Otra curiosidad de Broadway avanzada a su tiempo fue «Supper Time» de Irving Berlin, interpretada en A Thousand Cheer, una revista de actualidad en la que un hombre negro «ya no va a volver a casa» porque ha sido víctima de un linchamiento. La letra juega muchísimo con la vaguedad.
Hasta 1948, un «álbum» comprendía un paquete de discos de 78 r. p. m, en lugar del clásico LP de 33 ½ r. p. m.
Término despectivo empleado en Estados Unidos para referirse a los negros. (N. del T.)
No se volvería a grabar hasta que Lou Rawls la incluyera, junto con la canción de Razaf, en su álbum de 1962 Black and Blue. Nina Simone también la versionó en 1965.
The Red Song Book (1932), en que aparecían Jackson, Wiggins y Hill; el socialista Rebel Song Book (1934); The New Worker’s Song Book de Charles Seeger (1934); Songs of the People (1935), editado por el colectivo de compositores después de su conversión, y Negro Songs of Protest (1935) de Lawrence Gellert.
Vocablo rural que significa «fiesta». Fue escogido en los años treinta como el término oficial para las recaudaciones de fondos del izquierdoso New Deal Club (la palabra wingding [pachanga] logró un apretado segundo puesto).
Debía de haber una cierta onda de patriotismo izquierdista en el aire. Earl Robinson, cuyo piano llevaba pegado el eslogan comunista inventado por Earl Browder, compuso «Ballad for Americans», una voluminosa clase de historia que cantaba a la heterogénea vitalidad del país. Descrita por su autor como una «cantata Whitman» y bautizada en origen como «Song for Uncle Sam», era tan radical para la izquierda y patriótica para el Partido Republicano como para que ambas formaciones la utilizaran en sus convenciones nacionales. Cuando el actor, cantante y activista negro Paul Robeson la interpretó en la CBS en 1939, recibió una aclamación en pie de veinte minutos y cientos de cartas de admiración.
En un gesto simbólico, la comunista y antigua wobbly Elizabeth Gurley Flynn les entregó los papeles de Joe Hill.
Más tarde tuvieron tres hijos más en rápida sucesión: Arlo, que se convertiría en un celebrado cantante folk, Joady (por Tom Joad) y Nora.
En cambio, proliferaban las cantilenas derechistas sobre la cuestión de la Guerra Fría. Los cantantes country Charlie e Ira Louvin grabaron «Weapon of Prayer», instando a los norteamericanos a arrodillarse en apoyo de sus «chicos» en Asia. Hank Williams se mofaba de Stalin en la belicosa «No, No, Joe». En «Let’s Keep the Communists Out», Ferlin Husky advertía sobre una Norteamérica roja en la que no habría ya ni Acción de Gracias ni Día de la Independencia ni Santa Claus.
Entre tanto, «We Shall Overcome» se grabó por primera vez con el título «We Will Overcome», por cortesía del sindicalista Joe Glazer y His Elm City Four (1950), y más tarde (1952) con el título de Seeger en una versión de Laura Duncan, la misma intérprete ignorada que había estrenado «Strange Fruit».
Una de sus últimas peticiones fue escuchar por última vez «Goodnight, Irene» cantada por los Weavers. Sus dos hijos fueron adoptados por Abel Meeropol, el compositor de «Strange Fruit».
Seeger lamentó posteriormente su respaldo a Stalin: «Pido perdón por cosas como pensar que Stalin era simplemente un “mandatario duro” y no un tirano sumamente cruel».
En el año del boicot, Alice Wine, que trabajaba en un centro de educación electoral de Carolina del Sur, reescribió el viejo himno góspel «Keep Your Hand on the Plow» [mantén la mano en el arado] como «Keep Your Eyes on the Prize» [mantén los ojos en el premio]. Fue la primera canción de libertad que devino ampliamente popular en la era de los derechos civiles.
A partir de 1958, las marchas anuales de la reciente Campaña por el Desarme Nuclear entre Londres y Aldermaston tuvieron un efecto catalizador en la composición de canciones sobre la actualidad. «A cada paso te topabas con un tipo de banda distinto: jazz, blues, skiffle, caribeña —le contó Pete Seeger a Colin Irwin del Observer—. Y, claro está, mucha gente se inventaba sus propias canciones. No te ibas arrastrando sin saber qué hacer.»
Algunos de los primeros números promocionaban a cantantes protesta emergentes como Bob Dylan, Phil Ochs, Tom Paxton y Arlo Guthrie, el hijo de Woody.
Mientras estaba encarcelado en Albany, Ralph Abernathy adaptó el tema tradicional «Ain’t Gonna Let Nobody Turn Me Round» como canción protesta en la que introdujo los nombres del jefe de policía Laurie Pritchett y del alcalde Asa D. Kelley. Cabe notar que el propio Pritchett se declaró un fan de la canción: «Esta gente tiene mucho sentimiento y ritmo. Me gusta oírlos cantar. Las canciones son pegadizas».
Sólo Irwin Silber se mostró inmune a sus encantos. Cuando Dylan se presentó sin previo aviso en las oficinas de Sing Out! para la posible publicación de algunas canciones, lo despacharon sin miramientos.
En 1963, el potencial comercial del concepto hootenanny [juerga folk] parecía no tener fin. Tal como evidencia el historiador Ronald D. Cohen, los aficionados al folk podían degustar una barrita de caramelo Hootenanny, introducir una monedita en una máquina de millón Hootenanny, asistir a un concurso de Miss Hootenanny y relajarse con una manopla de baño Hootenanny.
Seeger, que estaba de viaje, desafortunadamente se perdió aquel momento estelar.
Anderson, como bien sabemos, había cantado ya en el Lincoln Memorial 24 años atrás, en el concierto de Pascua que se convirtió en otro momento crucial de la historia afroamericana.
El estudioso de Dylan Clynton Heylin señala que «The Death of Emmett Till», «Only a Pawn in Their Game» y «The Lonesome Death of Hattie Carroll» manejan con notable ligereza los hechos históricos con tal de justificar su argumento. Heylin sugiere que Dylan no atendía concienzudamente a los detalles, sin saber quizá que incontables oyentes a lo largo de los años creerían en sus relatos al pie de la letra.
«Dawn of Correction» tiende más a una ingenuidad risueña que al derechismo y acusa a Sloan y a McGuire de pesimismo más que de comunismo. «Olvidasteis todo lo bueno en vuestro repaso —regañaban los Spokesmen—. ¿Qué pasa con todo lo digno de elogio?»
En 1961, el álbum de John Coltrane Africa/Brass incluía una versión del espiritual codificado «Follow the Drinkin’ Gourd», retitulado «Song of the Underground Railroad». Coltrane grabó posteriormente su propia respuesta al atentado contra la iglesia de Birmingham, «Alabama», pautada según el ritmo de la oración de Martin Luther King en el funeral de las niñas.
Williams no era el único profeta de la ira en aparecer en los titulares aquel año de 1959. En julio, un canal televisivo de Nueva York emitió una serie de cinco capítulos llamada The Hate That Hate Made [el odio que generó el odio] que introducía a los espectadores en el fenómeno de la Nation of Islam y de su orador más flamígero, Malcolm X.
Cuando, medio en broma, Dizzy Gillespie se presentó a las presidenciales de 1964, prometió nombrar a Duke Ellington como secretario de Estado, a Miles Davis como director de la CIA, a Max Roach como ministro de Defensa y a Charlie Mingus como ministro de la Paz.
