá. Tampoco hay nada escrito sobre la vida posterior a Armaggedon, salvo que «Satán será puesto bajo siete llaves durante mil años».

[958] Eso leemos en su escueta introducción a Socialismo utópico y científico, un texto donde Engels se deshace en elogios a la originalidad del amigo; cf. marxists.org.

[959] Bernstein, como veremos, osó plantear una crítica de El Capital que era —junto con la veneración por Marx— lo único intocable para Engels.

[960] Carta de Engels a Sorge, del 15/3/1883.

[961] Buena parte del prólogo a la primera edición se dedica a refutar que Marx plagiase a Rodbertus su concepto de la renta como «ingreso no ganado». «Rodbertus», dice, «es prisionero aún de las categorías económicas burguesas», y no percibe «la justicia eterna y la moralidad verdadera». Aclara allí también que «Marx parece haber comprendido, desde finales de marzo de 1877, que sin una completa revolución de su salud jamás podría terminar el segundo y el tercer volumen de una manera satisfactoria para él». Pero entiende que «las brillantes investigaciones de este libro II arrojan resultados enteramente nuevos en campos hasta ahora apenas trillados». Cito la versión online de marxists.org, que no incluye número de página.

[962] Carta a Lavrov, del 5/2/1894.

[963] Cf. Terrel, 2003, pág. 38.

[964] Disponemos del manuscrito de 1864-1865 usado por Engels, que acabó publicándose en la edición soviética de las obras completas de ambos (MEGA). Cotejando ambas fuentes se ha llegado a afirmar que Engels «engañó a los lectores con un texto mucho menos ambivalente y más desarrollado, cambiando a veces incluso la argumentación» (cf. Heinrich, 1997). Sin embargo, el manuscrito de 1864-1865 sencillamente no resiste la lectura, salvo adoptando la paciencia de un arqueólogo ante fragmentos al tiempo repetidos e inconexos.

[965] Un hallazgo hecho a la vez por tres economistas independientes: Menger en Alemania, Walras en Suiza y Jevons en Inglaterra. En vez de medir el valor por tiempo laboral, el marginalismo entiende que «el valor depende enteramente de la utilidad ofrecida a cada individuo singular por cada bien singular» (Jevons), consumando con ello una revolución teórica en toda regla. Además de introducir un grado superior de veracidad analítica, su hipótesis se prestaba fluidamente a la matematización y provocó de inmediato un desarrollo de la econometría.

[966] Sabemos de bastantes que arriesgaron su vida y hacienda por un amigo, no de alguien que tras colaborar en la formulación de una teoría muy celebrada se borre como autor, y mucho menos que dedique una década de trabajo tan arduo como ingrato a confirmar su propia falta de originalidad.

[967] Marx, que desde su Nueva Gaceta del Rin aboga en 1850 por relanzar el terror revolucionario, incluye esa lucha cuerpo a cuerpo en su diatriba contra Proudhon escrita tres años antes. Curiosamente, toma las expresiones textuales de una novela recién publicada por George Sand, que en junio de 1848 —durante el gran alzamiento— estaba lejos de suscribir semejante plan. Al contrario, suplicaba prudencia a algunos diputados de la Asamblea Nacional, «porque si se entabla el combate, créanme que todos ustedes perecerán»; cf. Sand, en Tocqueville, 1984, pág. 183.

[968] Engels, en Marx, 1985, págs. 78-79 y 81.

[969] E. Bernstein, al aclarar las circunstancias conducentes al suicidio de Eleonora Marx, cuyo esposo alegó trances de «enfermedad moral» para arruinarla, humillarla con toda suerte de rivales y no evitar que bebiera veneno, confiando en ser su heredero (Neue Zeit del 30/7/1898).

[970] Hume, 1993, pág. 126.

[971] Berlin, 1988, pág. 213.

[972] Borkheim, 1862, en Enzensberger, 1999, pág. 226.

[973] Berlin, ibíd., pág. 195.

[974] Cf. Wheen, 2000, pág. 354.

[975] Fundada por Augusto en el 16 a.C., Tréveris linda con Luxemburgo y ocupa el extremo occidental de Alemania (en el Land de Renania-Alto Palatinado). Es por eso el punto más distante del extremo oriental ocupado por Prusia, aunque había sido tomada por sus tropas en 1814.

[976] Heinrich descendía de Herschel Levi, y este de Marx Levi, que llevaban generaciones siendo los rabinos de la ciudad. Al abjurar adoptó el nombre propio del abuelo como nuevo apellido.

[977] Cf. jewishvirtuallibrary.org.

[978] El texto termina con la críptica sentencia: «La emancipación social del judío es la emancipación de la sociedad del judaísmo». Puesto que el judío es la quintaesencia de la propiedad privada y el comercio, que reniega de la «especie» y prefiere considerar al hombre como «individuo egoísta», solo podrá ser perdonado por la sociedad cuando renuncie a ese «judaísmo». Cf. Marx, Deutsch-Französische Jahrbücher, febrero de 1844.

[979] Cf. Wheen, 2000, pág. 35.

[980] Véase más adelante, págs. 392-393.

[981] Cf. Giddens, 1998, pág. 31.

[982] Marx, en Priestland, 2010, pág. 45.

[983] Presentarse borracho con algunos colegas, y acabar cabalgando unos pollinos por la calle.

[984] Una apoteosis romántica es su novela satírica Scorpion y Felix (1837), que para Wheen —el más ecuánime e informado de sus biógrafos— contiene «un insensato torrente de caprichosas frivolidades». Él mismo parece haberla quemado en parte años después. Ya anciano, describe qué detesta de Chateaubriand:«Le celebran en Francia porque es en todos sentidos la más clásica encarnación de la vanité francesa, una vanité no vestida con el garbo ligero y frívolo del Dieciocho sino envuelta en plúmbeo romanticismo. Falsa profundidad, exageración bizantina, flirteo con la emoción, mimesis bastarda de Schiller, ir pintando las palabras, sublimidad teatral o, por decirlo concisamente, un atajo insuperado de mentiras, tanto en la forma como en el contenido» (carta a Engels, del 30/11/73).

[985] Quien lo asegura es un topo del servicio secreto prusiano, que visita su casa londinense en 1852. En 1868 dice a su cuñado Lafargue: «El Capital no me producirá tanto dinero como me costaron los cigarros que me fumé para escribirlo» (cf. Enzensberger, 1999, pág. 235). Su fiel Liebknecht cuenta que recurría a las marcas más baratas, bromeando con que gastar una caja entera diaria le permitía casi vivir de «lo ahorrado», mientras «en parte fumaba y en parte masticaba, para conseguir un placer doble» (ibíd., págs. 189-190).

[986] Su apabullante producción comienza con una estética escrita en latín (De pulchri principiis, 1929), que obtuvo el premio nacional de filosofía, y una edición crítica insuperable de las Lecciones sobre filosofía de la religión de Hegel: 1808-1830 (en tres volúmenes). Durante los años treinta revoluciona la exégesis bíblica con diversos ensayos sobre la relación entre cristianismo, judaísmo y estoicismo, cotejando los originales griegos, hebreos y arameos. Limitándonos a lo imprescindible, su obra ulterior incluye los cuatro volúmenes de la Historia política y cultural de la Ilustración, los tres volúmenes de la Historia de la revolución francesa (1847), su monumental Cristo y los césares (1877), y El imperialismo romántico de Disraeli y el imperialismo socialista de Bismark (1882). Bauer prefirió ser expulsado de la Universidad a tolerar recortes en su libertad de cátedra, y vivió sus últimas cuatro décadas combinando la investigación con un trabajo como dependiente de estanco. Un indicio de la penuria cultural reinante fuera de Alemania es que ninguno de sus tratados se haya traducido todavía al francés, el inglés, el italiano o el español.

[987] Bauer, en Stanford Encyclopaedia of Philosophy; el artículo está redactado por Douglas Moggach, a quien debemos la única monografía sobre Bauer publicada en inglés.

