Ya sabes cómo comenzó esta historia pero todavía no conoces el paso a paso. Lo primero que me pregunté al iniciar mi proceso de transformación fue ¿qué es lo primero que debo hacer? Bajar de peso de una manera saludable era la meta, pero ¿cómo lo iba a lograr? Mi consejo es que busques la ayuda de un profesional, una persona que te guíe en el proceso de una manera consciente, responsable y, sobre todo, divertida. Y así apareció en mi vida Francisco Saavedra, un instructor y gran ser humano, quien aceptó entrenarme y enfrentar este reto conmigo: bajar dieciocho kilos de manera correcta, saludable y disciplinada. Durante todo ese tiempo no paré de entrenar. Todos los días iba religiosamente al gimnasio guiada por él y con una alimentación muy específica. Pasaban los días, los meses y las horas, y cada cosa que hacía ahora era diferente. ¿Por qué? Porque ahora me sentía con un reto personal que con el tiempo se transformó en la implementación de hábitos que me hacían sentir fuerte, linda, segura, empoderada y capaz. Y sí, tal vez no consiguiera el papel estelar, pero sí iba a conseguir algo más importante: aumentar mi autoestima y confiar en mí. Y eso, eso no me lo iba a quitar nadie.
Durante el entrenamiento yo obedecía, confiaba y me dejaba llevar. Francisco me decía: «come esto, haz aquello, evita lo uno, consume lo otro…». ¡Uff! Demasiada información que en ese momento no entendía bien pero que aun así ponía en práctica. Esto empezó a generar demasiadas preguntas en mí. La principal era saber para qué debía comer «limpio», un concepto que hoy en día significa todo para mí. La definición es muy sencilla: comer limpio es evitar a toda costa alimentos procesados y refinados, es tener una alimentación rica en frutas, verduras, carbohidratos, proteínas, grasas saludables y tomar mucha agua. Y entender que el proceso no es una dieta, sino una decisión.
Mi entrenador fue sumamente paciente porque yo no paraba de preguntarle todo lo que se me pasaba por la cabeza: para qué servían las pesas, por qué debía aumentar las sesiones de cardio, es decir, el ejercicio cardiovascular, por qué debía ingerir seis comidas al día y no tres, y fueron todos esos cuestionamientos los que me llevaron a emprender este camino que me ha conectado con muchas personas que, como yo, buscan una respuesta. Bueno, pero no voy a seguir «echándote lora», jajaja, más bien te invito a que te contagies de este mundo tan maravilloso que vivimos cuando descubrimos que el poder está en cada uno de nosotros.
A continuación, te invito a pensar en un proyecto, en una meta, en un sueño muy poderoso que tengas en mente en este momento y que evalúes en una escala del 1 al 5 (en la que 1 es el nivel más bajo y 5 el más alto), qué tanto de cada ingrediente le estás añadiendo:
Acabas de conocer el primer paso que siempre doy antes de cualquier cosa y que me ayuda a analizar el estado de las metas que quiero lograr para enriquecer mi vida. En mi caso, a través del alimento, he aprendido todo lo que sé: con mis creaciones culinarias he llegado a sentirme poderosa, he alimentado a los que amo y he logrado darle esa gasolina a mi cuerpo para que se sienta bien y dé lo mejor de él. Te puedo asegurar que todo lo que comes también está directamente relacionado con tus emociones. A partir de mi transformación, mi mente funciona mucho mejor que antes, y es ahora cuando me atrevo a decirte que será la mejor decisión que podrás tomar en tu vida. Transformar mi alimentación también implicó una serie de cambios notorios físicamente. Para empezar, mi piel empezó a lucir radiante y adquirió un aspecto más rozagante, terso y limpio. La celulitis comenzó a disminuir y, por supuesto, mi cuerpo empezó a cambiar gracias a la firmeza que fue adquiriendo poco a poco. Pero aquí no termina todo: mi sistema digestivo empezó a regularse y dejé de sufrir periodos de estreñimiento. Al aumentar las dosis de agua que ingería diariamente, mis riñones empezaron a funcionar mucho mejor. Mi fuerza mental, mi concentración, mi energía vital, la creatividad: todas mejoraron de una manera abrumadora. Y si mi vida no podía ser mejor cuando estaba despierta, al dormir no fue la excepción, jajaja. Empecé a tener periodos prolongados y estables de sueño, y algo en mi interior me llevaba a sentirme y verme más joven. No he vuelto a sufrir un resfriado, mi cuerpo es mucho más resistente a las temporadas de gripa y ahora me siento capaz de alzar a mi hijo por más tiempo del que lo hacía antes. En fin: los cambios han sido muy positivos. Te preguntarás ahora: sí, todo suena maravilloso pero, ¿no sufres aguantando hambre? La buena noticia es que NO. No paso hambre, al revés, como más y durante el día estoy llena de energía. Sin duda, ha valido la pena todo el sacrificio y el tiempo que me ha llevado… ¡y lo que falta, jajaja! Con el tiempo he llegado a la conclusión de que en este mundo las personas felices somos las que sobrevivimos, así que, ¿qué tal si descubres los poderes del alimento y te atreves a ser feliz?