Los activistas adoptaron «Mississippi Goddam» como himno para esa misión.
Un colofón escalofriante: tras la marcha de Selma, una manifestante blanca, Viola Liuzzo, de 39 años, recibió un disparo mortal por parte de un hombre del Ku Klux Klan por haber compartido coche con un hombre negro. Cuando la asesinaron estaba canturreando «We Shall Overcome».
De hecho, Tzara leía un periódico y sonaban campanas, no un despertador, pero la metáfora se sostiene.
Joan Baez, que había dejado de pagar el 60 % de su impuesto sobre la renta como protesta por la política en Vietnam, cantó «We Shall Overcome» para los estudiantes. La policía esperó a que se fuera antes de intervenir.
Para el movimiento folk de los primeros sesenta, el soldado era algo execrable. La canción de Ewan MacColl «The Dove» exhortaba a los jóvenes a que no «se apuntaran al ejército». La controvertida «The Universal Soldier» (1964) de Buffy Sainte-Marie recabó una furiosa respuesta del dúo surfero Jan and Dean, con el tema «The Universal Coward». Ochs alternaba la empatía («Talkin’ Vietnam Blues») con la mordacidad («One More Parade»).
Otros intentos de adaptar la canción protesta para fines conservadores tendieron a ser más bien provocaciones jocosas, como anunciaba el título del disco de un cuarteto sureño: The Goldwaters Sing Folk Songs to Bug the Liberals [los Goldwater cantan temas folk para chinchar a los progres].
Posteriormente, Kristofferson se manifestó contra la guerra diciendo: «Creo que para muchos norteamericanos hemos matado la idea de que Norteamérica equivale a libertad y justicia para todos».
Pete Seeger celebró a ambos grupos con «The Housewife Terrorists» y «Ballad of the Fort Hood Three», respectivamente.
En diciembre, Rubin mostró de nuevo su enfoque lúdico de la política: en un debate con el candidato presidencial del Partido Socialista de los Trabajadores, Fred Halstead, se negó a hablar e interpretó, en su lugar, «I’m the Walrus» de los Beatles y «Ballad of a Thin Man» de Dylan, ante una audiencia pasmada.
Este argumento de la «sociedad de la muerte» resonó en la madrugada del 5 de junio cuando Robert Kennedy fue asesinado en Los Ángeles.
El bando de Humphrey tentó torpemente al voto contracultural al solicitar a Jefferson Airplane que escribiera el himno de campaña del vicepresidente. La sarcástica oferta de la banda, «Crown of Creation», fue considerada inapropiada.
Aquel mismo día, Yarrow había arrinconado a un delegado para que respaldara la plataforma de paz. «Por la expresión de su cara, supe que mi potencial para explotar el historial militante de Peter, Paul and Mary iba a ser muy precario», le contó irónicamente a la revista GQ.
Dylan había dejado de ser útil a la causa. En abierta oposición al núcleo duro, en una entrevista previa a los sucesos de Chicago publicada en Sing Out!, defendía a un amigo favorable a la guerra. «La gente tiene sus opiniones —dijo—. Además, ¿cómo sabes que yo no estoy, como tú dices, por la guerra?»
A pesar de la presencia de McDonald, Baez y otros, Woodstock no fue un evento particularmente político. En una reveladora fricción entre los activistas y la élite roquera, Abbie Hoffman interrumpió el número de los Who para soltar un discurso y un airado Pete Townshend le espetó «¡fuera de mi puto escenario!».
Un repertorio típico de la AFVN, con fecha 16 de noviembre, muestra «All Along the Watchtower» de Hendrix, junto con Donovan, los Beatles y las Supremes.
Los soldados escribían también sus canciones. Joseph Treaster, del New York Times, observó un fenómeno que los cantantes por la libertad o los wobblies habrían reconocido: «Las canciones están teñidas de cinismo e indirectas políticas […] Las melodías suelen ser adaptaciones de temas populares».
Negro, en español, fue la denominación canónica educada para designar a los blacks hasta los años sesenta, en contraposición a expresiones despectivas como nigger, que se sigue empleando hoy día.
Cuando King y sus camaradas empezaron a cantar «We Shall Overcome», otros caminantes omitieron el verso «negros y blancos de la mano» y replicaron que sería mejor cantar «We Shall Overrun» [venceremos].
Los panteras fundadores estaban obsesionados con el tema de Dylan «Ballad of a Thin Man», que Newton interpretaba, con cierta fantasía, como una parábola sobre el racismo.
Horatio Alger (1832-1899), novelista cuyos protagonistas salidos del arroyo alcanzaban la riqueza.
La primera reacción musical a la muerte de King no se hizo esperar. El 7 de abril, en un festival en Long Island, la banda de Nina Simone interpretó una versión de 15 minutos de un tema que acababan de componer, «Why? (The King of Love Is Dead)».
Country Joe and the Fish dedicaron su album de 1968 Together a «Bobby Hutton: revolucionario negro».
La canción de Brown fue citada directamente por los Temptations («Message From a Black Man») y Bob Marley («Black Progress»).
Uno de los pocos escritores de canciones que reflejaba las preocupaciones políticas del británico medio fue Ray Davies de los Kinks, un rebotado de los Swinging Sixties londinenses que gruñía graciosamente sobre los impuestos, los barrios de colmenas, el poder sindical y el declive del prestigio nacional, mientras fantaseaba con huir al campo. Si todos los que compartían su punto de vista hubieran comprado sus discos, los Kinks habrían superado a los Beatles.
Las quejas y profecías más serias de los cantantes norteamericanos no casaban muy bien con el temperamento británico. Al reseñar el sencillo de P. F. Sloan «Sins of a Family» (1965), obra de cierta carga social, la revista NME se choteaba: «Es la saga de una chica un poco golfilla, pero no hay que tomarla con ella, chicos, tuvo una infancia algo dura».
McCartney escribió, en efecto, una canción protesta para el álbum, pero de cariz tan sutil que nadie se apercibió. De hecho, descubrir que «Blackbird» trata de una activista negra por los derechos civiles –el «pájaro negro» del título (¡qué original!)— no contribuye a mejorar su disfrute.
Lennon y Ono proseguirían con el tema «Feliz Navidad (La guerra terminó)» (1971), que pasaría a ser un clásico festivo mucho después de que su idea embrionaria ya hubiera sido olvidada.
«The dream Is over» [el sueño se acabó] eran también las últimas palabras que cantaba en John Lennon / Plastic Ono Band.
El número de muertos causados por la Revolución Cultural, unos dos millones, le hace a uno preguntarse cuál era la noción de «mal trabajo» para Lennon.
«Ciudad de los éxitos», apodo que recibía la sede de Motown en Detroit. (N. del T.)
C. L. Franklin fue uno de los principales promotores de la Gran Marcha por la Libertad en Detroit en 1963. Gordy editó el discurso de King para la marcha como el primer álbum hablado de la Motown.
Los Rolling Stones tomaron la letra de Reeves como punto de partida para «Street Fighting Man»: «Summer is here and the time is right for fighting in the street, boy» [chico, el verano está aquí y llegó el momento de luchar en la calle].
Indudablemente, tenía en mente al tipo de personas al que el candidato a la alcaldía de Nueva York Mario Procaccino, en alusión a los defensores de su rival John Lindsay, se refería como «progres de limusina». Time bautizó la candidatura de Procaccino como «la revuelta del hombre medio».