[988] Bauer, ibíd.

[989] Bauer proponía coordinar el fin de las discriminaciones padecidas por esa comunidad con el fin de opresión padecida por el país en general, considerando que el reconocimiento pleno de los derechos civiles remediaría al tiempo ambas cosas. De ello se ha deducido un antisemitismo que el estudio de Moggach (2001) no confirma, aunque resulta evidente en el caso de Marx.

[990] Marx-Engels, 1965, pág. 106, subrayado suyo.

[991] Ibíd., págs. 320 y 326-7. Habrá ocasión de discurrir sobre lo «conquistable» de la naturaleza al analizar el titanismo de Marx, y baste aquí recordar que Stirner fundó el «egoísmo radical» en El Único y su propiedad (1844). Engels, que empezó sintiéndose colega del alma (Duzbrüder) suyo, escribió en noviembre de 1844 a Marx una carta celebrando el libro, donde explica que «somos comunistas en virtud de nuestro egoísmo, que nos hace desear ser seres humanos en vez de meros individuos».

[992] La familia Westphalen descendía por línea directa de la más rancia nobleza escocesa y prusiana. Sin perjuicio de ser barón, su padre era un librepensador a quien Marx dedicaría su tesis doctoral. Uno de sus hermanos fue ministro del Interior en el Gabinete inmediatamente previo al de Bismark.

[993] Cf. Enzensberger, 1999, pág. 231.

[994] También suele afirmarse que ese atrevimiento aconsejó no presentarla en Berlín sino en Jena, una Universidad menos reaccionaria. Con todo, al releer el trabajo comprobamos que su breve extensión y el aparato crítico manejado, no menos breve, le habrían supuesto serios reparos académicos, más de forma que de contenido. Solo un tribunal amistosamente predispuesto hubiera evitado la práctica tan frecuente en Alemania de recomendar al doctorando pulir su trabajo, y volverlo a presentar.

[995] Entre otros epítetos, le dedicará los de «vieja asquerosa» y «laxante literario»; cf. Enzensberger ibíd., pág. 531. Ruge, encarcelado desde 1824 a 1830 por su radicalismo democrático, aprovechó esos años para convertirse en helenista y traductor de Sófocles. En 1848 presidió el ala izquierda en el Parlamento de Frankfurt.

[996] Éste había ido a verle antes, cuando era director de la Gaceta del Rhin, pero aquél día Marx estaba sumido por alguna razón en un acceso de cólera, y no confraternizaron.

[997] Hess, en Wheen, 2000, pág. 41

[998] Se conservan notas de lectura sobre Smith, Mill, Ricardo, Say, Boisguillebert y Stuart Mill, todas en ediciones francesas, ya que aún no domina el inglés. Por lo demás, pronto será capaz de escribir en esa lengua y en francés, y lo era ya de leer el italiano y el español. A los cincuenta años decidió aprender el ruso, y en seis meses era ya capaz de leerlo, según se cuenta.

[999] Veinte años más tarde seguirá pensándolo, y lamenta que «un maligno viento de reconciliación sople en Berlín, empujado esta vez desde San Petersburgo» (carta a Engels, del 10/2/1865). Solo la excelente recepción de El Capital en Rusia le hará cambiar de idea sobre el país.

[1000] El Vorwärts! (¡Adelante!), que debido a eso mismo era la única publicación exenta de censura.

[1001] Cf. Wheen, 2001, pág. 125. Al cambio actual, algo menos de medio millón de euros.

[1002] La acusación ha sido discutida por algún biógrafo (por ejemplo McLellan, 1973, págs. 189-190), pero su mujer despeja cualquier duda en una carta de ingenuidad modélica: «Los obreros creyeron llegado el momento de procurarse armas, y así se adquirieron bayonetas, revólveres, fusiles, etcétera. Karl donó de buena gana el dinero necesario, ya que acababa de ser favorecido con unos bienes. El gobierno belga vio en todo ello complot, conspiración: Marx obtiene dinero, compra armas, y por consiguiente debe ser eliminado» (Jenny von Westphalen, en Enzensberger, 1999, pág. 80).

[1003] No se equivoca contando con ese factor, y tanto jueces como jurados permitirán que varias denuncias contra la revista y su persona sean archivadas.

[1004] Cf. El artículo completo puede consultarse, incluyendo el rojo, en revcom.us/a/v19/930-39/936/manifest. Ese último número resultó ruinoso, pues deseando asegurar que sería imposible destruir todos los ejemplares tiró 20.000, cinco veces más de lo acostumbrado.

[1005] Marx, en Berlin, 1988, pág. 268.

[1006] Su estatus de emigrado peligrará en el verano de 1871, cuando algunos periódicos británicos le acusen de inspirar la Semana Sangrienta de París, pero el Gobierno no alterará su política de tolerancia.

[1007] Marx, 1965, pág. 141, subrayado de Marx. Para no reiterar que las cursivas son suyas, advierto que nunca las añado a sus textos.

[1008] Entre ellos que «Cristo es el Dios enajenado y el hombre enajenado. Dios y el hombre solo tienen ya valor en la medida en que representan a Cristo. Otro tanto sucede con el Dinero» (págs. 141-142).

[1009] Ibíd., pág. 144.

[1010] Ibíd., pág. 149.

[1011] Ibíd., pág. 152.

[1012] Ibíd., pág. 157.

[1013] Concretamente, su manuscrito analiza —casi epígrafe por epígrafe— el capítulo 3 de la última sección («El derecho político interno»), abarcando así más o menos un octavo del texto hegeliano.

[1014] Hegel, 1963, pág. 198.

[1015] Ibíd., págs. 217-218.

[1016] Hegel advierte que la división del trabajo «lo hace cada vez más mecánico, y es posible que eventualmente el hombre quede excluido y la máquina le sustituya» (pág. 229). Años después Marx se apropiará la idea, en el «fragmento sobre las máquinas» de sus Grundrisse.

[1017] La sociedad de responsabilidad limitada y la anónima encarnan el surgimiento de «la clase industrial, orientada esencialmente hacia lo particular» (pág. 265).

[1018] Hegel aclara al respecto: «Además de los crímenes que el poder público debe impedir o someter a trato judicial, el libre arbitrio permite actos jurídicos y un empleo de la propiedad privada […] que escapan a mi poder y pueden ocasionar daños a terceros. En esto reside el fundamento de la presión administrativa» (pág. 255). Por otra parte, «el significado histórico del comercio como gran medio de cultura le viene de introducir con la industria una búsqueda arriesgada de ganancia, que sustituye la atadura a una gleba por placeres y deseos que saltan sobre las fronteras impuestas por el agua y la lejanía, relacionando países remotos» (pág. 263). Es por tanto «un pensamiento equivocado el de Horacio cuando dice que “Zeus disoció prudentemente las tierras con el Océano” (Carmina, I, 3)».

[1019] Subdividida en «el perjuicio involuntario, la impostura, la violencia y el crimen» (I, 3), pues —como había dicho ya en la Fenomenología del espíritu— «solo la piedra es inocente».

[1020] Marx, 1968, pág. 136.

[1021] Ibíd., pág. 9.

[1022] Ibíd., pág. 153.

[1023] Hegel, 1963, pág. 22.

[1024] Marx, 1968, pág. 154.

[1025] Ibíd., pág. 9.

[1026] Sobre el idealismo de Hegel, véase antes, págs. 196-198.

[1027] Marx, 1963, pág. 202.

[1028] Marx, 1965, págs. 207 y 209.

[1029] Ibíd., 1965, pág. 173.

[1030] Ibíd., págs. 218-219.

[1031] Ibíd., págs. 215-216.

[1032] Marx-Engels, 1998, pág. 71.

[1033] Giddens, 1998, pág. 84.

[1034] Schumpeter, 1975, pág. 13. A su entender, «la historia como historia de la lucha de clases […] es una hipótesis comparable a la historia como lucha de razas planteada por Gobineau, o la teoría de las clases basada en el antagonismo de grupos vocacionales articulada sobre la división del trabajo, a la manera de Schmoller o Durkheim» (ibíd., pág. 14).

