1 Las operaciones de Hans Christian Andersen (1805-1875) y de los guionistas de Disney, interesantes como son (en los dos casos, es la sirenita la víctima de la seducción. Andersen castiga la desobediencia, Disney la recompensa), que fueron mi propio umbral sirenaico, no encontraron lugar en este libro porque afectan antes a la cultura (es decir, al poder) que a los fantasmas (es decir, a la potencia). Miguel Cané ha escrito páginas sobre las sirenas que se podrían relacionar con el canto órfico, tal como más adelante se lo interroga.
2 Alberto Moreiras, “Children of Light. Neo-Paulinism and the Cathexis of Difference”, mimeo, trad. Alejandra Castillo.
3 Fernanda Gil Lozano, “Sirenas: las malditas”, Malacandra, 8, Buenos Aires, enero-diciembre de 2000.
4 Maurice Blanchot, El libro por venir, Madrid, Trotta, 2005. Para lo impersonal, cfr. infra, nota 39.
5 Jacques Lacan, La lógica del fantasma, Buenos Aires, Paidós, 2005.
6 Giorgio Agamben, Estancias. La palabra y el fantasma en la cultura occidental, Valencia, Pre-Textos, 1995.
7 “¡Ea, célebre Odiseo, gloria insigne de los aqueos! Acércate y detén la nave para que oigas nuestra voz. Nadie ha pasado en su negro bajel sin que oyera la suave voz que fluye de nuestra boca, sino que se van después de recrearse con ella, sabiendo más que antes, pues conocemos las penalidades, todas las penalidades que los dioses en los campos de Tróade infligieron a los pueblos de Argos y de Troya, por la voluntad de los dioses, y conocemos, también, todo cuanto ocurre en la fértil tierra” (Odisea, XII).
8 Blanchot, ob. cit., p. 3.
9 Michel Foucault, El pensamiento del afuera, Valencia, Pre-Textos, 1989.
10 En la traducción de la Biblia realizada por los Setenta, en seis lugares aparecen mencionadas las sirenas como traducción (inexplicable) de los vocablos tannin, chacal y benot ya´anah, avestruz hembra. Clemente de Alejandría es el primero en convertir a las sirenas en el símbolo de las lisonjas del mundo y de la voluptuosidad carnal, vinculando está visión con los peligros de la herejía gnóstica. Existían precedentes favorables a esta interpretación, incluso en épocas anteriores al advenimiento del cristianismo. Enoc (1, 19: 2) asegura que las mujeres que seduzcan a los hijos de Dios se convertirán en sirenas.
11 Para algunos intérpretes contemporáneos, “el canto de las sirenas encarna el mito extremo del goce femenino”. Cfr. Renata Salecl y Tamara Francés, “El silencio del goce femenino”, en (Per)versiones del amor y del odio, México, Siglo XXI, 2002, p. 87.
12 Según algunas fuentes, es Afrodita la que les da forma de pájaro, para castigar su insistencia en mantenerse vírgenes, rechazando no solo la unión con mortales sino con los dioses. Pierre Grimal piensa que este fue solo el destino de Pisinoe/ Parténope, una doncella frigia que se cortó la cabellera y se exilió en Campania para consagrarse a Dionisos, donde la alcanzó Afrodita y la convirtió en sirena. Cfr. Fernanda Gil Lozano, “Sirenas: las malditas”, Malacandra, 8, Buenos Aires, enero-diciembre de 2000.
13 Para Robert Graves, si bien “eran al mismo tiempo un colegio de sacerdotisas de la Luna orgiástica que actuaban en el santuario de una isla oracular, y las aves que frecuentaban la isla”, “eran particularmente peligrosas cuando no soplaba el viento y al mediodía, la hora de las insolaciones y las pesadillas de la siesta”. Cfr. Robert Graves, Los mitos griegos, Madrid, Alianza, 1998.
14 Aunque nada tenga que ver, las lecciones que en Alejandría dictó Hegesias (discípulo de Aristipo de Cirene, fundador de la escuela cirenaica) causaron tantos suicidios que Ptolomeo I tuvo que prohibirlas.
15 Foucault, ob. cit..
16 Renata Salecl y Tamara Francés, “El silencio del goce femenino”, en (Per)versiones del amor y del odio, México, Siglo XXI, 2002, pp. 72 a 92. Cfr. también Borges: “Una tradición recogida por el mitólogo Apolodoro, en su Biblioteca, narra que Orfeo, desde la nave de los argonautas, cantó con más dulzura que las sirenas y que estas se precipitaron por el mar y quedaron convertidas en rocas, porque su ley era morir cuando alguien no sintiera su hechizo” (Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero, Manual de zoología fantástica, México, fce, 1957).
17 Tal vez por eso “‘Sirenas’ es, paradójicamente, uno de los capítulos menos musicales de Ulises” (Carlos Gamerro, Ulises. Claves de lectura, Buenos Aires, Norma, 2008, p. 278).
18 Blanchot, ob. cit..
19 Servio, Aen. V, 864: “Sirenum Sirenes secundum fabulam tres, parte virgines fuerunt, parte volucres, Acheloi fluminis et Calliopes musae fiIiae, harum una voce, altera tibiis, alia lyra canebat: et primo iuxta Pelorum, post in Capreis insulis habitaverunt, quae inlectos suo cantu in naufragia deducebant, secundum veritatem meretrices fuerunt quae transeuntes quoniam deducebant ad egestatem, his fictae sunt inferre naufragia”.
20 J. Oroz Queta y M. A. Marcos Casquero (eds.), Etimologías, Libro XI, 3, 30-31, Madrid, BAC, 1994, p. 53.
21 John R. T. Pollard, “Muses and Sirens”, The Classical Review, LXVI, Cambridge, 1952, p. 60.
22 Charles Picard, “Néreides et Sirènes: observations sur le folklore hellénique de la mer”, en Études d’archéologie grecque, Annales de l’École des Hautes Études de Gand, Gante, 1938, p. 125 y ss.
23 El número de la prole está en Hesíodo (Teogonía). Se las consideraba las ninfas del mar, porque vivían en las profundidades del océano. Emergían a la superficie para ayudar a marineros en problemas. Los griegos les consagraron altares en los acantilados, donde les ofrendaban leche, aceite y miel. Las más conocidas fueron Tetis (mujer de Peleo y madre de Aquiles), Galatea (amante de Acis y que enamoró al cíclope Polifemo) y Anfitrite (mujer de Poseidón).
24 H. Herter, “Triton”, RE, Pauly-Wissowa, p. 264.
25 John R. T. Pollard, Seers, Shrines and Sirens, Londres, 1965, p. 144: “For all that even Sirens have their importance as the monstrous manifestations of religious notions notoriously hard to express. The earliest Sirens are, to judge from their beards, preponderantly male, though the earliest of all, from Crete, is beardless and the question of sex is complicated by the fact that women could on occasion wear beards, like the priestess of the Pedasians”.
26 Cfr. también: “Sirenes… fuerunt autem parte volucres, parte virgines, pedes gallinaceos habentes”, en Myth. Vat., II, 101.
27 Berger de Vivrey, “Traditions Teratologiques”, en su De monstris et beluis, p. 25 = M. Haupt, Opuscula (= Liber monstrorum, de diversis generibus), vol. II, Lipsiae, 1876, p. 224 y ss.: “Sirenae sunt marinae puellae quae navigantes pulcherrima forma et cantus decipiunt dulcitudine et a capite usque ad umbilicum sunt corpore virginali et humano generi simillimae, squamosas tamen piscium caudas habent, quibus in gurgite semper latent”. El cristianismo condenó a las sirenas a un plano bajo, húmedo, cenagoso, malvado. Recién la alquimia del siglo XV la va a considerar un símbolo positivo: la unión pez (azufre naciente) con doncella (mercurio común): el mercurio filosofal o sal de la sabiduría. Cfr. Gil Lozano, ob. cit., El Tesoro de Covarrubias (1611) –“Fingieron los poetas ser unas ninphas del mar, el medio cuerpo arriba de mujeres muy hermosas, y del medio abaxo, pezes”– y Autoridades (1739) –“Nympha del mar que fingieron los poetas. Dixeron ser el medio cuerpo arriba de muger mui hermosa, y lo restante de pescado”–, además del pasaje del ala a la aleta, registran la platónica sospecha (o la repugnancia isidoriana) de que poesía y canto sirenaico son igualmente peligrosos y lascivos.
28 María Cruz García Fuentes, “Algunas precisiones sobre las sirenas”, Cuadernos de filología clásica, 5, Madrid, 1973.
29 Cfr. Corrado Rosso, Il serpente e la sirena: dalla paura del dolore alla paura della felicita, Nápoles, Edizioni Scientifiche Italiane, 1972.
30 Luis Millones y Hiroyasu Tomoeda, “Las sirenas de Sarhua”, en Letras, LXXV, 107-108, Lima, 2004. La primera aparición de las sirenas como ilustración está en la crónica de Felipe Huamán Poma de Ayala. En el folio 316, dos mujeres están cantando dentro del río Huatanay, con medio cuerpo fuera del agua, mientras señalan con los dedos índices a dos jóvenes que están sentados en la cima de un cerro, tocando un instrumento de viento. Los jóvenes miran hacia ellas desde Pingollanapa (terraza de los pinkullos, en la traducción de Urioste). Posteriormente el Mapamundi del Reino de las Indias (folios 983-984) coloca en la parte superior izquierda, debajo de la luna, a una sirena como parte de los seres marinos que viven en el océano que rodea la tierra recién descubierta. Cfr. Felipe Guamán Poma de Ayala, El primer nueva corónica y buen gobierno, edición al cuidado de John Murra y Rolena Adorno, México, Siglo XXI, 1980, pp. 280 y 914-915. Cfr. también, María Estela Eguiarte Sakar, “Metamorfosis de la sirena. Imágenes míticas en el descubrimiento de América”, mimeo.
31 José Durand, Ocaso de sirenas, esplendor de manatíes, México, fce, 1983.
32 El por lo general apático Blanchot deplora los rasgos de Odiseo con una repugnancia de la que conviene dejar constancia: “Odiseo, la testarudez y la prudencia de Odiseo, su perfidia lo condujo a disfrutar del espectáculo de las sirenas, sin riesgos y sin aceptar sus consecuencias, ese goce cobarde, mediocre y tranquilo, moderado, como corresponde a un griego de la decadencia que jamás mereció ser el héroe de la Ilíada, esa cobardía dichosa y segura, por lo demás fundada en un privilegio que lo sitúa fuera de la condición común, dado que los demás no tienen en modo alguno derecho a la felicidad de la élite, sino solamente derecho al placer de ver a su jefe contorsionarse de un modo ridículo” (Blanchot, ob. cit., p. 3).
33 Max Horkheimer y Theodor W. Adorno, Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos filosóficos, Madrid, Trotta, 2003, p. 87.
34 Quiero decir: desclasificadas aun cuando no estén descalificadas, o precisamente por eso. No hay fantasma descalificado (aun cuando todo fantasma sea, por principio, un desclasificado) y para que haya fantasma debe haber calificación: las sirenas son, como se verá, diese gewaltigen Sängerinnen, “esas poderosas cantantes” (para no citar la masa de epítetos de la épica griega).
35 Que se trata de un “entre-lugar” queda claro incluso en la consideración de quienes mayores reservas en relación con él manifestaron: “En ese punto de juntura de la naturaleza con la cultura que la antropología de nuestros días escruta obstinadamente, solo el psicoanálisis reconoce ese nudo de servidumbre imaginaria que el amor debe siempre volver a deshacer o cortar de cuajo” (Lacan). Hay que “deshacer” o “cortar de cuajo” las identificaciones narcisistas serviles que pudieran aparecer en ese punto de juntura entre naturaleza y cultura. Más allá del estadio del espejo, los fantasmas son no la cicatriz de un trauma, sino la herida abierta que es mi vida. La modernidad normalizadora y clasificadora sostiene un proceso de desencantamiento del mundo (Entzauberung der Welt) y de instrumentalización de la razón (Max Weber).
36 Lo que desde Sartre o Aby Warburg hasta Jean-Luc Nancy ha recibido la designación de “imágenes”, pero que prefiero llamar de otro modo para evitar referirme a la pesada tradición del nombre. La mercancía forma parte para Marx de una “fantasmagoría… que cae y a la vez no cae bajo los sentidos” (“El carácter fetiche de la mercancía y su secreto”, cuarta parte del capítulo primero, El capital, Buenos Aires, Siglo XXI, 1984). Para Agamben, Marx comparte con Rilke la nostalgia del valor de uso que caracteriza la crítica a la mercancía. El ángel rilkeano es el símbolo de la superación en lo invisible del objeto hecho mercancía, o sea la cifra de una relación con las cosas que va más allá tanto del valor de uso como del de cambio (cfr. Agamben, ob. cit., p. 81). Esa superación en lo invisible es lo que hermana el canto sirenaico y el canto angélico de Rilke, separando a ambos del canto de las Musas.
37 El habla cotidiana nos obliga a convivir con recurrentes “cantos de sirenas”, así como con “lágrimas de cocodrilo”.
38 Foucault, ob. cit.
39 “La diferencia no se establece entre lo social y lo individual (o lo interindividual) sino entre el dominio molar de las representaciones, ya sean colectivas o individuales, y el dominio molecular de las creencias y los deseos, en el que la distinción entre lo social y lo individual carece de sentido, puesto que los flujos ya no son ni atribuibles a individuos ni sobrecodificables por significantes colectivos” (Gilles Deleuze y Félix Guattari, Mil mesetas, Valencia, Pre-Textos, 1988, p. 223).
40 Franz Kafka, “El silencio de las sirenas” (Trad. Alejandro Ruiz Guiñazú), en La muralla china, Madrid, Alianza, 1990, pp. 81-82. He repuesto el nombre de Odiseo. La versión en alemán se cita, en adelante, según Franz Kafka, “Das Schweigen der Sirenen”, en Die Erzählungen und andere ausgewählte Prosa, Frankfurt am Main, S: Fischer Verlag, 2003, pp. 351-352.
41 El forzamiento del texto homérico es, en este punto, necesario para Kafka.
42 La obra de Max Weber no era en absoluto desconocida para Kafka.
43 Cfr. Roland Barthes, Mitologías, Buenos Aires, Siglo XXI, 2008, p. 246. La memoria es como el sonido, dice Kafka, y así como la ninfa de Warburg (phatosformel) goza, gozan las sirenas, callando. La única relación posible con ellas sería la del “sismógrafo” sensible, porque cuando dos registros se tocan, ese punto de juntura entre naturaleza y cultura provoca un seísmo o un satori. “L’écriture est en somme, à sa manière, un satori: le satori (l’événement Zen) est un séisme plus ou moins fort (nullement solennel) qui fait vaciller la connaissance, le sujet: il opère un vide de parole” (Roland Barthes, L’Empire des signes, Ginebra, Skira, 1970, p. 10) [La escritura es en suma, a su manera, un satori: el satori (el acontecimiento Zen) es un seísmo más o menos fuerte (para nada solemne) que hace vacilar el juicio, el sujeto: opera un vacío de habla].
44 “Vernichten”, hay que recordarlo, puede ser también “anonadar”, lo que tal vez nos llevaría en la dirección de la néantisation sartreana. Pero más importante es oponer “vernichten” y “verneinen” (como se oponen “nicht” y “nein”), exterminio y negación.