El juez Julius Hoffman decidió más tarde que el caso de Seale merecía un juicio aparte, convirtiendo así a los 8 de Chicago en los 7 de Chicago.
Phil Ochs y Judy Collins intentaron también sin éxito interpretar canciones protesta en la sala: «I Ain’t Marching Anymore» y «Where Have All the Flowers Gone», respectivamente.
Algunos éxitos en clave «mayoría silenciosa» se presentaban como narraciones tremendistas del estilo de «An Open Letter to My Teenage Son« (1967), de Victor Lundberg, y «Where Have All Our Heroes Gone» (1969), de Bill Anderson. Hay que oírlas para creerlas.
Después de la condena de Calley en marzo de 1971, un DJ de Alabama llamado Terry Nelson recitó una defensa del oficial sobre el tema patriótico «The Battle Hymn of the Republic». La grabación «The Battle Hymn of Lt Calley» vendió su primer millón de copias en sólo cuatro días.
Las condenas fueron anuladas en 1972.
Johnny Cash, sin embargo, irritó a Nixon por negarse a interpretar «Okie From Muskogee» o la burlona «Welfare Cadillac» de Guy Drake durante un concierto en la Casa Blanca en abril de 1970, escogiendo en su lugar el tema favorable a los jóvenes «What Is Truth?»: «The ones that you’re calling wild / Are going to be the leaders in a little while» [ésos a quienes llamáis salvajes / en breve serán los líderes].
Los integrantes clandestinos de Weatherman no alcanzaban el centenar y no tardaron en abandonar la lucha armada, según anunciaron en un introspectivo comunicado con el dylaniano título de «New Morning: Changing Weather». Aunque siguieron atentando contra propiedades, rechazaron el asesinato, los secuestros y otros ataques contra personas.
Farren encabezaba a los Deviants, a quienes llamaba «los payasos asesinos de la revolución», así como a la efímera sección británica del partido de los panteras blancas.
Juego de palabras con el lema del periódico neoyorquino: All the news that’s fit to print.
Para no ser menos, la nueva banda de Paul McCartney, los Wings, no tardó en lanzar su propio sencillo igualmente atroz, «Give Ireland Back to the Irish».
Es una lástima que las canciones feministas de Yoko no fueran mejores porque el pujante movimiento de las mujeres andaba escaso de buenas canciones. A pesar de los esfuerzos de las Women’s Liberation Rock Bands de Chicago y New Heaven, con, respectivamente, «Ain’t Gonna Marry» y «Abortion Song», el único himno del movimiento fue el éxito de Helen Reddy al estilo Broadway «I Am Woman» (1972).
Obsesionado con el gobernador de Alabama, Neil Young incluyó una referencia al atentado en su sencillo «War Song», que lanzó junto a Graham Nash en pro de McGovern.
Su álbum de 1973 Mind Games (de nombre provisional Make Love Not War) contenía una canción política, «Bring on the Lucie (Freda People)», pero los críticos pasaron por alto el mensaje o, como Lester Bangs de la revista Creem, lo desautorizaron: «No se trata de Frantz Fanon, sino del mismo inglés gordito que cantaba “Twist and Shout”».
En sus «Confessions of a Former Anti-Semite» [confesiones de un antiguo antisemita] (1980) repudió tales sentimientos, que atribuyó a su pasada pretensión de «convertirse en un ultramilitante».
Los panteras contaron con sus propios músicos revolucionarios, como la cantante Elaine Brown y la banda soul —al estilo Temptations— los Lumpen, pero su atractivo se reveló escaso.
Aquel mismo año, el afable Curtis Mayfield asombró a los oyentes con su introducción a «(Don’t Worry) If There’s a Hell Below We’re All Gonna Go», con un giro apocalíptico por la unidad racial: «¡Niggers, blanquitos, judíos, blancuchos!». Para consternación de la propia banda, la canción satírica de los Temptations —obra de Whitfield y Strong— sobre el éxodo urbano de los blancos asustados, «Run Charlie Run», incluía la frase «ya vienen los niggers».
En el funeral se cantó «I Wish I Knew How It Would Feel to Be Free» de Nina Simone.
En 1972, el saxofonista de jazz Archie Shepp recordó las dos grandes tragedias del año anterior con la apasionada «Attica Blues» y «Blues for Brother George Jackson». El caso Jackson también ocasionó un acceso pasajero del espíritu que Tom Wolfe denominaría «chic radical» entre la aristocracia roquera: Bob Dylan compuso su primera canción de actualidad en ocho años, «George Jackson», y hubo homenajes a Angela Davis por parte de los Rolling Stones (la vulgar y lujuriosa «Sweet Black Angel») y de John Lennon («Angela»).
El hecho de que se asociara la noción blaxpoitation con cualquier película con un reparto mayoritariamente negro irritaba a los responsables de películas como The Mack y Black Caesar, dotadas de una conciencia social que era inexistente en, por ejemplo, Black Frankenstein.
La secuela de 1973 Super Fly T.N.T., escrita por el biógrafo de Malcolm X, Alex Haley, pretendía rehabilitar a Priest mandándolo a África para ayudar a las guerrillas contra los imperialistas ávidos de diamantes. Fue un fiasco.
Hasta incluía al excéntrico cantante soul Jerry «Swamp Dogg» Williams, que se había involucrado en la controvertida campaña de Jane Fonda «Free the Army» (junto a Nina Simone y Country Joe McDonald) y que había sacado el sencillo majestuosamente doloroso «God Bless America For What?». «Yo no pretendía ayudar a derrocar el gobierno —dijo Williams—. Sólo trataba de iluminar a la gente… Supongo que, pasado un tiempo, acabaron diciendo “este hijo de puta no pinta nada, es idiota”.»
Con todo, Paul siguió grabando canciones protesta excepcionales como «War of the Gods» (1973) y «Black Wonders of the World» (1975).
Una selección de canciones que empleaban el término en su título entre 1970 y 1974: «The Ghetto» y «Little Ghetto Boy» de Donny Hathaway; «No More Ghettos in America» de Stanley Winston; «Down in the Ghetto» de S. O. U. L.; «The Get Out of the Ghetto Blues» de Gil Scott-Heron; «This Whole Funky World Is a Ghetto» de Bobby Patterson; «The World Is a Ghetto» de War; «Ghetto Child» de The Spinners; «Life’s No Fun Living in the Ghetto» de Willie Hutch, y «The Ghetto 1974» de Leroy Hutson. Curiosamente, el primer empleo de la palabra por parte de un gran artista negro fue en «Santa Claus Go Straight to the Ghetto» (1968), una canción navideña de James Brown.
De modo parecido, «Ship Ahoy» fue escrita originalmente para la banda sonora de Shaft in Africa. Su rechazo acabó demostrándose una bendición.
A pesar de su descontento con el panorama que presentaba el país, Brown decidió respaldar a Nixon para la reelección de 1972, lo que reportó al Padrino del soul un apodo nuevo y menos halagüeño: «James Brown, Nixon’s clown» [James Brown, payaso de Nixon].
Scott-Heron replicó con el tema recitado «Pardon Our Analysis (We Beg Your Pardon)»: «We beg your pardon because the pardon you gave was not yours to give» [perdone pero el perdón que concedió no le competía a usted concederlo]. Scott-Heron tildó a Ford de calzonazos.
A Ochs se le había adelantado Country Joe McDonald, que había visitado Chile con un equipo que preparaba un documental durante la precampaña electoral.
Esta versión proviene de la obra de Michael Schumacher There But for Fortune: The Life of Phil Ochs. Joan Jara escribió que el encuentro se dio bajo circunstancias distintas en mayo de 1973, pero por aquel entonces Ochs estaba en Estados Unidos.
Jara no era el primer cantante protesta en ser ejecutado, pues el director de banda congoleño Franklin Boukaka fue asesinado durante un golpe fallido el año anterior, pero sí es cierto que el caso de Jara fue el primero en recibir cobertura internacional.
Argentina retomó el gobierno civil en 1973, pero tres años más tarde una junta mucho más brutal volvió a ocupar el poder. En la «guerra sucia» subsiguiente contra los disidentes internos, decenas de miles de personas fueron «desaparecidas» por el régimen. En un concierto de 1979, Mercedes Sosa fue arrestada en el escenario junto con todo el público asistente.
Allende se mostraba igualmente displicente con los indolentes libertinos del norte, al decir: «Escapismo, decadencia, superficialidad y el consumo de drogas son el último recurso de los jóvenes que viven en países notoriamente opulentos pero faltos de toda fuerza moral».
La música fue compuesta por la estrella de la Nueva Canción Sergio Ortega. Una versión anterior de «Venceremos», con letra de Claudio Iturra, fue lanzada por Inti-Illimani.
En junio de 2009, el cuerpo de Jara fue exhumado para practicarle una autopsia, que reveló más de treinta heridas de bala y varios huesos rotos. Un viejo recluta del ejército, José Adolfo Paredes Márquez, fue acusado de asesinato, pero adujo que había sido un oficial conocido como «el loco» quien había matado al cantante durante una sesión de ruleta rusa y que había ordenado a sus hombres que ametrallaran el cuerpo junto con el de 14 testigos. En diciembre de aquel mismo 2009, más de 36 años después, el cadáver de Jara fue enterrado de nuevo, homenajeado por cientos de personas.
En los años siguientes, los acontecimientos de septiembre de 1973 aparecerían en varias canciones más, como «Washington Bullets» (1980) de los Clash, «Venceremos (We Will Win)» (1984) de Working Week, «One Tree Hill» (1987) de U2 y «El President» (1998) de Drugstore, que fue interpretada durante la visita del presidente Pinochet a Londres aquel mismo año.
El logro histórico de Nkrumah inspiró dos de las canciones políticas más arrebatadas que uno pueda escuchar: «Ghana», de la cantante de Zimbabue Dorothy Masuka, y «Birth of Ghana», del músico de calipso instalado en Londres Lord Kitchener.
Antes de conocer a Smith, Fela ya había compuesto una canción patriótica para ganarse el favor del gobierno en casa: la enérgica «Viva Nigeria» («Una nación indivisible. / Larga vida a Nigeria»). «Fue una mamarrachada —le dijo a Moore—. Ese disco me avergüenza ahora, yo estaba con Biafra.» Para empeorar las cosas, Wole Soyinka fue uno de los encarcelados en Nigeria por oponerse a la guerra.
El nombre entero se traducía, sin atisbo de modestia, como «el que emana grandeza, tiene control sobre la muerte y no puede ser muerto por el hombre».
El primero se había celebrado en Dakar, Senegal, en 1966.
«Zimbabwe» celebraba la lucha de liberación en el país que seguía conociéndose por entonces como Rodesia. El músico del país Thomas Mapfumo fue encarcelado en 1978 por cantar canciones chimurenga («segunda guerra de liberación») en apoyo de la Unión Nacional Africana de Robert Mugabe y liberado bajo la condición de que tocara en un mitin por el candidato del establishment, el obispo Abel Muzorewa: aquella concesión casi acabó con su reputación.
I. T. T. (International Telephone & Telegraph), la corporación de la que dependía Abiola, había estado implicada en la financiación del golpe contra Allende en Chile.
El sarcoma de Kaposi, asociado al sida, fue la causa de su muerte en 1997.
Ded evoca dead «muerto», de ahí liv, de live «vivo». Down-pression, literalmente «presión hacia abajo» resulta más expresivo y manifiesto que oppression.
Uno de sus trabajos en el estudio fue con Prince Buster, y en él Perry representaba a uno de los acusados en «Judge Dread».
La cara B, una versión de «Blowin’ in the Wind», fue igualmente amenizada por medio de una tormenta huracanada.
Perry adaptó «News Flash» en «Station Underground News», en la que incluyó un pasaje de «(For God’s Sake) Give More Power to the People» de los Chi-Lites, una canción que le gustaba tanto que acabó por versionarla bajo el título «Justice to the People». El mensaje de las canciones soul de la era del Poder Negro mantenía su vigencia en Jamaica, y existían persuasivas versiones de «Message From a Black Man», de los Heptones, y «Am I Black Enough for You?» de los Chosen Few.
Murvin, que modulaba su voz emulando a Curtis Mayfield, grabó el clásico de Mayfield «People Get Ready» como «Rasta Get Ready» y Bob Marley introdujo elementos de la misma canción en «One Love». La bondadosa espiritualidad de Mayfield y su distintivo falsete lo convirtieron en la estrella soul favorita en Jamaica. En 1964, él mismo había coproducido una compilación: The Real Jamaica Ska.
Uno de los sacerdotes en el funeral fue el profeta de Watts Amde Hamilton, miembro de la Iglesia ortodoxa etíope, que interpretó su poema «Wisdom and Knowledge» sobre el ataúd de Marley.
La canción, quizá involuntariamente, se hacía eco de la parodia de los Weatherman de «Navidades blancas» («Sueño con disturbios blancos»), así como de la celebración por parte de MC5 de los agitadores de Detroit, «Motor City Burning» («Puede que sea un chico blanco, pero puedo ser malo también»), aunque la letra de Strummer era más reflexiva que las anteriores.
En los días posteriores a los disturbios, los DJ de los sound systems empezaron a poner su propia versión remezclada que decía en este caso «polis y jóvenes en el Grove» [Landbroke Grove, donde se desarrollaron los acontecimientos].
Tal como escribe Peter Shapiro en su historia de la música disco, Turn the Beat Around, la práctica del baile contaba ya con una larga tradición de resistencia encubierta, que se remontaba a los glamurosos «chicos del swing» amantes del jazz en la Alemania de Hitler y a sus homólogos franceses, los zazous, algunos de los cuales acabaron en campos de concentración. La canción de pop electrónico de los Pet Shop Boys «In the Night» (1985) es un amable homenaje a los zazous y en él la noche es el escenario tanto para el revoltoso hedonismo noctámbulo como para el temido «toc-toc en la puerta».
Parece que aquel año la homosexualidad era de rigor en la Motown. Los Miracles, ya sin Smokey Robinson, sorprendieron a los fans con un tema llamado «Ain’t Nobody Straight in LA» [nadie es hetero en Los Ángeles]. En esta canción sumamente estrafalaria, la banda aparece departiendo sobre la posibilidad de acudir a un bar gay: «Gay people are nice people too, man» [tío, los gays también son majos]. Tal cual.
Es interesante que, en una entrevista de 1978 con The Advocate, Bean afirmara que nunca experimentó homofobia durante su niñez, quizá por miedo a empañar el mensaje optimista de la canción.
La nominación de Carter en la Convención Demócrata en Nueva York fue celebrada por un coro del trillado himno «We Shall Overcome». «Todo los presentes lloraron —recordaba Hendrik Hertzberg, que le escribía los discursos a Carter—. Todos, incluso periodistas, se abrazaron, se mecieron y cantaron. Fue un momento de gran intensidad emocional.»
«Native New Yorker» (1977) de Odissey es un ejemplo minusvalorado de este tipo de ambivalencia: la desesperación pura («There you are, lost in the shadows, searching for someone / To set you free from New York City» [andas perdido en las sombras, buscando a alguien / que te libere de Nueva York]) envuelta en una acaramelada melodía.
Ya en diciembre de 1975, el columnista de Record World Vince Aletti se había estado quejando de las adaptaciones para música ambiental de temas disco. El primero de esos éxitos de circunstancias, la paródica «Disco Duck» de Rick Dees, había aparecido en 1976.
Con la participación de los O’Jays, Billy Paul, Teddy Pendergrass, Archie Bell, Lou Rawls y Dee Dee Sharp Gamble, «Let’s Clean Up the Ghetto» fue el primer sencillo que reunía para una sola causa nombres de primera línea, mucho antes de «Do They Know It’s Christmas» y «We Are the World».
Rodgers afirmaba que Nelson Mandela le contó que se hizo un fan de la canción después de oír cómo la silbaban sus carceleros.
Cabe señalar que Clapton se mostró impenitente. Incluso en 1978, revelaba a Melody Maker que Powell era «el único tío que decía la verdad para el bien del país». David Bowie, cuyos devaneos con la estética fascista habían ofendido igualmente al RAR, no tardó en renegar de su actitud.
Una investigación de 2004 apuntaba a causas accidentales como origen del fuego. En todo caso, la aparente indiferencia mostrada por la policía y los medios en su momento fue en sí misma un agravio. UB40 incluyó una alusión al caso en «Don’t Let It Pass You By» (1981).
La ley SUS había sido revocada en agosto, con una enmienda aprobada por el Parlamento, cuando los alborotos ya estaban en curso.
En 1983, M. D. C. salió de gira con Bad Brains, pero se sintieron horrorizados cuando H. R. apostrofó al cantante gay de otra banda como «puto bujarrón babilónico». M. D. C. grabó «Pay to Come Along», que atacaba la «doctrina fascista Jah» de Bad Brains. Biafra confesó sentirse «desolado» por aquel asunto, que empañó para siempre la reputación de Bad Brains y demostró nuevamente que no todos los punks politizados estaban en el mismo bando.
Las otras dos bandas punks políticamente significadas eran Fear de Los Ángeles, cuyo álbum debutante incluía la «biafreña» «Let’s Have a War» («A todos nos vendría bien el dinero») y una versión del clásico sobre Vietnam de los Animals «We’ve Gotta Get Out of This Place», y el grupo asentado en Berkeley Crucifix, cuyo líder, Sothira Pheng, había huido de Camboya con su familia después de que los jemeres rojos tomaran el poder.
El apagón se convirtió en un inesperado empuje para el hip-hop. El saqueo de tiendas de electrónica permitió a algunos residentes del gueto agenciarse sus primeros giradiscos. «Fue como la Navidad de los negros —recordaba el rapero del Bronx Grandmaster Caz—. Al día siguiente había como mil nuevos DJ.»
Hubo una encendida discusión sobre si los gatos de Dial House debían ser vegetarianos; tras unas semanas a dieta de gachas, zanahorias y levadura que los dejó calvos, los dejaron contravenir el veto cárnico de la casa.
Había docenas de las denominadas «bandas Crass», cuya prioridad era la política. Entre ellas estaba el veterano colectivo de Leeds Chumbawamba; habituales de la escena okupa como los Zounds, que habían actualizado a Frank Zappa con «More Trouble Coming Every Day»; los muy solemnes Flux of Pink Indians, que titularon su álbum de debut Strive to Survive Causing Least Suffering Possible, y los Subhumans, cuyo debut llevaba por título The Day the Country Died. Su influencia se extendió más allá del Atlántico: tanto M. D. C. como Ian MacKaye de Minor Threat visitaron Dial House.
«Shipbuilding» era tan incisiva como «How Does It Feel?» contundente. El productor Clive Langer había concebido una melodía maravillosa para Robert Wyatt y le pidió a Elvis Costello que escribiera la letra. Inspirado por la reciente serie de canciones protesta de Wyatt (incluida una versión de «Strange Fruit»), Costello escribió sobre un operario de unos astilleros decrépitos cuyo trabajo repunta gracias a la misma guerra en la que va a luchar su hijo. Cantada con doliente ternura por Wyatt, la canción emana una compasión que, con todas sus cualidades, trascendía la esfera de Crass.
El hundimiento del Belgrano inspiró a Joe Strummer a escribir la inédita «Falklands Rock» («Exocet! Exocet! Two elections to win!» [¡Exocet! ¡Exocet! ¡Dos elecciones victoriosas!]) y a cambiar el nombre del nuevo álbum del grupo de Red Patrol from Fort Bragg a Combat Rock.
Después de un fallo en el reactor de la central de Pensilvania Three Mile Island en marzo de 1979, una coalición encabezada por Jackson Browne y Graham Nash formó Musicians United for Safe Energy (MUSE), que organizó varios conciertos contra las nucleares y una manifestación en Nueva York que concentró a 200.000 personas.
Los manifestantes fueron arrestados por bloquear conducciones de carburante, por practicar boquetes en las vallas y por pintar símbolos por la paz en un avión espía norteamericano e incluso por bailar sobre los silos nucleares. Rebecca Johnson, una de las detenidas, recuerda que cantaron el «Masters of War» dylaniano para mantener la moral.
Ello no impidió que soltara una broma infecta durante una prueba de sonido en la radio en agosto de 1984. Cualquiera que escuchara al presidente decir «Norteamericanos, me complace comunicaros que he aprobado una ley que ilegaliza a Rusia para siempre. Empezaremos a bombardear en cinco minutos», podría haber pensado que se trataba de Chris Barrie listo para otra mezcla de «Two Tribes». De hecho, el fragmento fue remezclado para un tema satírico de baile, «Five Minutes», compuesto por el guitarrista de Talking Heads, Jerry Harrison, y el bajista de P-Funk, Bootsy Collins.
La versión original alemana («99 Luftballons») culpa estrictamente a las máquinas, por reducir a los humanos a testigos impotentes, en tanto que la sucesiva versión inglesa adereza la rareza del acento alemán con un retrato más ensañado y sarcástico de belicosidad demencial: «¡Eso es, chicos! ¡Es la guerra!». En Estados Unidos, la ABC propulsó la canción al emitir el vídeo tras la exhibición de El día después.
Prince ya había interrumpido su álbum Controversy (1981) con la pulla «Ronnie Talk to Russia», un anticlímax para cualquiera que pusiera el disco como fondo musical de una escena amorosa, por verse intempestivamente visitado por la imagen de Leónidas Brezhnev.
Una de las ideas más desorbitadas de Morley, rechazada por la banda, consistía en una película que debía escribir Martin Amis y dirigir Nic Roeg, en la cual la guerra estallaba mientras la banda volaba hacia Los Ángeles y aterrizaba, pues, en un mundo devastado tras el Apocalipsis.
Posteriormente, Bono redujo aquella letra a «una confabulación de sonidos vocálicos encumbrando a un gran hombre». Existe en ella un error de bulto: Bono evoca «el amanecer del 4 de abril», cuando King fue abatido a las 6 de la tarde.
El título ya había sido empleado por John Lennon en 1972 y a su vez provenía de una fuente improbable: una película de John Schlesinger sobre un triángulo amoroso bisexual (Domingo, maldito domingo, 1971).
Otra ironía: en Acorralado (First Blood, 1982), John Rambo era un desengañado veterano del Vietnam acosado por unos polis catetos, pero en Rambo (First Blood 2: Rambo, 1985), el mismo protagonista se dedica a zurrar la badana a los comunistas en su misión de rescate de unos presos de guerra y convierte, retrospectivamente, la derrota en victoria. Parece ser que Reagan era un gran fan de la segunda película. Jello Biafra, por su parte, instaba a «refrenar a Rambo» en el tema «Stars and Stripes of Corruption».
Otra versión interpretada durante la gira fue «Street Fighting Man», desprovista de toda ironía. En el revolucionario 1968, Mick Jagger pensaba que «cantar para una banda de rocanrol» era una contribución más bien endeble a la causa; en el culmen del reaganismo, ésa parecía una de las pocas opciones disponibles.
43 para ser exactos: los ausentes Paul McCartney y David Bowie mandaron sus contribuciones en una cinta.
Sobre la cuestión existe una disensión trasatlántica. Venerables críticos progresistas como Greil Marcus y Robert Christgau aplaudieron su formación multirracial y las raíces de coro góspel, a la vez que despachaban el sencillo de Band Aid como un «emplasto».
Otro malentendido evitable: pocos oyentes se dieron cuenta de que USA for Africa equivalía a United Support of Artists for Africa.
Si los U2 fueron los novatos de Live Aid, Bob Dylan se erigió en el veterano que interpretó una desastrada «Blowin’ in the Wind» y encabronó a Geldof al sugerir que parte del dinero fuera destinado a ayudar a los granjeros norteamericanos, un comentario que luego condujo a la organización de Farm Aid, pero que fue tremendamente desafortunado en un día como aquél.
Sobre la cuestión del predominio blanco entre los artistas, soltó: «No hay nada malo en Aswad o Steel Pulse, pero debemos aceptarlo: no venden suficientes discos».
El «rock contra las cosas malas» dio con su expresión visual definitiva con el vídeo de Michael Jackson «Man in the Mirror» (1987), que fundía las imágenes de mayor fuerza icónica del siglo (de Vietnam a Etiopía, de Hitler a Gandhi e, inevitablemente, unas ballenas) en un retablo móvil sin propósito: un despliegue hiperbólico de «solidaridad» desprovisto de cualquier anclaje político mínimamente sólido.
«Nelson Mandela» es el título original, por más que se la conozca mejor por el nombre empleado para su lanzamiento en Estados Unidos, «Free Nelson Mandela».
El veterano agitador Ewan MacColl se distinguió por grabar la primera canción protesta antiapartheid británica, «The Ballad of Sharpeville» (1960), un aspero relato sobre la masacre en la tradición panfletaria sobre cuestiones de actualidad.
Una de las canciones del disco, «Ndodemnyama Verwoerd!» [¡cuidado, Verwoerd!] fue escrita por Vuyisile Mini, un activista y compositor de canciones protesta del CNA que fue ejecutado por presuntos crímenes políticos en 1964. Acudió al cadalso cantando canciones por la libertad.
Gabriel no fue en absoluto el primer músico en aludir a Biko. Ya en 1978 aparecía mencionado en «The Death of Stephen Biko» (Tom Paxton), «A Motor Bike in Africa» (Peter Hammill), «Tribute to Steve Biko» (Tappa Zukie) y «Biko’s Kindred Lament» (Steel Pulse).
La lista de quienes violaron el boicot incluía también a Black Sabbath, Elton John, Rod Stewart, Linda Ronstadt y, sorprendentemente, algunos artistas negros como Ray Charles.
Van Zandt también quería a Fela Kuti, pero éste acababa de ser sentenciado a 10 años por tráfico de divisas. Considerado preso político por Amnistía Internacional, fue liberado tras 18 meses y más tarde grabó el álbum antiapartheid Beasts of No Nation (1989).
La cara B, «Revolutionary Situation», era un collage sonoro orquestado por Schechter y Keith LeBlanc.
Con todo, el premio para el ataque más virulento contra el régimen de Botha se lo llevaron los irlandeses Microdisney, quienes presentaron «Pretoria Quickstep» en su álbum We Hate You South African Bastards! [os odiamos, canallas sudafricanos] (1984).
Al mismo tiempo, la lógica del boicot se vio enturbiada por las tentativas del sindicato de músicos de impedir las visitas del grupo negro de Soweto los Malpoets y de la banda multirracial sudafricana Savuka, cuyo tributo a Mandela y Biko, «Asimbonaga» (1987), había sido vetado en su propio país.
Simple Minds, que habían pasado de pospunks marginales a ser un aparatoso grupo de estadio, merecen grandes parabienes por garantizar el éxito del evento: su presencia en el cartel sirvió de anzuelo para arrastrar a otros grandes nombres, a la vez que se ofrecieron como banda de acompañamiento para algunas de las canciones más señeras. Con todo, su cargante contribución «Mandela Day» sirvió en este caso para valorar debidamente la ligereza de «Nelson Mandela».
En su condición de efebos de póster, Wham! parecía una presencia poco plausible, pero la verdad es que habían votado por los laboristas toda la década de los ochenta. «Llamarnos thatcherianos era simplista: parecía como si estar moreno y ganar algo de pasta te convirtiera automáticamente en thatcheriano», dijo el cantante George Michael en 2004.
Tras la huelga, Bruce Springsteen, cuya gira Born in the USA había llegado ya a Reino Unido, concertó un encuentro con el Grupo de Apoyo de las Esposas de los Mineros de Durham al que donó 16.000 libras, un gesto encomiable de solidaridad obrera.
El dúo tecnopop Pet Shop Boys también mantuvo las distancias con la sinceridad radical de Red Wedge, a pesar de haber satirizado de manera brillante la avaricia thatcheriana en «Opportunities (Let’s Make Lots of Money)» y «Shopping» («canciones en las que encarnas al personaje que odias», explicaba Neil Tennant) y de haber lamentado la división social en «King’s Cross», que Tennant compara con «Ghost Town». «En los años ochenta había cantidad de pop político ya muy trillado», se queja.
Copeland, nacido en Estados Unidos, odiaba con todo su corazón a los socialistas y era hijo del exagente de la CIA Miles Axe Copeland, así como hermano del mánager de Police Miles Copeland III, quien consideraba el pop de izquierdas «destructivo» y «abominable». Había sido uno de los ponentes en el congreso de los tories de 1985. Su compañero de grupo Sting, por su parte, acababa de sacar la canción favorable a los mineros «We Work the Black Seam», que debió de suscitar algunas discusiones interesantes. «Mi colega Sting y yo estamos radicalmente enfrentados políticamente –decía Copeland, risueño—. No tenemos nada en común.»
Buck también criticó a U2 en Melody Maker: «Mi madre odia a U2. Le parece ofensivo, todos esos ritmos marciales y canciones sobre la victoria. Es tan fácil quedar prendado, pero ¿qué significa?». Seis meses después, R. E. M. acompañó a U2 en una gira europea.
En 1983, Scott-Heron continuó con la idea en «Re-Ron», una secuela de onda hip-hop, en que la película de serie B de Reagan pasa a ser una risible reposición televisiva.
Durante su gira de 1985, Stipe retocó «Little America» para criticar explícitamente a Reagan. Luego, durante la presidencia de George W. Bush, cuando R. E. M. reintrodujo su versión en vivo, la ambigüedad original se perdió: visto que Jefferson Holt había sido despachado en 1996, la frase se modificó como «Washington, I think we’re lost».
Las letras a menudo didácticas de los Minutemen venían compensadas por su chocante brevedad y afable sentido del humor. En «Paranoid Chant» (1980), Boon aullaba «Quiero hablar con las chicas ¡y sigo pensando en la Tercera Guerra Mundial!».
La canción fue retitulada como «My Brain Is Hanging Upside Down» para su lanzamiento en Estados Unidos, a fin de aplacar al guitarrista y confeso reaganiano Johnny Ramone.
Con todo, Reagan, gozó de apoyos inesperados. A mediados de los ochenta, el antiguo defensor de McGovern Neil Young escandalizó a muchos de sus viejos fans al despotricar contra Jimmy Carter, los beneficiarios de subsidios sociales y las víctimas gays del sida. «¿No os parece mejor que Rusia y todos esos países piensen que [Reagan] es un vaquero de gatillo fácil en lugar de tener a Jimmy Carter, que quiere devolver el Canal de Panamá?», le preguntó Young a un periodista en Luisiana. Nunca llegó a explicar por qué él, que había destripado a Nixon y, más tarde, a George W. Bush, se había erigido en uno de los grandes voceros de Reagan. «Rockin’ in the Free World» (1989), con su acusada ambigüedad, podía escucharse como una celebración o una condena de la Norteamérica de Reagan/Bush y él nada hizo por deshacer el entuerto.
Un blues hablado, electrónico, según la tradición de «lista de la compra» propia de «Ball of Confusion», «Sign o’ the Times» va tachando debidamente del elenco cuestiones como la pobreza, la drogadicción, la violencia pandillera, el sida, los huracanes, el proyecto Star Wars y la explosión del transbordador espacial Challenger, sin repartir culpas ni entrar en consideraciones. En el contexto de sus declaradamente patrióticas, «Free» (1983) y «America» (1985), junto con su abierto respaldo a Reagan, se antoja roma e indefinida como canción protesta, aunque brillante como obra musical. Curiosamente, fue una canción de Prince, la sexualmente explícita «Darling Nikki», la que espoleó la creación del PMRC.
Griff, brevemente acogido de vuelta al rebaño, rompió tontamente su veto mediático con una entrevista en Spin y accedió a abandonar Public Enemy definitivamente en febrero.
«Casualties of War» de Eric B y Rakim, tema acerca de la angustia de un soldado musulmán estadounidense en la Primera Guerra del Golfo, resulta especialmente memorable por su inquietante premonición del 11-S: «I look for shelter when a plane is over me / Remember Pearl Harbor? New York could be over, G» [Busco refugio cuando me sobrevuela un avión. / ¿Te acuerdas de Pearl Harbor? Nueva York podría desaparecer, G].
El álbum incluía una versión inspirada del «California Uber Alles» de los Dead Kennedys, aunque el blanco se había desplazado de Jerry Brown al gobernador republicano Pete Wilson. «Television, the Drug of the Nation», que U2 empleaba como tema introductorio en su gira Zoo TV, era la rotunda respuesta hip-hopera al «The Revolution Will Not Be Televised» de Gil Scott-Heron.
En 1988, tras las críticas del alcalde neoyorquino Ed Koch a Jesse Jackson, Chuck D reaccionó ante la cuestión con términos muchos más ásperos: «Tendrían que liquidarle los mismos traficantes, los mismos hermanos que se dedican a matarse entre ellos —comentó a Melody Maker—. Tendrían que ahorrar unas cuantas balas para Koch». Sus comentarios no provocaron la menor controversia.
Unos años después, Courtney Love, líder del grupo grunge Hole y también esposa de Cobain, grabó «Olympia» (1994), una pulla contra una ciudad donde «todos son lo mismo».
Bikini Kill inspiró, sin que ellas lo supieran, la canción de rock alternativo más significativa de la era. Vail había salido por un tiempo con Kurt Cobain en 1990 y, tras una discusión sobre política y punk rock, Hanna pintó con espray las palabras «Kurt Smells Like Teen Spirit» [Kurt huele como Teen Spirit] en la pared de su casa. Cobain lo asumió como una consigna revolucionaria y bautizó una de sus canciones así, para darse cuenta más tarde de que Teen Spirit era la marca favorita de desodorante de Vail.
El nombre fue tomado del título de una compilación de música indie realizada por NME.
SCUM, esto es, Society for Cutting Up Men [asociación para triturar a los hombres], fue un manifiesto escrito por Valerie Solanas, que disparó a Andy Warhol en 1968, murió en 1988 y acabó convirtiéndose en un icono póstumo para Riot Grrrl.
Las luchas ideológicas intestinas no se reducían en absoluto a Riot Grrrl. Durante lo que fue el pánico en la esfera punk rock ante la posible «comercialización» de Nirvana, figuras tan relevantes como Fugazi, Jello Biafra y el cofundador de Positive Force, Mark Andersen, también fueron contemplados como acomodaticios por parte de la línea dura. «Al no concedernos espacio entre nosotros para movernos, crecer, nos estábamos destruyendo», lamentó más tarde Andersen.
Quizá también los grupos raperos socialistas Marxman y 25th of May; los raperos cansinamente formales Consolidated y los neopunks S*M*A*S*H.
Naturalmente, debería decir dictatorship [dictadura], pero parecía que le sobraban sílabas. Otra frase, «People in Eurasia on the brink of oppression» [gente en Eurasia al borde de la opresión], está también curiosamente expresada, pero la rareza lírica de «It’s All Right» no consigue restarle ímpetu vital.
Quien tenga ganas de captar un atisbo de la luna de miel británica con el éxtasis en menos de cinco minutos debería escuchar la versión de Candy Flip de «Strawberry Fields Forever» (1990), en la que la angustia existencial de John Lennon se transforma en empalagosa dicha de pupilas dilatadas.
Este capítulo se centra en las modalidades más populares de la música dance, que eran predominantemente blancas. Los artistas vinculados a la cultura negra y a la radio pirata asumieron una perspectiva urbana más afilada con temas como «Autobiography of a Crackhead» de Shut Up and Dance y «The Homeless Problem» de Ragga Twins. Posteriormente, el jungle y el drum’n’bass tendieron, más que a expresar la angustia urbana, a cifrarla en sus agitados ritmos y tenebrosas líneas de bajo.
Influencias similares, ante todo la trilogía Illuminatus! de Robert Shea y Robert Anton Wilson, ejercían a su vez un efecto muy distinto sobre grupos de hip-hop norteamericanos como Wu-Tang Clan, que reemplazó los sentimientos de protesta tradicional urbana con meditaciones arcanas sobre el «nuevo orden mundial», el control de la mente y los misteriosos «helicópteros negros». El conocimiento acerca del auténtico juego sucio de COINTELPRO y la CIA se fusionaba con una angustia milenarista más genérica que hizo de la serie Expediente X un fenómeno televisivo exitoso y dio lugar —por ejemplo— a la estampa de unos raperos negros sosteniendo copias del libro Behold a Pale Horse (1991), obra del reaccionario conspiracionista M. William Cooper.
Aunque las ampliaciones tanto de la M3 como de la M11 siguieron adelante, los costosos retrasos y la intensidad de la oposición condujeron a un amplio replanteamiento de la política viaria.
En la universidad, Edwards estudiaba Historia Política y Wire, Ciencias Políticas.
Según Deborah Curtis, la viuda del líder de Joy Division Ian Curtis (otro suicida), «Ian pasaba todo su tiempo libre leyendo y pensando acerca del sufrimiento de la humanidad».
Resulta irónico que un período tan apolítico en la música británica brindara dos de las mejores canciones acerca del sistema de clases en el país: «A Design for Life» y la venenosamente ingeniosa «Common People» de Pulp.
La idea de Fukuyama pronto se filtró en las listas de éxitos a través del tema «Right Here, Right Now» de Jesus Jones, en el que Mike Edwards (parafraseando a James Joyce) está «contemplando cómo el mundo despierta de la historia».
El proceso prosiguió sin pausa. En 2004, un anuncio de British Airways utilizó «Something in the Air» de Thunderclap Newman para acompañar la voz del escritor manifiestamente republicano P. J. O’Rourke. Un año después, Nike plagió una imagen de la cubierta del EP debutante de Minor Threat y añadió el eslogan «Major threat» [“seria amenaza”].
En 1992, en su docudrama satírico Bob Roberts, Tim Robbins fue algo más allá al imaginar que la derecha se apoderaba del vocabulario de las canciones protesta. Roberts, un ambicioso candidato republicano al Congreso y cantante folk, interpreta canciones de propaganda conservadora con títulos como «Times Are Changing Back» y «My Land». Tim Robbins, harto ya de que tales parodias fueran manipuladas, se negó a sacar la banda sonora de la película.
Los peligros de la ironía: «Ojalá no hubiéramos escrito jamás esa puta canción —confesó Yorke a Caitlin Moran de Melody Maker—. Se ha convertido en mi maldición. Cientos de periodistas preguntando en cada puta entrevista: “¿Querrías que estuviéramos en los sesenta? ¡No! ¡No querría estar en los putos sesenta!”».
El amigo, pensamos, debía de ser Michael Stipe.
W. I. Z., el director del vídeo de «Out of Control» (1999) de los Chemical Brothers, se sirve de los zapatistas para su crítica acerba sobre la mercantilización de la disensión. El glamuroso retrato de una guerrillera latinoamericana apenas vestida frente a la policía antidisturbios se acaba revelando como un anuncio para un refresco de cola. Entonces, un alborotador auténtico destroza el monitor de televisión y el vídeo concluye con metraje verdadero de la lucha callejera protagonizada por los zapatistas. La última toma es una pintada callejera en la que se lee «Un poco de fundamento, por favor».
El Global Carnival Against Capital concentró un crisol de vetas contestatarias: la música dance y el activismo DIY de Reclaim the Streets; la acción directa de las manifestaciones de Stop the City vinculadas a Crass; la travesura de los yippies; el idealismo de los diggers, y el ingenio verbal de los situacionistas. En su lenguaje, métodos e iconografía, el movimiento antiglobalización era omnívoro.
La expresión Culture Jamming fue acuñada en 1984 por la banda de San Francisco Negativland, que recurría al collage sonoro para alterar el sentido de canciones familiares. Cuando la discográfica de U2 los llevó a los tribunales por violación del copyright, el miembro del grupo Mark Hosler empleó una justificación interesante: «Son como la Coca-Cola. Como mercancía, como un artículo de entretenimiento manufacturado y distribuido a escala corporativa, para mí se convierten en blancos totalmente legítimos». Irónicamente, U2 recurrió a los collages visuales al estilo Negativland de Emergency Broadcast Network en su gira de Zoo TV.
Una de las últimas actuaciones de Rage fue en el exterior de la Convención Nacional Demócrata en Los Ángeles, donde, como tributo a Chicago 68, su repertorio incluyó «Kick Out the Jams» de MC5. Después de que la mayoría de los asistentes se dispersaran, la policía cargó contra un núcleo duro de activistas en lo que fue una verdadera batalla en Los Ángeles.
Curiosamente, el álbum número 1 en Estados Unidos en aquella fecha era Toxicity de la comprometida banda art-metal de raíces armenio-americanas System of a Down, cuya atmósfera precipitada hacia el caos parecía extraordinariamente propicia para el momento.
Sin duda ajeno a cualquier acusación de insensibilidad, Paris ilustró Sonic Yihad con la imagen retocada de un avión comercial sobrevolando la Casa Blanca.
Un beneficiario de la desaparición prematura de «Travelin’ Soldier» fue el tema proguerra de Darryl Worley «Have You Forgotten?», que subió en las listas de country a lo largo de abril y mayo. Con su burda vinculación del 11-S con Irak y de la disensión con la ingenuidad, acabó ganándose un puesto en el iPod del Despacho Oval.
Entre los últimos mejores intentos estaban «New Kicks» de Le Tigre, un collage disco-punk de noticias y entrevistas procedentes de las protestas globales de febrero de 2003, y la misiva de cruda humanidad mandada a casa por un soldado de 21 años, «The Day After Tomorrow», obra de Tom Waits.
Armstrong no puede recordar el nombre de la canción, pero el reciente álbum Vicious Cycle de Lynyrd Skynyrd incluía dos himnos al orgullo de la Norteamérica media, «That’s How I Like It» y «Red White & Blue (Love It or Leave It)», que encajaban. Curiosamente, el mayor éxito de Skynyrd, «Sweet Home Alabama», había sido la respuesta a dos canciones poco conocidas de Neil Young, en tanto que «American Idiot» era la respuesta a una canción de Skynyrd que la mayoría de la gente nunca había escuchado.
Oberst, sin embargo, era reacio a repetir la gesta. Cuando una emisora de radio le pidió que tocara «When the President Talks to God» durante una entrevista, él se negó. «No tenía ganas», explicó a Laura Barton de The Guardian. «Querían de verdad que hablara de política, que yo llevara esa antorcha para ellos, pues ésa era la idea que se habían hecho de mí. Y cuando, de algún modo, rehusé, la cosa se puso tensa, se mostró resentida».
Un invitado, Aaron Neville, protagonizó una conmovedora interpretación de «Louisiana 1927», el relato de 1974 en que Randy Newman informaba de otra fecha en que se rompieron los diques, un pedazo de la historia que recobraba tristemente su actualidad.
Al igual que «Ohio», Living With War fue inspirado por una fotografía (una imagen de USA Today donde aparecían soldados heridos en un avión hospital) y escrita y grabada con rapidez, en tan sólo nueve días.
Entre los que también escribieron canciones críticas durante el segundo mandato de Bush se encontraban Manic Street Preachers, Rufus Wainwright, Pearl Jam, Sonic Youth, Pet Shop Boys, System of a Down, Tom Morello, the Coup, Travis, James McMurtry, Sum 41, Linkin Park, Willie Nelson, Ministry y los Eagles.
Hasta tal extremo distraía aquella excitación cósmica que nadie comentó, o quizá ni siquiera reparó, que la letra de «Assassin» de Muse postulaba la ejecución de los líderes mundiales.