[1035] Con este párrafo —incorporado como «Capítulo 52»— termina el volumen III de El Capital.

[1036] Marx-Engels, 1998, pág. 51.

[1037] Estos pensadores son mencionados unas veces como liberalismo clásico y otras como escuela sociológica francesa. Un ensayo monográfico sobre Comte, Dunoyer y Thierry, que contiene también las escasas —y en alguna ocasión elogiosas— observaciones de Marx sobre ellos, se encuentra online por gentileza de Hart, 1993.

[1038] En Las luchas sociales en Francia, Marx hace suya la frase «sociedades anónimas dedicadas a la explotación», si bien en sentido contrario al evocado por Comte, Dunoyer y Thierry. Ellos documentan el ocaso en el derecho a conquistar, y Marx lamenta allí que el proletariado «no se haya dado el honor de ser una clase conquistadora». Véase antes, págs. 303-304.

[1039] La vida breve de Comte (1782-1837) no le impedirá encontrar tiempo también para ser condenado por desacato al rey Carlos, resultar elegido diputado dos veces en tiempos de Luis-Felipe, pasar muchos ratos junto a Bentham y casarse con una hija de Say.

[1040] En Valor, precio y beneficio (1865), Marx opondrá que «solo una falsa apariencia distingue el trabajo asalariado del servil. Como no hay contrato ni compraventas entre amo y esclavo se diría que éste entrega todo su esfuerzo por nada, cuando a fin de trabajar el esclavo debe vivir». Procurarle techo, vestido y alimento —una condición que desaparece al convertirse en siervo de la gleba, por cierto— equivale a un sueldo «que nunca desbordará el mínimo de supervivencia».

[1041] «Genios y profetas rara vez destacan por su formación profesional, y su originalidad —caso de existir— se debe frecuentemente a eso mismo. Pero nada en la teoría económica de Marx puede atribuirse a falta de formación en sentido académico» (Schumpeter, 1942, pág. 21).

[1042] Carta a Louise Weydemayer, 20/5/1850.

[1043] Como cuenta su madre en 1861, «tras conseguir Karl un nuevo crédito de su tío Philips la vida va transcurriendo entre breves y alegres intermedios con largas épocas de preocupación, miseria, privaciones y enfermedad»; cf. Jenny von Westphalen, en Enzensberger, 1999, pág. 223.

[1044] Marx, 1965, págs. 145-146.

[1045] En uno de los textos dedicados a la Primera Guerra del Opio —«Free Trade and Monopoly»— es curioso verle argumentar contra la prohibición decretada por el gobierno chino, alegando que todos sus problemas desaparecerían restableciendo el cultivo de adormidera, y el comercio con su producto; cf. Daily Tribune, 25/8/1858.

[1046] Jenny von Westphalen, en Enzensberger, 1999, págs. 211 y 223.

[1047] La accesión al trono de Federico Guillermo IV supuso una amnistía general, que Marx aprovechó para «sondear» —según el verbo elegido por su esposa— nuevamente a la familia holandesa, a la de Tréveris e incluso a Lassalle y algún otro viejo camarada en Berlín. A Heine le detesta hace tiempo, «condenando su ingratitud por los servicios y la amistad que le había ofrecido», tras su última negativa a ayudar con dinero (cf. Kugelmann, 1867, en Enzensberger, pág. 247).

[1048] «Todos mis amigos, e incluso algunos filisteos, me han dado muestras de simpatía y amistad superiores a lo previsible al morir Mary, pero a ti te pareció el momento para establecer la superioridad de tu “desapasionado giro mental”. ¡Vaya! Conoces el estado de mis finanzas, y sabes también que hago todo lo posible por sacarte de la ciénaga. Pero no puedo reunir el dineral del que hablas, como deberías saber también» (Engels, carta del 13 de ese mismo mes).

[1049] El 24 —dejando pasar once días— le comunica que «estuvo muy mal escribirte esa carta, y lo lamenté nada más enviarla». Añade a ello menciones al casero, el carnicero, el carbonero, el sastre, el colegio y otros acreedores, contemplando como inminencia que las niñas se coloquen como señoritas de compañía, y el matrimonio ingrese en un asilo para indigentes (la City Model Lodging House).

[1050] Engels responde el 26 con un «me alegro de que perdiendo a Mary no haya perdido también a mi más antiguo y mejor amigo», y le envía 100 libras —unas 10.000 de las actuales— conseguidas firmando una letra de cambio, no sin advertir que deben bastar hasta el verano. Marx contesta a vuelta de correo: «Cuán consciente soy del riesgo que asumes al permitirnos una ayuda tan grande e inesperada […] Una y otra vez dije a mi esposa que nuestros problemas no eran nada para mí, comparado con que esos mezquinos burgueses y los nervios de ella me hicieran asaltarte con necesidades domésticas, vez de intentar consolarte».

[1051] Recordado en la dedicatoria de El Capital —«A mi amigo inolvidable, el intrépido, fiel y noble paladín de proletariado»—, Wolff había sido uno de los apoyos para que la línea de Marx se impusiese a la de Weitling. El hecho de nacer como siervo de la gleba en Silesia no le impidió acabar fundando una academia de idiomas en Manchester, y amasar una pequeña fortuna con dedicación y frugalidad. Generoso como de costumbre, Engels dedicaría diez artículos sucesivos de homenaje a la vida y obra de Wolff en el Die Neue Welt de 1876.

[1052] Carta a Sorge, 15/12/1881. El texto era un artículo de Belfort Bax llamado «Líderes del pensamiento moderno», donde según Marx «mucho está equivocado y confundido, pero ha producido gran sensación en el East End londinense por verse anunciado con grandes letras en algunas paredes».

[1053] Berlin, 1988, págs. 43 y 274.

[1054] Al mencionar la Factory Act, que redujo de 10 a 9 las horas de trabajo, alega: «No os costará la “pureza de alma” de los niños que utilizáis cuando suene realmente vuestra “ultima horita”…» (págs. 274-275).

[1055] Su propia firma es un testimonio, ya que al trazo infantil de la M corresponde una x irreconocible, donde en vez de cortarse los dos palos de la letra corren paralelos. A tal punto es problemática su grafía que en las ediciones modernas de los Manuscritos económico-filosóficos el editor alemán y el inglés no se ponen de acuerdo en cuanto a saber si escribe Geist (espíritu) o Genuss (goce), como en la página 145.

[1056] Marx, 1968, pág. 159.

[1057] Tras perderse —quizá gracias a la censura soviética— los cuadernos reaparecieron en forma de una edición muy restringida en ruso el Instituto Marx-Engels-Lenin de Moscú. En 1953 se publicaron las primeras ediciones dirigidas al gran público, tanto en el alemán original como en otras lenguas.

[1058] Dice, por ejemplo: «En la lucha entre las dos clases la medida de la distancia entre ambas se expresa en los salarios […] donde la apariencia de intercambio se desvanece en el proceso del modo productivo fundado en el Capital» (Marx, 1972, vol. II, pág. 491).

[1059] Que comprende las págs. 216-230 de la edición manejada, cf. Marx, 1972, vol. I. Como en el caso del Das Kapital, al transcribir los Grundrisse intento evitar alguna deficiencia léxica y sintáctica del texto castellano ofrecido por P. Scaron.

[1060] El plusvalor, recuérdese, es Mehrwert.

[1061] Esa «metamorfosis» es el objeto del capítulo primero, donde Marx plantea que «el proceso hace abstracción de los medios de existencia como productos de la actividad social». Dicha abstracción implica que «los distintos tipos de labor deben reducirse a un trabajo de calidad uniforme, cuya única diferencia es la cantidad».

[1062] Reconoce la influencia de Engels, «con quien he mantenido un intercambio constante de ideas desde su brillante ensayo de 1843 sobre crítica de las categorías económicas», y refiere que algunos manuscritos redactados en común «los abandonamos con gusto a la corrosiva crítica de los ratones, pues habíamos logrado nuestro propósito principal: la autoaclaración». En definitiva, cuenta cómo empezó «estudiando jurisprudencia, aunque como un tema subordinado a la filosofía y la historia», y tras saldar cuentas con la teoría hegeliana del Estado pasó a investigar «lo que se conoce como intereses materiales».

[1063] De ahí que llevara lo elaborado de modo más tosco a apéndices en letra pequeña, reorganizase la exposición atendiendo al orden cronológico, y deslindara lo correspondiente a distintos escritores por medio de comillas. También limó hasta donde resultaba posible la rudeza verbal, suprimiendo buena parte de las invectivas, y por norma las de «perro» y «asno».

[1064] Sobre las críticas de Kautsky al nuevo régimen, véase más adelante págs. 570-571. Un año antes de la polémica, en el opúsculo El Estado y la revolución (1917), Lenin le incluye implícitamente entre quienes pretenden «convertir a Marx en un liberal adocenado».

[1065] El Prefacio del nuevo volumen IV, firmado colectivamente por el Instituto Marx-Engels-Lenin, entiende que «Marx escribe siempre atendiendo a un plan armonioso», y que es «revisionismo» cualquier añadido o retoque, sobre todo si afecta a su «poder cáustico». Debe atribuirse a «un sentido más profundo» el hecho de que Smith sea analizado antes de Quesnay, y resulta inadmisible que el editor separe con comillas o corchetes a Ricardo de Marx, cuando el original no lo hace. Especialmente «ruin» —y prueba de que quiere «ocultar argumentos»— es «omitir el pasaje que habla del empobrecimiento absoluto de la clase trabajadora bajo el capitalismo». Kautsky aspiraría incluso a «rechazar la teoría del valor-trabajo, esforzándose en sustituirlo por “teorías” vulgares de la utilidad».

[1066] La mención al «orgulloso granjero descrito por Shakespeare» omite que Inglaterra era el país europeo con menos propietarios pequeños y medios. Pasa por alto también que esa situación empezó a cambiar aceleradamente gracias a la política fiscal y crediticia impulsada por Cobden, y sobre todo a que convertir al cultivador en dueño fuese la gran prioridad política de Gladstone.

[1067] En Marx, 1984, vol. I, pág. 30.

[1068] Para simplificar la lectura, traduzco casi siempre valor de cambio (value in exchange) por «precio», un sinónimo cuyo prosaísmo disgusta a Marx.

[1069] Marx, ibíd., págs. 46 y 47.

[1070] Ibíd., pág. 51.

[1071] Ibíd., pág. 52. A esta base histórica acabará añadiendo Marx la comunidad aldeana (mir) rusa. Aunque empezó denunciando al espíritu eslavo como «enemigo de la civilización», la versión rusa de El Capital (1872) y el éxito creciente del marxismo en ese país le movieron a estudiar su lengua. Desde 1881 piensa que para llegar a la dictadura proletaria podría prescindir de la fase burguesa, pues el pueblo bajo dispone ya de formación comunista básica gracias a sus instituciones rurales.

[1072] Ibíd., pág. 57.

[1073] Ibíd., pág. 87.

[1074] Ibíd., págs. 88-89.

[1075] Ibíd., págs. 95 y 97. El texto procede en este momento, por vía de una larga nota, a rechazar el criterio de «un pigmeo como Bastiat desafiando a un gigante como Aristóteles, al decir que el sistema productivo basado en esclavos constituye un sistema basado en el expolio del trabajo». Tan idénticas son en esto la sociedad esclavista y la comercial que ni siquiera considera oportuno distinguir entre las amenazas directas del amo y los recursos indirectos del patrono, tipificando lo primero como saqueo y lo segundo como hurto.

[1076] Ibíd., pág. 113.

[1077] «Uno, significativamente, sonríe con ínfulas, y avanza impetuoso; el otro lo hace con recelo, reticente, como quien llevó al mercado su propio pellejo y no puede esperar sino una cosa: que se lo pelen» (pág. 214).

[1078] Marx, 1984, vol. III, pág. 63.

[1079] Schumpeter, 1942, pág. 26.

[1080] Cf. Bernstein, 1961, págs. 55-58. Entre 1851 y 1881, por ejemplo, Inglaterra pasa de 300.000 a 990.000 contribuyentes con ingresos anuales comprendidos entre 150 y 1.000 libras. Nueve entre cada diez de esos nuevos contribuyentes son trabajadores autónomos.

[1081] Ibíd., pág. 56.

[1082] Véase antes, págs. 231-234.

[1083] Omitida por el volumen I (1867), esa «conversión» será el leit motiv del volumen III (1894), no solo editado sino redactado en buena medida por Engels, cuya extraordinaria tenacidad sugiere que el plusvalor pudo ser en origen una intuición suya.

[1084] Sobre la plusvalía en sentido estricto, promovida como land tax por el economista norteamericano Henry George en 1879, véase más adelante, págs. 616-617.

[1085] Que es por eso «una simple máquina de plusvalor» (Bernstein, 1961, pág. 31).

[1086] «El valor del medio de producción, pues, se conserva por su trasferencia al producto» (Marx, 1984, vol. I, pág. 241).

[1087] Por supuesto, Marx no escribe p (plusvalor) sino s (surplus-value). Ricardo hablaba de capital fijo y circulante, pero resulta más precisa la distinción de Marx entre «constante» y «variable», al retener el tiempo que media entre inversión y producto vendible (cf. Schumpeter, 1942, págs. 25-26).

[1088] «Smith pasa por alto que al progresar la acumulación se opera una gran revolución en la relación que existe entre la masa de los medios de producción y la masa de la fuerza de trabajo que los mueve. Esta revolución se refleja, a su vez, en la composición variable del valor del capital constituido por una parte constante y otra variable, o en la relación variable que existe entre su parte de valor convertida en medios de producción y la que se convierte en fuerza de trabajo. Denomino a esta composición la composición orgánica del capital» (Marx, 1984, vol. I, pág. 237).

[1089] Por tasa de explotación entiende «el grado de explotación de la fuerza de trabajo» (Marx, ibíd., pág. 255).

[1090] Investigación, desarrollo e innovación.

[1091] «El decrecimiento de un factor puede compensarse por el acrecimiento del otro, manteniendo inalterada la masa de plusvalor producido», pues «en las diversas ramas de la industria hay diferentes distribuciones de capital en partes constante y variable […] pero sea cual fuere esa proporción la ley acumulativa no se ve afectada por ella, ya sea la última a la primera como 1:2, 1:10 o 1: x.» (Marx, 1984, vol. I, págs. 369 y 371).

[1092] Sobre las incongruencias de dicha ley, y su manifiesto incumplimiento, véase antes, págs. 130-134.

[1093] Böhm-Bawerk compondrá en 1896 una extensa refutación de esa «media», y del precio como algo calculable por fracciones temporales de trabajo, que resulta farragosa debido a lo obvio de tales inconvenientes.

[1094] Fue Böhm-Bawerk también quien aisló ese periodo medio como variable para medir la eficiencia de un sistema económico. Dicho concepto ofrecería a Hayek uno de los ejes para su famoso artículo El uso del conocimiento en la sociedad (1945), donde la acumulación derivada de él se correlaciona negativamente con cualquier abaratamiento artificial del dinero, exacerbando el alza y baja cíclica de los negocios. Ya en La teoría pura del capital (1941) había observado que «los procesos más largos no se adoptarán, evidentemente, si no redundan en un provecho (yield) superior al de los cortos» (Hayek, 2007, pág. 90).

[1095] Desde finales de los años setenta, según Engels, «Karl vive devorado por la imposibilidad de acabar los trabajos inconclusos» (carta a Sorge del 15/3/1883).