El proceso de alimentación con Salomón ha sido fantástico pues él siempre se ha visto involucrado de una manera u otra en la cocina. Tal como mi papá me llevaba al mercado desde pequeña y me mostraba los placeres de la comida fresca, así mismo he tratado de hacerlo con Salomón. A él le encanta el plan, creo esto se debe a que ha visto mi felicidad al realizarlo. El ejemplo que le damos a nuestros hijos es vital para que ellos tomen mejores decisiones; me parece que no siempre es lo que les decimos lo que a ellos se les queda grabado, sino lo que les demostramos con nuestros actos y buen ejemplo.
La verdad, les confieso que no le he puesto misterio al asunto de la alimentación con Salomón porque para mí la ley aplica para todos. Es decir, lo que como yo, lo comen todos en casa. Sobre todo Salomón, porque la mayor sí es diferente, jajaja, a ella no le tocó una mamá tan consciente cuando tenía cuatro años.
Si en casa procuras tener alimentos frescos, ingredientes saludables, y todo lo preparas de manera deliciosa, como lo hago yo, eso te puede ayudar en la alimentación de tus hijos. Muchas veces, por falta de tiempo o porque nos parece que las comidas para ellos deben ser distintas por ser pequeños, buscamos las opciones más fáciles para alimentarlos. Somos nosotros mismos quienes nos encargamos de mostrarles a ellos los sabores y gustos por la alimentación y por todo en la vida. Entonces, con Salomón, decidí hacer todo lo contrario a lo que hice con Sofía del Mar. Salomón conoce y come exactamente lo que yo y el resto de mi familia come y saborea. Él no le ve misterio, es más, cuando me dice que no le gusta sin ni siquiera haberlo probado, me hago la chistosa y le digo que cómo se va a privar de probar algo nuevo. Es así como poco a poco lo he involucrado con el mundo de los colores y el buen sabor, y lo he alejado de las galguerías y la comida práctica, llena de colorantes, preservativos y sabores artificiales con los que estamos acostumbrados a alimentar a nuestros hijos.
Yo trabajo mucho y la mayoría de veces al regresar a casa lo primero que hago es meterme a la cocina después de regalar besos y abrazos a mis hijos, mi esposo y a mi perro Lorenzo. La primera pregunta es: ¿tienen hambre? Y, la mayoría de las veces, todos me responden que sí, que cuál es la receta del día, jajaja. ¿Sabes qué hace Salomón? Se sienta a contarme historias. Ahora que está más grande, he procurado pedirle su colaboración mientras cocino y así empiezo a mostrarle cosas nuevas y divertidas mientras preparo la cena o el almuerzo. Esa es una buena manera de empezar a involucrarlos con los alimentos, haciéndolo, obviamente, de una forma divertida y didáctica. Tengo espátulas con caritas felices, cuchillos de plástico y, por supuesto, él sabe que el fogón solo lo manipulan los adultos.
Estas son algunas de las preparaciones en las que más involucrado procuro tenerlo. Naturalmente, a ratos debo esconderle las verduras en los platos, pero les prometo que saben tan rico al final que ni siquiera se da cuenta, jajaja.
Les comparto algunos menús que me encanta prepararles a mis hijos: