Este capítulo está enfocado hacia la medición de la producción. En términos amplios la producción es un proceso del cual se obtienen bienes y servicios, crea trabajo y genera ingreso. La producción es un concepto central de las cuentas nacionales, pero ¿qué cubre exactamente la noción de producción? Este capítulo define la “frontera de la producción”, y examina como deciden los economistas que se incluye en el PIB y que se excluye. Trata además la relación de esta frontera con las economías ilegales y subterráneas, y considera también la medición de la producción y del valor agregado.
La producción es el proceso que conduce a la obtención de productos (en el sentido que este término tiene en cuentas nacionales), en el que se crean puestos de trabajo y se generan ingresos para los trabajadores y los propietarios del capital, y que culmina con los bienes y servicios que se encuentran en el comercio. El concepto de producción es central en economía. Se utiliza por los economistas, fundamentalmente, en términos de volumen (es decir, no se valora en términos de precios corrientes).
La producción es el resultado de tres factores de producción: trabajo, capital y consumo intermedio (insumos). Las presentaciones macroeconómicas utilizan con frecuencia una medida basada en el valor agregado (en lugar de la producción) lo que permite prescindir del consumo intermedio y, por tanto, mostrar solo al trabajo y al capital como factores de producción. Cuando se modela el crecimiento del producto en volumen (o, en su lugar, el crecimiento del valor agregado, una vez deducido el consumo intermedio de ambos lados de la ecuación), los economistas de la OCDE se valen de la siguiente fórmula:
donde Y’ es la tasa de crecimiento del valor agregado; L representa al trabajo y K al capital; f es la función de producción; y el signo (’) significa “derivada de”. El término “PMF” se refiere a la “productividad multifactorial”, que está constituida por la parte de la variación del valor agregado que no puede atribuirse a variaciones del volumen del factor trabajo ni a variaciones del factor capital. La tasa de crecimiento de la productividad multifactorial representa la contribución al crecimiento del valor agregado de una combinación más productiva de trabajo y capital (por ejemplo, una mejor organización del trabajo o el empleo de nuevas técnicas). A la PMF se le llama a veces “progreso tecnológico inmaterial”, por ser el resultado de un progreso técnico que no se refleja en la medición del trabajo y del capital. La PMF no se puede medir directamente y solo se puede obtener como un factor residual de la fórmula que figura más arriba. A pesar de ser difícil de captar, la PMF es el factor que determina el crecimiento a largo plazo del nivel de vida. En los últimos años se ha puesto de manifiesto que la PMF ha crecido más rápidamente en los Estados Unidos, Canadá, Australia y en los países del norte de Europa que en Francia, Alemania e Italia. Esta constatación ha puesto en evidencia la necesidad que tiene Europa continental tanto de invertir en nuevas tecnologías e I&D como de emprender reformas estructurales.
Los economistas de la OCDE también utilizan estadísticas de producción (valor agregado), en términos de volumen por supuesto, para estimar la “brecha de producción” como parte de su seguimiento regular de la situación económica en los Estados miembros. La idea básica es muy sencilla: dada la cantidad de trabajo y capital disponible en un momento dado, ¿cuál es la máxima tasa de crecimiento del PIB en volumen que se puede alcanzar sin estimular la inflación? El nivel del PIB que corresponde a esa tasa se denomina “PIB potencial”, que se compara con el PIB observado. Si el PIB observado es inferior al PIB potencial, se dice que existe una brecha de producción negativa. En esta situación las autoridades tratan con frecuencia de estimular la demanda, bien reduciendo los impuestos o bien incrementando el gasto público (por ejemplo, en grandes proyectos de infraestructura y/o incrementando el número de funcionarios). Por su parte, el Banco Central puede decidir una reducción de sus tasas de interés. Si, por el contrario, se estuviera ante una “brecha de producción positiva” – es decir, cuando el crecimiento del PIB observado excede al del PIB potencial – será difícil elevar el gasto público o disminuir los impuestos sin generar automáticamente inflación, y por ello la decisión habitual de los bancos centrales suele ser la elevación de sus tasas de interés claves.
A pesar de que el concepto de PIB potencial es sencillo, su cálculo no está exento de una cierta complejidad, porque requiere la medición del stock de capital y el valor de los servicios prestados por este capital, además de la medición del factor trabajo. Este último no es simplemente el número de trabajadores sino por el número de horas trabajadas, ajustadas por la composición cualitativa de la fuerza de trabajo (niveles de destreza). Por otra parte, es necesario estimar la función de producción macroeconómica que relaciona estos factores con la producción. A pesar de estas dificultades, la OCDE estima el crecimiento del PIB potencial de sus Estados miembros, y publica regularmente las “brechas de producción” resultantes. Por ejemplo, en 2013, los economistas de la OCDE estimaban que la brecha de producción del Japón era imperceptible (es decir el crecimiento observado era igual al potencial), en tanto que era negativo en Estados Unidos (-3.1), Alemania (-0.8) y Francia (-2.4) (OCDE, 2013). Estas cifras varían de acuerdo con las fases del ciclo económico.
El crecimiento económico no es estable. Sigue los “ciclos económicos”. Después de una recesión (menor crecimiento o aun una disminución del PIB), la economía se orienta por demandas crecientes (i.e. inversiones empresariales) y reacciona nuevamente, crece hasta un pico y luego declina, cayendo nuevamente en una recesión. El ciclo complete dura entre 6 y 10 años. Luego inicia nuevamente otro ciclo.
El crecimiento no-inflacionario, por encima del PIB potencial, solamente se puede lograr aumentando la productividad aparente del capital y del trabajo (véase el Recuadro 4.1), y las reformas estructurales son una de las vías para conseguirlo.
La productividad aparente del trabajo se define como la relación entre la producción y el trabajo. Si se designa por Y el volumen de producción y por L el volumen de trabajo, la productividad del trabajo es igual a Y/L, es decir, la cantidad de producción por unidad de trabajo. Para el análisis macroeconómico los economistas prefieren utilizar como numerador el valor agregado en volumen (es decir, el PIB), en lugar de la producción. El denominador que se utiliza es el volumen de trabajo medido por el número de trabajadores multiplicado por el promedio de horas trabajadas (idealmente ajustadas según el nivel profesional de los trabajadores). Normalmente, en la práctica, se está más interesado en el crecimiento de la productividad del trabajo que en su nivel absoluto. Esto significa calcular Y’ – L’ (en lugar de Y/L), donde Y’ es el crecimiento en volumen del valor agregado y L’ es el crecimiento en volumen del trabajo.
Los estudios publicados por la OCDE incluyen sistemáticamente secciones sobre el progreso realizado por los Estados miembros en lo relativo a las “reformas estructurales”. Esta expresión despierta las sospechas de los sindicatos, que la consideran un eufemismo que encubre ataques a los derechos sociales adquiridos, tales como el salario mínimo garantizado, la legislación relativa a la protección del empleo y el derecho a percibir prestaciones de desempleo cuando se ha perdido el empleo. No obstante, esta es una visión parcial del problema, puesto que las reformas estructurales implican no solo la desregulación del mercado de trabajo sino también la del mercado de bienes y servicios. Las reformas estructurales de los mercados de productos suponen un incremento de la competencia entre los productores por medio de la apertura de los mercados nacionales a la competencia extranjera, la abolición de cárteles y de otros acuerdos en contra de la libre competencia, y el abandono de los monopolios públicos, especialmente en campos tales como los transportes por ferrocarril y aéreo, las telecomunicaciones y la electricidad, gas y agua, por ejemplo.
Para identificar qué sectores específicos de la economía necesitan reformas estructurales, los economistas de la OCDE comparan la productividad de diversas industrias en diferentes Estados miembros. Prestan especial atención al crecimiento de los sectores construcción de automóviles, transporte aéreo y suministro de electricidad, y a partir de ahí tratan de determinar la estructura institucional de los países en que estos sectores crecen más rápidamente. Lo que aparentemente funciona en unos países debería probarse en otros. Todos estos análisis se basan, casi exclusivamente, en los datos de producción, o de valor agregado en volumen, que proveen las cuentas nacionales.
De lo anterior debería quedar claro que la producción es un concepto central para los contables nacionales que pretenden elaborar datos útiles.
El concepto de “producción” es ajeno a la contabilidad de las empresas, que se concentra exclusivamente en las “ventas”.
Queda aún por establecer qué comprende exactamente el concepto de producción. Para ello se necesita trazar la “frontera de la producción”, y decidir qué se incluye y qué no. La mayoría de lo que se incluye en el PIB no plantea ningún tipo de controversia. Para empezar, debe tenerse en cuenta que la producción, según las cuentas nacionales, es el proceso que crea los bienes y servicios que compran los hogares (para satisfacer sus necesidades cotidianas) y las empresas (para poder producir estos bienes y servicios). El término relevante en la frase precedente es el verbo “comprar”, que implica que todas las operaciones “monetizadas” están incluidas en el PIB. Pero, puesto que nadie compra la producción de los ministerios o del ejército ¿qué se puede decir de la actividad de los funcionarios públicos y de los miembros de las fuerzas armadas? Otra zona gris de las cuentas nacionales es la de los servicios prestados gratuitamente por los hogares. Si una persona paga a otra por limpiar sus ventanas, se realiza una producción, porque se ha vendido un servicio. Pero ¿qué ocurre si la gente limpia sus propias ventanas? ¿Se incluye esa actividad dentro de la frontera de la producción?
Como se verá más adelante no hay un consenso general a favor de la inclusión de los servicios prestados por las administraciones públicas en el PIB. A pesar de que estos servicios no se venden, en las cuentas nacionales se incluyen como producción (y como valor agregado) y se denominan servicios de no mercado producidos por las administraciones públicas. El valor agregado por estos servicios es muy importante ya que representa, aproximadamente, entre el 15% y el 20% del PIB, dependiendo del país de la OCDE de que se trate. Por el contrario, la “producción de no mercado” de los hogares – cocinar, limpiar el hogar, cuidar a los niños, hacer compras, etc. – no está incluida en las cuentas nacionales, con excepción de los servicios de alojamiento que los propietarios de viviendas producen implícitamente para su propio uso. En las cuentas nacionales se hace como si los propietarios-ocupantes se prestaran a sí mismos servicios de alojamiento. Se establece que estas transacciones teóricas, o ficticias, que se denominan en la jerga de las cuentas nacionales “imputadas”, son iguales a los alquileres que los propietarios de las viviendas tendrían que haber pagado para vivir en viviendas del mismo tipo, en la misma ubicación y dotadas de los mismos servicios. Para calcular la producción total de los “servicios de vivienda” (o “servicios de alojamiento”), estos alquileres imputados se añaden a los alquileres efectivamente pagados.
Las imputaciones se realizan solo cuando es absolutamente necesario para el análisis de los cambios de los agregados macroeconómicos a lo largo del tiempo, o para facilitar las comparaciones entre diversos países. Este es el caso de los alquileres imputados de los propietarios que ocupan sus propias viviendas. Si esta producción no se incluyera, mediante una imputación, el resultado sería una caída estructural del PIB a lo largo del tiempo, porque, a largo plazo, la tendencia al alza de la adquisición de viviendas en propiedad produciría automáticamente una tendencia a la baja en el valor de los alquileres efectivamente pagados y por tanto del PIB (si los demás factores permanecen constantes). Esto dificultaría las comparaciones de los PIB de diferentes países, porque la tasa de viviendas habitadas por sus propietarios varía notablemente entre los distintos países.
Otro ejemplo de imputación en las cuentas nacionales es la de los bienes (principalmente alimentos) que algunos hogares producen para su propio consumo. Esto representa solo una pequeña proporción de la producción de los Estados miembros de la OCDE, pero esta proporción es mucho más elevada en los países en vías de desarrollo, en los que los hogares que tienen pequeñas explotaciones agrícolas y ganaderas consumen buena parte de su propia producción. En algunos países, los hogares campesinos y otros producen incluso sus herramientas, sus viviendas y edificaciones anexas o sus propias prendas de vestir. Como resultado, la convención adoptada en cuentas nacionales al calcular el PIB ha sido imputar la producción de todos los bienes que constituyen el autoconsumo de los hogares, y atribuir a estos bienes el precio de mercado de bienes idénticos. Por otra parte, como se vio más arriba, los servicios producidos para sí mismos por los hogares no se imputan en las cuentas nacionales, con la notable excepción de los servicios de alojamiento, en el caso de los propietarios que ocupan su propia vivienda. Tampoco se tienen en cuenta los servicios que algunos hogares prestan gratuitamente a otros (reparación gratuita del goteo de un grifo del vecino).
Cuando se prestan servicios a cambio de un pago, se intenta incluirlos en la producción haciendo una estimación, por ejemplo, del valor de lecciones privadas o del cuidado de los niños por terceros.
Tales exclusiones pueden parecer arbitrarias, pero, al menos, tienen el mérito de que eximen realizar una multitud de imputaciones, algunas de ellas extremadamente arriesgadas (véase la sección “Los servicios de los hogares” en las Precisiones adicionales).
En conclusión, las cuentas nacionales definen la producción como el resultado de la utilización de uno o más de los tres factores de producción: trabajo, capital y consumo intermedio (insumos materiales). Esta condición necesaria lleva a una definición muy amplia de producción, que se limita posteriormente por la imposición de otros criterios, como se evidencia en el diagrama que figura a continuación (que debe leerse empezando por la esquina superior izquierda). La flecha más importante del diagrama, que puede considerarse el corazón de las cuentas nacionales, es la que figura en la esquina superior derecha, que indica que la producción consiste, fundamentalmente, en el valor de los bienes y servicios producidos por determinados agentes económicos para ser vendidos a otros agentes económicos (intercambiados por dinero o, excepcionalmente, mediante trueque). En las economías de los países de la OCDE estos bienes y servicios constituyen la mayor parte de la producción. Sin embargo, no se pueden pasar por alto los servicios de no mercado producidos por las administraciones públicas, ni los alquileres imputados que se aplican a los que habitan en viviendas de su propiedad.
Antes de entrar en más detalles, es importante tener en cuenta que la producción en la contabilidad nacional mide el resultado de la actividad productiva durante un período, que puede ser un año o un trimestre. Se dice que la producción es una “variable de flujo”, por oposición a una “variable de nivel”, que, como indica su nombre, mide un nivel al final del período, tal como el inventario de productos terminados a 31 de diciembre de un año cualquiera. Las variables de flujo se pueden sumar: la producción de un año es la suma de la producción de los trimestres de ese año. No es el caso de las variables de nivel.
En el diagrama anterior no se distingue entre producción legal e ilegal, por lo que se puede concluir que las actividades ilegales están dentro de la frontera de la producción y que, por tanto, están incluidas en el PIB. Tales actividades son de dos tipos: 1) ilegales, tales como el comercio de bienes robados, la prostitución organizada (en países donde es ilegal) y la producción y el tráfico de drogas, y 2) legales, pero organizadas de forma ilegal, como el caso de los trabajos de fontanería o de reparación pagados en efectivo y no declarados a las autoridades fiscales.
En los países de la OCDE las actividades ilegales son marginales, en términos macroeconómicos. La mayoría de las estimaciones que se han realizado las sitúan por debajo del 1% del PIB. Aunque en teoría están incluidas en el PIB, en la práctica estas actividades no son objeto de estimación, por lo que puede considerarse que no figuran en el PIB1. Por otra parte, se conoce como economía sumergida, subterránea, “en negro” u “oculta” a las actividades legales que se desarrollan ilegalmente (para evitar pagar impuestos y contribuciones sociales), y se estima que alcanzan entre un 2% y un 15% del PIB en los países de la OCDE. Esta proporción es tan elevada que los contables nacionales han tenido que desarrollar técnicas especiales para asegurar que estas actividades se incluyen en las estimaciones del PIB. El Gráfico 4.1 muestra la proporción del PIB generado por las actividades ocultas o subterráneas. Se les denomina economía “no-observada” porque no pueden ser observadas por los tipos habituales de estudios y encuestas. En España, por ejemplo, la economía no observada representa el 11.2% del PIB oficial. Esta es la participación del valor agregado que se ha incorporado a las fuentes estadísticas oficiales utilizando técnicas especiales. Por lo tanto no se puede afirmar que las cuentas nacionales no incluyen la economía “subterránea”. Como ejemplo concreto de cómo se realizan estasestimaciones que utilizan técnicas especiales se presenta la sección “Los ajustes para estimar la economía subterránea en el caso de Francia”, que figura en las Precisiones adicionales del Anexo 4.B.
Fuente: United Nations Economic Commission for Europe (2008), Non-observed economy in national accounts: Survey of country practices.
Como se ha visto anteriormente, la producción en la contabilidad nacional está constituida fundamentalmente por el valor de los bienes y servicios producidos para ser vendidos a otros agentes (las producciones que no se destinan a ser vendidas no se registran, salvo algunas excepciones). Como se señaló en el Capítulo 1, esto plantea un problema de agregación, porque la suma de las producciones así medidas puede cambiar a lo largo del tiempo, no porque se hayan producido más bienes y servicios sino porque las empresas pueden “subcontratar” algunas de las actividades que venían realizando directamente en un período anterior (véase el Recuadro 4.2). Por esta razón, los contables nacionales han creado el concepto de valor agregado. Se vuelve sobre esto más adelante.
Al medir la producción, las cuentas nacionales no incluyen la que se realiza “por cuenta propia”, es decir los bienes y servicios intermedios producidos para ser consumidos dentro de la misma unidad de producción. Las cuentas nacionales registran la producción por cuenta propia de las empresas solo cuando los bienes se destinan a la inversión. Por ejemplo, en una compañía que fabrica automóviles, las cuentas nacionales no contabilizarán la producción de los motores que se les incorpora, si estos han sido fabricados por la propia compañía. De forma similar, las cuentas nacionales no incluirán los servicios de gestión de personal de este fabricante de automóviles, si esos servicios se prestan internamente. La contabilización de la producción “por cuenta propia” de bienes y servicios intermedios inflaría indebidamente la cifra de la producción total. Sin embargo, si se subcontrataran la fabricación de motores y los servicios de gestión de personal, es decir, si el fabricante de automóviles adquiriese estos bienes y servicios a otra compañía, entonces se contabilizaría esta producción. El paso de una situación a otra inflará la producción total, cuando en realidad no se ha creado ningún nuevo bien o servicio. De ahí lo atractivo del concepto de valor agregado (véase el Capítulo 1), cuyo total es independiente del modo de organización de las empresas.
Es importante tener en cuenta que la producción por cuenta propia de bienes de capital, como máquinas o software, se contabiliza en las cuentas nacionales. Entonces, ¿por qué no se contabiliza la producción por cuenta propia de bienes intermedios y se contabiliza la producción por cuenta propia de los bienes de capital? Porque los bienes y servicios intermedios no tienen impacto en el PIB ya que, por definición, se consumirán dentro del proceso de producción. Por su parte, los bienes de capital se utilizan durante largos períodos.
Pero aunque el concepto de valor agregado se prefiere al concepto de producción, este último es muy utilizado en contabilidad nacional. ¿Cómo se mide? La producción a precios corrientes se mide, generalmente, por las ventas, aunque es necesario introducir un ajuste. En el caso de los bienes, al menos parte de la producción obtenida en el período puede no venderse, por lo que se almacena como existencias. De forma similar, algunos de los bienes vendidos en el período corriente pueden provenir de existencias previamente almacenadas (lo que implica que no han sido producidos en el período). Finalmente, parte de la producción durante el período puede no haberse terminado completamente, por lo que se almacena como trabajo en curso. Al final, la producción a precios corrientes se mide como: ventas más la variación (positiva o negativa) de existencias de productos terminados y de trabajos en curso. Esta fórmula se utiliza regularmente para calcular la producción, pues los datos requeridos están disponibles en la contabilidad de las empresas, aunque no siempre en una forma que facilite su utilización (véase el Recuadro 4.3).
Se podría pensar que utilizar los datos de la contabilidad de las empresas para determinar la variación de existencias carece de complicaciones. Sin embargo, en la práctica, esa estimación no es fácil porque las existencias generan ganancias en tenencia, cuando los precios suben, y pérdidas en tenencia, cuando los precios bajan. Es un principio fundamental de las cuentas nacionales excluir las pérdidas y ganancias en tenencia al medir la producción. Realmente, si una empresa obtiene una ganancia en tenencia simplemente por mantener productos en existencias, esto no constituye un proceso productivo y, en consecuencia, tal ganancia no puede ser incluida en el PIB. Por lo tanto, es necesario ajustar las cifras de la variación de existencias que figuran en la contabilidad de las empresas para eliminar las pérdidas y ganancias en tenencia de las existencias.
En cuanto a los precios, la producción se mide a “precios básicos”, que corresponden a los ingresos por unidad de producto vendido, que quedan en manos del productor.
Una excepción entre los países de la OCDE es EE.UU., que calcula su producción y valor agregado a precios de mercado (es decir incluyendo los impuestos sobre los productos). Véase el Capítulo 12.
Por tanto, los precios básicos no incluyen los impuestos sobre los productos (por ejemplo, impuestos sobre el valor agregado o impuestos especiales sobre derivados del petróleo o bebidas alcohólicas), porque estas sumas no le pertenecen al productor, sino que, por el contrario, este debe remitirlos a las autoridades fiscales. Por otra parte, los precios básicos incluyen los subsidios recibidos sobre los productos. Por tanto, en cuentas nacionales, los precios de los productos agrícolas exportados no son los bajos precios que permiten los subsidios a la exportación otorgados a los dueños de explotaciones agropecuarias de países de la OCDE, sino los precios de venta efectivos más los subsidios, por tanto, un precio que está más cerca de los costos reales de producción. Finalmente, la producción en volumen se compila como producción a precios corrientes, deflactada por un índice de precios apropiado.
El consumo intermedio representa el valor de los materiales básicos, componentes y bienes semi-elaborados que se incorporan a los productos, así como la electricidad, el costo de los alquileres, los servicios informáticos (o de computación), los seguros, los servicios contables y legales, etc. En resumen, consumo intermedio es todo lo que se necesita para producir otros bienes y servicios destinados a ser vendidos, salvo el trabajo y los servicios prestados por las instalaciones industriales, la maquinaria, las oficinas y los edificios de las fábricas.
Así como la producción no es igual a las ventas, el consumo intermedio no es igual a las compras de bienes y servicios destinados a ser consumidos intermediariamente. Algunos bienes intermedios utilizados en la producción del período pueden haber sido comprados y almacenados en un período anterior. De igual forma, algunos bienes comprados durante el período pueden ser consumidos en un período ulterior, y permanecen almacenados mientras tanto. Al final, el consumo intermedio es igual a las compras durante el período menos la variación (positiva o negativa) en el valor de las existencias de bienes y servicios destinadas al consumo intermedio. Las empresas suelen denominar a estas existencias “existencias de materiales”. Al igual que la producción, el consumo intermedio es un flujo que corresponde a lo que ha sido consumido durante un período (un año o un trimestre). Esto entraña, además, la exclusión de la definición de consumo intermedio de los bienes utilizados para la producción, pero que no han sido totalmente consumidos durante el período, tales como la maquinaria y el software. Estos bienes de capital se clasifican como “formación bruta de capital” o FBC.
El valor agregado, como su nombre indica, mide el valor que la empresa agrega a los productos que utiliza al elaborar su producción y es igual a la producción menos el consumo intermedio. Se puede deducir, utilizando las definiciones recogidas más arriba para la medición de la producción y de los consumos intermedios, que el valor agregado a precios corrientes es igual a las ventas menos las compras más la variación de las existencias totales (es decir, de productos terminados, de trabajos en curso y de materiales). El valor agregado es un concepto central de la contabilidad nacional. Sin embargo, a primera vista no parece claro lo que representa, porque se define como la diferencia entre dos valores monetarios (producción menos consumos intermedios). Una forma útil de definir el valor agregado a precios corrientes es considerarlo como el valor monetario generado por la producción que queda disponible para pagar:
Los sueldos y salarios y las contribuciones sociales (remuneración de los asalariados);
Los impuestos sobre la producción (excepto los impuestos sobre los productos), netos de subsidios a la producción (excepto los subsidios sobre los productos);
El costo de reemplazar el equipo que progresivamente se ha ido deteriorando durante el proceso de producción (consumo de capital fijo);
Los intereses pagados por los créditos recibidos;
Los dividendos pagados a los accionistas;
Las adquisiciones de nuevo equipo;
El ahorro financiero, es decir, la inversión de las empresas en productos financieros.
A veces esta es la aproximación que se utiliza en la práctica para medir en las cuentas nacionales el valor agregado a precios corrientes por las empresas (véase la sección “Las fuentes de datos del valor agregado de las empresas no financieras. El ejemplo de Francia”, que figura en las Precisiones adicionales del Anexo 4.B. El valor agregado en volumen es la diferencia entre la producción en volumen y el consumo intermedio en volumen.
La definición de producción a precios corrientes, es decir, producción = ventas + variación de existencias de productos terminados y trabajos en curso, también es aplicable a la casi totalidad del sector empresas en las cuentas nacionales. Este sector también se conoce como el sector de mercado, para el que existe un mercado en el que se registran ventas, operaciones (o transacciones) y precios, lo que permite la medición directa de la producción. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que, incluso en el sector de mercado, hay actividades cuya producción es difícil de medir, o incluso de identificar, como ocurre con bancos, compañías de seguros y comercio al por menor, para los cuales no funciona muy bien la definición de producción basada en las ventas. Todas las citadas son actividades de mercado, pero la mayor parte de su producción se adquiere indirectamente, y por ello se requiere una medida alternativa de producción. Además, hay grandes actividades para las cuales no existe la noción de ventas, que son las que constituyen el sector de no mercado, que comprende, principalmente, los servicios prestados por el gobierno general. Las organizaciones de este tipo no venden sus servicios y, por tanto, es necesario buscar otra medida de su producción.
Los productores de no mercado son aquellos que prestan servicios, y en algunos casos proveen bienes, sea gratuitamente, sea a precios que no son económicamente significativos, con lo que se quiere decir que estos precios no cubren la mitad del costo de producción de los citados servicios. Los organismos de las administraciones públicas constituyen la mayor parte de los productores de no mercado, pero hay otros como las instituciones sin fines de lucro al servicio de los hogares (véase el Capítulo 5). La mayoría de los servicios prestados por las administraciones públicas – defensa, política económica, política exterior, educación pública y salud pública – se prestan gratuitamente al público en general. Obviamente, estos servicios están financiados mediante impuestos y contribuciones sociales, pero no hay una relación directa entre el pago de un impuesto por un contribuyente y el nivel de servicios que este recibe. Ni los ciudadanos ni las empresas tienen derecho, por ejemplo, a modificar sus impuestos sobre la base de la cantidad de defensa o de orden público que ellos quieran consumir. Un impuesto es una transferencia a las administraciones públicas de carácter coactivo y no el precio de un servicio público.
Algunos servicios provistos por el gobierno general, como educación y salud, se prestan a los hogares sobre una base “individual”, lo que significa que es posible saber quién los consume. Por ejemplo, si una familia envía a sus hijos a una escuela pública, ellos son quienes consumen estos servicios. Otros servicios se prestan solo en una base colectiva, lo que quiere decir que es imposible saber quién consume qué. Un ejemplo es el orden público: todos los agentes económicos, sean hogares o empresas, consumen parte de los servicios prestados por la policía, pero es imposible saber cuánto consume cada uno. En el caso de los servicios individualizados, a veces el gobierno puede cobrar al consumidor parte del precio (por ejemplo, cuando se obliga a contribuir al costo de una cama de hospital), pero este precio es normalmente muy inferior al costo de producción del servicio consumido, por lo que estos servicios se consideran como de no mercado.
Como en la práctica no hay ventas, en el caso de la producción de no mercado la producción a precios corrientes de los servicios de no mercado, tanto individuales como colectivos, se mide convencionalmente por la suma de sus costos de producción, que incluye a) el consumo intermedio; b) la remuneración de los asalariados; c) el consumo de capital fijo, que es el costo de utilización del equipo del que se han servido los productores de no mercado para realizar su producción (véase el Recuadro 4.4), y en pocos casos d) los otros impuestos pagados sobre la producción (es decir, los que son distintos de los que gravan los productos). El Ejercicio 4, que figura al final de este capítulo, muestra que para medir la producción de servicios de no mercado en las cuentas nacionales, básicamente se supone, de manera muy razonable, que no genera utilidad.
La fórmula general que se emplea para medir la producción a partir de las ventas no se puede utilizar para medir la producción de los bancos, porque los bancos facturan directamente a su clientela solo una porción limitada de los servicios que le prestan (por ejemplo, comisiones por tipo de cambio, comisiones por la tramitación de cheques, comisiones por operaciones de bolsa y cuotas por servicios de asesoramiento financiero), pero no la parte más importante de estos servicios, que consiste en la concesión de préstamos.
Antes de decidir la adquisición de bienes de capital una empresa calcula el retorno, es decir, el rendimiento que puede obtener de los fondos que pretende invertir. Este rendimiento debe ser suficiente para cubrir el deterioro por el uso de los citados bienes (el consumo de capital fijo) más un ingreso neto que sea, al menos, igual al interés que podría obtenerse invirtiendo los fondos en productos financieros (por ejemplo, en bonos). Si el rendimiento no es suficiente para cubrir estos dos elementos, un empresario que actúe racionalmente comprará productos financieros en lugar de bienes de capital (es decir, activos materiales). A la suma del consumo de capital fijo más este retorno neto se le denomina servicios de capital.
En el caso del gobierno general, los costos de producción que se utilizan para evaluar la producción incluyen el consumo de capital fijo pero no el retorno neto. Para una empresa, el retorno neto está próximo a su excedente neto de explotación (véase el Capítulo 7). Como los servicios prestados por las administraciones públicas no se venden (o se venden solo de forma marginal), no tiene excedente neto de explotación, pero el rendimiento neto podría estimarse aplicando un tipo de interés apropiado al valor del capital de las administraciones públicas. Las opiniones pueden diferir respecto a cuál es el tipo de interés apropiado, pero puede decirse que el método que se viene utilizando para evaluar la producción de no mercado subestima la contribución del gobierno general al PIB. Por ejemplo, el método que se viene utilizando implica que los escáneres, o las máquinas de rayos X, no producen ningún retorno neto cuando se utilizan en hospitales públicos pero los producen cuando se utilizan en una clínica privada.