[1096] A mi entender, el problema básico en la «fórmula general del Capital», y en la «tasa de explotación», es que magnitudes precisas como c (capital constante) y v (capital variable) se equiparan con un factor p (plusvalor) tan radicalmente indeterminado como el cuanto de dedicación, aptitud y equipo de cada operario individual y cada cuadrilla. Las matemáticas de la complejidad no surgieron hasta contar con la capacidad computacional de los ordenadores, y Marx fue alguien singularmente ajeno a la diferencia entre simple y complejo, pero había llegado a instruirse lo bastante en teoría económica como para intuir dicho problema. Esto es, que las ilimitadas raíces de p demandan no solo un número complejo sino un algoritmo como el capaz de generar objetos fractales, que contienen desarrollos infinitos en áreas finitas. Sin algo análogo, postular una «tasa de explotación» parte de una incongruencia como sumar o restar texturas con sonidos, grados con centímetros.

[1097] En 1871, por ejemplo, se dirige a Bakunin y al nacionalista italiano Mazzini alegando «profesarles gran amistad y el mayor respeto». El segundo escribe entonces que Marx es «persona de espíritu dominante y envidioso, en cuya naturaleza, me temo, el odio predomina sobre el amor» (Mazzini, en Enzensberger, 1999, pág. 233). Y, en efecto, para un Marx que años atrás le llamaba «el buen Giuseppe» ha pasado a ser un «imbécil, lameculos y roñoso» (ibíd., pág. 530).

[1098] Ignacio de Loyola precisa en una de sus cartas la naturaleza y alcance de esa disciplina: «En manos de mi superior debo ser cera blanda, algo donde éste obtenga lo que le plazca […] Debo tomarme por un cadáver, sin inteligencia ni voluntad, como una masa de materia que sin resistencia alguna se coloca donde convenga. Así debo ser en manos de la Orden, para servirla en la forma que juzgue más útil»; Loyola, en Hayek, 1998, pág. 36.

[1099] Robin, 1871, en Enzensberger, 1999, pág. 300.

[1100] Suele pensarse que la primera Internacional sucumbió a las intrigas de Bakunin, junto con la falta de apoyo de Mazzini y los proudhonistas, pero comprobaremos que su catástrofe inicial fue perder la confianza del sindicalismo británico. Esto empezó a ocurrir en 1869 «porque las firmas de Odger y Lucraft se falsificaron en decisiones tomadas por el Consejo estando ausentes, cuando los estatutos exigían que ciertos asuntos se resolvieran en todo caso por unanimidad» (Weber, en Enzensberger, 1999, pág. 294). En 1870, suplantándolos también, el Consejo decidió que cada «consejo federal» contribuyera con un penique por miembro y año. Al nacimiento y desarrollo de esta Internacional se dedica el capítulo X.

[1101] Carta a Zasulich del 8/3/1881. Su casa era entonces «un centro de peregrinación» para comunistas rusos, como cuenta Bernstein (cf. Enzensberger, 1999, pág. 469).

[1102] Marx, 1965, pág. 347.

[1103] Ferguson, 1767, pág. 279. Contertulio de Smith y Hume, para él «cualquier sumisión implícita a un líder, o cualquier ejercicio incontrolado de poder, conduce a una forma militar de Gobierno y finalmente al despotismo». En ese Ensayo sobre historia de la sociedad civil añade que las gentes civilizadas no cultivan «cualidades tan superficiales como el deseo constante de complacer», entendiendo que solo un humilde ejercicio de las aptitudes profesionales «crea libertad en el sentido de seguridad y justicia».

[1104] Recientemente (Shuster, 2008) el diagnóstico se ha convertido en el de hidradenitis supurativa. Eso no modifica lo esencial de sus trastornos, que solían localizarse en la zona ano-genital y duraban a veces más de un año, como cuenta a L. Kugelmann (carta del 29/11/1864). En cierta ocasión se sajó él mismo, experimentando «una violenta alegría al ver que brotaba la sangre abrasada» (carta a Engels, 20/2/1866).

[1105] Carta a Engels del 22/6/1867.

[1106] Sin duda por rechazar el consejo del franciscano Luca Pacioli, el maestro de Leonardo da Vinci, que sistematizó los principios de la contabilidad científica o por partida doble en el consejo de que «nadie debería irse a dormir hasta que sus débitos igualen a sus créditos».

[1107] La alocución apareció originalmente en el «Der Sozialdemokrat» del 22/3/1883.

[1108] De los Ríos, 1973, pág. 202, al comentar las dificultades para confeccionar el presupuesto soviético de 1921.

[1109] Durkheim, 1970, pág. 271.

[1110] De hecho, Marx registra ya en una nota al capítulo I «la incongruencia entre la magnitud del valor y su expresión relativa, de la cual pretende sacar partido la economía vulgar» (págs. 67-68). Somos informados gracias a él de que el Political Economy (1842) de J. Broadhurst —treinta años antes de Jevons, Menger y Walras— cuestiona «la doctrina según la cual la cantidad de trabajo empleada en hacer un artículo regula el valor del mismo, y también la que sostiene que ese valor lo regula su coste». En cualquier caso, Engels siguió prestando oídos sordos a la revolución marginalista, y Marx no volvería a escribir una línea sobre teoría económica tras ver confirmado por otros el criterio de Broadhurst.

[1111] Destaca en ese sentido la monumental e inacabada History of Economic Thought (1995) de M. Rothbard.

[1112] Galbraith, 1998, págs. 153 y 150.

[1113] Schumpeter, 1995, págs. 446-447.

[1114] Como se observa tanto en el Manifiesto como en el Das Kapital. (Carta a Sorge, 20/6/1880).

[1115] Tomo la observación de Dumont, 1999, pág. 188.

[1116] Smith, 1982, pág. 72.

[1117] Smith, ibíd., pág. 76. Smith no vaciló en afirmar que el gobierno inglés de su tiempo protegía al rico contra el pobre, siendo por eso «el Lutero de la economía política» según Marx. Pero su afirmación de que los salarios progresan es para el Das Kapital fruto de un análisis «estúpido».

[1118] Engels ofrece estos datos en su prólogo a la 4ª edición alemana de El Capital.

[1119] Años después el asunto seguía provocando ironías, y Engels defendió «la escrupulosidad de Marx» ironizando a su vez sobre «la infalibilidad papal de Hansard», el editor que acababa de convertirse en cronista oficioso del Parlamento. El maquillaje que Marx atribuyó a Gladstone debería atribuirse por tanto al taquígrafo.

[1120] Filosofía de la miseria se convierte en miseria de la filosofía, guerra de beneficios en beneficios de la guerra, leyes del terror en terror de las leyes…

[1121] Por ejemplo la «sociedad» burguesa, la «libertad» parlamentaria, la «teoría» del capital, la «justicia» de los tribunales o la «rectitud» del derecho.

[1122] Verbigracia, «la unidad social del trabajo es de naturaleza puramente social y sólo puede ponerse de manifiesto en la relación social» (Marx, 1984, vol. I, pág. 58).

[1123] Es el caso de «¡¡las letras protestadas!!» y «¡¡el cruel pago al contado!!» de Las luchas sociales en Francia.

[1124] Entre las observaciones está una descripción de la obra de Bruno Bauer como «el más monótono chismorreo, semejante a boñigas de vaca aplastadas», o llamar «borrico cuatricornudo» a su colega Willich, «judezno negroide» a Lassalle, «descendiente de un gorila» a su mestizo yerno Lafargue, «conciencia meada de caniche» a su íntimo Freiligrath y «tocino rancio» a Bakunin. Su correspondencia ha permitido ordenar alfabéticamente injurias y elogios relacionados con el círculo de conocidos (cf. Enzensberger, 1999, págs. 523-533), y entre un centenar de personas solo el sindicalista Bebel y la esposa de su amigo Freiligrath no merecen una combinación de aprecio y desprecio, sino únicamente lo primero. W. Liebknecht pensaba que «Marx fue el hombre más generoso y justo a la hora de celebrar los méritos ajenos», aunque ser considerado unas veces «honorable», y otras «valiente», no le ahorró ser tachado también de «majadero, tramposo, mentiroso, hipócrita y débil de carácter» (ob. cit., págs. 176 y 529-530).