45 Roland Barthes, Lo neutro, Buenos Aires, Siglo XXI, 2004, p. 112.
46 Jean-Paul Sartre, Lo imaginario, Buenos Aires, Losada, 1964; y Jean-Paul Sartre, El ser y la nada, Buenos Aires, Ibero-Americana, 1954.
47 Cfr. la metáfora de la inversión y su múltiple investimiento en los textos de Marx: el prototipo de la inversión es el reflejo religioso del mundo real (Contribución a la crítica de la economía política y “Tesis sobre Feuerbach”). La metáfora reaparece (otorgando su lógica específica a las diferentes teorías locales) como inversión de la base y la superestructura en la conciencia filosófica: la ideología (La ideología alemana), inversión de atributos entre productor y mercancías: el fetichismo (El Capital, LI, TI, capítulo 1º, ap. 4), inversión de relaciones entre trabajo vivo y trabajo muerto: la alienación (El Capital, LI, TI, ap. 6), inversión de relaciones entre la sociedad civil y el Estado: la dominación política (El 18 Brumario de Luis Bonaparte, Miseria de la Filosofía), inversión de la esencia y la apariencia en la economía política vulgar (Miseria de la Filosofía; El Capital, LI, capítulo 1º, ap. 3.A).
48 El “kindische Mittel” (el medio pueril) que Kafka atribuye a Odiseo como línea de fuga hacia la salvación (Rettung). Cfr. Die Erzählungen..., ob. cit., p. 351.
49 Cfr. también “Bronzino’s Potrait of Bia and the Medici Tradition of the Fallimagine”, en Gabrielle Langdon, Medici Women. Portraits of Power, Love and Betrayal from the Court of Duke Cosimo I, Toronto, University of Toronto Press, 2006, p. 105 y ss., y especialmente Tomás Maldonado, Reale e virtuale, Milano, Feltrinelli Editore, 2005, p. 27, donde se señala el carácter “a dir poco ossessivo” del deseo de “fidelidad a la naturaleza” de los ceroplastici o fallimagini del Quattrocento florentino.
50 Raúl Antelo (comunicación personal).
51 Para el valor de los puntos suspensivos, cfr. Giorgio Agamben, “La inmanencia absoluta”, en La potencia del pensamiento, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2007, p. 484 y ss.
52 Giorgio Agamben, La comunitá che viene, Torino, Giulio Einaudi, 1990.
53 Roland Barthes, Fragmentos de un discurso amoroso, México, Siglo XXI, 1982, p. 202. En la edición en castellano los fragmentos han sido reordenados de acuerdo con el orden alfabético de los títulos traducidos. Cfr. Fragments d’un discours amoreux, en Œuvres complètes, V. París, Seuil, 2002, p. 285 y ss.
54 Barthes, Lo neutro, ob. cit.
55 Arturo Carrera caracteriza: “el búdico Borges” en el texto “Herir solo Sebastianes”, presentación a la muestra fotográfica “Sebastiano, mártir”, de Sebastián Freire. Citado por Raúl Antelo, Crítica acéfala, Buenos Aires, Grumo, 2008, p. 257n.
56 Cfr. Gottlob Frege, “Sobre sentido y denotación”; y Bertrand Russell, “Sobre el denotar”, ambos incluidos en Thomas Moro Simpson (ed.), Semántica filosófica: problemas y discusiones, Buenos Aires, Siglo XXI, 1973.
57 Cfr. Sartre, Lo imaginario, ob. cit., p. 24 y ss.
58 “Lo que se refiere a la libido, aquello de lo que la libido se apropia, se presenta con un artículo indefinido, o mejor dicho es presentado por el artículo indefinido: un animal como calificación de un devenir o especificación de un trayecto (un caballo, una gallina…); un cuerpo o un órgano como poder de afectar y de ser afectado (un vientre, unos ojos…); e incluso unos personajes que impiden un trayecto e inhiben unos afectos, o por el contrario los propician (un padre, unas personas…). Los niños se expresan de este modo, un padre, un cuerpo, un caballo. Estos indefinidos parecen a menudo resultar de una falta de determinación debida a las defensas de la conciencia. Para el psicoanálisis, se trata siempre de mi padre, de mí, de mi cuerpo” (Gilles Deleuze, Crítica y clínica, Barcelona, Anagrama, 1996, pp. 94-95).
59 Deleuze, Crítica y clínica, ob. cit., p. 13.
60 Lo neutro, ob. cit., p. 93.
61 Esa doble característica de desclasificado y calificado (al mismo tiempo) del fantasma, quedaba ya claro para Freud a partir del enunciado “Pegan a un niño” (“Ein Kind wird geschlagen”): el fantasma es eso (solo eso, pero todo eso: “el niño pegado”).
62 Roland Barthes, Œuvres complètes. Nouvelle édition revue, corrigée et présentée par Éric Marty, París, Seuil, 2002, tomo 4, p. 148.
63 Ibíd., p. 647.
64 Jean-Claude Milner, El paso filosófico de Roland Barthes, Buenos Aires, Amorrortu, 2004.
65 Barthes, Œuvres complètes, ob. cit., p. 467, “L’adjectif est le ‘dire’ du désir”.
66 Barthes, Lo neutro, ob. cit., p. 103 y ss. En adelante, después de cada cita, el número de página entre paréntesis.
67 Kafka, Die Erzählungen..., ob. cit., p. 352.
68 Como se verá más adelante, la figura de la “cápsula” y de lo encapsulado vuelve una y otra vez en la obra de Barthes (cfr. “Infancia”).
69 Cfr. infra, “Yo”.
70 “Lo que es producido contra los signos, fuera de los signos, lo que es producido expresamente para no ser signo, es recuperado rápidamente como signo” (Barthes, Lo neutro, ob. cit., p. 72).
71 “Esa transformación se inscribe en un fenómeno característico de nuestro presente: la tendencia a hacer desvanecer las singularidades artísticas y políticas en la indistinción ética” (Jacques Rancière, El inconsciente estético, Buenos Aires, Del Estante Editorial, 2006, p. 15).
72 Cfr. Francesca Cernia Slovin, Aby Warburg. Un banchiere prestato all’arte, Venecia, Gli Specci Marsilio, 1995. Para una consideración del gesto como unidad de la política, cfr. Giorgio Agamben, Medios sin fin. Notas sobre política, Valencia, Pre-Textos, 2001, y también infra, pp. 71 y 72.
73 Wittgenstein, Tractatus (cfr. infra, “Verdad”).
74 Gilles Deleuze, La isla desierta, Valencia, Pre-Textos, 2005, p. 18.
75 Sobre la potencia, cfr. Alain Badiou, “La potencia de lo abierto: universalismo, diferencia e igualdad” (mimeo); Deleuze, Crítica y clínica, ob. cit.; y Agamben, La potencia del pensamiento, ob. cit..
76 Benedict Anderson, Comunidades imaginadas, México, FCE, 1993.
77 Cfr. Susan Sontag, “La imaginación de la catástrofe”, en Contra la interpretación, Barcelona, Seix Barral, 1984. Cfr. también Maurice Blanchot, La escritura del desastre, Caracas, Monte Ávila, 1990. Cfr. infra, “1958”.
78 Kafka, Die Erzählungen..., ob. cit., p. 371.
79 Cfr., por ejemplo, Roger Caillois, Mitología del pulpo. Ensayo sobre la lógica de lo imaginario, Caracas, Monte Ávila, s/f (trad. de La Pieuvre, París, Éditions de la Table Ronde).
80 Maurice Blanchot, “Dos versiones de lo imaginario”, en El espacio literario, Buenos Aires, Paidós, 1969.
81 Roland Barthes, S/Z, Buenos Aires, Siglo XXI, 2004; Claude Lévi-Strauss, “La estructura de los mitos”, en Antropología estructural, Buenos Aires, Eudeba, 1977; En Introducción a la semiótica narrativa y discursiva (Buenos Aires, Hachette, 1980), Joseph Courtes retoma a Lévi-Strauss y a Greimas para proponer “una serie de códigos (o de niveles ‘discursivos’ articulados) de cantidad indeterminada” (p. 97) como figura de la cultura (dice él), del texto (decimos nosotros).
82 Barthes, Fragmentos..., ob. cit., 1982. Entre paréntesis, los números de página de las referencias tomadas de este libro.
83 Así notado en Daniel Link, Clases. Literatura y disidencia, Buenos Aires, Norma, 2005; y ahora también en Éric Marty, Roland Barthes. El oficio de escribir, Buenos Aires, Manantial, 2007.
84 “El psicoanálisis equivoca una y otra vez la relación del inconsciente con unas fuerzas. La imagen no es solo trayecto, sino devenir. El devenir es lo que sustenta el trayecto, como las fuerzas intensivas sustentan las fuerzas motrices. (…) Se comprende perfectamente por qué lo real y lo imaginario tenían que superarse, o incluso intercambiarse: un porvenir no es imaginario, como tampoco un viaje es real. El devenir es lo que convierte el trayecto más mínimo, o incluso una inmovilidad sin desplazamiento, en un viaje; y el trayecto es lo que convierte lo imaginario en un devenir. Los dos mapas, el de los trayectos y el de los afectos, remiten uno al otro” (Deleuze, Crítica y clínica, ob. cit., p. 84).
85 Cfr. infra, “Testigo”, “Verdad”, “Fuera de serie”.
86 Kafka, Die Erzählungen..., ob. cit., p. 371.
87 Walter Benjamin, “Tesis de filosofìa de la historia”, en Angelus novus, Barcelona, Edhasa, 1971, p. 82. He modificado apenas la traducción.
88 Badiou hace una autocrítica de sus propias posiciones previas: “En El ser y el acontecimiento (1988) hice una autocrítica explícita sobre este punto y mostré que un pensamiento sustractivo de la negatividad puede superar el imperativo ciego de la destrucción y la depuración” (El siglo, Buenos Aires, Manantial, 2005, p. 78). Lo que Badiou confiesa es haber abandonado la lógica de la negación dialéctica (es decir, la imaginación milenarista) en favor de otra. La imaginación milenarista contenía este impulso de “imperativo ciego”, tanto en lo que se refiere a las figuras sobre el tiempo y la historia como sobre el sujeto (el arte, etc.). Entonces, lo que habría que pensar es qué tipo de lógica y que forma de imaginación conviene asociar con el pensamiento actual de Badiou. Para hacerlo, convendría revisar su Deleuze (Buenos Aires, Manantial, 1997), donde explica las diferencias teóricas que los separaron durante tanto tiempo. Lo que parecería es que las posiciones últimas de Badiou se acercan a las Deleuze (mucho más, probablemente, de lo que él mismo está dispuesto a reconocer), un filósofo de la diferencia y la repetición, es decir: de la imaginación pop (que hay que relacionar antes con el pop art que con la cultura pop, dos cosas bien distintas). Hay páginas explícitas al respecto, por ejemplo en Kafka. Por una literatura menor (México, Era, 1990), un libro sobre un autor que, por otra parte, inventa por completo la imaginación pop: “Josefina la cantante”. Así que podríamos decir que Badiou abandona la imaginación dialéctica (o se deja abandonar por ella, o se olvida de ella, o es olvidado por la llamada del cielo hegeliano, o se funde en la piedra del presente), que a su vez es diferente de la imaginación humanista, para moverse en relación con la imaginación pop (la producción de diferencias puras a mínima escala: Campbell, Campbell, Campbell, pero también Fountain, Fountain, Fountain).
89 Alain Badiou, El siglo, Buenos Aires, Manantial, 2005, p. 79.
90 “No basta con que todo comience, es preciso que se repita una vez acabado el ciclo de las combinaciones posibles” (Deleuze, La isla desierta, ob. cit., p. 20).
91 Cfr. Agamben, “El Yo, el ojo, la voz”, en La potencia del pensamiento, ob. cit.
92 Cfr. Jacques Lacan, “El estadio del espejo como formador de la función de yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”, en Escritos, I, Buenos Aires, Siglo XXI, 1983.
93 Karl Marx, El 18 Brumario de Luis Bonaparte, Madrid, Sarpe, 1985: “La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos”.
94 Peter Sloterdijk, Normas para el parque humano, Madrid, Siruela, 2000.
95 Además de los textos ya citados en relación con esta fantasmagoría, cfr. Rancière, El inconsciente estético, ob. cit., p. 15, donde se refiere a “la tendencia actual a disipar los conflictos de la política en una lógica global de la catástrofe, de la excepción o del terror, donde se manifestaría algún destino inexorable de la humanidad moderna: cumplimiento de la esencia de la técnica, revelación traumática del malestar en la cultura, choque decisivos de las civlizaciones”.
96 Lo que diferencia al humanismo cristiano del milenarismo queda claro en el bello texto de Deleuze “Nietzsche y San Pablo, Lawrence y Juan de Patmos” (incluido en Crítica y clínica, ob. cit.): “El Evangelio es aristocrático, individual, suave, amoroso, decadente, bastante culto incluso. El Apocalipsis es colectivo, popular, inculto, rencoroso y salvaje” (p. 55), el Apocalipsis “trabaja en el terror y la muerte cósmicos, mientras que el Evangelio y Cristo trabajan el amor humano, espiritual. Cristo inventaba una religión de amor (una práctica, una forma de vivir y no una creencia), el Apocalipsis aporta una religión del Poder, una creencia, una forma terrible de juzgar. En vez del don de Cristo, una deuda infinita” (p. 56). “Si estamos inmersos en pleno Apocalipsis es más bien porque este inspira en cada uno de nosotros formas de vivir, de sobrevivir y de juzgar. Es el libro de cada uno de los que se creen supervivientes. Es el libro de los zombis” (p. 56). “En Nietzsche, se trata de la gran oposición entre Cristo y San Pablo: Cristo, el más suave, el más amoroso de los decadentes, una especie de Buda que nos liberaría de la dominación de los sacerdotes, y de toda idea de culpa, castigo, recompensa, juicio, muerte, y lo que viene después de la muerte; este hombre de la buena nueva fue sobrepasado por el negro y tenebroso San Pablo, manteniendo a Cristo en la cruz, devolviéndolo a ella sin cesar, haciéndolo resucitar, desplazando todo el centro de gravedad hacia la vida eterna, inventando un nuevo tipo de sacerdote más terrible aún que los anteriores” (p. 57). “Y luego Juan de Patmos, y luego San Pablo. Lo que esgrimen es la protesta del alma colectiva, la parte despreciada por Cristo. Lo que el Apocalipsis esgrime es la reivindicación de los ‘pobres’ o los ‘débiles’, pues no son lo que se piensa, no son los humildes o los desdichados, sino esos hombres más que temibles que no tienen más alma que la colectiva” (p. 58). “Al respecto, el procedimiento del Apocalipsis es fascinante. Los judíos habían inventado algo muy importante en el orden del tiempo, el destino diferido. En su ambición imperial, el pueblo elegido había fracasado, se había puesto en estado de espera, esperaba, se había vuelto ‘el pueblo del destino diferido’. Esta situación se mantiene esencial a lo largo de todo el profetismo judío, y explica ya la presencia de ciertos elementos apocalípticos en los profetas. Pero lo nuevo del Apocalipsis estriba en que la espera se convierte en objeto de una programación maniática sin precedentes. El Apocalipsis es sin duda el primer gran libro-programa absolutamente espectacular. La pequeña y la gran muerte, los siete sellos, las siete trompetas, las siete copas, la primera resurrección, el milenio, la segunda resurrección, el juicio final, bastan y sobran para colmar todas las expectativas y mantenerlas ocupadas. Una especie de Folies-Bergère, con ciudad celestial, y lago de azufre infernal. Todo el detalle pormenorizado de las desdichas, plagas y azotes reservados a los enemigos en el lago, y de la gloria de los elegidos en la ciudad, la necesidad de estos últimos de medir su gloria comparándola con las desdichas de los otros, todo eso irá minutando este prolongado desquite de los débiles. El ánimo de venganza introduce el programa en la espera (‘la venganza es un plato que…’). Hay que mantener ocupados a los que esperan. La espera debe estar organizada de principio a fin: las almas martirizadas que tienen que esperar a que los mártires formen un número suficiente antes de que comience el espectáculo” (pp. 61-62).
97 Para más referencias, cfr. Link, Clases..., ob. cit.
98 Sobre este aspecto en particular, cfr. Giorgio Agamben, Lo abierto, Valencia, Pre-Textos, 2005.
99 Friedrich Engels, La guerra campesina en Alemania (Der Deutsche Bauernkrieg, 1875), en Karl Marx y Friedrich Engels, Obras escogidas, Moscú, Editorial Progreso, 1974 (tomo II).
100 Cfr. infra, sobre Colón y su “Carta anunciando el descubrimiento”.
101 Giorgio Agamben, Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo (Homo sacer III), Valencia, Pre-Textos, 2000.
102 Cfr. Herbert Marcuse, “Acerca del carácter afirmativo de la cultura”, en Cultura y sociedad, Buenos Aires, Sur, 1970.
103 Kurt W. Forster, “Warburgs Versunkenheit”, en Robert Galitz y Brita Reimers (eds.), Aby M. Warburg, “Ekstatische Nymphe… trauernder Flussgott”. Porträt eines Gelehrten, Hamburgo, Dölling und Galitz Verlag, 1995, p. 200.
104 El estadio del espejo, de todos modos, permite acceder a un “yo” como imago, “ficción”, “espejismo”… La relación con el yo mismo que de allí surge no tiene el carácter objetivo que para el sujeto tendrá su posición estructural (respecto del lenguaje, respecto del Edipo). Por eso: “En ese punto de juntura de la naturaleza con la cultura que la antropología de nuestros días escruta obstinadamente, solo el psicoanálisis reconoce ese nudo de servidumbre imaginaria que el amor debe siempre volver a deshacer o cortar de cuajo”. Hay una servidumbre imaginaria, que Lacan identifica con el narcisimo. O sea: identificaciones narcisistas serviles. Más adelante, es sabido, Lacan abandonará esa posición.
105 La mercancía forma parte para Marx de una “fantasmagoría… que cae y a la vez no cae bajo los sentidos” (El capital, Buenos Aires, Siglo XXI, 1984: “El carácter fetiche de la mercancía y su secreto”, cuarta parte del capítulo primero). Para Agamben, Marx comparte con Rilke la nostalgia del valor de uso que caracteriza la crítica a la mercancía. El ángel rilkeano es el símbolo de la superación en lo invisible del objeto hecho mercancía, o sea la cifra de una relación con las cosas que va más allá tanto del valor de uso como del de cambio. Cfr. Agamben, Estancias..., ob. cit., p. 81.
106 Giorgio Agamben, “Movimiento”, en http://www.traidores.org/pablo/?p=16. El original en italiano puede escucharse en http://www.globalproject.info/IMG/mp3/03_agamben.mp3. Toni es, naturalmente, Toni Negri.
107 Giorgio Agamben, Medios sin fin. Notas sobre política, Valencia, Pre-Textos, 2001, p. 27.
108 Incluida en Claude Lévi-Strauss, Tristes trópicos, Barcelona, Paidós, 1988, p. 319 y ss.
109 Cfr., por ejemplo, “Réponse de M. Roger Caillois au discours de M. Claude Lévi-Strauss”, discurso pronunciado como recepción a la Academia Francesa el 27 de junio de 1974, que puede leerse en http://www.academie-francaise.fr/immortels/discours_reponses/caillois.html.
110 Deleuze, La isla desierta, ob. cit., p. 16.
111 Ibíd., p. 17.
112 Por ejemplo, en Mitología del pulpo, ob. cit.
113 Otros dirán, incluso, que el arte también es pre-humano o pre-subjetivo (Deleuze y Guattari, tanto en Mil mesetas: “Del ritornello” y en ¿Qué es la filosofía?). No hay nada específico en los contenidos del arte: lo específico está en la forma y la forma es una manera de citar el ritmo, y el ritmo está en la naturaleza, en el vuelo de los pájaros, en el viento, en el muaré que dibujan las olas. El ritornello es esa cancioncilla que vuelve en el arte, pero que la tierra dijo primero (Mahler, evidentemente, pero también los pintores impresionistas, los poetas como Arturo Carrera, etc.).
114 Aby Warburg, Allgemeine Ideen 1927, Mappe mit Notizen, Warburg Institute, manuscrito núms. I2.29, Typoskript núms. I02.I.2, I02.I.4, p. 19.
115 Deleuze, Crítica y clínica, ob. cit., p. 9.
116 Más allá de nuestras protestas, somos el efecto de un sistema clasificatorio, de un sistema de clases, y la única manera de escapar a ese sistema es arruinándolo en su base misma (cfr. Link, Clases..., ob. cit.). Los monstruos, las piedras, los fantasmas, son aquello que no se presta al sistema clasificatorio o aquello que, precisamente por eso, deja sin voz a la Ley. Por ese lado, algo parecido a la libertad podría pensarse, pero ya no se llama más libertad (demasiado atada todavía a la dialéctica del amo y del esclavo) sino vida, felicidad, soberanía.
117 Kafka, Die Erzählungen..., ob. cit., p. 372.
118 Kafka, “El silencio de las sirenas”, en La muralla china, ob. cit., pp. 81-82.
119 El acontecimiento, nos enseña la filosofía, es del orden de lo imprevisto. Hay acontecimiento político cuando irrumpe lo real, lo indeducible, lo que rasga las máscaras y desacomoda los semblantes. Lo real, se nos dice, es esa irrupción de lo innombrable, y por eso mismo nos arrastra. Ante una irrupción semejante hay proliferación de identificaciones imaginarias (¿cómo nombrar eso que no tiene nombre y que, por eso mismo, nos resulta siniestro?). Pronunciamos figuras de discurso, intercambiamos figuritas de lo Imaginario: “oligarquía”, “fascista”, “republicano”, “pulpos”, “guerra civil”, “golpista”, “popular”, “redistribución” y, sobre todo, “peronista” y “gorila”. Para algunos, hay irresponsabilidad en esas palabras. Para mí, hay pathos, y eso las justifica (aunque no las legitime). En la fantasmagoría que habitamos están esas figuras, y la irrupción de lo impensado, lo imposible, lo imprevisto, lo siniestro, las agita y las mezcla en una danza dionisíaca. En el orden de las identificaciones (narcisistas) imaginarias todo responde a la lógica del “me gusta…., no me gusta…”. No me gustan las polarizaciones, siempre trascendentales, entre el Uno y el Dos (la guerra). Me gusta lo real entendido como multiplicidad y como juego de intercambios y conexiones repentinas con estratos heterónomos. Me gustan los planes quinquenales, no me gustan la intimidación y el chantaje. Me gustan las pasiones sostenidas apáticamente.
120 La primera versión fue leída con el título “La imaginación intimista” en el marco del encuentro “En la era de la intimidad” (con Nora Catelli, Alberto Giordano, y Ariel Schettini) organizado por el Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria (UNR) y Beatriz Viterbo Editora en el Centro Cultural Rojas (Buenos Aires, 3 de agosto de 2007). Fragmentos que presentan ideas similares a las que aquí se desarrollan aparecieron en el blog www.linkillo.blogspot.com, donde además se publicó una primera versión de Montserrat. Novelita por entregas (Buenos Aires, Mansalva, 2007) sin ninguna aclaración del carácter ficcional de cada una de ellas.
121 María Moreno, Banco a la sombra, Buenos Aires, Sudamericana, 2007.
122 Jean-Luc Nancy, La communauté affrontée, París, Christian Bourgois, 1990, pp. 42-43.
123 Jean-Luc Nancy, La création du monde ou la mondialisation, París, Galillée, 2002, p. 99.
124 Jean-Luc Nancy, La pensée dérobée, París, Galillée, 2001, p. 117; y también La création du monde... ob. cit., pp. 168 y 175.
125 Jean-Luc Nancy, Être singulier pluriel, París, 1996, p. 51.
126 Massimo Cacciari, El archipiélago. Figuras del otro en Occidente, Buenos Aires, Eudeba, 1999.
127 Como quien dijera en Gualeguaychú: claro que en ese caso, el resultado habría sido La asesina de Lady Di. Cfr. “Hope over all”, en Daniel Link, Leyenda. Literatura argentina: cuatro cortes, Buenos Aires, Entropía, 2006, p. 269 y ss.
128 El artículo de 1965 está incluido en Contra la interpretación, Barcelona, Seix Barral, 1984 (todas los números entre paréntesis remiten a páginas de esa edición).
129 El razonamiento de Sontag, en todo caso, parece inscribirse mejor en relación con lo que su amigo Roland Barthes había llamado “ondas de implantación del mito”, refiriéndose precisamente a aspectos de la cultura pop. Cfr. infra, nota 161.
130 Maurice Blanchot, La escritura del desastre, Caracas, Monte Ávila, 1990, p. 18 y p. 39.
131 Annette Wieviorka, L’ère du tèmoin, París, Plon, 1998.
132 Rony Brauman y Eyal Sivan, Elogio de la desobediencia (guión de la película Un especialista. El juicio de Eichmann en Jerusalén), México, FCE, 2000, pp. 110-111.
133 Cfr. Francesca Panozzo, “Memoria y Shoah. ¿Hablar o mantenerse en silencio?”, ThreeMonkeysOnline (http://www.threemonkeysonline.com/es/printable.php?id=5).
134 En el sentido en que entiende Cornelius Castoriadis a la imaginación. Cfr., por ejemplo, Cornelius Castoriadis, “Imaginario e imaginación en la encrucijada”, en Figuras de lo pensable, México, fce, 2001, y Hecho y por hacer. Pensar la imaginación, Buenos Aires, Eudeba, 1998.
135 En la línea de reflexión inaugurada por Sartre en Lo imaginario.
136 Cfr. especialmente Andreas Huyssen, En busca del futuro perdido. Cultura y memoria en tiempos de globalización, México, fce, 2002.
137 Cfr. la intervención de Annette Wieviorka en las Jornadas de la Asociación de amigos de la Fundación de la Memoria de la Deportación, “La transmission de la mémoire de la déportation” (París: 18 de marzo de 1999). Cfr. también su intervención en el “Colloque de Cerisy”, Cinéma/Telévision et Histoire (julio de 1997).
138 Marc Bloch, “Réflexions d’un historien sur les fausses nouvelles de la guerre”, en Revue de synthèse historique (París, 1921). Incluido en Marc Bloch, Écrits de guerre 1914-1918, París, Armand Colin, 1997.
139 Agamben, Lo que queda de Auschwitz..., ob. cit.
140 “La realidad es que, como los juristas saben perfectamente, el derecho no tiende en última instancia al establecimiento de la justicia. Tampoco al de la verdad. Tiende exclusivamente a la celebración del juicio, con independencia de la verdad” (Ibíd., pp. 16-17).
141 Cfr. Link, Clases..., ob. cit.
142 Walter Benjamin, “Experiencia y pobreza” (1933), en Discursos interrumpidos I, Madrid, Taurus, 1982; y “El narrador” (1936), en Para una crítica de la violencia y otros ensayos (Iluminaciones IV), Madrid, Taurus, 1998.
143 Agamben, Lo que queda de Auschwitz..., ob. cit., p. 10.
144 Ibíd., p. 36.
145 Ibíd., pp. 126-127.
146 Pero de una manera radicalmente distinta de como lo proponía la deconstrucción. Cfr. Agamben, Lo que queda de Auschwitz..., ob. cit., pp. 136-137.
147 Ibíd., p. 165.
148 Ibíd., p. 9.
149 Cfr. Ricardo Piglia (ed.), Yo, Buenos Aires, Tiempo Contemporáneo, pp. 5-6. Citado por Raúl Antelo en su insuperable presentación de Agamben: “Agamben e o testemunho centrífugo: ato sem essência, potência sem ação” (mimeo).
150 Agamben, Lo que queda de Auschwitz..., ob. cit., p. 137.
151 Benjamin, “El narrador”, Para una crítica de la violencia..., ob. cit., p. 134.
152 Badiou, El siglo, ob. cit., p. 77.
153 Pascal Quignard, Retórica especulativa, Buenos Aires, El Cuenco de Plata, 2006, p. 98.
154 En las Jornadas de Debate “Pensar el Museo de la Memoria” organizadas por la Fundación Memoria Abierta, Américo Castilla defendió, con argumentos irreprochables, la inevitabilidad de una pedagogía pop en relación con museos de estas características. Cfr. http://www.memoriaabierta.org.ar/camino_al_museo_jornadas.php.
155 Queda sin contestar la pregunta (que uno de los 13 puestos museográficos diseminados por todo el Memorial inútilmente tematiza) sobre qué pensaban los vecinos de Oranienburg sobre lo que pasaba en esa otra ciudad (más grande que la de ellos) que había aparecido de pronto en sus horizontes. ¿Se podrá, hoy, vivir en Oranienburg sin terminar enloqueciendo? La persona que me acompañaba dijo que el pueblo parecía una versión infinitamente más siniestra (porque no era imaginaria) de Poltergeist. Yo volví a repetir un juego de palabras: Poltergeist es nuestro Zeitgeist.
156 Una versión previa de estos párrafos fue leída en las Jornadas “Ficción y memoria histórica” (9 y 16 de agosto de 2008), coordinadas por María Moreno en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, que funciona en la ex esma (Escuela de Mecánica de la Armada) de Buenos Aires, donde funcionó uno de los más famosos campos de detención clandestina durante la dictadura 1976-1983, con el título “De verdad”.
157 Raúl Antelo, “La arealidad setentista”, en Gonzalo Aguilar y otros (comps.), Experiencia, cuerpo y subjetividades. Literatura brasileña contemporánea, Rosario, Beatriz Viterbo, 2007, p. 194 y ss.
158 Dos comentarios recientes: Beatriz Sarlo, “La prisión del pasado”, La Nación (Buenos Aires: 22 de junio de 2008) [http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1023520]; y Horacio González, “El bonapartismo agrario”, en Página/12 (Buenos Aires: 4 de julio de 2008) [http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-107225-2008-07-04.html].
159 Lo imposible: es decir, lo no posible. En términos de modalidad veredictiva, lo que no es posible es necesario.
160 El sonar se basa en la reflexión de los sonidos propagados en agua. Una sirena es un tubo cónico que forma un haz de ondas de sonido reflejando algunos de los rayos divergentes en los lados del tubo.
161 Aby Warburg habla de “ondas mnemónicas”. Cfr. Ernst Gombrich, Aby Warburg. An intellectual biography, Londres, The Warburg Institute, 1970, p. 254 y ss. Roland Barthes, desde un contexto teórico radicalmente distinto (y sin haber leído a Warburg), habla de “ondas de implantación del mito”: “il est très possible de tracer ce que les linguistes appelleraient les isoglosses d’un mythe, les lignes qui définissent le lieu social où il est parlé. Comme ce lieu est mouvant, il vaudrait mieux parler des ondes d’implantation du mythe” (en “Le mythe, aujourd’hui”, incluido en Mythologies. Œuvres complètes, París, Seuil, 2002, TI, p. 860).
162 Severo Sarduy, Barroco, en Obra completa, Madrid, Sudamericana-Archivos, 1999, tomo II, p. 1197. En lo sucesivo, los números de página entre paréntesis remiten a la Obra completa, con independencia del libro del cual fue tomada la cita.
163 Cfr., por ejemplo, Óscar Montero, “The Queer Theories of Severo Sarduy”, en Severo Sarduy, Obra completa, ob. cit., tomo II, p. 1782; o Gabriel Araujo, “Le Néo-Baroque de Severo Sarduy comme retombée de la Queer Theory”, Inverses (publicación anual de la Société des Amis d’Axieros), 5, Châtillon, abril 2005.
164 Refiriéndose a la muerte de Roland Barthes, ha dicho: “Nunca más he leído una sola línea suya, por miedo a oír su voz. Si pasa por radio no lo escucho. Lo vi por televisión, pero no me afectó…” (en Obras completas, ob. cit., p. 1839).
165 “El espacio de la resonancia es el cuerpo –ese cuerpo imaginario, tan ‘coherente’ (coalescente) que no puedo vivirlo más que bajo la especie de una alarma generalizada”, escribe Roland Barthes en Fragmentos de un discurso amoroso, ob. cit., p. 215.
166 Haroldo de Campos, O secuestro do Barroco na Formacao da literatura brasileira: o caso Gregório de Mattos, Salvador, fcja, 1989.
167 Raúl Antelo, “Rama o la modernidad secuestrada”, en Crítica acéfala, ob. cit.
168 María Moreno, “Un destino sudamericano”, suplemento Radarlibros, Página/12, Buenos Aires, 8 de diciembre de 2002.
169 Jorge Semprún, La escritura o la vida, Barcelona, Tusquets, 1994, p. 140.
170 Debo este señalamiento decisivo a Raúl Antelo (comunicación personal).
171 Primo Levi, La tregua, Barcelona, Muchnick, 1988, pp. 210-211.
172 Ludwig Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus, edición bilingüe (alemán-portugués) al cuidado de Luiz Henrique Lopes dos Santos, San Pablo, EDUSP, 2008.
173 En carta a Von Fickler se lee: “El punto del libro es ético. En un momento tuve la intención de incluir en el prefacio una frase que no se encuentra ahora ahí pero que escribiré para ti aquí, ya que será quizás algo clave para tu trabajo. Lo que quise escribir entonces fue esto: mi trabajo consiste en dos partes, la que está presentada aquí más todo lo que no escribí. Y precisamente esta segunda parte es la importante. Puesto que en mi libro lo ético tiene sus límites dibujados desde dentro, por así decirlo, y estoy convencido de que esta es la única forma rigurosa de trazar ese límite”. Cfr. C. G. Luckhardt (ed.), Wittgenstein: Sources and Perspectives, Harvester, Hassocks, 1979, p. 94.
174 Se indica entre paréntesis el número de aforismo, cuando corresponde, y a continuación la página de la edición ya citada. Las traducciones al castellano son mías salvo indicación en contrario.
175 Cuando los lógicos del Círculo de Viena lo invitaron a discutir algunos aspectos de sus aforismos, Wittgenstein se limitó a recitar poemas de Rabindranath Tagore con la silla vuelta hacia la pared. Sobre el ennui, cfr. infra, “Infancia”.
176 “La definición de Wittgenstein de lo místico, como el mostrarse de lo que no puede ser dicho, es literalmente una definición del gag. Y todo gran texto filosófico es el gag que exhibe el lenguaje mismo, el propio ser-en-el-lenguaje como un gigantesco vacío de memoria, como un incurable defecto de palabra. Agamben, “Notas sobre el gesto”, en Medios sin fin..., ob. cit., p. 27.
177 “Con vida los llevaron, con vida los queremos” es un hecho de voz (una potencia) y no una articulación de lenguaje.
178 En el sentido en que la plantean Gilles Deleuze y Félix Guattari en Mil mesetas (Valencia, Pre-Textos, 1988), no hay enunciación individual: toda enunciación es colectiva y todo discurso es indirecto.
179 Sarduy, Obras completas, ob. cit., p. 1379.
180 “Así hablaba Zaratustra es el ballet de una humanidad que ha perdido sus gestos. Y cuando la época lo advirtió (¡demasiado tarde!) empezó la presurosa tentativa de recuperar in extremis los gestos perdidos. La danza de Isadora Duncan y de Diaghilev, la novela de Proust, las grandes poesías del jugendstil de Pascoli a Rilke y, por último, de la manera más ejemplar, el cine mudo, trazan el círculo mágico en que la humanidad trató por última vez de evocar lo que se le estaba escapando de las manos para siempre. En esos mismo años Aby Warburg da los primeros pasos en un tipo de búsquedas a las que solo la miopía de una historia del arte psicologizante pudo definir como “ciencia de la imagen”, mientras que en rigor su verdadero centro era el gesto como cristal de memoria histórica, convertida su rigidez en destino, junto al incansable empeño de artistas y filósofos (que para Warburg lindaba con la locura) por liberarlo de ello mediante una polarización dinámica. Estas investigaciones se llevaban a cabo en el ámbito de las imágenes y por eso se pensó que la imagen seguía siendo su objeto. Muy lejos de eso, lo que hace Warburg es transformar la imagen (que todavía proporciona a Jung el modelo de la esfera metahistórica de los arquetipos en un elemento decididamente histórico y dinámico). En este sentido el atlas Mnemosyne, que no llegó a completar, con sus cerca de mil fotografías no es un repertorio inmóvil de imágenes, sino una representación en movimiento virtual de los gestos de la humanidad occidental, desde la Grecia clásica al fascismo (es decir, algo que está más cerca de De Jorio que de Panofsky)”. (Agamben, Medios sin fin, ob. cit.)
181 Cfr. la conferencia de Warburg de 1923, donde se plantea entre imagen y gesto una relación de cualificación: El ritual de la serpiente, Madrid-México, Editorial Sexto Piso, 2004; y la historia clínica de Warburg: Ludwig Binswanger y Aby Warburg, La Guérison infinie, París, Bibliothèque Rivages, 2007, donde se leen las acusaciones del paciente. Para Warburg, según Agamben, las soluciones estilísticas y formales se presentan como decisiones éticas que definen la posición de los individuos y de una época en relación con la herencia del pasado. Para Georges Didi-Huberman, la esquizofrenia de Warburg es un elemento constitutivo de su pensamiento paradójico (L’image survivante. Histoire de l’art et temps des fantômes selon Aby Warburg, París, Minuit, 2002).
182 Antelo, Crítica acéfala, ob. cit. En adelante, los números entre paréntesis indican la página de la cita correspondiente en esa edición.
183 Cfr. mi reseña a ese libro: “Duchamp e a imaginação latino-americana”, Margens/Márgenes, 9-10 (Belo Horizonte-Buenos Aires-Mar del Plata, enero 2007), p. 124.
184 Jean-Claude Milner, La obra clara. Lacan, la ciencia, la filosofía, Buenos Aires, Manantial, 1996.
185 En el Eutidemo, Sócrates postula a la protréptica como un saber que exhorta a aprender la virtud y a convencer a otros a que también la aprendan y la practiquen. Cfr. Platón, Euthidème (traduction nouvelle, introduction et notes par Monique Canto), París, Flammarion, 1989: “Ce dialogue paraît donner le premier exposé extensif d’un protreptique, et, sans doute, la consécration philosophique du genre” (p. 60; subrayado mío: “Ese diálogo parece ser la primera exposición sistemática de una protréptica y, sin duda, la consagración filosófica del género”).
186 Escritor y gramático romano del último cuarto del siglo IV, autor de las Saturnalia, un simposio literario incompleto en siete libros, los Commentarii in Somnium Scipionis y De differentiis et societatibus Graeci Latinique verbi, tratado gramatical perdido. La importancia de Macrobio es decisiva en Dante, Boccaccio, Cervantes y se lo considera uno de los responsables, por ejemplo, de que entre los geógrafos medievales persistiera la creencia en la esfericidad de la Tierra. Freud, naturalmente, lo leyó con atención.
187 François de La Mothe Le Vayer (1588-1672), escritor francés, miembro de la Academia a partir de de 1639, tutor de Luis XIV.
188 En Crítica acéfala se reconocen dos tipos de negación: la negación dialéctica y la negación acefálica, que otros llamarían sencillamente transgresión, pero que Antelo decide alejar de esa lógica que la cultura industrial de la segunda mitad del siglo XX vulgarizó y neutralizó en su potencia negativa. Cfr., por ejemplo, p. 59 y ss. Sobre la negatividad sin resto de Bataille, ver asimismo Lo abierto. El hombre y el animal de Giorgio Agamben (Valencia, Pre-Textos, 2005, p. 15 y ss.). Sobre transgresión y ascesis como formas de negatividad, cfr. Didier Eribon, Una moral de lo minoritario, Barcelona, Anagrama, 2004.
189 Raúl Antelo, María con Marcel. Duchamp en los trópicos, Buenos Aires, Siglo XXI, 2006.
190 Cfr. Lévi-Strauss, Tristes trópicos, Barcelona, Paidós, 1988, p. 154.
191 Cfr. Blanchot, La escritura del desastre, ob. cit.
192 O habría llegado más temprano al modelo de negatividad que usó en sus últimos escritos si hubiera podido desembarazarse antes de la noción de transgresión.
193 “Rama no firma la reseña; lo hace su otro, Antonio Gundin, nombre que suena como apellido de banquero brasileño, suerte de alter-ego del líder nacionalista Gondim da Fonseca, autor de una historia del periodismo carioca, aunque también evoque al personaje Gondim de Gracialiano Ramos (São Bernardo). Pero, simultáneamente, en ese Gundín pulsa también lo bajo y transgresivo, el perigundín, el burdel. Esa tensión entre lo alto y lo bajo, lo viejo y lo nuevo, alimenta pues toda la argumentación de Rama. Podríamos decir que, en su evaluación del caso Glauber Rocha, el crítico reproduce la tensión entre dos modelos de estética revolucionaria, Eisenstein x Brecht” (p. 200).
194 En Lo abierto. El hombre y el animal queda claro que Agamben y Bataille comparten ciertos intereses, pero también que sus posiciones son irreductibles.
195 O Bataille detrás de cada frase alguna vez escrita por todos y cualquiera. Discípulo de Antelo como me reconozco, propongo el siguiente ejercicio. En la entrevista apócrifa a Marcola, jefe de la banda carcelaria de San Pablo denominada Primer Comando de la Capital, publicada por el diario O globo, se lee:
–¿Usted no tiene miedo de morir?
–Ustedes son los que tienen miedo de morir, yo no. Mejor cárcel, ustedes no pueden entrar y matarme, pero yo puedo mandar matarlos a ustedes allí afuera. Nosotros somos hombres-bombas. En las villas miseria hay cien mil hombres-bombas. Estamos en el centro de lo insoluble mismo. Ustedes en el bien y el mal y, en medio, la frontera de la muerte, la única frontera. Ya somos una nueva “especie”, ya somos otros bichos, diferentes a ustedes. La muerte para ustedes es un drama cristiano en una cama, por un ataque al corazón. La muerte para nosotros es la comida diaria, tirados en una fosa común. ¿Ustedes intelectuales no hablan de lucha de clases, de ser marginal, ser héroe? Entonces ¡llegamos nosotros! ¡Ja, ja, ja! Yo leo mucho; leí 3000 libros y leo al Dante, pero mis soldados son extrañas anomalías del desarrollo torcido de este país. No hay más proletarios, o infelices, o explotados. Hay una tercera cosa creciendo allí afuera, cultivada en el barro, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles, como un monstruo Alien escondido en los rincones de la ciudad. Ya surgió un nuevo lenguaje. ¿Ustedes no escuchan las grabaciones hechas “con autorización” de la justicia? Es eso. Es otra lengua. Está delante de una especie de post miseria. Eso. La post miseria genera una nueva cultura asesina, ayudada por la tecnología, satélites, celulares, Internet, armas modernas. Es la mierda con chips, con megabytes. Mis comandados son una mutación de la especie social. Son hongos de un gran error sucio.
Podríamos pensar que esas palabras, no importa quién las haya articulado, ya habían sido anunciadas por Bataille en su comentario a Voyage au bout de la nuit en La Critique sociale (París, enero de 1933): “Ya no es tiempo de jugar el juego irrisorio de Zola que obtiene su grandeza de la desgracia de los hombres y que se conserva él mismo ajeno a los miserables. Aquello que aísla al Viaje al fin de la noche y le da su significación humana es el intercambio de vida realizado con aquellos a los que la miseria arroja fuera de la humanidad –intercambio de vida y de muerte, de muerte y de decadencia: una cierta decadencia que está en la base de la fraternidad cuando la fraternidad consiste en renunciar a demasiados reclamos y a una conciencia demasiado personales, con el fin de hacer suyos los reclamos y la conciencia de la miseria, es decir, de la existencia de la mayoría”. Cfr. André Derval (comp.), Voyage au bout de la nuit. Critiques 1932-1935, París, Imec, 2005, p. 170.
196 Derval, op. cit.
197 Louis-Ferdinand Céline, Voyage au bout dela nuit. París, Gallimard, 2005, p. 175. “La anarquía por todas partes y en el arca, yo, Noé, medio lelo” (p. 219 en la traducción castellana: Viaje al fin de la noche, Barcelona, Edhasa, 2004).
198 Sobre el método crítico-paranoico de Dalí, cfr. Daniel Link, “Cómo se lee”, en Cómo se lee y otras intervenciones críticas, Buenos Aires, Norma, 2003.
199 Gilles Deleuze, Cours Vincennes: fragments. Anti Œdipe et Mille Plateaux, clase del 12/02/1973 sobre el Cuerpo Sin Órganos.
200 Otro ejemplo: “No es casual, en ese sentido, que la primera edición de Fata Morgana, la obra de Breton, editada por Caillois en Buenos Aires, haya sido ilustrada por Wilfredo Lam” (p. 44). Para el dispositivo paranoico, por otra parte, nada es casual: “No es fortuito, entonces, que en la actual poesía argentina Arturo Carrera sea quien mejor ilustre la conciencia de esa paradoja poetológica” (p. 253).
201 Cfr. Deleuze y Guattari, Mil mesetas..., ob. cit.
202 Éric Marty, Roland Barthes..., ob. cit.
203 Buenos Aires, FCE, 2002.
204 Cfr. Giorgio Agamben, Il regno e la gloria. Per una genealogia teologica dell’economia e del governo, Neri Pozza, 2007.
205 Cfr. Antoine Compagnon, Los antimodernos, Barcelona, Acantilado, 2007 (especialmente en lo que se refiere al análisis histórico y no tanto a la perspectiva teórica).
206 Antoine de Saint Exupéry, El Principito, Buenos Aires, Emecé, 2000 (trad. de Bonifacio del Carril). Salvo indicación en contrario, sigo esa traducción. Cuando aparecen las citas en francés, están tomadas de Le Petit Prince, París, Gallimard (Folio), 1999.
207 Arturo Carrera, “El Principito”, en La inocencia, Buenos Aires, Mansalva, 2006, p. 11.
208 Para la ortografía del apellido y otros detalles biográficos, cfr. Laurent de Galembert, La grandeur du Petit Prince (approache générique), tesis inédita (2001) y Laurent de Galembert, Idée, idéalisme et idéologie dans les œuvres choisies de Saint-Exupéry, tesis inédita (2000).
209 Fabienne Bradu le dedica a Consuelo un capítulo en su libro Damas de corazón (México, FCE, 1994).
210 Consuelo de Saint-Exupéry, The Tale of the Rose, Nueva York, Random, 2000 (originalmente escrito en 1946).
211 La misma oscilación caracterizó el “avance” de la obra freudiana: ¿es el niño objeto o sujeto del deseo? La primera hipótesis desemboca en la teoría de la seducción (luego abandonada); la segunda, en la teoría del fantasma.
212 René Schérer y Guy Hocquenguem, Co-ire. Album sistemático de la infancia, Barcelona, Anagrama, 1979, pp. 68-69.
213 Sobre la fuga como matriz de sentido en relación con el viaje; cfr. también Daniel Link, “Tánger: ruina de la modernidad”, en Cómo se lee..., ob. cit.
214 En el mismo sentido en que Rilke “travistió una intención inconfundiblemente hímnica en la forma de la elegía y del lamento. Es a esta contaminación, a este tentativo espurio de aferrar una forma poética muerta, a lo que se debe probablemente el aura de sacralidad casi litúrgica que circunda desde siempre a las Elegías de Duino”. Agamben, Il regno e la gloria..., ob. cit.
215 Según los franceses, sería el libro más vendido, solo superado por La Biblia y El Capital: sesenta años después de su lanzamiento vende más de un millón de ejemplares por año. Es también uno de los libros más traducidos; más de seiscientas traducciones, incluida la de 2005: So shiyaxauotec Nta’a (el primer libro traducido al toba después del Nuevo Testamento).
216 Sobre best-sellers, ver también: Link, Clases..., ob. cit., p. 46 y ss.
217 Hay una novela que funciona a modo de registro del proceso de construcción de la infancia como mercado en los Estados Unidos (la cuna de la cultura industrial tal como la conocemos y la celebramos): Lolita de Nabokov, un periplo sociológico sobre el que volveré más adelante.
218 También el saber de la cultura industrial (que moviliza para eso a sus expertos: “ejército de la cultura”). Ejemplo de este punto: la sencillez lingüística que se supone en relación con los libros para niños, por ejemplo. Algunos resultados cuantitativos en relación con El Principito sirven como constatación de lo evidente: el texto presenta un índice de 69/100 (muy fácil) en grado de legibilidad, un uso de apenas 2% de voz pasiva, apenas un 19/100 como índice de complejidad de la frase y apenas un 11/100 en grado de complejidad de vocabulario. La prosa de El Principito es extremadamente pedagógica: no dice “el Sahara” sino “el desierto del Sahara”. El uso de acuarelas por parte del autor para ilustrar su propio relato funcionaría también como estrategia para facilitar la lectura. Cfr. Laurent de Galembert, La grandeur..., ob. cit.
219 En Roland Barthes, Mitologías, ob. cit., p. 83, donde precisamente, porque se propone una “crítica ideológica dirigida al lenguaje de la llamada cultura de masa” (p. 11), se vuelve una y otra vez sobre la infancia.
220 Conservo la designación en neutro porque el género no juega aquí ningún papel.
221 Cfr. Gilles Deleuze, “Nietzsche y San Pablo, Lawrence y Juan de Patmos”, en Crítica y clínica, ob. cit.
222 No es que el texto sea una cosa y no otra cosa, sino el el espacio donde unas potencias fantasmáticas se topan con unos dispositivos de captura. Si el principito se suicida (como dice el texto), y luego su cadáver es devorado por los chacales (como habría que entender), entonces lo imaginario es x, y se niega el mundo según el punto de vista 1, lo que implica p (para usar una fórmula que Sartre plantea en Lo imaginario). Si el principito viaja (cómodamente, sin más equipaje que su dibujo) de regreso a su planeta, su flor, sus melancólicas puestas de sol, entonces lo imaginario es Y (2) => q. Naturalmente, no se pueden tomar decisiones sobre lecturas “correctas” o “incorrectas” (toda lectura es un uso). Solo se señalan los límites y umbrales de la lectura, los momentos de colusión entre imaginarios distantes o irreductibles, entre potencias y gestualidades, cómo se interpela a la infancia (desde el texto pero también fuera de él) para constituirla en mercado, qué operaciones de mistificación ha sufrido el texto o qué indentificaciones imaginarias (narcisistas) desencadena. Por ejemplo, la apelación final al lector, vayan al desierto y escríbanme si ven un niño rubio en el desierto (no un bereber, sino un rubiecito bretón), es claramente una unidad imaginaria que se instala en la vía de la deuda infinita (jamás podremos responder a ese pedido).
223 Entiendo a la ciencia ficción como un relato que pone en pasado el futuro, un género que despolitiza la utopía, que utiliza a “la ciencia” (ese fantasma) como garantía discursiva de la tensión temporal que constituye su campo simbólico alrededor de la vida (la proliferación de lo viviente): subjetividades otras, otras formas de vida. Para más datos, cfr. Daniel Link, “El fantasma de la diferencia”, en Cómo se lee..., ob. cit. El Principito no es nada de esto, pero no lo es de tal modo que se puede pensar el texto como una interrogación radical del género.
224 El niño viajero, dice el cuento, sería originario del asteroide B612, descubierto recién el 15 de octubre de 1993. En realidad, el asteroide/planetoide lleva el número de catálogo 46610 (que equivale, en sistema hexadecimal a B612) y fue renombrado como Bésixdouze en honor a Saint-Exupéry. Es un pedazo de piedra que está a 2.27 unidades astronómicas del sol. Se trata de un pasaje extraordinario del plano de lo imaginario al plano de la realidad en el sentido previsto por Borges en “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”.
225 Blanchot en La escritura del desastre: “El fervor por el progreso infinito solo es válido como fervor, ya que el infinito es el fin de todo progreso (ob. cit., p. 59).
226 Blanchot, La escritura.., ob. cit., p. 13.
227 Sobre la acedia, cfr. Agamben, Estancias..., ob. cit.
228 Sea cierto o no el vínculo (excesivo) que se declara, alcanza para colocar a Léon Werth en un lugar de posteridad que tal vez no le habría correspondido por sus propios méritos literarios.
229 Cfr. Maite Alvarado y Horacio Guido (eds.), Incluso los niños. Apuntes para una estética de la infancia, Buenos Aires, la marca, 1993.
230 Jugaríamos con las palabras si el texto lo autorizara (“consuelo”/ “Consuelo”, como genitivo objetivo/genitivo subjetivo), pero el original dice: “Elle a bien besoin d’être consolée”.
231 “J’ai ainsi vécu seul, sans personne avec qui parler véritablement” (Saint-Exupéry, ob. cit., p. 15).
232 “Les enfants seuls savent ce qu’ils cherchent”.
233 Es el Ennui –los ojos cargados de llanto involuntario / sueña con patíbulos fumando su pipa. / Conoces, lector, ese monstruo delicado, / –Hipócrita lector, –mi semejante, –¡mi hermano!
234 Cfr. George Steiner, “El gran ennui”, en El castillo de Barbazul, Barcelona, Gedisa, 1993.
235 Para Blanchot, en “la perspectiva sartreana” se revela “la náusea que nos produce, no la falta de ser, sino la demasía de ser, un sobrante del que quisiera desinvestirme, empero del que no pudiera desinteresarme, porque, hasta en el desinterés, la otredad sigue siendo la que me condena a hacer sus veces, a no ser más que su lugarteniente” (La escritura del desastre, ob. cit., p. 26).
236 Para muestra, ver el análisis escolar de Maryse Brumont para la serie Collèges: Le Petit Prince. Saint-Exupéry, París, Bertrand-Lacoste, 2000.
237 La escritura del desastre, ob. cit., p. 31.
238 Cfr. supra, “Testigo”.
239 Llamo ATC al Canal 7 (el canal oficial) de la televisión argentina, que fue creado con ese nombre (Argentina Televisora Color) en 1978. Nunca conseguí relacionarme (fantasmáticamente) con las denominaciones posteriores.
240 Federico García Lorca, Poeta en Nueva York, Madrid, Espasa-Calpe, 1990, p. 167.
241 Arturo Carrera y Alfredo Prior, Niños… que nacieron peinados, Buenos Aires, Enargeis-Pringles Press, 2007.
242 Carrera y Prior, Niños…, ob. cit., s/p.
243 Alfredo Prior, en Alfredo Prior (edición al cuidado de Rafael Cippolini), Buenos Aires, Vasari, 2007, p. 22.
244 Carrera y Prior, Niños…, ob. cit., s/p.
245 Prior, Alfredo Prior, ob. cit., p. 14.
246 Laura Buccellato, “Historiografìa hermética de un hereje”, en Alfredo Prior, ob. cit., p. 11.
247 Carrera y Prior, Niños…, ob. cit., s/p.
248 Barthes, Mitologías, ob. cit., p. 83.
249 Citado por Arturo Carrera en el “Prólogo” a Niños… que nacieron peinados, ob. cit., s/p.
250 Agamben, La comunitá che viene. ob. cit.
251 Esas mujeres han perdido su cola de sirena pero permanecen como seres terribles y monstruosos que esconden los secretos del goce femenino. “Freud señaló que la ignorancia de la femme fatale, así como la de los niños pequeños y la de los gatos salvajes, se vincula al hecho de que ellas no han abandonado ciertos enclaves de su libido. La paradoja de la mujer fatal es, pues, que ella quiere ser admirada por su belleza, pero ella es percibida como hermosa precisamente por ser, al mismo tiempo, ignorante de las reacciones de los demás hacia ella”. Renata Salecl y Tamara Francés, “El silencio del goce femenino”, en (Per)versiones del amor y del odio, ob. cit., p. 88.
252 Cfr. Link, Leyenda..., ob. cit.
253 Uno, célebre, hacía de Lolita una enana: “un metro treinta de estatura” (p. 12). Otro error menor: la opción “psicópata”, donde corresponde “psicopatólogo” o “psicoterapeuta”. Cfr. Vladimir Nabokov, Lolita, Buenos Aires, Sur, 1959 (traducción de Enrique Pezzoni). Todas las referencias al texto en castellano, salvo indicación en contrario, remiten a esa edición (en adelante, después de cada cita el número de página entre paréntesis). La nueva traducción de Francesc Roca (Barcelona, Anagrama, 2004) se limita a corregir los antiguos errores, pero agrega tantos otros que no tiene sentido usarla como referencia. En las páginas 22-23, por ejemplo, se lee: “Durante mis relaciones con las mujeres, regidas siempre por el principio higiénico de que no deben almacenarse en el organismo aquellos humores susceptibles de volverse rancios y perjudicarlo, me mostraba práctico, irónico, enérgico”. El original dice sencillamente “In my sanitary relations with women I was practical, ironical, and brisk” (p. 15). Cuando la versión al castellano de Pezzoni no me convenga, pues, usaré la edición original: Vladimir Nabokov, Lolita, New York, Vitange/Random House, 1989.
254 Vladimir Nabokov, Lecciones de literatura, Buenos Aires, Emecé, 1984.
255 Cfr. Link, Clases..., ob. cit., p. 200 y ss.
256 “My world was split” (18).
257 La imaginación pop encuentra ya en Hesse algunos de sus fantasmas más estables: Innerlichkeit + juventud como fundamento de la “contracultura” (cfr. Link, Clases..., ob. cit., p. 77 y ss.).
258 En Nabokov la escisión atraviesa los mismos nombres: “Blanca Negro”.
259 Según el informe original de 1948, luego modificado, el 46% de la población masculina tuvo prácticas dobles heterosexuales y homosexuales o reaccionó positivamente a personas de ambos sexos en el curso de su vida adulta.
260 Donde 0 = exclusivamente heterosexual (en adelante hétero), 1 = predominanemente hétero e incidentalmente homosexual (en adelante, homo), 2 = predominantemente hétero y más que incidentalmente homo, 3 = igualmente hétero que homo, 4 = predominantemene homo y más que incidentalmente hétero, 5 = predominantemente homo e incidentalmente hétero y 6 = exclusivamente homo.
261 Los historiadores saben, no hace falta aclararlo, que esas efusiones del espíritu fueron correlativas de la masiva difusión de los antibióticos y anticonceptivos, es decir de la herida de muerte que recibió la asociación fantasmática entre sexualidad y familia (es decir, la castitas como garantía de la pureza de la casta y esta como fundamento de las leyes de la herencia).
262 cfr. Link, Clases..., ob. cit., p. 77 y ss.
263 “Lo anheló trepar la Roca Roja, desde la cual se había arrojado poco antes una madura estrella cinematográfica después de una riña de borrachos con su gigolo” (p. 209). En la perspectiva de Lolita, la niña moderna está colonizada por Hollywood (Cfr. pp. 51, 188 y 199) y publicaciones como Tu casa eres tú (p. 80) y Guía para el desarrollo de su hijo (p. 80).
264 La referencia es Der Erlkönig (1782) de Goethe, donde hay un niño hermosísimo que viaja con su padre. El Rey de los Silfos quiere raptarlo para que sus hijos jueguen con él. Para el rapto, cfr. supra, “Infancia”.
265 “Mi hermano” (245).
266 La negativa de los editores a publicar Lolita, supone Nabokov en el epílogo, “no se basaba en mi tratamiento del tema, sino en el tema mismo, pues hay por lo menos tres temas absolutamente prohibidos para casi todos los editores norteamericanos. Los otros dos son: un casamiento entre negro y blanca de éxito completo y glorioso que fructifique en montones de hijos y de nietos, y el ateo total que lleva una vida sana y útil y muere durmiendo a los ciento seis años” (313).
267 El original dice: “who could the nymphet sing in single tone, but probably preferred a lad’s perineum” (19). La versión de Pezzoni dice “peritoneo” en vez de “perineo”, pero es claramente una errata. La versión de Francesc Roca, y se entenderá por qué no conviene seguirla, traduce: “que, aunque les cantara a las nínfulas con voz armoniosa, probablemente, prefería meterle mano en la entrepierna a un muchacho” (27). Sea consciente el lector que de no haber existido la traducción de Pezzoni previamente, hoy estaríamos llamando “ninfetas” a las “nínfulas”.
268 “En Roma, el poder ató en un solo haz (…) la potencia sexual, la obscenidad verbal, la dominación fálica y la transgresión de las normas relativas al rango” (Pascal Quignard, El sexo y el espanto, Barcelona, Minúscula, 2005, p. 26).
269 Cfr. Peter Bürger, Crítica de la estética idealista, Madrid, Visor, 1996.
270 Conspicuos adherentes a nambla (North American Man Boy Love Association), fundada en 1978.
271 La correlativa preocupación por la corrupción (sexual) de menores y las edades de imputabilidad judicial así lo demuestra.
272 Un derecho que, sin embargo, funda la pedagogía moderna y la educación obligatoria: el niño tiene derecho a ser raptado por el Estado (es decir, apartado de su envolvente ambiente parental), para su educación a través del sistema público y obligatorio. Hay en el rapto una potencia fantasmática insoslayable.
273 Michel Foucault, La voluntad de saber, Madrid, Siglo XXI, 1984, pp. 126 a 128.
274 Charlotte: “Eres un monstruo. Eres un farsante abominable, un criminal” (97).
275 “…mi espectro irá hacia él, como negro humo, como un gigante demente, y le arrancará nervio tras nervio” (307).
276 Son abundantes las referencias a Proust. Cfr. pp. 19, 173, 251 y 262, por ejemplo, pero hay alusiones en cada página.
277 “Siempre me fascina el modo admirable en que los extranjeros –o al menos los norteamericanos naturalizados– emplean nuestra rica lengua” (196), le contesta la Srta. Pratt, con quien Humbert Humbert sostiene la conversación.
278 Cfr. Link, Clases..., ob. cit.
279 Cfr. Walter Berendsohn, Thomas Mann und die seinen. Porträt einer literarischen Familie, Munich, Francke Verlag, 1973; Gerhard Härle, Männerweiblichkeit. Zur Homosexualität bei Klaus und Thomas Mann, Frankfurt, Athenäum, 1974; Blas Matamoro, Puesto fronterizo. Estudios sobre la novela familiar del escritor, Madrid, Síntesis, 2003; Pascal Quignard, El sexo y el espanto, Buenos Aires, El cuenco de plata, 2004; Peter Sloterdijk, Normas para el parque humano, Madrid, Siruela, 2000; Thomas Mann, Los orígenes del Doktor Faustus, Madrid, Alianza, 1988.
280 Jacques Lacan, Lógica del fantasma (Seminario XIV, ob. cit.; cfr. también Alessandro Ciappa, Linguaggio e fantasma nell’opera di Jacques Lacan (tesis de doctorado inédita, Facoltà di Lettere e Filosofia, Universitá degli studi di Napoli, 2007).
281 Cuando no hay otras indicaciones, las informaciones biográficas y otros documentos han sido tomadas de la monumental (y un poco aburrida) biografía de Ian Gibson (Federico García Lorca, Barcelona, Grijalbo Mondadori, 1998). Se indican entre paréntesis el tomo y el número de página, correspondientes a esa edición.
282 Lévi-Strauss, “La estructura de los mitos”, en Antropología estructural, ob. cit.
283 Deleuze y Guattari, “Del ritornello”, en Mil mesetas, ob. cit.
284 Carlo Ginzburg, Historia nocturna, Ediciones Península, Barcelona, 2003.
285 Cito por la edición de Piero Menarini: Federico García Lorca, Poeta en Nueva York, Madrid, Espasa Calpe, 1990.
286 En todo caso, no como una sirena. Tal vez como una náyade, ninfa de las aguas dulces (fuentes, pozos, manantiales y arroyos). Asociadas siempre con el agua dulce, a diferencia de las oceánidas (agua salada en general) y las nereidas (específicas del Mediterráneo), las náyades comparten con las otras el territorio acuático del mundo, continuo para los griegos.
287 Yo subrayo.
288 En otra carta de Dalí a Lorca se lee (Gibson, I: p. 466):
Deseo, mon cher! una muy larga carta tuya… En mi San Sevastian te recuerdo mucho y a veces me parece que eres tú… A ver si resultara que San Sevastian eres tú!…
pero por ahora dejame que use su nombre para firmar.
Un gran abrazo
de tu San Sevastian
289 Ver apéndice, al final de este capítulo.
290 “El culto de San Sebastián es omnipresente en la cultura homosexual masculina (así como en la literatura psicoanalítica). Y cabría encontrar en este culto un magnífico ejemplo de la forma en que la apropiación de los temas culturales por los gays, la función que hacen desempeñar a las imágenes, está en conflicto abierto con el cifrado psicoanalítico. La erotización, en el curso de la historia, del cuerpo martirizado del santo, hasta el punto de que, a partir del Renacimiento, el suplicio desaparezca tras el erotismo. Es la transformación de una situación de sometimiento al orden dominante en un proceso de subjetivación elegido, es decir, la constitución de uno mismo como sujeto responsable de sus propias elecciones y de su propia vida, por medio de la erotización y la sexualización generalizada del cuerpo. Es el placer el que aniquila la opresión, es el cuerpo reivindicado que anula al cuerpo sometido al orden social y permite que emerja una nueva subjetivación”. Didier Eribon, Una moral de lo minoritario. Variaciones sobre un tema de Jean Genet, Barcelona, Anagrama, 2004, pp. 112-113.
291 Didier Eribon, Reflexiones sobre la cuestión gay, Barcelona, Anagrama, 2001.
292 Las citas corresponden a la “Oda a Walt Whitman”.
293 Además de los textos de Sarduy, cfr. Gabriel Araujo, “Le Néo-Baroque de Severo Sarduy comme retombée de la Queer Theory”, Inverses (publicación anual de la Société des Amis d’Axieros), 5 (Châtillon, abril, 2005) y Óscar Montero, “The Queer Theories of Severo Sarduy”, en Severo Sarduy, Obra completa, ob. cit., tomo II, p. 1782.
294 Cfr. Link, Clases..., ob. cit.
295 García Lorca, “Nueva York (oficina y denuncia)”, Poeta en Nueva York, ob. cit., p. 125.
296 ¿No es la casa el lugar de todas las reversibilidades? “Son muy importantes estas concordancias de ambientes, del baño, del vestíbulo; para el hombre del placer del siglo dieciocho, todo pasaba en el tocador, cada uno tiene su lugar. Si quieren precisiones la fobia pasa en el ropero, en el corredor, en la cocina, la histeria pasa en la recepción de los conventos de la moda, las neurosis obsesivas en los cagaderos” (Lacan, Lógica del fantasma, ob. cit.).
297 Cfr. Agamben, Estancias..., ob. cit.
298 Cfr. la última parte de este libro.
299 La llamada de la selva (1903), El lobo de mar (1904), Colmillo blanco (1906, recupera un viaje a Alaska de 1897-1898), Cuentos de los mares del sur y Nuevos cuentos de los mares del sur (1912), de donde analizaré el relato “El inevitable blanco”, son algunos de sus títulos más conocidos (publicó más de cincuenta libros).
300 Cfr. Luis A. García Moreno y Javier F. Gómez Espelosín (eds.), Relatos de viajes en la literatura griega antigua, Madrid, Alianza, 1996. Ctesias de Cido escribió en el siglo V a. C. Tratado sobre la India (Indika), sin haber viajado nunca a ese lugar, con lo cual ofrece una visión fabulosa de Oriente y sus habitantes: pigmeos con vergas descomunales (p. 25), hombres con cabeza de perro, etcétera…
301 Nuevos cuentos de los mares del Sur, Madrid, M. E. Editores, 1997 (trad. Antonio Guardiola).
302 He modificado levemente la traducción.
303 Sigmund Freud, “Un caso de paranoia que contradice la teoría psicoanalítica”, en Obras completas, vol. 14, Buenos Aires, Amorrortu, 1978-1985.
304 Blanchot, El libro por venir, ob. cit.
305 Ricardo Benet es egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica. Ha trabajado como fotógrafo en más de treinta películas de diferentes géneros y formatos. Dirigió los cortometrajes Árido (1997), Antes meridiano (1993), Road Coffee (1996), El fin de la etapa (2002) y En cualquier lugar (2005). El abandono fue presentada en varios festivales de cine y obtuvo galardones en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (2005), el Festival de Cines y Culturas de América Latina que se celebra en Biarritz (2005) y el Festival de Mar del Plata (2005).
306 Cfr. el libro de Raúl Zibechi, Territorios en resistencia. Cartografía política de las periferias urbanas latinoamericanas (Buenos Aires, Lavaca Editora, 2008), donde se introduce la noción de “territorios otros” como esos umbrales territoriales donde el Estado está presente y ausente al mismo tiempo y donde se desarrollan, por eso mismo, estrategias de resistencia y de hegemonía sin tradición y, por lo tanto, también sin destino cierto.
307 Jorge Di Paola y Roberto Jacoby, Moncada, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2003.
308 Las citas corresponden a sendas entrevistas a Roberto Jacoby y Jorge Di Paola publicadas en Radarlibros (12 de octubre de 2003). Se aclaran entre paréntesis los nombres de quienes responden.
309 Cfr. supra “Paranoia”.
310 Cfr. García Moreno y Gómez Espelosín (eds.), Relatos de viajes..., ob. cit.
311 Citado por Durand en Ocaso de sirenas..., ob. cit., p. 27. La entrada ha llamado también la atención de Tzvetan Todorov (La conquista de América. El problema del otro).
312 Recuérdese que la morfología ictícola de la sirena es posterior al siglo IV. Antes, son casi siempre mujeres-pájaro. Para Higino (64-17) tenían aspecto de gallináceas: “Tum ad Sirenas Melpomenes Musae et Acheloi filias venit, quae partem superiorem muliebrem habebant, inferiorem autem gallinaceam” (Fabulae, 125).
313 Cfr. J. R. T. Pollard, Seers, Shrines and Sirens, ob. cit., pp. 137-144: “The earliest Sirens are, to judge from their beards, preponderantly male, though the earliest of all, from Crete, is beardless and the question of sex is complicated by the fact that women could on occasions wear beards, like the priestess of the Pedasians”.
314 Citado por Durand, ob. cit.
315 Tal vez se trate precisamente del punto de vista más cercano al del extraordinario José Guadalupe Posada (1852-1913), cuyas imágenes criticaban, con una profunda ironía, la desigualdad y la injusticia social características de la sociedad porfiriana. Posada describió con originalidad un estado de la imaginación sobre lo novomundano: los asuntos políticos, la vida cotidiana, el terror milenarista, los desastres naturales, las creencias religiosas, la magia, la revolución.
316 El subrayado es mío. Cito por Otras inquisiciones (donde está incluido el texto), Buenos Aires, Emecé, 2005.
317 Así en Anderson, Comunidades imaginadas, ob. cit., y en Sloterdijk, Normas para el parque humano, ob. cit.
318 Raúl Antelo, “El latinoamericanismo tal como se lo practica al sur y al norte de las Américas” (mimeo).
319 Cfr., en todo caso, los apéndices a este capítulo.
320 Reinaldo Laddaga, Espectáculos de realidad, Rosario, Beatriz Viterbo, 2007, pp. 14 y 15.
321 Una diferencia: mi posición relativa en el mercado universitario (una universidad pobre de un país agobiado por las crisis económicas periódicas y la consiguiente suspicacia en contra de las potencias centrales) me obliga a desconfiar de los cánones urdidos en las universidades norteamericanas.
322 César Aira, El congreso de literatura, Buenos Aires, Tusquets, 1999 (yo subrayo).
323 Con la excepción de Pedro Mairal, los otros dos nombres son prácticamente desconocidos para la crítica y el público argentinos.
324 Otros nombres propios que podría incluir en mi propio catálogo de la joven literatura mexicana pueden leerse en “Fantasmagorías”, http://linkillo.blogspot.com/2005/10/fantasmagoras.html.
325 Ver Anexo I y Anexo II.
326 Carlos Fuentes, La nueva novela hispanoamericana, México, Joaquín Mortiz, 1974.
327 Donde las identidades nacionales, peninsulares (gallega, catalana, asturiana, etc.) o novomundanas aparecen representadas como minorías.
328 La premiación correspondiente al año 2006 tuvo como finalistas a dos españoles y a cuatro hispanoamericanos, y los dos ganadores fueron, en efecto, escritores de este lado del Atlántico. La propia editorial señaló, con una pirueta argumentativa incomprensible donde la cantidad aparece en lugar de la calidad, que “cabe destacar la amplia presencia de escritores latinoamericanos, un reflejo de los numerosos manuscritos de dichos países que se han presentado al Premio”. El jurado, compuesto por Salvador Clotas, Juan Cueto, Esther Tusquets, Enrique Vila-Matas y el editor Jorge Herralde, preseleccionó 6 libros de los 172 presentados al Premio Herralde de Novela, convocado por Editorial Anagrama y dotado con 18.000 euros.
329 Ver Anexo III.
330 De los 39 escritores reunidos en Bogotá, Anagrama publicó 5 (13%) y el Premio Herralde de Novela distinguió solo a 2 (5%).
331 Un rasgo en el que no puedo detenerme aquí, pero sobre el que hay que señalar su importancia, es la presencia de lo “chino” en la obra de estos autores. Piénsese en las chinoiseries fundadoras de Rubén Darío, en los textos de Borges preocupados por recuperar historias chinas, en las decisivas puntualizaciones de Severo Sarduy sobre el lugar de lo chino en la constelación cultural americana, pero también en la confluencia entre las culturas andinas y las culturas asiáticas, en los barrios chinos que hay en todas las ciudades americanas (pero no en las europeas), en Sendero Luminoso, en el “español achinado” de las Filipinas, en el modo en que la duplicación de los bienes culturales característico de la industria china (desde las carteras de diseño italiano hasta la música pop americana) pone en crisis el capitalismo global actual.
332 En Buenos Aires se suele considerar a Bellatin como un habitante de la ciudad que se ha ausentado por un tiempo.
333 Buenos Aires, Entropía, 2008.
334 Jorge Luis Borges, “Nota sobre (hacia) Bernard Shaw”, en Otras inquisiciones, ob. cit. p. 231.
335 Gilles Deleuze y Félix Guattari, “1874. Tres novelas cortas, o ¿Qué ha pasado?”, en Mil mesetas, ob. cit.
336 Para un desarrollo distinto (ficcional) del que puede leerse a continuación, cfr. Daniel Link, La mafia rusa, Buenos Aires, Emecé, 2008.
337 Buenos Aires, Mansalva, 2008.
338 ¡Claro que el Pericón es nuestra música: por algo es el Pericón Nacional! Pero en Buenos Aires, ¿quién lo recuerda? Hay que haber crecido en el interior para que nos vibre esa cuerda telúrica.
339 Muchas de esas crónicas permanecen inéditas. Algunas fueron recopiladas en libro: Clarice Lispector, Revelación de un mundo, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2003, trad. Amalia Sato. Florencia Abatte ha propuesto una lectura de esas crónicas insistiendo en el carácter completamente distorsionado (personal) del género, en “Crónicas de la vidente”, Radarlibros, suplemento literario de Página/12 (Buenos Aires: junio de 2004).
340 A via crucis do corpo, Río de Janeiro, Rocco, 1998 (hay traducción al castellano, muy imperfecta, por Haydée Jofre Barroso).
341 Incluido en Felicidad clandestina (1971).
342 “Si Kafka fuese mujer. Si Rilke fuese una brasileña judía nacida en Ucrania. Si Rimbaud hubiese sido madre, si hubiese llegado a los cincuenta años. Si Heidegger hubiese podido dejar de ser alemán y si hubiera escrito la Novela de la Tierra…”, escribe Hélène Cixous, en A Hora de Clarice Lispector, Río de Janeiro, Exodus, 1999 (edición bilingüe, traducción de Rachel Gutiérrez).
343 Revelación de un mundo, ob. cit.
344 Abatte, art. cit.
345 Entrevista de María Esther Gillio, “La mujer a la que no le gustaba hablar”, Página/12, Buenos Aires, 10 de diciembre de 2002.
346 Madrid, Siruela, 1999, trad. Mario Merlino.
347 Es cierto, como ha insinuado Beatriz Sarlo respecto de otros problemas, que convenga resistir a esa lógica, aun cuando la crisis de la imaginación humanista nos impida volver a aferrarnos a antiguas certezas: “Desde las formas degradadas de la trascendencia trucha hasta las formas intelectualmente más interesantes, asistimos a una vuelta de la trascendencia. Somos pocos los que conservamos una ética inmanente y humana”. “La vanguardia o la pedagogía de masas” (entrevista a Beatriz Sarlo por Ivana Costa), revista Ñ, Buenos Aires, sábado 3 de septiembre de 2005. El texto completo puede leerse en http://www.clarin.com/suplementos/cultura/2005/09/03/u-00997745.htm.
348 “Nací para amar a los demás, nací para escribir y para criar a mis hijos. Amar a los demás es tan vasto que incluye incluso perdón para mí misma, con lo que sobra. Amar a los demás es la única salvación individual que conozco: nadie estará perdido si da amor y a veces recibe amor a cambio” (citado por Olga Borelli, “Liminar”, en Clarice Lispector, A Paixão segundo G.H., edición crítica al cuidado de Benedito Nunes, Florianópolis, Archivos, Editora de UFSC, 1988, p. XXIII).
349 “La hora de la basura (lixo)” es el nombre que la misma Clarice da a esta etapa de su obra, donde se privilegia un juego ambiguo de sublimación y desublimación. Tal como ha señalado Italo Moricone, “los textos producidos durante el período que llamamos ‘La hora de la basura’ ponen en escena los límites y la extenuación de un proyecto de progresiva radicalización de la escritura autorreflexiva. Desde el punto de vista estético, plantean el más espectacular de los finales, que probablemente determina todos los demás: el fin del modernismo”. Cfr. “La hora de la basura”, Radarlibros, suplemento literario de Página/12, Buenos Aires, 12 de marzo de 2000, trad. Daniel Link. El texto puede leerse en http://www.pagina12.com.ar/2000/suple/libros/00-03/00-03-12/nota.htm.
350 Carlos Castaneda, Viaje a Ixtlán, México, fce, 2000, p. 290.
351 Borelli, ob. cit.
352 Fabián (Homero) Cirelli nació en Buenos Aires (1961). Cursó estudios de cine en la Escuela de Cine de Avellaneda y música en la Universidad de La Plata. Conocido como productor televisivo, ha recibido premios como realizador de videos experimentales. Porno es su cuarto largometraje, después de Unos viajeros se mueren (2002, con textos de Daniel Veronese), Berlín (2004, presentado en el bafici) y Los Buenos Aires (2004, presentado en la sección Vitrina Argentina del Festival Internacional de Mar del Plata de ese año).
353 En una entrevista a la Folha de Sao Paulo, Alan Pauls recurrió al mismo dispositivo obsceno: “Nossa cultura é chorona. O tango, o futebol, as épicas fracassadas. O choro ‘made in Argentina’ é título de nobreza e método de blindagem –porque ao que chora não se pode dizer nada. Só podemos nos compadecer e esperar que deixe de chorar”. Por supuesto, el escritor es consciente de los peligros de la reificación: “Odeio a nostalgia e não trato o passado como fetiche. Uso-o como artifício. Algo que se elabora desde o presente. Interessa-me o modo como o imaginamos e os instrumentos às vezes torpes ou fraudulentos com que o construímos” (la entrevista completa puede leerse en: http://linkillo.blogspot.com/2008/08/mercosul.html).
354 Cfr. Link, Leyenda..., ob. cit.
355 Cfr. infra, “Desastre”.
356 César Aira, Diccionario de autores latinoamericanos, Buenos Aires, Emecé/Ada Korn, 2001, p. 497.
357 De las muchas ediciones de Pedro Páramo de Juan Rulfo citaré dos diferentes, que se indicarán con números romanos (I y II), seguidos del número de página. I es Pedro Páramo, Barcelona, Planeta, 1972; II es Pedro Páramo, México, fce, 1986 (con ilustraciones de Juan Pablo Rulfo).
358 Augusto Monterroso, La vaca, Madrid, Alfaguara, 1999.
359 Cfr. Juan Villoro, “Lección de arena”, Nexos Virtual, México, agosto 1999: “Los orígenes de Pedro Páramo ya pertenecen a la hagiografía y una escena canónica se repite entre los feligreses. En una mesa de ping-pong hecha por Juan José Arreola (…), Juan Rulfo desplegó las cuartillas que había escrito en desorden. Su idea original consistía en escribir una trama lineal y en las discusiones con Arreola decidió integrar un todo fragmentario, urdido con yuxtaposiciones y escenas contrastadas como los vidrios rotos de un caleidoscopio. Escenario donde mana un tiempo detenido, un pasado siempre actual, Pedro Páramo solo podía concebirse como un continuo de prosa interrumpida”. Para Naked Lunch, cfr. Link, Clases. Literatura y disidencia, ob. cit.
360 Cfr. Augusto Monterroso, La letra e, fragmentos de un diario, México, Era, 1987, p. 95 y ss.: “La mesura de Rulfo, que debería ser una influencia general, la falta de prisa de sus primeros años y su reacia negativa posterior a publicar libros que no considera a su propia altura, son un gesto heroico de quien, en un mundo ávido de sus obras, se respeta a sí mismo y respeta, y quizá teme, a los demás”.
361 Cfr. J. M. G. Le Clézio, “Prefacio” a Le llano en flammes, París, Gallimard, 2001: “El teatro de la guerra es El llano en llamas, esta extensión que va de Jalisco hasta Michoacán, donde los campesinos cruzados de Cristo Rey han reinado como amos entre 1927 y 1929, y que comprende todos los lugares mencionados en los cuentos de Rulfo: Toxín, Apulco, San Gabriel, Talpa, Tuzcacuesco, Autlán, Teocaltiche, hasta Mazamitla, en la frontera con Michoacán, y el río Armería, cerca del volcán de Colima. Sobre esta tierra áspera y difícil, la violencia, dice Rulfo, es natural, y la guerra una fatalidad, en la que la Ciudad de México juega el papel de César arbitrario, y el campesino insurrecto el del sacrificio”.
362 Cfr. Villoro, ob. cit.: “En el desierto todo ocurre por excepción; sus terregales solo producen historias cuando alguien se pierde por ahí. Es en esta región donde Rulfo ubica sus fantasmas. Las mansiones recargadas de utilería estimulan la imaginación gótica: el desván con baúles y telarañas, alumbrado por un candelabro de seis bujías, exige un espectro en su inventario. Por el contrario, Rulfo trabaja en una zona vacía; sus escenarios no pueden ser más disímbolos que los de Poe, Wells o Lovecraft (participa de la cruda desnudez de Hamsun o Chejov); sin embargo, en esas tierras pobres crea un mundo desafo-rado donde las ánimas en pena no son recursos de contraste (el monstruo tonificante con que Lovecraft busca recuperar la atención de sus lectores) sino la única realidad posible. El proceso de extrañamiento, esencial a la invención fantástica, se cumple en el más común de los territorios. En una corriente proclive al artificio (la máquina del tiempo, la estatua que cobra vida, el robot inteligente) o a las singularidades fisiológicas (la pérdida de la sombra, la aparición de un doble, el sueño profético), Pedro Páramo se presenta como un drama de la escasez donde los aparecidos apenas se distinguen de las sombras. No hay efectos especiales: la gente cruza la calle como si no existiera”.
363 En ese sentido, es insostenible la afirmación de Fuentes de que Pedro Páramo es “una mitificación de las situaciones, los tipos y el lenguaje del campo mexicano” (Fuentes, ob. cit., p. 16): se trata de un una puesta en escena de los fantasmas del campo mexicano. Cfr. las correcciones de Sommers a la cita de Fuentes (en Joseph Sommers, “A través de la ventana de la sepultura: Juan Rulfo”, en J. Loveluck (comp.), Novelistas hispanoamericanos de hoy, Madrid, Taurus, 1976, p. 167.
364 Cfr. Monterroso, La letra..., ob. cit.: “…volviendo al propio Rulfo, una de sus grandes hazañas consiste en haber demostrado (…) que en México aún se podía escribir sobre los campesinos. Entonces se pensaba con razón que este era un tema demasiado exprimido y, al mismo tiempo, que el objetivo del escritor debía ser la ciudad, la gente de la ciudad y sus problemas. O Joyce o nada. O Kafka o nada. O Borges o nada. Cuando todos estábamos efectivamente a punto de olvidar que la literatura no se hace con asfalto o con terrones, sino con seres humanos, Rulfo resistió la tentación del rascacielo y se puso tercamente (tercamente es la palabra, me consta) a escribir sobre fantasmas del campo”.
365 “Citizen Kane (…) tiene por lo menos dos argumentos. El primero es de una imbecilidad casi banal; quiere sobornar el aplauso de los muy distraídos. Es formulable así: un vano millonario acumula estatuas, huertos, palacios, piletas de natación, diamantes, vehículos, bibliotecas, hombres y mujeres; a semejanza de un coleccionista anterior (cuyas observaciones es tradicional atribuir al Espíritu Santo) descubre que esas misceláneas y plétoras son vanidad de vanidades y todo vanidad; en el instante de la muerte, anhela un solo objeto del universo: ¡un trineo debidamente pobre con el que su niñez ha jugado! El segundo es muy superior. Une al recuerdo de Koheleth el de otro nihilista: Franz Kafka. El tema (a la vez metafísico y policial, a la vez psicológico y alegórico) es la investigación del alma secreta de un hombre, a través de las obras que ha construido, de las palabras que ha pronunciado, de los muchos destinos que ha roto. El procedimiento es el de Joseph Conrad en Chance (1914) y el del hermoso film The power and the glory: la rapsodia de escenas heterogéneas, sin orden cronológico” (Jorge Luis Borges, “Un film abrumador”, en Borges en Sur (1931-1980), Buenos Aires, Emecé, 1999, p. 199).
366 “Susana San Juan es el reverso de los demás personajes del libro; se opone a la lógica del lugar (sus ojos se atreven a negar lo que ven) y derrota a Pedro Páramo” (Villoro, ob. cit.).
367 Blanchot, El libro por venir, ob. cit., p. 3.
368 Villoro, ob. cit.
369 “En (…) Pedro Páramo (…) la novela latinoamericana se ofrece como un nuevo impulso de fundación, como un regreso al acto de la génesis para redimir las culpas de la violación original (…)” (Fuentes, La nueva novela hispanoamericana, ob. cit., p. 45), y “a través de (…) Pedro Páramo se puede acceder a una de las más valiosas claves para conocer e interpretar a Hispanoamérica” (Silvia Calero, Análisis de fuentes arquetípicas, inédito, 1975, p. 1).
370 “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia”, etcétera.
371 Luis Harss, Los nuestros, Buenos Aires, Sudamericana, 1969, p. 307.
372 “Pedro” es, además, un “vestido afelpado que usaban los ladrones” (Diccionario de la Real Academia Española).
373 La estructura laberíntica de la enunciación, la simultaneidad de puntos de vista, la re-visión fatalista del pasado, la elección de un segmento arcaico y decadente de la sociedad para basar la obra literaria, sería índice de la presencia del texto faulkneriano (cf. James Irby, La influencia de William Faulkner en cuatro narradores hispanoamericanos, México, UNAM, 1956).
374 Roland Barthes, S/Z, Madrid, Siglo XXI, 2004, p. 56.
375 En la medida en que no es posible situar a esos enunciantes dentro de un “discurso mayor”; basta citar el diálogo entre Chona y su pretendiente en I, 47, o el diálogo entre doña Fausta y doña Ángeles en I, 108.
376 “Los muertos de Pedro Páramo no tienen reposo. Y esto en forma radical: no hay posible hecho explicativo dado por el texto, no hay tregua con lo real para llegar a un acuerdo”, en Jorge Ruffinelli, “Pedro Páramo y Derborence: realidad fantástica y discurso social”, eco, XXXVII, Bogotá, junio-agosto de 1980, p. 337.
377 Sommers, ob. cit., p. 160.
378 Cfr., como ejemplo contrario, Los fantasmas de César Aira.
379 “¿Cuáles leyes, Fulgor? La ley de ahora en adelante la vamos a hacer nosotros” (I, 43), “Y recuérdale que Lucas Páramo ya murió. Que conmigo hay que hacer nuevos tratos” (I, 43). La ley dura lo que una vida.
380 Es cierto que la figura de Pedro Páramo puede aparecer deificada: cfr. Calero, ob. cit., p. 12; y Sommers, ob. cit., p. 165.
381 “Y lo más chistoso es que él nos llevó a bautizar” (II, 12).
382 Susana fue enviada a buscar oro a las profundidades de la mina andrómeda, y andrómina es “embuste, enredo con que se pretende alucinar” (rae, Diccionario…). Para Corominas, la etimología más aceptable de andrómina es Andrómeda.
383 “En este paraje yermo, agotado, basta el brote de una hoja o la mención del agua para lograr un efecto estremecedor” (Villoro, ob. cit.).
384 He desarrollado esa analogía en Cómo se lee y otras intervenciones críticas, ob. cit.
385 Uso la palabra imperio en el sentido en que puede leérsela en Alain Badiou, en “Quince tesis sobre el arte contemporáneo” (trad. Daniel Link), www.linkillo.blogspot.com.
386 La historia de las transformaciones urbanas en Buenos Aires es la historia de las fiestas a las que fuimos, porque la política cultural de la ciudad, en casi su totalidad, ha estado al servicio de la especulación inmobiliaria, desde la recuperación de la democracia, en 1983, pero tal vez antes. Una de las primeras Bienales de Arte Joven, bajo el gobierno radical, se desarrolló en los diques de Puerto Madero. Las primeras raves, en la Costanera Sur, los Festivales de Música Electrónica, también.
387 Giulio Carlo Argan, El concepto del espacio arquitectónico desde el Barroco hasta nuestros días, Buenos Aires, Nueva Visión, 1980. Ver también Antonio Bonet Correa, “La fiesta barroca como práctica del poder”, Diwan, 5/6, Barcelona: septiembre de 1979; Sergio Bagú, Tiempo, realidad social y conocimiento, Buenos Aires, Siglo XXI, 1975; Michel Foucault, “Panoptismo”, en Vigilar y castigar. México, Siglo XXI, 1987, y “Preguntas a Michel Foucault sobre la geografía”, en Microfísica del poder, Madrid, Ediciones de la Piqueta, 1980; Russel Ferguson (ed.), Discourses: Conversations in Postmodern Art and Culture, Cambridge/New York, The New Museum of Contemporary Art/mit, 1990; Boris Frankel, The Post-Industrial Utopians, Oxford, Basil Blackwell, 1987; Hans Hinterhäuser, Fin de siglo. Figuras y mitos, Madrid, Taurus, 1980; Fredric Jameson, “Posmodernismo: lógica cultural del capitalismo tardío”, Zona abierta, 38, Madrid, enero-marzo 1986; Francis Korn, Buenos Aires: los huéspedes del 20, Buenos Aires, Sudamericana, 1974; Materiales, 5, Buenos Aires, marzo de 1985: número especial dedicado al Departamento de Historia de la Arquitectura de Venecia; Christian Norberg-Schulz, El significado de la arquitectura occidental, Buenos Aires, Summa, 1979; Aldo Rossi, La arquitectura de la ciudad, Barcelona, Gustavo Gili, 1979; Severo Sarduy, Barroco, Buenos Aires, Sudamericana, 1974; Beatriz Sarlo, Una modernidad periférica: Buenos Aires entre 1920 y 1930, Buenos Aires, Nueva Visión, 1988; James Scobie, Buenos Aires. Del centro a los barrios. 1870-1910, Buenos Aires, Solar/Hachette, 1977; Carl Shorske, “La idea de ciudad en el pensamiento europeo: de Voltaire a Spengler”, en Punto de vista, 30, Buenos Aires, julio-octubre 1987; Andreas Steffens (comp.), Nach der Postmoderne, Düsseldorf/Bensheim, Bollmann, 1992; Max Weber, “La dominación no legítima (tipología de las ciudades)”, en Economía y sociedad, México, fce, 1964.
388 Mijail Bajtín, “Epopeya y novela”, en Eco, XXXII-3, Bogotá, enero de 1978; Estética de la Creación Verbal, México, Siglo XXI, 1980; y Problemas de la poética de Dostoievski, México, fce, 1986.
389 Cito por la siguiente edición: Julio Cortázar, Rayuela, Buenos Aires, Sudamericana, 1973.
390 Modo: condicional en los dos casos. Estructura: verbo + frase nominal (en un caso, objeto; en el otro, sujeto). Aspecto: en un caso puntual, en el otro durativo.
391 En mi Teatro completo (Buenos Aires, Eloísa Cartonera, 2007) se lee una adaptación dramática del capítulo 48 de Rayuela.
392 Cuya oferta incluye: “–Una conferencia sobre Australia, continente desconocido; –Reunión de los discípulos del Cristo de Montfavet; –Concierto de piano de madame Berthe Trépat; –Inscripción abierta para un curso sobre los meteoros; –Conviértase en judoka en cinco meses; –Conferencia sobre la urbanización de Lyon”.
393 Corrijo el tiempo verbal, mal utilizado por Saer: “urbanice” en el original. Cito por la siguiente edición: Juan José Saer, Glosa, Buenos Aires, Seix Barral, 2006.
394 Benjamin ha analizado las modificaciones en los hábitos perceptivos que la ciudad moderna introduce. El cine ha demostrado especial fascinación por el espacio urbano (la velocidad, la maquinaria, las masas humanas) como generador de situaciones narrativas. Ya en las películas del período mudo la ciudad aparece como el espacio del riesgo y el peligro por excelencia (a veces, cómicamente traspuestos).
395 Cito por la edición de Los cuatro elementos, Buenos Aires, Norma, 2007.
396 “Línea de segmentación flexible o de fisura molecular, línea de fuga o de ruptura, mortal y viviente, no segmentaria”, en Deleuze y Guattari, “1874. Tres novelas cortas, o ¿Qué ha pasado?”, en Mil mesetas, ob. cit.
397 Uno de los proyectos de José Miguel Onaindia cuando asumió la dirección del Centro Cultural Ricardo Rojas de la Universidad de Buenos Aires era consagrar un año entero al estreno o reposición del teatro completo de Copi. Su anticipada renuncia nos quitó también esa posibilidad.
398 Los libros de la guerra, Buenos Aires, Mansalva, 2008.
399 César Aira, Copi, Rosario, Beatriz Viterbo, 1991.
400 Cuaderno 1C en Archivo Copi (Institute Mémoirs de l’Édition Contemporaine).
401 Sarduy, Barroco y La simulación, incluidos en Obra completa, ob. cit. Cfr. supra, “Neobarroco”.
402 Alain Badiou, El ser y el acontecimiento, Buenos Aires, Manantial, 1999.
403 Giorgio Agamben, Che cos’ è il contemporaneo?, Roma, Nottetempo, 2008. Yo subrayo y traduzco.
404 Cfr. Badiou, El siglo, ob. cit.
405 Ídem.
406 Cfr. supra, “Ciudades”.
407 Josefina Ludmer, “Literaturas postautónomas”, publicado en Linkillo (cosas mías): http://linkillo.blogspot.com/2006/12/dicen-que_18.html.
408 Marty, Roland Barthes, el oficio de escribir, ob. cit., p. 217.
409 Ibíd., p. 190.
410 Alberto Giordano, Una posibilidad de vida. Escrituras íntimas, Rosario, Beatriz Viterbo, 2006. Cfr. supra, “Yo”, “Testigo” y “Verdad”.
411 Cfr. Gabriel Araujo, “Le Néo-Baroque de Severo Sarduy comme retombée de la Queer Theory”, Inverses (publicación anual de la Société des Amis d’Axieros), 5 (Châtillon, abril 2005), y Óscar Montero, “The Queer Theories of Severo Sarduy”, incluido en Severo Sarduy, Obra completa, ob. cit., tomo II, p. 1782.
412 Gabriel Giorgi, Sueños de exterminio. Homosexualidad y representación en la literatura contemporánea, Rosario, Beatriz Viterbo, 2004.
413 Idíd., p. 118.
414 Cuando digo Punto de Vista quiero decir exactamente eso: no tal o cual persona, sino el colectivo que se identificó históricamente con ese nombre. Pienso especialmente en el análisis de la película Los rubios de Albertina Carri, refrendado por prácticamente todo el comité editorial de Punto de Vista.
415 Daniel Link, “Campo intelectual”, Radarlibros, suplemento literario de Página/12, Buenos Aires, domingo, 21 de diciembre de 2003. La entrevista puede leerse en http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-858-2003-12-21.html.
416 “Vezzetti: En principio no se da de un modo programático. Me parece que el silencio (se ríe) que se hizo ante la pregunta de qué es la cultura algo quiere decir, ¿no? Y bueno, no tenemos una respuesta. Digamos, no tenemos respuesta porque no tenemos tampoco una aproximación global.
Lo que aparece son ciertos núcleos muy fuertemente ligados con lo que los integrantes de la revista, digamos, han ido encontrando, haciendo, produciendo. Y yo diría que en esos núcleos se encuentra una relación con la política que tampoco parte de una definición global o de una posición programática”.
417 “La verdad es que cuando el año pasado Daniel Link nos juntó a todos en una entrevista para hablar de la revista, sentí que era una especie de dinosaurio del Consejo de Dirección –podía hablar del pasado de Punto de Vista, pero no de su presente–”, Carlos Altamirano, en Punto de Vista, 79 (Buenos Aires, agosto de 2004). El texto completo de la renuncia de Altamirano puede leerse en http://www.bazaramericano.com/revista/nuevocolectivo_renuncias.htm.
418 Link, “Campo intelectual”, en ob. cit.
419 Beatriz Sarlo, “Final”, Punto de Vista, 90, Buenos Aires, abril de 2008.
420 El fascismo adopta para sí la figura de las singularidades subordinadas (sujetadas) a un todo. Debo a Diego Bentivegna estos datos preciosos: A principios de siglo XX, los movimientos de campesinos que operaban sobre todo en Sicilia, y que participaban de un comunismo apocalíptico con muchos elementos anarcocristianos, se llamaban a sí mismo “fasci”. Después de la Gran Guerra, surgen los “Fasci di combattimento”, en agrupaciones en general integradas por ex combatientes y que son el núcleo de formación de la fuerza de choque mussoliniana.
421 Agamben, Che cos’ è il contemporaneo?, ob. cit. Yo traduzco.
422 Punto de Vista, 90, ob. cit., p. 13.
423 La “Breve historia de Punto de Vista”, que abre el índice general de la colección completa (distribuido en 2009) es bien elocuente sobre qué es el presente para la revista: toda la historia está contada en pasado: “Punto de Vista fue…”, “su campo fue”, “fue un instrumento”, “se publicó”. Hacia el final, con la incorporación de José Aricó y Juan Carlos Portantiero, “Punto de Vista supera la marginalidad extrema” (nótese el cambio de tiempo verbal), “se conecta” y “define”, “después de haber reconsiderado”. Luego se vuelve al pasado (“se incorporó”, “se formó un consejo asesor”. “En abril de 2008, al cumplir treinta años y noventa números, Punto de Vista cierra por decisión colectiva de sus miembros”.
424 “Lo in de lo in”, escribe Beatriz Sarlo sobre los integrantes del jurado que premió en 2007 la novela Berazachussetts, de la cual se dice que “no es inevitable que la literatura entienda tan poco” y a la que se caracteriza como “parque de diversiones” y máquina imprecisa. Punto de Vista, 90, ob. cit., pp. 15 y 16.
425 Beatriz Sarlo, “Final”, Punto de Vista, 90, ob. cit., p. 1 (como señaló con perspicacia la joven investigadora Elena Donato).
426 Marcel Proust, Du Côté de chez Swann, París, Nouvelle Revue Française, 1919.
427 “Ces évocations tournoyantes et confuses ne duraient jamais que quelques secondes”.
428 “El mito es un habla”, en Mitologías, ob. cit.
429 Giorgio Agamben, Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo (Homo Sacer III), Valencia, Pre-Textos, 2000, p. 150.
430 Ibíd., pp. 150-151.
431 En Contre Sainte-Beuve, la rememoración provocada por la taza de té arrastra al narrador al recuerdo de su abuelo. Uno de los fragmentos del libro lleva por título “La race des tantes”. La Recherche está, ya, en otra parte.
432 Agamben, Lo que queda de Auschwitz..., ob. cit., p. 144.
433 Véase, en ese sentido, Antelo, María con Marcel..., ob. cit.
434 Qué es la filosofía, Barcelona, Anagrama, 1993, p. 178.
435 Ibíd., p. 169.
436 Copi, El baile de las locas, Barcelona, Anagrama, 2000, capítulo IX, pp. 119-120, trad. Alberto Cardín y Biel Mesquida.
437 Raúl Escari (comunicación personal). Foucault aparece como personaje en La guerre des pédés.
438 Aira, Copi, ob. cit., p. 108.
439 Copi, Eva Peron [sic], París, Christian Bourgois, 1969.
440 Raúl Escari (comunicación personal); Alfredo Arias (comunicación personal).
441 “Copi en Copi”, incluido en Copi (textes rassemblés par Jorge Damonte; photos, Jorge Damonte), París, Christian Burgois éditeur, 1990, p. 81.
442 Ibíd., p. 85.
443 Ibíd., p. 84.
444 Copi, Eva Perón, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2000, p. 14, trad. Jorge Monteleone. Sobre la muestra colectiva “Tucumán arde”, puede consultarse con provecho: Andrea Giunta, Vanguardia, internacionalismo y política. Arte argentino en los años sesenta, Buenos Aires, Paidós, 2001.
445 “La transcripción de la entrevista imaginaria publicada en Le Figaro está extraída del artículo firmado por Ivana Costa en el diario Clarín. Bajo el título ‘El primero que se atrevió con el mito de Evita’, la nota se publica a raíz de la traducción de la obra de Copi al español, el 28 de mayo del 2000, es decir más de treinta años después de que se publicara su original en francés. En ella, Costa recuerda que al día siguiente de su publicación en Le Figaro, el texto de la entrevista imaginaria apareció prácticamente íntegro en el diario Crónica, en la Argentina, bajo un título catástrofe: ‘Inaudito: un actor hará de Eva Perón’, y una volanta aun más alarmista: ‘Autor Irrespetuoso en un Teatro de París’. Además, el editor del vespertino consideró prudente agregar, donde terminaba la información del cable de la agencia noticiosa efe, la siguiente nota de redacción: ‘Independientemente de las posiciones políticas que se pueden adoptar en relación con la señora Eva Duarte de Perón, nos parece realmente censurable que el papel protagónico de la obra, el de Eva Perón, sea interpretado por un hombre, puesto que se trata de una figura histórica’”. Susana Rosano, Rostros y máscaras de Eva Perón: imaginario populista y representación (Argentina: 1951-2003), Pittsburgh, M. A. in Hispanic Languages and Literature, University of Pittsburgh, 2005, p. 175, nota 140.
446 Beatriz Sarlo, La pasión y la excepción, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003, p. 236.
447 Ibíd., p. 236.
448 Ibíd., p. 17.
449 Ibíd., p. 18.
450 Ibíd., p. 236.
451 Además del monumental y siempre creciente estudio de Gabriela Sontag: Eva Perón: Books, Articles and Other Sources of Study: An Annotated Bibliography (Madison, Wisconsin, 1983), pueden consultarse Marysa Navarro (comp.), Evita. Mitos y representaciones, Buenos Aires, fce, 2002; Nerio Tello y Daniel Santoro, Eva Perón para Principiantes, Buenos Aires, Errepar, 2002; Paola Cortés Rocca y Martín Kohan, Imágenes de vida, relatos de muerte. Eva Perón: cuerpo y política, Rosario, Beatriz Viterbo, 1998; y Claudia Soria, Los cuerpos de Eva. Anatomía del deseo femenino, Rosario, Beatriz Viterbo, 2005.
452 Aira, Copi, ob. cit., p. 109.
453 Según Tomás Eloy Martínez, los montoneros (todavía desconocidos para el gran público pero incluso para los personajes principales del drama peronista) se habrían presentado a Perón para solicitarle permiso para ejecutar a Copi, a lo que el ex presidente se habría negado (Raúl Escari: comunicación personal).
454 Eva Perón, La razón de mi vida, Buenos Aires, Peuser, 1951.
455 Antelo, María con Marcel, ob. cit., pp. 115-116.
456 Viñas es, en todo caso, el único que acepta uno de los designadores previstos en la constelación de nombres diseñada por Eva Perón respecto de las funciones del Estado.
457 “Copi en Copi”, incluido en Copi (textes rassemblés par Jorge Damonte; photos, Jorge Damonte), ob. cit., p. 85.
458 Cuaderno 1C en Archivo Copi, ob. cit.
459 Raúl Damonte Taborda, ¿Adónde va Perón?: de Berlín a Wall Street, Montevideo, Ediciones de la Resistencia Revolucionaria Argentina, 1955.
460 Sarlo, La pasión y la excepción, ob. cit., p. 236.
461 Ibíd., ob. cit., p. 235.
462 Giorgio Agamben, “Elogio de la profanación”, en Profanaciones, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2005, p. 100.
463 Raúl Antelo sugiere que “el reportaje de Giselle Freund, defensora de la reproducción como lógica de la imagen, sobre Eva para Life profana el mito y funciona como bastidor de un circo: muestra cómo se monta la drag-queen” (comunicación personal).
464 Cfr. Aira, Copi, ob. cit., p. 108. Y también: “Evita es un travesti; no hay nada en la obra que lo diga explícitamente, como no sea el hecho de que en la primera representación el papel fue interpretado por un hombre. Pero su travestismo se sostiene en el sistema mismo: si no es la Santa de los Humildes, la Abanderada de los Trabajadores (y esta Evita harto demuestra no serlo) tampoco necesita ser una mujer. La representación de la mujer es una mentira. Luego, tampoco necesita morir como estaba programado en su mito. Se hace inmortal como imagen” (p. 107).
465 Resultados, en este caso, más que provisorios.