Una medición que utilizara la fórmula general daría como resultado, en el caso de los bancos, un valor agregado muy reducido o incluso negativo, lo que equivale a decir que ¡su consumo intermedio sería mayor que sus ventas! Puesto que los bancos son evidentemente empresas rentables, algo debe estar equivocado. El hecho es que los bancos obtienen la mayor parte de sus utilidades tomando fondos de sus depositantes con tasas de interés bajas y prestando esos fondos a su clientela a tasas de interés más altas. La diferencia entre esos dos tipos de interés (que se conoce en cuentas nacionales como servicios de intermediación financiera) constituye la parte fundamental de la remuneración que obtienen los bancos. De hecho, los bancos son intermediarios entre los que quieren ahorrar – principalmente hogares – y los que necesitan tomar dinero a préstamo – principalmente empresas –. Sin los bancos, estos agentes tendrían grandes dificultades para intercambiar sus fondos. Por tanto, las cuentas nacionales miden la producción de los bancos a precios corrientes como la suma de sus ventas (las comisiones por diversos conceptos que se han mencionado más arriba), más, aproximadamente, la diferencia entre los intereses recibidos de sus deudores (a quienes han concedido créditos) y los intereses pagados a sus acreedores (de quienes han recibido depósitos). Esta diferencia, que constituye, en la parte más importante del total de estos dos sumados, se conoce como “Servicios de Intermediación Financiera Medidos Indirectamente”, o SIFMI (ver la sección sobre SIFMI al final delcapítulo).
La medición de la producción de las compañías de seguros es todavía más problemática que la medición de la producción de los bancos. Para simplificar, solo se hará referencia al caso de los seguros generales (que comprenden, entre otros, la cobertura de vehículos, viviendas, etc.) y no al seguro de vida. El dinero recibido por los aseguradores de estos riesgos por concepto de primas de seguros no constituye el pago por un servicio de seguro ya que la mayor parte de cada prima se destina a constituir un fondo del que saldrán las indemnizaciones que habrán de pagarse en caso de siniestro. Dicho esto, se debe tener en cuenta que las primas de seguro cubren estas indemnizaciones más los gastos de gestión de los siniestros más las utilidades de las compañías de seguro. La producción a precios corrientes de las compañías de seguros corresponde a los dos últimos conceptos, es decir, a los gastos de gestión más las utilidades. Por tanto, la producción en cuentas nacionales se medirá como la diferencia entre las primas recibidas y las indemnizaciones pagadas, expresión que es matemáticamente igual a los gastos de gestión más las utilidades. En la realidad, las cosas son ligeramente más complicadas que todo esto, porque las compañías de seguros invierten inmediatamente las primas recibidas y las mantienen así hasta que llega el momento de pagar indemnizaciones. Por tanto, las compañías obtienen rentas que, en términos económicos, no les pertenecen a ellas sino a los asegurados.Por esta razón, los contables nacionales imputan los ingresos obtenidos de esta inversión como pagados por las empresas de seguros a los asegurados bajo forma de renta de la propiedad atribuida a los asegurados (hogares o empresas), pero como en realidad estos ingresos permanecen en poder de las compañías de seguros, de nuevo se imputa un pago de los asegurados a los aseguradores por ese monto bajo forma de prima complementaria. Es como si los hogares pagaran no solo las primas sino también la renta de la inversión. Al final, la producción a precios corrientes de las compañías de seguro es igual a las primas más la renta de inversión menos las indemnizaciones.
La medición de la producción del comercio (tanto al por mayor como al por menor) también constituye una categoría especial en las cuentas nacionales. Efectivamente, si se aplicara a esta actividad la fórmula general, los resultados sobreestimarían significativamente la producción total, porque las ventas del comercio ya están registradas en la producción de los que elaboran los bienes que se comercian. En consecuencia, la convención que se ha adoptado en este caso ha sido medir la producción como igual al margen obtenido sobre los productos vendidos. Es decir, la producción a precios corrientes del comercio es igual al valor de sus ventas menos el valor de los productos comprados para reventa.
Esto se hace suponiendo que la inflación es baja y por lo tanto no hay incrementos significativos en los precios de mercado entre los momentos de compra y de reventa. Si esta suposición no fuese válida, los aumentos deben tenerse en cuenta y las sumas involucradas deducidas del margen. Debe recordarse que las ganancias o pérdidas en tenencia no se deben tener en cuenta en la producción de las cuentas nacionales.
Esto es lo que se conoce como márgenes comerciales. Los consumos intermedios del comercio excluyen, por tanto, las adquisiciones de bienes para ser vendidos posteriormente y solo comprenden los gastos de alquiler, electricidad, publicidad, empaques y otros gastos operativos. Su valor agregado se calcula de la forma habitual, deduciendo de la producción los consumos intermedios.
La amplitud de la frontera de la producción, según se define en cuentas nacionales, tiene varias ventajas. Facilita una medida útil, aunque solo aproximada, del total de la producción (o, en su lugar, del valor agregado), que es razonablemente comparable entre países a lo largo del tiempo. Sin embargo, para muchos economistas, este agregado constituye una referencia demasiado global, por lo que prefieren concentrarse en partes muy concretas de la economía. Por ejemplo, los estudios de productividad se concentran normalmente en el sector de mercado, excluyen la producción del gobierno general y prescinden de imputaciones tales como la de los alquileres por cuenta propia. En otros casos, los investigadores económicos ponen el énfasis en, por ejemplo, la agricultura, las industrias metálicas y los servicios prestados a las empresas.
Para satisfacer estas necesidades específicas los contables nacionales están utilizando las clasificaciones de actividades existentes a nivel internacional, adaptadas a la representación de la economía de cada país, sin perder la comparabilidad. La clasificación internacional de referencia para las industrias o ramas de actividad es la Revisión 4 de la CIIU (Clasificación Industrial Internacional Uniforme de todas las actividades económicas).
La referencia internacional para clasificación de productos es la Clasificación Central de Productos (CCP), que se describe en el Capítulo 11.
El Cuadro 4.1 muestra los porcentajes del valor agregado total de las principales ramas de actividad de cuatro países de la OCDE. Se utiliza la clasificación internacional de actividades para cuentas nacionales (basada en la CIIU) al nivel A10 (son 10 las principales ramas que en el cuadro aparecen en negrita) y se divide en 21 secciones (las ramas enumeradas de A hasta U). Por ejemplo, el nivel 2 de A10 es “Manufactura, minas y canteras, y otras actividades industriales” que se subdivide en cuatro secciones: B. Minas y canteras, C. Manufacturas; D. Electricidad, gas, vapor y aire acondicionado y E. Suministro de agua; evacuación de aguas residuales, gestión de desechos y descontaminación. Las empresas operan con frecuencia en diversas ramas debido a su diversificación. En este caso se descomponen en partes, llamadas establecimientos, para los cuales se pueden identificar procesos de producción separados. Por ejemplo, la rama “Manufactura” incluye todas las unidades productoras que elaboran bienes industriales, sean estas unidades empresas completas o parte de ellas, que se denominan “establecimientos”. Se pueden notar diferencias estructurales entre países altamente desarrollados, como Estados Unidos y Francia, donde los servicios tienen un peso muy elevado y países menos desarrollados, como Corea, donde la industria es aún muy importante. Obsérvese que en los cuadros el valor agregado total no se denomina PIB. No se trata de una omisión, porque el PIB no es simplemente igual a la suma de los valores agregados, sino igual a la suma de los valores agregados más los impuestos, netos de subsidios sobre los productos (véanse los Capítulos 1 y 10).
Como porcentaje del valor agregado total, 2010
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---|---|---|---|---|---|
Actividad |
Francia |
Corea |
Italia |
Estados Unidos |
|
A |
Agricultura, ganadería, silvicultura y pesca |
1.8 |
2.6 |
1.9 |
1.1 |
|
Industrias manufactureras, explotación de minas y canteras y otras actividades industriales |
12.8 |
33.1 |
19.0 |
15.5 |
B |
Explotación de minas y canteras |
0.1 |
0.2 |
0.3 |
1.6 |
C |
Industrias manufactureras |
10.3 |
30.3 |
16.1 |
11.7 |
D |
Suministro de electricidad, gas, vapor y aire acondicionado |
1.6 |
1.8 |
1.7 |
1.8 |
E |
Suministro de agua; evacuación de aguas residuales, gestión de desechos y descontaminación |
0.8 |
0.8 |
0.8 |
0.3 |
F |
Construcción |
6.1 |
6.3 |
6.1 |
3.5 |
|
Comercio al por mayor y al por menor; transporte y almacenamiento; reparación devehículos automotores y motocicletas |
18.4 |
15.4 |
20.4 |
17.6 |
G |
Comercio al por mayor y al por menor; reparación de vehículos automotores y motocicletas |
11.0 |
8.9 |
10.7 |
11.6 |
H |
Transporte y almacenamiento |
4.8 |
4.2 |
5.6 |
3.2 |
I |
Actividades de alojamiento y de servicio de comidas |
2.5 |
2.3 |
4.1 |
2.9 |
J |
Información y comunicaciones |
5.0 |
4.0 |
4.5 |
5.6 |
K |
Actividades financieras y de seguros |
4.8 |
6.8 |
5.3 |
8.5 |
L |
Actividades inmobiliarias |
13.2 |
7.1 |
13.4 |
10.8 |
|
Actividades profesionales, científicas y técnicas y actividades de servicios administrativos y de apoyo |
12.0 |
5.4 |
8.4 |
12.1 |
M |
Actividades profesionales, científicas y técnica |
6.4 |
3.2 |
6.0 |
8.1 |
N |
Actividades de servicios administrativos y de apoyo |
5.6 |
2.1 |
2.5 |
4.0 |
Administración pública y defensa; educación, salud humana y actividades de asistencia social |
22.6 |
16.8 |
17.4 |
21.9 |
|
O |
Administración pública y defensa; planes de seguridad social de afiliación obligatoria |
7.8 |
6.2 |
6.8 |
8.8 |
P |
Enseñanza |
5.7 |
6.2 |
4.7 |
5.5 |
Q |
Actividades de atención de la salud humana y de asistencia social |
9.1 |
4.5 |
5.9 |
7.6 |
Otras actividades de servicios |
3.4 |
2.4 |
3.5 |
3.4 |
|
R |
Actividades artísticas, de entretenimiento y recreativas |
1.5 |
1.4 |
1.0 |
1.0 |
S |
Otras actividades de servicios |
1.6 |
1.1 |
1.4 |
2.3 |
T |
Actividades de los hogares como empleadores; actividades no diferenciadas de los hogares como productores de bienes y servicios para uso propio |
0.4 |
0.0 |
1.1 |
0.1 |
U |
Actividades de organizaciones y órganos extraterritoriales |
0.0 |
0.0 |
0.0 |
0.0 |
Total de valor agregado |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
|
Note: Las categorías en negrita corresponden a la clasificación A10. |
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Fuente: OECD, (2013), “STAN Industry Rev. 4”, STAN: OECD Structural Analysis Statistics (database), http://dx.doi.org/10.1787/data-00649-en. |
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Una información más detallada se presenta en el Cuadro 4.2, basado en el nivel “A38” de la clasificación internacional. En él figuran la producción, el consumo intermedio y el valor agregado de Bélgica, con datos del año 2002 detallados por sub-ramas de la industria manufacturera.
Bélgica, 2010, millones de euros
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---|---|---|---|---|
Código y nombre de la rama |
Producción |
Consumo Intermedio |
Valor agregado bruto |
|
C |
Industrias Manufactureras |
198 876 |
155 126 |
43 751 |
CA |
Elaboración de productos alimenticios, bebidas y productos de tabaco |
32 685 |
26 069 |
6 616 |
CB |
Fabricación de productos textiles, prendas de vestir, productos de cuero y productos conexos |
5 648 |
4 145 |
1 502 |
CC |
Fabricación de productos de madera y papel; impresión y reproducción de grabaciones |
10 527 |
7 642 |
2 884 |
CD |
Fabricación de coque y productos de la refinación del petróleo |
30 397 |
29 048 |
1 349 |
CE |
Fabricación de sustancias y productos químicos |
26 857 |
20 603 |
6 254 |
CF |
Fabricación de productos farmacéuticos básicos y de preparaciones farmacéuticas |
9 364 |
5 270 |
4 095 |
CG |
Fabricación de productos de caucho y de plástico y otros productos minerales no-metálicos |
12 544 |
8 618 |
3 927 |
CH |
Manufactura de metales básicos y productos metálicos, excepto maquinaria y equipo |
33 057 |
26 571 |
6 486 |
CI |
Fabricación de productos de informática, de electrónica y de óptica |
3 559 |
2 302 |
1 257 |
CJ |
Fabricación de equipo eléctrico |
3 506 |
2 116 |
1 390 |
CK |
Fabricación de maquinaria y equipo n.c.p. |
8 070 |
5 131 |
2 939 |
CL |
Fabricación de equipo de transporte |
17 096 |
14 016 |
3 080 |
CM |
Otras industrias manufactureras, reparación e instalación de maquinaria y equipo |
5 567 |
3 595 |
1 971 |
Fuente: OECD, (2013), “STAN Industry Rev. 4”, STAN: OECD Structural Analysis Statistics (database), http://dx.doi.org/10.1787/data-00649-en. |
||||
Ahmad, N. and S. Koh (2011), “Incorporating Estimates of Household Production of Non-Market Services into International Comparisons of Material Well-Being”, OECD Statistics Working Papers, No. 2011/07, OECD Publishing, http://dx.doi.org/10.1787/5kg3h0jgk87g-en.
OECD (2013a), OECD Economic Outlook, Volume 2013, Issue 1, OECD Publishing, Paris, http://dx.doi.org/10.1787/eco_outlook-v2013-1-en.
OECD (2013b), “STAN Industry Rev. 4”, STAN: OECD Structural Analysis Statistics (database), http://dx.doi.org/10.1787/data-00649-en.
United Nations Economic Commission for Europe (2018), Non-observed economy in national accounts, Survey of country practices, United Nations Publications Sales No. E.08.II.E.8- ISBN 978-92-1-116987-4 -ISSN 0069-8458.
La frontera de la producción que se utiliza en las cuentas nacionales incluye:
La producción de bienes y servicios destinados a ser vendidos, lo que se denomina producción de mercado.
La producción no vendida, que se denomina producción de no mercado, del gobierno general y de las instituciones sin fines de lucro.
La producción de bienes por los hogares para su autoconsumo y la producción por cuenta propia de bienes de capital por las empresas.
Los servicios de alojamiento (alquileres imputados) de los propietarios que habitan su propia vivienda, pero excluyendo los otros servicios producidos por cuenta propia por los hogares.
La producción de mercado a precios corrientes se mide como: ventas más variación de existencias de productos terminados y de productos en curso.
La producción se mide a precios básicos, que son iguales a los ingresos por unidad de producto percibidos por el productor, excluyendo los impuestos sobre los productos pero incluyendo los subsidios sobre los productos.
La producción de no mercado (del gobierno general y de las instituciones sin fines de lucro) se mide por la suma de los costos incurridos en obtenerla, incluyendo el consumo intermedio, la remuneración de los asalariados, el consumo de capital fijo y los otros impuestos sobre la producción.
Los servicios de alojamiento prestados por los propietarios que habitan su propia vivienda se imputan y se estiman por los alquileres que tendrían que haber pagado por viviendas similares.
Simplificando, la producción de los bancos se mide como la diferencia entre los intereses recibidos y los intereses pagados, más los ingresos recibidos por los servicios facturados directamente.
La producción de las compañías de seguros se mide como la diferencia entre las primas y las indemnizaciones, más las rentas de inversión.
La producción del sector comercio se mide por los márgenes de distribución.
Las cuentas nacionales oficiales no comprenden ni los servicios domésticos ni los servicios personales prestados por los hogares para su autoconsumo. Esto implica que actividades como cocinar, limpiar la casa, lavar la ropa, cuidar niños y ancianos, no se incluyen en el PIB, salvo que estas actividades sean prestadas por individuos mediante una remuneración. Esto fue lo que llevó a decir a John Hicks, famoso economista y pionero de las cuentas nacionales, que cualquiera podía reducir el PIB casándose con su cocinera.
Los contables nacionales se han opuesto a la idea de incluir estos servicios en el PIB por la dificultad de imputar valores a tales servicios y por las consecuencias que esto traería para el análisis de las variaciones del PIB, pues una parte importante de este estaría completamente “inventada”. ¿Cómo se pueden valorar los servicios prestados por una madre cuando cocina para la familia? ¿Según el sueldo de un empleado en una cadena de comida rápida o el de un chef de un restaurante de tres estrellas? Algunos han sugerido estimar un salario imputado según el “costo de oportunidad”, en otras palabras, según lo que la madre hubiera ganado en el caso de haber estado trabajando fuera del hogar. Este método de estimación produciría una amplia gama de resultados. Por ejemplo, si la madre es una ejecutiva con mucha experiencia, el costo de oportunidad será mucho más alto que si es una cajera de supermercado. Otra dificultad es distinguir entre actividades cuando existe una producción conjunta. Por ejemplo, en el caso de un padre que, al mismo tiempo, prepara una ensalada para la comida de la familia, echa un ojo al bebé y ayuda a otro hijo con sus deberes escolares ¿Cuánto tiempo se debería asignar a cocinar, a cuidar del bebé y a la educación del otro hijo? ¿Debería reducirse el valor de estas actividades porque se llevan a cabo simultáneamente?
El documento de trabajo de la OCDE “Incorporating Estimates of Household Production of Non-Market Services into International Comparisons of Material Well-being” (Ahmad et al., 2011) analiza las diferencias de los dos enfoques, los cuales se ilustran en el Gráfico del anexo 4.B.1. El ejemplo del Reino Unido muestra muy bien el problema de la valoración. Mientras que la producción doméstica de servicios de no mercado alcanza 26.0% del PIB utilizando el enfoque del costos de remplazo, el enfoque de costo de oportunidad sugiere que estos servicios podrían llegar a una proporción tan elevada como el 68% del PIB.
La decisión de considerar fuera del ámbito de la producción a los servicios domésticos no pagados ha sido cuasi controversial. En la mayoría de los países estos servicios no pagados son realizados principalmente por mujeres y, obviamente, son tan importantes para el bienestar general como muchos de los servicios pagados que están dentro de la frontera de la producción.
Fuente: Ahmad, N. and S. Koh (2011), “Incorporating Estimates of Household Production of Non-Market Services into International Comparisons of Material Well-Being”, OECD Statistics Working Papers, No. 2011/7, OECD Publishing, Paris, http://dx.doi.org/10.1787/5kg3h0jgk87g-en.
Principalmente son razones de orden práctico las que justifican esta exclusión. Además, es necesario entender que la incorporación de estas actividades en el Sistema de cuentas nacionales cambiaría también el significado de un amplio rango de otros indicadores, tales como el ingreso disponible de los hogares y el de los gastos de consumo final. Como consecuencia alguien que quede desempleado podría ver su remuneración aumentar porque el valor de las actividades adicionales no remuneradas podría ser superior al de la pérdida de ingreso monetario. Sin embargo, para proporcionar al público una mejor información, varias oficinas nacionales de estadística compilan las llamadas cuentas satélites, donde se hace una estimación de estos servicios domésticos no pagados. Estas estadísticas, que constituyen un anexo a las cuentas nacionales, muestran cuál hubiera sido el PIB en el caso de haberse incluido el trabajo doméstico no remunerado.
Todos los países de la OCDE ajustan el PIB obtenido oficialmente para incorporar una estimación que corresponde a la economía subterránea. En el caso de Francia estos ajustes suponen alrededor de un +4% del PIB. Sin embargo, se debe tener en cuenta que esta cifra es una mera aproximación. Lo que el INSEE (que es la oficina nacional de estadística de Francia) llama economía subterránea comprende tres subgrupos: actividades ilegales (venta de drogas, prostitución organizada, etc.); trabajo negro (empresas clandestinas), y evasión fiscal. El INSEE, al igual que otros institutos nacionales de estadística, no trata de evaluar las actividades ilícitas. Para registrar el trabajo negro ajusta el PIB en +1%, aproximadamente. La aproximación que se sigue es fundamentalmente empírica: sobre la base de estudios oficiales y de investigaciones sociales, el INSEE ha seleccionado una serie de sectores en los que existe una presunción fundada de la existencia de economía subterránea para los que estima de forma muy burda, sector por sector, la magnitud de esta actividad basándose en la opinión de los expertos.
En el caso del fraude fiscal y la evasión de impuestos, el INSEE ajusta las cuentas en un 3% aproximadamente, del cual un 2.5% se funda en la disimulación de ingresos y el restante 0.5% en el no pago del IVA (Impuesto sobre el Valor Agregado). Con respecto a la disimulación de ingresos, las fuentes que se utilizan son datos que las autoridades fiscales han compilado en estudios sobre muestras de impuestos. Para el IVA, la fuente es la comparación entre el monto del IVA que teóricamente se debería recaudar de las transacciones sujetas al impuesto y el IVA que realmente se recauda por las administraciones públicas, además de varios ajustes menores. Aparte de estos ajustes, existen otros por gratificaciones (propinas) no declaradas y prestaciones en especie. Cada una de estas representa, aproximadamente, el 0.5% del PIB.
Uno de los elementos que mejora la calidad de las cuentas nacionales es que estas se basan en la agregación de las cuentas de las empresas individuales. En el caso de Francia (y también en el de otros países), el INSEE (la oficina nacional de estadística) tiene acceso, aunque con un cierto retraso, a todas las cuentas enviadas por las empresas a las autoridades fiscales como parte de su declaración de renta. Esta fuente es virtualmente exhaustiva en lo que respecta a las empresas y a los empresarios individuales. Por tanto, esta fuente es la base sobre la que se estima la mayor parte del PIB. Las ventas de las empresas no financieras, tal y como aparecen en sus cuentas oficiales, constituyen una fuente fundamental para el cálculo de la producción del sector de mercado no financiero en las cuentas nacionales. Sin embargo, esto no es tan simple como pudiera parecer, porque hay que realizar numerosos ajustes en las cuentas de las empresas ya que estas no utilizan las mismas definiciones que las cuentas nacionales. También hay que realizar ajustes para incluir a la economía subterránea y para tener en cuenta lo que se deduce de fuentes alternativas a veces más fiables, como las que derivan del presupuesto del gobierno general. Por ejemplo, los contables nacionales tienen que asegurarse de que los impuestos pagados por las empresas al gobierno general, tal como lo consignan las contabilidades de las empresas, son iguales a los recibidos por las autoridades. Cuando este no es el caso, son las cuentas del gobierno las que se toman como la referencia válida y se ajustan en consonancia los datos procedentes de las cuentas de las empresas. Estos ajustes modifican la medición de las utilidades de las empresas (el excedente bruto de explotación). Estas cifras deben complementarse con los resultados de la Encuesta Anual de Empresas,que lleva a cabo el INSEE, que se utilizan principalmente para hacer una discriminación detallada de las ventas por ramas de actividad.