[1125] Cf. Marx, 1984, págs. 100, 176, 152, 249, 258 y 269. Atendiendo al catálogo compilado por Enzensberger, filisteo es el término denigratorio usado más asiduamente. Hoy en desuso, dicho insulto empezó designando a los antiguos moradores de Canaán, y en algún momento pasó a ser sinónimo de «persona vulgar, con escasos conocimientos y poca sensibilidad» (RAE). Aplicarlo entre otros muchos a Proudhon indica hasta qué punto su idea de la distinción resultaba exigente.

[1126] Marx, 1968, págs. 155 y 158.

[1127] Marx, 1968, pág. 16.

[1128] Una de la Saturday Review y dos de publicaciones rusas (el S.P.Viédomosti y la Vietsnik Ievtropi).

[1129] Marx, 1968, pág. 15.

[1130] «Solo nos mueve a sonreír aquella fealdad que no disgusta» (Poética, 1449a).

[1131] El escolástico Duns Escoto definía al individuo como ultima solitudo.

[1132] De combinar a Marx con Nietzsche vive aún un tipo de ensayo cultivado por enfants terribles de la vanguardia cultural, que hace cuatro décadas produjo cumbres del género como Foucault, Deleuze y Guattari.

[1133] Y en el de Nietzsche, aunque sería intempestivo entrar en ello ahora.

[1134] Véase antes, pág. 370.

[1135] La dialéctica como ciencia de las contradicciones lógicas había sido ya sistematizada por el Parménides platónico, donde la cuestión de «si lo Uno es, lo Uno no es, o lo Uno es/no es» aparece en la primera línea y no se interrumpe hasta la última, desplegando un gigantesco silogismo que sigue siendo la «caja de herramientas» de la ontología o metafísica. Hegel completó esa ciencia de las contradicciones abstractas con un análisis de las ofrecidas por el curso histórico del mundo, y descubrió algo tan ajeno a pura lógica como la «negación de la negación» implicada en el movimiento evolutivo.

[1136] A eso dedica sus Tesis sobre Feuerbach, un breve texto redactado durante la estancia en Bruselas.

[1137] Marx, 1968, vol. I, pág. 132.

[1138] Ibíd., vol. III, pág. 366. En esa segunda mención aparece acompañado por una renta territorial aludida como Madame La Terre.

[1139] Marx, 1984, vol. I, pág. 87.

[1140] Lukács, 1965 (1919), pág. 131.

[1141] El valor de uso sigue determinando el de cambio, sin perjuicio de hacerlo mediante el arbitraje operado en cada caso por vastas redes de productores, intermediarios y consumidores.

[1142] Marx, 1965, pág. 149.

[1143] «Si las mercancías pudieran hablar, lo harían de esta manera: “Quizá a los hombres les interese nuestro valor de uso, pero a nosotras no nos incumbe en cuanto cosas. Lo que nos concierne en cuanto cosas es nuestro valor de cambio. Nuestro propio movimiento como cosas mercantiles lo demuestra. Únicamente nos relacionamos entre nosotras como valores de cambio”» (Marx, 1984, vol. I, pág. 101).

[1144] Marx, 1965, pág. 175.

[1145] Ibíd.

[1146] Ibíd.

[1147] Su hallazgo no fue solo describir en detalle las formas y categorías empleadas al efecto, sino la razón como «facultad de los principios», cuya sensibilidad para las regularidades le descubre leyes al acontecer.

[1148] Hegel, 1966, págs. 15-16.

[1149] El idealismo ético o subjetivo de Fichte parte del «acto en cuya virtud el yo pone en el yo un no-yo». El idealismo objetivo de Schelling plantea dicha odisea con la Natur como sujeto, evolucionando desde lo inorgánico a la conciencia. Hegel la identifica con el curso de la historia general. Ya Aristóteles había definido el movimiento como «realización de lo que es en potencia», y el dinamismo cósmico como una progresiva penetración de la materia por la forma.

[1150] Bruno Bauer, el discípulo predilecto de Hegel, definirá «la libertad como el poder infinito del espíritu […] y también el único fin de la historia, pues la historia no es sino el espíritu haciéndose “consciente” de su libertad»; cf. Moggach, «Bruno Bauer», en Stanford Encyclopaedia of Philosophy.

[1151] Tras El espíritu del cristianismo (1841), texto seminal para los jóvenes hegelianos, volver desde la filosofía de la subjetividad a la Naturaleza como «razón objetiva» fue el tema de su último ensayo, Deidad, libertad e inmortalidad (1866).

[1152] Un análisis de su ontología como tal ofrece Hyppolite, 1955, págs. 120-141.

[1153] Marx, 1965, pág. 155.

[1154] La afinidad entre titanismo y «espíritu de la técnica» fue pensada simultáneamente por Heidegger en Ser y tiempo (1927) y los hermanos Jünger —Ernst en El Trabajador (1932), Friedrich Georg en La perfección de la técnica (1946)—, dentro del fenómeno ontológico descrito por el primero como «olvido del ser».

[1155] En el primer Fausto representado, que fue el de Christopher Marlowe (1604), el pacto concede 24 años de proezas —entre ellas convocar a Helena de Troya y besarla— a cambio de ir voluntariamente al Infierno, un espacio donde lo trágico es «no estar en la jubilosa contemplación de Dios».

[1156] El prefacio a su Novum Organum (1620) propone «someter el sentido a una especie de reducción que rechace la mayor parte del trabajo hecho por la mente». Si cumpliésemos dicha premisa «podremos identificar y producir cosas que jamás se hicieron antes» (1, 2), más propias de creadores o demiurgos que de observadores.

[1157] Que disocia la rebeldía y el altruismo de Prometeo en las figuras de Lucifer y Cristo, reflejo a su vez del desdoblamiento padecido por el fiel en pecador e hijo de Dios.

[1158] Kant se hallaba sumido en esa dogmática ingenuidad, según cuenta, hasta leer a Hume. Bentham y Comte no consideraron oportuno leerle a su vez (el segundo lo justificó por «higiene cerebral»), o siquiera informarse en líneas generales sobre el punto de vista «crítico». De ahí declararse empíricos «puros», como Bacon.

[1159] Goethe, Fausto, vv. 638 y 780.

[1160] Véase antes, págs. 307-308. Auténtico es algo realmente real, o verdaderamente verdadero, una duplicación que solo hallamos cuando un elemento subjetivo aspira al estatuto de objetividad por caminos retóricos, análogos a subrayar una palabra, escribirla con mayúscula o encerrarla en exclamaciones.

[1161] Al abordar la cuestión de aquello que funda las cosas en general, y cada una, Spinoza explica que imaginar alguna esencia no asegura ni implica su existencia, pero que en todo caso «la esencia pone, no quita» (Ética, II, Def. 2).

[1162] Giddens, 1998, pág. 62.

[1163] Hyppolite, 1955, pág. 61.

[1164] Marx, 1979, pág. 94.

[1165] Parte de ellas se reseñaron ya, véase págs. 379-380.

[1166] Cf. Spiegel, 1973, pág. 628.

[1167] Marx, 1984, vol. I, págs. 272-275.

[1168] Ibíd., págs. 8-9.

[1169] Ibíd., pág. 525.

[1170] Schumpeter, 1998, pág. 451.

[1171] Un estudio ejemplar sobre la empresa soviética, desde sus comienzos, ofrece Olson, 2000.

[1172] Cf. Koestler, 1950, pág. 68.

[1173] Como críticos destacarán Böhm-Bawerk y Mises, como seguidores Rosa Luxemburg y el grupo llamado austro-marxista (Hilferding, Bauer y Adler). Lenin y Bujarin, por ejemplo, nunca llegaron a familiarizarse con el pensamiento económico antiguo y contemporáneo, ni con el aparato técnico ofrecido inicialmente por Ricardo. El salto de precisión que introdujeron luego los marginalistas —y Marshall— no solo demandaba estudio, sino desafiar el tabú del valor-trabajo.

[1174] Marx, 1984, vol. I, pág. 99.

[1175] En 1844 aventura que «en la sociedad comunista podré dedicarme hoy a esto y mañana a aquello, cazar por la mañana, pescar después de comer, criar ganado al atardecer y hacer crítica literaria a la hora de la cena, sin necesidad de convertirme en cazador, pescador, pastor o crítico» (Marx, 1965, pág. 284). En 1883, poco antes de morir, desaconseja a su yerno P. Lafargue la publicación de El derecho a la pereza, donde argumenta que el proletariado se distingue de la burguesía precisamente por amar la indolencia sin avergonzarse de ello. Marx no deja de coincidir en el fondo con él, pero en esos cuarenta años el dualismo trabajo-capital progresó identificando al enemigo de clase como indolente, y lo más probable será que sea mal interpretado. En efecto, el libro de Lafargue será el prototipo de literatura comunista maldita hasta algo después de morir Stalin.

[1176] Berlin, 1996, pág. 207.

[1177] En términos arquetípicos, según vimos, descubrirse como promesa mesiánica hizo que la cura transferencial basada en chivos expiatorios encontrase una víctima capaz no solo de descargar la culpa colectiva, sino de vengar a parte del grupo. Andando el tiempo, en un mundo donde la magia proyectiva dejó supuestamente de existir, el bucle de realimentación puesto en marcha iba a poder ser negativo (suscitando rectificaciones del rumbo como el propio Jesús, al interpretarse en términos de reconciliación general) o positivo (optando por el círculo vicioso de la venganza), a través de mesías que reclaman su don de «incendiar el mundo».

[1178] Véase vol. I, págs. 506 y ss.

[1179] Comprobaremos, por ejemplo, que durante la guerra civil el Politburó soviético dedica sesiones monográficas a calcular qué proporción del censo reclama exterminio, no por odio sino para progresar en la dirección correcta, y cómo ninguna de las cifras sugeridas entonces a Lenin por Zinoviev, Kamenev o Bujarin fue inferior al 20 por ciento. Veremos también cómo en la década siguiente esa lógica suscita las purgas estalinistas, el sistema de gulags y el juicio-farsa, instituciones capaces al fin de hacer cumplir la media calculada en 1918-1919. El telegrama genérico sobre el terror rojo, que Lenin dicta en agosto de 1918, declara «la necesidad de asegurar la República Soviética ante el enemigo de clase, que debe ser inmediatamente fusilado o aislado en campos de concentración»; cf. Lenin, en Werth y otros, 1999, passim.

[1180] Berlin, 1996, pág. 208.

[1181] Marx, 1965, págs.141-142.

[1182] Ibíd., pág. 143.

[1183] Schumpeter, 1995, pág. 498.

[1184] El capítulo V de su Autobiografía cuenta que «en vez de ver en la poesía una rapsodia enfermiza, como debe hacer un benthamita», salió del marasmo depresivo leyendo a Wordsworth y otros románticos.

[1185] Como dice uno de sus biógrafos, «ser el más maravillosamente lúcido e inteligible de los filósofos convive con la incómoda sensación de que resulta lúcido por igual al argumentar cada lado de un asunto» (Anschutz, 1983, pág. 199).

[1186] Su fórmula romana es el do ut des: «doy para que des», «doy porque diste».

[1187] Stuart Mill, 2005, pág. 129.

[1188] Ibíd., pág. 128.

[1189] Bradford, 1650, pág. 101.

[1190] Y el vicio su propio castigo, por supuesto. En esto coinciden la ética de Aristóteles y la de Spinoza, donde no obramos rectamente para ser reconocidos como tales sino aspirando a la serenidad del amor propio. pues la conducta virtuosa resulta ser la benéfica en sí y por sí, para uno mismo no menos que para los demás. Añadido más adelante por Kant, el imperativo categórico («obra de manera que tus actos puedan elevarse a regla de conducta universal») despeja cualquier equívoco al respecto.

[1191] Stuart Mill, 2005, pág. 24. Hayek dedicó un ensayo a la correspondencia de Mill y su eventual esposa Harriet Taylor, para mostrar cómo va pasando de un liberalismo sui generis (pues sencillamente «aglomera» libertad y utilidad) a un sentimiento de mala conciencia por no coincidir sin reservas con el credo igualitarista, ya que Taylor fue una ferviente seguidora de Blanc.

[1192] Mill, 1984, pág. 17.

[1193] Ibíd., págs. 31 y 99.

[1194] Ibíd., págs. 91-92.

[1195] Ibíd., pág. 99.

[1196] Ibíd.

[1197] Ibíd., pág. 94.

[1198] Justamente porque Fourier no insiste en suprimir la propiedad individual, Mill piensa que sus falansterios son «entre todas las formas del socialismo la más hábilmente combinada y previsora» (ibíd., pág. 96). A la vista de sus resultados prácticos, bien pudieran ser también la más disparatada. Véase antes, págs. 141-144.

[1199] Acerca de Warren y su juicio sobre el experimento owenita véase antes, págs. 96-97.

[1200] Stuart Mill, 1984, pág. 5.

[1201] Lema para la campaña reformista de J. Chamberlain (1836-1914), ministro de Comercio y luego de Colonias en gabinetes de Gladstone.

[1202] El aparato ideado por Morse transmitió su primer mensaje público en 1844.

[1203] El más célebre fue su colonia de Nueva Armonía en Norteamérica; véase antes, págs. 94-97.

[1204] En última instancia padecía el inconveniente general del reduccionismo, que pretendiendo definir algo a partir de un no-algo —a la manera de Marx cuando contrapone especie e individuo— plantea fundamentos negativos, como si «la esencia quitase en vez de pusiese» (Spinoza); véase antes, pág. 426, nota 54.

[1205] En el doble e inseparable sentido de destreza y emulación, pues solo la pericia promueve el concurso y solo el concurso confirma la pericia.

[1206] En el sentido de «obra poética o artística» que propone Hume.

[1207] Cronicon sancti Andrea Castri Cameracesi, cf. Pirenne, 2005, pág. 101.

[1208] Para Ricardo, por ejemplo, la empresa no existe como factor económico, y no es mencionada siquiera en sus Principles. Marx «fracasa también a la hora de distinguir entre empresario y capitalista» (Schumpeter, 1975, pág. 32).

[1209] Centro principal del acero, Sheffield se convirtió en modelo de las tensiones neogremialistas, que pasan de la tecnofobia a planes de extorsión centrados sobre el empresario. A mediados de los años sesenta, respondiendo a incendios provocados e incluso asesinatos, una comisión del Parlamento ofreció inmunidad a quien confesase, y así se supo que W. Broadhurst —secretario del sindicato de aserradores— «había pagado cinco libras a dos hombres para que matasen a un hombre llamado Linley, por contratar demasiados aprendices, abaratando el trabajo». Hizo mucho daño a la causa sindical que Broadhurst acabase de ser nombrado tesorero de la Alianza Nacional de Oficios. Puesto que confesar no supuso cárcel, pero sí perder su licencia como propietario de un concurrido pub —y la renuncia a sus cargos sindicales—, emigró a Norteamérica. Un año después volvió para abrir en la ciudad otro negocio (una tienda de variantes), sintiéndose defendido de los que le consideraban un monstruo por quienes le consideraban un héroe de la causa obrera. Cf. Sheffield outrages, y William Broadhurst en Wikipedia.

[1210] La Operative Bricklayers’ Society.

[1211] Chernishevski, 1859, en Lichtheim, 1999, pág. 209.

[1212] La Reform League acababa de organizar la enorme manifestación de Hyde Park, que sancionó la ampliación del censo electoral aprobada semanas después. Estando reunidos esa noche una docena de sus dirigentes, el excéntrico militar francés G. P. Cluseret —que venía de querer dirigir la fracasada revuelta irlandesa y se enfrascaría luego en la Comuna de 1871— propuso lanzarse a «ganar la guerra civil». Según J. Bedford Leno, portavoz de la Liga, todos abandonaron al punto la habitación salvo Odger, que quedó en situación muy expuesta cuando el Times del día siguiente narró el episodio. Alguien se había ido de la boca, y resultó ser el director de La Colmena.

[1213] Para sus seguidores era «el mayor pensador desde Platón», como recuerda Carlyle, brillante por «su capacidad para atraer al zelote y al desplazado». En una carta de 1838 dejó dicho también que «no recuerdo haberle oído decir una sola palabra de reconocimiento o simpatía hacia cosa alguna». Menos belicoso en todo caso que otros profetas apocalípticos, su esposa cuenta que «nunca dejó de orar en todo momento de ocio».

[1214] Sin perjuicio de liderar la Reform League, el legado de Leno serían ante todo poemas y canciones como la que empieza diciendo: «No juzgues a un hombre por lo caro de su ropa».

[1215] Entre ellos el antropólogo K. Polanyi, el teólogo K. Barth, la novelista J. K. Rowling y políticos como Tony Blair, Hugo Chávez o Rafael Correa; cf. Wikipedia, Christian socialism.

[1216] A despecho de su título, El liberalismo es pecado constituye un texto culto y ecuánime, como empieza mostrando la definición ofrecida por el Prólogo: «Principios liberales son: la soberanía del individuo con independencia de Dios y su autoridad; soberanía de la sociedad con independencia de lo que no nazca de ella misma; soberanía nacional, es decir, el derecho del pueblo para legislar y gobernar con independencia de todo criterio que no sea el de su voluntad, expresada por el sufragio primero y por la mayoría parlamentaria después; libertad de pensamiento sin limitación alguna en política, moral o Religión; libertad de imprenta, asimismo absoluta o insuficientemente limitada; libertad de asociación con iguales anchuras. Estos son los llamados principios liberales en su más crudo radicalismo» (Sardá y Salvany, 1884, pág. 4).

[1217] Beesly en Lichtheim, 1998, págs. 218-219.

[1218] Tolain había publicado en mayo de ese año un Manifiesto que constituye la piedra miliar del laborismo francés, abogando por derecho de huelga, libre sindicación y otras reformas en materia de mutualidades y formación profesional. Napoleón III acabaría sancionando esas reivindicaciones.

[1219] No admitían, por ejemplo, que la «dictadura social del altruismo» —enunciada en su Sistema de política positiva— rechazase la idea misma de derechos civiles y, en particular, la libertad de conciencia.

[1220] Comte, 1975, vol. II, pág. 712.

[1221] Cavour, primer ministro piamontés y verdadero unificador de Italia, que salvó a Garibaldi de la derrota varias veces, siempre llamó a Mazzini «capo de los asesinos», atendiendo a los muertos producidos a cuenta de «alzamientos absurdos». Entre las sociedades secretas mazzinistas estuvieron la Joven Italia, la Joven Alemania, la Joven Polonia, la Joven Hungría, la Joven Suiza y la Joven Europa.

[1222] Lichtheim, 1998, pág. 208. La obra de Herzen se aborda en el capítulo siguiente, al documentar la evolución del colectivismo ruso.

[1223] Cf. Stekloff 1928, I, 1. Ser uno de los fundadores del partido bolchevique confiere a su Historia de la Primera Internacional la virtud de describir hechos y matices «desde dentro». Como la versión online del Marxists International Archive (MIA en lo sucesivo) omite números de página, limito la referencia a una especificación de parte y capítulo.

[1224] Sin perjuicio de denunciar las «flagrantes violaciones del derecho internacional perpetradas por gobiernos y patronos», la meta más práctica puesta sobre la mesa por Beesly fue «diseñar remedios contra la importación de trabajadores extranjeros para romper huelgas».

[1225] En su primera composición lo formaban 10 alemanes, 9 franceses, 6 italianos, 2 suizos, 2 polacos y una veintena de ingleses, entre ellos destacados sindicalistas de la nueva guardia —Odger, Howell, Osborne, Lucraft— y algunos de la antigua (incluyendo cartistas reñidos a muerte con la actitud lib-lab, y hasta algún owenita en sentido estricto). Cf. Stekloff, 1928, I, 3. Howell, por ejemplo, insistió en excluir a La Colmena, porque se dedicaba «a flagelar todo salvo su propia actitud».

[1226] Stekloff, ibíd.

[1227] La misiva apareció publicada en La Colmena del 7/11/1865, poco más de un año después.

[1228] Carta a Engels, del 10/2/1865. «Clubs» alude, naturalmente, al tipo de organización política informal desarrollado por Robespierre en 1789.

[1229] Lichtheim, 1998, págs. 214-215.

[1230] Véase antes, págs. 414-415.

[1231] Marx, Communist University, Inaugural Address to IWA. El discurso termina mencionando «la desvergonzada aprobación, simpatía fingida o idiótica indiferencia con la cual han presenciado las clases altas europeas cómo las fortalezas montañosas del Cáucaso caían en manos rusas, y cómo el heroico pueblo polaco era asesinado por el bárbaro poder cuya cabeza está en San Petersburgo. Eso muestra a las clases trabajadoras su deber de instruirse en los misterios de la política internacional».

[1232] Cf. The Paris Commune of 1871, en MIA.

[1233] El día de la inauguración aparecieron 6 representantes de Blanqui para denunciar que Tolain y los suyos eran «agentes encubiertos de Napoleón III». Pero su propuesta de expulsión no prosperó, y fueron invitados a marcharse ellos.

[1234] Asistieron 64 delegados de Inglaterra, Francia, Alemania, Bélgica, Italia y Suiza, por primera y única vez sin la presencia de Marx, pues estaba corrigiendo pruebas de imprenta de El Capital.

[1235] El de C. de Paepe, uno de los seis delegados belgas, que en principio se alineaba con Tolain y sus 26 delegados franceses pero en el último momento se inclina por el «Estado obrero».

[1236] Su sentencia puede considerarse la más antigua invitación a una «izquierda unida», así como el llamado discurso inaugural de Marx a la IWA es quizá la primera mención pública a que «las desigualdades crecen».

[1237] No quedará claro si el origen de dichos fondos fue el bolsillo del autor o contribuciones recaudadas por la IWA, y previendo el posible efecto contraproducente de la acusación Marx envía por correo urgente una carta a San Petersburgo: «Bakunin, encargado tiempo atrás de la traducción, recibió el dinero y en vez de trabajar escribió la carta más infame y comprometedora […] Me sería de máxima utilidad tenerla inmediatamente, pues debo viajar a finales de este mes a La Haya» (carta a N. Danielson, del 15/8/1872). Tres meses más tarde comunica al mismo corresponsal que «la indiscreción de sus cómplices [los de Bakunin] en La Haya fue intencionada, y supongo que una especie de intimidación» (carta del 18/1/73). Sobre la implicación de Nechayev en estos sucesos, véase más adelante pág. 470.

[1238] Véase más adelante, págs. 490-498.

[1239] Tal lectura puede verse como «una mala interpretación de la Historia promovida por mala fe de propagandistas sectarios, incapaces de comprender que —a diferencia de las sectas— todo movimiento profesional de trabajadores se estructura necesariamente de forma democrática» (Lichtheim, 1999, pág. 211).

[1240] Cf. II, 3.

[1241] El primero es la nunca enviada carta a La Liberté, del 5/10/1872, dos meses después del Congreso de La Haya, donde examina todos los puntos de acuerdo y desacuerdo con los procedimientos de Marx, y con el materialismo dialéctico en general.

[1242] Bakunin, Address to the IWA Congress of Saint-Imier, en MIA.

[1243] Carta del 27/9/1873.

[1244] Carta del 12/9/1874.