SIFMI es el término que designa a los servicios que prestan los bancos a sus clientes y que no son facturados. En el caso de sus depositantes, estos servicios pueden incluir la gestión de cuentas corrientes, el envío de extractos bancarios y las transferencias entre cuentas. En estos casos, en lugar de facturar directamente estos servicios, los bancos reducen el interés que pagan a sus depositantes. Este interés es, de hecho, inferior que el que los clientes podrían haber obtenido prestando directamente el dinero a los prestatarios (en lugar de depositarlo en los bancos). Para los prestatarios de los bancos los servicios de intermediación financiera incluyen el seguimiento de su solvencia financiera, el asesoramiento financiero, la distribución a lo largo del tiempo de la amortización de los préstamos que han recibido y el registro de estas amortizaciones con fines contables. El costo de estos servicios es una parte inseparable del tipo de interés que los bancos cargan a los prestatarios.
Los SIFMI a precios corrientes se calculan a partir de la siguiente formula (simplificada):
En la fórmula, ip es el tipo de interés observado de los préstamos, ir el llamado interés de referencia, id es el interés observado de los depósitos, P el monto de los préstamos, y D el de los depósitos. El interés de referencia ir es un estimativo de un interés puro que no incorpora ningún elemento de riesgo y que, por tanto, corresponde a la preferencia de los agentes económicos por el presente. La diferencia entre la tasa de interés pagado por los prestatarios (ip) y la tasa de interés de referencia (ir) se utiliza para medir el precio de los SIFMI para los prestatarios. La diferencia entre la tasa de interés de referencia (ir) y la tasa de interés recibido sobre los depósitos bancarios (id) se utiliza como precio de los SIFMI para los depositantes. Estos precios se multiplican después por los préstamos totales, y por los depósitos totales, para determinar el valor total de los SIFMI consumido por los diferentes agentes económicos.
La lógica de las cuentas nacionales requiere que si los SIFMI se contabilizan en la medición de la producción también deben registrarse como consumo de quienes utilizan estos servicios. Para una empresa que toma préstamos de un banco, los SIFMI serán parte de su consumo intermedio. Para un hogar que mantiene un depósito en un banco, los SIFMI son un elemento de sus gastos de consumo final. Durante mucho tiempo los contables nacionales no encontraron una forma convincente de asignar esta producción a sus consumidores y, excepto en los Estados Unidos, Canadá y Australia, los SIFMI no se distribuían entre hogares y empresas y se consideraban consumo intermedio de la economía como un todo. Afortunadamente, hace poco se ha encontrado una solución, que ha sido adoptada por los países de la OCDE a partir de 2005. Sin embargo sigue vigente el problema de la elección de la tasa de interés de referencia. Los países europeos han elegido un interés que es una media del interés interbancario a corto plazo y de algunos intereses a más largo plazo, mientras que Estados Unidos ha elegido el interés de los Bonos del Tesoro. La asignación entre hogares y empresas se hace mediante prorrateo basado en la participación de unos y otras en los préstamos y en los depósitos.
La crisis financiera de 2007-09 (véase el Capítulo 13) ha llamado la atención sobre el papel de los bancos en la economía y sobre la medición de su producción en las cuentas nacionales. Algunos comentaristas llegaron a decir que los bancos no tenían producción positiva en las cuentas nacionales, pues al final ellos fueron responsables de la gran recesión 2007-09. Sin ir tan lejos, otros comentaron que las cuentas nacionales no eran adecuadas puesto que mostraban un incremento de la producción de los bancos durante la recesión, lo cual es contradictorio. Estas afirmaciones deben ser rectificadas. A pesar de que se debe reconocer que los contables nacionales aún tienen dificultades para obtener una medición convincente del volumen de la producción bancaria, debe recordarse que la medición importante para las cuentas nacionales es la medición del volumen y no la medición a precios corrientes. En este contexto, cualquier aumento del margen entre ip, id e ir, será interpretado como un cambio en el precio de los SIFMI y no como un cambio en el volumen de ellos. En otras palabras, un cambio en la prima de riego es un cambio en el precio de los servicios de intermediación. En cualquier caso, la producción del sector financiero en los Estados Unidos no aumentó durante el período 2007-12; al contrario disminuyó tanto en precios corrientes como en volumen.
Este ejercicio se refiere al cuadro de la página siguiente, tomado de las cuentas nacionales de Austria a precios corrientes. Muestra como la economía austríaca se convierte, en forma creciente, en una economía de servicios. Ilustre el resultado gráficamente. ¿En qué ramas se encuentran actividades de no mercado? ¿Qué rama incluye la imputación de arrendamientos para propietarios/ocupantes? ¿Qué diferencia hay entre la suma de valores agregados en este cuadro y el PIB? ¿Cuál de las grandes ramas ha crecido más desde 1980? Exprese el resultado como una tasa promedia de crecimiento anual. ¿Cuál de las grandes ramas ha crecido menos? ¿Es este resultado en precios corrientes completamente convincente?
El Cuadro 4.2 de este capítulo, muestra la producción, el consumo intermedio y el valor agregado de la industria manufacturera para Bélgica. Usando ejemplos de este cuadro, reconstituya la relación fundamental que asocia estas tres magnitudes. Ilustre para ciertas ramas las diferencias en las llamadas tasas de externalización. ¿Qué cambios habría que hacer a este cuadro si se hubiera querido presentar resultados por producto y no por rama?
Los siguientes datos simplificados corresponden a una empresa productora de automóviles. Ventas: 1 353 500. Compras de materias primas: 540 000; servicios de empleados temporales 350 500; máquinas herramientas 264 000. Inventarios de productos terminados al principio del período: 245 000; al final del período 36 700. Inventarios de materias primas al principio del período: 73 200; al final del período 43 000. Calcule la producción, el consumo intermedio y el valor agregado a precios corrientes, suponiendo que no hay cambios de precios durante el período. ¿Por qué es importante esta última condición?
Los que siguen son datos simplificados de una unidad del gobierno general. Sueldos y salarios brutos de los funcionarios 562 980; contribuciones sociales del empleador: 65 450; compra de materiales 85 430; ingresos por impuestos 485 770; depreciación 124 320. Calcule la producción, el consume intermedio y el valor agregado. Verifique que la medición de la producción corresponde al supuesto de que este ente administrativo no tiene ánimo de lucro.
Los que siguen son datos simplificados para un banco: comisiones de operaciones cambiarias: 32 980; comisiones de operaciones en bolsa de valores: 23 430; intereses recibidos: 357 850; intereses pagados: 204 650; compra de materiales: 34 520; compra de servicios de consultoría informática: 32 890; compras de software: 12 590; inventario de materiales al principio del período: 7 420; inventario de materiales al final del período 3 860. Calcule la producción, el consume intermedio y el valor agregado. Suponga que el valor para los SIFMI es intereses recibidos menos intereses pagados.
Los que siguen son los datos simplificados de una cadena de ventas al por menor: ventas: 4 567 800; compras totales: 4 120 500 (de las cuales, bienes para la reventa: 3 987 350), inventario de mercancía para la venta, al principio del período: 476 000, al final del período: 548 400; inventario de materiales al principio del período: 120; al final del período: 3 250. Calcular la producción, el consumo intermedio y el valor agregado. Se considera que la inflación es insignificante.
Los que siguen son los datos simplificados de una aseguradora: primas recibidas: 210 400; indemnizaciones de siniestros: 187 500; ingresos de la inversión de reservas: 34 270; compras de bienes de consumo: 24 320; inventario de materiales al principio del período: 5 630; al final del período: 20. Calcule la producción, el consume intermedio y el valor agregado. Suponga ahora que una reclamación excepcional eleva el monto de las indemnizaciones de este período a 245 000. Recalcule la producción. ¿Cómo debe interpretarse este resultado?
Las soluciones a estos ejercicios están disponibles en el sitio web de la OCDE.
← 1. Debe anotarse sin embargo, que más y más países también están tratando de observar la economía ilegal. En la Unión Europea, con la introducción de nuevas normas, se hecho obligatorio para finales de 2014 incluir un estimativo de estas actividades.